Quienes nos dicen que la Eucaristía es "pan de los ángeles", nos lo dicen para recordarnos que para acercarnos a la Eucaristía debemos estar purificados del pecado. Quienes nos dicen que la Eucaristía es "pan de los pecadores", lo dicen para recordarnos el valor medicinal de la Eucaristía, fármaco de inmortalidad, que si bien no quita el pecado mortal (para ello es necesaria la confesión), sin embargo purifica del pecado venial al pecador arrepentido. Reflexionemos algo más sobre estas verdades.
La Eucaristía es alimento de vida eterna, que supone el alma en gracia
----------La Santísima Eucaristía, como nos asegura Nuestro Señor Jesucristo, es necesaria para tener la vida eterna. Si no comemos el Cuerpo del Señor, no podemos tener la vida eterna y no escaparemos del infierno. Por lo tanto no basta el sacramento del Bautismo, no basta el sacramento de la Penitencia. Ciertamente nos aseguran el estado de gracia. Pero en el adulto no son suficientes para asegurar la vida eterna, si él no se alimenta también con el alimento eucarístico. Es como el caso del adulto que conservara la higiene física, se protegiera de los peligros a la salud, hiciera gimnasia, se previniera de contagios y enfermedades y no se nutriera. ¿Serían estas prácticas suficientes para mantenerlo en vida?
----------Pero la gracia de aquí abajo no es todavía la vida eterna del cielo. Es sólo la preparación, la pregustación y la condición de posibilidad. Obviamente, el fiel bautizado y confesado que muriera antes de haber hecho la Comunión, iría al cielo, pero solo en virtud de las anteriores Comuniones. Evidentemente, el niño bautizado que muriera antes de llegar a la edad de la Sagrada Comunión, iría al cielo.
----------Pero la gracia de aquí abajo no es todavía la vida eterna del cielo. Es sólo la preparación, la pregustación y la condición de posibilidad. Obviamente, el fiel bautizado y confesado que muriera antes de haber hecho la Comunión, iría al cielo, pero solo en virtud de las anteriores Comuniones. Evidentemente, el niño bautizado que muriera antes de llegar a la edad de la Sagrada Comunión, iría al cielo.
----------Por otra parte, la comunión eucarística es participación en la ofrenda que Cristo hace de Sí mismo al Padre para la remisión de nuestros pecados. Por lo tanto, se supone que quien hace la Comunión tenga esta conciencia y se propone unirse a la Cruz de Cristo para su salvación y para la del mundo.
----------El concebir, por lo tanto, la Santísima Eucaristía, como hacen nuestros hermanos separados, los protestantes, como simple memorial de la Última Cena, sin relación alguna con el sacrificio expiatorio de la Cruz y, por lo tanto, sin dar a esta sagrada comida el significado de participación en la Pasión de Cristo en unión con su sacrificio sacerdotal para la remisión de los pecados, no capta el pleno significado y valor salvífico de la Eucaristía y, por lo tanto, no habilita para hacer la Comunión.
----------En efecto, Nuestro Señor Jesucristo, al presentar el cáliz, dice: "esta es mi sangre de la Alianza, derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26,28). Es evidente la referencia a la sangre que habría de derramar en la cruz al día siguiente. Por consiguiente en el momento de la Última Cena Nuestro Señor les hace entender a los Apóstoles dos cosas: primero, lo que quiso decir cuando había dicho que para tener la vida es necesario comer su carne y, segundo, da a entender que Él se ofrecería en la cruz en sacrificio de expiación para la remisión de los pecados. De modo que Él, como lo había predicho san Juan el Bautista, era el verdadero Cordero que quita los pecados del mundo.
El límite de Lutero
----------Lutero acepta ciertamente el valor redentor de la Cruz, y sin embargo, al considerar el episodio de la Última Cena, no se da cuenta de que no fue una simple cena pascual, conmemorativa de la Alianza mosaica, sino que fue la institución de la Nueva Alianza en la sangre de Cristo, Cordero inmolado por la remisión de los pecados, con relativa institución de un nuevo sacerdocio como participación al Sacerdocio de Cristo y, por lo tanto, de un nuevo rito, precisamente el rito de la Santa Misa.
----------Lutero, por el contrario, no se dio cuenta de que en esa ocasión Nuestro Señor Jesucristo actuaba como sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, ofreciendo el pan y el vino como sacrificio de Sí mismo al Padre. No se dio cuenta de que con ese "haced esto en memoria mía", Jesús instituía a los Doce como sacerdotes de la Nueva Alianza. No se dio cuenta de que esa Cena era la primera Misa.
----------Además, no pensó en relacionar la Cena con el sacrificio de la Cruz y no entendió que el gesto de Jesús de ofrecer a los suyos el pan y el vino consagrados era al mismo tiempo y ante todo la ofrenda de su propio cuerpo y de su propia sangre al Padre, como habría de hacer cruentamente en la cruz al día siguiente.
----------Lutero creía en el sacrificio de Cristo en la cruz para la remisión de nuestros pecados. Pero no se dio cuenta de que aquel único Sacrificio divino, suficiente de por sí para lavar todas las culpas del mundo, el Jueves Santo Jesús ya lo había instituido, ordenando a los suyos que hicieran lo hecho por Él, es decir, ordenándolos como sacerdotes de la Nueva Alianza, habilitados para celebrar de modo incruento ese mismo Sacrificio divino, en otras palabras: para celebrar la Santa Misa.
----------Comunión eucarística quiere decir comunión de voluntad entre la voluntad del fiel y la voluntad del Señor, que el fiel quiere recibir en su corazón. Pero si el fiel, encontrándose en estado de pecado mortal, tiene por ello mismo una voluntad adversa a la de Nuestro Señor, ¿qué sentido puede tener el querer recibir, de todos modos, la Sagrada Comunión? ¿Cómo hace el fiel para conciliar su voluntad de permanecer apegado al pecado con la voluntad de acoger en su corazón a Aquel que detesta ese pecado, al cual pecado el fiel está apegado y al cual pecado no quiere renunciar? ¿Cómo puede decir que quiere expresar con la Comunión su amor por Cristo, si al mismo tiempo reniega de ese amor amando lo que Cristo odia? ¿Se puede amar a una persona amando y haciendo lo que ella odia y no quiere?
----------De modo que estas personas no quieren hacer la Comunión porque aman sinceramente a Cristo y a su propia salvación, sino porque o no creen que el pecado que cometen sea verdaderamente pecado a los ojos de Dios o porque quieren fingir, figurar, mandarse la parte, de amar a Dios no obstante su pecado o porque creen ser aceptados por Dios a pesar de su pecado.
----------Como sabemos, a tantísimos, como los ateos o los no cristianos, hacer la Comunión no les interesa en lo más mínimo. Los Ortodoxos cultivan como nosotros el culto eucarístico; pero la comunicación in sacris con ellos, aunque posible en principio, no es siempre una cosa simple, sobre todo por los obstáculos que ellos por su parte ponen en la comunión con nosotros los católicos.
----------En cuanto a los protestantes, lamentablemente ellos, aunque cultivan la memoria de la Cena del Señor y recuerdan las mismas palabras del Señor sobre el pan y sobre el vino, no reconocen su transubstanciación en el Cuerpo y en la Sangre del Señor, por lo cual ellos carecen de recta fe para comer carne y beber la sangre de Nuestro Señor Jesucristo bajo las especies del pan y del vino.
----------Jesús no dice: "este pan es mi cuerpo", porque no se puede predicar una cosa de otra cosa, una sustancia de otra sustancia. Ese tipo de discurso es un discurso que no tiene sentido, porque en lugar de indicar las propiedades del sujeto, se pone otro sujeto en el lugar del predicado.
----------Predico del sujeto del cual estoy hablando no una propiedad del sujeto, como es mi deber para hacerme entender, sino que introduzco otro sujeto como si este pudiera ser la propiedad o el predicado o la esencia del sujeto del cual estoy hablando. Pero una cosa es un sujeto y otra cosa son las propiedades de ese sujeto.
----------Sujeto y predicado del juicio deben ser dos conceptos tan diferentes, pero que, sin embargo, de hecho se identifican en la realidad del sujeto del cual estoy hablando. Sólo así el juicio constituye una operación mental que hace conocer y no es una simple tautología (el pan es el pan). Pero si en el predicado pongo otro sujeto, diferente (cuerpo), como por ejemplo el pan que es diferente del cuerpo, el sujeto del cual hablo se divide en dos sujetos y no se comprende de qué cosa estoy hablando (si del pan o del cuerpo). En efecto, no se puede atribuir aquello que pertenece a una sustancia lo que pertenece a otra sustancia.
----------Ahora bien, cabe suponer que el Logos divino encarnado, creador y ordenador de la razón humana y de su lógica, supo hacer un buen uso del lenguaje y de sus reglas lógicas cuando vivió como uno de nosotros en esta tierra, para poder así pronunciar discursos significativos, con sentido, y hacerse entender en aquello que quería decir, por más misterioso y sobrenatural que fuera.
----------Así, por ejemplo, no puedo decir Pedro es Pablo, sino en efecto Pedro es Pedro y Pablo es Pablo. Para hacer un discurso sensato, significativo y no confundir entre dos sujetos diferentes (pan y cuerpo), debo predicar solo las propiedades de esa determinada cosa, de ese determinado sujeto, ya sean propiedades sustanciales o accidentales. Pero no puedo poner en el predicado un sujeto diferente (cuerpo) de aquel del cual estoy hablando (pan). Una cosa es el pan y otra cosa es el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo. De hecho, Jesús no dice: "este pan", sino que dice "esto", es decir, esta cosa (griego: tuto, latín: hoc, Mt 26,26). Se trata de aquello en que el pan se está convirtiendo en la transubstanciación.
----------El predicado "es" (griego: estin, latín: est) significa la indicación de la realidad y de la sustancia del cuerpo de Cristo; es un predicado sustancial y esencial, que declara o define qué es esa determinada cosa, que viene mostrada; es como si Jesús hubiera dicho, mostrando lo que parecía pan: "¡He aquí mi cuerpo!".
----------Imaginemos la suprema sorpresa de los Apóstoles ante estas palabras del todo inesperadas para ellos. Pero ciertamente que esos hombres se habrán acordado de aquellas desconcertantes palabras que Jesús había ya pronunciado anteriormente, según las cuales, para tener la vida, era necesario comer su carne. Pues bien, aquí está su carne, ¡bajo la especie de una humildísima porción de pan! Entonces los apóstoles entendieron lo que quiere decir comer el cuerpo de Cristo.
----------No estaban ya conturbados y no pensaban en absoluto en el canibalismo, dado que comer una porción de pan o de aquello que a los sentidos les parece pan, es lo más normal de este mundo, aunque se dieron cuenta de que Jesús, con aquel "tomad y comed", continuaba más que nunca ofreciendo su cuerpo para comer, pero no bajo la especie del cuerpo (cosa horrible) sino bajo la especie del pan.
----------Por lo tanto, el pan consagrado en realidad, aunque mantuviera las especies sensibles del pan, los accidentes del pan, al momento de las palabras hoc est corpus meum, no era ya pan, sino que se había convertido en el cuerpo del Señor. No se trataba, por consiguiente, de comer del pan, sino efectivamente, como Jesús había predicho, de comer su carne.
----------Por lo tanto, es errónea la interpretación de Lutero: "yo estoy en este pan". No, aunque Jesús muestra algo (hoc), que continúa teniendo las apariencias sensibles del pan, aquello que Jesús indica no es ya pan, sino aquello que se está convirtiendo en su cuerpo. La sustancia del pan se ha cambiado o convertido en la sustancia de su cuerpo, obviamente privada de sus accidentes sensibles, que pertenecen solo al cuerpo glorioso de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado, en el cielo.
----------Por lo tanto, Jesús no está en el pan, sino que lo que aparece como pan es en realidad el cuerpo de Jesús, escondido bajo las apariencias del pan ("Jesum, quem velatum nunc aspicio", dice santo Tomás de Aquino.), de modo similar a como los accidentes esconden la sustancia. Pero al mismo tiempo, los accidentes suelen revelarla: si nosotros probamos el sabor del pan, decimos: esto es pan. Sin embargo, este no es el caso en la Eucaristía. Sentimos ciertamente el sabor del pan, pero sabemos por fe que ese sabor no revela la sustancia del pan, sino que oculta el cuerpo de Cristo.
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