lunes, 15 de abril de 2024

La teología de John Caputo: "Dios no existe pero insiste" (2/2)

El aspecto despreocupado o desenfadado o alegre de John Caputo en su modo de hacer teología, lo convierte en un significativo ejemplo del modernismo de hoy, del hombre carnal que, habiendo perdido el respeto, el interés y el amor por la metafísica y de hecho despreciándola, mantiene sin embargo, insuprimible, la necesidad de un absoluto y de un incondicionado, advirtiendo confusamente el llamado de lo divino y la vocación a lo divino. [En la imagen: detalle de "Dios creador de los astros y de las plantas", fresco de Michelangelo Buonarroti, pintado alrededor del año 1511, en la bóveda de la Capilla Sixtina, de la Ciudad del Vaticano, Italia].

Dios es aquel ente cuya esencia es la de ser
   
----------Si, como dice la Biblia, "Dios ha creado todas las cosas para la existencia" (Sab 1,14), evidentemente sólo puede ser el sumo ente, primer ente y el ente supremo. Cristo dice en el Apocalipsis: "Yo soy el Primero y el Último" (Ap 1,17), "Yo soy el Principio y el Fin" (Ap 21,6 y 22,13). Dios da inicio y pone fin a todas las cosas.
----------Dios es la causa primera y el fin último. "El Hijo sostiene todas las cosas con el poder de su palabra" (Heb 1,3). Hace ser y mantiene en la existencia a todas las cosas. Sin este sostén caerían en la nada. Da a la tierra sus fundamentos (Jb 38,4; Pr 3,19; 8,29; Sal 89,14; 102,26; 119,90; Zac 12,1; Heb 1,10).
----------Dios mismo en la Sagrada Biblia revela a Moisés su propio "nombre", es decir, su esencia "Yo soy Aquel Que Es". "Yo Soy me ha enviado a vosotros" (Éx 3,14). Moisés ya sabe que Dios existe, sabe que es un Dios personal, un Dios que le habla y con el cual puede hablar. Esta conciencia que la Biblia tiene de Dios como Ser absoluto, infinito y subsistente, se refleja también en los Salmos: "Por los siglos de los siglos Tú Eres, Dios" (Sal 90,2); "Desde siempre Tú eres" (Sal 93,2).
----------Extremadamente importantes para la cuestión de la existencia de Dios, del ser divino, de su naturaleza y de la personalidad divina son las palabras de Cristo donde se atribuye a sí el nombre divino de Ex 3,14: "Si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados" (Jn 8,24); "Cuando hayáis levantado al hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy" (Jn 8,28); "Antes que Abraham fuera, Yo Soy" (Jn 8,58).
----------Si Dios es el mismo Ser subsistente, quiere decir que en Él no hay ninguna potencialidad, es decir, su esencia no es un poder ser respecto a su acto de ser. Si yo soy Filemón, si mi acto de ser es ser Filemón, esto es debido al hecho de que mi esencia es el poder ser Filemón. Ahora bien, sin embargo, al ser subsistente no se lo puede concebir de este modo, como la actuación de una potencialidad presupuesta, a él precedente, porque si no no podría ser ese ser perfectísimo, infinito, supremo y total, que es acto puro de ser y es solo ser.
----------Por tanto, una cosa es el ser en acto, el existir, actuación en la realidad de la posibilidad de existir de un ente, y otra cosa es el ser o ser como acto, el acto de ser, actuación de una potencia, que es la esencia. Así yo puedo decir: yo existo, porque mi ser es actuación de mi esencia; pero no puedo decir "yo soy": esto lo puede decir solo Dios, cuyo ser es su misma esencia, donde el ser en acto, el existir actual coincide con el ser como acto, que es puro acto de ser sin potencia a ser.
----------El predicado del existir en Dios como en la creatura no tiene necesidad del predicado nominal. En cambio, el predicado del ser en Dios puede estar solo: Dios es, porque aquí se hace referencia al ser total e ilimitado; en la creatura tiene necesidad de un predicado nominal, porque aquí el ser está limitado por una particular esencia.
----------Una noción que Caputo olvida es la de la subsistencia (subsistentia, ypostasis). El subsistir es el existir en sí, que es propio de la sustancia, mientras que el existir propio del accidente es el inherir. Ahora bien, de esto que recabamos de Ex 3,14, aprendemos que el subsistir no es propio solamente de una esencia, de una forma o de una sustancia, cosas normales en este mundo, sino que también puede pertenecer al ser. Pero esto es propio exclusivamente de Dios y lo caracteriza en su propia esencia o naturaleza.
----------Ahora bien, en la creatura el existir o ser no subsiste, es decir, no forma parte de la sustancia o de la esencia subsistente como en Dios, sino que inhiere como un accidente, ya que la esencia de la creatura es pensable y completa como simple posible o creable o potencia a ser, incluso sin anexarle la existencia real, aun cuando ahora ella ya no exista o existirá en el futuro.
----------También cabe señalar que el Ser subsistente no puede sino encerrar en sí en una sola individual sustancia espiritual infinita, la totalidad del ser y la actualidad, el ser en acto de todas las posibles perfecciones. Dios es el Ser perfectísimo, insuperable e intrascendible. Es aquello de lo cual no se puede imaginar nada mayor. Los entes poseen un ser por participación según diferentes grados, de modo de requerir la existencia de un grado máximo de ser, que es el del ser divino, que no es un ente simple, que tiene ser, sino que es el mismo Ser por sí subsistente. ¿Acaso se pueden captar todos estos valores divinos sin la metafísica?
----------Así, Moisés, para hacerse creíble y persuasivo entre el pueblo al cual Dios le envía para liberarlo de la esclavitud egipcia, pide a Dios que le revele su nombre propio como Dios de Israel, vale decir, el Dios de los dioses, el Señor de los señores, que le revele el nombre que lo distingue de los dioses de los otros pueblos, un nombre que hace entender que el Dios de Israel es a la vez absoluto, altísimo, poderoso y misericordioso, por encima de todos los demás dioses, de modo que el pueblo tenga el modo de verificar que se trata precisamente del verdadero Dios, el Dios de Israel, de Abraham, de Isaac y de Jacob.
----------De estas consideraciones que acabo de hacer, aparece evidentísima la importancia de la metafísica para saber quién es Dios. Sin la noción de ente, de existencia, de esencia, de ser, de sustancia, de naturaleza y de persona, es imposible saber quién es Dios. El atributo de incondicionalidad es correctísimo, pero siempre que se lo interprete como el hecho de que Dios mismo, es decir, su existencia, su esencia, su ser, su sustancia, su persona, son incondicionados. Por esto, el Concilio Vaticano I ha sentenciado que Dios es "una singularis, simplex omnino et incommutabilis substantia spiritualis" (Denz. 3001).
----------Agreguemos que Caputo parece no entender que si Dios no existe, tenemos el ateísmo: "El necio piensa: Dios no existe" (Sal 53,2). No hay término medio entre el existir y el no-existir. Entonces, ¿cómo hace Caputo para admitir la existencia de Dios? ¿Cómo hace para decir que "Dios puede ser identificado como el mismo incondicionado, asumiendo así un perfil ya no deconstruible"? No sirve de nada decir que Dios es el incondicionado y que llama al hombre a sí y al amor, si luego Dios no existe. Se trata de un Dios imaginario.
----------De nada sirve, desde un punto de vista práctico, definir una esencia, incluso divina, si esta esencia no tiene la existencia. El problema de Dios toca la realidad, no la imaginación o el simple concepto. Entonces sí que me creo un ídolo y no ciertamente con un concepto metafísico de Dios.
----------Si por ente entendemos aquello que tiene el ser en una esencia o aquello que tiene la esencia en acto de ser, es cierto que Dios no es ente en este sentido, y en tal sentido no existe. Sin embargo, es necesario tener presente que todo lo que pensamos lo pensamos reconduciéndolo a la noción del ente, que es la más vasta, universal y comprensiva que existe y pueda existir, noción bajo la cual y en la cual todas las demás se resuelven, ya que fuera del ente no hay más que la nada y a la misma nada la pensamos como si fuera ser.
----------Dios no es ente en el sentido antes mencionado porque su existencia y su ser son intrínsecos a su esencia. Como resulta de Ex 3,14, Dios es el mismo ser subsistente, es Aquel que Es. Dios no tiene el ser como nosotros y como todo ente creado, sino que Dios es el ser por esencia.
----------De lo cual se sigue que es imposible pensar o conocer a Dios sino concibiéndolo como ente existente, aunque naturalmente al poner el ente divino bajo la noción trascendental del ente no entendemos decir que Dios sea un ente categorial subyacente al ente, así como un ente específico está comprendido por género. Entonces sí que tendría razón el profesor Caputo al decir que el concepto pone a Dios en la prisión de nuestra limitación. Se trata en cambio de tener presente que Dios como ipsum Esse trasciende al ente tal como nosotros comúnmente entendemos el ente referido a lo finito.
   
¿De qué depende el desprecio por la metafísica?
   
----------No comprenden la importancia de la metafísica y ni siquiera comprenden los conceptos, los hombres, cuyo intelecto está ofuscado o embotado o vuelto obtuso por las pasiones y por el apego a las cosas materiales. Ellos son incapaces de abstraer de las cosas materiales para elevar la mirada a lo puro inteligible, que es el ente como tal, que puede ser tanto material como espiritual, creado o increado.
----------Para ellos la metafísica no tiene sentido, porque tienen sentido sólo las cosas materiales, que caen bajo los sentidos. Para ellos, la abstracción metafísica no sumerge en la realidad, sino que, por el contrario, aleja de lo real para hacer vagar la mente entre las nubes alimentándose de puras ideas sin fundamento real.
----------Hay otros, por ejemplo científicos, psicólogos o antropólogos, que también son realistas y buscan la verdad, los cuales desprecian la metafísica por un simple equívoco o malentendido, vale decir, porque les ha sido presentada mal, porque a ellos se ha hecho pasar por metafísica una construcción ideológica hecha de abstracciones sin un punto de apoyo o fundamento en la realidad externa objeto de los sentidos.
----------Vale la pena aquí indicar que en la actualidad existen muchas presentaciones de la metafísica que no corresponden a lo que es verdaderamente la metafísica, porque presentan de ella una imagen falseada y engañosa, que agrada a los idealistas y por tanto la hace odiosa a los amantes de la verdad. Y estas falsificaciones de la metafísica no son sólo de ahora, y para reconocerlo basta con mencionar, por ejemplo la Introducción a la metafísica, de Henri Bergson, o las Conversaciones de metafísica, de Gustavo Bontadini; o la Metafísica, de Karl Jaspers; o ¿Qué cosa es metafísica, de Martin Heidegger, por citar sólo un puñado.
----------La metafísica tal como la entiende René Descartes no es verdadera metafísica, sino sofística y abstracto espiritualismo dualista, que conduce al idealismo y de aquí al panteísmo y al ateísmo. La metafísica que combate Immanuel Kant, por el contrario, es la correcta, realista, que él quiere sustituir por una metafísica sobre base cartesiana. Es obvio que el realista a quien se le presenta la metafísica de esta manera, rechaza la metafísica, pero sólo porque no sabe cual es la verdadera metafísica.
   
La fe da certeza y no nos deja en el horizonte de lo cuestionable
   
----------Cristo dice: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35). Cristo tiene palabras de vida eterna, que por tanto no pueden no permanecer para siempre. El concebir a Dios como acontecimiento le juega a Caputo una mala broma. El evento es algo temporal y contingente que viene y pasa. El evento está conectado con lo que se genera y se corrompe, comienza y termina, viene y se va. El acontecimiento es el acto accidental y contingente de un agente temporal. ¿Podemos nosotros reducir a Dios a algo de este tipo?
----------En este historicismo están involucradas las nociones de la verdad, de la certeza, del saber, de la fe y de la teología. Dice Caputo: "Todas las creencias son construcciones. Todo lo que es construido es deconstruible". No se da nunca nada definitivamente acertado, sino que cualquier afirmación, por más categórica que sea, puede ser puesta en discusión. No se puede dar nunca nada por descontado. Lo que era verdadero ayer, hoy es falso, y lo que era falso ayer es verdadero hoy. Por eso la Iglesia se engaña pensando que puede establecer dogmas inmutables. Lo que creemos hoy no tiene el mismo sentido que lo que creíamos ayer. Ciertas cosas en las cuales Cristo creía ya no son válidas hoy. La verdad no es fija sino que evoluciona.
----------Para Caputo, "la revelación divina no describe las cosas como realmente son, y de tal modo pone fin al conflicto de interpretaciones. La teología rechaza lo que se ha dicho tan pronto como se ha dicho". Para Caputo, el deber del teólogo no es mantener lo que ha dicho, sino decir lo contrario, porque es imposible saber con certeza cómo son las cosas. De ahí su estima por la teoría y el pensamiento débil de Vattimo, según el cual el sentirse ciertos es fuente de violencia sobre los otros. "Custodiar la ortodoxia" es una presunción y un abuso de poder, y "controlar" quién está fuera o quien está dentro de la Iglesia, "quién entra y quién sale", o juzgar o fijar quién tiene razón y quién está equivocado, quiere decir oprimir la libertad de pensamiento de los otros.
----------De ahí surge la teología del "tal vez", del "quizás". "Nace así una teología en la cual la categoría del acontecimiento sustituye a la del ser y de la sustancia en el nombrar lo divino, un pensamiento teológico débil en el cual el nombre 'Dios' denota más una llamada que una causalidad, más una provocación que una entidad determinada. Se trata de una teología del quizás, que funciona como un trampolín de lance hacia la locura de lo imposible. Si una teología fuerte insiste en las categorías bipolares de teísmo y ateísmo, fe e incredulidad, existencia e inexistencia, verdadero y falso, la teología débil se contenta con mucho menos. Jugada sobre el 'tal vez', se concentra en pequeñas proposiciones, que no hacen captar a Dios como objeto de discusión, que debe ser apropiado y 'creído', sino que lo señalan como perceptible en la experiencia de la vida".
----------La teología del profesor John Caputo no pone en juego alternativas radicales, no se interesa por el destino eterno del hombre, no considera nada seriamente, no toma posición. No hace elección, no asume compromisos irrevocables y definitivos, no admite valores absolutos que den sentido a toda la vida, no afirma nunca nada de modo absoluto, se mantiene a igual distancia de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal, hace acuerdos tanto con Dios como con el diablo.
----------Por tanto, esta teología no parece provocada ni estimulada ni impulsada por la prospectiva de la eternidad o por el pensamiento del ser o por la tensión hacia el misterio santo o por el problema del pecado, sino simplemente por el "acontecimiento" o "evento", respecto al cual podríamos pensar en el evento televisivo o en el campeonato de fútbol o de la partida de ajedrez.
   
La verdad de Caputo
   
----------Este aspecto desenfadado de Caputo hace de él un significativo ejemplar del modernismo de hoy, del hombre carnal que, habiendo perdido el respeto, el interés y el amor por la metafísica y de hecho despreciándola, mantiene sin embargo, insuprimible, la necesidad de un absoluto y de un incondicionado, advirtiendo de manera confusa el llamado de lo divino y la vocación a lo divino.
----------Sin embargo, como su alma está cerrada en su auto-referencialidad cartesiana y en su subjetivismo protagóreo, el modernista se niega a mirar al cielo y mantiene obstinadamente y obtusamente su mirada fija en la tierra. El modernista, privado de una estrella polar y sin embargo necesitado de la verdad, oscilante entre la astucia y la sinceridad, siervo de dos señores, colecciona al azar con frenética avidez todo lo que tiene a mano sin preocuparse por la coherencia y por el orden, sin encontrar nunca paz y satisfacción, sino siempre de nuevo decepcionado con lo que ha encontrado.
----------Sin embargo, esto no basta para hacerle reflexionar, porque no se decide nunca a abrazar el camino seguro de la metafísica, que le proporcionaría esa verdad absoluta que busca y le daría esa paz que le falta.
----------El modernista no tiene, según su propia confesión, un agustiniano cor inquietum que encuentra la paz en Dios, sino que es simplemente un cor inquietum sin paz. Dios lo llama, pero ¿él responde? Con un corazón semejante, ¿cómo será posible lograr la paz en la sociedad, evitar guerras o resolver los conflictos?
----------El alma de Caputo, si nos atenemos a cuanto refiere Nardello, como hemos dicho, parece dividida entre el fideísmo luterano de Tillich y el escepticismo deconstruccionista de Derrida, tomando indiscriminadamente de Heidegger, Husserl, Vattimo, Meister Eckhart, Kierkegaard, Nietzsche, y otros.
----------Es muy cierto y verdadero, como dice Caputo, que "la experiencia religiosa de lo Incondicionado se da en la práctica a favor de la humanización del mundo". Es muy cierto y verdadero que Dios es "Aquel que llama". Es muy cierto verdadero que se trata de una "llamada al cual podemos responder o podemos no responder". Es muy cierto y verdadero que el nombre de Dios corresponde al nombre de un acontecimiento, de una llamada y que "el reino de Dios se actúa cuando los hombres responden al llamado de este acontecimiento, es decir, cuando se comprometen por humanizar el mundo".
----------Pero entonces, si todo esto es cierto, ¿lo creemos en serio? ¿Queremos poner en práctica lo que decimos, queremos sacar las consecuencias, queremos aceptar las premisas, o queremos destruir con nuestras propias manos lo que hemos construido?

2 comentarios:

  1. Sergio Villaflores15 de abril de 2024, 16:39

    Para mí, el ejemplo de Caputo ilustra la eterna búsqueda humana por querer valer em lo cotidiano como persona, y aquí también como estudioso. Afecta a todos, pero sorprende que ciertos errores extremadamente graves y, por tanto, estruendosos (como los que acabamos de leer) provengan de teólogos que, en cambio, deberían sentirse infinitamente pequeños ante Dios. Todo este asunto no es, en mi opinión, otra cosa que el antiguo pecado original: poner el "yo" (el ego) en el lugar de Dios. Cosa que también usted ha observado muy bien al final.

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      en mi opinión, el caso de Caputo es un caso frecuente hoy entre ciertos teólogos, que dan una excesiva importancia al problema del lenguaje, con la consecuencia de que se les escapan los contenidos.
      Hay una especie de manía por tratar de ser modernos en el lenguaje, con el riesgo de adoptar ciertas formas de expresión crudas, burdas, equívocas e impropias, las cuales, en lugar de hacer comprender el contenido, lo deforman. Por ejemplo, ¿qué sentido tiene definir a Dios como evento? Sé que es un término de moda tomado de Heidegger, que es muy popular hoy en día. Pero ¿de qué sirve tal operación si se utiliza un término que es absolutamente inadecuado para expresar la naturaleza divina? ¿Qué teología surge de ello? ¿No nos arriesgamos a contar fábulas, como advierte San Pablo?

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