A continuación, la segunda parte de una breve reflexión teológica acerca del gravísimo atentado al Magisterio del Romano Pontífice que significa el Sínodo Alemán, particularmente respecto al sacerdocio femenino, en base a sus propios presupuestos, extractados del documento de trabajo (los pasajes del documento de los obispos se encuentran entre comillas y en letra cursiva). Mis reflexiones se centrarán fundamentalmente en la documentación inicial del Sínodo Alemán, conocida en los primeros meses del 2020, bajo la autoridad del cardenal Reinhard Marx, por entonces presidente de la Conferencia Episcopal Alemana.
Desprecio por el dogma
----------Sigue diciendo el documento del Sínodo alemán: "En la investigación teológica no hay acuerdo sobre cuán vinculante sea la afirmación en la carta apostólica 'Ordinatio sacerdotalis' del papa Juan Pablo II según la cual la exclusión de las mujeres del ministerio sacramental debe ser 'definitive tenendam', es decir, una decisión a la cual deban 'atenerse en modo definitivo' todos los fieles. […] Al respecto es necesario considerar la temática fundamental del desarrollo de los dogmas".
----------Observo que es evidente que si el Magisterio de la Iglesia debiera "aceptar las declaraciones de teólogas y teólogos sobre la posibilidad de la vocación también de mujeres a los servicios y ministerios de la Iglesia", así como las "manifestaciones de protesta también a nivel de comunidades cristianas (por ejemplo, de parte de asociaciones femeninas y del movimiento María 2.0) que se han organizado en tiempos recientes", se abriría el sacerdocio también a las mujeres. Sólo que aquí los obispos invierten las partes: ¿es el Magisterio el que debe obedecer a los teólogos modernistas o son estos los que deben obedecer al Magisterio?
----------Aparte de la rebelión en la cuestión específica del sacerdocio de la mujer, el error de fondo que se trasparenta del documento del Sínodo alemán sobre este punto, es una forma de desprecio neo-modernista por el dogma. Es decir, es una actitud de desconfianza y renuencia o indisponibilidad a aceptar las decisiones o sentencias del Magisterio pontificio como mediador de una verdad divina salvífica que nos libera y perdura para siempre, de un bien cierto, precioso, inmutable e incorruptible, para ser cuidadosamente conservado, una roca que nos vuelve firmes y seguros frente a las tormentas, una medicina que nos cura, una fuerte defensa y protección contra las fuerzas enemigas, una solución o respuesta cierta y definitiva a todas nuestras dudas existenciales, una indicación cierta sobre el camino a seguir o sobre lo que se debe hacer, un ideal sublime y estable, al cual ser fiel para siempre y a toda costa. Una perla preciosa escondida en un campo, para conquistar la cual estamos dispuestos a venderlo todo.
----------Parece que estos obispos alemanes no saben que el dogma no limita nuestra libertad, sino que la disciplina y la promueve. El dogma es liberador, no opresor. Amplía y sublima el pensamiento, no lo restringe, ni lo empobrece. Ciertamente puede parecer peliagudo para razonar, incluso hasta puede parecer a veces irracional y escandaloso; pero para una mirada humilde y atenta se revela inspirado por una sublime sabiduría. Puede parecer demasiado pesado o incluso imposible de practicar; sin embargo, el dogma da la mirada del águila, la libertad del pájaro, la simplicidad de la paloma, la prudencia de la serpiente, el coraje de un león, "la fuerza de un búfalo" (Sal 92,11), la carrera del caballo, la agilidad de los ciervos.
----------En cambio, los cavilosos y estrafalarios teólogos citados por los obispos (Rahner y Schillebeeckx entre ellos), sofocados por sus presuntuosos títulos académicos, miden al centímetro su tacañería intelectual, en lugar de mostrarse, como deberían, simples, confiados, generosos y abiertos en su adhesión intelectual al Magisterio, aunque siempre libres y prudentes, ciertamente no como cintas registradoras, grabadoras y reproductoras, o loros repetidores, sino como verdaderos hombres de fe, hijos de la Iglesia.
----------¿Qué son y adónde conducen estas fatuas discusiones sinodales acerca de cuán vinculante sea o no sea la sentencia del papa san Juan Pablo II? Esas discusiones no son lícitas y denotan incredulidad. Gravísimo, por lo tanto, es el apoyo hecho por los obispos alemanes a discusiones tan vanas. En efecto, el católico aquí obedece sin discutir, so pena de caer en la herejía por falta de fe.
----------Las sentencias definitivas acerca de materia de fe y moral por parte de los Romanos Pontífices, sirven para poner fin a las discusiones, para despejar las dudas y para dar certeza definitiva sobre difíciles cuestiones de dogmática y de moral que pueden estar siendo debatidas entre los teólogos o los expertos. Y no es de creer que una de estas sentencias, hoy verdadera, mañana pudiera volverse falsa o una opinión por los Papas juzgada falsa, mañana pudiera volverse verdadera, porque la Palabra de Dios que ellos interpretan infaliblemente, es una Palabra que no pasa (Mt 24,35), teniendo por objeto realidades inmutables y eternas y también cuando se trata de prácticas sacramentales que, como en este caso, deberán cesar en la futura resurrección, la verdad que el Papa enseña sobre ellas permanece de todos modos eterna.
----------Por lo tanto, todos los fieles, laicado y clero, cualquiera que sea su rango en la jerarquía eclesiástica, incluidos por lo tanto los obispos, que de hecho deben dar un buen ejemplo, deben acoger con alegría y gratitud estas sentencias magisteriales del Romano Pontífice como dones preciosos hechos por Dios a la Iglesia a través de él, el Vicario de Cristo, en orden a la salvación. El mantener dudas o poner en discusión estas sentencias es signo de necedad, de intolerable presunción y de falta de fe.
----------¿Creen acaso estos desventurados obispos alemanes que llegarán a hacer cambiar de idea al Sumo Pontífice o de poder actuar en buena conciencia si toman la decisión de desobedecerle? ¡Entonces, que se quiten la máscara y que se hagan luteranos, como desafortunadamente sucedió para ciertos obispos alemanes seducidos por la predicación de Lutero hace de esto ya cinco siglos!
----------¿No han entendido todavía la lección de los últimos Papas? ¿Cuántos otros Papas deberán hablar para que se convenzan de que están equivocados? ¿Creen acaso que con el papa Francisco haya llegado un tema maniobrable según sus diabólicos planes, solo porque Francisco está abierto al ecumenismo y aprecia ciertos aspectos de Lutero, como si el Papa no supiera distinguir la ortodoxia de la herejía? Por el contrario, deben recordar que si continúan insistiendo, ya no experimentarán la dulzura, sino la terrible severidad del Vicario de Cristo. ¿Esperan que sea el Papa el que ceda? Están gravemente engañados y, en cambio, serán ellos los que quedarán humillados con inmensa vergüenza frente a toda la Iglesia.
Se trata de una definición dogmática
----------En esta cuestión, en efecto, no está en juego un viejo prejuicio antifeminista o una opinión privada o un gesto autoritario de san Juan Pablo II, sino que está clarísimo, por como se expresa el Papa, que se trata de un tema muy serio, que toca la divina Revelación y más precisamente, como dice precisamente el Papa, la "Constitución divina de la Iglesia", que no es una creación del Papa, sino de Cristo.
----------En definitiva, se trata de una doctrina de fe, y esto por dos motivos: primero, porque el papa san Juan Pablo II declara que él la enseña "en virtud de mi ministerio de confirmar a los hermanos en la fe (cf. Lc 22,32)". ¿Y qué significa esa expresión (tomada de las mismas palabras de Jesús) de confirmar a los hermanos en la fe? Precisamente enseñar una verdad de fe, cuya negación o puesta en discusión es herejía.
----------En segundo lugar, si un Romano Pontífice declara que se deba tener en modo definitivo (definitive tenendam) una sentencia suya en materia de fe ("divina Constitución divina de la Iglesia"), está claro que el Papa pretende enunciar una doctrina de fe, es decir, un dogma.
----------Y entonces, ¿qué tiene que ver la "evolución de los dogmas" con eso? Los obispos alemanes parecen casi sutilmente insinuar la posibilidad de rechazar o cambiar la sentencia del Papa en nombre de la evolución del dogma. Digamos enseguida que la expresión, ya usada por el modernismo desde la época de san Pío X, es bastante riesgosa, en cuanto ha sido puesta en la encíclica Pascendi bajo el título del n.19, donde está precisamente pronunciada la condena de la "evolución de dogma", entendida como "mutabilidad de las fórmulas dogmáticas", causada por la "perversión del eterno concepto de verdad".
Los motivos de la exclusión
----------Dicen en otro lugar del texto los obispos alemanes: "Aquello que es necesario motivar no es la admisión de las mujeres al ministerio ordenado sacramental, sino su exclusión".
----------De ningún modo. No es necesario motivar la admisión de las mujeres al ministerio ordenado sacramental, porque la motivación no existe, mientras que las motivaciones de la exclusión son bien conocidas sobre todo por el Magisterio del papa san Pablo VI y el papa san Juan Pablo II.
----------Es necesario por otra parte tener presente que las motivaciones que la Iglesia aduce en esta materia, precisamente porque se trata de materia de fe, no tienen ninguna pretensión de ser rigurosas o demostrativas, sino que son sólo los argumentos de conveniencia de un dato revelado -la voluntad de Cristo-, que por tanto debe ser aceptada con fe y no por motivos racionales o de exégesis bíblica.
----------Nuestro Señor aquí nos pide solo creer en Él, aunque sea a través del Papa. El rechazo de la sentencia pontificia implica, por lo tanto, el no fiarse de Cristo. La pretensión de quien, por tanto, no acepta la sentencia de la Iglesia por falta de rigor racional o razones antropológicas, no es el signo de una exigencia crítica, sino de una falta de fe. En cuanto a la pretensión de oponer a la sentencia de la Iglesia una propia interpretación de la Escritura, no es signo de docilidad católica, sino de desconfianza y presunción protestante.
La verdadera promoción de la mujer
----------En todo caso, lo que hay que hacer, como por ejemplo ha sugerido en el pasado sabiamente la Conferencia Episcopal Italiana, es que los buenos Obispos interpelen a las mujeres mismas, pidiéndoles que, salvada su obediencia a las disposiciones de la Iglesia referentes al sacerdocio, sean ellas mismas las que expresen lo que piensan de sí mismas y de sus capacidades, cómo ven su puesto en la Iglesia junto a los Obispos, junto a los sacerdotes, junto a sus maridos, junto a sus amigos varones; ¿cuáles son sus necesidades, sus deseos, sus aspiraciones, qué pueden hacer en la Iglesia y por el bien de la Iglesia? ¿Qué creen que el Espíritu Santo "dice a las iglesias" (Ap 3,8) respecto a estas cosas?
----------El Obispo es un varón, con las cualidades del varón; pero ellas, mujeres, no pueden conocerlas sino desde fuera, en cuanto y en la medida en que las manifiestan a las mujeres con las cuales entra en relación. Pero, ¿quién más que la mujer, involucrada en esto en primera persona, conoce mejor en lo íntimo a la mujer, es decir, a sí misma, que la mujer misma mirándose a sí misma y a su propia experiencia de mujer?
----------Está claro que la mujer auténticamente católica acepta serenamente la sentencia del Magisterio de la Iglesia; sin embargo, es necesario que la Iglesia esclarezca ulteriormente cuáles son, en la sociedad y en la Iglesia, el rol y la misión específicos e insustituibles, que el Dador de los dones, el Espíritu Santo, le asigna a la mujer, junto y en recíproca complementariedad con el hombre.
----------Naturalmente, no tiene ya sentido la idea de resolver todo aporte femenino, excepto en casos especiales, en un rol suplementario, de imitación del varón, con la equivocada y superada idea subyacente de que el hombre pueda hacerse ayudar mejor de otro hombre varón antes que de una mujer, por lo cual se ve constreñido a recurrir a la mujer por falta de mejor, o sea, del hombre, y cosas por el estilo. La mujer que quiera imitar las cualidades exclusivamente propias del varón se sentirá frustrada, porque sus propias cualidades femeninas obviamente no le permiten igualarlo y superarlo.
----------Sería como si la mujer, por ridícula hipótesis que se me ocurre, quisiera imitar la voz del hombre. ¿Qué saldría de ese intento? Pero entonces, ¿quién la obligaría a hacerlo, cuando el caso es que ella tiene su propia voz, espléndida y fascinante?, una vez femenina que el varón no puede imitar, excepto mediante chillidos ridículos. La mujer en la sociedad y en la Iglesia tiene cualidades y actitudes propias, peculiares, específicas, preciosísimas e insustituibles, de las cuales la mujer debe estar orgullosa, por lo cual no debe importarle nada si no posee las cualidades del varón, aunque fuera poder llegar a hacer de Papa.
----------Basta pensar en el milagro de la gracia, que, según una reciente opinión teológica, llega al seno de la madre para bautizar al feto antes del nacimiento y de la posibilidad de recibir el bautismo sacramental. Un caso de este tipo, aunque excepcional, aparte del caso absolutamente único de Nuestra Señora, ha sido el de san Juan Bautista y de los Santos Inocentes, hechos asesinar por Herodes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.