En el mundillo católico surgido de la explosión informativa telemática, que ha dado lugar a las publicaciones por internet y a las redes sociales, abunda la basura: una especie particular de esa "sporcizia" denunciada con tonos dramáticos por el entonces cardenal Ratzinger el Viernes Santo del 2005. La Iglesia, y sus actuales problemas, su crisis, inducen al discurso de muchos que, es evidente, no tienen la mínima competencia para hacerlo, pues de la Iglesia sólo puede hablar con propiedad la ciencia de la fe, la teología, y aquí el problema también radica en que no todo lo que se suele llamar teología, lo es verdaderamente.
Verdadera teología y falsa teología
----------¿Cómo distinguir la verdadera teología, o sea la auténtica ciencia de la fe, de la falsa teología, que no es más que una equívoca filosofía religiosa o a veces ni siquiera sociología religiosa?
----------Un triste y escandaloso fenómeno que lamentablemente se puede notar hoy en la cultura católica es la proliferación de ciertas personas, ya sea sacerdotes, religiosos y laicos, hombres y mujeres, quizás licenciados en teología en alguna Facultad Pontificia, pero que en realidad no saben qué es la teología; de donde se puede fácilmente imaginar los desastres que se combinan en consecuencia.
----------Al mismo tiempo, si por una parte se nota que hay ciertos laicos, incluso del pueblo, madres de familia, jóvenes, obreros, campesinos, los cuales, seguros en su propia fe, tienen el discernimiento para advertir las herejías que propalan los malos teólogos o pastores, por el contrario, lamentablemente, hay otros que, quizás no sorprendidos por el éxito mediático que obtienen, sobre todo periodistas con indudables cualidades, pero privados de formación académica o de mandatos eclesiásticos, se hacen pasar por censores con juicio inapelable incluso contra teólogos de profesión que llevan largos años al servicio. de la Iglesia o de la Santa Sede y se ofenden si esos teólogos se permiten hacer algunas observaciones.
----------¿Qué diríamos de este comportamiento, si por ejemplo, observáramos esta misma actitud en los ámbitos clínicos relacionados con la salud física, en la medicina, en la farmacéutica, o en la estructura sanitaria pública? Y en el campo del conocimiento de fe o del bien del alma, ¿no deberíamos ser más humildes y escuchar a quienes, aun cuando indignamente, tienen un mandato oficial de la Iglesia o una larga experiencia pastoral, sobre todo si son sacerdotes u obispos? Por no hablar del mandato otorgado al Sumo Pontífice.
----------Tomemos, por ejemplo, el caso muy conocido y evidente de un Vito Mancuso [n.1962], al que ya nos hemos referido en este blog. Su libro sobre el alma ha vendido unos 200 mil ejemplares, y su autor es invitado regularmente por muchos centros culturales católicos, siendo doctor en teología por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. Hay que recordar que el cardenal Carlo Maria Martini [1927-2012], haciéndole el prólogo a ese libro, declaraba abiertamente y, permítanme decir, descarada y desvergonzadamente, que él es "católico" y que "siempre lo será". Sin embargo, al mismo tiempo, ese libro rechaza cuatro o cinco dogmas, porque, según dice su autor, serían "contrarios a la razón", digamos mejor: a su razón.
----------Por otra parte, me pregunto: ¿cuántos son los teólogos católicos que admiten hoy, con método realista y no subjetivista, la existencia de una razón universal y objetiva, propia del hombre como tal, en la que la cultura europea ha creído desde Platón y Aristóteles, y luego desde Santo Tomás de Aquino a Kant, aunque este último no reconociera adecuadamente el realismo y los presupuestos empíricos?
----------Para muchos teólogos de hoy, a causa de un malentendido pluralismo, no existe por tanto la razón, universal e inmutable, con sólidas certezas objetivas, sino que cada uno tiene su propia razón, por lo cual se puede razonar como a cada cual le place, es decir, en base a la apariencia, o a su particular cultura, en continua evolución, no por lo tanto en base a la realidad en sí, externa e independiente del pensamiento: lo importante es hacerse discípulos y de eso se habla en los mass-media y en los círculos intelectuales. Parafraseando la famosa novela de Cronin: Las estrellas miran hacia abajo (The Stars Look Down, 1935), podríamos decir con gran pesar: "Los obispos miran hacia abajo", aún tratándose de sus propios seminarios.
----------Santo Tomás de Aquino y Kant hablan de "razón especulativa", aunque por supuesto de un modo muy diferente entre sí. Hegel volverá a hablar de ello, pero ya en un sentido panteísta y gnóstico, lo que suscitará la justa, aunque exagerada, reacción del gran Kierkegaard, que como buen protestante redescubrirá el irracionalismo existencialista y occamista de Lutero.
----------Hegel todavía habla de "ciencia" del Absoluto y reconoce que captamos la verdad divina en el "concepto". Sin embargo, desprecia la teología, que para él se sitúa no en el alto nivel del denken (pensamiento), sino en el bajo y vulgar nivel del Vorstellung (imaginación). Así, la "Ciencia absoluta" y el "Concepto absoluto", de Hegel, idealistamente idénticos a lo real, son de tal manera pretenciosos, que también serán rechazados por Kierkegaard. Por eso Kierkegaard, espíritu honesto y sincero amante de la verdad, se mostró al mismo tiempo agudísimo crítico de las imposturas hegelianas, tanto que, como ha demostrado Cornelio Fabro en sus interesantísimos estudios, el filósofo danés está muy cerca de nosotros los católicos y del mismo santo Tomás (esto lo vió también el padre Leonardo Castellani). El hecho es que después de Kierkegaard ya no se habla de "razón especulativa" a causa del advenimiento del historicismo, del positivismo y del existencialismo, con su característico desprecio por la metafísica y por la filosofía escolástica.
Una verdadera teología necesita de una buena filosofía
----------Algunos, sobre todo entre los católicos, continuarán creyendo desinteresadamente en la verdad, si no de la razón, al menos de la fe, pero se darán las diversas formas de tradicionalismo, liberalismo, subjetivismo, fideísmo, sentimentalismo, ontologismo y fenomenismo condenados por la Iglesia desde los tiempos del beato papa Pío IX y del Concilio Vaticano I hasta el papa Pío XII. En efecto, la fe es imposible o falsa, si no existe una verdad racional que haga de presupuesto o de soporte. Por eso santo Tomás sostiene que una buena teología se construye solo usando una buena filosofía (Sum.Theol., I, q.1,a.1).
----------El renacimiento tomista de finales del siglo XIX, preparado por una serie de notabilísimos y celosos filósofos y teólogos y fuertemente sostenido y promovido por el papa León XIII y los posteriores Romanos Pontífices, hasta el Concilio Vaticano II, que recomienda expresamente el discipulado tomista, ha dado un nuevo crédito a la cultura católica, a la teología como "ciencia de la fe". Es gran mérito del Aquinate haber fundado la teología católica como ciencia (véase sobre esto los estudios históricos del padre Chenu), aún cuando la teología sea una ciencia en un sentido especial, diferente al de todas las otras ciencias. De hecho, mientras las otras ciencias se fundan sobre principios racionales primeros o sobre el sentido común, los principios de la teología católica están dados por la revelación cristiana, o sea las verdades de fe o dogmas.
----------Por eso se la llama la "ciencia de la fe": no que la fe pueda devenir ciencia o que la ciencia demuestre racionalmente los datos de fe, como creía poder hacer Hegel. Pero en cuanto se trata de una ciencia vinculada a la fe, constituye su presupuesto racional o bien está basada sobre la fe y de ella se deriva, pero sin dejar de ser un saber humano, capaz de objetividad y certeza (theologice certum), o incluso de elevarse a la proximidad de la fe (fidei proximum), sobre todo si se trata de doctrinas aprobadas o recomendadas por la Iglesia (por ejemplo, ciertas doctrinas fundamentales o principales -pronuntiata maiora- de santo Tomás de Aquino), pero también conocimiento falible, que en ocasiones queda limitado al nivel de la simple opinión o probabilidad.
----------Esta alternancia de situaciones epistémicas, a veces sólidas, a veces precarias, depende de la dificultad más o menos grande de las cuestiones afrontadas. Donde la materia está más al alcance de nuestra razón, su realidad ya ha sido explorada y el método de investigación es más seguro, los resultados son más ciertos. De lo contrario, uno se mueve solo en las hipótesis y en una pluralidad de puntos de vista, a veces contrastantes, aunque todos legítimos, si el ámbito de la verdad natural y del dogma es respetado.
----------El teólogo también puede preparar el pronunciamiento dogmático del Magisterio de la Iglesia, cuando su labor alcanza resultados muy sólidos y atendibles, en plena conformidad con la Escritura, con la doctrina de la fe y con la Tradición. Tales resultados pueden ser innovadores, si hacen avanzar el conocimiento de la Palabra de Dios. Sin embargo, una doctrina teológica, por más que sea verdadera, segura, firmemente fundada en el dato revelado definido o no definido, no puede ser objeto de fe teologal, si no es la Iglesia que con su infalible autoridad la eleva a la dignidad de dogma o, en todo caso, de verdad de fe.
Debemos distinguir entre error teológico y herejía
----------Siendo así las cosas, es necesario distinguir cuidadosamente el error teológico de la herejía, aunque un error teológico puede conducir a la herejía. Tomemos por caso algunas ideas de Juan Duns Scoto. Por ejemplo, el concepto escotista de la univocidad de la noción de ser, de por sí es un error metafísico. Pero en ese gran teólogo franciscano de vida santa, la univocidad está controlada y mantenida a raya por tales poderosos correctivos, que se le impide dar sus amargos frutos. Aplicada en efecto en teología, conduce a concebir la diferencia entre el hombre y Dios solo como diferencia existente entre finito (hombre) e infinito (Dios) sobre la base de un mismo concepto de ser, olvidando que el ser de la creatura es tan solo "analógicamente" ser (esse per participationem) respecto al ser divino (esse per essentiam). El hombre no es una ente al cual, para tener el ser divino, se le suma simplemente una cantidad infinita de ser, de modo que el ser como tal se predique unívocamente del hombre y de Dios, es decir, permanezca lo mismo con el mismo significado. Por el contrario, como dice el IV Concilio Lateranense, "entre el creador y la creatura no se puede dar una tal semejanza, sin que se deba afirmar una aún mayor desemejanza" (Denz. 806).
----------Es cierto que el ser metafísico de Scoto es todavía sólo el ens ut ens, el esse común. Pero entre el ser de la creatura, unívoco con el ser divino, por mucho que se enfatice la distancia infinita, por cuantitativa y no cualitativa que sea, y el ser divino, en realidad sólo queda una sutil pared, que será fácilmente demolida por el panteísmo spinoziano y hegeliano en los siglos siguientes.
----------El remedio aportado por Guillermo de Ockham con la introducción de la equivocidad, no servirá de nada, dado que, si por una parte, con el pretexto de la libertad y omnipotencia divinas, se abre un abismo infranqueable entre el hombre y Dios, aquello que Kant llamará el "abismo de la razón" de luterana memoria, y la razón ya no conduce a Dios, por la otra parte, el ser divino ya no se concilia con el ser humano, por lo que en los siglos siguientes nacerá el terrible dilema: o el hombre expulsa a Dios rebelándose contra Él y se tendrá el ateísmo; o Dios absorbe en sí al hombre que se hace idéntico a Dios y se tendrá el panteísmo.
La teología narrativa
----------Pasemos a otro aspecto de nuestro tema. Ciertamente, la teología, en cuanto discurso sobre Dios, no siempre debe proponerse como modalidad científica, porque algunos de sus objetos, como lo demuestra claramente la historia de la salvación narrada por la Sagrada Escritura, son hechos, acontecimientos, lugares o individuales personas o grupos actuantes en el espacio-tiempo, por lo tanto una materia contingente, que no puede asumir la forma de la ciencia, teniendo ella por objeto lo universal y lo necesario. Por eso, algunos hablan de "teología narrativa". De hecho, se puede hablar de Dios narrando hechos, por ejemplo el hecho de la Encarnación del Verbo o de la ascensión de Cristo al cielo.
----------Sin embargo, ya que Dios Uno y Trino es Ser absolutamente necesario, eterno e inmutable, principio universal de todas las cosas, y lo necesario, eterno, inmutable y universal es objeto de la ciencia, he aquí que la teología, más que narración, es ciencia; y, si ella narra, lo hace en relación con su objeto principal que es Dios, como señala santo Tomás (Sum.Theol., I, q.1, aa.2 y 7).
----------La teología ciertamente narra, pero lo hace para conducirnos a Dios o para mostrar las obras de Dios. La narración como un fin en sí misma es historia, no teología. Más aún, nos alejamos de la teología y de la verdad misma, cayendo al límite en la herejía, en esas concepciones de la teología, inspiradas en Hegel, en las cuales la historia acaba por invadir todo el campo del ser y sustituir a la metafísica, para la cual nada existe inmutable, es decir, todo es devenir, incluso Dios.
----------Por otra parte, santo Tomás, que es también gran teólogo especulativo, amante del concepto propio y preciso, reconoce que la teología, por el hecho mismo de usar la analogía del ser, puede y debe hacer uso de la metáfora (Sum.Theol., I, q.1, a.9), que es una forma de analogía, cuando la mente advierte no ser proporcionada a la inmensidad de lo divino: un lenguaje que por lo demás es muy común en el Evangelio. De tal modo, el concepto preciso y apropiado, propio de la ciencia, se acompaña en teología con la expresión metafórica, que de por sí sería propia de la poesía. Incluso en esta implementación de la poesía, la teología muestra ser una ciencia diferente de las demás. De hecho, aquí concepto y metáfora se iluminan mutuamente: el concepto ilumina el intelecto, la metáfora sostiene la imaginación. Si, por ejemplo, decimos que el pecado es una "ofensa" a Dios, claramente esto es una metáfora, ya que, propiamente hablando, es decir metafísicamente, ¿de qué puede ser menoscabado o de qué puede ser privado el Absoluto? Sin embargo, la comparación con las acciones del hombre, nos ayuda a comprender el mal del pecado.
Teología natural y teología sobrenatural
----------Otra consideración. Como sabemos, existe una teología natural y una teología sobrenatural, que es la teología católica, fundada sobre la virtud teologal de la fe, que nace de la escucha de la predicación de la Iglesia (fides ex auditu). Sólo los principios del segundo tipo de teología son de fe, mientras que los de la primera son de razón y de sentido común. En cambio, el método de investigación y los procedimientos demostrativos son científicos tanto en uno como en otro caso. La teología se construye recabando de fuentes especiales o valiéndose de especiales medios epistémicos o metodológicos, los llamados "lugares (del griego: topos) teológicos" (iniciador de este tratado, luego convertido en clásico, fue el dominico Melchor Cano con su obra De Locis theologicis, edición Venecia, 1776).
----------Las fuentes principales son la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Fuentes o instrumentos o ciencias auxiliares son una buena filosofía, la liturgia, la patrología, la historia de la Iglesia, la historia de la teología, el derecho canónico, la hagiografía, la historia del arte y de la literatura.
----------La teología es verdadera teología cuando su método es correcto desde el punto de vista epistémico, cosa, esta, que conduce a la ortodoxia de los contenidos, así como el camino correcto para un cierto lugar nos conduce al lugar al que pretendemos arribar, aunque de algún modo puedo conocer este lugar incluso antes de llegar allí. Así, de modo similar, los contenidos de la teología tienen ya un valor en sí mismos, también independientemente del método con el cual el teólogo los ha establecido. Indudablemente, de un método incorrecto, como se ha dicho, no pueden sino surgir errores. De lo falso no surge la verdad. Pero esto no impide que un teólogo adquiera o acoja doctrinas teológicas válidas, ya sea por aprendizaje de otros u obteniendo información de sus colegas de trabajo.
----------El criterio epistémico para establecer el valor de una teología es, por lo tanto, doble: es necesaria la corrección del método y la ortodoxia de los contenidos, que a su vez se verifica siguiendo dos vías: control de la bondad de la filosofía de la cual el teólogo se ha servido y verificación de la ortodoxia en referencia a las enseñanzas del Magisterio, el cual interpreta infaliblemente las dos fuentes de la Revelación: Escritura y Tradición. Si la teología de un determinado autor pasa por estos exámenes, entonces esa teología es verdadera teología. Este importantísimo tema del estatuto científico de la teología siempre ha sido tratado por los tomistas, sobre todo por la escuela dominicana. Solo por hacer algunos nombres del siglo pasado: Garrigou-Lagrange, Maritain, Congar, Journet, Ramírez, Gagnebet, Gardeil, Spiazzi, etc.
Supuestas obras de teología que, rigurosamente, no son teología
----------Debemos hacer ahora una importante aclaración. Cuando se niega, como aquí lo hacemos, a las obras de ciertos autores que pasan por ser teólogos, el verdadero carácter teológico de sus escritos, naturalmente no se pretende necesariamente señalar en ellas algún error doctrinal, sino simplemente observar que, según la rigurosa definición de "teología" que hemos establecido, ellos no pueden propiamente ser calificados como "teólogos", aún cuando se identifiquen como seguidores de la tradición católica, y aún cuando aquí podamos tener grandes nombres como Chesterton, Dostojevsky, Bulgakov, Berdiaeff, Guardini, Papini, Pascal, etc., sino que, en todo caso, podemos calificarlos de "pensadores religiosos".
----------Por cuanto respecta luego a la tradición teológica protestante, aún cuando Lutero, antes de ser excomulgado, fuera doctor en teología debidamente autorizado y se hiciera considerar como "teólogo", sin embargo no se puede decir que el tipo de "teología" iniciada por el protestantismo, y que hoy está teniendo una influencia en el mundo católico, sea una verdadera y propia teología, no obstante la atención a la Sagrada Escritura y las intuiciones teológicas muy profundas de muchos maestros del protestantismo y la extraordinaria intensidad de sus estudios y de su erudición.
----------Pero se necesita mucho más para tener una teología que se precie de tal. Aquello que de hecho falta es un verdadero espíritu sistemático, es la asunción de todos los lugares teológicos, el respeto por la lógica, un lenguaje preciso como corresponde a la ciencia, un moderado uso de la imaginación y de la emotividad. De ahí la facilidad para caer en enormes confusiones o, por el contrario, en oponerse a lo que debería ser unido y armonizado, por no hablar de la arrogancia con la cual son tratados no sólo la tradicional teología escolástica, sino también, como es sabido, el propio Magisterio de la Iglesia.
----------Se diría que se trata de una desastrosa confusión entre profetismo y teología, que conduce a abusar del aspecto metafórico y alusivo del lenguaje profético, que ciertamente puede ser sugerente, pero sin una oportuna vigilancia crítica, una rigurosa conceptualidad y una metodología teológica, a menudo se aleja del sendero de la verdad. Como establece santo Tomás, la teología es formalmente una sola ciencia (Sum.Theol., I, q.1, a.3), aunque materialmente y descriptivamente, incluso por motivos didácticos, conlleve una multiplicidad de ramificaciones o disciplinas, las cuales sin embargo se refieren todas al objeto principal, que en la teología católica, es Dios revelado en Cristo en la interpretación dogmática del Magisterio de la Iglesia. Estas ramas o especializaciones no están entonces determinadas en relación a Dios, aunque se deba distinguir el tratado De Deo Uno del De Deo Trino y de la Cristología, sino más bien en relación a lo creado, al hombre y al mundo y, por lo tanto, al actuar de Dios en lo creado y en la historia (magnalia Dei).
La división de la teología y la necesaria especialización teológica
----------Así sucede que hoy el campo de las disciplinas teológicas es de tal modo vasto y múltiple, que ya no existe, como era posible todavía en el Medioevo, un teólogo académico capaz de abarcar todos los sectores del saber teológico, sino que, a fin de tener una buena preparación, quien quiera ser teólogo, sobre todo si quiere ser teólogo académico, debe necesariamente elegir una particular disciplina y especialización y limitarse a ella, sin presumir de sentenciar en los sectores donde no es competente. Algo similar ocurre hoy en día con la medicina, donde, para los problemas serios, es necesario recurrir al especialista.
----------De tal modo, la primera división de la teología es entre teología dogmática o especulativa, que considera los atributos divinos inmutables y en general las verdades divinas inmutables, como por ejemplo los ángeles, bien sea presentes en la historia pasada (protología), presente (eclesiología, mariología y sacramental) y futura (escatología), objeto de pura contemplación, y teología práctica, que considera el actuar humano. A su vez, esta rama de la teología abarca la teología moral, que trata de las virtudes; y la teología espiritual, que trata de la perfección cristiana bajo la influencia de los siete dones del Espíritu Santo. Se habla aquí también de "teología de la perfección", "teología mística", "teología afectiva" y similares.
----------La teología moral a su vez comprende la dirección de la acción del pueblo o del común fiel y la dirección del actuar o de la obra educativa y formativa de los pastores y de los guías del pueblo. La primera es la teología preceptiva (mandamientos de Dios y de la Iglesia); la segunda es la teología pastoral. Pero como el deber del pastor es apacentar al rebaño y anunciar el Evangelio, de aquí nacen respectivamente la teología canónica (fundamentos teológicos del derecho canónico y de las leyes de la Iglesia) y la teología de la evangelización.
----------Esta última involucra varias etapas o momentos educativos. El primer paso es el diálogo, con todo hombre razonable, concerniente a la temática religiosa (teología del diálogo interreligioso y con los no-creyentes); el segundo paso es la demostración de la credibilidad del cristianismo y su defensa de los ataques de los incrédulos (apologética o educación a la fe); el tercero es la instrucción sobre la doctrina cristiana (catequesis); el cuarto es la inculturación, es decir, la inserción del mensaje evangélico en las diversas culturas, debidamente purificadas a la luz del mismo Evangelio; el quinto es la actividad ecuménica (teología ecuménica).
Distinción entre teología escolástica y teología bíblica
----------Dado que la tarea de la teología católica es la de hacer uso de una buena filosofía para interpretar la Escritura y la Tradición bajo la guía del Magisterio, he aquí que, desde este punto de vista, es necesario distinguir la teología escolástica de la teología bíblica. La primera, la teología por antonomasia, teología como "ciencia de la fe", como dice la palabra, es la teología que se enseña en las escuelas católicas y en los institutos académicos eclesiásticos de todo orden y nivel. La segunda, es la investigación, con la ayuda de la exégesis bíblica, de los grandes temas teológicos de la Escritura, que luego corresponde al teólogo sistemático ordenar y organizar en torno a las verdades fundamentales de la fe.
----------Finalmente, hay que tener presente que por una razón más la teología católica no es sólo una ciencia como cualquier otra, sino que, a semejanza del profetismo bíblico y bajo la guía de los dones del Espíritu Santo, es una sabiduría, que supone en el teólogo no sólo un simple saber intelectual, sino un verdadero gusto y, por así decir, una experiencia de las cosas divinas, que le lleva a juzgar de ellas por una especie de afinidad con ellas, que santo Tomás llama iudicium per modum inclinationis (Sum.Theol., I, q.1, a.5). La teología escolástica está así estrechamente emparentada con la teología mística, fruto de la experiencia contemplativa de esa verdad infinita, que es el Pensamiento de Dios, del cual el hombre está llamado a participar aquí abajo en la fe y después de la muerte en la visión beatífica.
No hay verdadera teología fuera de la Iglesia: ni en el cisma ni en otras religiones
----------Finalizo esta reflexión sobre epistemología teológica, subrayando lo central de esta crítica a las varias formas de "falsa teología". En una sola frase: debe afirmarse que, estrictamente hablando, sólo puede existir teología en el seno de la Iglesia católica; o sea, sólo es teología aquella que se elabora desde estrictos presupuestos y estatuto teológico católicos; lo cual quiere decir que la verdadera teología católica no puede ser elaborada por cismáticos o por no-católicos y menos por no-cristianos.
----------Esto que aquí digo lo tenía muy en claro mons. Antonio Livi [1938-2020], y llama mucho la atención que no fuera del mismo parecer otro gran teólogo contemporáneo, como mons. Brunero Gherardini [1925-2017], especialista en eclesiología e intérprete autorizado del pensamiento religioso de los protestantes (desde Lutero a Karl Barth), quien no aceptaba que se le negara a la obra de Barth la calificación de "verdadera teología" y que se la clasificara epistemológicamente como "filosofía religiosa" (como hacía Livi).
----------Pero la calificación de "verdadera teología" se refiere a la "ciencia de la fe", nacida y desarrollada en el seno de la Iglesia católica y caracterizada por la búsqueda de hipótesis científicas de interpretación racional del dogma. Si queremos referirnos a otras formas de pensamiento científico, no podemos usar para ellas el mismo nombre de "teología", a menos que las califiquemos con los adjetivos pertinentes, como cuando hablamos de "teología natural", es decir, de filosofía o metafísica sobre el Primer Principio.
----------¿Se puede entonces hablar de "teología protestante" o de "teología modernista" o de "teología lefebvriana" o incluso de "teología judía", de "teología islámica" o de "teología budista"? Ciertamente que se puede, pero la confusión que de ello se deriva es ruinosa desde un punto de vista científico. Estas llamadas "teologías", de hecho, toman su nombre, no de la teología natural (que es una ciencia filosófica de antiquísima tradición y con una determinación bien precisa del propio objeto y del método que se sigue) sino de la teología sagrada, que es una ciencia nacida a finales de la antigüedad en un contexto de fe cristiana.
----------Estas reflexiones sobre la religión (cristiana, judía, islámica, budista) se denominan "teologías" por una aparente analogía con la teología católica, pero se diferencian sustancialmente de ella en la pérdida de su objeto específico, que es el dogma, es decir, la verdad revelada por Dios en la Escritura y la Tradición, y propuesto por la Iglesia con su Magisterio (doctrina de los Apóstoles y sus sucesores con y bajo Pedro y sus sucesores). Ignorar esta diferencia sustancial conlleva, como dije, a una confusión verdadera y ruinosamente fatal, en total detrimento de la función pastoral que corresponde a la verdadera y propia teología en el interior de la Iglesia católica. No existe verdadera teología fuera de la Iglesia católica.
----------Esta función pastoral de la teología, en efecto, no puede ser desarrollada sino sobre la base de un formal rigor metodológico, sin el cual las afirmaciones sobre la fe no tienen absolutamente ningún valor para la fe misma. Al final, equiparar y mezclar las tesis de una teología protestante o modernista o lefebvriana o judía o islámica o budista con las tesis de la verdadera teología católica es como equiparar y mezclar, en un congreso científico sobre los planetas del sistema solar, la astrología con la astronomía, sin tener en cuenta el hecho de que la primera no es más que una serie de fantasías arbitrarias, desprovistas de rigor científico, mientras que la segunda es una rama importante de la física clásica, cultivada con la acumulación de conocimientos preciosos desde la antigüedad hasta nuestros días.
----------No faltará quien pueda decirme que estas sutiles distinciones epistemológicas tienen poca importancia práctica. Sin embargo, tienen toda la importancia que a ellas debe atribuirse y que aquí he tratado de explicar, porque la teología católica, como he recordado, es una función pastoral de la Iglesia, de la cual el Magisterio siempre ha querido y sabido servirse para el desarrollo homogéneo del dogma. La verdadera teología católica siempre ha sido cultivada en función de la catequesis y de la evangelización, motivo por el cual toda propuesta que se plantee con la etiqueta de "teología" pero que de hecho ignore o contradiga el Magisterio, no sólo falta al deber de fidelidad a su estatuto epistemológico, sino que es directamente causa de desorientación del pueblo de Dios por cuanto respecta a la pureza o la integridad de la fe católica.
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