sábado, 6 de mayo de 2023

Benedicto XVI frente a Karl Rahner y los rahnerianos: drama personal y drama para la Iglesia durante sesenta años (3/4)

Hubo un momento en que el destino de Joseph Ratzinger estuvo marcado en dos direcciones opuestas: por una parte se atrajo el odio implacable de los rahnerianos que conjuraron venganza; y por otra parte se atrajo la atención admirada y la confianza del papa san Juan Pablo II, quien en 1982 lo nombró Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como para decirle: ven a combatir conmigo. Hermosa asociación de un polaco y un alemán, después de los odios de la segunda guerra mundial, para dar un espléndido ejemplo de reconciliación en Cristo: ¡Polonia y Alemania católicas unidas en la paulina buena batalla!

La guerra
   
----------En 1978 el cardenal Karol Wojtyla ascendió al trono de Pedro como Juan Pablo II, después del brevísimo pontificado del cardenal Albino Luciani como Juan Pablo I. Wojtyla estaba lleno de energía y pretendía remediar la debilidad de Paulo VI frente al avance del modernismo y del comunismo en el mundo y en la Iglesia misma. Evidentemente el papa Montini no tenía culpa en ello, porque Paulo VI era un santo, pero, como dice el Salmo, "cuando los cimientos se tambalean, ¿qué puede hacer el justo?". Cuando viene un terremoto, ¿qué es lo que se puede hacer? ¿Detener el terremoto? Ni siquiera Jesús había logrado convertir a los fariseos, quienes finalmente le dieron muerte. Paulo VI fue un Papa crucificado.
----------San Juan Pablo II, sin embargo, ciertamente no rechazaba la cruz (camino de salvación y árbol de vida), pero trató de ver si podía lograr obtener algún remedio a la situación, y estaba menos dispuesto a aceptar que se pudieran burlar de él, esto naturalmente, no para sostener su prestigio personal, sino para el bien de la Iglesia. Al fin de cuentas, ¿qué podía querer el Papa, en efecto, sino el bien de la Iglesia? Paulo VI no había logrado detener a los scillebeeckxianos y rahnerianos. Quería probarlo él.
----------San Paulo VI, emanó o hizo emanar varios documentos importantes concernientes a la cristología y a la Santísima Trinidad (1972), a la infalibilidad del Magisterio de la Iglesia y al valor de las fórmulas dogmáticas (1973), a la ética sexual (1975), a la exclusión de la mujer del sacramento del Órden (1976). No es difícil ver en estos documentos clarísimas referencias a los errores propagados por Rahner.
----------Sin embargo Paulo VI, en lugar de adoptar canónicas medidas disciplinarias, recurrió a las frases corteses, a las súplicas, a las exhortaciones, a las alusiones y a la paciencia. Pero la experiencia nos dice que los rebeldes se burlan de los superiores que de ese modo los tratan. Juan Pablo II, por el contrario, no quería que se burlaran de él y comenzó por dar el primer paso, atacando las posturas del schillebeckxismo, responsable de los daños causados por el Catecismo holandés.
----------Schillebeeckx fue llamado varias veces por la Congregación para la Doctrina de la Fe, en proceso de exámen canónico; y en tal sentido, se le señalaron algunos errores. Pero ello no sirvió para nada. También en este caso quizás era mejor tomar un procedimiento canónico disciplinar. El caso es que a sus seguidores no les importaron las correcciones hechas por el Papa y perseveraron en el error como si nada fuera, incluso lamentándose de que el Papa persiguiera al profeta. El Papa, ante la arrogancia de Schillebeeckx, no insistió. Claramente, también Juan Pablo II se encontró frente a una obstinación insuperable.
----------Al mismo tiempo, Juan Pablo II dirigió su atención a otros problemas. En primer lugar estaba el grave problema de los rahnerianos. ¿Cómo hacer frente a este problema, poderosos y astutos como eran? Se necesitaba a alguien que conociera bien a Rahner y a los rahnerianos, que tuviera fuertes habilidades dialécticas, tal vez de lengua alemana, que fuera estimado y al mismo tiempo plenamente garantizado en términos de ortodoxia. La Providencia quiso que precisamente en 1981 Ratzinger, en el colmo de su indignación, por las constantes audacias de Rahner, le lanzara, en uno de sus libros (Les principes de la théologie catholique, Téqui, Paris 1981, p.188) la gravísima acusación de panteísmo, en el sentido de identificar la libertad humana con la libertad divina según el idealismo hegeliano. Era golpear en el corazón con agudísima y correctísima visión el error, del cual Rahner estaba infectado bajo falsas apariencias de tomismo.
----------En ese momento el destino de Ratzinger estuvo marcado en dos direcciones opuestas: por una parte se atrajo el odio implacable de los rahnerianos que juraron venganza y por otra parte se atrajo la atención admirada y la confianza del santo Pontífice polaco, quien en 1982 lo nombró Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como para decirle: ven a combatir conmigo. Hermosa, esta asociación de un polaco y un alemán, después de los odios de la segunda guerra mundial, para dar un espléndido ejemplo de reconciliación en Cristo: ¡Polonia y Alemania católicas unidas en la paulina buena batalla!
----------Considero importante destacar que la guerra del cardenal Joseph Ratzinger contra el rahnerismo, por una verdadera renovación conciliar, tiene una altísima motivación de fondo. Se trata de una especial interpretación de las intenciones del Concilio Vaticano II, más profunda que la de Juan XXIII y la de Paulo VI, los cuales se habían detenido, el primero en asignar al Concilio una intención simplemente pastoral de moderna presentación del mensaje evangélico, mientras que Paulo VI había agregado una intención doctrinal, a saber, la de clarificar la naturaleza y la misión de la Iglesia en el mundo de hoy.
----------Ratzinger y el papa Juan Pablo II, muy sensibles al valor teológico, formativo y espiritual de la Liturgia (lex orandi, lex credendi), influenciados por Romano Guardini, a sugerencia de la tradición greco-eslavo-rusa y reflexionando sobre el hecho que el Concilio comenzó su reforma trabajando sobre la Liturgia, y en particular sobre el valor de la Misa, se dieron cuenta de que la intención principal del Concilio no ha sido pastoral, no ha sido doctrinal, sino que ha sido litúrgica, entendiendo sin embargo la liturgia no tanto como acto jurídico, rito o ceremonia, sino ante todo como experiencia del Misterio divino y acción mistérica o sea sacramental introductoria al Misterio, conocido en la fe y místicamente experimentado, amado y gustado, del cual aprender el impulso interior a la acción y a la santificación propia y de los otros.
----------Juan Pablo II y su prefecto de la Fe, el cardenal Ratzinger, entendieron que el Concilio propone un altísimo concepto de la liturgia, fons et culmen totius vitae christianae, concepto que encontramos en la tradición oriental, donde culto, súplica, oración, elevación del espíritu, hacen todo un uno (véase por ejemplo la Homilía VI sobre la oración, de San Juan Crisóstomo, PG 64, 462-466). Ahora bien, la amistad de Ratzinger con Rahner hacía precisamente referencia a este aspecto místico de la liturgia, porque también Rahner, similarmente a su hermano Hugo, era sensible al aspecto mistérico y místico del cristianismo. Sin embargo, Ratzinger, frecuentando a su amigo, se había dado cuenta de que él, para su concepto de misterio divino, no se inspiraba en la verdadera concepción bíblica, sino que retomaba ese "Incognoscible" que ya había sido condenado por la encíclica Pascendi de san Pío X, como ya hemos visto más arriba, es decir, Rahner se remitía a una emotividad romántica, en la cual la lucidez del intelecto se ve ofuscada o empañada por el ímpetu del sentimiento, aquello que Rahner y Schillebeeckx denominan "experiencia atemática".
----------Rahner, de hecho, concibe el Misterio divino como siendo algo de tal modo oscuro, que no admite que el intelecto pueda ver nada en él, ni siquiera parcial y limitado, sino que sostiene que el intelecto no alcanza a ver absolutamente nada. Por lo cual, al encontrarse con el dogma de la visión beatífica, afirma que no es un ver, sino un amar. De tal modo, Rahner malinterpreta el concepto de oscuridad o de tiniebla, que en la Escritura es usado en dos sentidos opuestos. Una cosa es la tiniebla donde no se puede ver nada; y otra cosa distinta es la tiniebla más allá de lo que se ve. Un ciego o una persona en la oscuridad está en la tiniebla en el sentido de que no ve nada. O bien puedo decir que no veo nada porque no hay nada.
----------Por consiguiente, al final Rahner viene a decir que el conocimiento conceptual (o "categorial", como él lo llama), y por lo tanto dogmático, de Dios, es imposible. De hecho, por cuanto respecta a los conceptos de fe, él sostiene una forma de relativismo e historicismo dogmático, como los modernistas. Todo lo que le queda es la categoría de la experiencia, por lo cual habla de una "experiencia trascendental preconceptual y atemática de Dios" (esta teoría también se encuentra en Schillebeeckx).
----------Otra cosa es cuando se trata de la existencia de ese algo que es Dios, de por sí visibilísimo. Las tinieblas propias del misterio divino, en las que se encuentra entonces el místico, son tinieblas no en el sentido de que el místico no ve nada. Está en las tinieblas en cuanto se da cuenta o intuye o advierte que más allá de ese poco que entiende de Dios, hay una infinitud de realidad divina, que no ve en absoluto.
----------De tal modo, mientras que para el místico Dios tiene un rostro visible y un nombre pronunciable, aun cuando él ame el silencio, este nombre y este rostro están de tal modo por encima de los límites de su visión y dicción, que Dios parece incomprensible e inefable al místico. En realidad Dios tiene un rostro reconocible e inconfundible, distinto de todos los demás rostros, en cambio aquel para quien Dios es totalmente incomprensible e inefable, muy lejos de ser un místico, no es otro que el ateo; y esto por el simple motivo de que para él no hay nada que comprender o describir, porque para él Dios no existe o es algo absurdo.
----------Está claro que allí donde no veo nada, a pesar de tener una buena vista, quiere decir que no hay nada. Pero el hecho de que yo vea algo inmenso e infinito, que sé que es Dios, no quiere decir que yo vea hasta el fondo y plenamente quién es Dios: sólo puedo verlo parcialmente y el resto se me escapa. Pero al fin y al cabo, es lógico que se me escape: si lo comprendiera todo, no sería Dios. Y esta es la actitud correcta de nuestra mente ante Dios, humilde y magnánimo a la vez, de la cual habla la Escritura.
----------En los años 1984-1985 Ratzinger, al frente del Dicasterio de la Fe, pasó al ataque de la teología de la liberación, sin menoscabar, por supuesto, sus lados buenos. La refutó en sus líneas generales y rebatió a su principal exponente, Leonardo Boff. Los puntos rechazados son los siguientes:
----------1. Una concepción materialista de Dios. Dios no es visto como puro Espíritu, sino que, bajo el pretexto de la Encarnación, es visto como un Dios humanizado e historizado. En su misericordia, Él tiene piedad hacia los oprimidos, por lo cual da fuerza a toda lucha social de liberación en nombre de la justicia.
----------2. Un proyecto de humanismo insuficiente. Ratzinger nota que el proyecto escatológico y celestial de la liberación es ignorado y sustituido por un proyecto puramente terreno y político, que considera que la humanidad ya puede liberarse en esta vida de las injusticias y del sufrimiento, como si el hombre fuera sustancialmente inocente y libre de las consecuencias del pecado original.
----------3. Una concepción insuficiente de liberación, pues la liberación cristiana no se trata sólo de liberación económica, sino también liberación del pecado. Por eso Ratzinger niega que la felicidad que el cristianismo promete y asegura pueda realizarse dentro de los límites de la presente vida mortal, y nos recuerda que en cambio sólo es posible en un mundo futuro y celestial, más allá de la muerte.
----------4. Finalmente, se rechaza la práctica de la violencia como intrínseca a la acción social, bajo el pretexto de la lucha por la justicia. Ratzinger hace notar que no es lícito querer forzar la voluntad de los demás, ni siquiera en nombre de ideales de justicia.
----------Podemos añadir aquí, que el papa Benedicto, todavía como Papa emérito, denunció con exactitud lo erróneo de la tesis de Rahner sobre los cristianos anónimos, describiéndola en estos términos: "En ella se sostiene que el acto-base esencial de la existencia cristiana, que resulta decisivo en orden a la salvación, en la estructura trascendental de nuestra conciencia, consiste en la apertura al todo otro, a la unión con Dios. La fe cristiana habría hecho surgir a la conciencia aquello que es estructural en el hombre en cuanto tal. De modo que, cuando el hombre se acepta en su ser esencial, él cumple lo esencial del ser cristiano aunque sin conocerlo conceptualmente. El cristiano coincide por tanto con lo humano y en este sentido, aun sin saberlo, es cristiano todo hombre que se acepta a sí mismo. […] Esta teoría reduce el cristianismo a una pura representación consciente de lo que es en sí el ser humano y, por lo tanto, olvida el drama del cambio y de la renovación que es central en el cristianismo" (Qué es el cristianismo. Un testamento espiritual).
----------En el mencionado libro, Ratzinger dice que el teólogo no trabaja por el triunfo de un partido o de sus opiniones, sino por el bien de toda la Iglesia, en obediencia al Magisterio; la verdad de fe es don de Dios; la verdad de razón es conquista de la razón. La verdad del saber como tal no es la experiencia atemática originaria de la revelación divina trascendental, a la manera de Heidegger, sino que, como en santo Tomás, es la adecuación de la razón al dato real; de donde se deriva que la razón introduce a la fe como luz sobrenatural de la razón y no es la fe entendida, como la pretende Rahner, como experiencia trascendental atemática de Dios para expresarse en las formas categoriales mutables y relativas de la razón.
----------Por consiguiente, la razón no es la categorización de la fe como experiencia atemática, sino que la razón es conceptualidad que prepara para la experiencia de fe. La fe no es una experiencia originaria de Dios, sino que es conocimiento de Dios mediado por los conceptos (racionales) de fe, conocimiento de Él recibido en la gracia por motivo de su autoridad y transmitido por la Iglesia.
----------En 1992 se publicó el Catecismo de la Iglesia Católica, al cual Ratzinger hizo una contribución sustancial. He aquí la respuesta católica al Curso fundamental sobre la fe de Rahner y al Catecismo holandés. Todas las herejías allí contenidas son refutadas y viene reafirmada la verdad católica.
----------Permítame el lector una aclaración que considero importante. Con respecto al misterio de la Redención, Ratzinger en su libro Introducción al cristianismo, refleja la interpretación de Bultmann, quien rechaza el valor satisfactorio, reparador y expiatorio del sacrificio de la Cruz, viendo en la muerte de Cristo sólo el efecto del odio de sus asesinos y el martirio del profeta, sin darse cuenta de que esta tesis lleva como a su consecuencia lógica a la abolición de la Misa como sacrificio, como ha hecho coherentemente Lutero. Desgraciadamente esta tesis aún se encuentra en Qué es el cristianismo (editorial Esfera de los Libros, Madrid 2023). Pero esto sólo quiere decir que un Papa emérito ha perdido el don de la infalibilidad, que es privilegio exclusivo del Papa reinante. También es interesante notar cómo en la presentación de la Redención que hace el Catecismo se reafirma, como era de esperar, la doctrina ortodoxa. Esta influencia protestante también se puede ver en otros cristologos contemporáneos, como Küng, Kasper, Rahner, Forte, Schillebeeckx y Bordoni.
----------El Catecismo de la Iglesia Católica asesta un golpe decisivo a la cristología panteísta hegeliana de Rahner. En efecto, el Catecismo reitera el dogma calcedoniano de la única persona divina en dos naturalezas "sin cambio, sin confusión, sin división, sin separación" (nn.461-470). Por el contrario Rahner, confundiendo persona y naturaleza, cae en el arrianismo, humanizando la naturaleza divina, en el nestorianismo, admitiendo dos personas, en el eutiquianismo, sosteniendo que Dios se transforma en el hombre, en el monofisismo, sosteniendo que el hombre deviene Dios, en el apolinarismo, sustituyendo el pensar divino por el pensar humano, y en el docetismo, concibiendo lo humano como el aparecer de lo divino.
----------Además, el Catecismo, contra Rahner, que niega el valor expiatorio del sacrificio sacerdotal de Cristo, reitera el dogma tridentino de la Redención como obra expiatoria, satisfactoria y reparadora, cumplida por Cristo con la ofrenda de sí mismo en el altar de la cruz en expiación por nuestra pecados en nuestro lugar para compensar al Padre por la ofensa del pecado (nn.599-618).
----------Por otra parte, el Catecismo, contra la tesis de Rahner según la cual todos se salvan, reitera el dogma del Infierno y del Juicio universal, por lo cual, en cambio, aunque Dios llame a todos a la salvación, no todos se salvan, reiterando lo que ya había sido definido por el Concilio de Quierzy del 853 (Denz.623), confirmado por el Concilio de Trento (Denz.1523). Por lo cual, el Catecismo enseña que "Dios no predestina a nadie para ir al infierno" (n.1037) refiriéndose en nota al Concilio de Trento (Denz.1567), que enseña que Dios sólo predestina a los elegidos para ir al paraíso del cielo.
----------En 1993 Ratzinger ayuda al Papa en la redacción de la gran encíclica sobre la moral católica, la Veritatis splendor, en la cual Juan Pablo II condena la ética rahneriana, aunque sin nombrar al autor, como se desprende con claridad de su característica distinción, de origen kantiano, entre "categorial" (actos de libre albedrío) y "trascendental" (opción fundamental, véase el n.65 de la encíclica), donde, a semejanza de la ética luterana, todo el actuar moral se resuelve en la opción fundamental entendida como efecto de la fe como experiencia de Dios, originaria, atemática y trascendental, mientras que los actos categoriales del libre albedrío no son sino la manifestación empírica moralmente indiferente, aunque necesaria, de la opción fundamental, que constituye la misma tensión esencial y existencial del hombre hacia Dios.
----------En 1998 aparecen dos importantísimos documentos: uno, la encíclica Fides et ratio, que destaca la verdadera relación entre razón y fe frente a la confusión rahneriana entre naturaleza y gracia; el otro trata de la diferencia entre las enseñanzas pontificias infalibles y las reformables, contra la negación rahneriana de la infalibilidad pontificia y la inmutabilidad del dogma. Se trata de la carta apostólica Ad tuendam fidem acompañada de una nota ilustrativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
----------Por cuanto respecta a la encíclica Fides et ratio, ella retoma el tema ya desarrollado en la Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo y lo enriquece con nuevos elementos y precisiones, como el de una clara afirmación del realismo gnoseológico según el cual la filosofía "se funda en la percepción de los sentidos, en la experiencia y se mueve a la luz del solo intelecto. La filosofía y la ciencia se sitúan en el orden de la razón natural, mientras que la fe, iluminada y guiada por el Espíritu, reconoce en el mensaje de salvación la 'plenitud de la gracia y de la verdad' (cf. Jn 1,14), que Dios ha querido revelar en la historia y de manera definitiva por medio de su Hijo Jesucristo (cf 1 Jn 5,9, Jn 5,31-32)" (n.10).
----------En cambio, para Rahner, el conocer no acontece "per contactum intellectus ad rem", sino que "conocer es la capacidad que tiene el ser, por su misma constitución, de reflexionar sobre sí mismo, es su subjetividad". El intelecto no tiene contacto con una realidad externa. El acto cognoscitivo no debe ser concebido como "relación intencional de un sujeto cognoscente hacia un objeto distinto de él", pues "el conocer mismo del ser en originaria unidad con él, es el mismo sujeto cognoscente" (Oyentes de la Palabra, Herder, Barcelona 1976).
----------En otros términos, para Rahner no existe la realidad exterior, porque el objeto del conocimiento es el propio sujeto cognoscente. Para Rahner, el ser es conocer y ser conocido. No es la experiencia sensible la que nos conduce a la autoconciencia, sino que es la autoconciencia la que es la condición de posibilidad de la experiencia. Por lo tanto, la ciencia es siempre autoconciencia.
----------En el conocer, por consiguiente, para Rahner, no tenemos ningún contacto con una realidad sensible o espiritual fuera de nosotros mismos, independiente de nosotros o por encima de nosotros, sino que simplemente partiendo de nuestra autoconciencia (el cogito cartesiano), nos experimentamos como espíritu y experimentamos en nosotros atemáticamente y originariamente la "unidad originaria del ser y del conocer, que llamamos, desde el punto de vista gnoseológico, conciencia de sí" (Ibid.).
----------Por consiguiente, para Rahner todo se resuelve en el yo en cuanto pensado por el yo (es el principio berkeleyano del "esse est percipi) mi cuerpo, los otros, la materia, el espíritu, el mundo, lo natural, lo sobrenatural y Dios mismo. De aquí viene la identificación rahneriana de la cosmología con la antropología con la cristología con la teología y con la lógica, exactamente como en Hegel, con algunas variaciones en cuanto respecta a la terminología, deducidas de Heidegger.
----------La encíclica recuerda que "precisamente al razonar sobre la naturaleza, se puede volver a ascender al creador: 'De la grandeza y belleza de las criaturas, por analogía se conoce al autor' (Sab 13,5)" (n.19). Por el contrario, Rahner ridiculiza la analogía como un híbrido entre la univocidad y la equivocidad y concibe el descubrimiento de Dios no como aplicación del principio metafísico de causalidad por inducción del efecto sensible a la causa primera inteligible, sino como toma de conciencia categorial, verbal y racional de la originaria inefable conciencia preconceptual trascendental del yo, del ser y de Dios, como unidad del pensar y del ser. Rahner, en lugar de partir de lo creado para descubrir a Dios, pretende partir de Dios para afirmar lo creado, como si al hombre le perteneciera aprioricamente la posesión de la autoconciencia divina.
----------Dado que Dios es ontológicamente anterior a lo creado, Rahner, como buen idealista, que confunde el ser con el pensar, cree que el conocimiento de Dios precede al conocimiento de las cosas. Para el idealista, la tesis del realista, de que nosotros producimos el concepto de Dios, porque hemos producido el concepto del mundo, es una impiedad, porque a sus ojos sería como querer producir a Dios; y no se da cuenta de que es él mismo quien cae en esta impiedad al confundir a Dios con el concepto que él tiene de Dios.
----------Para Rahner por lo tanto es necesario conocer a Dios también para conocer la naturaleza de la hormiga o del abejorro. No podríamos conocer nada, si primero, aunque sea atemáticamente, no conociéramos a Dios. Es en el fondo la tesis hegeliana de que el objeto de cualquier saber es siempre Dios.
----------La encíclica Fides et Ratio también rechaza el concepto rahneriano de fe como experiencia: "la fe, privada de la razón, ha enfatizado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de no ser más una proposición universal. Es ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga mayor incisividad; por el contrario, ella corre el grave peligro de quedar reducida a mito o a superstición" (n.48).

8 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón,
    he quedado muy sorprendido por aquello que usted explica aquí, sobre el hecho de que el Concilio (según la interpretación de Juan Pablo II y de Ratzinger), no tenía sólo una intención pastoral (Juan XXIII) o pastoral y doctrinal (Pablo VI), sino litúrgica.
    Usted explica muy claramente esa intención litúrgica del Concilio.
    Sin embargo, ¿podría indicarme otros autores o fuentes que también hayan considerado este tema, de modo que yo pueda profundizarlo?
    Gracias.

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    1. Estimado Gabriel,
      esta tesis, según la cual el primer propósito del Concilio ha sido la reforma litúrgica, es una idea que ha venido a mí, pero seguramente no he sido ni el único ni el primero al que se le vino. De hecho conozco a varios teólogos que dicen algo parecido. Por otra parte, el papa Benedicto XVI, en su último discurso al clero de Roma, ha dicho algo parecido.
      Personalmente la he recabado del hecho de que la Liturgia ha sido el primer tema en ser tratado por el Concilio.
      Sin embargo, lo que se aprecia en esta reforma es sin duda el marco o enfoque deseado por san Juan XXIII como propósito general del Concilio, a saber, el de expresar el perenne mensaje cristiano en términos y modos adecuados para ser apreciado por el hombre moderno.
      Así, también en este documento se nota la preocupación por dar a los ritos litúrgicos una forma más adecuada a la sensibilidad religiosa de los hombres de nuestro tiempo y por favorecer un diálogo con los hermanos separados, tanto protestantes como ortodoxos.
      El nuevo rito romano es más rico que el viejo, más pobre. Por ejemplo, y sólo al efecto de señalar uno de los muchos aspectos en los que la Misa de Paulo VI es más rica que la reglada por el Misal de 1962, el elemento pascual de la Santa Misa está más acentuado en el nuevo rito que en el precedente y esto por una parte nos acerca a los protestantes, los cuales conmemoran la Cena Pascual, y a los ortodoxos, los cuales acentúan la presencia del Santo Espíritu, que es el Espíritu de la Resurrección.

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    2. Su respuesta aclara realmente lo que siempre se sostuvo del Novus Ordo: protestantizar la liturgia para que los hermanos separados volvieran y terminamos siendo protestantes y, encima, desertando hacia ellos. Su progresismo padre es evidente a pesar que pone fotos bonitas y nunca de las misas reales diarias que se pueden ver en cualquier Iglesia de Mendoza.
      Enrique Barrio

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    3. Estimado padre Filemón,
      me parece magnífica (más allá de su originalidad) su personal intuición de que el Concilio no tuviera en primer lugar una intención pastoral o doctrinal, sino litúrgica.
      Si mi humilde opinión puede servirle de algo, me parece que sería conveniente que algún día usted pudiera desarrollar sus explicitaciones teológicas, con más detalle y en sus implicaciones.
      Creo que eso ayudaría a remediar la actual crisis de la Iglesia, manifestada por la brecha entre rahnerianos y pasadistas. Pienso que su tesis ayudaría a que los pasadistas entendieran las razones de la reforma litúrgica.
      Por lo demás, he terminado de leer su artículo, incluso en su cuarta parte. Todavía conservo un cierto sabor a amargura, debido al hecho de que a pesar de las constantes declaraciones de Benedicto XVI de adherir a ese progresismo conciliar del cual el Papa San Juan Pablo II ha sido guía, lamentablemente ha tenido su parte de responsabilidad en el ser etiquetado como "conservador", con una imprudente decisión disciplinaria litúrgica en 2007.
      Su artículo me ayudó mucho a entender los últimos años que hemos vivido en la Iglesia.

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    4. Estimado Anónimo (del 8 de mayo de 2023, 12:10),
      no lo digo en razón de que me afecte a mí en lo personal, porque no es así, tras haber convidido durante muchos años con alumnos capaces de hacer los más insólitos comentarios en mis clases.
      Quiero decir: a mí no me escandaliza su comentario, pero le sugeriría que tenga más cuidado cuando escriba algo en este foro. Conociendo a varios de los que aquí habitualmente comentan, quizás pueda recibirse algún reproche, porque es evidente que Ud. les insulta la inteligencia.
      Creo que el diálogo sobre las altas cuestiones que aquí se tratan, merecen de comentarios más dignos de los que puede hacer un hincha de fútbol en la tribuna, donde cualquiera puede dar cuatro gritos sin sentido, sin que nadie le pida argumentos de los disparates que dice.

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    5. Estimado Gabriel,
      también yo creo que una profundización de los motivos, que han llevado a los Padres del Concilio a comenzar sus labores tratando el tema de la Liturgia, podría servir mucho para favorecer la conciliación entre rahnerianos y pasadistas, por el hecho de que por una parte daría satisfacción a los pasadistas, mientras que por otra podría complacer a los rahnerianos, los cuales se han comprometido con la reforma litúrgica.
      Por cuanto se refiere a su propuesta de desarrollar mi tesis, veré qué puedo hacer, porque yo no soy un liturgista.
      Por cuanto respecta al motu proprio Summorum pontificum, a mi juicio, ha nacido de la voluntad ejemplar del venerado papa Benedicto XVI de llevar adelante la ardua obra de recuperar la comunión eclesial de los hermanos que se han retrasado en una visión de la Iglesia precedente al Concilio. Sin embargo, el motu proprio ha sido instrumentalizado por cismáticos pasadistas, los cuales desleamente, en lugar de limitarse al uso del rito de 1962, han usado el rito de san Pío V, que estaba prohibido.
      De tal modo ha sucedido lo contrario de lo que Benedicto quería. El cisma no solo no se ha sanado, sino que ha empeorado. En este punto el papa Francisco ha intervenido con mucha energía en el deseo de sanar esta herida. Desafortunadamente, el cisma sigue existiendo y parece haberse agravado.

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  2. Estimado padre Filemón:
    También me llamó la atención la manera prudente y discreta en que usted, querido padre, ha explicado el motivo de los errores teológicos del Papa emérito en dos de sus expresiones en estos años, antes de su muerte.
    Es claro que lo que usted dice, sin duda (así me queda claro) que lo que allí expresó el Papa, ocultando el dogma de la "satisfactio vicaria" de Nuestro Señor, es una virtual herejía (herejía material), un error en el que podría caer inadvertidamente cualquier teólogo, incluso aquel teólogo que en vida intentó ser un acérrimo defensor de la ortodoxia, como lo fue Joseph Ratzinger.
    Sin embargo, me doy cuenta de que, en las condiciones actuales de globalismo mediático, y en un contexto en el que cualquier laico, por poco preparado que sea, trata de explicarle el dogma incluso al Romano Pontífice, hubiera sido imprudente escribir un artículo cuyo tema central, digamos, fueran "las herejías del Papa emérito". No sería prudente, aunque objetivamente quizás sea absolutamente cierto.

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    1. Estimado Gabriel,
      por cuanto respecta a las palabras del Papa emérito, yo no hablaría de herejía, porque él no niega de modo formal y explícito la satisfacción vicaria y la voluntad del Padre de que Cristo se sacrificara por nuestra salvación.
      En cambio, se nota una gran dificultad para aceptar las fórmulas y una preocupación exagerada de que ellas no puedan ser comprendidas por el hombre moderno. En este punto puede efectivamente surgir la pregunta, en aquellos que leen afirmaciones semejantes, si este lenguaje sigue siendo todavía válido para expresar el dogma de la Redención.
      Por tanto, si se le puede hacer una crítica al Papa emérito, es la de haber sido poco prudente y haber dado cuerda a los buenistas y a los protestantes liberales.
      Por lo demás, este doloroso episodio es una prueba de que un Papa emérito ya no posee esa asistencia del Espíritu Santo, que en cambio es concedida al Papa reinante, y de hecho, cuando Ratzinger era Prefecto de la CDF y también como Papa, nunca soñó con caer en esas desafortunadas frases, y el mismo papa Francisco evita absolutamente expresarse de esa manera.
      Pero el hecho extremadamente significativo al respecto es que en el mismo Catecismo de la Iglesia Católica, al cual Ratzinger ha dado una contribución determinante, cuando se habla del misterio de la Redención, reaparece igual e idéntico el lenguaje del Concilio de Trento.

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