jueves, 11 de mayo de 2023

Comprender el rito del Lavatorio de los Pies (2/2)

La resistencia del "non possumus" y la recuperación de la autoridad del gesto simbólico litúrgico se han manifestado como una posibilidad de aplicación concreta del repetido lema del papa Francisco: "Iglesia en salida", que es de lamentar que no todos comprendan debidamente. Porque aquí se trata de la salida de la autorreferencialidad. Por consiguiente, ahora también se puede lavar los pies a las mujeres en la Misa in coena Domini del Jueves Santo. Aunque luego, en la existencia cristiana, será más difícil que ese gesto tenga alguna concreta y eficaz resonancia. De hecho, creo que en la existencia concreta de la Iglesia actual será mucho más fácil que las mujeres laven los pies de los sacerdotes que los sacerdotes laven los pies de las mujeres. [En la imagen: fragmento de "Lavatorio de los pies", témpera sobre madera, de Duccio di Buoninsegna, obra realizada entre 1308-1311, actualmente en el Museo dell'Opera Metropolitana del Duomo, Siena, Italia].

Las recomendaciones pastorales del padre Joseph Fessio
   
----------Después de la pequeña reforma de una sola rúbrica del misal romano, relativa al rito litúrgico del lavatorio de los pies en la Missa in Coena Domini del Jueves Santo, las palabras del entonces Prefecto cardenal Robert Sarah en 2016, ciertamente no aportaban nada de claridad para comprender lo que estaba sucediendo. Pero hay que reconocer que Sarah al menos había sido mesurado y moderado, mientras que quienes intentaron apoyarlo mostraban una concepción de la liturgia, pero sobre todo de la Iglesia, bastante preocupante. E incluso, debajo de todo eso, emergía una sustancial y hasta confesada misoginia.
----------Al respecto, puede ser útil recordar algunos extractos de una entrevista de 2016 a un conocido sacerdote estadounidense, jesuita, padre Joseph Fessio [n.1941], fundador de la editorial Ignatius Press de la Universidad Ave María (Florida). Los pasajes de la entrevista que citaré, demuestran una falta de tacto y una intolerancia o insufribilidad hacia la reforma, que son verdaderamente sorprendentes. Transcribo el texto, al que alterno mis comentarios, aquí y allá, permitiéndome alguna acotación respetuosamente irónica, que considero necesaria para no agravar las tintas en la crítica a este, por otra parte, meritorio sacerdote jesuita.
----------Ante todo, la intervención del padre Fessio comienza sugiriendo con escepticismo que los permisos a menudo se malinterpretan como requisitos: "Obviamente, debería quedar claro que se trata de un permiso, no de un requisito, pero incluso esta claridad no influirá en lo que realmente suceda".
----------Es cierto que con la modificación en 2016 de la rúbrica acerca del lavatorio de los pies, se establecía un permiso y no una obligación, pero no se trata de un permiso anónimo (como la posibilidad de pisotear el césped o fumar en salas reservadas) sino que a partir de 2016 tenemos la posibilidad de corresponder mejor a una Iglesia formada no sólo por hombres, sino también por mujeres. Esto no es "solo un permiso", como decía Fessio, sino una gran posibilidad. Pero el padre Fessio no quería saber nada de eso.
----------Dice el padre Fessio: "He aquí una situación similar de la cual ya podemos ver los resultados: cuando fue dado el permiso para los ayudantes del altar o monaguillos, fue un permiso dado a los obispos, no directamente a los sacerdotes (o bien, si un obispo así lo decidía, podía permitir la práctica en la diócesis). Estaba claro en el decreto que ningún sacerdote estaba obligado a tener monaguillos o ministros de altar, incluso si el obispo le hubiera dado permiso. ¿Pero qué cosa fue lo que sucedió? Muchos obispos han insistido en que el uso regular de las monaguillas fuera normativo para todas las Misas".
----------Cuando se escucha hablar de este modo de "las monaguillas", hay razón para preocuparse seriamente. ¿Qué necesidad hay de preocuparse por los ayudantes del altar? ¿Dónde está el problema? ¿Por qué motivo, también en este caso, más que ver la mayor posibilidad de tener en torno al altar niñas y niños al servicio del Evangelio y del culto, haya necesidad de ampararse detrás de un "pasar por alto las competencias", escondiendo el propio miedo a las mujeres detrás del pequeño código de derecho canónico?
----------El código no está hecho para tapar las vergüenzas, sino para servir a la Iglesia, ni más ni menos que a un monaguillo. De hecho, entre el Código de Derecho Canónico y una niña que sirve al altar, no debe haber dudas sobre quién debe prevalecer. Si se reacciona de esta manera asustada y defensiva, pero también arrogante y agresiva, se crea en la Iglesia otro problema más. Cuando se siente hablar así de la liturgia, siempre pienso en ese buen Vicario italiano que decía: "¡Antes de participar en la liturgia, tienes que trabajar al menos diez años de camionero!". Si se asocia con tanta facilidad el lavatorio de los pies reformado en 2016, con las monaguillas en torno al altar, en mi opinión, realmente te hace falta un buen camión.
----------En cuanto a la sustancia de la temática considerada, Fessio añadía en aquella entrevista del 2016, que "el rito del lavatorio de los pies no es nunca un requisito. El Derecho Canónico habla de duodecim viri, no de duodecim homines". "Obviamente, en cuanto legislador supremo, el Papa puede (en teoría) modificar la ley de la manera que desee", reconocía el padre Fessio, "pero el prototipo es obviamente la Última Cena en la cual Jesús lava los pies no de sus discípulos, no de personas escogidas al azar entre la multitud, sino de los apóstoles, y les dice que deberán lavarse los pies los unos a los otros. Esto significa que los ministros ordenados deberían seguir este ejemplo entre ellos, por lo que probablemente, aunque la evidencia del rito en la Iglesia primitiva es muy escasa, sabemos que en el siglo XI el Papa lavaba los pies de los subdiáconos. Seguramente desde el período de Trento (siglo XVI) hasta 1955 el rito no había formado parte de la Misa".
----------Aquí el padre Fessio logra hilvanar, en un puñado de líneas, una verdadera colección de perlas. En primer lugar, una prueba de pura obediencia, como auténtico jesuita: si el Papa dice blanco, es negro. Pero esto, dicho no en 1500, sino en 2016, es por lo menos singular. Y esta categoría de "legislador supremo", que se aplica con desenvoltura a Cristo y al Papa, verdaderamente pone la piel de gallina.
----------Pero hay más: el padre Fessio se lanza luego a una hermosa demostración de sabiduría bíblica, y también de sabiduría litúrgica, pero con un resultado algo sorprendente. Nuestro biblista y liturgista parece pensar que la mejor representación del Lavatorio cumplido por Jesús sería "el papa con los subdiáconos", con lo cual se ve cómo Fessio ha recibido las directrices del Papa acerca del "primado de las periferias" y de "la Iglesia en salida". Y, aquí también, uno se consuela con el remedio de los remedios: si el Papa, que es el "supremo legislador", cambia la rúbrica del lavatorio de los pies, tú puedes hacer dos cosas para obedecerle. O te vales de la facultad para llamar sólo a los varones para que desnuden sus pies, o te vales de la facultad de desnudarte del lavatorio de los pies. Entonces tú también haces un sacrificio, ¡perinde ac cadaver!
----------Dice Fessio: "Una cosa es cierta: hay una 'disonancia simbólica', o una falta de conexión. La humildad y el servicio del cual Jesús da un ejemplo son algo que todo cristiano le debe a todos. No obstante esto, el origen histórico del ejemplo es el hecho de que Jesús lava los pies a los doce apóstoles. Intentar hacer el gesto más 'inclusivo' que aquello que ha hecho Jesús no hace más que confundir la imagen histórica".
----------Y el padre Joseph Fessio, como gran músico que es, dejaba el acorde más fuerte precisamente para el final. Porque al final de aquella entrevista de 2016, ya no podía contenerse más y tocaba el punto vital y visceral de la cuestión. Dado que la Carta del papa Francisco y el Decreto del cardenal Sarah se apoyan en la "plenitud del significado" del rito del Lavatorio de los pies el Jueves Santo, para que pueda ser capaz de significar un servicio y una misericordia de verdad "para todos", precisamente aquí Fessio se rebela: y viene a hablar de problemas de "disonancia simbólica" y "falta de conexión".
----------¿Pero dónde, según Fessio, estaría la "disonancia"? Me lo pregunto en serio. El padre Fessio parece entender el asunto de este modo: Jesús debe ser entendido (necesariamente) como un Papa que lava los pies de los subdiáconos. Si uno quisiera lavar los de los acólitos, ya no seguiría la verdadera historia y el Evangelio; pero ni siquiera si fueran sólo los de lectores, ya no se estaría en regla. Todavía quizás se podría tolerar a algún laico, pero solo si es varón y potencialmente "ordenable". Varones ya casados, no. ¿Y mujeres? No se habla precisamente de eso. Si pones a las mujeres, a pies desnudos (¡y del pie no es suficiente con uno sino con los cinco dedos descalzos!) entonces estás fuera de la "tradición apostólica".
----------Ahora bien, aquí todo se hace evidente: finalmente el rito del Lavatorio de los pies no tiene nada que ver. La cuestión disputada se trata acerca de la Iglesia, la cual sólo puede ser autorreferencial, y sobre la relación con el mundo, el cual debe permanecer más allá de la balaustrada. ¿Me explico bien?
   
Papa Francisco: de discurso problemático, pero de definida acción  
   
----------Pero el de Joseph Fessio es solo uno de los tantos casos de acumulación de argumentos sofísticos. Pues desde el mismo momento en que el papa Francisco admitiera a dos mujeres al rito del Lavatorio de los pies el Jueves Santo del 2013, en la Missa in coena Domini, hubo polémica. ¿Por qué motivo? Aquellas críticas de hace ya una década, simplemente se producían porque las rúbricas no lo permitían. Aquellos rumores o murmullos surgían, podríamos decir, por tres claros motivos: 1) por un lado, en razón del hecho de que permanecíamos estancados en las normas de 1955; 2) por otro lado, para un cierto mundillo, todavía incapaz de recibir las explicitaciones de la doctrina católica acerca de la dignidad de la mujer en los últimos decenios, que las mujeres estuvieran cerca del altar era algo inadmisible; mientras que, 3) el tercer motivo es típico de grupos más sectarios, que por su ideología son incapaces de comprender que en la liturgia romana, no siempre las rúbricas deben seguir tal como la liturgia fue establecida en los tiempos del Concilio de Trento. 
----------Pero en aquel Jueves Santo del 2013, el Papa mostraba algo importante: las normas tienen sentido si obedecen a un designio mayor que es, en concreto, el anuncio de la salvación para todos. Naturalmente, a la vez mostró un detalle que los rubricistas pasan frecuentemente por alto: las rúbricas no integran el depósito de la divina Revelación, sino que son creación de la Iglesia terrena, cuya cabeza visible es el Romano Pontífice, que crea, cambia, elimina, tal o cual rúbrica, motivado por su prudencia pastoral.
----------En la Carta del 20 de diciembre de 2014 al cardenal Robert Sarah, el Papa dice que se debe devolver todo el sentido al signo: "desde hace algún tiempo estoy reflexionando sobre el rito del lavatorio de los pies contenido en la Liturgia de la Misa in Coena Domini con el intento de mejorar la modalidad de actuación para que exprese plenamente el significado del gesto efectuado por Jesús en el Cenáculo, su entregarse 'hasta el final' por la salvación del mundo, su caridad sin límites". Tal intención, en el fondo, se repite también en el Decreto del 6 de enero de 2016, firmado por Sarah. De hecho, la locución "devolver significado al signo" es una expresión ya presente en la reforma litúrgica del Vaticano II.
----------Es necesario volver al sentido originario del lavatorio de los pies, que es la entrega total de Cristo, pero también la extensión de su caridad sin límites. Todo esto encaja profundamente en lo que siempre repite el Papa, la necesidad de una misericordia que ya no encuentra fronteras, en este caso las fronteras formales que limitaban en la liturgia este rito sólo a los varones. Se superan los límites. La evidente simbología es fuerte: la salvación no es para algunos sino para todos.
----------Ciertamente esta determinación de Francisco, en el ámbito de la disciplina y pastoral litúrgicas, al inicio de su pontificado, constituía un acto que estaba dando una señal muy clara que indicaba una línea de plena fidelidad al Concilio Vaticano II y una decisión de llevarlo cada vez más a su implementación. A algunos puede resultar curioso que la equivocidad expresiva que suele aparecer a veces en el magisterio doctrinal del papa Francisco, y que a veces dificulta la comprensión de sus enseñanzas dogmáticas, no aparece en cambio en su magisterio pastoral, en sus decisiones disciplinarias.
----------En el primero aspecto, en su oficio magisteral, sufre sin duda las carencias de su formación teológica (y sufre quizás también por otros motivos, de los cuales largamente hemos hablado en otras ocasiones), pero en el segundo aspecto, en su oficio pastoral (que incluye, naturalmente, la disciplina litúrgica), no aparece tal equivocidad. En este segundo caso, sus expresiones determinativas, sus directrices, manifiestan a un decidido hombre de gobierno. Por supuesto, puede aquí equivocarse, porque a este segundo ámbito no se extiende el carisma de infalibilidad del cual goza el Papa en el primer ámbito.
----------En la justificación de su decisión litúrgica, el Romano Pontífice es muy claro acerca de que la liturgia no está sólo compuesta de signos sino también de significados, y que los signos formales pueden a veces quedar lejos de su significado. La liturgia es ciertamente obediencia a las normas, pero también reconocimiento de que las normas responden a un designio más grande, precisamente el anuncio de la salvación. Si el Papa, aquel Jueves Santo del 2013 hubiera simplemente obedecido a las rúbricas, habría traicionado la tradición. En cambio, hay casos en que superar la rúbrica significa adecuarla a los tiempos, hacerla actual y, por tanto, vivible, habitable, significante. Por supuesto, estoy hablando del Sumo Pontífice, no de cualquier obispo o sacerdote que tuviera la pretensión de cambiar las rúbricas a su discreción.
----------Por consiguiente, lo ocurrido en aquel Jueves Santo del 2013, continuado por la Carta del Papa al cardenal Robert Sarah en 2014, y por el Decreto del Dicasterio de Culto en 2016, constituye, a todos los efectos, otro muro formal que se trata de derribar, no por el simple hecho de derribar o destruir, sino en nombre de una lógica más profunda, para construir en el signo litúrgico una mayor capacidad de expresar el significado. Sobre esta base, el Papa podría cambiar otras normas litúrgicas, por ejemplo la posibilidad de cantar en el momento del rito de la paz, posibilidad que al día de hoy sigue siendo un abuso.
----------Por otra parte, es tergiversar las cosas sostener que la decisión del Papa responde a abolir una "visión machista" de la Iglesia, como han dicho algunos. No se trata de concesión a las corrientes feministas imperantes, que es algo completamente diferente a la explicitación que ha hecho la Iglesia acerca de la dignidad de la mujer, a partir del Concilio Vaticano II y de los Papas del post-concilio, lo cual es un desarrollo reciente en la doctrina católica, y un aspecto que no estaba suficientemente claro en siglos anteriores, que llevaba a errores teológicos (ni santo Tomás de Aquino quedó excluído de tales errores respecto a la mujer).
----------Tras la decisión profética del Papa durante el Jueves Santo de tres años consecutivos (2013 a 2015), simplemente ha sido cuestión de cambiar las rúbricas que precedentemente hablaban de los varones excluyendo a las mujeres. Ahora, además de las mujeres, todos son admitidos: jóvenes, viejos, sanos, enfermos e incluso, como ha demostrado el Papa en esos años, los delincuentes públicos. Y se trata de una novedad importante si se piensa en el hecho de que el mismo rito del Lavatorio de los pies no es sólo caridad sino iniciación: Cristo deja una consigna de aquello que es la comunión con el Padre.
   
El "sacramento" del lavatorio de los pies instituído por Cristo
   
----------Aunque ya estoy terminando esta reflexión, me parece que conviene recordar algo a lo que hace tiempo dediqué todo un artículo, pero que aquí sólo resumiré, por si conviene a algún lector olvidadizo. Me refiero a una expresión del Santo Padre hace algo más de dos años atrás, que causó revuelo en los medios de comunicación católicos, sobre todo en los medios italianos, cuando una incorrecta traducción del mensaje original (en español), transmitido en vídeo, que el Santo Padre dirigió a los obispos y al clero diocesano y regular de Venezuela con ocasión de un encuentro virtual sobre el tema: "Nuestros presbíteros en la pandemia: su vivencia y ejercicio espiritual durante este tiempo", durante los días 19-20 de enero de 2021.
----------El mismo 19 de enero de 2021, la versión del mensaje dada en lengua italiana por los propios medios del Vaticano utilizaba las palabras "due Sacramenti", que luego fue modificada por la versión definitiva: "due atti istitutivi", mejor traducción de los términos originales usados por el Papa: "dos instituciones". Sin embargo, la versión errónea fue difundida en otros medios, por ejemplo la Agencia Católica de Noticias SIR, que citaba un extracto del discurso del Papa, que aquí transcribo: "Il Papa fa presenti due princìpi che “non andrebbero mai persi di vista” e che “garantiscono la crescita della Chiesa, se saremo fedeli”: l’amore per il prossimo e il servizio degli uni agli altri. “Questi due principi sono ancorati a due Sacramenti che Gesù istituisce nell’Ultima Cena e che sono il fondamento, per così dire, del suo messaggio: l’Eucaristia, per insegnare l’amore, e la lavanda dei piedi, per insegnare il servizio. Amore e servizio insieme, altrimenti non va".
----------Transcribo el pasaje original en español: "Quisiera, a este propósito, indicarles dos principios que nunca se deberían perder de vista y que garantizan el crecimiento de la Iglesia si nosotros somos fieles: el amor al prójimo y el servicio de los unos a los otros. Estos dos principios se anclan en las dos instituciones que Jesús lleva a cabo en la Última Cena, y que son el fundamento, por decirlo así, de su mensaje: la Eucaristía, para enseñar el amor, y el lavatorio de pies, para enseñar el servicio. Amor y servicio juntos, sino, no va" (este texto puede incluso ser confirmado por el lector en el video del primer enlace).
----------Aclarado el lamentable malentendido (que manifiesta poca responsabilidad en el trabajo de las agencias vaticanas de comunicación), creo que resulta conveniente ofrecer un comentario a la versión equivocada (dos Sacramentos), que puede ser legítimamente aceptada, aunque a condición de que no sea malinterpretada, como efectivamente hizo la prensa amarillista, dando a entender que ¡el papa Francisco estaba hablando ahora de ocho sacramentos y no de siete! De modo que vamos a imaginar que el Papa, en el texto citado, dijera en lengua española "dos sacramentos", que no dijo (porque en realidad dijo: "dos instituciones"). Pero suponiendo que el Papa hubiera dicho lo que no dijo, vamos a interpretarlo correctamente.
----------Quizás sorprenda que un Romano Pontífice pudiera llamar, llegado eventualmente el caso, "sacramento" al gesto o signo del lavatorio de los pies que Nuestro Señor Jesucristo ofreció a los apóstoles durante la Última Cena. Sin embargo, debemos recordar que el término sacramento es usado por la Iglesia en un sentido estricto y en un sentido amplio. Precisamente, este sentido amplio ha sido inaugurado por el Concilio Vaticano II, que presenta a la Iglesia como "sacramento universal de salvación".
----------Por lo tanto, debemos preguntarnos por qué esta ampliación de significado. Pero para responder a esta pregunta, debemos recordar el significado general de sacramentum. La Iglesia ha tomado este término de la religión romana, en la que sacramentum expresaba algo atinente al sacrum, es decir, precisamente a la religión. El sacramentum era el juramento que el militar prestaba al Estado de ser fiel a su deber de servir a la patria. Ahora bien, el juramento, ya entre los antiguos romanos, era un acto exquisitamente religioso, porque es un llamado a Dios para que sea testigo de la verdad de lo que dice quien presta juramento.
----------Obviamente, ya en el ámbito del catolicismo, la palabra sacramentum ha cambiado de significado, para adaptarla al concepto de sacramento (en la religión cristiana). Pero la adaptación del término sacramentum (de la antigua religión romana) para significar el concepto de sacramento católico, fue realizada sin que la palabra haya perdido por completo el significado que tenía en la antigua religión romana, de modo que ese significado podría ser recuperado como válido para expresar el concepto católico de sacramento.
----------Y subrayo católico, porque Martín Lutero [1483-1546], aunque haya conservado el Bautismo, luego ha negado o falsificado los otros seis sacramentos, porque falsificó el concepto mismo de sacramento, que según él no confiere la gracia al fiel, sino que solo está, por parte del ministro, la declaración de que el fiel la ha recibido. Incluso osa llamar "magia" al acto del sacerdote, con el cual administra el sacramento, porque considera que el sacramento no tiene el poder de conferir la gracia, es decir, de obrar sobrenaturalmente sobre el fiel por el simple hecho de ser administrado (ex opere operato), sino de ser solo el signo sensible reconocido por el ministro, que Dios, en el momento de la administración, ya ha obrado, es decir, ya ha dado la gracia.
----------Por consiguiente, y siempre para Lutero, el ministro no tiene ningún poder sobrenatural, que para él significaría decir "magia", sino que es simplemente un representante de Cristo buen pastor, elegido por la comunidad, el cual pastor simplemente declara que los fieles han recibido la gracia.
----------Por eso, por ejemplo, según él, el sacerdote confesor, en el acto de absolver al penitente, no debería decir "yo te absuelvo", sino "Dios te ha absuelto". O bien el ministro de la Eucaristía no transubstancia el pan en el sacratísimo cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, sino que, después de haber pronunciado las mismas palabras de Cristo, simplemente declara que Cristo está presente en el pan.
----------En cambio, para la Iglesia católica el sacramento es una verdadera y propia res sacra confeccionada por el ministro (conficere sacramentum), res sacra y signo de lo Sacro, que actúa y santifica en virtud de la sangre de Cristo, res sacra, que no solo transmite, sino que contiene la gracia.
----------El sacramento, por lo tanto, administrado por el ministro, deviene acción sagrada y sobrenatural del ministro, acción formada por la palabra del ministro y acompañada por el uso de una apropiada materia, acción por la cual el ministro, al administrar en nombre y con el poder de Nuestro Señor Jesucristo, cumple una obra que confiere la gracia al fiel, en modo tal que esta obra produce en quien recibe el sacramento esa gracia que está significada por el sacramento mismo.
----------Por su parte, el fiel concurre activamente a que el sacramento sea fructuoso en su corazón y en su vida, acercándose a él con las debidas disposiciones y asumiéndolo con la debida fe y devoción; de modo que, cuanto mayor es el fervor con el cual el fiel asume el sacramento, tanto mayores son los frutos que produce en su vida.
----------Como es sabido, los sacramentos en este sentido son los conocidos siete sacramentos. En griego, sacramento corresponde a mysterion, para expresar que el sacramento es un misterio de la fe.
----------Sin embargo, como nos ha enseñado el Concilio Vaticano II, hoy la Iglesia usa el término sacramento también en un sentido más vasto, para significar una acción divina, que utiliza como instrumento la acción humana para transmitir al mundo la gracia de la salvación.
----------En este sentido, el Concilio ha hablado de la Iglesia como sacramento universal de salvación, no por supuesto para añadir un octavo sacramento a los otros siete (cosa impensable), sino a fin de expresar este significado más amplio del ser sacramento: la Iglesia es un cuerpo visible, el cuerpo de Cristo, del cual Dios se sirve para obrar concretamente la salvación del mundo. La Iglesia es "sacramento", en cuanto signo contiene y administra los siete sacramentos.
   
Conclusiones finales
   
----------Para terminar, me gustaría agregar que en la consideración que hemos hecho de la polémica menor acerca de la nueva rúbrica sobre el Lavatorio de los pies de la Missa in coena Domini (polémica que en realidad ya es muy vieja, y que sólo es mantenida hoy por obstinados pasadistas intoxicados de lefebvrismo), podemos advertir una razón de ser más profunda, que merece que le prestemos más atención.
----------En aquella controversia sobre el rito del Lavatorio de los pies, reformado por el papa Francisco, lo que usualmente y en resumen se ha escuchado es una explicación que resalta entre todas las razones dadas por los resistentes: las mujeres no pueden participar en el Lavatorio de pies, porque la Iglesia no tiene poder para cambiar cuanto ha establecido nuestro Señor Jesucristo.
----------Cuando se escucha este tipo de razonamiento (no sólo en el tema puntualmente discutido en este artículo, sino también en otros temas), lo primero que hay que decir es que ese tipo de argumentación es, ciertamente, un lugar común (una frase casi automática) de la tradición cristiana y católica. Pero el caso es que en las últimas dos décadas ese argumento siempre se ha utilizado en situaciones clave, justificadamente e injustificadamente. Cito algunos casos: para excluir la ordenación de mujeres (Ordinatio sacerdotalis, 1994), para excluir cualquier relevancia de la cultura en la traducción de textos litúrgicos (Liturgiam Authenticam, 2001), para excluir a otros ministros que no sean el presbítero o el obispo en la unción de los enfermos (Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 2005), o para excluir la obligatoriedad de la reforma litúrgica para todos los bautizados (Summorum Pontificum, 2007).
----------En todos estos casos se ha recurrido (por supuesto, en algunos casos razón, y en otros casos sin razón), al mismo argumento: la Iglesia no tiene potestad para modificar lo que el Señor ha establecido. Esta afirmación, en sí misma, es certísima, indudabilísima. Sin embargo, es necesario discernir cuidadosamente los casos para aplicar tal argumento. De lo contrario, si falta ese discernimiento, lo que en realidad se está haciendo es que, a través de una admisión de falta de poder, se mantiene todo el poder que la Iglesia precedentemente ha reconocido. En otros términos, al decir que no se puede hacer otra cosa, se puede continuar permaneciendo en el statu quo, se puede permanecer auto-referenciales. En apariencia es un argumento que humilla a la Iglesia, pero de hecho produce no poca exaltación auto-referencial en ella.
----------Ahora bien, debemos tener cuidado de esta forma de argumentar. Al decir indiscriminadamente "no podemos hacer otra cosa que repetir lo ya hecho", podemos estar engañándonos de que sólo en lo que ya hacemos, a nivel jurídico y pastoral, somos fieles. Y entonces, cualquier cambio socavaría la lealtad. Pero habría, entonces, que preguntarse: ¿socavaríamos la lealtad a quien? ¡A nosotros mismos!
----------Finalmente (digámoslo una última vez para que no haya duda), respecto al rito del Lavatorio de los pies en la Misa vespertina in coena Domini del Jueves Santo, en concreto aplicado a las mujeres, habría que concluir que un simple gesto profético del papa Francisco, al inicio mismo de su pontificado, tomado de la más auténtica tradición evangélica joánica, pero liberado de la jaula de las rúbricas, ha vuelto a poner en el centro de los ritos de la Semana Santa una vocación universal que de otro modo habría resultado sofocada, ensordecida, casi oscurecida por la simple y literal obediencia al reglamento ceremonial.
----------La resistencia del "non possumus" y la recuperación de la autoridad del gesto simbólico litúrgico se han manifestado como una posibilidad de aplicación concreta del repetido lema del papa Francisco: "Iglesia en salida", que no todos comprenden debidamente. Se trata de la salida de la autorreferencialidad. Por consiguiente, ahora también se puede lavar los pies a las mujeres en la Misa in coena Domini del Jueves Santo. Aunque luego, en la existencia cristiana, será más difícil que ese gesto tenga alguna concreta y eficaz resonancia. De hecho, creo que en la existencia concreta de la Iglesia actual será mucho más fácil que las mujeres laven los pies de los sacerdotes que los sacerdotes laven los pies de las mujeres.

14 comentarios:

  1. Si Cristo hubiera querido lavar los pies de las mujeres, lo habría hecho. Si Cristo hubiera querido mujeres en la Última Cena, podría haberlas invitado y les habría lavado sus pies. Si en la liturgia del Lavatorio de los pies siempre se ha elegido a hombres, no ha sido por una cuestión de rúbricas, sino para imitar lo que hizo Jesús: en tiempos pasados, la Iglesia no se preocupaba por lo políticamente correcto. Si Jesús no lavó los pies a las mujeres, ¿por qué deberíamos hacerlo ahora, si no es para obtener un poco de fácil publicidad?

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    1. Estimado José,
      ya el teólogo Joseph Ratzinger (muchos años antes de llegar a Papa) explicaba que con ese tipo de argumentos de hecho no se hace teología.
      En la última Cena no había mujeres, cierto, pero todos eran hombres judíos... ¿Cómo es, entonces, que Pedro y Pablo ya han cambiado? ¿Ellos, entonces, serían los primeros traidores, según su criterio fundamentalista?
      En cuanto al argumento que usted plantea acerca de la “publicidad”, Jesús, según su metro, ha sido un verdadero ¡campeón de la publicidad! Según su metro interpretativo, para que se hablara de él, Jesús incluso infringió la prohibición del sábado, Jesús hablaba con las mujeres junto al pozo, Jesús se acercaba a los leprosos y los tocaba, Jesús expulsaba a los mercaderes del templo... ¡Todo un escándalo! ¡Todo muy publicitario!

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    2. Sergio Villaflores11 de mayo de 2023, 17:11

      Estimado padre, no quisiera entrar en el fondo de la cuestión teológica del rito del lavatorio de los pies, porque no soy especialista en teología ni en liturgia. Sin embargo, espero que se me permita dar una opinión.
      Pienso que, en general, presentar a Jesús como un rebelde que quebrantaba las prohibiciones es incorrecto. Siendo él el Legislador, técnicamente no podía quebrantar la ley, y el judío piadoso debía obedecerle.
      Entiendo que otras tradiciones, en cambio, eran reglas inventadas por los hombres que transgredieron la ley de Dios reemplazándola con tradiciones humanas. Sin embargo, en mi opinión incluso estos casos no son suficientes para responder al comentario de José, visto que estaba suponiendo una precisa indicación divina.
      En todo caso, incluso si el Papa no siguiera las normas escritas, esto no autorizaría a los demás a hacer lo mismo. Mientras el Papa respete la ley divina, puede hacer lo que quiera, ya que es el autor de las leyes eclesiásticas.
      Sergio Villaflores (Valencia)

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    3. Estimado Sergio,
      si bien debo hacer la observación de que la metáfora del "legislador" atribuida a Jesús sigue siendo una metáfora muy arriesgada y llena de equívocos, no me parece que la cuestión del "mandatum" del Jueves Santo pueda abordarse adecuadamente por este camino.
      Ciertamente, existen normas, que requieren obediencia. Pero cuando las normas empobrecen la experiencia, deben ser cambiadas, con prudencia y a la vez con determinación. Esto siempre ha sucedido en la larga historia de la Iglesia y no veo por qué hoy no debería ser así. Un endurecimiento o rigidez en estas cosas es síntoma de un grave malestar, quiero decir, es síntoma de malestar de la fe y de la experiencia eclesial de quien sostiene tal postura rígida.
      Gracias por su comentario.

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    1. Estimado Anónimo,
      la persona que me ayuda en este blog permitió su comentario. Pero yo, bien vistas las cosas, decidí eliminarlo.
      Sus criterios acerca de lo honesto, de lo respetuoso y de lo educado, no son nuestros criterios.
      Lo saludo desde el Titanic.

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    3. Estimados "Meinviellista" y "Cristero Argentino",
      la persona que me ayuda en la administración de este blog consideró mantener el diálogo que ustedes sostuvieron, pero yo he decidido eliminarlo en nombre de la paz y del respeto mutuo, que no es por cierto lo que se ha visto en las expresiones que ustedes se han cruzado.
      Demonizar o idolatrar a ciertos personajes históricos es una forma de ideología.
      Calificar sin más ni más de "progresistas" (con evidente significado de "modernistas", que no de sanos progresistas) o cosas por el estilo, revela confusión doctrinal, sectarismo y pasadismo. En la Iglesia hay lugar para conservadores y progresistas (son necesarios), y también para pasadistas y modernistas (convirtiéndose de sus errores), pero no para facciosos.
      Por lo demás, este foro no es una competencia acerca de quien grita más fuerte o quien escupe más lejos.

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  4. Sergio Villaflores12 de mayo de 2023, 7:46

    Buen día, padre Filemón, y gracias por la respuesta.

    Llamar a Jesús, Legislador, quizás suena mal al espíritu de esta época, pero no es una metáfora en absoluto.
    Mi argumento principal es que la Iglesia debe ser obedecida; y me sorprende tener que decirlo, porque debería ser un dato poseído pacíficamente entre los católicos.
    Por dar un ejemplo, no tengo la menor idea de por qué no está permitido cantar durante el "rito de paz". Si el Papa lo permitiera, yo no tendría nada en contra; las comunidades que usted menciona, si creen que con ese "canto para el rito de la paz" pueden contribuir a la liturgia católica, que se lo propongan al Papa. Si quieren cierta "libertad" de movimiento, que la pidan. Si el Papa lo permite, en lo que a mí respecta, podemos empezar a cantar este canto también mañana mismo o este domingo.
    Mi argumento secundario es que las normas están por encima de nosotros, y eso podría deberse a motivos que se nos escapan; en lo que a mi respecta la razón de ciertas normas de la Iglesia yo sólo podría entenderla en otros 50 años de liturgia católica.
    Por ejemplo, actualmente no entiendo las razones de la prohibición de cantar durante el rito de la paz; tal vez en el futuro yo profundice mi comprensión del rito romano y lo entienda.
    Entre otras cosas, la mejor manera de entender el rito es vivirlo, mientras que si se siguen cometiendo abusos, obviamente nunca se entenderá.

    Sergio Villaflores (Valencia)

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    1. Estimado Sergio,
      en mi opinión, a poco que el Dicasterio del Culto y sus responsables se muestren más atentos a lo que sucede en la vida litúrgica del Pueblo de Dios, podrán, precisamente ellos que desde Roma tienen una visión más universal de toda la Iglesia de rito romano (posición de la que no gozamos nosotros) juzgar las razones para permitir lo que haya que permitir, disponer lo que haya que disponer, o mantener prohibido lo que juzguen necesario.
      Sin embargo, también creo que no deberíamos mirar tan alto.
      En el día a día de la vida litúrgica de un fiel (sacerdote o laico), la referencia no es el Papa, sino el Obispo diocesano. La Iglesia es Apostólica. Es al Obispo a quien debemos dirigirnos en el tipo de inquietudes a los que usted se refiere.

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  5. Estimado padre Filemón,
    tengo la impresión de que interpretar un canto durante el rito de la paz podría llevar a una superposición el rito de la fracción del pan (lo que en la liturgia ambrosiana incluye el canto del "confractorium", que no tiene similar en el canto gregoriano). Vale decir, me parece que existe el riesgo de poner el gesto de la fracción del pan aún más "en la esquina". Quizá por eso alguna circular de la Congregación del Culto años atrás señalaba la "extrañeza" de tal canto de la paz respecto al rito romano.
    Quizás sería mejor fomentar el canto del Cordero de Dios que, al concluir con la expresión "danos la paz", sería un buen nexo entre el rito de la paz y la fracción del pan.

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    1. Querido Berengario,
      ciertamente, son posibles diferentes valoraciones. Pero entiendo que el desarrollo de un canto en la liturgia no necesariamente tiene por qué marginar o "poner en la esquina", como tú dices, el rito siguiente o el canto (si hubiera) que le sigue. De hecho, incluso podría valorizar aquello que le sigue. Y en todo caso, la vía para juzgar como abuso lo que no está previsto por las rúbricas me parece que en el caso puntual del que se habla, es miope: parece indicar que la mirada de los responsables oficiales de las rúbricas del rito romano no llegan con su mirada a abarcar el sentido que alcanzan a vivir aquellas comunidades que han empezado a cantar durante el rito de la paz (es sólo mi opinión).

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