viernes, 16 de julio de 2021

Pandemia y verdad (4) Sufrimiento y liberación del pecado

En este cuarto escalón de nuestra serie, nos adentramos en verdades fundamentales de la Revelación cristiana, absolutamente esenciales para comprender el origen del sufrimiento en la actual pandemia, su naturaleza, y sus efectos, y la auténtica actitud del cristiano ante este sufrimiento. Verdades que han estado escandalosamente ausentes de la predicación de nuestros Pastores en estos casi dos años de pandemia.

La cuestión del sufrimiento del inocente
   
----------El sufrimiento del inocente, si se trata de un hijo de Adán, no es el sufrimiento de alguien que sea perfectamente inocente, aunque a temprana edad, no haya cometido ningún pecado personal, porque en cualquier caso se ve también afectado por las consecuencias de la culpa original. Indudablemente puede existir el sufrimiento de los perseguidos o de los injustamente condenados o de los mártires. Pero siempre estamos ahí, en el mismo punto: ellos tampoco son nunca perfectamente inocentes, como si no tuvieran que sufrir las penas del pecado original. En toda la humanidad postlapsaria solo hay dos individuos humanos que han padecido siendo absoluta y totalmente inocentes y estos son Jesús y María.
----------Ningún descendiente de Adán es tan inocente como para no sufrir las consecuencias del pecado original. Job protesta por su inocencia, pero no toma en cuenta que también él sufre las consecuencias del pecado original y no parece recordarlo, o no parece saberlo. La cosa es bastante extraña y es una señal de que cuando fue escrita la historia de Job no había memoria del relato genesíaco del pecado original. Por lo tanto, Job se ve tentado a acusar a Dios de injusticia al hacer sufrir a un inocente.
----------Sin embargo, al final, ante el reproche que le viene de Dios, quien lo acusa de presunción, Job inclina la cabeza y con confianza acepta el sufrimiento de las manos de Dios, sabiendo que Dios sabe lo que hace, pero sigue sin entender por qué Dios permita el sufrimiento de quien se considera inocente.
----------Así también, al responder a las quejas y protestas de Job, Dios no le dice algo así como: "Mira, querido Job, te consideras inocente porque siempre has cumplido buenas acciones, pero deberías saber lo que revelé cuanto he revelado en el relato del pecado de tus primeros progenitores ​​Adán y Eva, que tú padeces las consecuencias de su pecado". Nada de esto, ni parecido a esto.
----------En cambio, Dios reprocha a Job porque se ha atrevido a protestar por el tratamiento que Dios le ha reservado: "¿Quién es ese que oscurece mi designio con palabras desprovistas de sentido?" (Job 38,2). "¿Quieres realmente anular mi sentencia, y condenarme a mí, para justificarte?" (Job 40,8). Pero no le explica por qué le ha hecho sufrir tanto a pesar de que Job se considera inocente; no le explica por qué tiene razón contra Job. Bastaba con que le recordara las consecuencias del pecado original.
----------Sin embargo, no lo hace. Simplemente Dios le muestra a Job. con muchos ejemplos, su infinito poder y providencia. A lo que Job tiene un movimiento de replanteamiento y reconoce: "Sí, yo he expuesto sin discernimiento, cosas superiores a mí, que yo no comprendo" (Job 42,2). Eliú siente que hay algo malo en las quejas de Job y, por lo tanto, le dice: "En esto no tienen razón" (Job 33,12). Pero tampoco a él se le ocurre que Job pueda sufrir a causa del pecado original. Él tiene en mente el principio, en sí justo, de que quien sufre debe haber pecado, pero lo aplica solo a la conducta personal de Job y, por lo tanto, Job se ofende con razón porque sabe que no tiene pecados personales en su conciencia.
----------Es sólo recién con Isaías que nace la idea de la posibilidad de un hombre totalmente inocente y grato a Dios, un así llamado "servidor justo" (Is 53,11), que se hace cargo de nuestros sufrimientos, que es castigado en nuestro lugar, "él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencia" (Is 53,4), pero que por ello justifica a muchos ofreciéndose en sacrificio de expiación, como "manso cordero conducido al matadero" (Is 53,7). Se trata de la profecía del sacrificio de Cristo.
----------Al respecto, netamente contrario al concepto del sacrificio religioso cristiano, del cual altera totalmente el sentido concibiéndolo como una forma de neurosis autodestructiva, es el libro de Massimo Recalcati, Contra el sacrificio. Más allá del fantasma sacrificial (2017). La propuesta de Recalcati, que se basa en el pensamiento de Nietzsche, es la de abolir el sacrificio y disfrutar de la vida presente. El punto de referencia para él es la vida animal. De hecho, uno de los párrafos de su libro se titula precisamente así: "La vida animal es sin sacrificios". Por lo cual la pregunta de fondo parece esta: ¿quién me obliga a hacerlo? La respuesta es clara. Cita como autoridades a Enzo Bianchi y al cardenal Martini, además de los protestantes.
   
La liberación del pecado
   
----------Con la caída original, Dios ha castigado a toda la humanidad con las miserias de la vida presente y el descenso a los infiernos después de la muerte (hebreo: sheol). El hombre, por su parte, ha llegado a encontrarse en tal estado de miseria, debilidad e inclinación al mal, que todavía siente la necesidad de Dios, pero solo débilmente, y en todo caso, también queriendo restablecer la relación de amistad con Dios que tenía en el Edén, ha sentido que sin embargo que ya no podía reconstruir esta relación con las fuerzas que le han quedado, y ha advertido que Dios estaba airado por la ofensa recibida.
----------Ciertamente, si Dios lo hubiera querido, habría podido dejar a la humanidad en estas condiciones miserables, justamente merecidas, la "massa damnata", por decirlo en el lenguaje fuerte de san Agustín, pero, como se prevé vagamente del proto-evangelio (Gén 3,15), Dios ha tenido piedad del hombre e inmediatamente después del pecado le ha prometido, aunque sea oscuramente, un futuro rescate.
----------De todas maneras, según la Sagrada Escritura, el destino del hombre después de la muerte, antes de la venida de Nuestri Señor Jesucristo es, como se ha dicho, el "inframundo", el "abismo", descrito como un lugar oscuro, estrecho, silencioso, de miseria, de tristeza, ubicado abajo, donde iban tanto los justos como los pecadores, pero donde Dios estaba presente (Sal 139,8). Allí abajo eran castigados los pecadores, pero los justos invocaban a Dios (Jon 2,3) esperaban al Mesías, sabiendo que Dios puede liberar y sacar del inframundo (1 Sam 2,6; Sal 30,4; Pr 23,14; Dn 3,88; Os 13,14; Hch 2,27).
----------Ya en el Antiguo Testamento, sin embargo, aparece la misericordia divina, que premia a los buenos y a los hombres de Dios, algunos de los cuales, como por ejemplo Henoc, que fue "arrebatado de la tierra" (Sir 44,16 y 49,14), aunque no está claro donde ha ido. De Elías, sin embargo, se dice claramente que "fue arrebatado al cielo" (1 Mac 2,58). Entonces tenemos la perspectiva, para algunos hombres ilustres, como Abraham (Gén 15,15), Moisés (Dt 31,16), David (2 Sam 7,12; 1 Re 2,10), Roboam (1 Re 14,31), Ezequías (2 Cro 32,33), Matatías (1 Mac 2,69) y el rey Astiages (Dn 14,1), para "dormirse" o "reunirse con sus padres", aunque no siempre esté claro si se trata del inframundo o de un destino superior.
----------Según el Símbolo de los Apóstoles, el alma de Nuestro Señor Jesucristo, en los tres días cuyo cuerpo estuvo en el sepulcro, descendió a los infiernos, donde liberó las almas de los justos y las llevó al paraíso del cielo. En ese momento Cristo sustituyó, para los condenados, el inframundo por el infierno. A partir de entonces, de hecho, el motivo de la condenación eterna ya no será la negativa a esperar la venida del Mesías, sino la negativa a recibir al Mesías que ya efectivamente ha venido.
----------Observamos, por otra parte, que en todas las religiones el hombre es consciente de no estar bien con Dios, por lo cual el hombre busca remediarlo, busca reconciliarse con la divinidad por medio de sacrificios. Las religiones han nacido con este propósito. La percepción de que la divinidad está airada por una culpa cometida en el pasado por el hombre está en el origen de la religión entre todos los pueblos, incluso prescindiendo de la creencia bíblica en el pecado original. De aquí el ofrecimiento del sacrificio cultual expiatorio o reparador o de reconciliación, para aplacar la divinidad y recuperar su gracia.
----------La religión está, por eso, estrechamente ligada a la moral. El hombre religioso sabe que Dios es la regla de la moral, y dado que no siempre respeta esta regla, siente en consecuencia la necesidad de reconciliarse con Dios, lo que expresa con el ofrecimiento de sacrificios y actos penitenciales. Por lo tanto, ya el hombre primitivo ve el sufrimiento como castigo divino y como medio para reconciliarse con la divinidad.
   
Cómo la superstición y el ateísmo afrontan el problema del sufrimiento
   
----------La magia es esa corrupción de la religión, por la cual el hombre, si bien constata que la divinidad le es contraria, sin embargo, en lugar de corregirse obedeciendo a Dios, ofreciendo sacrificios expiatorios, haciendo penitencia y pidiéndole perdón, pretende corregir, cambiar y doblegar la voluntad divina a fin de obligarlo a satisfacer sus antojos. No es el hombre quien debe arrepentirse y convertirse para reconciliarse con Dios, sino que es Dios quien debe dejar de castigar y debe agradar al hombre. En la magia, no Dios, sino el hombre, sabe cuál es su bien. De ahí la práctica mágica destinada a obligar a Dios a hacer la voluntad del hombre.
----------En cuanto al ateo, él, como es bien sabido, al rechazar la religión, rechaza en consecuencia la solución dada por la religión al problema del sufrimiento. Naturalmente, también él hace todo lo posible para evitar el sufrimiento o liberarse de él. Pero cuando no lo logra, ¿cómo razona? ¿Qué hace?
----------Existen cuatro formas de ateísmo: 1) la forma prometeica, vale decir, el ateísmo marxista, convencido de que el hombre un día feliz, solo con sus propias fuerzas, alcanzará a subyugar plenamente la naturaleza rebelde y creará una sociedad libre y pacífica, sin desigualdades, sin oprimidos y opresores, donde el sufrimiento será eliminado para siempre: sería la sociedad comunista. Pero está claro que se trata de una irrealizable utopía, aunque parece que los comunistas todavía no se han dado cuenta, por lo cual, tras dos siglos de fracasos, aún persisten en perseguir este objetivo, que es erróneo no tanto en sí mismo, sino por el hecho de querer obtenerlo sin la ayuda de la religión y de la gracia divina.
----------Luego está, 2) el ateísmo naturalista, que considera la naturaleza como lo absoluto. Pero esto en dos modos: en un primer modo explica el origen del sufrimiento como una aplicación de la ley de la naturaleza. En este primer caso, de ateísmo naturalista, el sufrimiento no es más que la aplicación de una normal ley de la naturaleza, contribuye a la armonía general y complexiva de la Naturaleza.
----------En el segundo caso, la naturaleza, la cual según este modo de ateísmo naturalista, no ha sido creada por Dios, se le aparece como una divinidad, una Madre-Madrastra, una Ceres, Shiva o Pachamama, Señora de la vida y de la muerte, libre dadora inapelable a veces del placer, a veces del dolor. En este caso, el ateo explica el sufrimiento con las propias imprudencias hacia la naturaleza. Por lo cual, en este caso, para no tener problemas, es necesario mantener buena y sosegada a la naturaleza. El sufrimiento, por lo tanto, para estos ateos idólatras, no tiene nada que ver con el pecado del hombre, salvo en cuanto el pecado ofende a la Naturaleza.
----------Luego está, 3) el ateísmo eternalista, de aquellos que siguen la filosofía de Emanuele Severino, para los cuales el sufrimiento no es una verdadera y propia realidad sensible en devenir, que pueda surgir y cesar, sino que es solo el aparecer pasajero, contingente y temporal, aquí y ahora, del Ser Uno, eterno, necesario e inmutable. Por lo cual el sufrimiento es eterno como el Ser, existe desde siempre y existirá siempre, como aparecer y desaparecer del Ser para nosotros mortales y sufrientes. El sufrimiento, por lo tanto, no es un mal, sino desde nuestro punto de vista psicológico, limitado, del individuo empírico que sufre. Pero si nos elevamos al punto de vista "teorético", de la "mirada del Ser", comprendemos que lo que nos parece un mal no es otra cosa que la eterna manifestación del Ser. A mí esto me parece una tomada de pelo, una burla.
----------Finalmente es necesario mencionar la cuarta forma de ateísmo, 4) el ateísmo de Nietzsche, para quien el sufrimiento también es estructural y esencial a la realidad. Nietzsche, sin embargo, a diferencia de Severino, no invoca supremas exigencias metafísicas acerca de la esencia del Ser, sino que simplemente asume el sufrimiento, en toda su trágica realidad humana y no le dice que no, sino al contrario, le dice un sí absoluto e incondicionado, no importa que el sufrimiento sea un castigo divino: bienvenido el castigo divino, ya que Nietzsche declara su intención de querer "danzar en el infierno".

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