viernes, 31 de marzo de 2023

Respecto al reciente rescripto sobre liturgia (4/4)

La Iglesia es por su propia naturaleza constitutiva Popolorum progressio, y cualquiera que intente cambiarla en Populorum regressio está reclamando el insólito derecho, pero sobre todo inaceptable derecho, a traicionar la misión que Cristo le ha confiado a su Iglesia: un camino incesante, siempre llevado hacia adelante, hasta su retorno al fin de los tiempos. [En la imagen: fragmento de "Fridolin Assists with the Holy Mass", dibujo a gouache, acuarela y grafito, de Peter Fendi, hacia 1833, conservado en el Museo J. Paul Getty, Los Angeles, USA].

----------En un principio, había proyectado esta última parte de mi artículo para ofrecer un resumen final de todo lo reflexionado en las tres partes anteriores acerca de la actual disciplina litúrgica, particularmente en cuanto se refiere al reciente Rescripto del papa Francisco, y proponer algunas consideraciones prácticas y sugerencias para abordar los problemas que genera la situación tensa que aún se mantiene con los sectores de tendencias pasadistas en lo interno de la Iglesia, situación que es de prever se mantendrá, en razón de que, como ya lo hemos explicado, Traditionis custodes, aparte de sus correctos principios teóricos y prácticos, cuenta con límites, permite excepciones, e incluso no carece de descuidos, todo lo cual permite suponer que no podrá ser la solución definitiva al problema planteado por el pasadismo, aunque sea un paso adelante y una primera solución al falso "paralelismo litúrgico" generado a partir de Summorum pontificum.
----------Cumpliré lo proyectado para esta última parte, aunque no del modo como inicialmente había pensado, sino valiéndome de algunos de los comentarios hechos hasta ahora por los lectores, para reelaborar mis iniciales respuestas, a fin de que sirvan para redactar estas conclusiones finales del tema abordado, el cual, por supuesto, no será un tema cerrado (¡al fin de cuentas, se han tratado aquí muchas cuestiones que son sólo de libre opinión!). En otras palabras, mire el lector esta cuarta parte de mi artículo como si se tratara de algo así como de los minutos finales de una conferencia, aquellos que el expositor suele dedicar a responder preguntas hechas por los asistentes. Quizás el lector encuentra algo desordenada y carente de unidad expositiva esta última parte, pero en compensación, supongo que alcanzaré por mi parte a dar algunas respuestas clarificatorias a cuestiones e interrogantes que hoy se mantienen latentes y "en el aire" en la Iglesia.
   
El sano debate teológico no hace acepción de personas
   
----------Comienzo por referirme al comentario hecho por un lector en el foro, quien terminaba por preguntarme: "¿en qué medida, incluso en el opinable campo de la disciplina litúrgica, pueden ser seriamente tenidas en cuenta las opiniones (legítimas, por supuesto) pero de alguien cuyas declaraciones, en el campo dogmático, o bien generan dudas en cuanto a su ortodoxia o bien pueden ser quizás directamente heréticas?". Aclaro que el mencionado lector no se refería a las opiniones de fieles comunes, sino a las de afamados teólogos, y citaba como ejemplo al conocido teólogo liturgista italiano profesor Andrea Grillo.
----------Pues bien, hace ya año y medio que la carta apostólica Traditionis custodes, hecha pública por el papa Francisco el 16 de julio de 2021, generó en algunos sectores de la Iglesia descontento y desconcierto acerca del uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970, creando comprensibles y oportunas restricciones a lo que había dispuesto la carta apostólica Summorum pontificum, dada el 7 de julio de 2007 por el papa Benedicto XVI, y ahora abolida, acerca del uso del Misal Romano de san Pío V antes de la reforma impulsada por la constitución Sacrosanctum Concilium del Vaticano II, del 4 de diciembre de 1963.
----------Sobre este tema han intervenido, incluso ya desde 2007, año en que se publicó Summorum pontificum, reconocidos teólogos liturgistas, con ensayos, artículos y notas de todo tipo en la internet. Es curioso lo que a veces sucede en el ámbito del sano y serio debate teológico, cuando el mismo es conducido sabiendo de qué se trata, sin prejuicios ideológicos y sin hacer acepción de personas. Porque también el teólogo puede estar tentado a hacer acepción de personas en su propio ambiente o "corporación".
----------El buen teólogo debe esforzarse por descubrir los aspectos de verdad que se encuentran incluso en teólogos que frecuentemente caen en flagrantes herejías. El ejemplo que me viene ahora a la mente es el mismo nombre citado por el lector que me ha hecho el comentario citado líneas arriba: en este blog he puntualmente criticado, incluso por graves razones dogmáticas, al teólogo italiano Andrea Grillo (seguramente el lector habitual recordará los varios artículos que publiqué criticando su concepción de la transubstanciación eucarística). Sin embargo, cuando el profesor Grillo trata cuestiones específicamente litúrgicas, sobre todo acerca de disciplina litúrgica, cuestiones que en gran medida se mantienen usualmente en el plano de lo opinable, pues está referido a la contingente y transitoria ley litúrgica, las posturas de Grillo pueden muchas veces ser aceptadas, por su razonable equilibrio y también por sus perspectivas de futuro.
----------En cambio, sería de necios o miopes o de mentes sumamente estrechas, mantener la actitud contraria, es decir, la de considerar que si tal teólogo ha manifestado posturas heréticas en tal o cual ámbito de la fe de la Iglesia, queda para siempre inhabilitado para ser tenido en cuenta en sus demás enseñanzas, en otras obras suyas, o en cuestiones referentes a otros problemas teológicos. Afirmar, por ejemplo, que Martín Lutero ha enseñado muchas herejías, no quita reconocer las verdades que también ha enseñado el "reformador" alemán. Rechazar, por ejemplo, las enseñanzas heréticas de Karl Rahner, no significa no poder tenerlo en cuenta en aquello que ha enseñado correctamente, o en las importantes contribuciones que el teólogo jesuita hizo a la elaboración de las doctrinas del Concilio Vaticano II. De modo similar, el haber identificado puntuales herejías contra el dogma eucarístico sustentadas por Andrea Grillo, no conlleva necesariamente que tengamos que rechazar sus reflexiones sobre disciplina litúrgica, a veces acertadas.
----------Por lo tanto, cuando nos proponemos la búsqueda de la verdad en cualquier cuestión, ya sea cuestión teórica o práctica, debemos dejar de lado los prejuicios ideológicos y la acepción de personas. Evitemos todo lo que podamos ese obstinado y ciego fundamentalismo de aquellos que rechazan como si se tratara del mal hipostasiado toda la enseñanza filosófica y teológica de alguien en quien la Iglesia eventualmente ha condenado como herejías algunas de sus enseñanzas. Las herejías enseñadas por Lutero no pueden hacer que nosotros nos convirtamos en anti-luteranos. Ni Lutero puede convertirnos en anti-luteranos, ni Rahner en anti-rahnerianos, ni el modernismo en anti-modernidad, ni el progresismo en anti-progres, ni el tradicionalismo en anti-tradis, ni la revolución en contra-revolucionarios. Caeríamos en el viejo error del maniqueísmo.
   
La falta de equilibrio del Papa en el abordar el problema del "indietrismo"
no puede ser la excusa que nos impida reconocer que el problema existe
   
----------Dada la cantidad de publicaciones en las cuales ya hemos tratado acerca de los actuales pasadistas en la Iglesia católica o más o menos vinculados a ella (como los lefebvrianos, viganianos, minutellianos, dematteianos, y otros diversos grupos y sectas afines), impropiamente autodenominados "tradicionalistas", sería preferible en esta oportunidad, pasar por alto las descripciones.  Sin embargo, al abordar el tema acerca de la recepción que estas sectas han hecho de la carta apostólica Traditionis custodes y de los documentos complementarios que le han seguido, parece necesario dar una idea del usual estado psicológico de los miembros de la corriente pasadista, ofreciendo también algunos ejemplos a fin de esclarecer de qué estamos hablando, para que se haga claro lo irracional y emotivo que es su enfoque acerca de la sagrada liturgia.
----------Al respecto de este segundo punto, tomo en cuenta el comentario de otro lector, el cual, de un modo algo provocativo, me decía días atrás en el foro de este blog: "es un hecho la carencia del más mínimo equilibrio y del más mínimo sentido de justicia en la actitud del Papa Francisco hacia los que él llama 'indietristas', los cuales, al fin de cuentas, no piden otra cosa más que poder 'hacer la experiencia de la tradición', como solía decir el benemérito arzobispo Marcel Lefebvre, y así también se lo pidió angustiosamente a Pablo VI. ¿Como se puede defender la supuesta corrección de una disciplina litúrgica como la de 'Traditionis custodes' promulgada por alguien que se deja llevar por la pasión de su visceral anti-tradicionalismo, y es a tal punto riguroso con los lefebvrianos que sólo piden celebrar la Misa anterior al Concilio, y a la vez tan connivente y hasta cómplice apañador de las herejías modernistas? Es una causa indefendible".
----------Dejando de lado la acusación de "modernista" a un Romano Pontífice, que el citado comentarista formula en su última frase, la cual es (en el caso que se haga conscientemente) una obvia herejía en sí misma, detecto en ese comentario del lector al menos tres importantes errores o equívocos, que merecen ser debidamente corregidos. Ahora sólo los enuncio, para explicarlos a continuación: 1) el papa Francisco, cuando habla de los "indietristas" no se refiere, propiamente hablando, a los lefebvrianos (a los cuales se ha referido como cismáticos) sino que se refiere a pasadistas que permanecen en lo interno de la Iglesia católica. 2) Ni Lefebvre en su tiempo, ni los lefebvrianos hoy, ni los pasadistas a los que se refiere el Papa, piden solo el poder celebrar Misa según un rito hoy no vigente, sino que piden que se los deje tranquilos en la Iglesia (o se los admita canónicamente en la Iglesia, en el caso de los lefebvrianos) pero permitiéndoles mantener su rechazo a la Misa de san Paulo VI, al Concilio Vaticano y al Magisterio pontificio del postconcilio. 3) El reconocer la falta de equilibrio pastoral del Papa en el abordar de un modo más equitativo el problema planteado tanto por el modernismo como por el pasadismo, no puede ser pretexto justificativo para no reconocer que el problema del "indietrismo", perfectamente individuado por el Santo Padre, es un verdadero y grave problema en la Iglesia.
----------Es fácil advertir que lo que piensen, digan y hagan los miembros de la Fraternidad de San Pío X no cuenta en lo resuelto por el Papa en su carta apostólica Traditionis custodes y en la legislación complementaria. Los lefebvrianos son cismáticos o, para decirlo del modo más diplomático con el que desde hace décadas la Iglesia se refiere a cismáticos tales como los ortodoxos orientales o los protestantes, ellos "no están en plena comunión con la Iglesia". La Iglesia no ha promulgado Traditionis custodes para los lefebvrianos: a ellos la Iglesia ya les ha expresado, con san Paulo VI, que varias de sus enseñanzas son heréticas, y con san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, que son cismáticos, e incluso Benedicto les ha explicitado que para dejar de serlo deben necesariamente aceptar las doctrinas del Concilio Vaticano II.
----------Por otra parte, la misma actitud de los lefebvrianos hacia los documentos del Magisterio de la Iglesia o hacia documentos de disciplina eclesiástica y litúrgica, como ha sido el caso de Summorum pontificum, y lo es hoy de Traditionis custodes, confirma el juicio que sobre ellos sigue manteniendo actualmente la Sede Apostólica: son cismáticos (digan lo que digan, por ejemplo, el profesor Rubén Peretó Rivas o el padre Javier Olivera Ravasi, que están entre quienes afirman impunemente lo contrario). La actitud de los lefebvrianos desde hace más de cinco décadas hacia los documentos doctrinales o disciplinarios de la Sede Apostólica viene siendo siempre la indiferencia o el desprecio o la befa. Ni siquiera fueron capaces de agradecer a Benedicto el levantamiento de la excomunión que pesaba sobre los cuatro Obispos consagrados en 1988, momento en que fue consumado el cisma, sino que incluso, con su ya bien conocida arrogancia, manifestaron no tener necesidad de tal liberación disciplinar para sentirse tranquilos en su conciencia. En definitiva: los lefebvrianos son claramente y formalmente cismáticos, y están muy orgullosos de mantenerse bien lejos de la "Roma apóstata".
----------Por consiguiente, si bien el motu proprio Summorum pontificum pudo haber tenido entre sus directos propósitos, en el magnánimo e incomprendido ánimo del papa Benedicto, la finalidad de un gesto para acercar a los lefebvrianos a la comunión con la Sede de Pedro, está claro que, hoy por hoy, dada la falta de voluntad demostrada por los líderes de la FSSPX, la carta apostólica Traditionis custodes, en el ánimo del papa Francisco, no ha sido escrita para ellos, sino en particular para los "indietristas" que, al menos formalmente, se mantienen aún en el seno de la Iglesia católica. Es decir, Traditionis custodes se enfoca a tratar de resolver el problema planteado por los pasadistas ("indietristas"), falsos tradicionalistas, que malinterpretaron los amplios permisos concedidos por Benedicto XVI para la celebración del vetus ordo, y convirtieron su apego al vetus ordo en estandarte de rechazo al novus ordo, al Concilio Vaticano II y al Magisterio postconciliar.
----------De aquí se puede comprender el segundo error del comentario del lector: los pasadistas no pretenden solamente que se les permita celebrar la Misa en un rito que ya no está en vigor (lo cual, por cierto, en sí mismo, ya es un despropósito) sino que quieren que la Santa Sede los deje tranquilos en su subjetiva (¡modernista!) convicción de que ellos pueden seguir siendo perfectamente católicos incluso rechazando las doctrinas del Concilio Vaticano II, rechazando la Misa de Paulo VI y rechazando todo el Magisterio desde 1958. Tal rechazo no constituye, según ellos, ninguna herejía, sino un modo "diferente" de ser católicos. A decir verdad, y en esto los pasadistas son tan modernistas como los actuales neo-modernistas, su reclamo de "respeto a las diferencias" conlleva en realidad la creencia de que su "diferente modo de ser católicos" es "el único modo de ser católicos", porque ellos se consideran el resto fiel de la "Iglesia de siempre" y de la "Misa de siempre".
----------No se trata, por tanto, solamente de una cuestión de pasadismo litúrgico, no se trata de celebrar según un rito que ya no está en vigor, no se trata solamente, como decía Lefebvre en su tiempo, de que se les permita "hacer la experiencia de la tradición", sino que se trata de evitar la comunión concreta y efectiva con la Iglesia tal como ha llegado a ser hoy la Iglesia por obra humana y divina.
----------Los ejemplos que prueban lo que el papa Francisco dice ser el hecho motivante de Traditionis custodes y de la anexa Carta a los Obispos, y que es el hecho que el Papa vuelve a recordar en Desiderio desideravi, son muchos e indudables. Basta mencionar aquí uno solo y conocido, para advertir que las rigurosas medidas disciplinarias (quizás excesivamente rigurosas) tomadas por el Papa o sus representantes de la Curia Romana hacia grupos o institutos de perfil pasadista, no se debieron simplemente a que "celebraban la Misa tridentina", sino a razones mucho mas graves (que son las explicadas por el Papa en los tres documentos mencionados). El caso al que aquí haré referencia es el de los Franciscanos de la Inmaculada.
----------Los Franciscanos de la Inmaculada conforman un instituto sobre el que he tratado, solidarizándome también con ellos ante las medidas disciplinarias que han sufrido, a mi parecer un tanto excesivas por parte de la Santa Sede. Sin embargo, para tratar de ser objetivos, equilibrados y justos, podríamos preguntarnos: ¿acaso no es cierto que ellos habían generado, dentro de su joven y aún no tan definida congregación religiosa, formas de verdadero y propio caos jurídico? ¿Acaso no han sido algo más que esporádicos, sino más bien numerosos, los casos que se han registrado entre ellos de jóvenes religiosos que han tenido que abandonar sus muy austeros conventos para acabar bajo tratamientos psiquiátricos, después de haber sido no tanto mal formados, sino (y no faltan motivos de razonable sospecha) deformados a nivel humano y espiritual?
----------Basta como prueba de lo afirmado, el recurrir a algunos hechos constatables: ¿acaso no han demostrado ellos, no sin algo de arrogancia, ya que son una congregación apenas nacida ayer (reconocida por la Santa Sede recién en 1990), que a pesar de no haber tenido tiempo de formar aún ni siquiera una generación de teólogos, mucho menos una escuela teológica, se han puesto a promover congresos internacionales contra los máximos exponentes de la Nouvelle Théologie, que por supuesto pueden ser criticados, pero no por "teólogos" recién salidos del cascarón, sino por otros teólogos, como por ejemplo los dominicos o los franciscanos, quienes a lo largo de ocho siglos han dado vida a importantes corrientes de pensamiento teológico y han dado a la Iglesia escuelas teológicas y varios grandes Santos y Doctores de la Iglesia?
----------Entre los Franciscanos de la Inmaculada, no han faltado exponentes bastante confundidos, como han sido los casos del padre Serafino Lanzetta, en esa época jovencísimo sacerdote, y otros como él. ¿Acaso no se pusieron a martillar el clavo del argumento del Concilio Vaticano II como "concilio sólo pastoral", negando su carácter dogmático? O como en el caso del excesivamente impulsivo padre Alessandro Apollonio, dedicado a la mariología, ¿acaso no actuaron como si ya hubiera sido declarado el dogma mariano de María corredentora, llamando a la Santísima Virgen con este título e incluso instituyendo su culto y su devoción, aparentemente ignaros acerca de en qué medida el concepto mismo de "corredentora" ha creado desde siempre enormes problemas en el campo de la dogmática y sobre todo de la cristología?
----------Y por último pero no menos importante (dulcis in fundo, dicen en Italia), ¿acaso no han tenido problemas relacionados con la gestión financiera y patrimonial? Se trata de hechos (y podríamos seguir con otros) todos ellos probados y documentados, que podríamos seguir elencando, sin embargo sin poder conmover en lo más mínimo a los "tradicionalistas onírico-estéticos" (como dice un sacerdote toscano amigo mío) convencidos de que los pobres Franciscanos de la Inmaculada "han sido perseguidos por el papa Francisco porque celebraban la Misa con el vetus ordo y porque criticaban a Karl Rahner". ¡Nada más alejado de la realidad! Más o menos parecido, aunque salvando las distancias, a quien nos venga a decir que el Seminario de San Rafael ha sido cerrado solamente porque allí se pretendía seguir celebrando la Misa tridentina.
----------Dicho todo lo cual queda claro que se equivoca también el lector del comentario citado líneas arriba, cuando argumenta basándose en la falta de equilibrio pastoral del papa Francisco en el abordar de un modo más equitativo el problema planteado tanto por el modernismo como por el pasadismo, que es algo indudable en mi opinión. De hecho, creo que debe haber pocos publicistas que hayan denunciado como se ha hecho en este blog, tan repetidamente y claramente, esa falta de equilibrio pastoral del Santo Padre.
----------Sin embargo, el comentarista antes citado no tiene razón en su argumentación, porque tal desequilibrio pastoral (evidente error prudencial del Papa, a mi criterio) no puede de ningún modo ser pretexto justificativo para no reconocer que el problema del "indietrismo", perfectamente individuado por el Santo Padre, es un verdadero y grave problema en la Iglesia (aunque sea producido por una minoría de fieles). Es quizás un problema que deba ser tratado también por la psicología y la psiquiatría. Sospecho que algún exponente competente en psico-patología, si tuviera interés por analizar a fondo los síntomas de la enfermedad de esta clase de pasadistas, pseudo-tradicionalistas, pudiera acaso darnos algunas pistas acerca de cuáles son las raíces de ese desorden psicológico que los lleva a tales obstinaciones en el error y pertinacia en la desobediencia, precisamente dando como motivo su lealtad a una fe que dicen querer defender.
   
Una cosa es el modernismo, y otra cosa distinta es el progresismo
   
----------El primer lector citado al inicio de este texto había mencionado al profesor Andrea Grillo. Y también lo hizo otro lector, en otro comentario a la primera nota de esta serie, afirmando que Grillo "responde a la más avanzada progresía católica, esa corriente que hace del progresismo un dogma de fe, precisamente para no admitir la validez de ningún dogma. El progresismo es incapaz de comprender el sentido de la tradición y de la necesidad de conservar el depósito de la fe. Por lo mismo, el progresismo es incapaz de entender el sentido de la liturgia...". Este comentario me impulsa a decir algunas palabras, una vez más, acerca de una lamentable confusión en la que necia y burdamente caen corrientes fundamentalistas que se mantienen obstinadamente vivas a modo de sectas en la Iglesia, a pesar de su notorio extremo pasadismo.
----------La confusión de la que nace todo el problema de ese pensamiento sectario es la confusión entre los conceptos de progresismo y modernismo, que no son lo mismo. Rechazando todo progresismo por considerarlo envenenado de todas aquellas herejías condenadas por el papa san Pío X en el modernismo de su tiempo, se autoproclaman tradicionalistas, asumiendo un concepto equivocado de tradición, precisamente por no llegar a darse cuenta que la tradición necesita del progreso para poder seguir viva, así como el progreso necesita de la tradición, como sujeto del progreso. ¿De lo contrario, qué progresaría?
----------Sin embargo, la confusión en la que obstinadamente caen estas corrientes pasadistas es absolutamente comprensible, pues, en principio han sido víctimas (aunque sólo en un principio) de la astuta propaganda de los modernistas del postconcilio, los cuales han asumido para ellos hipócritamente el honroso nombre de progresistas, cuando en realidad son modernistas (un nombre que los actuales modernistas se preocupan mucho de no usar). Sin embargo, los actuales pasadistas han sido (hasta cierto punto) pasivas víctimas de este engaño sólo en un principio, porque luego ellos mismos recurrieron a una mentira que es tan hipócrita como la de los modernistas sedicentes progresistas, de quienes parecen haber copiado la astucia, pues estos pasadistas, conservadores a ultranza, evitando ser considerados tales, se autodenominan con el también honroso nombre de tradicionalistas, cuando son sólo "indietristas" apegados al pasado.
----------Para venir ahora a decir una palabra sobre el profesor Andrea Grillo, a decir verdad, él pertenece, es cierto, a lo que algunos suelen definir "área progresista" o "muy progresista". Pero éstas son etiquetas inútiles y desagradables si no se las comprende en su verdadero sentido, porque solo se trata de teólogos que discuten cuando hay libertad para discutir, y cuya primera "etiqueta", en cualquier caso, sería la de católicos. En realidad Andrea Grillo, más allá de sus errores, algunos de los cuales son errores graves en el área de la teología sacramental, y a los que me he referido en notas anteriores, es una persona de gran cultura jurídica y teológica (particularmente en el área de la teología litúrgica). Como he dicho, no comparto algunas de sus tesis y posturas, e incluso le he criticado errores dogmáticos serios, pero no cabe duda de que es también un liturgista de gran nivel, con quien, para ser absolutamente franco, creo que los lefebvrianos en general no podrían estar a la altura de discutir la estructura teológica y pastoral del Misal de San Pío V, su historia y su evolución a través de los siglos, al mismo nivel que manifiesta en sus exposiciones Grillo.
----------Como antes he dicho, los errores (incluso errores graves, incluso contra la fe) en los que haya podido caer un teólogo, no deben constituir óbice para reconocerle su altura teológica y su capacidad especulativa. Ejemplos de ello hay muchísimos. Así, por caso, no tendría ninguna dificultad en afirmar que el teólogo Hans Küng tenía cualidades naturales y habilidades especulativas muy superiores a las del teólogo Joseph Ratzinger, porque los hechos históricos y la originalidad de los escritos del primero así lo prueban. En cambio, los escritos de Ratzinger, son ciertamente textos de un teólogo muy culto y excelente didacta capaz de exponer de modo magistral, pero la originalidad del pensamiento es algo completamente diferente.
----------El recordado mons. Brunero Gherardini [1925-2017], que para muchos era considerado la quintaesencia de la ortodoxia más cumplida e incluso rigurosa (y comparto ese juicio), no tenía dificultad en admitir, y en tonos de estima, que el teólogo Leonardo Boff era uno de los más dotados y talentosos eclesiólogos de los últimos cincuenta años, o que el comentario y la exégesis más bella a la Carta a los Romanos sigue siendo todavía hoy la del protestante Karl Barth, hasta el momento insuperable según muchos.
----------Los ejemplos de esto sobran, y podríamos seguir con ellos. Incluso se podría ir aún más a la antigüedad: tal vez, si poseyéramos los escritos de Pelagio, los cuales desafortunadamente no se han conservado, incluso es muy probable que pudiéramos descubrir que, aún expresando graves herejías, fuera más dotado, a nivel teológico y especulativo, que el mismísimo Agustín de Hipona. Desgraciadamente las obras de Pelagio no han llegado hasta nosotros, y solo conocemos las respuestas y refutaciones de Agustín. Pero si contra Pelagio ha debido actuar un titán en teología como Agustín de Hipona, este solo hecho ya demuestra que Pelagio, aún con sus herejías, era otro titán y un hueso muy duro contra el cual combatir.
----------Claro que este género de teología y de historia de la teología parece incomprensible para los actuales pasadistas. Por lo que se alcanza a ver, ciertos pobres pasadistas, encerrados en cuatro fórmulas rancias de la neo-escolástica decadente (que de la escolástica clásica no es ni lejano pariente) ni siquiera saben que esta teología e historia de la teología existen, porque como todos los mediocres debe inventarse enemigos, chapotear entre milenarismos y profecías catastróficas o inminentes triunfos mágicos del Inmaculado Corazón de María, dando a creer que conocen más allá de lo que conoce el común de los mortales, pero sobre todo intentando destruir a quienes ellos deciden elevar al rango de supremos enemigos, porque la imagen del enemigo es un presupuesto fundante de su propio ser y existir. Típica característica de estos individuos es la de no combatir las ideas, sino las personas (como he dicho líneas arriba, al hablar de la acepción de personas en teología), en el intento de destruirlas en todos los sentidos y por cualquier medio, según el estilo consolidado de los peores fundamentalismos "contra-revolucionarios" de matriz pseudo-religiosa.
   
Combatir el abuso del novus ordo, y también el abuso del vetus ordo
   
----------Pasando ahora al último punto que consideraremos, quisiera recordar que en este blog repetidamente he sido severo con ciertos sacerdotes showman, y no solo con ellos, pues no han faltado llamados a sus obispos a la responsabilidad, acusándolos sin medios términos de escasa vigilancia (que es para los que son obispos, epi-scopos). Sin embargo, no podemos decir que la Iglesia haya sido indiferente y silente desde este punto de vista, porque contra los abusos litúrgicos, han hablado y escrito tanto el papa san Juan Pablo II como el papa Benedicto XVI y el papa Francisco. En 2004 fue promulgada la instrucción Redemptionis Sacramentum, que es un documento muy claro y preciso, que es probable que muchos ni siquiera hayan leído, a la cabeza de todos los neocatecumenales y diversos grupos carismáticos.
----------Mucho antes de publicarse la carta apostólica Traditionis custodes, no faltaron teólogos fidelísimos al Magisterio que ya habían sugerido que tal vez fuera oportuno revocar aquel motu proprio de 2007 de Benedicto XVI sobre la Misa vetus ordo, a la vista de ciertas consecuencias, que de ningún modo, en el minoritario ámbito pasadista (pseudotradicionalista) en la Iglesia, eran escasas o aisladas. En este blog no llegué a sugerir esa medida, pero de hecho, no he dejado de reclamar a ciertos grupos de fieles que la acabaran con la innecesaria e improcedente cantinela del tipo: "¡esta es la única Misa, la Misa válida, la Misa de siempre, y no esa misa protestante de Paulo VI inventada por el masón Annibale Bugnini!".
----------Y también he repetido que no podían instrumentalizar el Misal de 1962 para atacar a un entero Concilio Ecuménico de la Iglesia, o a una necesaria reforma litúrgica que había comenzado ya antes del Concilio, durante el pontificado del venerable Pío XII. Tampoco dejé de sugerir (y no fui el único, por supuesto) que si continuaban de ese modo, tarde o temprano iba a suceder lo que terminó sucediendo: que Summorum pontificum sería revocado. Y la respuesta de los necios fue: "¡No, no es posible, porque 'la Misa de siempre' es irrevocable, intocable!". Afirmación descriteriada, por supuesto, porque el motu proprio Summorum pontificum no era una definición dogmática irrevocable (como no lo es Traditionis custodes) y que desde siempre se ha dicho en Roma que, en ámbito pastoral o de gobierno o disciplinar, "un Papa bolla e un Papa sbolla".
----------En efecto, en otras partes de este mismo artículo he señalado los límites que sufre el propio texto de Traditionis custodes y de su legislación posterior, motu proprio que seguramente no es la solución definitiva al problema que los pasadistas plantean hoy a la Iglesia, porque, como he dicho, si creemos en el giro que indica y produce el Concilio Vaticano II y en la reforma litúrgica que de él se deriva (y para el fiel católico no puede existir alternativa), no se puede admitir en modo alguno, estructuralmente y sine die, que se pueda celebrar con el rito preconciliar, sin participar en la responsabilidad de construir algo así como reservas indígenas del anti-concilio que puedan vanagloriarse de contar con la protección papal.
----------Los reclamos y llamados parecen haber caído en saco roto, frente a estas cabezas obtusas que siempre han rechazado comprender al Magisterio, pertinaces en sus errores, siguiendo adelante durante años, de modo consecuente a su ideología, haciendo mal uso de un misal para crear dos partidos en lo interno de la Iglesia, utilizando como elemento de división lo que constituye el corazón de la unidad: la Eucaristía.
----------En mi modesto parecer, a pesar del disgusto de aquellos sanos tradicionalistas, fieles al Papa, fieles al Vaticano II, y fieles a los Papas del postconcilio, que no han tenido estas actitudes de los falsos tradicionalistas (los pasadistas), creo que el papa Francisco ha hecho bien en promulgar el restrictivo motu proprio Traditionis custodes. Pero repito que también soy de la opinión que, aún en su tono crítico legítimo, y aún sobre todo a la luz de los principios de prudencia, equilibrio y sobre todo aequitas, siendo por eso un acto indudablemente correcto, sin embargo es también indudablemente parcial. Dicho esto siempre en el más absoluto respeto filial hacia las decisiones prudenciales de gobierno pastoral del Romano Pontífice.
----------En lo que a mí respecta, puedo estar de acuerdo en que se apriete el cinturón en el uso del Misal de 1962, visto el modo con el cual no algunos, sino muchos, lo han usado, y dadas ciertas infelices consecuencias. Sin embargo, procurando ser intelectualmente honesto, no puedo omitir preguntarme y preguntar: ¿pero qué pasa con los grupos neocatecumenales que van invadiendo las parroquias, en Roma (como me cuentan amigos míos), o aquí en Mendoza, o en muchas partes del mundo, y que de un modo impúdico, insolente y arrogante alquilan salas y estadios, en hoteles o en clubes deportivos, para hacer de la sagrada liturgia lo que se les antoja, a veces directamente debajo de las ventanas del mismísimo Santo Padre?
----------Dado que contra estos abusos parece que poco y nada se ha hecho por ahora, esto me induce a leer Traditionis custodes como una medida vuelta necesaria por la situación que se ha creado, pero que al mismo tiempo manifiesta una vez más la parcialidad y la falta de equilibrio en su acción pastoral y de gobierno del actual Papa, pues él se ha ocupado con justa razón de aquellos que han tenido la abierta indecencia de usar el Misal vetus ordo para atacar al Concilio Vaticano II, al Magisterio de la Iglesia, y a la reforma litúrgica, sin embargo, sin preocuparse, al parecer en lo más mínimo, de tomar medidas efectivas frente a los otros, que con no menos insolencia y arrogancia hacen de la liturgia lo que libremente quieren.
----------De modo que en mi opinión, respecto a esta temática, que no afecta el dogma ni implica la infalibilidad docente del Papa acerca de la fe y de la moral cristianas, sino la prudencia gubernativa y la disciplina litúrgica, no tengo dificultades en compartir los análisis que al respecto han publicado aquellos teólogos (incluído Grillo) que animan y apoyan la fe católica, a diferencia de aquellos que buscan cambiar la fe católica, ya sea haciendo uso del Misal de 1962 como de las extravagancias litúrgicas neocatecumenales o de ciertos carismatismos del mundo de las vivencias y emociones subjetivas. Y sigo orando para que el Papa logre comprender que, para estar verdaderamente autorizado y ser creíble cuando en su gobierno pastoral hace lo correcto, como lo ha hecho con Traditionis custodes y las medidas complementarias, el Papa debe estar por encima, super partes, de las emociones y de los partidos que están luchando entre sí.
----------No creo que haya necesidad de abundar en lo aquí expuesto. Admiro el venerable Misal "tridentino", que tras diversas reformas ha llegado hasta el Misal de 1962. Pero tengo la seria impresión de que su estructura teológica y su enfoque pastoral resultan ser completamente desconocidos para aquellos exóticos sacerdotes treintañeros, que se han levantado una mañana convertidos en improvisados "tridentinos", ignaros de tantas cosas. Aborrezco los abusos litúrgicos, y precisamente por eso soy perfectamente consciente de que con aquel venerable Misal "tridentino" se han cometido y se siguen cometiendo abusos litúrgicos a veces mucho peores de aquellos que se cometen con el Misal promulgado en 1969 y entrado en vigor en 1970. No parece razonable tolerar ciertos ciegos y obtusos anacronismos, típicos de personas que invocan de hecho la exhumación de un cadáver, por santo que fuera, pues ese Misal ya no está vigente y, por ende, no es posible proponerlo hoy, tanto a nivel pastoral como en precisos términos de evangelización.
---------El problema de fondo de estos pasadistas "onírico-estéticos" (me sigue gustando el apelativo de mi amigo) es que tomando como objeto de disputa y lucha un Misal, tienden ellos a desfogar las carencias propias de un cristianismo inmadurado o mal vivido, rechazando el elemento teológico y escatológico con el que la Iglesia inicia su incesante camino con los discípulos a lo largo del camino de Emaús junto al Señor (Lc 24,13-35), mientras que a algunos les hubiera gustado detenerlo y paralizarlo, como el propio Pedro, en modo estático en el Monte Tabor, frente a la transfiguración de Cristo (Mc 9,2-10). La Iglesia es por su propia naturaleza constitutiva Popolorum progressio, y cualquiera que intente cambiarla en Populorum regressio está reclamando el insólito derecho, pero sobre todo inaceptable derecho, a traicionar la misión que Cristo le ha confiado a su Iglesia, en un camino incesante, siempre llevado hacia adelante, hasta su retorno al fin de los tiempos.

4 comentarios:

  1. Según el Padre Filemón de la Trinidad, el Papa Benedicto XVI se equivocó al querer garantizar una "reserva indígena" a los tradicionalistas porque, en cuanto son anti-conciliares, constituyen una anti-iglesia; razón por la cual ha hecho bien el Papa Francisco con Tratidionis Custodes en abrogar Summorum Pontificum, en beneficio de una verdadera unidad de la Iglesia.
    ¡Muy bien, Padre Filemón! Lástima que:

    Punto 1: en realidad no existen los católicos "anti-conciliares", se trata de una ilusión óptica determinada por la reacción del común sentir católico al conciliarismo post-conciliar. Es sólo por la dificultad de discriminar el verdadero Concilio de su desbordante mistificación post-conciliar que muchos acaban por asimilar las dos cosas juntas tirando al bebé con el agua del baño. Subjetivamente una culpa leve. Los verdaderos anti-conciliares, en cambio, son precisamente los conciliaristas que conscientemente han usurpado el Concilio real (el de los documentos) para sustituirlo por un anti-concilio virtual gracias al diabólico engaño del "espíritu del Concilio" (habría que tener más en cuenta el histórico discurso de Benedicto a la Curia en 2005, y su saludo al clero de Roma en 2013).

    Punto 2: no ya los tradicionalistas, sino esta anti-iglesia cismática, bajo la guía de inteligencias supremas como Hans Küng, ha renegado del verdadero Concilio, produciendo un cisma de facto; y ahora que desde hace diez años ha conseguido también elegirse el Papa, intenta forzar a los resistentes a hacer un cisma abierto para sancionar de modo definitivo la discontinuidad con la Iglesia pre-conciliar (encuentro significativo que años atrás, Francisco, al ser preguntado por un periodista si él no temía un cisma tradicionalista en la Iglesia, haya respondido cándidamente con un desconcertante "no, en la Iglesia ha habido muchos, siempre existió la acción cismática en la Iglesia").

    Punto 3: la intención de Benedicto XVI no era la de proteger a los tradicionalistas, sino la de reafirmar un principio del Concilio, el de la novedad en la continuidad; la coexistencia de los ritos ordinarios y extraordinarios era por tanto concebida como medida pionera para aquella reforma de la reforma que él tanto invocaba y que es necesaria para enmendar las divisiones en la Iglesia.

    Pero ahora... ¡pobres de nosotros!

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    1. Estimado Fernando,
      pobres de nosotros si las cosas fueran como usted las pinta.
      Sobre su punto 1: existen sedicentes "católicos" que piensan que pueden seguir llamándose católicos y ser a la vez anti-Misa de Paulo VI, anti-Concilio Vaticano II, y anti-Magisterio pontificio posterior a 1958. Los ejemplos sobran. Si usted no los ve, es porque tiene una venda en los ojos, o no recorre los sitios pasadistas en la internet. Es cierto, como usted dice, que no es fácil discernir (ante tanta propaganda modernista y lefebvriana, confabuladas en dar ambas una idéntica interpretación modernista del Concilio) el verdadero Concilio de su falsificación post-conciliar. Pero que sea difícil, no quiere decir que sea imposible, y la guía la tenemos ante todo en el Magisterio de los Papas del postconcilio, que desde hace sesenta años nos vienen dando la auténtica interpretación del Concilio. Al respecto, etonces, vuelva a leer los discursos de Benedicto XVI por usted citados.
      Sobre su Punto 2: existe un sano tradicionalismo católico, y existe un tradicionalismo cismático formal o material (lefebvriano, viganiano, minutelliano, dematteiano, etc.), así como existe un sano progresismo católico, y un progresismo heréticos, el actual neo-modernismo, "pulmonía" comparada con la cual, el modernismo de la época de san Pío X es una simple "gripe estacional", como decía Maritain. No. El papa Francisco no responde a estos modernistas: es dogmáticamente imposible que el Papa pueda ser hereje. Por otra parte, en las palabras del papa Francisco por usted citadas, no se ha referido al "cisma tradicionalista" como usted dice, sino al cisma en general y, teniendo en cuenta el contexto en que fue formulada la pregunta, más bien el Papa hacía referencia al actual problema de la Iglesia en Alemania (modernismo).
      Sobre su Punto 3: No es como usted dice. El principio de la "reforma en la continuidad", no es como usted dice, reforma para que continúe lo que estaba. Eso es una estupidez. La coexistencia del viejo rito y el nuevo rito es el teorema del "paralelismo litúrgico" que de ninguna manera ha sido expresado por Benedicto en Summorum pontificum, sino que es precisamente aquello a lo que querían conducir los "cerebros" de la Comisión Ecclesia Dei. Y usted se equivoca también al hablar de la "reforma de la reforma que Benedicto tanto invocaba". De ninguna manera. El papa Benedicto XVI jamás habló de "reforma de la reforma". Expresó algo así con anterioridad a subir al trono de Pedro. Una vez en el solio pontificio, nunca más se refirió a ello, seguramente habiéndose dado cuenta de la soberana necedad que implicaba decir eso.
      Lamentablemente, si de Benedicto XVI podía esperarse una gran inteligencia para discernir las cosas de la fe y de la gracia, a nivel intelectual, sin embargo, no podíamos esperar de él, a nivel práctico, un efectivo gobierno de la Iglesia.
      Creo que, como lo he expresado en otras ocasiones, la parábola de los pontificados Benedicto XVI-Francisco I, quizás sea una especie de repetición, en otras formas y bajo otras claves, de aquella vieja parábola de los pontificados Celestino V-Bonifacio VIII.

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  2. Le agradezco, Padre, su detallada respuesta. Y sinceramente, me ha dejado mucho en qué pensar con todo esto, pero elijo una pregunta para hacerle, pues me hadejado intrigada su última afirmación, sobre la "la parábola de los pontificados Benedicto XVI-Francisco I" que usted compara a "aquella vieja parábola de los pontificados Celestino V-Bonifacio VIII". Le puedo preguntar qué ha querido decir?

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    1. Estimado Fernando,
      el papa Celestino V, en los pocos meses de su pontificado, llegó a hacer muchos daños, algunos incluso grandes. Sin embargo, fue un santo varón de Dios, tanto que fue canonizado y hoy es venerado como Santo Pontífice.
      Sabemos que Celestino V renunció al trono de Pedro, y lo sucedió el cardenal Benedetto Caetani, con el nombre de Bonifacio VIII, quien fue transformado entre finales del siglo XVIII y principios del XIX en una absurda y falsa leyenda negra.
      Bonifacio VIII fue un hombre de gobierno muy capaz y decidido que, en primer lugar, trató de reparar los daños causados por su predecesor, el cual, sin embargo, como he dicho, era un santo hombre de Dios.
      En lo que a mi respecta, quedan fuera de toda duda la santidad de vida y la sabiduría teológica de Benedicto XVI, así como, también en lo que a mí respecta, son muy claras sus evidentes y a veces graves incapacidades para el gobierno de la Iglesia, incapacidades que han producido no pocos perjuicios, dado que la Iglesia no se gobierna con bellos discursos ni con luminosos textos de teología. Queda claro que mi opinión sobre Benedicto XVI (así formulada de modo general y en pocos trazos) es tan sólo mi opinión.
      Habría muchas cosas que se podrían decir, muchos hechos para citar, pero creo que basta con dar un mero ejemplo: el señor Enzo Bianchi (que no es ni clérigo ni religioso), conocido resucitador de antiguas y gravísimas herejías, fue invitado a diversos sínodos por Benedicto XVI, mientras que con Francisco, hemos visto que, tarde o temprano, primero ha sido defenestrado y luego hecho callar.
      Nadie desde aquí abajo, en la Iglesia terrena, puede juzgar y establecer si con el pontificado de Benedicto XVI se trata de una especie de reedición en forma y en clave diferentes de la historia de Celestino V y de Bonifacio VIII. Pero una cosa es indudable: el papa Francisco (más allá de sus aciertos y de sus errores, de sus claroscuros, y de sus virtudes y de sus vicios humanos) es un hombre de gobierno muy decidido, y cuando es necesario también autoritativo, si queremos incluso despiadado. Los resultados exitosos y los fracasos de su gobierno serán juzgados por la historia, y por el momento sólo podemos dar aproximaciones más o menos subjetivas, porque no es posible dar una absoluta opinión positiva o negativa.
      Respecto al tema que en estos artículos nos ha ocupado, una cosa es cierta: si Benedicto XVI hubiera seguido más tiempo como Papa, los "ceremonieros estéticos" pronto lo habrían inducido a salir al interior de la Basílica o a la plaza de San Pedro en silla gestatoria, con la tiara en la cabeza y los flabelos papales a derecha e izquierda, porque eso era el camino que se tomaba con un hombre al cual algunos parece que le hacían hacer lo que querían. No es casualidad que hubiera quienes lo estuvieran convenciendo de restaurar el uso de la tiara que dicen que fue erróneamente abolida por san Paulo VI.
      Que intenten hacerle hacer al papa Francisco lo que ellos quieren, a ver cómo les va...
      Otra cosa segura que puedo decir, porque así lo prueba la historia es la siguiente: mejor un Papa que gobierna mal a la Iglesia, que un Papa que no la gobierna y se deja gobernar por los caprichos de los otros, porque los perjuicios causados por este último tipo de Papa siempre serán, y en todos los casos, mucho más graves que los que puede hacer el primer tipo, sin perjuicio de que el Papa pueda ser también un santo varón de Dios y un teólogo de profunda y rara inteligencia de la fe. La Iglesia no es una cátedra universitaria desde la que se imparten lecciones de espléndida y sana teología.

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