Me alegra poder dedicar un sábado más a reflexionar teológicamente acerca de Nuestra Señora, la Virgen Santísima. Retomo aquí el mismo tema de mis dos últimos artículos mariológicos: María Hija y Esposa del Padre, tratando de profundizar los argumentos antes aportados y, sobre todo, ampliando el tema hacia la consideración más general de los títulos marianos, intentando explicar su diverso valor.
Una reforma de los títulos marianos
----------Como creo haber demostrado en artículos anteriores, considero que conviene abandonar (porque han quedado superados, sin que por ello se nutra desprecio) algunos títulos marianos, como aquellos de "esposa del Espíritu Santo" y "esposa de Cristo", los cuales, aún teniendo una antiquísima y venerable tradición, no son dogmáticos sino devocionales; no están fundados en una rigurosa argumentación teológica y exegética y están ligados a una concepción de la mujer como inferior al hombre; y por otra parte parecen improntados por una inoportuna pudicicia, que vacía el término "esposa" de su esencial referencia al sexo.
----------En efecto, he explicado que, si precisamente queremos usar para Nuestra Señora este título metafórico y simbólico de Esposa, puede ser usado apropiadamente en referencia a Dios Padre, y por lo tanto podemos y debemos hablar de María Esposa del Padre, en cuanto María genera al mismo Hijo, que es generado por el Padre. En efecto, se consideran normalmente casadas dos personas que tienen el mismo hijo.
----------Ahora bien, lo extraño del caso es que hasta ahora ha habido poquísimos teólogos que han pensado en utilizar el título de Esposa precisamente en el caso más oportuno, por no decir necesario, que es el caso de esa unión entre María y el Padre, que ha permitido el nacimiento del Verbo encarnado.
----------En efecto, no es el Espíritu Santo quien genera al Hijo de María, sino que es el Padre por obra del Espíritu Santo, el cual (debemos decirlo con franqueza y claridad sin inútiles pudores) actúa evidentemente, como he explicado en mis artículos, como Germen del Padre, que ha fecundado el seno virginal de María.
----------En todo caso, se puede decir que ha sido el Espíritu Santo quien ha obrado, en el seno de María, la conjunción del Verbo con la carne, es decir, la unión hipostática de la naturaleza humana de Cristo a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo eterno del Padre.
----------Por lo demás, es conveniente y también necesario tener en cuenta que incluso a nivel biológico ocurre algo similar: el esperma masculino fecunda el óvulo femenino y en él se produce la formación del cigoto, fruto de la conjunción del gameto masculino con el gameto femenino.
----------Por consiguiente, no debe parecer irreverente, o inconveniente, o contrario al pudor, hacer este tipo de aproximaciones o combinaciones, por cuanto aquí nos referimos a dos planos de la vida infinitamente distantes entre ellos, aunque entrambos provenientes del Dios de la vida. En efecto, dado que nosotros comprendemos las cosas del espíritu partiendo de las materiales, y las cosas divinas asemejándolas a las humanas, esta comparación resulta utilísima e iluminadora para comprender algo del misterio de la relación de Nuestra Señora con Dios Padre, de la función del Espíritu Santo en la concepción virginal de Cristo y de la inmensa dignidad de la sexualidad humana, si Dios, aun siendo Él purísimo Espíritu asexuado, se ha dignado asimilar la generación del Verbo encarnado en el seno de María a cuanto acontece a nivel biológico no solo en el hombre, sino incluso en los animales y en las plantas. Pero, ¿acaso Dios no es el creador de todo? ¿No es el creador de lo grande y de lo pequeño? ¿Del espíritu y de la materia? ¿Del ángel y de la hormiga?
----------En todo caso, aquello que puede causar un problema es el título masculino de "Padre" dado a Dios y precisamente a la primera Persona de la Santísima Trinidad. Pero siempre estamos ahí: es evidente que la cosa no causa ningún problema, de hecho es considerada lógica en una sociedad patriarcal como han sido en el pasado las sociedades humanas, incluida aquella que hace de contexto social para la redacción de la Sagrada Escritura, sociedad en la que se consideraba fuera de toda discusión la inferioridad de la mujer, el dominio del hombre sobre la mujer, indulgentes con el varón, y severos con la mujer, hasta la tendencia a culpar a la mujer y a disculpar al hombre, así como el señorío o dominio del marido sobre la mujer.
----------Subrayemos lo que acabo de decir: la adúltera debía ser lapidada, mientras que el adúltero se salía campante con la suya; al mismo tiempo, se esperaba mayor virtud en la mujer: la prometida debía ser virgen, mientras que el prometido podría ya haberse pasado buena parte de su vida con otras mujeres. Al varón le interesaba disfrutar de la mujer. Si la mujer no disfrutaba del varón, se debía adaptar o bien se hacía prostituta. El hombre podría tener muchas mujeres; la mujer tenía que contentarse con solo uno. El varón mandaba a la mujer, pero era inconcebible que una mujer mandara al varón. Los San José no eran frecuentes.
----------Sin embargo, hoy, que somos muy conscientes de la paridad, de la igual dignidad del hombre y de la mujer, del padre y de la madre, la idea de un Dios varón hace más bien pensar en un dios pagano. No vemos qué tiene que ver el varón o la mujer, el padre o la madre en el horizonte de la divinidad y comprendemos en cierta medida el deísmo masónico o la teología kantiana o la teología coránica, que se limitan a hablar del Dios Uno, rechazando en Dios títulos o propiedades como los de "padre" o "hijo", mientras que la teología judía, aunque llamando a Dios con el título de "padre", pretende utilizar una simple metáfora, y de ninguna manera concebir el ser padre como una verdadera y propia persona divina.
----------Y también es oportuno aquí recordar aquella famosa broma del papa Luciani de que Dios no es solo padre, sino también madre: no es evidentemente que Juan Pablo I [1978] pretendiera agregar un título propio y dogmático al misterio trinitario, sino simplemente sugerir una imagen metafórica, que nos recuerda la idea de que Dios se nos manifiesta no sólo con las cualidades propias del padre, sino también con las de la madre, imagen por otra parte ya conocida en el Antiguo Testamento, donde se parangona a Dios con una madre piadosa y amorosa (Is 66,13), mientras que, para expresar la misericordia, la ternura y la compasión del Padre hacia nosotros, se recurre a la palabra hesed, que etimológicamente son las vísceras maternas.
----------Asimismo, el ser Hijo referido a la segunda Persona de la Santísima Trinidad no es expresión metafórica, porque ya en el Antiguo Testamento es usada para significar la cercanía de una creatura a Dios, por lo cual vino a ser usada para indicar los ángeles, Israel, el rey, los profetas y en general los hombres de Dios, pero es propiedad esencial que caracteriza a la segunda Persona, es título dogmático, y por consiguiente insustituible, aunque extraído de una imagen biológica como la del ser hijo o ser generado por un padre.
Títulos metafóricos y títulos dogmáticos
----------En este punto, para orientarnos en esta no fácil cuestión semántica y terminológica, es necesario tener presente que, cuando hablamos de Dios o del misterio trinitario en relación con María Santísima, es necesario que distingamos entre los títulos que atribuimos ya sea a Dios o a Nuestra Señora, los títulos propios o dogmáticos, objeto de fe teologal, y los títulos metafóricos o simbólicos, que son modelos interpretativos del dogma, tomados de un particular contexto cultural sujeto a cambios históricos y ambientales, por lo tanto no vinculantes desde el punto de vista de la fe, aunque aconsejables o dejados a la libre elección del fiel, para una comprensión del dogma adecuada a nuestra humanidad y como estímulo para nuestra devoción.
----------Pero si nos damos cuenta de que esos títulos metafóricos o simbólicos no logran su objetivo, o quizás nos incomodan o desagradan, nadie nos impide dejarlos de lado para eventualmente sustituirlos por otros que nos hagan comprender y gustar mejor el sentido del dogma o estimulan mejor nuestra devoción.
----------Por otra parte es necesario notar también que el título propio o dogmático puede ser la adaptación o dogmatización, naturalmente adecuada o apta para expresar el concepto dogmático, de una originaria imagen o figuración o representación sensible, extraída de la común experiencia humana o de cosas materiales. Es necesario, por consiguiente, verificar si la imagen puede o no ocultar un significado analógico, espiritual o trascendental o bien si está limitada por su significado único y material.
----------Si la imagen es trascendentalizable, es decir, si encierra o contiene en sí un valor trascendental, como por ejemplo el ser, lo verdadero, lo bueno o el espíritu, es muy adecuada para expresar el misterio revelado, pero aún así debe ser de todos modos traspuesta y explicada en este sentido espiritual, de lo contrario el misterio o el dogma pierden su propia sacralidad y vienen a ser profanados.
----------Por el contrario, si la imagen no puede ser trascendida o trascendentalizada o espiritualizada, porque pertenece solo al ámbito unívoco de la materia, y sin embargo la imagen es usada por Nuestro Señor Jesucristo y en todo caso por la divina Revelación, entonces debe ser igualmente dogmatizada, pero siempre precisando su significado: analógico, espiritual o divino.
Pasemos ahora finalmente a los ejemplos
----------Términos tales como "padre", "madre", "esposo", "esposa", "hijo", "generación", "fecundación" y palabras similares, son, evidentemente, términos que de por sí expresan cualidades ligadas a la biología, comprendidas en este mundo material. Expresan, por lo tanto, conceptos unívocos, que nada tienen que ver con el mundo trascendental de la metafísica o del espíritu o de lo divino.
----------¿Cómo hacen, entonces, para expresar misterios de fe, que trascienden absolutamente no solo el mundo material, sino todo el mundo de la espiritualidad creada? Evidentemente deben ser sometidos a un especial tratamiento semántico, de modo que ellos, aunque tan humildes y aparentemente inapropiados, puedan desarrollar esta altísima función de expresar la Palabra de Dios y el Pensamiento del Padre.
----------Tengamos en cuenta que Dios se sirve de cosas, objetos, fenómenos, signos, imágenes y conceptos intuitivos humildísimos y comunísimos, conocidos también por los niños e incluso por los animales, para expresar nociones, intenciones, proyectos, planes, ideales, voluntades, cuya elevación celestial es incomprensible incluso para los ángeles y arcángeles hasta de las jerarquías celestiales más altas.
----------La preocupación por evitar el antropomorfismo, preocupación presente por ejemplo en Immanuel Kant [1724-1804], en sí es justa, precisamente por el respeto debido a la elevación intelectual de las cosas divinas, en cuanto el antropomorfismo es ese modo burdo, fabulístico y mitológico, rayano en el milagrismo, en la magia y en la superstición, para concebir las cosas divinas, de un modo que, bajo color de piedad y devoción, acaba por rebajarlas, como ocurre en las religiones paganas, al nivel de lo humano y de lo material o incluso de lo absurdo, convirtiendo la religión en objeto de irrisión para quien tiene espíritu crítico, y sabe y quiere razonar y no quiere que lo tomen por las narices con el pretexto de que debe creer.
----------Sin embargo, el defecto de Kant es que no ha alcanzado a comprender o se ha negado a comprender que las metáforas que la fe cristiana ha insertado en el dogma, en nombre de la revelación hecha por Cristo, no deben ser tomadas a la letra, literalmente, sino interpretadas según el sentido del dogma, que da a ellas el significado peculiar, que ellas asumen en el dogma, más allá de aquel significado que ellas tienen en la común experiencia, de la cual Cristo las ha extraído para hablarnos de los misterios del reino de Dios.
----------Así ha sucedido que al pobre Kant, firme en el significado literal y puramente humano de esas metáforas, se le ha escapado su significado sobrenatural, que a él le ha parecido fanatismo, superstición, vana credulidad, ofensa a la razón y profanación de lo divino. Kant no ha entendido que el ir más allá de los límites de la razón no es necesariamente ir en contra de la razón, sino que también puede ser un ir más allá, más en alto y comprender cosas cuya altura sería inaccesible a la razón, si desde lo alto no descendiera la luz de la Palabra de Dios, interpretada en los dogmas de la Iglesia. Realizadas estas precisiones, tratemos ahora de interpretar algunos de los títulos mencionados, asignando a cada uno su valor ya sea metafórico o bien dogmático.
----------1) Primera consideración. Consideremos primeramente algunas preguntas: ¿Qué quiere decir, qué significa, el título de Padre? ¿Qué quiere decir que el Padre "genera" al Hijo? ¿Qué significa "generar" en Dios? Santo Tomás de Aquino lo explica muy bien. Él no cae en el equívoco del Corán, el cual, no alcanzando a concebir un generar que no sea biológico, cae en la ingenuidad imperdonable de sostener que "es imposible que Dios genere un hijo, porque debería tener una esposa para tener un hijo".
----------En cambio, la fe nos dice que el Padre ha generado un Hijo por sí solo, desde toda la eternidad, sin necesidad de ninguna esposa. Sin embargo, ¿cómo ha sido esto posible? Santo Tomás de Aquino ha comprendido que el generar no puede ser entendido solo en un sentido unívoco, sino que debe ser entendido también en un sentido más amplio, superior, analógico, trascendental y espiritual.
----------Y entonces el Aquinate ha elaborado una definición del generar, que va bien no solo para el hombre, sino también para Dios, así como nos enseña el dogma trinitario: dar origen a un individuo de la misma especie. Con esta definición vemos cómo es posible apartarnos, desprendernos, del sexo, por lo cual esta definición también puede ser aplicada a Dios, que evidentemente no tiene sexo.
----------Pero para aclarar ulteriormente cómo debe entenderse este generar, Tomás ha tenido el golpe de genialidad de recurrir a la doctrina joannea del Logos, del Verbum, y ha comprendido que el generar divino es un concebir, es un pensar, es un idear, es un proyectar o diseñar, es un hablar, es un decir.
----------Santo Tomás de Aquino ha comprendido que san Juan, con la doctrina del Logos, nos explica en qué sentido debe ser entendido el generar del Padre, la generación del Hijo. Nos ha hecho comprender qué cosa quiere decir en Dios ser "Hijo". No tiene nada que ver con el sexo, sino que significa pensar.
----------En efecto, también nosotros, cuando pensamos, "generamos", es decir, siendo "fecundados" por lo real externo, la realidad exterior, por medio de su representación interior, aquello que Tomás llama species impressa o verbum interius, concebimos en nuestra mente un "hijo", esto es, un concepto, una representación de lo real, que Tomás llama species expressa y lo "parimos", o damos a luz, en la palabra o verbum exterius y en el lenguaje. Ahora bien, está claro que en este generar, concebir y parir, términos puramente metafóricos, el sexo no tiene nada que ver, porque estamos simplemente en el campo del espíritu.
----------Segunda consideración. Un asiduo lector de este blog, persona culta e inteligente, después de haber leído mi artículo sobre la relación de Nuestra Señora con la Santísima Trinidad, me ha hecho una aguda objeción, acerca de la cual, a decir verdad, nunca había pensado: el lector me ha objetado que si decir que Nuestra Señora, la Santísima Virgen, es esposa del Padre y esposa del Espíritu Santo son cosas hoy ya superadas, ¿no parece acaso expresión inconveniente que sea a la vez hija y esposa del Padre?
----------Para responder a esta pregunta objetante, es necesario hacer una nueva distinción: una cosa es el ser María hija de Joaquín y de Ana, sus genitores humanos, y otra cosa es el ser María hija del Padre. Está claro que el ser María hija de Joaquín y de Ana implica si no en sí mismo, sino en relación a sus genitores, una referencia sexual. No se es biológicamente hijo si no se es hijo de un padre y de una madre.
----------Pero en el plano o nivel de la filiación cristiana, plano o nivel de lo sobrenatural, el ser hijo o hija no tiene, en absoluto, ninguna referencia sexual. Aquí, diría Pablo, "no hay ni hombre ni mujer" (Gál 3,28). ¿Qué cosa es de hecho esta filiación? María es realmente y no metafóricamente hija del Padre.
----------En el nivel de lo sobrenatural, se trata de la filiación divina que hemos obtenido por la Redención de Nuestro Señor Jesucristo: es el estado de gracia santificante, es -para usar bien conocidas expresiones paulinas- el ser "a imagen de Cristo", "resucitados con Cristo", la posesión de las "primicias del Espíritu", ser "nueva creatura", "hombre nuevo", "hombre espiritual", "guiado por el Espíritu Santo", es decir, como explica santo Tomás de Aquino, por los siete dones con el don de la sabiduría en el vértice.
----------Y así como Cristo Hijo de Dios significa Verbo de Dios en cuanto "sabiduría de Dios" (1 Cor 1,24), "irradiación de la gloria del Padre e impronta de su sustancia" (Heb 1,3), según las expresiones paulinas, María hija de Dios es todas estas cosas que dice san Pablo, donde el sexo no entra para nada.
----------Por consiguiente, el hecho de ser María hija del Padre, realidad innegable puramente espiritual, no entra para nada en colisión con el ser Esposa del Padre, título, éste, no dogmático pero sí conveniente, como he demostrado en mis artículos anteriores, título apropiado. que ciertamente está cargado de una simbología sexual: el esponsalicio de una mujer con Dios Padre, imagen que evoca ciertamente la del varón.
----------Pero hemos visto que, no obstante tal referencia interna al mismo dogma de la Paternidad divina, en realidad es necesario despojar el significado esencial y propio del generar divino de cualquier referencia sexual, ya que se trata de un purísimo acto de la Mente del Padre, como bien explica santo Tomás de Aquino utilizando el Prólogo de San Juan, para disipar el grave equívoco del Corán.
----------Tercera consideración. La paternidad divina tiene dos modalidades: en una es despojada de toda referencia al sexo. Es la paternidad por la cual el Padre genera por sí solo al Hijo desde la eternidad. La analogía con la producción del concepto por parte de la mente humana, sin embargo, no rige del todo, no se sostiene del todo, porque mientras la mente humana para concebir el concepto debe ser fecundada por el contacto con la realidad externa, la mente divina hace proceder de su intimidad el Verbo, que no representa un mundo externo a Dios, porque al contrario es el mundo que es creado y plasmado según el modelo del Verbo.
----------Sin embargo, también existe en nosotros un proceso similar y es cuanto ocurre en nosotros cuando formamos una idea productiva o un proyecto de obra a producir o de acción a cumplir, por lo cual la obra o la acción a cumplir son modeladas en base al proyecto preconcebido. Así, el Verbo es la Idea o Proyecto del Padre en referencia al cual Dios crea el mundo: es Aquel "per quem omnia facta sunt".
----------En la segunda modalidad del ser Padre, Dios en cambio aparece como Esposo de María, en cuanto entrambos, como verdaderos genitores, generan no el Verbo ya preexistente desde la eternidad, sino a Jesucristo, Verbo encarnado, en cuanto el Padre une hipostáticamente la humanidad de Jesús a la Persona del Verbo en el momento de la fecundación del seno de María por obra del Espíritu Santo.
----------En esta segunda modalidad de paternidad, de tipo esponsal, del Padre, emerge la referencia simbólica sexual según la figura de la masculinidad, mediante la cual viene precisado el concepto de paternidad divina según una analogía de proporcionalidad metafórica. Este esponsalicio del Padre con María parece prefigurado por Isaías bajo la imagen del esponsalicio místico de Dios con Israel.
----------De hecho, al dirigirse a Israel, Isaías dice: "Te llamarán 'Mi deleite', y a tu tierra 'Desposada'. Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios" (Is 62,4-5).
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