En la Iglesia debe ser vivida una liturgia que sea fiel al pasado, pero también al presente y al futuro. Muchísimas rúbricas que hoy consideramos "la oficialidad", vale decir, lo que hoy es "normal" en la liturgia romana, han nacido de una novedad, de una transgresión, de una profecía, de una anticipación. Así camina la Iglesia, con sus Pastores a veces delante de todos, a veces en medio de todos y a veces detrás de todos. Y ello ni siquiera quiere decir que siempre los de adelante vean mejor que los demás o que los de atrás simplemente quieran frenar o dejarse llevar. [En la imagen: "El lavatorio de Cristo a los discípulos", óleo sobre lienzo de Jacopo Comin, Tintoretto, obra del 1548 y 1549, conservada y expuesta en el Museo del Prado, Madrid, España].
El rito del lavatorio de los pies en la liturgia romana
----------Cuando el cardenal Jorge Mario Bergoglio, por entonces arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, inauguraba el Primer Congreso Regional de Pastoral Urbana (en Buenos Aires, el día 25 de agosto de 2011), concluía su reflexión con los siguientes conceptos: "En la contemplación de la Encarnación, San Ignacio nos hace mirar cómo mira al mundo la Santísima Trinidad. [...] La dinámica es la misma de Juan en el lavatorio de los pies: la conciencia lúcida y omniabarcativa del Señor (sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos) lo lleva a ceñirse la toalla y lavar los pies a sus discípulos. La visión más honda y más alta no lleva a nuevas visiones sino a la acción más humilde, situada y concreta".
----------Para comprender la reforma de la rúbrica del Lavatorio de los Pies, cuyas premisas fueron manifestadas por los signos litúrgicos realizados por el papa Francisco en la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo de 2013, reforma decidida por el mismo Santo Padre en la Carta de diciembre de 2014 al cardenal Robert Sarah, e implementada por el Decreto de la Congregación del Culto en enero de 2016, se hace necesario, ante todo, hacer una reconstrucción de la historia de ese rito y de sus rúbricas.
----------Con el gesto del lavatorio de los pies a los discípulos, Jesús hace visible la lógica del amor y del servicio que ha guiado su vida hasta la muerte en la cruz. Pero este gesto cumplido por Jesús es también el fundamento de un estilo eclesial. La comunidad cristiana está invitada a volver a recorrer el camino del servicio: "también vosotros tenéis que lavaros los pies los unos a los otros" (Jn 13,14).
----------La liturgia romana ha insertado el rito del lavatorio de los pies en el escenario del Jueves Santo, sólo y recién bien entrado el segundo milenio, como atestigua el Pontifical Romano del siglo XII, que sitúa ese gesto ritual después de las Vísperas. Parece ser que el primer indicio de ingreso a la liturgia de ese signo ritual se encuentra en la liturgia mozarábica. El concilio XVII de Toledo consideraba como semilitúrgico y obligatorio para todos los obispos y sacerdotes que lavasen el Jueves Santo los pies a sus subordinados.
----------En Roma, parece ser que la primera mención a ese gesto ritual se encuentra en el Ordo X. El Ordo XIV indica doce pobres o capellanes. En alguna ocasión, el número fue elevado a trece, como una reminiscencia del ángel que se le apareció a san Gregorio cuando daba de comer a doce pobres. En el siglo XV era uso común lavar los pies a doce pobres, a los cuales se daba una limosna. Este mismo gesto pasó luego al Ceremonial de los Obispos, donde se dice que es mejor que el obispo lave los pies a los pobres que no a los canónigos, porque en los pobres se muestra una mayor humildad y caridad. El Ceremonial de los obispos habla de trece pobres. Pero ya en el siglo XIII la liturgia de la Curia Romana había acogido este rito en forma abreviada, que pasa luego al Misal Romano de san Pío V, en su editio princeps del año 1570.
----------En ese mismo Misal de san Pío V, ya en el siglo XVI, se indica que el rito del Lavatorio de los pies sea celebrado fuera de la Misa, en el curso de la tarde. Cabe señalar que la respectiva rúbrica de este Misal no parece preocuparse por la dimensión mimética de cuanto Jesús ha hecho. En efecto, la rúbrica no habla de doce personas a las cuales lavar los pies; simplemente dice: "Post denudationem altarium, hora competenti, facto signo cum tabula, conveniunt clerici ad faciendum mandatum. Maior abluit pedes minoribus: tergit et osculatur". Nótese atentamente que se trata de un gesto cumplido solo entre los miembros del clero. A este propósito, vale recordar que la liturgia es en general más anamnética que mimética, vale decir, hace memoria de los gestos de Nuestro Señor interpretándolos en un contexto ritual más bien amplio.
----------Con la reforma de la Semana Santa implementada por Pío XII en 1955, el lavatorio de los pies está colocado después de la homilía de la Misa in cena Domini. Así también en el Misal Romano de 1962. Ahora el lavatorio de los pies se hace a "duodecim viros selectos". Por lo tanto, ya no es solo un gesto clerical, y la referencia a los "doce hombres" lo convierte en un rito más explícitamente mimético.
----------Sin embargo, esto es posteriormente corregido por el Misal Romano de san Paulo VI de 1969, que ya no hace referencia al número doce, sino que habla sólo de "viri selecti". Las antífonas que acompañan el gesto del lavatorio de los pies exaltan el gran tema de la caridad con textos tomados de san Juan y del cap. 13 de la Primera Carta a los Corintios (himno a la caridad), y el rito se cierra, al inicio del Ofertorio, con el antiguo himno Ubi cartias et amor (en el Misal de Paulo VI felizmente transformado en: Ubi caritas est vera). El lavatorio de los pies debe, por lo tanto, ayudar a comprender y vivir mejor el gran y fundamental precepto de la caridad fraterna, que concierne a todos los bautizados hombres y mujeres.
----------De este modo, más de cuarenta años después, llegamos a la pequeña reforma de este rito por obra del papa Francisco, prologada en los años 2013-2015 y llevada efectivamente a cumplimiento en 2016. Ahora bien, si ya en el inicio de su pontificado, el Romano Pontífice ha querido que el lavatorio de los pies sea hecho a "qui selecti sunt ex populo Dei", podemos decir que se trata de un desarrollo de algún modo lógico del rito, teniendo presente: 1) que en el Misal de san Paulo VI de 1969 no viene ya subrayada la dimensión mimética; 2) que desde el Concilio Vaticano II en adelante, el Magisterio de la Iglesia ha enfatizado fuerte y claramente la paridad de derechos y deberes entre varón y mujer (Gaudium et spes n.9; Evangelii gaudium nn.103-104); y 3) que ya no se trata de un rito realizado entre miembros del clero.
----------En este sentido, es sumamente conveniente que recordemos que durante varios años, incluso después de terminado el Concilio Vaticano II, estuvo prohibido a las niñas hacer de monaguillos en la ayuda al altar. Prohibición que fue levantada interpretando el can. 230 § 2 del Código de Derecho Canónico, que dice que "los laicos pueden desempeñar por nombramiento temporal la función de lector en las acciones litúrgicas; asi como todos los laicos pueden ejercer las funciones de comentarista, cantor u otras conforme a derecho". Cuando se habla de "laicos" naturalmente se habla de varones y mujeres.
----------Desde hace años, el papa Francisco ha venido pidiendo, y lo ha hecho repetidamente, más espacio para las mujeres en la Iglesia (cf. Evangelii gaudium nn.103-104). El enfoque del Santo Padre respecto al problema del rol femenino en lo interno de la sociedad y de la Iglesia, debe ser considerado como un enfoque muy atento a la modernidad. Vale decir, es una visión en la cual la mujer está a la par del varón en derechos y deberes, pero complementarios y diferentes en cuanto portadores, varón y mujer, de características específicas, haciendo así propio el nuevo paradigma social de la "reciprocidad en la equivalencia y en la diferencia".
----------Ahora bien, en el plano de la legítima adecuación a los tiempos modernos en cuanto tienen de válido y positivo (enfoque e intención que está en la base del Concilio Vaticano II), sin embargo, hay que tener presente las posibles molestias que en algunas culturas podría conllevar el lavar los pies de una mujer en público. Sin embargo, tal práctica no debe entenderse como una obligación, pues debe observarse que la rúbrica "qui selecti sunt ex populo Dei" es genérica (no obliga a incluir también y siempre a las mujeres), y por lo tanto los obispos pueden interpretarla a la luz de las diferentes situaciones locales.
La rúbrica del lavatorio de los pies como caso serio de traducción de la tradición
----------La publicación del Decreto del 6 de enero de 2016 con el cual la Congregación (hoy Dicasterio) para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, reforma la rúbrica de la Misa in coena domini, en relación al rito del Lavatorio de los Pies, abre una mirada renovada sobre la tradición litúrgica. Debe tenerse siempre presente que la tradición litúrgica, para permanecer fiel a su tarea de mediación del Evangelio, debe mirar no sólo hacia atrás, sino también hacia adelante, hacia el futuro, "a la luz del Evangelio y de la experiencia de los hombres" (como expresa Gaudium et Spes n.46). Véase también el Comentario al mencionado decreto.
----------Ahora bien, el hecho ha sido que algunas semanas después de la publicación del citado Decreto del Dicasterio del Culto, resultaba por lo menos curioso que el papa Francisco, en su homilía diaria en Casa Santa Marta, advirtiera contra quienes se refugian detrás de un "siempre se ha hecho así", subrayando que eso no es en modo alguno un criterio de "sana tradición". Y en la misma línea desde hacía tiempo (quizás demasiado tiempo) el Papa había escrito al mismo Dicasterio del Culto, pidiendo a sus colaboradores que se hiciera una revisión de las rúbricas del Lavatorio de los pies durante la celebración vespertina del Jueves Santo.
----------Ante tales hechos, aquí narrados sucintamente, cabe preguntarse, con cierta curiosidad pero con el recto propósito de comprender mejor las motivaciones del Papa: ¿qué era lo que había sucedido? El Santo Padre, desde hacía tres años, venía celebrando la solemne Misa vespertina in coena Domini del Jueves Santo en la cárcel, con detenidos y presos, tanto varones como mujeres, casi que podríamos decir "entre pecadores", con un gesto extraordinariamente elocuente, pero que las rúbricas (estrictamente hablando) no habrían podido permitir. Al respecto, no olvidemos que es inevitable que la profecía transgreda.
----------Así, el gesto del Papa, era un pequeño ejemplo de una fidelidad al Evangelio que no pasa por la mera obediencia a las rúbricas, sino a través de una obediencia más grande y mayor, que podría aparecer, a ojos poco interesados en la historia bíblica y en las historias vividas por hombres y mujeres reales y actuales, como una desobediencia. Fue así que en aquellos años comenzó a escucharse un murmullo (romano y no romano) acerca de "los abusos del Papa", murmullos que habían sido más bien cautelosos, pero perceptibles. Sin embargo, desde el 6 de enero de 2016, la reforma de las rúbricas del Lavatorio de los pies, adaptaba la tradición a su profecía, y hacía accesible a todas las comunidades (no sólo a la Iglesia de Roma y a su Obispo) una mayor libertad en la interpretación del Lavatorio, según la profecía evangélica.
----------Para que el signo litúrgico pueda ser plenamente significativo, en el curso de la historia, es inevitable que las rúbricas estén sujetas a una revisión. No hay nada extraño en todo ello. Por el contrario, sería extraño una rigidez o endurecimiento irrazonable (pero cómodo y tranquilizador) sobre rúbricas que ya no están justificadas, ni por el Evangelio ni por la experiencia de los hombres del tiempo.
----------Parece que, a raíz de este ejemplo de la reforma hecha por el papa Francisco al rito del mandatum del Jueves Santo, podemos encontrar otros casos en los cuales, tarde o temprano, tendremos que salirnos de la esquina de la comodidad y de la tranquilidad. De hecho, no sólo el Papa tiene la posibilidad de ser profeta en la Iglesia, pues la profecía pertenece a todo bautizado. Si el Romano Pontífice ha anticipado proféticamente, con su comportamiento ritual entre los años 2013 a 2015, una rúbrica que antes no existía, lo mismo puede suceder en determinados casos con el Pueblo de Dios y su buen instinto. No faltan ejemplos.
----------De este modo, por ejemplo, muchas comunidades, desde hace tiempo, viven lo que podría llamarse una pequeña profecía eclesial por el modo como reciben y celebran el rito litúrgico de la paz. Una cierta libertad de movimiento y una cierta inspiración en el canto (cuando son mantenidas dentro de límites razonables y son acompañadas de sabiduría y previsión por el ministro) son novedades litúrgicas que, si son vistas con ojos indiferentes desde el Dicasterio del Culto, siempre pueden ser reducidas y clasificadas como "abusos". Y en tal caso no faltarán quienes incluso puedan quejarse de que "no se obedecen las rúbricas", como se hizo (en voz baja) incluso con el Papa, en aquellos tres Jueves Santo, del 2013, 2014 y 2015.
----------Aquí también las rúbricas van muy por detrás de la realidad vivida por la Iglesia. Reajustar las rúbricas al sensus fidei y a la tradición viva del pueblo de Dios es trabajo inagotable, en el cual todos estamos implicados. Tanto los que tienen que registrar el cambio, como los que tienen que asumirlo, como los que tienen que vivirlo. Y no está dicho en absoluto que sea siempre necesario un primado de la oficialidad, vale decir, que no siempre ni sólo se debe empezar desde arriba, ni que haya que recibir autorización para todo.
----------En definitiva, estamos hablando de que en la Iglesia católica debe ser vivida una liturgia que sea fiel al pasado, pero también al presente y al futuro. Muchísimas rúbricas que hoy consideramos "la oficialidad", o sea lo que hoy es "normal" en la liturgia romana, han nacido de una novedad, de una transgresión, de una profecía, de una anticipación. Así camina la Iglesia, con sus Pastores a veces delante de todos, a veces en medio de todos y a veces detrás de todos. Y ello ni siquiera quiere decir que siempre los de adelante vean mejor que los demás o que los de atrás simplemente quieran frenar o dejarse llevar.
El Papa inaugura un uso y el prefecto lo obstaculiza abiertamente
----------Tras la publicación del Decreto y del Comentario antes citados, el Prefecto del Culto dijo a los periodistas en Roma el 26 de febrero de 2016 que "los sacerdotes no están obligados a lavar los pies de las mujeres el Jueves Santo". Esta afirmación del cardenal Sarah era, en sí, formalmente correcta. En el estilo habitualmente abstracto y desencarnado con el cual todavía es concebida la liturgia en algunos ambientes de la curia romana, ante las dificultades y las novedades, los funcionarios suelen refugiarse fácilmente en el formalismo y en la indiferencia de la norma. Por ejemplo, hasta la promulgación de Traditionis custodes en 2021, ante la pregunta interesada por el vetus ordo, se creaba con facilidad un libre paralelismo jamás explicitamente dictado por Summorum pontificum, lo cual sólo generaba confusión. Otro ejemplo: frente a las formas del rito de la paz que, como he dicho, muchas comunidades venían experimentando, simplemente se recordaba que el gesto no es obligatorio, a la vez que se definía como "abuso" todo canto y todo movimiento durante ese rito; o bien, como en el caso que estamos aquí analizando, ante la "nueva rúbrica" querida por el papa Francisco para el lavatorio de los pies, el cardenal Sarah se limitaba a recordar que no obligaba a nadie.
----------Cada obispo o sacerdote "debe decidir en base a su propia conciencia, y en base al objetivo por el cual el Señor ha instituido esta celebracion", agregaba Sarah en aquella oportunidad. La aclaración del cardenal Sarah surgía en respuesta a una aparente disparidad entre el Decreto del 6 de enero, en la Missa in Cena Domini, y el Comentario o nota explicativa adjunta, escrita por el el entonces secretario de la Congregación para el Culto, arzobispo Arthur Roche (hoy Cardenal prefecto del Dicasterio del Culto).
----------Ante la respuesta de Sarah a la requisitoria periodística de febrero del 2016, surge inevitablemente una pregunta: ¿es esta la tarea del prefecto de la congregación de culto? ¿Debe simplemente callarse, no moverse, atenerse a lo normado y hacer silencio acerca de lo implicado por el papa Francisco en el cambio de rúbricas en el rito del Lavatorio de los pies? ¿O acaso Sarah debía tomar la iniciativa sólo cuando se trataba de proponer la introducción del ofertorio de Pío V al misal de Paulo VI? ¿Es esta la forma con la que Sarah entendía su misión de guiar la aplicación del Concilio Vaticano II en la liturgia?
----------Si en la época en que se promulgó la constitución Sacrosanctum Concilium hubiéramos tenido al cardenal Robert Sarah como encargado de aplicarla, ¿qué habría hecho él con los nn.51-57 de ese documento? Si la mayor riqueza bíblica, la homilía cotidiana, la oración de los fieles, la lengua vernácula, la concelebración y la comunión bajo las dos especies, hubieran sido juzgadas simplemente como "cosas no necesarias que el sacerdote no está obligado a hacer" -según la tradición-, entonces habríamos tenido una reforma litúrgica, en la que todo hubiera quedado como antes, y que para Sarah, quizás, hubiera sido la "verdadera" reforma litúrgica. La pregunta, entonces, que debemos hacernos, y con la mayor franqueza posible, es la siguiente: ¿por qué motivo, mirando de cerca aquellas declaraciones periodísticas del cardenal Sarah en 2016, todas estas reformas parecían ser entendidas, al fin de cuentas, nada más que abusos regularizados?
----------Entonces llegamos al punto clave: una cosa es protegerse de los abusos y otra cosa muy distinta es reaprender los usos. Sobre esta distinción se puede comprender la línea profética del papa Francisco y la línea defensiva del cardenal Sarah: por un lado el Papa, para obtener un uso "más pleno" del signo ritual del Lavatorio de los pies, puede incluso cometer un abuso (como sucedió, técnicamente, con el lavatorio de los pies en la cárcel, desde abril de 2013 a enero de 2016); para el prefecto Sarah, en cambio, con la intención de evitar cualquier abuso, se podía incluso llegar a negar el reaprender el uso.
----------Y debemos preguntarnos, entonces: ¿qué es lo que quería realizar en el ámbito de la liturgia el Concilio Vaticano II? ¿Quería la represión de los abusos o el renacimiento de los usos? En este grave malentendido del Concilio Vaticano II, el cardenal Sarah se situaba en 2016 completamente fuera de la lógica con la cual el papa Francisco pretende proceder, adoptando en plenitud la línea pastoral del Concilio. El Pontífice se centra en la reactivación de usos renovados, más que en la lucha contra viejos y nuevos abusos.
----------Y es aquí, a mi modesto entender, que aquella declaración de Sarah del 26 de febrero de 2016, se convertía en un explícito obstáculo, un palo en la rueda, a la lógica que el papa Francisco desea aplicar: el hecho de recuperar la "plenitud de un signo" no puede en modo alguno estar mediado por su reducción a la dimensión de lo "no necesario" o de lo "no obligatorio", como expresaba el cardenal prefecto del culto. No es así como se incentiva la liturgia, y esto es claro no sólo para el rito del lavatorio de los pies, sino también para el rito de la paz y, naturalmente, muchísimo más para evitar (antes del 2021) hablar de un inexistente paralelismo entre las diferentes formas del rito romano, como también lo hacía Sarah, y no sólo él.
----------Por otra parte, esta diferencia aparece también si comparamos la Carta del Papa, confirmada también por el texto del Decreto, y la declaración del Prefecto. El papa Francisco no ha pedido eliminar un abuso, sino "expresar plenamente el significado del gesto": de hecho, quiere "mejorar las modalidades de implementación, a fin de que expresen plenamente el significado del gesto cumplido por Jesús en el Cenáculo, su entregarse 'hasta el extremo' por la salvación del mundo, su caridad sin límites".
----------De esta diferencia entre preocupación sólo por el abuso y promoción pastoral del uso, se deriva todo lo demás. Pero lo que es decisivo en esto, no es tanto la diferencia entre el papa Francisco y el cardenal Sarah acerca del tema puntual de las rúbricas del rito del Lavatorio de los pies, sino la diferencia que existe entre la aplicación apasionada del Concilio Vaticano II y la intolerancia mal disimulada hacia el Concilio. Y es esta declarada actitud de no tolerar los dictados del Vaticano II que, cuando emerge abiertamente en un Prefecto, no puede ser de hecho considerada como algo sin importancia En absoluto, ante esta indiferencia y resentimiento contra el Concilio Vaticano II, no se puede permanecer indiferentes.
"Muchísimas rúbricas que hoy consideramos "la oficialidad", o sea lo que hoy es "normal" en la liturgia romana, han nacido de una novedad, de una transgresión, de una profecía, de una anticipación. Así camina la Iglesia, con sus Pastores a veces delante de todos, a veces en medio de todos y a veces detrás de todos. Y ello ni siquiera quiere decir que siempre los de adelante vean mejor que los demás o que los de atrás simplemente quieran frenar o dejarse llevar".
ResponderEliminarGracias padre Filemón: una hermosa reflexión! Saludos desde Uruguay.
¡Cordiales saludos, Norberto!
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