jueves, 2 de enero de 2020

El valor permanente de la Cristiandad medieval (1/5)

En la historia aparecen fenómenos de masas que nos presentan, bajo una forma caduca, transitoria y defectuosa, valores morales universales y permanentes, que por lo tanto siguen siendo siempre modelos colectivos de comportamiento para todos los tiempos y para todos los lugares, debidamente liberados esos modelos de las contingencias históricas superadas y de sus defectos.

----------Pensemos en el ejemplo de las grandes personalidades, de los héroes, de los maestros y de los santos: ellos van más allá de su tiempo, los superan, y, si en nuestra consideración los liberamos de los lazos que ellos tienen con su tiempo, también pueden ser modelos para hoy. Algo similar ocurre con los períodos históricos y con las civilizaciones del pasado.
----------Se sabe cuánta admiración tenía el romanticismo alemán por todo lo griego, o cuánta fue la admiración que supo alimentar el fascismo por la cultura romana de la antigüedad, o cuánta admiración tenía la cultura francesa napoleónica por la antigua civilización egipcia, etc.
----------El catolicismo ha nutrido, desde el siglo XIX hasta la época del Concilio Vaticano II, una fuerte admiración por la cristiandad medieval (sigue siendo clásica, entre muchas otras, en este clima de redescubrimiento de la espiritualidad medieval, la importante obra de Etienne Gilson, El espíritu de la filosofía medieval); pero precisamente aquello solamente se prolongó hasta el mismo momento en que el mundo católico, en parte detrás del impulso del propio Concilio, comenzó a mirar como a modelo a la propia catolicidad moderna con la mirada puesta también en otras confesiones cristianas, en otras religiones y en otras culturas.
----------Este enfoque de por sí no es incorrecto y ciertamente ha sido sugerido por el Concilio. Pero también se ha exagerado, cayendo en una forma de neo-modernismo, que ha llevado al desprecio no sólo sobre el cristianismo medieval sino incluso sobre la propia Iglesia del preconcilio.
----------Pensemos por ejemplo en el repudio de la así llamada "era constantiniana", que ha sido el estandarte de la Escuela de Bolonia de Giuseppe Alberigo [1926-2007] y de la escuela de Giuseppe Dossetti [1913-1996], en nombre de una Iglesia del Espíritu Santo refractaria al papado y a la dogmática post-tridentina, más similar a Iglesia Ortodoxa que a la Católica.
----------También encontramos algunas ideas similares en la perspectiva de Jacques Maritain [1882-1973] de un "nuevo cristianismo profano-cristiano" inspirado en el "humanismo de la Encarnación", expuesto en el famoso libro Humanismo integral. Pero en Maritain el aprecio por la teología escolástica y la fidelidad absoluta al Magisterio de la Iglesia de todos los siglos está fuera de toda discusión.
----------Las posiciones de Alberigo y Dossetti se asemejan a la de Maritain por cuanto respecta al pasaje histórico de la religión de Estado, característica de la "era constantiniana" y del gobierno político católico vigente en el Medioevo a la libertad religiosa y al pluralismo en política promovidos por el Concilio.
----------En cambio, la posición de Maritain difiere de la de Alberigo y Dossetti en lo que se refiere a la relación de la cristiandad medieval con el catolicismo moderno, en cuanto, mientras que para Maritain la Edad Media sigue siendo, con las debidas adaptaciones, un esencial punto de referencia para el "proyecto histórico concreto de un nueva cristiandad", según la expresión del propio Maritain, en cuanto verdadera realización del Evangelio, para los otros dos autores la idea de cristiandad ha terminado y debe ser sustituida en cuanto la modernidad ha sustituido la cristiandad medieval no en continuidad con ella sino en forma revolucionaria (piénsese en la reforma cartesiana, en la filosofía kantiana y de la Ilustración, así como en la Revolución Francesa), que respondería a las auténticas y originarias exigencias del Evangelio y de la moción del Espíritu Santo.
----------La posición de Alberigo y Dossetti se acerca a la postura luterana del pretendido retorno al puro Evangelio liberado de la desviación operada por la Iglesia medieval, mientras que Maritain ve entre Medioevo y modernidad una continuidad en el progreso, tomando como criterio de discernimiento de la nueva cristiandad no a la modernidad de modo indiscriminado, ni a un evangelismo arcaico que descuide los desarrollos de la dogmática medieval y en particular el esencial aporte de santo Tomás de Aquino, sino operando una distinción en la modernidad entre aquello que se concilia y aquello que no se concilia con el Evangelio y con el Magisterio de la Iglesia, asumiendo lo primero y rechazando lo segundo.
----------Decididamente estoy a favor de Maritain, porque él es más respetuoso de la continuidad de la tradición dogmática de la Iglesia sin por esto descuidar el aporte de novedades que se ha verificado en la Iglesia a partir del final del Medioevo hasta nuestros días, especialmente en el Concilio Vaticano II.

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