jueves, 15 de julio de 2021

Pandemia y verdad (3) Sufrimiento y pecado

En la primera nota de esta serie mostré el deplorable estado de la predicación usual durante esta pandemia, en la que los Pastores, en su inmensísima mayoría, han evitado referirse a lo que la divina Revelación enseña sobre la causa del sufrimiento, sobre su naturaleza, y sobre su valor redentor. En la segunda nota dijimos algo acerca de la falta de sentido común de los antivacunas. Abordemos entonces ahora, las verdades fundamentales acerca del significado cristiano del sufrimiento y de la actitud cristiana ante el sufrimiento.

El sufrimiento y sus formas
   
----------El sufrimiento entra en la gran categoría del mal. El mal en general es la privación del bien debido en un sujeto. Esta privación puede ser causada por un agente hacia otro, o bien puede ser padecida por un paciente en cuanto afectado por la agresión de otro. Por lo tanto, el mal puede ser hecho o puede ser padecido. El mal hecho por la creatura humana es el mal de culpa o pecado. El mal padecido es el dolor o sufrimiento.
----------El mal no existe en las sustancias inanimadas, sino solo en los vivientes. ¿Por qué? Porque en la naturaleza las sustancias inanimadas, aunque tienen una identidad que tienden a conservar, sin embargo, por su naturaleza, no la mantienen por tiempo indefinido, sino que evolucionan transformándose en otras, por lo cual, si son cambiadas o desintegradas, no es que tengan necesidad o derecho a retornar como antes o a ser reintegradas, si son descompuestas, a ser recompuestas, si son destruidas, a ser reconstruidas. Si el calor derrite el hielo, este no tiene derecho a volver a convertirse en hielo. Y no se puede decir que el calor haga el mal al hielo derritiéndolo, o que el hielo sufra a causa del calor, sino simplemente que lo uno y lo otro, encontrándose tal como se encuentran, obedecen a las leyes de su naturaleza.
----------El dolor o sufrimiento, en cambio, afecta a aquellas sustancias que por su naturaleza conservan rigurosamente su propia especie y estos son los vivientes. Ellos perciben las ofensas recibidas y reaccionan buscando defenderse o remediarlas y curarse de la ofensa recibida. Un animal puede hacer el mal a otro animal y este segundo sufre a causa de ello. Pero al fin de cuentas, si el león agrede al cordero, sí, ciertamente, le hace sufrir, pero en el fondo obedece a la ley de la naturaleza, que es siempre buena y ordenada al bien general de la naturaleza. Pero el león no hace ninguna mala acción frente al cordero. No tiene ninguna culpa.
----------Las cosas son bastante diferentes en el hombre, precisamente porque el hombre es capaz de ser malo. El hombre sabe realizar verdadera y propiamente el mal porque, a diferencia de todos los agentes inferiores de la naturaleza, agentes irracionales, que ponen en práctica infaliblemente las leyes de la naturaleza establecidas por Dios que es bueno, y por eso son siempre movidos por Dios, obran siempre el bien, el hombre, con su libre albedrío, puede desobedecer voluntariamente y por lo tanto culpablemente a Dios, puede pecar. Y el pecado produce la muerte. He aquí el castigo del pecado.
----------El sufrimiento o dolor es un estado físico, psíquico o espiritual sentido por el viviente como desordenado, contrario, conflictual, hostil, repugnante, odioso y nocivo para sus exigencias naturales, para sus normales funciones, para sus necesidades y para sus fines. El sufrimiento tiene un poder destructivo, que pone en peligro la salud y la propia subsistencia del sujeto, por lo que éste normalmente reacciona rechazándolo y defendiéndose, para eliminarlo o al menos aliviarlo y para retornar a la paz y al bienestar precedentes. El que sufre siente que le falta algo de lo cual tiene necesidad y es lo único que lo vuelve feliz y normal. Padece un mal, es decir, la privación de un bien debido, útil o necesario. Por eso el sufrimiento es llamado "mal de pena".
----------El sufrimiento puede verificarse a tres niveles vitales: físico, psíquico y espiritual. 1) El sufrimiento físico, específicamente llamado "dolor", es la falta de algo necesario para la salud física del sujeto, es el efecto de un trauma o deformación o de una disfunción o deficiencia o patología física o bien de agentes externos nocivos de diversa índole o naturales o vivientes. Aquí funciona también la posesión diabólica.
----------2) El sufrimiento psico-emotivo agrede y ofende al sistema neuro-psíquico con diversos trastornos: enfermedades mentales, pasiones incontrolables, excesos emotivos o carencias afectivas, ataques de pánico, sensibilidad excesiva o frigidez, pesadillas nocturnas, miedos, fobias, delirios, embriaguez, efectos de drogas o estupefacientes, estados depresivos o maníacos, excesos de escrupulosidad, tendencias masoquistas o autolesivas o doloristas. También puede ser causado por ofensas recibidas del prójimo. También en este sector actúa la obsesión o el vejamen diabólico. El nivel físico y psíquico del sujeto puede sufrir si padece violencia.
----------3) El sufrimiento espiritual o moral es una herida o una perturbación del espíritu, que consiste en el hecho de que el espíritu es herido por una ofensa infligida por el prójimo, o se siente en desagrado en una situación embarazosa o permanece amargado por una decepción o por la ingratitud de los demás o humillado o indignado por una injusta condena o entristecido por un amor no correspondido o afligido por la pérdida de una persona amada o aplastado bajo el peso de una responsabilidad excesiva o conturbado o confundido por una culpa real o presunta cometida, o angustiado por la muerte inminente o se encuentra "en las tinieblas y en la sombra de muerte" (Sal 88,6) o se asusta y se desanima ante el fracaso o ante la ira divina o ante la eventualidad de la condenación eterna. El espíritu, que es libre, no puede padecer violencia y no puede ser constreñido a hacer lo que no quiere hacer. Y, sin embargo, si el sujeto está sometido a una acción coercitiva, sufre de todos modos, precisamente por no sentirse libre.
----------Como acabo de mencionar la ira divina, y algún lector puede sentir extrañeza con el término, permítaseme aquí una pequeña notita, en la que detalle su significado, porque nos servirá en esta serie de artículos que tienen mucho que ver con el actual buenismo en la predicación de nuestros pastores.
----------Sobre esta delicada cuestión acerca de la ira divina, un libro reciente (no del todo recomendable) es el de Ralf Miggelbrink, La ira de Dios. El sentido de una provocadora tradición bíblica. Es un estudio rico en útiles citas bíblicas, pero prisionero de la imagen psicológica de la ira como un desfogue pasional, que lleva a concebir un Dios ceñudo, violento, vengativo y cruel. Por lo tanto, no llega a comprender que la imagen bíblica de la ira divina es solo una metáfora para expresar un acto de la voluntad divina y, por lo tanto, un valor puramente espiritual, ajeno a cualquier dimensión psico-emotiva, es decir, el acto de la justicia divina que quiere el castigo del pecado y la condenación eterna de los réprobos. En cambio Mittelbrink, por carecer de inteligencia metafísica, no alcanza a superar esa metáfora y por otra parte no queriendo renunciar al concepto de la bondad divina, termina en el buenismo de Rahner, quien "no conoce el concepto de ira" (p.185), por lo cual todos se salvan y, como en las fábulas y cuentos de hadas, todos vivieron felices y contentos.
----------Volviendo ahora a nuestro análisis general del sufrimiento, debemos decir que el sufrimiento en general puede ser voluntario o involuntario. El sufrimiento voluntario puede ser virtuoso o vicioso. Es virtuoso si se hace, como se suele decir, "de la necesidad virtud", soportando en paz con paciencia, ofreciendo y expiando por los propios pecados y por los de otros, o bien si el sufrimiento está relacionado con prácticas ascéticas o penitenciales. En cambio, es vicioso si está relacionado con el acto del pecado o si se busca por sí mismo por autolesionismo o para hacer sufrir a los otros.
----------El pecado es un mal absoluto, que debe ser evitado en todos los casos, a cualquier precio y sin condiciones. En cambio, el sufrimiento es ciertamente también, como ya se dijo, y en principio, un mal, pero no debe ser evitado en todos los casos, o sea, no siempre se debe huir de él, a cualquier precio y sin condiciones, porque en cambio existen casos, situaciones o circunstancias en las cuales el sufrimiento debe ser acogido de buen grado y con gratitud a Dios, porque Dios nos lo ofrece para nuestra purificación y santificación en unión con el sufrimiento redentor de Cristo; y por esto puede, en ciertos casos, ser incluso buscado con moderación con fines expiatorios, ascéticos o penitenciales.
----------En efecto, mientras que Dios no quiere absolutamente con voluntad de beneplácito el pecado, sino que lo quiere sólo con una voluntad permisiva, en ciertos casos o por motivos de justicia o de misericordia quiere el sufrimiento temporal correctivo o expiatorio en la vida presente y en el purgatorio y la eterna aflicción del infierno.
----------En efecto, es sólo enfrentando y soportando ciertos sufrimientos, superando ciertas dolorosas pruebas, obrando ciertas dolorosas renuncias, afrontando ciertas dolorosas batallas, practicando ciertos dolorosos sacrificios, que nosotros podemos salvar los valores esenciales y conquistar el paraíso del cielo.
   
El sufrimiento es causado por el pecado
   
----------Dios Creador, según la Sagrada Escritura, en su libérrima e infinita bondad, ha creado todo el mundo, con todas sus criaturas, para que el mundo existiera sin el pecado, sin la muerte y sin la corrupción: "Porque Dios no ha hecho la muerte ni se complace en el perdición de los vivientes. El ha creado todas las cosas para que subsistan; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra. Porque la justicia es inmortal" (Sab 1,13-15). "No disfruto de la muerte del que muere" (Ez 18,32). Pero "por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo" (Sab 2,24).
----------El pecado ha devenido posible por la existencia del libre albedrío de la creatura espiritual, ángel y hombre, poder en sí sublime, por el cual la creatura tiene la posibilidad de gozar de la visión beatífica de Dios, pero también de perderse eternamente lejos de Dios. El pecado de la creatura ha tenido origen por el mal uso del libre albedrío. Así, la Sagrada Biblia revela la existencia de este formidable poder: "He puesto delante de ti la vida y la muerte" (Dt 30,19). Si la voluntad elige el bien, es movida por Dios. Si elige el mal, la responsabilidad es sólo suya, de la voluntad del hombre. Dios, si quisiera, podría impedir el pecado, pero no lo hace porque quiere sacar del pecado un bien mayor: la filiación divina en Cristo.
----------Es clarísimo según la Sagrada Biblia, que la causa primera y originaria del sufrimiento es el pecado, el pecado de los ángeles al inicio de la creación (2 Pe 2,4), y el pecado de nuestros primeros progenitores, seducidos por la serpiente, es decir, por el demonio. A partir de ello, por lo tanto, surge la propagación de la culpa original a toda la humanidad: "por un solo hombre entró el pecado en el mundo" (Rm 5,12), con las consecuencias penales, es decir, los sufrimientos, que han seguido para toda la humanidad.
----------El pecado es un acto voluntario con el cual la creatura espiritual, en lugar de orientarse hacia Dios, por Quien ha sido creada y el único en Quien puede encontrar su verdadera felicidad, se orienta hacia un bien creado, ella misma o el mundo, haciéndolos su dios. En la vida sana, la creatura se orienta hacia Dios como hacia su supremo bien y fin último obedeciendo sus leyes, cuya práctica tiene como efecto precisamente la posesión de Dios y la unión con Él. La práctica de la ley divina o ley moral, que es la ley del actuar humano, tiene como efecto una vida buena, virtuosa, sana, y feliz dirigida hacia Dios.
----------Con el pecado, en cambio, el hombre introduce la desarmonía, el conflicto, el desorden, la deficiencia, la miseria, la destrucción, la muerte en todas sus relaciones existenciales: con Dios, entre el hombre y la mujer, consigo mismo, con el prójimo, con la naturaleza: todo se vuelve adverso enemigo o le parece enemigo y dañino: Dios, sí mismo, el prójimo, la naturaleza. Precisamente la naturaleza, según el relato genesíaco, se ha visto deteriorada por el mismo pecado original: "¡Maldito sea el suelo por tu culpa!" (Gén 3,17). Pero el sufrimiento de la naturaleza, según san Pablo, es asumido en el mismo proceso de la Redención del mundo: "la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto" (Rom 8,22).
----------Pecando, la conciencia atormenta al pecador. Con el sentimiento de culpa su yo está dividido en sí mismo, las potencias interiores están en desorden, la comunidad lo castiga por el daño que ha provocado a la comunidad, la naturaleza lo castiga con sus calamidades y desastres.
----------El tormento interior causado por el estado de culpa a causa del pecado cometido, es el verdadero y propio inmediato e inevitable castigo del pecado, intrínseco al estado de pecado y exclusivamente propio del pecado. "¡No hay paz para los impíos!, dice el Señor" (Is 57,21). San Pablo indica este tormento interior, que es el verdadero y propio castigo del pecado: "se ocasionaron innumerables sufrimientos" (1 Tim 6,10). La conciencia advierte en sí misma como un peso que la oprime y la obstaculiza: "bajo el peso de las culpas; nuestros pecados nos abruman" (Sal 65,4). Por eso el padre Metri (en la pluma de Leonardo Castellani) puede decir con razón: "el pecado es una especie de fusil que tira solo". Este castigo entra en la definición misma de pecado. En efecto, el pecado se puede definir como acto merecedor de castigo. Por lo tanto, un pecado que no fuera al menos castigable, no sería pecado. He aquí por qué quien sostiene que un pecado puede no ser merecedor de castigo, niega la esencia del pecado y lo transforma en una buena acción.
----------Ciertamente existe un castigo subsecuente al pecado o al delito, sobre todo si se trata de la sanción penal irrogada por la justicia humana. Este castigo puede ser mitigado o aliviado o incluso eliminado por completo, ya sea por el buen comportamiento del reo o por otros motivos. Incluso el castigo divino subsecuente al pecado puede ser por Dios diferido porque Dios espera que el pecador se convierta, o bien puede también ser anulado, en el caso que el pecador quiera sinceramente cambiar su vida.
----------Consecuencia humillante del pecado original es la esclavitud a Satanás, a la cual la pareja primitiva se ha sometido con el pecado. El demonio es fuente de falsedad y inspirador de los peores pecados, que son los espirituales. Él es hábil en el engañar al hombre, asumiendo también la semblanza del ángel de la luz. Hace sentir culpable cuando se es inocente e inocente cuando se es culpable. Sobre todo, el demonio nos instiga a ponernos en el lugar de Dios, quiere convencernos de que somos Dios y que depende de nosotros establecer la ley del bien y del mal. Quiere convencernos de que Dios es un tirano que nos vuelve esclavos, por lo cual la libertad está en rebelarnos a él y afirmarnos a nosotros mismos y a nuestra propia voluntad.
----------Consecuencia del pecado original es la injusticia en todas sus formas, que reina en esta vida, aunque exista el ordenamiento jurídico querido por Dios. Pero la justicia humana es falible. A veces penaliza a inocentes y gratifica a delincuentes. El hecho de que existan malhechores que no son castigados e inocentes injustamente condenados o perseguidos por los hombres o por el destino no invalida el principio de que el pecado merece el castigo, ni que Dios haga justicia siempre premiando a los buenos y castigando a los malos. Estando así las cosas, la Escritura deja a Dios establecer la justicia eterna y universal en modo pleno y perfecto, más allá de los límites y de los errores de la justicia humana: "La venganza me pertenece" (Heb 10,30).
----------Con el pecado original, el sufrimiento se ha difundido en toda la humanidad, heredera de la culpa original, mientras en la naturaleza parece estar presente ya en el Edén, pues Dios asigna a la pareja primitiva el dominio sobre todos los seres vivos de la tierra (Gén 1,8). Es posible que la ley de la muerte sea también una consecuencia retroactiva del pecado original y por otra parte sea también efecto de la presencia en la tierra del demonio expulsado del paraíso después del pecado de los ángeles (Ap 12,9).
----------La Sagrada Escritura afirma con gran claridad y en varias ocasiones este origen del sufrimiento y de la muerte desde el pecado. Por ejemplo: "Atrajiste el sufrimiento con tu locura" (Sir 47,20); "el que va detrás del mal camina hacia la muerte" (Pr 11,19); "sufrieron por sus fechorías" (Sal 107,17); "es verdad que nosotros padecemos a causa de nuestros propios pecados" (2 Mc 7,32); "el salario del pecado es la muerte" (Rom 6,23); "el pecado, una vez cometido, engendra la muerte" (Sgo 1,15).
----------Ciertamente, la "muerte", de la que habla la Sagrada Escritura, como consecuencia del pecado, no es necesariamente la muerte física, y no puede ser tampoco la aniquilación del alma, la cual es ontológicamente inmortal. Con el término "muerte" como consecuencia del pecado en el alma, la Sagrada Biblia entiende el estado interior de miseria, turbación, inquietud y tormento del pecador privado de la gracia de Dios y corrompido en las inclinaciones de su naturaleza.
----------Con el pecado nos dañamos, ante todo, a nosotros mismos, incluso si pecamos contra el prójimo. Por consiguiente, todo pecado es autolesionismo, es un suicidio. En cambio, cuando pecamos contra Dios, no le provocamos ningún daño, aún cuando la Biblia habla de "ofensa" a Dios, porque a Dios nadie puede quitarle nada y Dios no puede ser privado de nada. Sin embargo, le quitamos el debido honor, aunque Él se glorifique ya a Sí mismo suficientemente.
----------Pero incluso este acto no le daña a Dios, en absoluto, no le daña intrínsecamente para nada, sino que nos daña a nosotros, que venimos a faltar del debido acto de culto divino y de la comunión con Dios. Sin embargo, como sabemos por la divina Revelación, Dios Padre ha querido que la ofensa que le hizo Adán fuera reparada, como si Él debiera ser resarcido por un daño. Y de hecho la Escritura habla del pecado como si fuera un acto que en el pecador crea una deuda, un débito, que el pecador tiene frente a la persona contra la cual ha pecado. La justicia quiere que la deuda sea pagada.
----------No existe sufrimiento que no tenga alguna relación con el pecado o que no derive del pecado, ya sea en cuanto castigo por el pecado, ya sea en cuanto pena de la naturaleza corrompida por el pecado original. Quien separa el pecado del sufrimiento, que es el castigo del pecado, por una parte legitima el pecado impune y por otra parte legitima un castigo del inocente, cosas ambas odiosísimas a los ojos de Dios y de los hombres. Por lo tanto, es cierto el principio bíblico de que si uno sufre, es signo de que ha pecado, porque, si no ha pecado personalmente, siempre ha pecado como hijo de Adán, in quo omnes peccaverunt (Rom 5,12).
----------En sentido absoluto y en principio, Dios no quiere el mal de nadie, ni el mal de culpa ni el mal de pena. Sin embargo, dado que Él permite la existencia del pecado, y es justo que el pecado sea castigado, Él quiere la pena del pecado por el bien del pecador, a fin de que se arrepienta, si está a tiempo para arrepentirse o para que tenga aquello que le espera, si no se arrepiente, es decir, quiere la pena eterna del infierno. Por lo tanto, si Dios castiga a alguien con el infierno, no es porque lo odia, porque si lo odiara, lo aniquilaría.
----------En cambio, Dios mantiene en el ser a las creaturas, que en sí mismas son buenas y amables, y así Él ama también a los condenados del infierno que lo odian, asegurándose de que ellos vivan, aunque justamente castigados, en una condición respetuosa de la dignidad de la persona humana, de modo similar a cómo lo haría un gobernante civil humanista en la gestión de una penitenciaría.

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