En esta Cuaresma del Jubilar Año Santo de la Esperanza, buscamos la paz y sabemos que la paz está cercana. Sabemos bien que nos espera la paz eterna y celestial consecuente a la victoria de nuestro Señor Jesucristo sobre Satanás. Negarse a combatir con Cristo no es verdadero espíritu de paz sino lúgubre presagio de eterna guerra infernal, y no nos permite llegar a la paz eterna, esa paz inefable que pedimos a Dios para nuestros queridos difuntos y que preparamos desde ahora para nosotros combatiendo contra el pecado y que pedimos para nosotros a Dios más allá del umbral de la muerte. [En la imagen: fragmento de "Contraste", acuarela de Antonio Aragón, que representa el Parque General San Martín, Mendoza, Argentina].
El ejemplo de Dionisio el Areopagita
----------En este punto puede ser útil una referencia a Dionisio el Areopagita, quien es un gran maestro acerca del hablar y del callar. La difusión de sus obras se produjo recién en el siglo VI, porque anteriormente la mística cristiana, aunque hubiera ya dotado a la Iglesia de grandes maestros, no había alcanzado todavía la elevación suficiente para apreciar en plenitud las enseñanzas de Dionisio.
----------En efecto, la catequesis y la teología mística de los primeros siglos, por obra de los Padres y de los Concilios, están empeñadas en establecer los Símbolos de la Fe y las bases dogmáticas de la doctrina cristiana, sobre todo el misterio cristológico y trinitario. Una vez aclaradas y consolidadas estas bases, entonces tenía sentido la elaboración y la práctica de la teología mística.
----------Fue así entonces que el esoterismo cristiano fue tomado muy en serio por un grandísimo maestro de teología mística, Dionisio el Areopagita, el discípulo de san Pablo Apóstol. El caso fue que Dionisio inculcó a sus discípulos un tal secretismo, que sus sapientísimas enseñanzas teológicas permanecieron secretas hasta que se hicieron de público dominio a partir del siglo VI, suscitando la admiración de diversos Papas, como fueron los casos de san Gregorio Magno, Martín, Agatón y Adriano.
----------El esoterismo de estas enseñanzas místicas cristianas se explica por el hecho de que las obras del Areopagita son precisamente de carácter iniciático, vale decir, para cristianos que ya son maduros en la vida espiritual, pero no de carácter catequético, en cuyo caso no tendría sentido mantenerlas secretas. Sin embargo, quien ha aprendido el catecismo está llamado, si es que Dios le concede la gracia, a dar el paso ulterior de aprender la teología mística. Y es en este punto que puede encontrarse con Dionisio.
----------La predicación o enseñanza de Dionisio, por lo tanto, supone cristianos ya con una instrucción básica, ya convertidos y penitentes, que desean llegar a la perfección y a la santidad, es decir, a la experiencia mística. No es una enseñanza catequética ni tampoco escolástica, es decir la teología silogística, explicativa o deductiva, sino mistagógica, es decir, de iniciación metódica, acompañada por el ejercicio de la caridad, a los misterios inefables, ante los cuales no hay más que gustar y callar.
----------Sucedió entonces que desde cuando las obras de Dionisio se convirtieron en la Iglesia de dominio público hasta hoy son el modelo de la teología mística, de la iniciación a los misterios del cristianismo, son modelo que ha influenciado en todas las grandes escuelas de la espiritualidad cristiana occidental y oriental.
----------Ahora bien, esta mistagogia debe ser distinguida de la catequesis a los niños y a los adultos, que en cambio es la instrucción cristiana inicial y elemental, mediante la cual vienen enseñadas las verdades de fe que componen el contenido de la doctrina cristiana.
----------En todo caso, la advertencia que se puede hacer a los discípulos del Areopagita es haber sobreestimado la preocupación esotérica del Maestro, permitiendo que esas preciosísimas obras, que podrían haber hecho tanto bien, permanecieran ignoradas incluso durante siglos por los mismos Padres de la Iglesia.
----------Por otra parte, el discípulo de san Pablo, embebido en la mística paulina y joannea, por un extraordinario don del Espíritu, ya tenía una alta mística incluso antes de la elaboración de la teología de los Padres.
----------Es una historia que parece increíble, y sin embargo no veo cómo no pueda sino presentarse en los términos en que lo he hecho, mientras que la tesis hoy difundida, con diferentes argumentos, según la cual detrás de Dionisio se escondería un ignoto monje sirio del siglo V, no me parece sostenible, porque deberíamos admitir que el autor de las Obras que están bajo su nombre, obras de las cuales emana una extraordinaria luz de sabiduría, que no pudieron haber sido escritas sino por un santo, sean obras de un impostor.
----------En cuanto al hecho de que en ellas haya conceptos presentes también en las obras de Proclo, más que sostener que Dionisio el Areopagita hubiera tomado de Proclo, prefiero creer con san Máximo el Confesor, que haya sido Proclo quien ha copiado de Dionisio.
El universalismo del Evangelio
----------Ciertamente, en la historia de las religiones los hombres están llamados a hacer una elección entre diferentes maestros o guías en competencia entre ellos, cada uno de los cuales asegura conocer contra los demás el verdadero sentido y propósito de la vida, el verdadero camino de la salvación, de la santidad, de la virtud, de la felicidad o del encuentro con Dios.
----------¿Quién tiene razón? Es necesario con sanos criterios de juicio examinar las pruebas de credibilidad dadas por cada maestro y ver cuáles son los mejores. En la sociedad pluralista y multicultural de hoy, con una inmensa circulación de informaciones y posibilidades de obtener los conocimientos más variados, donde los seductores más refinados tienen campo libre, donde quien debería vigilar o corregir no lo hace, mientras los testigos de la verdad tienen su vida difícil, más que nunca nos encontramos todos, si no queremos vivir con la cabeza en el saco, en la necesidad y en el deber de estudiar, buscar, examinar, confrontar, comparar y elegir con prudencia y cautela, es más necesario que nunca confiar en Dios mismo para que nos ilumine y avente las insidias de los impostores y de los falsos profetas.
----------Por lo demás, el antes mencionado modo de atraer discípulos lo encontramos también en el cristianismo. Y es precisamente este estilo que Cristo hace suyo y pone en práctica frente a nosotros, y es precisamente esto lo que Él manda hacer a sus apóstoles (Mc 3,6), retomando la predicación del Bautista (Mt 3,2).
----------En todas las civilizaciones, sobre todo en el campo político, filosófico y religioso, existen personajes dotados de especiales cualidades, capaces de interesar a la gente en sus ideas, de hacer que cambien de conducta o ideales, capaces de atraer seguidores hacia ciertos valores o en torno también a su propia persona, capaces de hacer discípulos o de atraer a la gente en su seguimiento, así como sucede que muchos abandonan una guía para seguir otra, por lo que surgen discusiones y contrastes acerca del mejor guía o maestro.
----------La obra del mostrar al prójimo no cristiano, siempre con las debidas argumentaciones y pruebas creíbles, que la fe cristiana es la única religión exenta de cualquier tipo de error, la religión que contiene la plenitud de la verdad, que es la mejor forma de religión entre todas a fin de conducir a los hombres a Cristo, es un preciso deber del cristiano, si es verdad que Cristo es el único nombre en el cual Dios quiere que todos los hombres se salven. Esto no quiere decir que también en las otras religiones no haya, en medio de errores y lagunas, verdades salvíficas que provienen de Cristo y conducen a Cristo.
----------Por otra parte, el anuncio evangélico de la proximidad del reino de Dios no significa necesariamente que el reino esté a punto de llegar o que sea inminente o que sea cuestión del presente o de unos pocos años, sino que significa que el reino de Dios está al alcance de la mano, vale decir, es en definitiva fácilmente alcanzable, aunque Cristo nos dice que es necesario entrar por la puerta estrecha.
----------La facilidad está dada por el hecho de que es Dios mismo quien lo quiere con su gracia, por lo cual, si nos ponemos a su disposición y nos comprometemos en la observancia de los mandamientos, el reino vendrá en virtud de su gracia, será un don de su misericordia.
¿Cuál es la paz que está cerca?
----------Anunciar la cercanía del reino quiere decir anunciar la proximidad de esa paz que Cristo nos da poniéndonos en su seguimiento en la lucha contra las fuerzas del mal. ¿Cuál es la paz que está cercana? ¿La paz entre Ucrania y Rusia o la paz escatológica del triunfo final de Cristo? No lo sabemos. Sólo sabemos lo que nos dicen el Apocalipsis y san Pablo:
----------"Cuando se cumplan los mil años, Satanás será liberado de su prisión. Saldrá para seducir a los pueblos que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número será tan grande como las arenas del mar, y marcharán sobre toda la extensión de la tierra, para rodear el campamento de los santos, la Ciudad muy amada. Pero caerá fuego del cielo y los consumirá" (Ap 20,7-9).
----------Y recordemos lo que expresa el apóstol san Pablo: "Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos, no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen [...]. Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición, el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios. [...] Ya saben qué es lo que ahora lo retiene, para que no se manifieste sino a su debido tiempo. El misterio de la iniquidad ya está actuando. Sólo falta que desaparezca el que lo retiene, y entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el aliento de su boca y aniquilará con el resplandor de su Venida" (2 Tes 2,1-8).
----------¿Son esos tiempos los que actualmente estamos viviendo? ¿Qué es lo que ahora impide la venida del hombre inicuo? O bien debemos aceptar las famosas palabras de san Juan XXIII cuando desaprobó a aquellos profetas de desventura que anunciaban como inminente el fin del mundo y nos invitó más bien a esperar de la aplicación de los decretos del Concilio Vaticano II un nuevo Pentecostés? ¿Este Pentecostés ha llegado? ¿Cómo es que diez años después del Concilio san Paulo VI se lamentó de que con el Concilio esperábamos una nueva primavera y en cambio ha venido una tempestad?
----------Debemos recordar que el mundo no quiere la paz que Cristo nos dona. Dios quiere más bien que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad. Sin embargo no todos corresponden a la propuesta divina. Sin embargo, todos saben que Dios existe, incluso los ateos. De hecho, todos tendrán que rendir cuentas un día ante el tribunal de Cristo. Con todo, aún así, algunos no tienen ningún temor del infierno, porque no creen en él. Algunos piensan que Dios no castiga. Otros incluso niegan la existencia de Dios.
----------Ciertamente quien va al infierno no va precisamente porque le guste el infierno. A nadie le gusta el infierno en cuanto tal. Va al infierno quien no quiere estar con Dios en el paraíso del cielo. Eso es lo que quiere el condenado, y por eso, para estar lejos de Dios, acepta el infierno. El impío piensa así: mejor en el infierno, lejos de Dios, que en el paraíso del cielo, en compañía de Dios.
----------No a todos Dios interesa; a algunos no les interesa la cuestión del ser, sino solo las cosas concretas. A algunos no les interesa la causa primera; les bastan las causas de los fenómenos. Algunos incluso dicen que Dios no existe y que Dios es una invención de los curas o de la imaginación de los frustrados y de los infelices.
----------A algunos no les interesa recibir misericordia de Dios porque consideran no haber hecho nada malo de lo que tengan que arrepentirse porque son ateos. No todos aman a Dios, sino que algunos lo odian. Hay quien se somete a Dios, pero también hay quien se diviniza a sí mismo o diviniza al hombre. Hay quien no puede prescindir de Dios, pero también hay quien cree que puede prescindir de Él porque se las arregla por sí solo. Para algunos, el mayor bien del hombre no es Dios, sino el propio hombre.
----------El apóstol san Juan nos dice que, en los hechos, aunque todos somos creados hermanos y debemos amarnos entre nosotros, existen sin embargo hijos de Dios e hijos del diablo. Los hijos de Dios desean vivir en paz con todos, pero los hijos del diablo les hacen guerra.
----------La ética cristiana parece a una primera mirada contradictoria: por una parte tiene un carácter pacífico: anunciar, persuadir, dialogar, testimoniar, argumentar, demostrar, razonar, hacer razonar, amar al enemigo.
----------Cristo mismo, aunque es el príncipe de la paz y el reconciliador del hombre con Dios, es presentado por el Evangelio como "signo de contradicción" y Él mismo afirma haber venido a "traer una espada", poniendo a los familiares por causa suya los unos contra los otros.
----------El hecho es que la ética cristiana, como bien sabemos, prevé una lucha, una batalla, una guerra, un combate contra fuerzas adversarias que son irreductibles, a las cuales es posible impedir de hacer daño solamente con el uso de la fuerza o con el uso de las armas.
----------La moral evangélica requiere ser más fuertes que el enemigo para poderlo vencer en batalla y someterlo. O se vence el pecado o se es vencido por el pecado. Pero es precisamente de este modo que ninguna ética es tan constructora de paz como la ética cristiana, y la misma historia lo demuestra. Suscitadores de divisiones y de guerras son los herejes, cristianos vencidos por el demonio.
----------Nuestro Señor Jesucristo es Aquel que indica a la humanidad lacerada y dividida en sí misma y rebelde a Dios, los caminos, los modos y los métodos de la reconciliación del hombre consigo mismo, del espíritu con la carne, del individuo con la sociedad, del varón con la mujer, del hombre con la naturaleza, de los hombres y de los pueblos entre sí y con Dios.
----------Nosotros los hombres, por cuanto respecta al ideal moral a alcanzar, desde los tiempos del pecado de Adán hasta hoy nos encontramos en esta alternativa: o concebir el ideal moral en su plena elevación; pero entonces debemos honestamente reconocer que no logramos con nuestras fuerzas realizarlo, sin por ello llegar a decir con Lutero que nuestra voluntad no es libre, ya que si es voluntad, es libre; de lo contrario no es voluntad sino el instinto de las bestias.
----------Es cierto que Cristo habla de la posibilidad de ser esclavos del pecado, pero al mismo tiempo Cristo nos recuerda que depende de nosotros guardar los mandamientos. Él se apoya en nuestra buena voluntad y presenta el reino de Dios como objeto de libre elección y de conquista, aunque no ciertamente como prospectiva facultativa sin consecuencias en caso de rechazo. Pero si al rechazo sigue el infierno, queda siempre cierto que la amenaza del infierno no quita la libre voluntad del acto con el cual el pecador se hace merecedor del infierno.
----------Por tanto, nos espera la paz eterna y celestial consecuente a la victoria de nuestro Señor Jesucristo sobre Satanás. Negarse a combatir con Cristo no es verdadero espíritu de paz sino lúgubre presagio de eterna guerra infernal, y no nos permite llegar a la paz eterna, esa paz inefable que pedimos a Dios para nuestros queridos difuntos y que preparamos desde ahora para nosotros combatiendo contra el pecado y que pedimos para nosotros a Dios más allá del umbral de la muerte.
Para quien se obstina deliberadamente en el camino del pecado, el infierno ya está aquí, en esta vida terrenal. Seguramente Dios llama a todos a la conversión, algunos responden otros no. Muchas conversiones son llamativas y magníficas, como ocurrió con San Pablo... para otros la llamada de Dios se hace en el misterio de la conciencia, en la banalidad de lo cotidiano repentinamente inundado por una luz que hace ver las cosas por lo que son, que hace conscientes de los propios pecados en el disgusto inmenso de haber ofendido a Dios... Dios ama a todos, pero solo los pequeños oyen claramente su voz, como Samuel y, aún más, como María... y, por lo tanto, la soberbia, la vanagloria, con su ruido hacen inaudible la voz divina, la ligera brisa del Espíritu... De hecho, el infierno es caótico y ruidoso, y, me temo, bastante concurrido... por tanto el temor de Dios es una gran virtud, un temor, pero basado en la confianza en Él, quien, juez misericordioso, ve perfectamente en nuestras almas.
ResponderEliminarOlvidaba: para María la llamada de Dios es particular y única, para ella que es la Inmaculada Concepción la voz de Dios es clara, límpida, el Creador se alegra ante la única criatura sin mancha original, la Madre del Verbo.
Estimada Rosa Luisa,
Eliminarcomparto plenamente lo que usted dice, y que son cosas muy importantes para nuestra vida.
La paz es una utopía
ResponderEliminarNunca ha existido y nunca existirá.
EliminarEs necesario que las guerras ocurran ... palabra de Dios.
EliminarLa mejor exégesis es la historia misma.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarusted como católico debería saber que la paz perfecta de la humanidad será aquella de la cual gozarán los resucitados en la Jerusalén celestial. Sin embargo, siempre como católico, debería saber que Cristo nos ha dado a nosotros los católicos su paz, que tiene como efecto el inicio de su realización en la Iglesia Católica. Ciertamente, mientras vivamos en esta vida mortal siempre habrá guerras, porque todos sufrimos las consecuencias del pecado original y por eso la Iglesia admite aún hoy la legitimidad de una guerra de defensa con armas convencionales. Por lo demás, le recuerdo que estamos en el Año Santo de la esperanza. Con las premisas anteriores, ¿qué podemos o debemos esperar sino en un crecimiento de la presencia de la paz de Cristo en este pobre mundo afligido por las miserias y por la guerra?
La paz que Cristo nos ha dado es la paz interior, y usted debería saberlo.
EliminarIntentar endulzar las palabras de Cristo es del todo inútil. "Oiréis hablar de guerras y de rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que esto suceda, pero aún no será el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino; habrá hambre y terremotos en varios lugares; pero todo esto no será más que principio de dolores".
EliminarComo he dicho, la historia es la exégesis de las palabras de Cristo.
EliminarLas guerras en el mundo en este momento son 56 y la invasión israelí de Gaza y la rusa de Ucrania son solo los más conocidos de una larga lista de conflictos.
EliminarEl año santo no detendrá las guerras, al mundo no le importa nada del año santo.
EliminarCristo no es un idealista. Es la verdad.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarindudablemente, la paz exterior nace de la interior. Estoy de acuerdo en que la paz importante es la paz interior, es decir, la paz de la conciencia, la conciencia de estar en paz con Dios y con el prójimo. Sin embargo, esta paz no puede ser auténtica si al mismo tiempo no nos esforzamos por la construcción de la paz con nuestro prójimo y a nivel social y, por tanto, si no nos esforzamos en hacer nuestra parte para la solución de los conflictos, aunque también fueran conflictos bélicos.
Las predicciones del Señor, que usted me cita, las conozco muy bien. Sin embargo, no son fáciles de interpretar y lamentablemente pocos teólogos tratan temas de este tipo.
Por otra parte se oye hablar de videntes que prevén en muy poco tiempo el desencadenamiento de temibles fuerzas catastróficas, que deberían preparar el fin del mundo. A este respecto, estos mensajes no muestran pruebas convincentes de credibilidad. En este punto podemos preguntarnos qué podemos hacer.
Como ya le he dicho, lo más sabio que hay que hacer es escuchar la voz del Papa, quien, como usted sabe bien, ha tenido de Cristo la tarea de guiar a la humanidad a la verdadera paz mesiánica. Esto significa que, para nosotros los cristianos, esta paz mesiánica comienza ya ahora por el ejercicio de la caridad fraterna.
Además, el Papa ha convocado este Año Santo de la esperanza, precisamente porque el objeto de esta esperanza debe ser precisamente la paz. Como ya le he dicho, es verdad que solo en la Jerusalén celestial no habrá más guerras, pero esto no nos impide esperar que las numerosas guerras en curso podrán disminuir gracias a la mayor presencia del Espíritu Santo, obtenida por nuestra oración y la credibilidad de nuestro testimonio cristiano.
Estimado Padre Filemón,
EliminarEl primero de todos los vicarios de Cristo es la conciencia.
La paz está solo en el Cielo.
EliminarLa esperanza es diferente de la ilusión.
EliminarEstimado Jorge,
Eliminar¿acaso pretende usted conocer a Jesucristo mejor que el Papa? El Evangelio nos enseña claramente que la paz celestial es la maduración final de una paz interior y exterior, que puede y debe comenzar a ser construida desde ahora, aunque en un mundo que conoce la guerra, sostenidos por la esperanza que Cristo nos da en la venida progresiva del Espíritu Santo, que guía a la plenitud de la verdad y de la paz.
Si usted ve en este mundo solamente la presencia de las guerras y no hace las consideraciones que le he propuesto antes, basadas en el Evangelio, usted espera en vano también la paz celestial, porque nadie puede merecer esta paz, si no trabaja por esta paz desde la vida presente.
No hay cristianos de serie B, cada uno tiene su carisma.
Eliminar"No, no hay cristianos de serie B, no, cada uno tiene su carisma personal y también comunitario". Palabras del Papa Francisco
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarestoy de acuerdo en que cada uno tiene su carisma, pero no entiendo a qué se refiere cuando habla de cristianos de serie B. Puedo tal vez avanzar una interpretación. ¿Esta manera suya de expresarse hace referencia al hecho de que en la Iglesia hay católicos deseosos de sobresalir sobre los demás, como por ejemplo los modernistas?
Estimado Jorge,
ResponderEliminarusted como católico debería saber que la paz perfecta de la humanidad será aquella de la cual gozarán los resucitados en la Jerusalén celestial. Sin embargo, siempre como católico, debería saber que Cristo nos ha dado a nosotros los católicos su paz, que tiene como efecto el inicio de su realización en la Iglesia Católica. Ciertamente, mientras vivamos en esta vida mortal siempre habrá guerras, porque todos sufrimos las consecuencias del pecado original y por eso la Iglesia admite aún hoy la legitimidad de una guerra de defensa con armas convencionales. Por lo demás, le recuerdo que estamos en el Año Santo de la esperanza. Con las premisas anteriores, ¿qué podemos o debemos esperar sino en un crecimiento de la presencia de la paz de Cristo en este pobre mundo afligido por las miserias y por la guerra?
No debemos hacernos ilusiones.
EliminarEstimado Jorge,
EliminarJesucristo nos pone efectivamente ante la dolorosa realidad de la existencia de las guerras, que es consecuencia del pecado original y de nuestros pecados personales, pero al mismo tiempo nos ayuda a esperar contra toda esperanza. ¿Qué significa esto? Que la esperanza cristiana tiene por objeto un bien, que está por encima de lo que humanamente se puede esperar.
Constatando la presencia de 56 guerras (aunque quizás son muchas más), se desespera realmente que la paz sea posible. Pero en este punto usted debe dar prueba de su fe, porque cuando yo le cito la esperanza que nos ofrece Jesucristo, no me hago ninguna ilusión y no soy un idealista, porque creo en la palabra de Cristo, quien nos asegura que si nosotros le obedecemos, nos da esa paz mesiánica, que solo Él puede darnos.