martes, 28 de enero de 2020

Los claroscuros de un concepto rigorista de la castidad (3/4)

Hemos examinado a grandes rasgos el concepto de castidad en Evagrio Pontico y, particularmente, su consideración de las pasiones como enfermedades del alma. Un nuevo concepto de castidad es el que nos presenta el Concilio Vaticano II.

----------El Concilio Vaticano II inaugura un nuevo concepto de castidad, de orientación escatológica. De hecho, así se expresa con respecto a la excelencia de la vida religiosa: "El estado religioso cumple también mejor, sea la función de manifestar ante todos los fieles que los bienes celestiales se hallan ya presentes en este mundo, sea la de testimoniar la vida nueva y eterna conquistada por la redención de Cristo, sea la de prefigurar la futura resurrección y la gloria del reino celestial" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, n.44).
----------Las constituciones de las órdenes e instituciones de religiosos y religiosas han debido hacer constar este nuevo concepto de castidad. Así, por ejemplo, las Constituciones de la Orden Dominicana reconocen este concepto escatológico de castidad con las siguientes palabras: "Casta vita quam fratres profitentur, regni Dei iam nunc praesentis validum servitium et praeclarum testimonium constituit, atque insimul peculiare signum exsistit adventuri regni celesti, in quo Christus gloriosam Ecclesiam sicut sponsam sibi ornatam exhibebit" (n.26, § III). Además, la vida de castidad profesada por los frailes es un servicio valioso, y un testimonio elocuente del reino ya presente de Dios, al mismo tiempo que es un signo especial del reino futuro celestial en el que Cristo presentará a la Iglesia como esposa engalanada para sí.
----------Evagrio concibe la castidad monástica como un problema estrictamente personal de dominio o represión del instinto y de cómo contrarrestar y vencer la concupiscencia y obtener la abstinencia. Él, basándose tanto en su experiencia como en la enseñanza de los maestros, no tiene tanto en mente una relación con una determinada mujer concreta, que puede ser diferente de otra, con cualidades diferentes de las de la otra, como para preguntarse si temer una eventual amistad con ésta y no con aquella, sino que trata de la relación con la mujer en general y como si tal relación debiera resolverse en el problema de la castidad, sin interesarse de sus cualidades intelectuales, culturales, psicológicas o morales, un poco cómo se dan normas para defenderse de los mosquitos, sin prestar atención a la diferencia entre este y aquel mosquito. La excepción a este método es la actitud y comportamiento de Evagrio hacia las vírgenes consagradas, a las cuales ciertamente dio indicaciones morales, espirituales y formativas, pero al fin de cuentas, incluso aquí todo giraba en torno al problema de enseñarles la castidad y de cómo el monje debe proteger su castidad.
----------Falta por completo en Evagrio la percepción del aspecto relacional de la castidad, que emerge de la espiritualidad moderna y está relacionada con la conciencia de la igual dignidad de naturaleza y de persona de la mujer con el hombre, descubierta tardíamente. Este concepto relacional de castidad, basado en la reciprocidad hombre-mujer, se puede recabar, por ejemplo, del Mensaje del Concilio a las Mujeres y, sobre todo, de la enseñanza de los santos papas Pablo VI y Juan Pablo II sobre la reciprocidad hombre-mujer.
----------En la cuestión de la relación del hombre con la mujer, se advierte que Evagrio no se siente a su gusto, no tiene el sentido de la recíproca pertenencia del hombre a la mujer y viceversa. Evagrio no se deja involucrar en el mundo de la mujer; se mantiene fuera, más bien lejos. Se nota un sutil desprecio. Es el varón autosuficiente, que, preocupado por la propia perfección e impasibilidad, mira con benevolencia, pero desde lo alto y con desconfianza, a aquella mujer que ya no es su compañera, "similar a mí" (Gn 2, 20), "mi carne" (Gn 2,23), sino aquella mujer que me ha hecho caer y de la cual debo alejarme.
----------El Adán del Edén parece absolutamente olvidado en Evagrio, y salta en él al primer plano el Adán posterior a la caída, que ya no está unido a Eva, sino en contraste con ella, en la cual ve un peligro para su castidad. ¿Dónde está, por lo tanto, esa mujer sublime y edénica, incluso mesiánica, que es María? ¿Solo está Eva? No parece que Evagrio vea en María a la mujer, pero paradójicamente sí a la Madre, pero a la Madre que no tiene sexo. La reacción de la mujer hoy es sexo pero no madre.
----------Naturalmente, Evagrio comprende bien que en la práctica del voto de castidad la pasión sexual debe ser extinguida. Sin embargo, él la ve con una mirada tan hostil que, considerando su concepción de la tendencia sexual, no es posible ver cómo él podría entender siquiera mínimamente el valor de la unión sexual entre esposos no generadores, como expresión y acrecentamiento de su amor.
----------Evagrio no se da cuenta de que es Dios mismo, en el plan originario de la creación, y no la consecuencia del pecado, que enciende en el hombre y en la mujer esa pasión amorosa, que los impulsa, con el consentimiento de la voluntad, y no como simples y meros animales, el uno hacia el otro, hasta convertirse en "una sola carne" (Gn 2,24). Por consecuencia, Evagrio pierde de vista el hecho que la unión del hombre con la mujer se funda en su recíproca complementariedad físico-espiritual, es decir, en la diferencia de los sexos, que es la base de las diferencias psicológicas y espirituales entre hombre y mujer.

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