sábado, 4 de enero de 2020

El valor permanente de la Cristiandad medieval (3/5)

Habíamos llegado al punto en el que parangonábamos las características propias de la civilización creada por la Fe cristiana en el Medioevo, con lo que produjo posteriormente la pseudo "reforma" luterana.

----------Sabemos que entre las instancias reformadoras de Lutero se han dado algunas que posteriormente la Iglesia Católica ha aceptado. Sin embargo es necesario decir que en su historia la "reforma luterana" aparece como un edificio bello en sus inicios porque todavía se parecía a aquella casa de Dios que es la Iglesia Católica, pero que más tarde, abandonada a sí misma o a los ladrones o al arbitrio de administradores incompetentes y presuntuosos, quedó privada de un cuidado sabio y perseverante de parte de los habitantes.
----------Lutero habla mucho del "Espíritu Santo", con quien siempre él se encuentra en comunicación directa, pero en realidad el alma protestante, henchida de sí misma, como lo demostrará la historia de sus frutos a lo largo de los siglos, acabará por separarse progresivamente de un verdadero contacto con el Espíritu Santo, el Huésped del alma, por lo cual esta morada abandonada a sí misma seguirá el infausto destino de las casas deshabitadas y abandonadas: hoy se derrumba una cornisa, mañana un revoque o un yeso, luego se cae una ventana, enseguida se perfora el piso, posteriormente se derrumba el techo y al final quedan los cuatro muros derruidos, listos para ser derribados por los vientos y las tormentas o por los vecinos del lugar.
----------El luteranismo, que comenzó con un fervor espiritual aparentemente superior al del catolicismo, en virtud del principio de disolución antes mencionado, como han puesto en claro los historiadores del cristianismo, ha generado de por sí una serie de monstruos: el fideísmo irracionalista, la falsa mística, el racionalismo iluminista, el fanatismo y las bizarras extravagancias de las sectas, el ontologismo, el individualismo liberal, el idealismo alemán, el panteísmo, el marxismo, el espiritismo, superomismo nietzcheano, el nazismo, hasta llegar al nihilismo contemporáneo y la desaparición total de la religión, del sentido de lo sagrado y de la moral cristiana por un puro y simple retorno del crudo paganismo todavía más atrasado y bárbaro (autodefiniéndose como "progresista") que el de los tiempos de Platón y de Aristóteles y de la sabiduría de la antigua Roma.
----------Naturalmente, se ha mantenido un luteranismo fiel a Lutero y con éste es posible y necesario un diálogo ecuménico con la Iglesia católica (un importante acuerdo a este respecto es la Declaración Conjunta entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial sobre el delicado tema de la Justificación estipulada en años anteriores). Pero es evidente que todos aquellos venenos, que son el fruto de la soberbia luterana, deben ser eliminados sin dudar, sin incertidumbre y con decisión, y quienes los asuman con la ilusión de poder "dialogar" quedan irremediablemente envenenados y envenenan a los demás.
----------Sin embargo, la crisis de la Cristiandad medieval, como es bien sabido, ya había comenzado dos siglos antes de Lutero, con la decadencia de la Escolástica, la corrupción del clero y del papado, lo cual derivó en el cisma de Occidente y continuó con la mundanidad del papado renacentista, hecho que justifica al menos de algún modo y en parte la rebelión luterana, como anteriormente había suscitado y justificado de algún modo la desafortunada reacción de Girolamo Savonarola [1452-1498], un hombre verdaderamente santo y honesto, un verdadero amante de la sana doctrina y de la Iglesia.
----------Personaje clave en esta compleja y triste historia de sucesos que se fueron desencadenando, Venerabilis Inceptor, como ha sido llamado, inceptor de la modernidad para sus admiradores, inceptor de las desgracias para quienes tienen los ojos abiertos, fue Guillermo de Ockham [1287-1347] en el siglo XIV, excomulgado por la Iglesia; pero de poco sirvió tal sabia advertencia.
----------El punto de inflexión, el  giro, iniciado por Ockham en la teología europea y consecuentemente, también en las costumbres, en la política, en la organización de los Estados, en la historia misma de la Cristiandad, giro que condujo al colapso de la Cristiandad, podría resumirse en un simple principio de carácter gnoseológico, una cierta concepción del conocimiento.
----------De hecho, de la corrupción del intelecto depende la desviación de la voluntad y, por lo tanto, en última instancia, el buen o mal destino del hombre: parecería tratarse aquí de una sutileza, pero en cambio fue un hecho de importancia epocal. ¿De qué se trata? De la orientación de fondo de la inteligencia, que no está ya orientada al ente, sino a los nombres que designan al ente. De aquí el famoso "nominalismo" occamista, conocido incluso por los alumnos de la secundaria.
----------Desde aquí vemos inmediatamente la inmensa banalización de la labor del conocimiento operada por Ockham. Ciertamente, él todavía habla de "metafísica", pero la vacía por completo de su significado realista y universal. Es con Ockham que comienza verdaderamente la famosa decadencia de la Escolástica, la cual ya no mira a las cosas y al ser objetivo, sino que se pierde en interminables disquisiciones y distinciones inútiles sobre palabras, significados, ideas y conceptos.
----------Correcto era el famoso dicho de Ockham "entia non sunt multiplicanda sine necessitate", pero aquella célebre "navaja de Ockham", bajo el pretexto de eliminar las distinciones inútiles, suprimió las distinciones reales que tan queridas eran por los Grandes de la Escolástica y no pudieron evitar menos de caer en las puras distinciones de palabras. La filosofía fue sustituida por el vocabulario.
----------La instancia de Ockham no era mala: el existente real, decía él, es el individual concreto. Y es verdad. ¿Pero cuál era el error capital del franciscano inglés? La negación de la esencia específica y universal de las cosas reales, esencia de la cual el individual existente es la individualización, esencia que es propiamente objeto del intelecto, mientras que la singularidad empírica y las cualidades sensibles son sólo el objeto del sentido o como mucho de la descripción histórica.

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