Finalicemos la explicación emprendida en un post anterior sobre ciertas palabras del papa Francisco en su homilía del 23 de junio de 2019.
----------Resta el hecho de que este estrepitoso milagro, narrado por los cuatro Evangelistas, que Jesús realizó dos veces (Mt 14,13-21; 15,32-38 y Mc 7,32-44; 8,1-9), es extremadamente rico en significados simbólicos y proféticos -Jesús nuevo Moisés que guía al pueblo en el desierto, Jesús pan de vida eterna, Jesús benefactor de la humanidad, el milagro figura y preanuncio de la institución y de las funciones de la Eucaristía, la sobreabundancia de los dones Dios- es uno de los más misteriosos y difíciles de explicar, imaginar y contextualizar, entre todos aquellos milagros que ha cumplido Jesús. Se podría decir que no se trata de un solo milagro, sino de un grupo de milagros.
----------Al final de la segunda multiplicación, según Mateo, "de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas" (Mt 15,37); mientras que en el primero, según Marcos, "recogieron doce canastos llenos de trozos de pan y las sobras de los pescados" (Mc 6,43). Según la narración de san Lucas, que no distingue una primera de una segunda multiplicación, "se recogieron doce canastos de trozos que les habían sobrado" (Lc 9,17).
----------Tampoco Juan distingue dos multiplicaciones, pero sólo dice esto: "con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido, llenaron doce canastos" (Jn 6,13). Estas incongruencias no deben crear dudas nuestra fe. Ellas son fácilmente explicables por la imperfección entonces existente de los medios de investigación, de cálculo, de comunicación y de información.
----------Por lo demás, que se trate de un hecho realmente sucedido, se deduce no solo de la credibilidad del testimonio de los Evangelistas, informados por aquellos mismos que habían presenciado el milagro, sino también por las mismas palabras del reproche de Jesús a la multitud después del milagro: "En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que da el Hijo del Hombre, porque a éste es a quien el Padre ha marcado con su sello" (Jn 6,26).
----------Sin embargo, las preguntas que se agolpan en nuestra mente a la lectura de las narraciones evangélicas, no obstante todos los esfuerzos exegéticos, siguen sin respuesta plausible, y no solo aquellas preguntas que surgen al reconocer el simple hecho de la multiplicación en sí misma, sino también muchas otras, que surgen del buen sentido común y de la común experiencia. No alcanzamos a imaginar qué cosa exactamente pudo haber sucedido y cómo pudo haber sucedido.
----------Por ejemplo: ¿cómo, concretamente, pudo haber tenido lugar la distribución? ¿Sin ningún incidente? ¿Ningún problema? ¿Todos tranquilos? Sabemos qué cosa suele suceder en casos de este género. ¿Y por cuánto tiempo se prolongó? Era ya el atardecer (Mc 6,35). ¿Se llegó hasta la noche? ¿Cómo han iluminado el ambiente?
----------¿Cómo ha sido posible que una multitud de 5.000 hombres, según Lucas (Lc 9,14); para Marcos 5000 la primera vez (Mc 6,44), 4000 la segunda vez (Mc 8,9), "sin contar las mujeres y los niños", según Mateo (Mt 14,21; 15,38) haya estado tranquila como si estuviera sentada en una normal posada esperando ser atendida hasta que llegara la comida?
----------¿Cómo es posible que toda esta gente estuviera siguiendo a Jesús incluso desde hacía tres días (Mt 15,32; Mc 8,2) en el desierto (Lc 9,12)? ¿Para ir a donde? ¿Estaban ayunando? ¿Cómo han podido descansar durante esos tres días? ¿Entonces, no habrían tenido necesidad de beber en el calor del desierto? ¿Ninguno ha tenido la curiosidad de ir a ver cómo hacía Jesús para multiplicar los panes creándolos de la nada?
----------Lo que hay que tener presente respecto a este milagro es que aún cuando incluso no alcancemos a imaginar qué cosa exactamente pudo haber sucedido y cómo y en qué modo pudo haber sucedido, es seguro y cierto que ha sucedido y esto debe bastarnos para nuestra fe y para aceptar cuanto ha sucedido como signo de la omnipotencia y de la bondad divinas.
----------Podemos también pensar que así como Cristo ha tenido el poder de multiplicar los panes y los peces, así ciertamente ha procurado milagrosamente o en modos por nosotros desconocidos a satisfacer esas necesidades, a resolver esos problemas y aquellas dificultades, que en nuestra común experiencia de la fragilidad humana, siempre aparecen en ocasión de agrupamientos similares de fieles.
----------Nosotros no sabríamos imaginar el Aula Pablo VI desprovista de puntos de avituallamientos, de servicios médicos o higiénicos. Bueno, a Cristo no le ha costado nada asistir a toda aquella multitud que lo seguía, no haciéndole faltar nada de todo lo que hubiera podido tener necesidad. No nos detengamos con pedantería en estas cuestiones completamente marginales. Prestemos atención a lo esencial, que nos es indicado por el Papa, a saber, que los Evangelistas han querido darnos un signo grandioso y conmovedor de la providencia divina y del amor salvífico de Cristo por la humanidad.
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