lunes, 27 de enero de 2020

Los claroscuros de un concepto rigorista de la castidad (2/4)

Otra desviación, en Evagrio Pontico, del recto concepto cristiano de castidad, es el considerar las pasiones como enfermedades del alma.

----------Avanzando en las consideraciones que hacíamos en la primera parte, hay que tener en cuenta, sin embargo, que más en la raíz de esta visión malévola del instinto sexual, está la visión igualmente malévola, de origen estoico, de las pasiones, que dan forma al mismo instinto, consideradas no como movimientos naturales psicológicos, creados buenos por Dios, tal como para fortalecer las virtudes, sino como enfermedades o disturbios emotivos e incitaciones al pecado, para ser removidos, consecuentes al pecado original, que trastornan el alma, le quitan la paz y la refrenan en la ascensión hacia Dios y en el ejercicio de las virtudes.
----------La meta a alcanzar, entonces, según Evagrio, es la de la "impasibilidad" (apàtheia), término bastante infeliz, que no ha hecho fortuna, porque es un término extraño tanto a la sana moral como a la Sagrada Escritura, que no recomienda en absoluto en el hombre, animal racional, por tanto sexuado, la ausencia de las pasiones, cosa por lo demás imposible y contra natura, ya que ellos están ausentes sólo en el puro espíritu, es decir, en Dios y en los ángeles. Por eso, la impasibilidad es un atributo propiamente divino. De ahí el absurdo y la impiedad de creer, como se hace hoy, retomando la antigua herejía de los teopasquitas, que Dios puede sufrir o encolerizarse como lo haría una persona presa de las pasiones.
----------A la inversa, es necesario decir que la persona humana no es un puro espíritu, no está dotada por Dios sólo de intelecto y voluntad, sino también, como los animales, de potencias sensibles aprensivas, afectivas y apetitivas, las cuales mueven el instinto sexual que crea una atracción recíproca entre hombre y mujer. La moderada pasión, enseña santo Tomás de Aquino (Summa Theologiae, I-II, q.24, a.2), suma y no sustrae a la bondad moral del acto, en tal caso la unión sexual de los esposos, aunque no sea generativa.
----------Un acto moral recto pero frío, fruto del puro cálculo, vale menos que un acto moderadamente apasionado. Un amor que sea fruto de una simple decisión de la voluntad, por honesta que sea, vale menos que una moderada pasión amorosa, que tenga por fruto una casta unión sexual.
----------Se debe combatir el hombre carnal, pero no la animalidad del hombre. Y el "hombre espiritual", del cual habla san Pablo, no es un espíritu desencarnado y asexuado, sino que es la nueva pareja humana de la resurrección. Ciertamente el monje mortifica al hombre viejo absteniéndose del sexo, y aquí Evagrio tiene razón; pero Evagrio no considera que el hombre nuevo que surge es la nueva pareja de la resurrección.

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