domingo, 26 de enero de 2020

Los claroscuros de un concepto rigorista de la castidad (1/4)

Haré referencia aquí a Evagrio Póntico y a su particular concepto de la castidad. Monje y asceta, bien puede ser unido en el recuerdo junto a los tres grandes Capadocios, Basilio, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa.

----------Evagrio Póntico (Ευάγριος Ποντικός), o Evagrio el Monje, también apodado El solitario [345-399] indudablemente debe ubicarse entre los Padres del Desierto, entre las grandes personalidades del monacato docto del Asia Menor, vale decir, aquellos que realizaron la síntesis con la cultura de la escuela de Alejandría y con Orígenes, y dejaron una vasta producción ascética y teológica. Se tra de los tres grandes Capadocios, que unirán monacato y cultura para siempre: san Basilio Magno [ca.330-379], padre del monaquismo griego, que vivió en la soledad de Iris; su amigo san Gregorio Nacianceno [329-390], y san Gregorio de Nisa [330-394], teólogo y místico. Pero junto a ellos Evagrio Póntico, monje filósofo en el desierto de las Celdas, gran admirador de Orígenes [182-254], y como él condenado en el V Concilio Ecuménico del 553.
----------Evagrio Pontico ha sido un gran maestro de la vida monástica y un fecundo escritor ascético del siglo IV. Ha ejercido un influjo enorme durante muchos siglos y también fue apreciado por santos, como el mencionado san Basilio, por ejemplo. Pero lamentablemente, gran admirador de Platón, si bien supo asumir los aspectos más sublimes de platonismo, se mantuvo engañado por el rigorismo platónico. Esta cuestión tiene muchas ramificaciones, pero nos limitamos aquí a examinar brevemente el tema de la castidad.
----------Lo primero que debe decirse es que Evagrio considera la atracción y el placer sexual como castigo y consecuencia del pecado original. De hecho, él cree con Orígenes en la preexistencia de las almas, y que la misma distinción entre los sexos ha sido querida por Dios con vistas al pecado original.
----------Por consiguiente, Evagrio no evita confundir la simple inclinación sexual con la concupiscencia. Es decir, no distingue lo que ha sido la recíproca atracción edénica ("he aquí finalmente la carne de mi carne") querida y creada por Dios, y por tanto en sí misma buena, con la libido o impulso casi irrefrenable a la inmoderada búsqueda del placer, que es consecuencia del pecado original.
----------Indudable mérito de Evagrio ha sido el de subrayar cómo la bienaventuranza del hombre radica en la visión inmediata en el cielo de la esencia divina, la visión beatífica, por lo cual él es un gran maestro de vida monástica y contemplativa. Sabe bien que el ejercicio ascético, metódico y constante de la abstinencia sexual para apagar el fuego de la concupiscencia, es necesario para volver el alma libre para una más alta intimidad con Dios y para un mejor ejercicio de las buenas obras al servicio del prójimo.
----------Evagrio se halla lejísimo de la vergonzosa entrega de Martín Lutero [1483-1546] a la concupiscencia, que lo ha llevado a condenar el voto de castidad como práctica contra natura, con el pretexto de que Dios ha querido la multiplicación de la especie. Evagrio sabe bien lo dura que es la lucha por la victoria sobre la concupiscencia y por eso en sus escritos ascéticos ofrece una serie de medios y expedientes, entre ellos la lucha contra el demonio, que han formado durante siglos generaciones y generaciones de monjes para el ejercicio de la continencia sexual por el reino de los cielos. Evagrio tiene ante sus ojos la bullente pasión propia de los jóvenes y la sensualidad explosiva característica de la raza meridional. Llega a hablar del deseo sexual como de un vicio bestial, de verdadera y propia locura y tormento continuo, casi una obsesión diabólica.
----------No le son suficientes las palabras para detestar su bajeza, obscenidad, inmundicia y suciedad, aunque se vea luego constreñido a reconocer que la satisfacción del placer sexual es condición para la reproducción de la especie humana. Pero está claro que si este propósito pudiera ser obtenido sin el intermedio del placer sexual, tal como las plantas se reproducen, esto sería para él el ideal de la pureza sexual.
----------Por esto, sin poner en discusión su devoción por la Virgen, su alabanza por su maternidad virginal, por su pureza "inviolada" y por no haber sido "tocada" o haber permanecido "íntegra", tal devoción no suena del todo bien, porque parece suponer que el acto conyugal con relativo placer, en vista de la generación, constituye de algún modo una "violación", que el sentido del tacto sea un mal y que el acto sexual conyugal no sea una perfección, un acto honesto y santo querido por Dios, que actúa una facultad o potencia vital natural, sino por el contrario, que sea un acto que corrompe lo que de otro modo habría permanecido intacto.
----------Se comprende cómo una esposa cristiana, al escuchar estas cosas, puede sentir un fuerte escrúpulo en consentir el deseo y el placer sexual en el acto que la conduce a concebir un hijo, como si el caso de la Virgen no fuera absolutamente único, no para imitarse sino solo para ser admirado. De hecho, el haber concebido virgen no supone de hecho en María la más mínima desestima por el placer del acto conyugal normal y común, santificado por el sacramento del matrimonio.

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