martes, 30 de mayo de 2023

El pueblo judío: identidad y misión (5/7)

Paralelamente al uso cristiano de la filosofía griega y del derecho romano para interpretar la revelación bíblica, se produce en Israel una operación similar referida únicamente al Antiguo Testamento, por la cual, junto al Targum, a la Mishná y a la Halaká, el profetismo, el rabinismo y los sabios de Israel siguieron operando, sirviéndose también ellos de la sabiduría pagana, en la convicción de que eran ellos los auténticos intérpretes, contra los cristianos, de la Palabra de Dios. [En la imagen: un fragmento de la Mishnah Torah (Maimónides, 1180), copiada en España por el hebreo Isaac, e iluminada en Perugia, c.1400 por Matteo di Ser Cambio; imagen tomada de Elie Kedouri, El Mundo Judío, 1979, p.193. El manuscrito hebreo se conserva actualmente en la Biblioteca Nacional y Universitaria Judía de Israel, en Jerusalén, Israel].

La sabiduría hebrea es una sabiduría del Espíritu
   
----------Israel está llamado por Dios a ser un pueblo santo, un pueblo de sacerdotes, un pueblo real y profético, un pueblo legislador, un pueblo de sabios, aunque luego de hecho muchas veces se muestre un pueblo infiel y rebelde, un pueblo "de dura cerviz", a quien Dios llama periódicamente con advertencias o castiga para que se arrepienta y se convierta y vuelva a Él. Lo castiga precisamente porque lo ama y quiere que lo obedezca.
----------El ideal del sabio hebreo es "conocer la ciencia del Altísimo" (Nm 24,16), es decir, conocer quién es Dios y poseer la misma ciencia divina. El sabio israelita sabe que se puede equivocar, pero precisamente porque no duda de la existencia de la verdad, conociendo la cual es capaz de conocer su error y de corregirse.
----------La desconfianza de poder conocer la verdad, la duda sistemática o la orgullosa pretensión de identificar la realidad con las propias ideas, es decir, la actitud idealista, defectos que se notan en los filósofos griegos, aunque en medio de muchos valores, están totalmente ausentes y de hecho rechazados y condenados por el sabio israelita, que es un perfecto realista, un espíritu límpido y honesto, ajeno a la doblez y a la tortuosidad, un espíritu que tiene la humildad de reconocer que si quiere conseguir la ciencia y la sabiduría, debe aceptar las cosas como son, ya que no es él quien las crea con su saber, sino que son creaturas de la divina sabiduría. La firmeza y la seguridad del sabio israelita en el expresar sus juicios y en el hacer sus afirmaciones no proviene del sarcasmo o de la presunción, sino de la certeza que le da el conocimiento de la verdad.
----------Su supremo deseo es conocer la verdad sobre Dios. Del conocimiento de Dios brota también en el sabio el deseo de comunicar al prójimo su saber: "los labios de los sabios esparcen la sabiduría" (Pr 15,7).
----------Los libros sapienciales, como por ejemplo los Proverbios, contienen muchas máximas de sabiduría humana. Pero para el sabio israelita, consciente de la falibilidad de su razón, la máxima aspiración es la de recibir de Dios mismo la sabiduría, hokmáh.
----------La Escritura enseña la existencia de un mundo que trasciende el mundo material y terrestre que cae bajo nuestros sentidos, un mundo invisible a los sentidos, un mundo puramente inteligible, superior al mundo visible, del cual se origina y gobierna este mundo, un mundo inmensamente más precioso que éste, un mundo donde encontremos nuestra plena felicidad, sin por eso negar que también el bienestar físico forma parte de nuestra felicidad. Es el mundo del espíritu, representado por la imagen del cielo. A este mundo pertenecen los entes más importantes: Dios, los ángeles y las almas humanas.
----------Para la sabiduría hebrea, siempre según la Escritura, mientras que Dios es Espíritu infinitamente santo y, por consiguiente, el Espíritu del Señor, don del Señor, es santo, los espíritus creados se dividen en buenos y malos, espíritus celestiales y espíritus diabólicos. Y así similarmente existen almas santas y almas malvadas, almas beatas y almas condenadas.
----------En el Antiguo Testamento, la sabiduría viene presentada como un efluvio, una emanación de Dios, un don del Espíritu de Dios, rúach Jahvé: "una emanación del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso [...] es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios y una imagen de su bondad. Aunque es una sola, lo puede todo; permaneciendo en sí misma, renueva el universo; de generación en generación, entra en las almas santas, para hacer amigos de Dios y profetas" (Sb 7,25-27).
----------Por eso, el Mesías es el hombre de Dios sobre el cual se posa el Espíritu de Dios, que ante todo es espíritu de sabiduría. Es necesario, pues, que los cristianos sepamos mostrar a nuestros hermanos judíos que el Espíritu de Dios se ha posado y reposa sobre Jesús y allí ha permanecido, conduciéndolo a cumplir sus obras divinas. En Jesús, por tanto, se realiza la profecía de Isaías: "Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor -y lo inspirará el temor del Señor-. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud hacia los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas" (11,1-5).
----------Sin embargo, es cierto que en el Antiguo Testamento la Sabiduría de Dios o bien el Espíritu de Dios no aparece explícitamente como Persona divina distinta de Dios. Esto nosotros los cristianos lo reconocemos francamente. Comprendemos cómo a los ojos de nuestros hermanos judíos esta idea de un Dios Espíritu distinto de Dios padre y creador tiene la apariencia del diteísmo, lo que sería una blasfemia contra el monoteísmo.
----------Y sin embargo, si ellos prestaran atención al modo como se expresa la Sagrada Escritura, se darían cuenta de que los sagrados textos no excluye la plausibilidad de la doctrina de Jesús sobre el Espíritu Santo como una Persona divina. De hecho, es verdad que en el Antiguo Testamento Dios aparece como una persona y se presenta como único Dios verdadero.
----------¿Cómo es, entonces, que los cristianos, sin negar y manteniendo que Dios es una persona y admitiendo que no hay otros dioses fuera o a la par del único Dios, llegamos a admitir tres Personas en Dios? Porque Jesús, por cómo se ha presentado entre nosotros y por cómo ha hablado de Dios Padre y del Espíritu Santo, nos ha llevado a distinguir dos modos de entender la Persona divina: uno es el primer modo, en el sentido de la unidad de la naturaleza divina. En este sentido, existe una única persona divina: Dios es uno solo y no hay otras personas divinas además de él.
----------Pero Jesús nos ha hecho entender que se puede hablar de persona divina también en otro sentido, para que no parezca blasfemo o idolátrico hablar de tres personas en Dios, como si Dios se multiplicase en tres dioses. Por cómo Jesús ha hablado de su relación con el Padre, hemos comprendido, en base a su creíble testimonio, que Jesús es verdaderamente Hijo de Dios, pero claro que no en un sentido puramente creatural, como encontramos en el Antiguo Testamento, sino como verdadero y propio Hijo de Dios, no creado sino engendrado por el Padre antes de todos los siglos, Dios Hijo que procede de Dios Padre, igual al Padre, de la misma sustancia que el Padre, como se nos ha expresado en el Concilio de Nicea del 325.
----------Una vez comprendida esta verdad, reflexionando sobre cómo habla Jesús del Espíritu Santo, hemos comprendido también que este Espíritu Santo es una tercera Persona divina, que procede del Hijo y del Padre. Y así en el Concilio de Constantinopla del 381 tenemos proclamada también la divinidad del Espíritu Santo.
----------Uno de los fundamentos para sostener esta doctrina lo hemos encontrado donde, por ejemplo, Jesús, cuando está a punto de dejar a los apóstoles para retornar al Padre, promete el envío del Espíritu Santo con una precisa misión de completamiento y cumplimiento de su obra:
----------"Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también darán testimonio, porque están conmigo desde el principio" (Jn 15,26-27). "Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado" (Jn 16,7-11).
----------El Antiguo Testamento también nos revela que el hombre en los orígenes ha pecado contra Dios y se encuentra en un estado de miseria y de inclinación al pecado, de los cuales de por sí mismo, por su debilidad, no puede liberarse. Pero Dios, después del pecado de los primeros progenitores, promete un Salvador. El hombre pecador, por su parte, es deudor a Dios y no tiene nada con qué pagar. Es necesario por tanto un Redentor. El hombre ha ofendido a Dios y debe expiar. Es necesario por tanto un sacrificio cultual suficiente, tal como para satisfacer al Padre por los pecados. Y este es Jesucristo.
----------Nosotros, los cristianos, reflexionando sobre todo en la Carta a los Hebreos, es decir, esa carta que está dirigida precisamente a nuestros hermanos judíos, hemos comprendido que Jesús ha sido verdaderamente ese sacerdote que se necesitaba y que su sacrificio ha sido verdaderamente eficaz para quitar los pecados, porque Él es el Hijo de Dios encarnado.
   
Jesús signo de contradicción
   
----------Con la venida de Jesús, como sabemos, el pueblo hebreo se dividió entre los seguidores de Jesús que fueron luego llamados cristianos y los opositores, que lo consideraban un falso Mesías. Sin embargo, ha surgido posteriormente, tanto entre los cristianos como entre los judíos anticristianos, la voluntad de profundizar en las enseñanzas sapienciales de la Sagrada Escritura.
----------Los cristianos agregaron los escritos del Nuevo Testamento, sobre todo Pablo y Juan; los judíos se afirmaron en el Antiguo Testamento, por ellos considerado la verdadera revelación divina, mientras que consideraban el Nuevo Testamento como contaminado por narraciones falsas y pensaban que fuera una engañosa publicidad lanzada por los discípulos, de Jesús como Mesías con la atribución de títulos divinos desproporcionados, para convencer a la gente en creer en él.
----------Posteriormente, paralelamente al uso cristiano de la filosofía griega y del derecho romano para interpretar la revelación bíblica, se produce en Israel una operación similar referida únicamente al Antiguo Testamento, por la cual, junto al Targum, a la Mishná y a la Halaká, el profetismo, el rabinismo y los sabios de Israel siguieron operando, sirviéndose también ellos de la sabiduría pagana, en la convicción de que eran ellos los auténticos intérpretes, contra los cristianos, de la Palabra de Dios.
----------Así, a partir de Filón de Alejandría en el siglo II, Nacmanides y Moisés Maimónides en el Medioevo, Luria en el siglo XVI, Mendelssohn y Lessing en el siglo XVIII, Luzzatto y Benamozeg en el siglo XIX, hasta los actuales Buber, Rosenzweig, Heschel, Scholem, Klausner, Fromm, Bloch, Scheler, Lévinas, Bergson, Simone Weil y Etty Hillesum, se ha desarrollado una frondosísima filosofía hebrea, extremadamente vivaz, aventurera, inquieta, a veces genial, fascinante, entusiasta y profunda, pero entre la religión y la impiedad, entre la utopía y el realismo, entre la duda y la certeza, entre la Biblia y las filosofías paganas, oscilando entre el teísmo, el ateísmo, el panteísmo, la magia y la mística. El hebraísmo de estos últimos siglos a menudo está contaminado por el racionalismo cartesiano y por el idealismo alemán, como vemos en Spinoza, Mosé Mendelssohn, Lessing, Marx, Scheler, Freud, Marc Bloch, Eric Fromm y Husserl.
----------La filosofía cristiana, por el contrario, sigue una historia más serena, lineal y coherente, fundada sobre la solidez de la Palabra de Dios y de la sana razón, atenta, claro que sí, a la filosofía pagana, pero a condición de que esa filosofía se concilie con la verdad de fe. Incluye, sí, varias escuelas y tendencias, pero sin caer nunca en los excesos del ateísmo o del panteísmo.
----------Sin embargo, la filosofía cristiana y la misma fe cristiana experimentaron una grave prueba con Lutero, quien, exaltado por una supuesta visión de Cristo que le habría revelado que de todos modos se habría de salvar, se imaginó a sí mismo como el puro heraldo y reflejo de la sabiduría bíblica, hombre del Espíritu Santo, por lo tanto exento del uso de la sabiduría humana filosófica, de la que tenía un altivo desprecio bajo el pretexto de que para comprender la Escritura es necesaria solamente la fe, y bajo el pretexto de la falibilidad de la razón, de su orgullo y de las consecuencias del pecado original.
----------Pero dado que no podemos prescindir en nuestra vida del uso de la razón, el tomársela contra la razón con la pretensión de que la fe suple a una razón totalmente corrompida, no hace más que conducir a un mal uso de la razón. Por lo cual entonces, lo que bien vale hacer es poner buen esfuerzo para educar y disciplinar la propia razón en el camino de la verdad. Sólo así podremos establecer las condiciones intelectuales y morales para acceder a la verdadera fe en Dios y en Cristo.
----------Lutero, en cambio, siguiendo su supuesta visión, se ha engañado a sí mismo de estar permanentemente y directamente iluminado por la Palabra de Dios, prescindiendo en absoluto de la razón, casi como si él fuera un espíritu puro, sobre todo prescindiendo de la razón aristotélica, la cual, a la inversa, la Iglesia recomendaba en su purificación hecha por santo Tomás de Aquino.
----------Pero así como evidentemente ninguno de nosotros, hombres, animales racionales, podemos acercarnos al texto bíblico y comprenderlo sin hacer uso de la razón, también Lutero, obligado a usar la razón y sin molestarse en purificarla, interpretó, por su propia confesión, la Escritura haciendo uso de la filosofía de Guillermo de Ockham, con la resultados conocidos por todos nosotros.
----------En el siglo XIX el luterano Hegel ciertamente trató, por su expresa declaración, dar bases racionales a su fe luterana, pero lo único que logró hacer, partiendo del cogito cartesiano, fue resolver la fe en la razón y sostener la primacía de la filosofía sobre la religión reasumiendo el gnosticismo cristiano de los primeros siglos.
----------Por el contrario, como es sabido, santo Tomás, para interpretar el dato revelado ha usado lo mejor que ofrecía la sabiduría pagana, y por eso se sirvió providencialmente de la filosofía de Aristóteles, y de cuanto Platón podía ofrecer a la espiritualidad, con grandes ventajas para la fe y con pleno conocimiento de causa, de modo que él no ha plegado en absoluto los conceptos bíblicos a una filosofía ajena a ellos, como creía Lutero, sino que nos ha mostrado cómo ellos confirman, superan, corrigen y mejoran la luz y la fuerza del pensar humano y por tanto cómo la ciencia, la lógica y la razón están en armonía con la fe.
----------Aquella persona que se acerca al texto bíblico sin presuponer una suficiente educación y formación de su razón, sino pretendiendo ser inmediatamente iluminado por la Palabra de Dios, como creía Lutero, no se apropia de esta Palabra en su auténtica pureza, sino que en realidad la contamina conscientemente o inconscientemente con sus falsos prejuicios.
----------En efecto, no podemos acercarnos al texto bíblico saltándonos la razón o sin hacer uso de nuestra razón. Abordar el texto bíblico sobre la base de presupuestos racionales extrabíblicos no perjudica en modo alguno la recta interpretación de la Escritura, sino que establece las condiciones necesarias para su posibilidad.
----------No es que al acercarnos a la verdad revelada tengamos que dejar de lado la razón o que tengamos que empezar de cero. Esto ni siquiera es posible aunque lo quisiéramos. En cambio, podemos y debemos partir de verdades de razón ya conocidas, verdades morales y teológicas naturales, que confirmamos, acrecentamos y aumentamos con la aceptación de la verdad de fe. Si no queremos renunciar a nuestra dignidad y a nuestra responsabilidad como sujetos pensantes, no podemos dejar de usar la razón. Por lo tanto, también debemos cuidarnos de hacer uso de una razón purificada, para no ensuciar lo que tocamos, además de que incluso la verdad revelada purificará nuestra razón.

2 comentarios:

  1. Sergio Villaflores1 de junio de 2023, 17:28

    Estimado padre Filemón: leyendo su artículo sobre la identidad del pueblo judío, tan lleno de ricas sugerencias para el tan necesario trabajo del diálogo interreligioso, me pregunto si alguno de sus pasajes en esta parte no requeriría de un juicio algo más equilibrado.
    Usted contrasta la filosofía que se desarrolló entre los judíos con la filosofía cristiana. La de los judíos, con sus densos y anárquicos claroscuros, al punto de dialogar con posiciones teístas, ateas, panteístas, mágicas y místicas, citando como exponentes una serie de figuras que incluyen a Marx, Scheler, Freud, Bloch, Fromm, Husserl, etc.
    La contraposición con la filosofía cristiana que Ud. hace de inmediato me parece excesiva o al menos un poco desequilibrada, porque entiendo que Ud. se refiere a lo que se ha llamado "filosofía cristiana", propiamente hablando, por ejemplo, como la llama y describe Maritain su famoso librito sobre el tema.
    Pero la filosofía de exponentes que tienen raíces cristianas (en un sentido amplio) también ha sufrido de posiciones teístas, ateas, panteístas, mágicas y místicas...
    En otras palabras, me parece que en esta comparación Ud. está tomando el ámbito de la "filosofía judía" en un sentido muy amplio (basta tener en cuenta los exponentes citados), mientras que el sentido de la "filosofía cristiana" loe toma en un sentido mucho más restringido.
    En definitiva, es un pequeño dato que me sigue haciendo "ruido" dentro de la coherencia general de todo el texto de su artículo.

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    1. Estimado Sergio,
      mi intención al comparar la filosofía cristiana con la judía, ha sido la de tomar en consideración un modelo de filosofía cristiana. Sé muy bien que también la filosofía cristiana, en su historia, ha sido contaminada por muchas influencias extrañas, pero he resuelto guardar silencio sobre estas cosas.
      En lo que se refiere a la filosofía judía, el elemento unificante, como se puede comprender bien, es la referencia a la Escritura, acompañada con la referencia a la Cábala, al Talmud y al Targum. Sin embargo, la historia de esta filosofía registra múltiples influencias extrañas, que vienen casi a destruir por completo el patrimonio tradicional. No obstante esto, también en los pensadores hebreos, incluso los ateos, es posible encontrar algunos rastros de los datos bíblicos. Por ejemplo, Freud se refiere a la figura de Dios Padre, mientras que Marx tiene cierta afinidad con el profeta Isaías.

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