Sin duda, el fundamentalismo de los cismáticos lefebvrianos sigue siendo un motivo de aflicción para la Iglesia. La Comisión misma que antes se ocupaba de ellos se intitulaba "Ecclesia Dei adflicta"! Sin embargo, la aflicción no proviene del Concilio reformador, ¡sino del cisma producido por Lefebvre y sus seguidores! [En la imagen: una escena del film "Kreuzweg", Camino de la Cruz, del director Dietrich Brüggemann, estrenada el 20 de marzo de 2014 en Alemania. La escena corresponde a la desimosegunda estación: Jesús muere en cruz].
----------Aquellos sucesos de mediados del año 2016, que hemos venido recordando en las notas anteriores, señalan el final para el teorema de la "reforma de la reforma". Después de los acontecimientos de finales de junio y principios de julio de 2016 (recordemos: una entrevista a los lefebvrianos que cierran filas contra Francisco, una conferencia en Londres del cardenal Sarah, y una Nota de la Oficina de Prensa de la Santa Sede sobre el tema, con la petición explícita de "no seguir usando la expresión 'reforma de la reforma'"), luego, a finales de julio de 2016, el Secretario de la Comisión Ecclesia Dei concedía una entrevista a una revista alemana, de la cual surgen claramente una serie de cuestiones que merecen atención.
El Concilio Vaticano II "no es un superdogma pastoral"
----------En su entrevista, monseñor Guido Pozzo, frente a la dificultad de una aceptación del Concilio Vaticano II por parte de la FSSPX, afirmaba: "El Concilio no es un superdogma pastoral, sino que forma parte de la entera tradición y de sus enseñanzas permanentes. [...] a medida que la tradición de la Iglesia continúa evolucionando, no es nunca en el sentido de la innovación, que estaría en contraste con aquello que ya existe, sino ante todo hacia una comprensión más profunda del Depositum Fidei, el patrimonio auténtico de la fe. Todos los documentos de la Iglesia deben ser interpretados en este sentido, incluidos los del Concilio. Esta premisa, junto con el compromiso por la profesión de fe, el reconocimiento de los Sacramentos y la Supremacía papal, forman la base para la declaración doctrinal que será presentada a la Fraternidad para su firma. Estos son los requisitos con los cuales un católico puede estar en plena comunión con la Iglesia Católica".
----------Después de esta respuesta surgía, evidentemente, la curiosidad por saber mejor qué quería decir mons. Pozzo. A la pregunta si la Fraternidad no debía ya acoger todas las declaraciones conciliares, incluidos los textos referentes al ecumenismo y al diálogo inter-religioso, el arzobispo respondía: "La Fraternidad está comprometida con las doctrinas definidas y con las verdades católicas que han sido confirmadas en los documentos conciliares". Pone como ejemplo la "naturaleza sacramental del episcopado [...] además de la Supremacía Papal y del Colegio de los Obispos junto con su Presidente, tal como fue establecido en la constitución dogmática Lumen Gentium e interpretado en la Nota Explicativa Previa, solicitada por la máxima autoridad".
----------"La Fraternidad considera problemáticos varios aspectos de Nostra Aetate, relativos al diálogo inter-religioso; la declaración Unitatis Redintegratio referente al Ecumenismo; Dignitatis Humanae, la Declaración sobre la Libertad Religiosa; así como diversas cuestiones que se refieren a la relación del Cristianismo con la modernidad", añadía el secretario de la Comisión Ecclesia Dei.
----------Pozzo reiteraba que los diversos documentos del Vaticano II tienen un peso doctrinal diferente. "Sin embargo, estas no son doctrinas de fe", especificaba, "ni son tampoco afirmaciones definitivas. Son más bien sugerencias, instrucciones, orientaciones o líneas guía para la práctica pastoral. Estos aspectos pastorales pueden ser discutidos para ulteriores esclarecimientos después del reconocimiento canónico".
----------Luego se le preguntaba a mons. Pozzo: "¿Cómo ha llegado el Vaticano [sic] a la decisión de que los diferentes documentos del Concilio Vaticano II tienen diferentes valores dogmáticos?".
----------Su respuesta: "No ha sido una conclusión nuestra, sino que era ya un hecho inequívoco en la época del Concilio. El 16 de noviembre de 1964, el Secretario General del Concilio, cardenal Pericle Felici, declaró: 'Este Santo Sínodo define como vinculante para la Iglesia sólo aquello que está específicamente declarado como tal en términos de Fe y de moral'. Sólo los textos que han sido específicamente declarados vinculantes por los Padres Conciliares lo son. No es 'el Vaticano' quien lo ha decidido, está escrito en las Actas del Vaticano II".
Tres preguntas al Secretario mons. Guido Pozzo
----------La secuencia de las afirmaciones del arzobispo Guido Pozzo, tal como fueron en su momento recogidas por la prensa, suscitaban no sólo perplejidad, sino una evidente e inevitable preocupación. Si quien dirigía aquellos encuentros con los lefebvrianos no tenía claras algunas de las adquisiciones fundamentales (doctrinas nuevas) del Concilio Vaticano II, ¿cómo podía estar conduciendo del modo adecuado aquellas tratativas? Por ello, recordando aquella entrevista y por si las afirmaciones de Pozzo en aquella oportunidad pudieran seguir estando vivas todavía en ámbito católico, considero útil plantear tres cuestiones:
----------1. Utilizando una declaración secundaria del Secretario del Concilio Vaticano II, en 1964, mons. Pozzo cree que puede pasar por alto los discursos inaugurales y conclusivos del Concilio, donde dos papas diferentes (san Juan XXIII y san Paulo VI) afirman inequívocamente que no se puede tratar el Concilio Vaticano II con el mismo metro que los concilios precedentes. Porque su "naturaleza pastoral" impondría leer su autoridad con criterios diferentes a aquello que es "definido dogmáticamente" y por tanto vinculante según la lógica del dogma. Si mons. Pozzo impusiera al Vaticano II el criterio de "autoridad" de la tradición pre-conciliar, inmediatamente caería en la lógica de Lefebvre, quien desde un principio había querido considerar al Concilio Vaticano II como "no vinculante" en el plano litúrgico, eclesiológico, bíblico, jurídico, espiritual, ministerial, en la relación con el mundo y con la tradición. Con este equivocado "instrumento de medición", simplemente se deja definir la cuestión a la otra parte, vale decir, se deja que los lefebvrianos definan lo que es vinculante y lo que no lo es. Se acepta que la otra parte imponga sus categorías. ¿No se debería, en cambio, estar convencidos de la novedad conciliar, en lugar de negarla a priori, como hacía Pozzo en aquella entrevista del 2016?
----------2. La distinción que viene propuesta entre contenido dogmático vinculante y forma pastoral no vinculante olvida que todo el Concilio Vaticano II se sitúa en el segundo plano pero con una diferente pretensión de autoridad. Este enfoque, si no anticonciliar, es de por sí preterconciliar. Convierte en "quantité negligeable", vale decir, en proporción desechable, no sólo a la Reforma Litúrgica sino a todo el Concilio de nuestro tiempo. Si en el Concilio Vaticano II olvido el "método pastoral", lo traiciono profundamente y lo desfiguro, convirtiéndolo simplemente en "accesorio". Si para el reconocimiento canónico de la hermandad seguidora de Lefebvre hago pasar a un segundo plano todas las cuestiones "pastorales", puedo concederle el reconocimiento canónico independientemente del Concilio. Y esto, francamente, parece no sólo paradójico, sino peligroso. No porque se ceda a lo externo, sino porque compromete lo interno. Por otra parte, es sorprende que Pozzo en el 2016 ya se hubiera olvidado de la firme y taxativa admonición que el papa Benedicto XVI les había hecho a los lefebvrianos siete años antes (y repitió después), cuando, al momento de levantar la excomunión a los cuatro obispo cismáticos, les recordaba, palabras más palabras menos, que "para retornar a la comunión plena con la Iglesia debían aceptar las doctrinas nuevas del Concilio Vaticano II".
----------3. En tercer lugar, recuerdo que cuando leí aquella entrevista a mons. Pozzo, inmediatamente me asaltó la convicción (algo irónica por cierto) que personalmente no quería tampoco que se pidiera a los lefebvrianos más de aquello que los propios miembros de la comisión Ecclesia Dei se suponía que estaban dispuestos a conceder. Para decirlo desde otra perspectiva: ¿no era la de Pozzo una afirmación demasiado arriesgada, al manifestar tanta insistencia en el reconocimiento de la autoridad del Papa? Porque en aquel momento, recuerdo que yo me preguntaba: ¿cuántos miembros de la comisión Ecclesia Dei estaban dispuestos a defender, por ejemplo, la instrucción Amoris Laetitia o la Evangelii gaudium o la encíclica Laudato Si? ¿Los miembros de la comisión Ecclesia Dei, realmente consideraban a estos documentos del papa Francisco como magisterio vinculante? ¿O ellos pensaban que podría ser suficiente citar una frase en Cuaresma para ser "católicos"? La cuestión problemática, en este caso, no me parece que fuera el reconocimiento canónico de la FSSPX sino la representatividad eclesial y magisterial de la propia comisión Ecclesia Dei. En otras palabras, en relación con el reconocimiento de la autoridad suprema del Papa, no me sentiría demasiado seguro ni confiado en establecer de qué lado de la mesa de tratativas en 2016 se encontraba el problema más grave.
Un ejemplo litúrgico, para explicarme mejor
----------En la discusión sobre las posiciones expresadas por mons. Pozzo, en aquella entrevista de finales de julio de 2016, emergía inevitablemente y con pleno derecho, la preocupación por un reconocimiento de la FSSPX que no asumiera Nostra Aetate y Dignitatis Humanae como criterios para la reconciliación. Si los hermanos judíos pudieran ser todavía hoy definidos como "pérfidos" y si la libertad de conciencia pudiera todavía ser definida como una "perversión", ¿en tal caso, cuál comunión católica se habría alcanzado?
----------Pero, habiendo llegado a este punto de nuestra reflexión, me gustaría enfocar la atención a algo más ordinario y habitual en la experiencia católica, a saber, la Misa. Un lector desatento de la tradición conciliar que leyera la constitución Sacrosanctum Concilium sólo con los anteojos de la vieja dogmática, podría pasar por alto con desenvoltura o casualmente (casi estirando las piernas debajo de su escritorio y fumando tranquilamente su cigarro) toda la reforma litúrgica. Pero en Sacrosanctum Concilium todo lo que debe devenir objeto de conversión pastoral es la riquezas bíblica, la homilía, la oración de los fieles, la unidad de las dos mesas, la lengua vernácula, la concelebración y la comunión bajo las dos especies. Con el criterio de Pozzo todo esto se volvía insignificante o irrelevante u olvidable, y sólo contaba aquello que el Concilio Vaticano II simplemente presupone como horizonte adquirido y sobre lo cual no había problema para los lefebvrianos.
----------Es evidente que aquel criterio presentado en julio de 2016 por mons. Pozzo garantizaba sólo a aquellos que no querían entonces (y tampoco quieren en la actualidad) aceptar el Concilio Vaticano II, y por eso debía ser abiertamente dejado de lado. No se trataba de una herramienta para promover y favorecer la reconciliación, sino para procurar por un lado un acuerdo formal en lo externo, y por el otro para promover una "reforma de la reforma" en lo interno. La propuesta de Pozzo no iba a producir paz, sino aún más guerra.
La pretensión de usar Summorum pontificum como criterio para interpretar el Vaticano II
----------En realidad, también tenemos que reconducir aquellas palabras de mons. Pozzo a la inercia curial de un teorema que desde 2007 había entrado (y no sé en qué medida todavía sigue vigente) en algunos ambientes eclesiales, y que había ganado cierto consenso y también había alimentado algunas pequeñas y mediocres ilusiones. Porque aquella idea de una reducción del Vaticano II a un "concilio menor" (o un "conciliábulo" como suelen decir despectivamente los lefebvrianos), a una experimentación para élites, a una palestra o gimnasio de teólogos sin pueblo, se había nutrido del motu proprio Summorum pontificum, el cual, según algunos intérpretes, introducía una "relativización del Vaticano II", volviendo a poner en vigor todo lo antiguo, como si nada hubiera sucedido, como si el Concilio Vaticano II no hubiera existido.
----------La idea de que esto se podía hacer impunemente y sin problemas, no sólo con la liturgia, sino también con la eclesiología, con la exégesis, con la espiritualidad, con la formación de los sacerdotes, con la consideración por el rol de los laicos, con el respeto por el papel de la mujer, con la relación con el mundo, había tomado algo de oxígeno y se había hecho escuchar. A decir verdad, tal idea nunca ha sido capaz de asumir una figura cultural seria y fuerte. Pero en el parloteo y charlatanería de curia y en el autoritarismo de algunos profetas de desventuras no se han escatimado los golpes. El caso es que en 2016, de acuerdo a aquellas expresiones de Pozzo, aquella idea también parecía pretender ser un criterio para la reconciliación con la FSSPX (en realidad, usando los términos precisos, se debía decir: reconciliación de la FSSPX con la Iglesia).
----------Por el contrario, es necesario reiterar, que según las intenciones explícitas (aunque quizás demasiado ingenuas) del papa Benedicto XVI, el hoy derogado motu proprio Summorum pontificum no era una nueva regla para entender el Concilio Vaticano II, sino sólo una excepción para favorecer la reconciliación con algunos (o mejor dicho: de algunos). Es decir, para Benedicto XVI era claro (aunque no sé hasta qué punto Summorum pontificum lo expresaba con claridad), el Misal de 1962 constituía un rito extraordinario que no sustituía al rito ordinario y que no establecía ninguna "reforma de la reforma", como a todas luces parecía entender Pozzo, todavía en 2016. Estaba claro que nubes de tormenta se acercaban raudamente para precipitarse sobre Pozzo, sobre la Comisión Ecclesia Dei, sobre las tratativas con la FSSPX, e incluso sobre lo dispuesto por Summorum pontificum. Cinco años después: Pozzo ya no está en su cargo, ni siquiera existe la Comisión Ecclesia Dei, la FSSPX ha sido oficialmente reconfirmada como cismática, Summorum pontificum ha sido derogado, y se ha restablecido la disciplina litúrgica a partir de Traditionis custodes y posteriores directrices.
Un consejo: si aún no lo vió, mire con atención el film Kreuzweg, de D.Brueggemann
----------Cuando en el viaje de retorno desde Cracovia (fines de julio del mismo año 2016), el papa Francisco, respondía a una pregunta sobre el "terrorismo", recordaba que el fundamentalismo también está presente "entre nosotros". Sin duda, el fundamentalismo de los cismáticos lefebvrianos sigue siendo un motivo de "aflicción" para la Iglesia. La Comisión misma que antes se ocupaba de ellos se intitulaba "Ecclesia Dei adflicta"! Sin embargo, la aflicción no proviene del Concilio reformador, ¡sino del cisma producido por Lefebvre y sus seguidores! Por eso, hubiera sido conveniente (incluso para su eventual supervivencia) que aquella Comisión en 2016 hubiera podido levantar la vista de los papeles y documentos que ella había preparado para un entente con los lefebvrianos, y mirara la realidad. Incluso a esa realidad que a veces nos devuelven con tanta fuerza las películas. El Papa ha dicho repetidamente que ha aprendido algunas cosas a través del cine.
----------En aquellos días de mediados del 2016 no faltaron quienes desde el periodismo católico les sugerían a los miembros de la comisión Ecclesia Dei, y en primer lugar a su secretario, que vieran atentamnte la película Kreuzweg, de Dietrich Brueggemann, que había sido estrenada dos años antes en Alemania, en marzo de 2014. Es la historia del drama de una familia lefebvriana. La historia de una niña, de sus padres y del líder de la comunidad, todos rigurosamente lefebvrianos. En el film se pueden ver muchas cosas impresionantes: una escalofriante lección de catecismo, una alucinante penitencia sacramental, una ceremonia de confirmación con desmayo, una espiritualidad inhumana, una rigidez sin límites, un desprecio por la Iglesia obediente a las doctrinas y directivas del Concilio Vaticano II, y por la "otra" realidad...
----------Pues bien, quizás si hubieran visto aquella película los miembros de la Comisión hubieran podido entender mejor la cuestión que estaban tratando de resolver y la delicadeza de los temas en juego. Y quien sabe, no estaba dicho que quizás al sumergirse en las elegantes secuencias de ese film, no pudiera también mons. Pozzo descubrir, con una cierta sorpresa, que en esa película estaba escrito, con letras de fuego: "de te fabula narratur". Probablemente aún aprendiendo de aquello, ni Pozzo ni la Comisión hubieran podido evitar lo que ya para entonces lucía inevitable; pero sin duda mirar el film les hubiera procurado beneficio personal.
Estimado padre Filemón:
ResponderEliminarProbablemente desde hace tiempo, a partir de mis comentarios, usted ma ha etiquetado como "fundamentalista" y asistente a misas tridentinas. Por el contrario, participo en la Eucaristía dominical ordinaria en la parroquia de mi esposa.
¿Qué veo tan llamativo de tanta liturgia posconciliar? Ritos chapuceros, cantos de los que mejor ni hablar, iglesia semidesierta (abundan los mayores de 65 años, los únicos niños menores de 10 años suelen ser los míos), largos sermones del tipo "Papa Francisco... Papa Francisco... Papa Francisco..." en el cual nos recuerdan lo poco solidarios y acogedores que somos, y desde la presentación de las ofrendas todo es una carrera...
Todo ello como bonito resultado de la unidad de comunión conciliar, donde el ministro ordenado preside el acto comunitario de hermanos que se encuentran compartiendo la misma mesa...
Y ahí está el quid: participando devotamente de ese rito donde cada hermano piensa por sí mismo y se espera que Dios piense por todos, ¿cómo salimos de este embrollo? ¿Qué hermosas perspectivas eclesiales cree usted que podemos tener?
Con toda sinceridad, y se lo dice alguien que no asiste a los ritos tridentinos: estamos haciendo todo lo posible para abolir la Eucaristía, relativizando, banalizando, vulgarizando precisamente desde abajo.
Es probable que ahora usted me vaya a criticar diciendo que yo hago de la Santa Misa una batalla de Lepanto: no, ya algún otro la está usando como caballo de Troya. La próxima etapa de demolición será el próximo 31 de octubre. No hace falta que se lo explique, usted sabe bien el motivo, por anticipado.
A los profetas de desventuras, recomiendo relax y vacaciones. Son fundamentales porque no son fundamentalistas.
EliminarCaldero, ni te gastes.
ResponderEliminarEste blog es montiniano y mairitainiano.
Están felices con todo progreso.
Ahora están emocionados con Francisco, pero hace no mucho tiempo le pegaban bastante duro.
cosas que suceden.
Meinviellista
Meinviellista: con todo mi respeto, pero te lo digo por misericordia: apestas a facción.
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminarhe criticado al papa Francisco en lo criticable, y lo he hecho con respeto, y lo sigo criticando en todo aquello que es opinable, pasible de consenso o de disenso. Y lo seguiré criticando de esa manera. ¿Necesita usted que le indique artículos míos recientes al respecto? Basta con que repase los recientes artículos acerca del balance de su pontificado, o de las comparaciones con el pontificado de Benedicto.
Sin embargo, a diferencia de otros que critican al Papa sin reconocer en él ningún aspecto positivo, o de otros que autodenominándose católicos ni siquiera nombran al Papa (vaya a saber con motivo de cuáles inconfesables razones. ¿Será usted acaso uno de ellos?), yo lo he defendido siempre en cuanto Romano Pontífice, sabiendo descubrir en TODAS sus expresiones (en todas aquellas en las que actúa como Maestro de la Fe) a quien no puede hacer otra cosa más que "confirmarnos en la Fe", como lo ha prometido NS Jesucristo.
El único aspecto positivo de Francisco es que contribuye enormemente a que desaparezca la papolatría.
ResponderEliminarMeinviellista
Estimado Meinviellista,
Eliminarpor lo tanto, tres cosas:
1) usted acepta tácitamente que se equivocaba cuando decía que yo no critico al Papa. Se ha equivocado, aunque no sé si por ignorancia, no conocer lo que he publicado, o simplemente por mentir).
2) La papolatría es efectivamente, un vicio, que malinterpreta la devoción y lealtad que los católicos debemos tener hacia el Papa, conduciendo tal devoción y lealtar hacia aspectos meramente humanos del Papa, que no se refieren a su misión de Maestro de la Fe y Pastor de la Iglesia Universal.
3) El hecho de que usted afirme que "el único aspecto positivo de Francisco es que contribuye enormemente a que desaparezca la papolatría", dejando de lado la ironía que no habla muy bien de su rectitud de voluntad, manifiesta claramente que su fe podrá ser hasta cierto punto cristiana, pero está bien lejos de ser católica: ¿no ha logrado recibir nada de lo que en estos diez años el Papa ha tratado de transmitirle como Vicario de Cristo?
1. No logro entender a qué se refiere.
Eliminar2. ¿Devoción hacia el Papa? No es algo que se pueda rastrear antes del siglo XIX. Incluso las famosas "3 devociones blancas" de Don Bosco pueden ser una buena regla mnemotécnica, pero no se puede asimilar ni en una metáfora al Papa con la Eucaristía. Hubo Papas más proclives a esa "devoción" como Pío IX y Pío XII y otros menos proclives como Benedicto XVI.
3. Mi afirmación es fáctica y para nada irónica. La Divina Providencia se sirve de acciones malas para sacar bienes.
Ahora bien, si le preguntamos a un católico hispano del siglo XI ¿qué ha logrado recibir del Papa como Vicario de Cristo? Probablemente responda que nada. Se trate del Papa Benedicto IX o San León IX.
Meinviellista
Meinviellista. Repase lo que escribe antes.
EliminarPor otra parte, yo pensaba que Ud. era del siglo XXI, pero se ve que las apariencias otra vez me han engañado.
Estimado P. Filemón;
ResponderEliminarNo soy experto en estas cuestiones pero le expongo algunos puntos que después de leer sus interesantes artículos, me surgen y me gustaría que me pudiera aclarar.
Hasta hace muy poco nunca había oído hablar del Motu propio Summorum pontificum. No sé si la intención de Benedicto XVI fue la de atraer o no a los miembros de la FSSPX.
Pero después de haber leído algunas cosas sobre el tema, me pregunto: ¿No habrá querido manifestar un poco de misericordia con aquellos católicos en comunión con la Iglesia a los que se les consideraba como "apestados" por el hecho de asistir a la Misa anterior a la reforma del Concilio?
2. Hace usted referencia en varias ocasiones a "doctrinas nuevas" del Concilio. Esa expresión ¿no sería un tanto confusa? Según me han enseñado y tengo entendido en la Iglesia no hay propiamente "doctrinas nuevas" sino un mayor desarrollo y profundización en la doctrina revelada. Los dogmas como la Concepción inmaculada de María o el de su Ascensión, no se puede decir que sean "doctrinas nuevas", sino verdades que están implícitamente contenidas en la Revelación y que la Tradición a ido profundizando en ella hasta que llegado un momento la Iglesia ha considerado que la adhesión a esas verdades es necesaria para mantenerse en la comunión y por eso las define dogmáticamente.
3. No sé si estaré equivocado, pero según he podido leer y constatar, la reforma litúrgica que se llevó a cabo después del Concilio no correspondía a lo que querían los padres conciliares en muchos aspectos.
4. En algún comentario he leído una crítica respecto a la orientación en la celebración de la Misa. Esto no es algo que sugiriera el Concilio. Es más, la reforma litúrgica no eliminó el seguir celebrando "ad oriente". Como tampoco eliminó el uso del latín. Esto me parece importante señalarlo porque lleva generalmente a muchas confusiones. Se piensa que celebrar "ad orientem" y en latín, es preconciliar cuando no lo es en absoluto. Respecto del latín, según tengo entendido, los padres conciliares insistieron en que se enseñase a los fieles a responder en latín las partes propias que les correspondían del ordinario.
5. Desde mi ignorancia, no entiendo muy bien la cuestión de "la reforma de la reforma". Pero me parece que sí sería conveniente que de modo efectivo el "novus ordo" (creo que se dice así) se celebre tal y como está determinado. Es algo que cualquiera ha comprobado que no respetar lo que se indica ha llevado a una gran anarquía en las Misas.
6. Me parece del todo claro que los Padres conciliares pidieron una reforma litúrgica. Lo que queda un tanto abierto a la discusión es si era esa reforma que se llevó a cabo la que verdaderamente querían. Y también es algo abierto a la libre discusión el acierto mayor o menor de distintos cambios de la reforma litúrgica.
Por ejemplo, estando de acuerdo en que era necesario una mayor riqueza bíblica, no necesariamente hemos de estar de acuerdo en que la que se hizo fue la mejor.
En cuanto a dar más cabida a las lenguas vernáculas, se pensaba principalmente en las lecturas o las oraciones que cambian, pero no en el ordinario de la Misa y mucho menos en el Canon.
En fin, me quedan otras muchas cuestiones que me gustaría que me aclarara, pero por el momento me limito a las que le he expuesto.
Muchas gracias.
Estimado anónimo: procure no leer "cosas sobre el tema". Lea primero el MP Summorum Pontificum (la carta a los Obispos anexa) y el MP Traditionis custodes (y también la correspondiente carta a los Obispos), y después hablamos con un poco más de conocimiento de causa.
EliminarAy Filemón, Filemón. Recuerde que debe ser más comprensivo con todos los hermanos que habitan nuestra casa común, incluso con los indietristas, ya que el amor de Dios es el mismo para cada persona, sea de la religión que sea. Y a que no sabe qué! Si es ateo es el mismo amor!
ResponderEliminarAmemonos unos a otros, que lo demás no importa nada!
Eres de un relativismo...
EliminarJaja yo soy el relativista ahora??
EliminarDisculpe Fielemon, pero yo no hago más que repetir las enseñanzas de Francisco. Si usted tiene algo en contra de ellas es su problema.
Y si no tiene ningún problema, no puede más que aceptar mi primer comentario.
En fin, no entiendo por qué se ofusca
Eres de un relativismo... Si en verdad el Papa fuera tu maestro en la fe...
EliminarEstimado padre Filemón.
ResponderEliminarReitero mis comentarios anteriores y mis felicitaciones. Y le vuelvo a agradecer este luminoso artículo.
No veo por el momento críticas o dudas para plantearle. Pero sí tengo un pedido que hacerle: no demore volver a escribir sobre temas litúrgicos.
Me complace tu consenso, Ernesto, consenso al que mucho valoro.
EliminarPues sí, no tardaré demasiado en volver a escribir sobre liturgia. Probablemente en los próximos días.
Querido profesor,
ResponderEliminarhe dado con este blog a través de un amigo, también discípulo suyo, y me ha dicho de quien se trata.
Una verdadera alegría poder encontrar este sitio.
Muchas gracias, querido profesor, por escribir de todo esto y tener la valentía de decir las cosas claras, para dejar de movernos en el mundo de las sombras.
Desde ya me uno a este blog como habitual seguidor.
Matías Luna Restrepo
Estimado Matías,
Eliminartu nombre me trae lejanos ecos, pero por más que me esfuerzo no logro dibujar tu rostro en mi memoria. Los recuerdos se me desdibujan.
Pero sí, seguramente, como tú dices, doy por hecho que me habrás tenido como profesor.
Me complace que mis artículos te sean útiles.
Quedo a tu disposición por cualquier pregunta que quieras hacerme, o cualquier duda que desees plantear. Por supuesto: también acepto críticas.
Estimado Filemón, antes de escribir mi comentario ya había leído MP Summorum Pontificum (la carta a los Obispos anexa) y el MP Traditionis custodes (y también la correspondiente carta a los Obispos), Cuando le decía que había leído "algunas cosas sobre el tema" me refería a sus artículos y a algunos otros. De cualquier modo, me ha dado la sensación (puedo estar equivocado) de cierta suficiencia por su parte no respondiendo a las cuestiones que le planteo y mandándome a leer más para tener conocimiento de causa. No creo que sea muy considerado por su parte negarse a comentar lo que le planteo con esa displicencia que muestra. ¿Tiene o no tiene argumentos para contestar a las cuestiones que le he planteado? Esa es la cuestión. Un saludo con todo respeto,
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarcomprenderá fácilmente que si alguien dice "Hasta hace muy poco nunca había oído hablar del Motu propio Summorum pontificum", lo menos que puede suponerse es que esa tal persona apenas si está informada sobre el tema.
Pues bien, si usted está munido del substancial conocimiento de la doctrina y la ley eclesiástica que supone el dominio de este tema, le serán suficientes los siguientes breves enunciados referentes a las preguntas planteadas. Las explicaciones de estos enunciados le será fácil encontrarlas en mis artículos de este blog.
1. La Santa Sede ha manifestado y manifiesta misericordia y justicia, en tiempos sucesivos, a decisión prudencial del Vicario de Cristo (en este ámbito falible), y a tenor de la buena o mala voluntad manifestada por los fieles en sus actos.
2. No es expresión ambigüa o confusa. Precisamente lo que Benedicto XVI (entre otros) ha llamado "doctrinas nuevas" del Concilio Vaticano II es la mayor explicitación o explicación o desarrollo o profundización de la divina Revelación.
3. Corresponde no a los individuales fieles, sino al Vicario de Cristo el juzgar e implementar en la Iglesia la reforma de la Iglesia (también en ámbito litúrgico) decidida por un Concilio junto al Papa.
4. Es poder del Papa determinar la ley litúrgica eclesial, como está en sus manos determinar toda la disciplina eclesial, siempre contingente y mutable.
5. Si existen abusos en la liturgia actual de la Iglesia, lo que debe hacerse es cumplir cada vez mejor y más perfectamente los principios de la reforma litúrgica indicada por el Concilio Vaticano II y decidida por los Pontífices posteriores al Concilio, promulgada precisamente para corregir los abusos de la liturgia anterior.
6. Le es posible al fiel católico un disenso en el ámbito teórico sobre el oficio pastoral o disciplinar (también en campo litúrgico) del Romano Pontífice, pero en ningún caso ese disenso teórico le habilita al fiel a la desobediencia de la vigente disciplina de la Iglesia, lo que supondría en mayor o menor medida cisma.
Como he dicho, estos enunciados son elementales, y han sido sobradamente explicados en mis artículos, y seguramente insistiré sobre estas y otras cuestiones en futuros artículos.
Estimado P. Filemón. Me admira la capacidad con la que usted parece responder sin responder.
ResponderEliminarDesde luego a la primera pregunta no responde. Bastaría con un simple sí o un no. Y en todo caso alguna matización. Pero dice por lo que no le pregunto.
Sobre la segunda cuestión, sí me parece que coincidimos en cómo hay que entender la expresión "doctrinas nuevas". Pero no me negará que precisamente el matizar que se trata de "profundizar" en las doctrinas de la Revelación y no de descubrir "nuevas doctrinas", puede llevar a confusión.
En la tercera cuestión que le planteo, tampoco responde a mi pregunta. Y a esta también bastaría con un sí o con un no. Los padres conciliares dieron unas indicaciones. En una cuestión de tanta trascendencia parece que no tuvo en cuenta esas indicaciones, pues la Comisión creada para llevar adelante la reforma no las tuvo en cuenta.
A la cuestión siguiente, tampoco contesta. Le planteo algo muy concreto. La orientación en la que celebrar la Eucaristía y el uso del latín. Y simplemente me dice que es poder del Papa... Si esa es su respuesta entonces no sé para que tantas disquisiciones, sínodos, concilios, consultas. Que el Papa haga lo que su real y absoluto poder le parezca y todos los demás a callar y a aceptar. Y punto. Se acabó todo diálogo. Realmente no creo que sea eso lo que usted piensa pero es lo que parece dar a entender.
Me alegra comprobar que en la quinta cuestión confirma usted lo que le planteaba y estoy completamente de acuerdo. Sobre la última habría que precisar muchas más cosas.
No sé si usted a querido despacharme con rapidez prejuzgando que está respondiendo a un pardillo con el que no merece la pena perder tiempo. En cualquier caso me parece que son cuestiones que han de examinarse con calma y profundidad. El hecho que usted ya los haya explicado sobradamente y que piense insistir sobre ellos en futuros artículos lo confirma. Le pido disculpas por haberle perder algo de su valioso tiempo, aunque, una vez puesto a ello, la verdad, me hubiera gustado que contestara a lo que le he planteado y no que me despachara con cuatro simplificaciones. Tengo la sensación de que no me ha tomado usted mínimamente en serio.
Estimado José G. LL.,
Eliminarlamento su decepción.
He respondido a su requisitoria lo mejor que he podido, y sigo pensando que lo había hecho bien; a menos que me equivocara al interpretarlo, y usted esperaba que a sus seis preguntas en el foro le tuviera que responder con seis artículos en el blog. Si era ese el caso, bueno, una vez más, lamento su decepción. Pero mi intención no ha sido la de decepcionarlo, sino la de responder a su requisitoria.
Estimado Fr. Filemón. No voy a insistir. Pero entre unas cuatro líneas que no responden a lo que se pregunta y un artículo entero para contestar a cada una de ellas me parece que hay una gran diferencia.
EliminarPor supuesto que es usted el dueño del blog y me parece que no tiene por qué contestar a preguntas que puedan resultarle algo incómodas.
Y permítame decirle, sin ánimo de ofender, que porque lo considero un sabio e inteligente profesor, pienso que no haber respondido se debe a alguna razón desconocida por mí. Un cordial saludo.
Estimado José Gil Llorca.
Eliminarestimado hijo, y permíteme llamarte así, porque para un sacerdote, sobre todo para un viejo sacerdote como yo, consciente desde hace muchos años de su misión de paternidad, todos los demás se convierten en hijos dilectísimos.
Créeme que en su momento pensé que había respondido suficientemente a tus preguntas, ya sea en mis artículos anteriores, como en la brevedad de mis respuestas.
Pues bien, dado que insistes en sus requisitorias, quiero aclararte que, si fuera el caso de utilidad para los demás lectores, no está fuera de mis intenciones escribir seis artículos a partir de seis temas que me plantees, si es que el diálogo común, entre tú y yo, progresa y se desarrolla debidamente, con aportes mutuos, y siempre en la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, sobre todo al Concilio de nuestro tiempo, el Vaticano II, y en fidelidad al Magisterio de los Papas del postconcilio, y en fidelidad al magisterio actual de Pedro, que hoy se llama Francisco.
Ahora bien, si en tales términos (que son los de dos auténticos católicos, como se supone que somos tú y yo), estás de acuerdo en continuar nuestro diálogo, pues bien, vayamos paso a paso, es decir, un tema a la vez.
Retornemos a tu primera pregunta.
Tú dijiste:
"Hasta hace muy poco nunca había oído hablar del Motu propio Summorum pontificum. No sé si la intención de Benedicto XVI fue la de atraer o no a los miembros de la FSSPX. Pero después de haber leído algunas cosas sobre el tema, me pregunto: ¿No habrá querido manifestar un poco de misericordia con aquellos católicos en comunión con la Iglesia a los que se les consideraba como "apestados" por el hecho de asistir a la Misa anterior a la reforma del Concilio?".
Y yo te respondí: La Santa Sede ha manifestado y manifiesta misericordia y justicia, en tiempos sucesivos, a decisión prudencial del Vicario de Cristo (en este ámbito falible), y a tenor de la buena o mala voluntad manifestada por los fieles en sus actos.
Te invito ahora a que trates de reflexionar nuevamente sobre mi breve pero efectiva respuesta, y me dirás entonces qué no comprendes de ella, o si sigues pensando que no te respondo a lo que preguntas, etc.
Tú tienes la palabra.