jueves, 22 de julio de 2021

Eucaristía (2) ¿Pan de los pecadores?

Dijo el Santo Padre recientemente: "Cuando recibimos la Eucaristía, Jesús... nos conoce, sabe que somos pecadores, sabe que cometemos muchos errores, pero no renuncia a unir su vida a la nuestra. Él sabe que lo necesitamos, porque la Eucaristía no es el premio de los santos, ¡no! Es el Pan de los pecadores. Por eso nos exhorta: ¡No tengan miedo! Tomen y coman" (Angelus del 6 de junio de 2021, Corpus Christi).

----------En la nota anterior decíamos que quienes alzan el precio para acceder a la Comunión nos recuerdan que somos pecadores, que tenemos una cuenta abierta con el Señor, que debemos restituirle lo que le pertenece, que tenemos deudas que saldar, que debemos reparar nuestras malas acciones, que debemos estar reconciliados con Él. Lo impuro no se concilia con lo Puro. Es necesario ser puros para recibir el Puro.
----------Por otra parte, aquellos que bajan el precio también nos recuerdan que todos somos pecadores, pero bajo otra luz. Los primeros lo hacen para recordarnos que para acercarnos a la Eucaristía debemos estar purificados del pecado, mientras que los segundos lo hacen para recordarnos el valor medicinal de la Eucaristía, fármaco de inmortalidad. Por tanto, si ella no quita el pecado mortal -para esto es necesaria la confesión-, ella sin embargo purifica del pecado venial al pecador arrepentido.
----------Por eso se puede decir, con los primeros, que la Eucaristía es el pan de los ángeles, mientras que con los segundos se puede decir que es el pan de los pecadores. Pero debe hacerse una precisión en entrambos casos. Aparte del hecho de que la expresión "pan de los ángeles" es evidentemente una metáfora, ya que el puro espíritu no ingiere materia y además los ángeles santos son tales por el solo hecho de haber recibido eternamente la gracia, es necesario decir que la metáfora del pan de los ángeles quiere decir que la Sagrada Eucaristía es el alimento de quien está sano, de quien posee la vida de la gracia.
----------A nivel simplemente natural o humano, no se excluye un alimento para el enfermo, pero está claro para todos que, dada la debilidad del enfermo, tal alimento no podrá requerir en el paciente esa fuerza de asimilación que es requerida por el alimento para la persona que está sana y robusta.
----------Por otro lado, al hablar de "pan de los pecadores", la expresión puede ser correcta en referencia al hecho de que todos, al fin de cuentas, quien más quien menos, en cuanto hijos del primer Adán, somos pecadores, al menos tendientes a pecar, incluso los más santos. Pero esta expresión no debe ser usada en el sentido de no distinguir a los justos de los pecadores, porque en tal caso seríamos como un médico que no distinguiera al sano del enfermo. Si no existiera esta distinción, ¿por qué entonces premiar a las personas honestas y meter en la cárcel a los delincuentes? ¡Dejemos a todos libres, pues todos somos pecadores!
----------¿Qué sentido tendría distinguir quién está en comunión con la Iglesia y quién no lo está? ¿Acaso la Iglesia no está formada por pecadores? Si todos somos pecadores, ¿qué sentido tiene entonces la canonización de los Santos? ¿Qué sentido tendría el querer seguir los buenos ejemplos y evitar los malos ejemplos? ¿Para qué sirve relatar la vida de los Santos o el culto de los santos? Si todos somos pecadores, ¿qué sentido tiene esforzarnos por ser justos? ¿Qué sentido tiene entonces querer adquirir méritos ante Dios? ¿Al fin de cuentas, Dios no tiene misericordia para todos? ¿Acaso la salvación no es gratuita? Aquellos que hoy están infectados de igualitarismo in-discriminatorio, podrían razonar de este modo.
----------Sin embargo, la verdad es muy distinta. Si todos somos hijos de Adán, no todos somos hijos de Dios, en el sentido de que no todos somos cristianos bautizados. No todos estamos en gracia. Ahora bien, mirando los hechos y la historia, es para todos evidente la superioridad en cuanto a la conducta moral, de los pueblos bautizados en comparación con los no bautizados, aunque toda la humanidad sea una única familia llamada a una fraternidad universal, por la cual ciertos no bautizados pueden ser moralmente mejores que otros no bautizados. Pero si en los grandes números la mencionada superioridad no se manifestara en los hechos, aunque se den excepciones, ¿de qué serviría el bautismo?
----------Algunos creen que el distinguir o discriminar (en el correcto sentido) justos de pecadores, se corre el riesgo de que cada uno se considere justo y desprecie a los otros a los cuales considera pecadores. Ahora bien, esto efectivamente puede suceder, como demuestra la parábola del fariseo y del publicano. Pero no necesariamente. Sería como si un médico tuviera el ridículo escrúpulo de ser un presuntuoso porque se considera estar sano, y temiera mostrar desprecio por aquella persona que él diagnostica que está enferma, y entonces terminara pensando que simplemente concibe la salud de un modo diverso.
----------Pero si ese fuera el caso, ¿cómo podría funcionar la organización sanitaria? De similar modo, si los pastores tuvieran escrúpulo de hacerse jueces del prójimo, ¿cómo podrían diagnosticar y corregir defectos y pecados, eliminar escándalos, injusticias, sediciones, cismas, herejías y apostasías, cómo podrían los pastores, obispos y sacerdotes, cumplir dignamente su tarea de médicos del espíritu?
----------Si en el ámbito de la alimentación no existieran precisas y diferenciadas normas para los sanos, para los fuertes, para los débiles, para los enfermos, para los menores, para los adultos y para los ancianos, ¿cómo podrían existir la dietética y la dietoterapia? Así, las condiciones que la Iglesia impone para hacer la Comunión, los permisos, las limitaciones o las prohibiciones que da al respecto, no expresan más que el celo y el cuidado que la Iglesia tiene por la salud espiritual de los fieles y por la promoción del culto eucarístico, de modo que puedan dar el máximo de beneficios espirituales que ello pueda producir.
----------Y así como nadie puede improvisarse como médico o dietista, así también es más temerario, dada la mayor importancia de los intereses espirituales, improvisarse como médicos del espíritu con la pretensión de sustituirse al cuerpo médico instituido por Cristo mismo, es decir, los Sucesores de los Apóstoles.
   
El cuidado maternal de la Iglesia
   
----------Por ello, los Apóstoles han sido comisionados por Cristo para disciplinar la administración y la recepción de los sacramentos, por lo cual en el curso de los siglos la Iglesia siempre ha emanado leyes y normas prácticas en este campo, a fin de que, según los tiempos, según los lugares y según las circunstancias, los fieles pudieran disfrutar de la mejor manera posible el inmenso beneficio de los sacramentos.
----------Por eso mismo, así como aceptamos con confianza la opinión del médico que por razones de salud física nos prohíbe ciertos alimentos, también se debe tener confianza en la Iglesia, cuando ella, por razones de salud espiritual, mantiene alejada de la Comunión a una cierta categoría de pecadores.
----------Por consiguiente, considerando las cosas desde este ángulo, se debería decir entonces que la Comunión está hecha para los justos y no para los pecadores. Sin embargo, esto no quiere decir en absoluto que los pastores y todos los fieles no deban preocuparse y ocuparse por los pecadores y hacer todo lo posible para llamarlos a la conversión, exhortarlos, corregirlos y obtener eventualmente que ellos, alcanzando la plena comunión con la Iglesia, puedan acceder un día a la Sagrada Comunión.
----------Pero la Iglesia, en su preocupación maternal, no deja de organizar una pastoral especial para aquellas categorías de pecadores o de personas en situaciones irregulares, que no están en las condiciones de hacer una fructuosa Comunión, aunque esas personas puedan desearla. Indudablemente, cuando le es concedido por la ley, el pastor prudente puede hacer excepciones en los casos por él atentamente examinados.
----------Pero cuando la pastoral oficial de la Iglesia no deja espacio a excepciones, el pastor debe tener la humildad y la sabiduría para adecuarse al juicio de la Iglesia, juicio que, no tocando materia de fe sino de pastoral, algún día podrá incluso cambiar. Pero mientras tal juicio esté en vigor, el buen pastor se debe atener a él, acatarlo, si no quiere arriesgarse a poner en peligro la salud de los fieles.
----------De modo similar, cuando existen directivas ciertas de la ciencia médica o de las autoridades sanitarias, el buen médico no debe juzgar por su propio arbitrio, sino que debe atenerse escrupulosamente a las directivas oficiales. Los pastores que actúan por su propio arbitrio pecarán o bien por laxismo al apelar inapropiadamente a la divina misericordia o bien por rigorismo al invocar imprudentemente las exigencias de la justicia.
----------La acentuación exagerada en la predicación y en las distintas formas de la praxis pastoral de nuestra condición general de hijos del Adán pecador, es decir, el énfasis exagerado en el hecho de que todos somos pecadores, corre el riesgo de hacer olvidar la distinción entre el vicio y la virtud y, en consecuencia, conduce a descuidar la corrección del vicio y el esfuerzo por adquirir la virtud. Ocurre por otra parte que algunos también piensan al mismo tiempo que, aunque todos pecadores, estamos todos en el fondo, de modo a-temático y preconsciente, orientados hacia Dios con una opción fundamental universal, por la cual todos son objeto de la misericordia divina y ya salvados desde ahora (herejía rahneriana).
----------Por eso, para estos últimos, los rahnerianos, no hay por qué temer castigo por el pecado, que depende solo de la fragilidad y no de la malicia, dicen ellos, sino que se debe siempre estar seguros de ser objeto de la misericordia divina. Las penas de la vida, dicen ellos, no son consecuencia del pecado, sino solo ocasión para afirmarnos en la lucha contra el sufrimiento gracias a los progresos de la ciencia y de la medicina.
   
Las exageraciones del comunionismo
   
----------Existe hoy una pastoral excesivamente comunionista, en la cual se insiste demasiado en el invitar a los fieles a hacer la Comunión y casi se les obliga, como que la Misa no fuera válida sin la Comunión. Se asume la actitud del anfitrión que ofrece a todos una copa de vino, incluso a quien evita beber porque es abstemio.
----------Ciertamente que si se reduce la Misa a un simple banquete, entonces es lógico que no se pueda ir a un banquete sin comer. Se ha perdido de vista la utilidad pastoral, en ciertos casos, de disuadir a los fieles de hacer la Comunión, sugiriéndoles más bien la Comunión espiritual.
----------Se ha olvidado que el pastor es el buen médico que aleja al paciente del uso de ciertos alimentos precisamente para atender a las necesidades de su salud. Ciertos pastores temen irrazonablemente que el prohibir a algunos fieles hacer la Comunión, eso sea una especie de acto discriminatorio (en el mal sentido), que divide a los fieles en buenos y malos, en dignos e indignos, en santos y pecadores, en comulgantes y excomulgados, en miembros y excluidos. Por el contrario, los excluidos se sienten ofendidos y tratados injustamente, sin misericordia, o encuentran en la exclusión inconfesadas actitudes elitistas o motivos políticos o caprichos ideológicos o prejuicios farisaicos o sentimientos racistas o cerrados preconceptos.
----------Indudablemente el paciente que no resiste a la tentación de renunciar a las comidas sabrosas que el médico le ha prohibido, fácilmente se verá llevado a desobedecerle. Así, el fiel que no acepta la prohibición que le ha sido hecha por la Iglesia o por el obispo de acceder a la Comunión, buscará un sacerdote complaciente que lo complazca. Sin embargo, es una buena práctica que el celebrante no rechace a ninguno de los que públicamente se presentan para hacer la Sagrada Comunión, aun cuando se trate de un público pecador. Lo confiará al juicio divino; pero no es conveniente que lo rechace públicamente creando una situación embarazosa en plena celebración de la Santa Misa, y con el riesgo de que los fieles tengan reacciones precipitadas. Recordemos el hecho de que Jesús en la Última Cena no le negó la Comunión ni siquiera a Judas. Jesús permitido que Judas se tomara sus responsabilidades delante de Dios.
----------El sacerdote no es un gendarme que rechaza a alguien que no tiene los documentos necesarios para cruzar la frontera, ni un picador de boletos de tren o de entrada al cine, que le niega el ingreso a quien no tiene el pase. Entrar en contacto con Dios es un hecho demasiado misterioso incluso para nosotros los ministros de Dios, como para que podamos juzgar con certeza que el fulano de tal finge y no es sincero.
----------Está claro que el deseo de la Eucaristía en el fiel a quien se le ha prohibido el acceso a la Comunión no puede provenir del Espíritu Santo, sino que viene del demonio. De hecho, la Iglesia en esta prohibición lo representa a Cristo mismo. ¿Cómo puede el fiel desear la unión con Cristo si rebelándose a la ley de la Iglesia, por reflejo se rebela a Cristo mismo? ¿Desea verdaderamente encontrar a Cristo? Aténgase a la disposición de la Iglesia. Pida perdón por su pecado, haga el sincero propósito de no volver a cometerlo y esté cierto de que recibe el perdón y la gracia como si hubiera hecho la Comunión.
----------Sin embargo, se podría objetar: pero si Nuestro Señor Jesucristo mismo ha dado la Comunión a Judas, ¿en base a qué derecho la Iglesia prohíbe a ciertos fieles hacer la Comunión? ¿Sería necesario quizás asegurar que ellos tienen un concepto falso o herético de la Eucaristía? ¿Acaso la Iglesia puede saber que ese determinado fiel está en estado de pecado mortal? Indudablemente, pueden existir fieles que muestren una conducta en fuerte contraste con las normas de la moral católica, como por ejemplo parejas de homosexuales, divorciados vueltos a casar, pedófilos, mafiosos, herejes, corruptos y malvivientes.
----------Los comunionistas quisieran extender por todos los medios el acceso a la Comunión a todos los cristianos, incluso a los no católicos, sin pedirles aceptar el dogma de la transubstanciación, el valor sacrificial de la Eucaristía y la necesidad de la previa purificación del pecado. Ellos renuncian a ofrecer la Eucaristía a los ortodoxos porque son ellos mismos los que no aceptan nuestro rito. Quedan excluidos los lefebvrianos, los sedevacantistas, los minutellanos, los benedictianos, los cuales por su parte nos rechazan a su vez.
----------Pero entre aquellos que se consideran cristianos, los comunionistas están propensos a admitir a todos a la Eucaristía, independientemente de su credo religioso, su concepción de Dios, de Cristo, del hombre, de la moral y de la Iglesia, sean luteranos, calvinistas, anglicanos, valdenses, rahnerianos, scillebeexianos, masones, marxistas, gnósticos, o pelagianos.
----------Por lo tanto, el fenómeno que tiene lugar en Alemania de los protestantes que desean la Comunión y de los sacerdotes que la conceden, es un hecho que profana el misterio eucarístico, es un acto que supone el desprecio o el mal entendimiento o incomprensión de su función nutritiva para la vida eterna y de su finalidad cultual como participación en el sacrificio redentor del Salvador y como testimonio de la voluntad del fiel de unirse a la pasión reparadora del Señor.
----------Los comunionistas creen, con este permisivismo descriteriado e imprudente y este ensanchamiento confusionario, que han logrado la unidad ecuménica, que a su juicio vendría simbolizada y realizada litúrgicamente con este amucharse privado de comunes bases bíblicas y dogmáticas, pero basado sobre la emotividad y la "experiencia a-temática trascendental" (Rahner). En realidad, aquí el significado objetivo, dogmático y de fe de la Eucaristía está totalmente profanado y obnubilado, y reducido al nivel de la remera celeste y blanca como símbolo de pertenencia a una hinchada por la selección argentina de fútbol.

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