Vuelvo a presentar aquí una reflexión publicada hace alrededor de un año atrás en este blog, que ahora ofrezco en un texto algo matizado y enriquecido (así al menos lo espero). Considero que las particulares características del presente pontificado vuelven necesario estar siempre atentos a mantener nuestra permanente devoción a la Cátedra Petrina y Sede Apostólica, pero en los términos correctos, sin ceder a las actuales tendencias heréticas de los modernistas y de los reaccionarios, o sea del progresismo y del tradicionalismo abusivos.
El papa Francisco es el Vicario de Cristo
----------El título de Vicario de Cristo forma parte del Magisterio, se lo publique o no en el Anuario Pontificio, en tal o cual encabezado o en el rincón de una página. Fue el papa León X [1513-1521] quien condenó la tesis de Martín Lutero [1483-1546], según la cual "el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, no fue instituido por Cristo en el bienaventurado Pedro vicario del mismo Cristo sobre todas las Iglesias de todo el mundo" (Denz.1475). Se trata de la tesis n.25, condenada en la Bula Exurge Domine, del 15 de junio de 1520.
----------De modo que Vicario de Cristo es, simplemente, o sea, nada más, que un título, pero también nada menos, porque precisamente es un título del Romano Pontífice. Por consiguiente, es un título explicativo de la condición de Papa, vale decir, explicativo de su autoridad magisterial y pastoral. Por lo tanto, implica la suprema y universal primacía, tanto de docencia como de jurisdicción, sobre la Iglesia de Cristo. En los textos para catecúmenos y seminaristas suele decirse que el título de Vicario de Cristo se funda en las palabras de Nuestro Señor Jesucristo, Divino Fundador de la Iglesia, dirigidas a Pedro: "Apacienta mis corderos... apacienta mis ovejas" (Jn 21,16-17), por medio de las cuales lo constituyó Príncipe de los Apóstoles, guardián de todo su rebaño en Su propio lugar, convirtiéndolo así en Su Vicario, y llevando a cumplimiento la promesa que le hizo al decirle: "Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos" (Mt 16,18-19).
----------El título de Vicario de Cristo no fue la única designación "vicaria" que le fue aplicada al Papa. Con el paso del tiempo, otras designaciones similares le fueron aplicadas, como la de Vicario de San Pedro e incluso Vicario de la Sede Apostólica (como en el caso del papa Gelasio I, Ep. VI), pero el título de Vicario de Cristo es más expresivo de su oficio de cabeza suprema de la Iglesia terrenal, oficio que cumple en virtud de la comisión de Nuestro Señor Jesucristo, y con poderes vicarios otorgados por Él o derivados de Él.
----------Por citar solo algunos ejemplos, el papa Inocencio III [1198-1216] fundamenta su autoridad para remover obispos sobre el hecho que él es Vicario de Cristo (cap. Inter corporalia, 2, De trans. ep.). También declara que Cristo ha dado tal poder sólo a Su Vicario Pedro y a sus sucesores (cap. Quanto, 3, ibid.), y afirma que el Pontífice Romano es "el sucesor de Pedro y el Vicario de Jesucristo" (cap. Licet, 4, ibid.). El título de Vicario de Dios usado al parecer por primera vez por el papa Nicolás III [1277-1280] (c. Fundamenta ejus, 17, De elect., in 6) es empleado como un equivalente al de Vicario de Cristo.
Cuestiones terminológicas
----------Ahora bien, comenzando por lo más simple, que es la terminología, nos preguntamos: ¿Qué es ser vicario? ¿Quién es vicario? Precisamente el que actúa en nombre de un superior, en cuanto que, por encargo de este superior, desarrolla en todo o en parte las funciones del mismo superior, por lo cual el vicario hace las veces de un superior y actúa en su lugar, de modo tal que lo que decide el vicario, suponiendo que desarrolle fielmente el encargo, viene por esto mismo aprobado y ratificado por el superior; y por consiguiente vale, o sea, es válido, y tiene vigor como si lo hubiera decidido el propio superior.
----------Ahora bien, aplicar al Papa el concepto de Vicario es una operación precisa, legítima y necesaria, lo cual quiere decir también que es un deber para todo católico; si no fuera por nada más, al menos lo sería porque de lo contrario el papa León no habría reprobado la tesis de Lutero. Sin embargo, esta acción de aplicar al Papa el concepto de Vicario de Cristo, debe hacerse con las debidas precauciones, con una precisión conceptual muy bien delimitada, y cierta cautela, que ahora intentaré explicar.
----------El problema de fondo, en este concepto de Vicario de Cristo aplicado al Papa, como en todos los conceptos de fe, es que nosotros, por la fuerza de las cosas, para hablar de cosas de fe, estamos obligados a partir de conceptos que nos aplicamos a los seres humanos, y cuyo contenido, por tanto, se resiente de nuestras limitaciones, por no hablar de nuestros defectos, como seres humanos. Hablamos de las cosas de Dios con conceptos humanos, y esto tiene sus pormenores.
----------Pero esta operación (la de aplicar al Papa el concepto de Vicario de Cristo) es posible, correcta, lícita, necesaria y salvífica, porque para hacerla estamos autorizados por el mismo Nuestro Señor Jesucristo, quien precisamente, para explicarnos los misterios del Reino de Dios y del Plan de la Salvación del Padre, ha utilizado nuestros conceptos y se ha expresado en nuestro lenguaje humano, de por sí hecho para expresar nuestras cosas humanas. Mientras que aquí lo que está en juego son realidades sobrenaturales, divinas, trascendentes y misteriosas, para expresar adecuadamente las cuales, se necesitaría un lenguaje proporcionado, adecuado, divino, que nosotros, como criaturas, no poseemos.
----------Ahora bien, hay que tener en cuenta que ha sido la Iglesia, y no Cristo, quien ha decidido usar el concepto de Vicario de Cristo para expresar un dato de fe: la autoridad del Papa. Sin embargo, si Nuestro Señor Jesucristo y en su nombre la Iglesia (y este es el caso del término "vicario") usan un determinado término para expresar el dato de la fe, esto querrá decir, en principio, que el término está bien, es correcto; solo que después dependerá de nosotros tratar de comprender en qué sentido, de qué modo, dentro de cuáles límites y bajo cuáles condiciones el término se adapta para expresar el dato revelado. Lo que hay que hacer entonces es separar, en el concepto, generalmente analógico y en ocasiones metafórico, lo que se adapta a lo divino de lo que, en cuanto humano, no puede ser atribuido a lo divino.
----------Por lo tanto, llegamos ahora a formularnos nuevas preguntas, más precisas: ¿En qué sentido, entonces, el Papa es vicario de Cristo? ¿En qué sentido hace sus veces? ¿En qué sentido y dentro de cuáles límites el que a él le escucha, escucha a Cristo? ¿Posee los mismos poderes de Cristo? ¿Hace todo aquello que puede hacer Cristo? ¿Lo sustituye? ¿Puede prescindir de Él? ¿Es infalible e impecable en éste su vicariato?
----------A partir de todas estas preguntas, a las cuales evidentemente no podemos responder en modo detallado aquí, ni hoy, ni menos en la brevedad de este artículo, como buenos católicos ya intuimos que el ser vicario en modo humano de un superior humano es muy diferente, aunque no del todo diferente (pues de lo contrario no se usaría el mismo término), de cómo el Papa es y debe ser Vicario de Cristo. Vale decir: existen similitudes y existen diferencias entre ser vicario en modo humano de un superior humano, de ser vicario del modo en que todo Papa es vicario de Nuestro Señor Jesucristo.
----------Llegamos así a una nueva etapa en nuestra reflexión: deberemos examinar esas similitudes y esas diferencias. Para seguir luego examinando el contenido doctrinal implicado en el título de Vicario de Cristo.
Similitudes y diferencias
----------Está claro que Nuestro Señor Jesucristo, aprestándose a dejar este mundo, ha confiado a Pedro el encargo de ser la "roca", la base, el fundamento o piedra angular, sobre la cual Él quiere "edificar" (oikodomeo) su Iglesia ("y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia", Mt 16,18) con el encargo de apacentarla ("Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas", Jn 21,16), de abrir o cerrar a los fieles el ingreso en el reino de los cielos ("Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos", Mt 16,19) y de confirmarla en la fe ("confirma a tus hermanos", Lc 22,32), asegurando a Pedro que los poderes infernales nunca habrán de prevalecer ("las puertas del infierno no prevalecerán contra ella", Mt 16,18).
----------Con respecto a estos encargos encomendados a Pedro, para comprender en qué sentido y dentro de cuáles límites el Papa es Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, es necesario hacer algunas distinciones. Un vicario terreno puede sustituir al superior en todos sus poderes, puede hacer por sí mismo todo aquello que el superior haría, si estuviera presente. Diferente es la posición del Papa con respecto a Cristo.
----------Por lo pronto, el Papa participa sólo de algunos poderes de Cristo, vale decir, no los posee todos, de otro modo sería Dios. Ejerce, por gracia especial de Nuestro Señor, un poder divino en la enseñanza de las verdades de fe y en la administración de los sacramentos, pero no posee esa misma gracia en el gobierno jurídico y pastoral de la Iglesia, mucho menos en el ejercicio de su conducta personal. De ahí que la teología hace la distinción entre gracia pontificia magisterial y gracia pontificia pastoral.
----------Esto quiere decir que mientras en el ejercicio del magisterio doctrinal el Papa, asistido por el Espíritu Santo, particularmente en la definición de nuevos dogmas, desempeña siempre dignamente su función de Vicario, en cambio, puede suceder que esto no ocurra en el gobierno de la Iglesia y en su conducta moral personal, lo cual, por lo demás, está suficientemente atestiguado por la historia del Papado.
----------En base a la distinción que acabamos de hacer (y que, por otra parte, los lectores de este blog conocen por otras notas que hemos publicado antes), es necesario decir que el título de Vicario de Cristo no debe parecernos demasiado elevado, relativo como es a aquella precisa y limitada función, que Nuestro Señor Jesucristo ha confiado a Pedro como cabeza de los apóstoles y pastor de la Iglesia.
----------Este título, por lo demás, aunque no sea evangélico, sino sólo de tradición eclesiástica, es apropiado, porque tiene efectivamente una confirmación o verificación, al menos parcial, en el vicariato humano, aunque no unívoco, sino sólo análogo, con las debidas distinciones, que ahora estamos haciendo. El hecho es que este título está reservado solo para el Papa como cabeza de la Iglesia. De hecho, si el sacerdote puede ser llamado un alter Christus, debido a su función sacerdotal, de ningún sacerdote se dice que sea el Vicario de Cristo, precisamente porque uno solo es la Cabeza de la Iglesia terrena: el Papa.
----------Por otra parte, cabe señalar que el Papa es Vicario de Cristo solo para la Iglesia terrena, la Iglesia peregrina y militante en la tierra; mientras que en el cielo la Cabeza es Nuestro Señor Jesucristo; y cuando Cristo regrese a la tierra al final del mundo, pondrá término a la serie de sus Vicarios, que ya no serán necesarios en absoluto, porque el mismo Cristo será quien gobierne a la Iglesia directamente también en la tierra. La idea bien conocida de los cismáticos luteranos y de los ortodoxos orientales, pero también de los actuales lefebvrianos que se llaman a sí mismos "católicos", de una Iglesia gobernada directamente por Cristo mediante el Espíritu Santo, es una eclesiología que disuelve la Iglesia terrena en la celestial y, por lo tanto, por inevitable consecuencia, a causa de la confusión, reduce la celestial a la Iglesia terrena.
----------Este género de herejías de las comunidades cismáticas, tanto la luterana y ortodoxa oriental de la Iglesia gobernada directamente por Cristo mediante el Espíritu Santo, como la de Marcel Lefebvre [1905-1991] de la supuesta "Roma eterna", negando de iure o de facto la institución visible, pierden de vista la sabiduría con la cual Nuestro Señor Jesucristo ha querido organizar su Iglesia en esta tierra, teniendo en cuenta el hecho de que la debilidad humana consecuente al pecado original exige que la organización comunitaria de la Iglesia no pueda ser dejada a la buena voluntad de los individuos, aunque sea bajo la guía del Espíritu Santo, sino que debe ser conservada, si es necesario, también por coerción, o cuanto menos con actos externos, por una autoridad visible y eficaz. Y esta es la autoridad del Vicario de Cristo, que "ata y desata" (Mt 16, 19).
----------La Iglesia "invisible" de Lutero, con su aparente espiritualidad y libertad, fue su utopía de los primeros años, tras lo cual debió darse cuenta que era necesario un poder coercitivo o al menos externo, solo que instituyó uno arbitrario de su propio buril, despreciando al legítimo querido por Cristo. Del mismo modo han venido actuando en los hechos, de facto, los lefebvrianos en sus cincuenta años de existencia, estableciendo una estructura eclesial propia, fuera de la estructura de la Iglesia.
----------Hagamos otra observación. Tengamos en cuenta que un vicario humano tiene un cierto espacio de maniobra, en la medida en que desempeña correctamente su oficio. Igualmente el Papa, respecto a Nuestro Señor Jesucristo. El Papa debe saber distinguir con claridad 1) lo que le vincula absolutamente a Cristo como su Vicario, de 2) lo que Cristo deja a su iniciativa y, por tanto, también a su riesgo, considerando sobre todo la enorme diferencia de las circunstancias en las cuales vivió Cristo del entorno histórico en el cual vive todo Papa. De cómo un Romano Pontífice sabe utilizar esas circunstancias de su tiempo, y de cómo sabe moverse en ellas, demuestra cómo sabe desempeñar su mandato de Vicario de Cristo.
¿Dentro de qué límites un Papa es Vicario de Cristo?
----------Ahora bien, nos hacemos otra pregunta muy importante: ¿Dentro de qué límites un Papa es Vicario de Cristo? Claramente dentro de esos límites referidos a ser guía de la Iglesia, mediante su docencia doctrinal y dirección pastoral. En todos los demás campos de su acción, en sus intereses humanos y culturales, en sus relaciones humanas y en sus amistades, es obvio que él está exento de este oficio, de modo que Jesucristo será para él, como para todo cristiano, simplemente su Señor y su modelo de santidad.
----------Cabe señalar, por otra parte, que el vicio moral puede infectar el gobierno papal de la Iglesia o la conducta moral; pero la ignorancia o el error no pueden nublar la mente del Papa en el conocimiento y la enseñanza de las verdades de fe o de moral, ya se trate de doctrinas directamente o indirectamente conectadas con el dato revelado, ya sean de la Tradición o de la Escritura, ya se trate de enseñanza ordinaria o extraordinaria, simple o solemne, nueva o tradicional. En esta importante afirmación que estoy haciendo está implícita la ya mencionada distinción entre gracia magisterial (que el Papa no es libre de rechazar) y gracia pastoral (que el Papa puede rechazar por su debilidad humana y por su pecado). Y también está claramente señalada la infalibilidad en el creer y en el enseñar la Palabra de Dios, en cualquiera de los niveles de su magisterio, no sólo en el extraordinario.
----------Pero ahora hablemos de los límites. Decir que el Papa es Vicario de Cristo en la doctrina no debe entenderse, sin embargo, como si la palabra del Papa debiera ser identificada sic et simpliciter con la misma Palabra de Cristo. Fue Lutero quien tuvo esta impía presunción de que la palabra de Lutero era la misma de Cristo; y así han actuado y siguen actuando todos los cismáticos. Sin embargo, ni siquiera en sus definiciones dogmáticas el Papa tiene semejante pretensión.
----------A menos que un Papa repita materialmente las palabras del Evangelio, cosa que ahora cualquier cristiano puede hacer, las enseñanzas pontificias no tienen absolutamente la osadía de ponerse al nivel de la Palabra de Dios, sino que, por más infalibles que sean, son simples aclaraciones, interpretaciones, explicitaciones, solo consecuencias inferidas o explicaciones de esta Palabra.
----------Por lo tanto, es necesario distinguir la doctrina de Cristo de la doctrina de la Iglesia. La Iglesia, por la misma voluntad de Cristo ("El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me envió", Lc 10,16), nos introduce y nos guía a la Palabra del Evangelio y nos la hace comprender, en la medida en que pueda ser comprendida por nuestras mentes limitadas. No le añade nada ni le quita nada. Y mucho menos puede malentenderla o malinterpretarla, como erróneamente creyó Lutero, y creyeron todos los herejes de la historia de la Iglesia, y siguen creyendo los herejes que afirman hoy que el Papa (o un Concilio con y bajo el Papa) puede errar en la Fe.
----------Desde este punto de vista (y me refiero aquí a solo este punto de vista), el Papa es Vicario con mayor autonomía que la del vicario humano, quien debe limitarse a ser, como se dice, un simple "portavoz". Como máximo, en el mejor de los casos, puede explicar el sentido de las palabras; pero no está autorizado para interpretar los conceptos, que debe transmitir tal y cual son.
----------En cambio, el Papa tiene, recibida del Espíritu Santo, en algunas condiciones especiales y en algunas circunstancias oportunas, la facultad y el deber de conducir gradualmente en la historia al pueblo de Dios, sin por esto cambiar el sentido del Evangelio o de la Tradición, hacia la "plenitud de la verdad" enseñada por Cristo (cf. Jn 16,13) y "al conocimiento perfecto del misterio de Dios, es decir, de Cristo" (Col 2,2), es decir, para hacernos comprender siempre mejor su mensaje y más a fondo de lo que se desprende de la simple lectura del texto. Y este progreso en el conocimiento de la Palabra de Dios sólo tendrá término al fin del mundo, cuando aparecerá sin velo Nuestro Señor Jesucristo, la misma Verdad hecha Persona.
----------Este ministerio doctrinal del Papa está preparado por el trabajo de los teólogos y de los exégetas bíblicos, los cuales proponen al Papa nuevas interpretaciones, que intentan hacer conocer mejor la Palabra de Dios. Queda luego enteramente al juicio del Papa aprobarlas o rechazarlas.
----------Precisamente esto era lo que debían haber hecho Lutero, el pseudo "reformador de la Iglesia", o Lefebvre, el pseudo "restaurador de la Iglesia", en lugar de tener la presunción y temeridad de sustituir al Papa, como si el Papa se equivocara, como si pudiera equivocarse en el creer y en el enseñar la Palabra de Quien es vicario. En particular, al interpretar a san Pablo, Lutero habría debido disipar el lenguaje equívoco de Pablo, en vez de agravar la confusión cayendo en la herejía de la sola fe y de la sola gracia sin las obras ni los méritos, cosa difícil si no imposible para él luego de haber asumido como nuevo dogma el "solo Escritura"; mientras que Lefebvre, abandonando sus ideas político-secularistas, y aceptando los textos del Concilio Vaticano II que él firmó, debía haber comprendido el significado correcto de la Sagrada Tradición, que es comprensible hasta para un niño de catecismo inicial, abandonado su nuevo dogma del "solo Tradición".
----------Aclaro algo más lo que acabo de decir respecto a Lutero. Cuando san Pablo, habla de la "ley", que parece conducir al pecado, no siempre se entiende si se está refiriendo a la ley mosaica del Decálogo o al legalismo farisaico. Cuando san Pablo habla de la inutilidad de las "obras de la ley" para alcanzar la salvación y de la gratuidad de la gracia y de la suficiencia de la fe sin las obras, Lutero habría debido aclarar que Pablo no se está refiriendo aquí al Decálogo de la ley mosaica, Decálogo que se mantiene siempre necesario para la salvación, sino al legalismo farisaico, superado por el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
Las limitaciones y defectos humanos del Vicario de Cristo
----------Cabe señalar otra diferencia entre un vicario humano de un superior humano y el Papa como Vicario de Cristo. Todo vicario terreno puede actuar con sus propias fuerzas sin recurrir al superior que le ha encomendado un oficio. En cambio, el Papa ciertamente representa a Nuestro Señor, pero no tiene, como cualquier vicario humano, una fuerza humana por cuenta propia, suficiente para poder representar dignamente a Nuestro Señor Jesucristo, sin su gracia: y esto no solo en la enseñanza doctrinal, donde su especial gracia de estado no puede fallar (gracia pontificia magisterial), sino también en su conducta moral y en el gobierno de la Iglesia, donde él necesita una gracia santificante, aparte de la gracia de estado, para cumplir bien sus deberes. Pero en tal caso el Papa puede rechazar la gracia (gracia pontificia pastoral) y caer en el pecado.
----------También debe considerarse que si el Papa no se equivoca cuando enseña como maestro de la fe y de la moral la Palabra de Dios, no obstante el modo con el cual se expresa, los estados de ánimo en los cuales habla, el lenguaje más o menos adecuado que usa, la actitud que puede tener hacia los justos o los pecadores, el condenar o no condenar, el corregir o no corregir, todo eso, constituye sus elecciones, son actos morales, en los cuales él, según la intención por la que es movido, puede pecar o no pecar.
----------Por lo tanto, el Papa es infalible en la doctrina, pero es pecable en la conducta práctica y moral y, por consiguiente, también en el uso del lenguaje. Si utiliza un lenguaje ambiguo, confuso, doble o equívoco, al impartir una enseñanza que en sí misma es cierta y verdadera, esta enseñanza se mantiene en sí misma válida, pero el modo por el cual es transmitida carece de honestidad y de lealtad, y puede generar escándalo y confusión entre sus oyentes, que pueden caer en el error, pues con sus incorrectos modos de expresarse, ambivalentes, equívocos, el Papa impone a sus oyentes el deber de discernir siempre el buen sentido, el verdadero, el correcto, deber que no siempre todos los fieles están en grado de cumplir.
----------Incluso en un Papa, por lo tanto, aunque asistido por el Espíritu Santo en el conocimiento y en la enseñanza (infalible en el creer y en el enseñar la Palabra de Dios), que pone de por sí en juego el intelecto, sin embargo, este acto, en cuanto querido, es causado por la voluntad, por la cual asume una connotación moral, por la cual el Papa puede pecar de varios modos, ya sea por duplicidad o por oportunismo o por timidez o por imprudencia o por precipitación o por reticencia o por descuido y cosas por el estilo.
----------Otra cuestión, que sin duda puede preocupar a muchos católicos, clérigos y laicos es la que ahora comentaré. Si juzgamos que un Papa no representa dignamente a Nuestro Señor, ¿podemos nosotros apelar directamente a Cristo? ¿Puede darse la necesidad o el deber de desobedecer al Papa para obedecer a Cristo? Esto es lo que creyó inicialmente Lutero y hoy creen todos los protestantes, y es también lo que creyó Lefebvre y creen todos los lefebvrianos, claro que en ambos casos erróneamente, pues creyeron y creen que pueden desobedecer al Romano Pontífice no sólo en cuanto Pastor, sino incluso en cuanto Maestro de la Fe. Pues bien, es necesario, por norma, suponer que en su conducta práctica, el Papa actúa con prudencia. Pero la cosa puede pasar: puede equivocarse. Sin embargo, digamos en seguida que esto puede estar justificado en relación a su conducta práctica, nunca en relación a los contenidos de sus enseñanzas de Fe, sobre todo aquellas de alto nivel, como son por ejemplo las Encíclicas, por no hablar de las Definiciones Dogmáticas o de las doctrinas de un Concilio ecuménico.
----------En tales casos se tratará de una decisión prudencial individual del católico, a cuenta, riesgo y responsabilidad de cada fiel católico. En tales casos, para expresar un parecer, una opinión, en esta delicada y compleja materia (como es la de desobedecer al Papa para obedecer a Cristo), son necesarias algunas condiciones. Estas: 1) Debemos estar ciertos, seguros, de que se trata de una cuestión pastoral o jurídica o de conducta personal. 2) Es necesario poseer una suficiente preparación concerniente a la materia sobre la cual se va a juzgar. 3) Es necesario tener una información cierta del hecho. 4) Debemos escuchar eventualmente también el parecer de otros juicios autorizados e imparciales. 5) Es necesario tener el ánimo libre de pasiones o prevenciones (prejuicios), con propensión a interpretar in bonam partem. 6) Es necesario saber aplicar un justo criterio de juicio al caso concreto. Esta es la condición más difícil, porque supone todas las condiciones anteriores. Pero es la decisiva. Al formular el juicio, se debe usar modestia, con tendencia o preferencia a sentirse en el ámbito de la opinión más que en el de la certeza.
----------Una vez que se ha expresado la valoración (o sea el parecer personal), luego es necesario ver qué cosa hacer. En principio, si la cosa fuera posible, si se tratara de una cuestión verdaderamente importante, algo de interés común, si vale la pena y no hay riesgo de consecuencias peligrosas o desagradables, entonces, valiéndose quizás de algún buen mediador, y si hay esperanza de ser escuchado o de obtener algo, se puede hacer, según la oportunidad, las circunstancias y la ocasión, ya sea personalmente o colectivamente, una respetuosa observación, una declaración, un llamado, un reclamo o una súplica al Santo Padre. Estas condiciones no son usualmente fáciles de conseguir, y todos conocemos las ocasiones en que no han sido respetadas: reclamos de viva voz al Papa en plena recorrida entre el público en la plaza San Pedro, o impertinentes "correctio filialis" firmadas incluso por obispos cismáticos.
La herejía de negar al Papa como Vicario de Cristo
----------Es de notar también que en la historia los herejes odian al Papa como Vicario de Cristo. Pero cuando menciono aquí a "los herejes", el lector no debe pensar que hablo de algo del pasado, sino actual: hoy los herejes existen, extendidos en el seno de la Iglesia, más manifiestamente o más clandestinamente, e incluso en medios de comunicación, páginas webs y blogs que pasan por ser "católicos".
----------De modo que efectivamente, lo repito, los herejes odian al Papa como Vicario de Cristo, ya sea: 1°) manifiestamente, con desprecio, befa, insultos, injurias, calumnias, difamaciones, maledicencias, críticas, acusaciones y ofensas de todo género, declarándose abiertamente enemigos, negando su autoridad, hasta a veces para maltratarlo y para martirizarlo, como tantas veces ha ocurrido en la historia de la Iglesia, o bien 2°) subdolamente, solapadamente, o secretamente, con hipocresía y engaño, aislándolo de los buenos y comprometiéndolo con los malvados, malinterpretando o exagerando su autoridad, fingiéndose amigos y colaboradores, fieles devotos o incluso entusiastas, aconsejándolo mal o recurriendo al servilismo y a la adulación, y en realidad sustrayéndose con astucia o prepotencia a la obediencia al Vicario de Cristo y trabajando secreta y pérfidamente por la destrucción del Papado y de la Iglesia.
----------A lo largo de la historia han existido y siguen existiendo hoy católicos, o mejor dicho sedicentes católicos, que afirman en principio aceptar el Papado y por tanto, repito, a nivel de principios, aceptando al Papa como el Vicario de Cristo, pero... ¡no precisamente al Papa efectivamente reinante!, a quien consideran indigno, hereje, masón, modernista, o inválidamente elegido, o considerando vacante el trono de Pedro ("sedevacantistas") o contraponiéndolo a otro Papa u otros Papas del pasado. No es novedad para el lector que hoy existen quienes consideran verdadero Papa al papa emérito Benedicto XVI y falso al papa Francisco. Todo esto, por supuesto, no se corresponde con la correcta actitud del católico.
----------En efecto, podemos decir que, por muy justas, bien argumentadas y razonables, que puedan ser algunas críticas a ciertos aspectos de la pastoral y de la conducta del Papa actual, estas tomas de posición, estas posturas, estas actitudes, sobre todo aquellas que consideran hereje a este Papa, acaban por negarle el título de Vicario de Cristo y, si no niegan en principio el Papado, como lo hizo Lutero, sin embargo, negando este título a un Papa válidamente elegido porque es reconocido por el Colegio Cardenalicio que lo ha elegido, es como si negaran el título en sí mismo, lo que los hace caer en la herejía luterana.
----------Se podría decir, entonces, por cuanto respecta al momento presente, que el demonio, sabiendo bien que el Papa, como Vicario de Cristo, es el supremo maestro de la fe en la tierra y por lo tanto el supremo baluarte contra las herejías, es contra el Papa que está concentrando todas las fuerzas de su sutil astucia, sus mentiras y sus engaños, en el intento siempre repetido en la historia, y siempre fallido a lo largo de los siglos, de hacerle caer en el error y arrastrar así a la Iglesia al error, al pecado y a la perdición.
----------Personalmente estoy suficientemente convencido que hoy, quizás como nunca antes en la historia, el Papado, en la persona del papa Francisco, estando como está así tan ferozmente bajo los golpes del demonio, nunca el Papa y el Papado han sido más probados y tentados por Satanás, nunca como hoy el poder de las tinieblas, con el permiso de la Providencia, ha sido empleado con tantas fuerzas en el vano pero siempre repetido intento de abatir al Papado y con ello a la Iglesia, suscitando todo género de sutiles y solapadas herejías, desde las más antiguas hasta las más recientes y también inventando nuevas. Son los herejes y cismáticos que hoy sostienen que el Papa ha fracasado, ha sido derrotado por el demonio, para tener de ese modo el pretexto de fundar una contra-Iglesia, esta vez sí inspirada por Satanás.
----------Y he aquí un dato que no puede pasar por alto el lector: el Santo Padre -y al papa Francisco me estoy refiriendo- parece estar plenamente consciente de este ataque contra la Iglesia y contra su persona como Vicario de Cristo. Lo podemos recabar, estoy convencido, de sus frecuentes referencias al demonio, que son una novedad respecto a las enseñanzas de los Papas precedentes. De como se expresa el papa Francisco, se diría que se refiere a ataques recibidos personalmente. Al respecto, el lector recordará que entre las muchas y variadas circunstancias en que el papa Francisco se ha referido a la acción demoníaca (enseñanza inusual en los últimos papas), una circunstancia que ha llamado la atención ha sido en sus homilías coloquiales en la capilla de Casa Santa Marta en la época en la que arreciaban las críticas del arzobispo Carlo María Viganò. Tras aquella oportuna intervención de mediados del 2018, del ex nuncio en USA, referida al dramático problema de la corrupción moral y pedofilia en el clero, pasando los meses las críticas del arzobispo se volvieron cada vez más fuera de lugar, cada vez menos filiales, hasta llegar a la actualidad, en la que el ex nuncio comparte las mismas posturas heréticas y cismáticas de quienes niegan la infalibilidad de los Papas y de los Concilios Ecuménicos en cuestiones doctrinales. ¿Cómo no ver, entonces, coincidencia entre aquellas circunstancias y las palabras del papa Francisco a la acción demoníaca?.
Pero las potencias del infierno no prevalecerán
----------A nadie se le escapan las limitaciones humanas, incluso los defectos humanos, que pueden presentar quienes han sido elegidos como Vicarios de Cristo. El conocimiento de la historia de la Iglesia, y la visión del actual pontificado, son una prueba irrefutable de ello.
----------Pero la promesa de Nuestro Señor Jesucristo es siempre válida: "las potencias del infierno no prevalecerán" (Mt 16,18). Sin embargo, el lector debe estar cierto de que esto vale sólo para la verdadera Iglesia guiada por el Papa y no para las falsas Iglesias inventadas por los herejes, que son más bien "sinagogas de Satanás" (Ap 2,9). O bien, para decirlo más benévolamente, como se expresa el Concilio Vaticano II en la Unitatis Redintegratio (n.3), no están "en plena comunión" con la Iglesia Católica.
----------Pero la promesa de Nuestro Señor Jesucristo es siempre válida: "las potencias del infierno no prevalecerán" (Mt 16,18). Sin embargo, el lector debe estar cierto de que esto vale sólo para la verdadera Iglesia guiada por el Papa y no para las falsas Iglesias inventadas por los herejes, que son más bien "sinagogas de Satanás" (Ap 2,9). O bien, para decirlo más benévolamente, como se expresa el Concilio Vaticano II en la Unitatis Redintegratio (n.3), no están "en plena comunión" con la Iglesia Católica.
----------Es cierto, el papa Francisco parece más preocupado por renovar que por conservar. Puede esto agradar más o menos, puede esto ser considerado prudente o imprudente, puede incluso ser considerado un error en las presentes circunstancias de la Iglesia. Pero estamos siempre a nivel de la acción pastoral de gobierno del Papa. Al fin de cuentas, renovar la Iglesia es la intención del Concilio Vaticano II, el Concilio de nuestro tiempo y, en tal sentido, no podemos menos que reconocer que el Papa continúa (aunque quizás no del modo correcto) la obra verdaderamente reformadora del Concilio.
----------Por lo tanto, el papa Francisco hace bien en oponerse a un cierto conservadurismo, que todavía hoy rechaza las doctrinas del Concilio y que acusa al Concilio de "modernismo" y de ser el Concilio el origen de todos los males de la Iglesia desde hace cincuenta años a esta parte. En esto no expreso ninguna opinión personal. He expresado varias opiniones personales en esta nota, pero no es una opinión lo que acabo de decir, pues un Concilio Ecuménico, como extensión del Magisterio Pontificio (un Concilio Ecuménico con y bajo Pedro) no puede estar equivocado en lo doctrinal, aunque ciertamente puede contener defectos en sus puntuales directivas pastorales. Esto es verdad de fe, y quienes lo niegan caen en herejía.
----------Habiendo dicho eso, creo, sin embargo, que el papa Francisco debe tener cuidado con la acción solapada de un efectivamente renacido modernismo, disfrazado de "progresismo", que ha malinterpretado el Concilio y que está causando graves daños a la Iglesia. Al mismo tiempo, debería, a mi humilde juicio, insistir más en la recuperación de algunos valores tradicionales y perennes, que forman parte del depósito revelado o están con él conexos, y que son reclamados, también, por tantos sectores sanamente tradicionalistas.
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