lunes, 15 de mayo de 2023

Una lectura unilateral del postconcilio y de la Reforma litúrgica

El itinerario histórico revisado en las dos notas anteriores (hasta 2004) nos ha permitido comprobar que en los últimos años del pontificado de san Juan Pablo II, la interpretación que de la Reforma litúrgica manifestaban algunos textos de la Sede Apostólica parecía quedar algo retrasada respecto a las directrices de la constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II. Hoy tendremos de ello una confirmación en la lectura unilateral del postconcilio que expresa un texto de 2004 del cardenal Joseph Ratzinger, poco antes de su ascenso al trono de Pedro. Ulteriores evidencias nos indican que, hasta el final de su pontificado, Benedicto XVI ha mantenido las mismas posiciones, que ya le eran conocidas desde finales de los años 1970s.

----------No son buenas las últimas noticias que nos llegan del monje benedictino filo-lefebvriano Alcuin Reid, ordenado presbítero ilícitamente el año pasado, y actualmente suspendido. Para información del lector, indico un puñado de datos biográficos, que nos permiten contextualizar este artículo.
----------Alcuin Reid (australiano, n.1963), cuyo nombre real es Scott M.P. Reid, después de estudiar teología y pedagogía y servir como diácono durante 1989 en la arquidiócesis de Melbourne, nunca llegó a ser ordenado sacerdote, siéndole revocadas sus atribuciones diaconales. Fue así que luego se trasladó a Inglaterra. Allí recibió un doctorado en filosofía del King's College de Londres en 2002 e ingresó en la abadía benedictina de Saint Michael, de Farnborough, donde vivió varios años. Allí recibió su nombre monástico Alcuin (en recuerdo del famoso liturgista carolingio). En 2007 llegó a profesor en el London Oratory School, en Fulham. En 2009, Reid fue admitido en la diócesis francesa de Fréjus-Toulon, por el obispo Dominique Rey, aunque la arquidiócesis de Melbourne diera graves advertencias contra la admisión. De hecho, a Reid también se le negó en Francia la ordenación sacerdotal. Sin embargo, en circunstancias poco claras, su ordenación presbiteral tuvo lugar en abril de 2022, en Roma, en ceremonia clandestina, sin las cartas dimisorias de su obispo.
----------La razón de referirme a Reid, clérigo de tan accidentada vida, parangonable a vagabundos del medioevo, no es citar uno de esos casos de los desesperanzados del postconcilio que, embargados de nostalgia pasadista, deciden finalmente rendirse ante las mismas tentaciones que hicieron sucumbir en la herejía y en el cisma hace ya cinco décadas atrás al obispo Lefebvre y a sus seguidores hasta la actualidad.
----------El motivo por el cual me he permitido este incipit que puede parecerle extraño al lector, es que en 2004 (precisamente el año al que llegamos en nuestro recorrido histórico de las dos notas anteriores en este blog) fue publicado, en inglés, el libro de Alcuin Reid titulado "The Organic Development of the Liturgy" (San Francisco Ignatius Press, 2004, 446 págs.) con un prefacio nada menos que del entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El texto de Ratzinger está firmado el 26 de julio de 2004. A los pocos meses de redactar esta introducción a un texto que de hecho es muy crítico hacia la Reforma litúrgica posconciliar, Ratzinger se convertía  en papa Benedicto XVI.
----------En 2004 no podía sino causar asombro que tan alto colaborador del Papa se comprometiera de este modo con alguien que había sido apartado del sacerdocio por decisión de la diócesis de Melbourne, en vista de indicios éticos que afectaban al entonces diácono. Es cierto que en ningún momento se habían presentado denuncias formales contra Reid, pero la decisión de sus superiores indicaban otros convencimientos. Quizás puede no ser banal citar el hecho de que también el cardenal Darío Castrillón Hoyos, por entonces presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei había ya escrito el prefacio para otro libro de Reid.
----------Al final de esta breve nota incluyo el prefacio completo de Ratzinger. Pero antes de ello, me parece interesante señalar que en este breve texto de Ratzinger, encontramos el resumen de una serie de posiciones que Ratzinger ha madurado desde la década de 1970 y en las que luego se ha basado, durante su pontificado, como criterios de lectura de la tradición litúrgica reciente. Intento aquí hacer un breve elenco, que puede ser útil considerar como guía de lectura del mencionado texto, a fin de lograr un mayor discernimiento de lo que verdaderamente ha ocurrido en la disciplina litúrgica católica a partir de 2007.
----------1. La tradición litúrgica viene exasperada por los dos extremos del pasadismo (pseudo-tradicionalismo) y del modernismo (reformismo radical). Dando la impresión de que la voz moderada y previsora ​​ha permanecido como sofocada por estos opuestos extremismos. Quizás algo similar se ha producido en otras tradiciones. Es cierto que no toda la Iglesia ha conocido esta realidad; de hecho, la Iglesia en Italia o la Iglesia en Argentina, por ejemplo, han conocido esa realidad solamente en casos muy marginales.
----------2. En el texto de Ratzinger, la posición de los liturgistas católicos viene intencionalmente presentada en la línea de un compendio protestante de liturgia. Lo que suscita algunas legítimas sospechas sobre la ecuanimidad y corrección de la reconstrucción, que aparece fuertemente orientada desde una posición preconcebida.
----------3. Con razón se advierte contra las formas de arqueologismo y de pragmatismo pastoral que se han manifestado durante y después del Concilio Vaticano II, pero fácilmente se confirma el equívoco de confundir las competencias históricas con el arqueologismo, y las competencias pastorales con el pragmatismo. Francamente hablando, de un teólogo como Joseph Ratzinger el lector se esperaría una mayor distinción y una mayor cautela, dado sobre todo su cargo de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que ocupó incluso hasta los últimos meses antes de llegar al solio pontificio como Benedicto XVI.
----------4. Curiosamente, Ratzinger persigue su propio diseño de lectura ideológica de la tradición reciente, aunando a los tradicionalistas y a los liturgistas bajo la acusación de "formalismo neoescolástico", que reduciría el sacramento a la sustancia de forma, materia y ministro, tal como se establece a partir de una relectura simplista de la tradición medieval. En realidad, Ratzinger parece olvidar por completo que buena parte de los liturgistas que han trabajado en la construcción y en la aplicación de la Reforma litúrgica están completamente persuadidos de que hay que alejarse de esos esquematismos formalistas, a los cuales, en verdad, parece mucho más ligada la teología ratzingeriana que aquella teología litúrgica.
----------Sería suficiente para comprobar lo que acabo de decir con observar los criterios con los cuales ha sido compuesta la parte sacramental del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, para advertir cómo, bajo la responsabilidad del cardenal Joseph Ratzinger, son precisamente esos criterios formalistas neoescolásticos los que han triunfado en la exposición de la teología de los sacramentos, con gran diferencia respecto de lo que se lee en el Catecismo de la Iglesia Católica original.
----------5. También en este breve prefacio no falta un lugar común que ha marcado todo el discurso litúrgico anterior del teólogo Joseph Ratzinger y luego del papa Benedicto XVI. La tesis es que las nuevas teorías de la liturgia postconciliar habrían puesto todo el énfasis en el actuar del hombre y habrían contribuido al olvido de Dios. También aquí parece bastante extraño que esta crítica, que denuncia un supuesto "antropocentrismo" de la Reforma litúrgica, pueda ser propuesta de modo tan aproximativo y tan descuidado, sin ninguna verdadera argumentación. Tal crítica luce más propia de cualquiera de los actuales blogs propagandistas del pasadismo más ideologizado y carente de sentido común, que del entonces más alto colaborador del papa san Juan Pablo II en las cuestiones atinentes a la Fe católica. En todo caso, esto demuestra que, a salvo de las diferencias entre dogma o doctrina católica y teología, incluso uno de los más grandes teólogos del último siglo a veces no queda libre de preconceptos teológicos adquiridos desde antaño.
----------6. Por último, es necesario señalar cómo el cardenal Ratzinger se adhiere, de hecho, a aquella tesis casi lefebvriana, que interpreta, al menos en el plano de la relación con la tradición litúrgica, el rol del primado petrino en términos muy minimalistas. Aquí es evidente en el texto ratzingeriano, entre líneas, una crítica muy fuerte al uso que del primado habría hecho el papa san Paulo VI en la gestión de la relación entre novedad y continuidad, entre expertos y pastores, etc. El lector queda sin duda sorprendido al oír decir a Ratzinger, que el Papa no debe permitir que los otros hagan lo que les plazca. Aquel que, tres años después de escribir este prefacio, firmaba el motu proprio Summorum pontificum ciertamente llegó a permitir de una manera peligrosamente anárquica precisamente lo que, en 2004, sentía que debía censurar en san Paulo VI.
----------Hay que decir que un discurso muy similar a este texto fue pronunciado por Ratzinger pocos días después de su renuncia formal al ministerio petrino, dirigiéndose a los sacerdotes romanos a mediados del mes de febrero de 2013. Por lo tanto, hay que concluir que, desde poco antes del inicio de su pontificado y hasta su final, Ratzinger ha mantenido las mismas posiciones, que ya le eran conocidas desde los años 1970s.
   
El texto del cardenal Joseph Ratzinger
   
----------Transcribo el texto completo (que lleva fecha del 26 de julio de 2004), del futuro papa Benedicto XVI:
----------"Durante los últimos decenios la cuestión de la correcta celebración de la liturgia se se ha venido convirtiendo en uno de los puntos centrales de la controversia en torno al Concilio Vaticano II, es decir, en cómo debe ser evaluado y recibido en la vida de la Iglesia.
----------Están los defensores denodados de la reforma, que consideran una culpa intolerable que, en ciertas condiciones, haya sido readmitida la celebración de la santa Eucaristía según la última edición del Misal anterior al Concilio, la de 1962. Al mismo tiempo, sin embargo, consideran la liturgia como “semper reformanda”, de modo que al final es cada “comunidad” la que hace su “propia” liturgia, en la que se expresa a sí misma. Un Liturgisches Kompendium [Compendio litúrgico, n. de la r.] protestante (preparado por Christian Grethlein y Günter Ruddat, Gotinga, 2003) presentó recientemente el culto como «proyecto de reforma» (págs. 13-41) reflejando el modo de pensar incluso de muchos liturgistas católicos.
----------Por otra parte, están los críticos encarnizados de la reforma litúrgica, que no sólo critican su aplicación práctica, sino también sus bases conciliares. Estos ven la salvación sólo en el rechazo total de la reforma.
----------Entre estos dos grupos, los reformistas radicales y sus adversarios intransigentes, se pierde a menudo la voz de aquellos que consideran la liturgia como algo vivo, algo que crece y se renueva en el momento en que se recibe y se realiza. Estos, por lo demás, siguiendo la misma lógica, insisten también en que la liturgia puede crecer sólo si se preserva su identidad, y subrayan que su desarrollo adecuado es posible solamente prestando atención a las leyes que desde dentro sostienen este “organismo”. Como un jardinero acompaña a una planta durante su crecimiento teniendo en cuenta sus energías vitales y sus leyes, así la Iglesia debería acompañar respetuosamente el camino de la liturgia a través de los tiempos, distinguiendo lo que ayuda y cura de lo que violenta y destruye.
----------Estando así las cosas, hemos de tratar de definir cuál es la estructura interna de un rito, además de sus leyes vitales, de modo que encontremos también las sendas justas para preservar su energía vital en el transcurso de los tiempos, para incrementarla y renovarla.
----------El libro de dom Alcuin Reid se sitúa en esta línea. Recorriendo la historia del Rito romano, (misa y breviario), desde sus orígenes hasta las vísperas del Concilio Vaticano II, el autor trata de establecer cuáles son los principios de su desarrollo litúrgico, tomando de la historia, con sus altibajos, los criterios en que ha de basarse toda reforma.
----------El libro está dividido en tres partes. La primera, muy breve, analiza la historia de la reforma del Rito romano desde sus orígenes hasta finales del siglo XIX. La segunda parte está dedicada al movimiento litúrgico hasta 1948. La tercera –con mucho la más amplia– trata de la reforma litúrgica bajo Pío XII, hasta la víspera del Concilio Vaticano II. Esta parte resulta muy útil, porque ya no se recuerda mucho dicha fase de la reforma litúrgica, a pesar de que precisamente en ella –como también en la historia del movimiento litúrgico, evidentemente– se encuentran todas las cuestiones sobre las modalidades correctas para una reforma, lo que permite asimismo adquirir criterios de juicio. La decisión del autor de quedarse en el umbral del Concilio Vaticano II es muy inteligente. De este modo evita entrar en la controversia ligada a la interpretación y recepción del Concilio, ilustrando el momento histórico y la estructura de las varias tendencias, la cual resulta determinante para la cuestión sobre los criterios de la reforma.
----------Al final de su libro, el autor enumera los principios para una reforma correcta: ésta debería estar de igual manera abierta al desarrollo y a la continuidad con la Tradición; debería sentirse ligada a una tradición litúrgica objetiva y hacer que la continuidad substancial quede salvaguardada.
----------El autor, además, de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia católica, subraya que «ni siquiera la suprema autoridad de la Iglesia puede cambiar la liturgia a su arbitrio, sino solamente en virtud del servicio de la fe y en el respeto religioso al misterio de la liturgia» (CCC n. 1125; pág. 258 del libro). Otros criterios son la legitimidad de las tradiciones litúrgicas locales y el interés por la eficacia pastoral.
----------Desde mi punto de vista personal, quisiera subrayar asimismo algunos de los criterios ya brevemente indicados de la renovación litúrgica. Empezaré por los últimos dos criterios fundamentales. Me parece muy importante que el Catecismo, al mencionar los límites del poder de la suprema autoridad de la Iglesia acerca de la reforma, recuerde cuál es la esencia del primado, tal y como lo subrayan los Concilios Vaticanos I y II: el papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley, sino más bien el custodio de la auténtica Tradición y, por tanto, el primer garante de la obediencia. No puede hacer lo que quiera, y precisamente por ello puede oponerse a los que pretenden hacer lo que quieren. La ley que debe seguir no es el actuar ad libitum, sino la obediencia a la fe. Por eso, en lo relativo a la liturgia, tiene el cometido de un jardinero y no el de un técnico que construye máquinas nuevas y tira las viejas. El “rito”, es decir, la forma de celebración y de oración que madura en la fe y en la vida de la Iglesia, es forma condensada de la Tradición viva, en la que la esfera del rito expresa el conjunto de su fe y de su oración, haciendo experimentable, al mismo tiempo, la comunión entre las generaciones, la comunión con los que rezaron antes que nosotros y rezarán después de nosotros. Así el rito es como un don hecho a la Iglesia, una forma viva de parádosis.
----------Es importante al respecto interpretar correctamente la “continuidad substancial”. El autor nos pone en guardia sobre el camino errado por el que nos puede llevar una teología sacramentaria neoescolástica desvinculada de la forma viva de la liturgia. Partiendo de ella se podría reducir la “substancia” a la materia y a la forma del sacramento, y decir: el pan y el vino son la materia del sacramento, las palabras de la institución son su forma; sólo esto es necesario, todo lo demás puede cambiarse. En este punto modernistas y tradicionalistas están de acuerdo. Basta que exista la materia y que se pronuncien las palabras de la institución: todo lo demás es “al gusto de uno”. Por desgracia muchos sacerdotes actúan hoy siguiendo este esquema; y hasta las teorías de muchos liturgistas, por desgracia, siguen esta orientación. Quieren superar el rito por considerarlo como algo rígido y construyen productos de su invención, que consideran pastoral, en torno a este núcleo restante, que de este modo queda arrinconado en el reino de lo mágico o es privado completamente de su significado.
----------El movimiento litúrgico había intentado superar este reduccionismo, producto de una teología sacramentaria abstracta, y enseñarnos a considerar la liturgia como el conjunto vivo de la Tradición hecha forma, que no se puede desmenuzar en trozos pequeños, sino que debe ser visto y vivido en su totalidad viva. Quien, como yo, en la fase del movimiento litúrgico inmediatamente anterior al Concilio Vaticano II, se sintió atraído por esta concepción, puede sólo constatar con profundo dolor la destrucción de lo que más interesaba a dicho movimiento.
----------Quisiera comentar brevemente otras dos intuiciones presentes en el libro de dom Alcuin Reid. El arqueologismo y el pragmatismo pastoral –éste, por lo demás, es a menudo un racionalismo pastoral– son equivocaciones. Podríamos describirlos como una pareja de gemelos profanos. Los liturgistas de la primera generación eran en su mayoría historiadores y, por consiguiente, propensos al arqueologismo. Querían desenterrar las formas más antiguas en su pureza original; veían los libros litúrgicos en uso, con sus ritos, como expresiones de proliferaciones históricas, fruto de pasados malentendidos e ignorancia. Se trataba de reconstruir la Liturgia romana más antigua y limpiarla de todos los añadidos posteriores. No era algo totalmente desacertado; pero la reforma litúrgica es, de todos modos, algo diferente a una excavación arqueológica, y no todos los desarrollos de algo vivo deben seguir la lógica de un criterio racionalista/historicista. Esta es también la razón por la que -como el autor justamente señala-, en la reforma litúrgica, los expertos no deben tener la última palabra. Expertos y pastores tienen cada uno su propio papel (así como en política los técnicos y los que están llamados a decidir representan dos niveles distintos). Los conocimientos de los estudiosos son importantes, pero no pueden ser transformados inmediatamente en decisiones de los pastores, que son los que tienen la responsabilidad de oír a los fieles a la hora de poner en práctica con inteligencia y junto con ellos lo que hoy ayuda o no ayuda a celebrar los sacramentos con fe. Una de las debilidades de la primera fase de la reforma después del Concilio era que los expertos fueron casi los únicos en llevar la voz cantante. Habría sido mejor que los pastores hubieran tenido más autonomía.
----------Puesto que a menudo, como es obvio, resulta imposible elevar el conocimiento histórico al rango de nueva norma litúrgica, este “arqueologismo” se ligó fácilmente al pragmatismo pastoral. Se decidió en primer lugar eliminar todo lo que se reconocía como original, y, por consiguiente, como “substancial”, para luego completar la “excavación arqueológica” –en el caso de que hubiera parecido insuficiente– con “el punto de vista pastoral”. Pero ¿qué es “pastoral”? Las opiniones intelectualistas de los profesores sobre estas cuestiones a menudo estaban determinadas por sus consideraciones racionales y no tenían en cuenta lo que realmente sostiene la vida de los fieles. De modo que hoy, tras la vasta racionalización de la liturgia en la primera fase de la reforma, se buscan de nuevo formas de solemnidad, atmósferas “místicas” y cierta sacralidad. Pero como existen -necesariamente y cada vez de manera más evidente- opiniones muy divergentes sobre lo que es pastoralmente eficaz, el aspecto “pastoral” se ha convertido en puerta para la irrupción de la “creatividad”, que disuelve la unidad de la liturgia y nos pone a menudo frente a una deplorable banalidad. Con esto no queremos decir que la liturgia eucarística, al igual que la liturgia de la Palabra, no se celebre muchas veces, a partir de la fe, de manera respetuosa y “bella” en el mejor sentido de la palabra. Pero dado que estamos buscando los criterios de la reforma, tenemos que mencionar también esos peligros que en los últimos decenios, por desgracia, no se han quedado solamente en fantasías de tradicionalistas enemigos de la reforma.
----------Quisiera detenerme ahora en el hecho de que, en el compendio litúrgico antes citado, el culto ha sido presentado como “proyecto de reforma”, es decir, algo continuamente en obras. Semejante, aunque algo diferente, es la sugerencia, que hacen algunos liturgistas católicos, de adaptar la reforma litúrgica al cambio antropológico de la modernidad y de construirla de modo antropocéntrico. Si la liturgia es ante todo el taller de nuestra actividad, entonces quiere decir que hemos olvidado lo esencial: Dios. Porque la liturgia no trata de nosotros, sino de Dios. Olvidar a Dios es el peligro más inminente de nuestro tiempo. A esta tendencia la liturgia debería contraponer la presencia de Dios. Pero ¿qué ocurre si el olvido de Dio entra incluso en la liturgia, si en la liturgia pensamos sólo en nosotros mismos? El primado de Dios debería ocupar siempre el primer puesto en toda reforma litúrgica y en cada celebración litúrgica.
----------Con esto he ido mucho más allá del libro de dom Alcuin. Pero creo que, de todos modos, ha quedado claro que este libro, con la riqueza de sus ideas, nos enseña criterios y nos invita a reflexionar más. Por esto recomiendo su lectura".

2 comentarios:

  1. Parece raro que Ratzinger diera crédito a los escritos de semejante personaje.
    Y más raro aún el discurso de Benedicto XVI, pues ahí no es un teólogo o un historiador sino el Papa.
    Si me permites, hay una parte del artículo que puede prestarse a confusión. Pues dice que el discurso fue pronunciado después de su renuncia formal. Y en realidad el discurso fue pronunciado después del anuncio de su renuncia, pero antes de que esa renuncia sea efectiva, lo que fue el 28 de febrero de 2013.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado padre Ramón,
      efectivamente, estoy de acuerdo contigo en que se ve muy raro que el cardenal Ratzinger escribiera este prólogo al libro de tal monje. Parece difícil suponer que el Prefecto de la Fe no estuviera mínimamente informado del status eclesiástico de esta persona y de las medidas disciplinares que sobre Reid pesaban ya en ese tiempo.
      También concuerdo contigo en que es raro que, siendo Ratzinger todavía Papa, haya pronunciado aquel discurso a mediados de febrero de 2013. En este sentido, aún cuando el ánimo de Ratzinger haya seguido presa de sus opciones teológicas y pastorales (incluso como lo digo en el artículo, algunas manifestadas ya desde fines de los años '70), sin embargo, ha sido muy prudente siempre en no manifestar sus discutibles ideas teológicas y pastorales siendo Papa (y cuando lo hizo, incluso ha aclarado que no lo hacía como Papa). Un caso típico es el de la teoría de la impensable "reforma de la reforma", la cual, sin embargo, Ratzinger defendió más de una vez antes de llegar al Papado. Pero una vez siendo Papa, ya nunca más volvió a hablar de ella.
      Por último, tienes toda la razón en decir que ese pasaje de mi artículo puede prestarse a confusión. Efectivamente, es correcto lo que dices: el discurso del 14 de febrero de 2013 fue pronunciado antes de que su renuncia se hiciera efectiva (recién el 28 de febrero de 2013). Por lo tanto, durante ese discurso, Benedicto todavía seguía gozando del carisma petrino y de su infalibilidad magisterial.
      Al respecto, entonces, para evitar todo equívoco y confusión, debemos recordar que el tema sobre el que aquí tratamos, es decir, la interpretación de la Reforma litúrgica y de lo que había acontecido durante el postconcilio, no se refiere a nada dogmático ni doctrinal, sino que hace referencia a una interpretación de lo sucedido en lo disciplinar o pastoral, ámbito en el cual, si bien el Papa goza de una especial gracia de estado para cumplir tal misión de Pastor, carece de la infalibilidad, la cual es propia del Papa en su misión de Maestro de la Fe.

      Eliminar

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.