lunes, 22 de abril de 2024

Experiencia mística y experiencia sexual (2/4)

La unión del varón con la mujer es procreadora en la vida presente, mientras que en la futura vida de la resurrección gloriosa ella mantiene su significado de ser expresión del amor, y de hecho llega a la cima de este amor, aunque ahora no sepamos cómo podrá ser esta unión desde el punto de vista físico, porque el sexo que conocemos ahora es un sexo procreativo, mientras que el sexo de allá arriba es un sexo puramente afectivo y unitivo, plenitud de la unión. [En la imagen: fragmento de "Los cuatro doctores de la Iglesia occidental, San Agustín de Hipona", óleo sobre lienzo pintado entre 1600 y 1650, atribuido a Gerard Seghers, conservado y expuesto en el Kingston Lacy, en Wimborne Minster, Dorset, Inglaterra].

Varón y mujer en la confrontación espíritu-carne
   
----------La dualidad entre el macho y la hembra en el ser humano, para la Sagrada Escritura, está estrechamente relacionada con la confrontación espíritu-carne. De hecho, la Sagrada Biblia precisa la creación del varón y la mujer inmediatamente después de decir que a entrambos los creó "a su imagen" (Gn 1,27), es decir, dotados de un alma espiritual, dado que Dios es purísimo Espíritu.
----------También el discurso paulino sobre la confrontación virginidad-matrimonio es bastante delicado y debe ser rectamente entendido para evitar interpretaciones o bien gnósticas o bien platónicas. Por cierto, es bien conocida la aparente contradicción que existe entre los elogios altísimos a la virginidad contra el matrimonio en 1 Cor 7,1-10 y los altísimos elogios del matrimonio en Ef 5,32.
----------De hecho, mientras en la Primera Carta a los Corintios el marido parece ser para la mujer una alternativa a Cristo (7,32-33), lo que casi constriñe a la mujer a elegir entre Cristo y su marido, en la Carta a los Efesios el marido es comparado incluso con Cristo, y el matrimonio se convierte en imagen del esponsalicio de la Iglesia con Cristo. Aquí la esposa de Cristo ya no parece ser la virgen sino la esposa. Es interesante cómo en san Pablo el nuevo ideal de la virgen, anunciado por el Nuevo Testamento y despreciado en el Antiguo, se cruza con la persistencia del ideal conyugal del Antiguo Testamento.
----------En 1 Cor 7,9 el matrimonio aparece como un desfogue legalizado para la concupiscencia, similar en algunos a la institución de la prostitución, si no fuera porque el matrimonio asegura la procreación, mientras que la virgen es la mujer que se mantiene "santa en el cuerpo y en el espíritu" (7,32), como si la desposada no pudiera ser santa en el cuerpo y en el espíritu.
----------Aquí el matrimonio no parece ser un ideal altísimo como en la Carta a los Efesios, sino una concesión hecha a aquellos que no pueden vencer las tentaciones de la carne. El apóstol san Pablo luego, a fin de aconsejar la virginidad, añade que en el matrimonio hay "tribulaciones". ¿Y acaso en la vida religiosa no las hay peores? Está claro que en estas expresiones extremistas de Pablo no debemos ver ninguna verdad revelada, sino sólo la influencia de la mentalidad rabínica de su tiempo.
----------Pero otra cosa que hay que añadir y que también causa un problema es el uso paulino, aunque sólo implícito (v.34), de la imagen de la "novia" para significar la condición de la Religiosa, ya que Pablo la presenta como similar a una esposa que se dedica a su marido, que aquí sería Cristo.
----------Esta imagen de la Religiosa esposa de Cristo llegará a tener una inmensa fortuna en el mismo lenguaje de la Iglesia hasta nuestros días. Por ello esta imagen corresponde a la otra, de Cristo "Novio". Esta imagen es aún más importante, porque Jesús mismo se la atribuye a Sí mismo. Ahora bien, podemos observar que este parangón que Cristo hace de sí mismo con un novio no tiene ningún contenido dogmático cristológico, sino que es un simple adaptarse de Cristo al lenguaje de su tiempo. El término se inserta ciertamente en el tradicional lenguaje véterotestamentario de Yahvé, esposo de Israel, pero presupone una concepción del varón como superior a la mujer y, por tanto, del marido como "señor" (baál) de la esposa.
----------La única manera de mantener la imagen de la Religiosa "novia o esposa de Cristo", podría ser la de concebir masculinidad y feminidad en sentido espiritual, como diré más adelante. Pero, ¿estamos dispuestos y preparados hoy para este concepto?
----------El término bíblico novio (o esposo) quiere simplemente expresar que Yahvé es el Señor, que ama a su pueblo y tiene celos de su pueblo, como un marido tiene celos de su esposa. Pero, dado el hecho de que hoy, precisamente para una mejor comprensión de la enseñanza bíblica, ya no se concibe una superioridad del varón sobre la mujer, entonces, la consecuencia que surge es que para expresar el señorío divino de Cristo ya no conviene presentarlo con la categoría del varón.
----------En base a estas consideraciones debemos decir que la imagen de Cristo novio o esposo ya no puede hoy evocar la idea de su señorío divino, sino que rebaja a Cristo al nivel de lo humano, pues es claro que Dios no tiene sexo y el sexo pertenece sólo a la creatura.
----------Ahora bien, viniendo a menos o desaparecida esta categoría y consecuentemente también la imagen nupcial, está claro que parece superada también la categoría de la Religiosa "novia o esposa de Cristo" y también la imagen de la Iglesia, "esposa de Cristo". No hablemos luego de lo inadecuado de la Virgen "novia o esposa de Cristo" o del Espíritu Santo. En todo caso, María es esposa del Padre, fecundada por el Espíritu Santo, si es cierto que dos personas que engendran el mismo hijo son una pareja de esposos.
----------Al respecto, recordemos que cuando el ángel le dice a María que el Espíritu Santo la cubrirá con su sombra, no responde a la pregunta de quién será su esposo, porque está claro que había entendido que debía desposar con Dios Padre, el Padre del Hijo que ella habría de engendrar, sino que deseaba saber cómo habría de ocurrir esta unión, dado el hecho de que ella había hecho voto de virginidad. Además, María sabía bien que, dado que Dios era puro espíritu, ella no podía unirse a Él sino permaneciendo virgen.
----------La imagen del esposo, si la tomamos en su sentido propio, implica amor sexual: si eliminamos esta nota, la palabra queda vacía de sentido. Ahora bien, ¿queremos con ella expresar el divino señorío amoroso, tierno y misericordioso? Pues bien, expresémoslo con otras palabras, renunciando a términos que, por su referencia esencial a la emotividad sexual, acaban siendo más una molestia y causa de sutiles e inconscientes equívocos, que de beneficio psicológico para un alma entregada a la castidad.
----------El ingenuo e inocente énfasis, por ejemplo, del modo con el cual santa Teresa del Niño Jesús quiso celebrar sus "bodas" con Jesucristo, reproduciendo exactamente todo aquello que se suele hacer para un común matrimonio, parece insertar algo romántico en un evento místico, que corre de tal modo el riesgo de perder, completamente más allá de las intenciones de la santa Teresita, algo de su misterio, convirtiéndose casi en el alarde de sustitución compensatoria de un amor humano, aunque sublime, al cual se ha renunciado.
    
La violencia de la concupiscencia atenúa la culpa del pecado,
y es vencida por la fuerza del Espíritu
   
----------Otra cosa que necesitamos observar para comprender el sentido y la necesidad del ascetismo cristiano es que la concupiscencia, consecuencia del pecado original, no domada, crea gravísimos obstáculos a la comunión espiritual con Dios y con el prójimo. Ella atrae a sí toda la atención del sujeto, genera desgana, pereza e indolencia hacia el amor de Dios y del prójimo, mientras concentra toda la actividad del sujeto en la búsqueda del placer sexual hetero u homosexual.
----------La existencia de la concupiscencia ha orientado desde tiempos antiquísimos a la humanidad hacia dos caminos como posibles opciones de vida. En primer lugar, todos advierten la absoluta necesidad de la institución familiar, para la conservación y el crecimiento de la especie humana. Aquí la concupiscencia se satisface moderadamente y se mantiene bajo control por la necesidad de salvaguardar las necesidades y las finalidades de la familia. Luego existen aquellos que, particularmente sensibles a las necesidades del espíritu, optan, para extinguir los deseos carnales, por la total renuncia al ejercicio del sexo y, por tanto, deciden renunciar libremente a formar una familia. Esta es precisamente la opción monástica, que aparece en el Tíbet y en la India varios siglos antes de la era cristiana.
----------Los antiguos pueblos del Occidente, en cambio, incluido Israel, durante muchos siglos antes de Cristo no conocieron el ideal monástico con la abstinencia sexual que lo acompaña. Las categorías básicas y los intereses fundamentales de los Griegos están estrechamente conjugados con el hombre y el mundo, el logos, el kosmos, la yle, la sarx, el soma, la fysis. Parménides, con sus einai, y Platón, con el eidos, despreciadores del devenir, de los sentidos y de la materia, parecen un fenómeno de importación del Oriente místico, ebrio de lo Absoluto. Aristóteles, en cambio, con su teoría de la materia y la forma, concuerda con la distinción bíblica del alma y del cuerpo, del espíritu y de la carne.
----------Existe, ciertamente, la rúach en Israel, Dios es rúach, pero el concepto de pneuma, espíritu, sólo aparece con el apóstol san Pablo. Ciertamente, tanto el espíritu como la carne, tanto el alma como el cuerpo, son creados por Dios. Israel actúa como bisagra entre Occidente y Oriente; pero tampoco Israel conoce el monaquismo hasta el siglo I a.C., con Juan Bautista, la Virgen y la comunidad de Qumran, donde aparece por primera vez en Occidente el ideal de la virginidad.
----------Pero el espiritualismo bíblico es diferente del espiritualismo oriental: la virginidad no es preparación para dejar el cuerpo que se disuelve, cual vana apariencia, en el Absoluto, sino que es preparación terrena para la reconciliación celestial del varón con la mujer.
----------Además, considerada la fuerza de la concupiscencia, y considerada en muchos individuos la fragilidad humana y la dificultad para domar la pasión, ya en los pueblos antiguos y en el antiguo Israel y durante toda la historia cristiana hasta nuestros días, la pública autoridad, que debe tomar cuidado también de los más frágiles, siempre ha tolerado la prostitución en beneficio, por así decirlo, de aquellos que, no habiendo tenido la gracia y la fuerza para crear una familia o incluso el don especial de una consagración religiosa, al mismo tiempo luchan o no pueden domar el impulso de instinto.
----------El mismo nuestro Señor Jesucristo toma nota de la existencia de las prostitutas, e incluso habla de aquellas prostitutas que entran en el reino de los cielos (obviamente arrepentidas de sus pecados), mientras enseña una ética sexual en la cual por una parte hay espacio para la virginidad, el decidir dejarlo todo para seguirlo a Él y "hacerse eunucos por el reino de los cielos", mientras que, por otra parte, recuerda el proyecto originario divino que manda al varón y a la mujer ser "una sola carne" (Gn 2,24).
----------Está claro que en el Reino de los Cielos no existirán las prostitutas, pero como el hecho es que ahora sufrimos las consecuencias del pecado original, consecuencias que involucran los deseos de la carne, he aquí la oportunidad que se tenga indulgencia hacia aquellas personas que, no obstante los esfuerzos de su voluntad, no pueden dejar de satisfacer el apetito del instinto.
----------Agregamos que la unión sexual puede ser expresión física de la unión espiritual, pero también puede ser efecto de la concupiscencia. Depende de la intención y de la causa que la motiva y del fin que se nos propone: si expresar amor o satisfacer el propio egoísmo. De por sí, la unión sexual entra en el plan originario de Dios, donde ella es presentada independientemente de la procreación (Gn 2,24) y simplemente finalizada o encaminada a colmar la soledad del varón, para que él encuentre una ayuda no tanto a fin de procrear, sino, como ha indicado san Juan Pablo II, una ayuda para encontrar "el sentido humano y la plenitud de la propia existencia" (cf. Gn 2,18).
----------La unión del varón con la mujer es procreadora en la vida presente, mientras que en la futura vida de la resurrección gloriosa ella mantiene su significado de ser expresión del amor, y de hecho llega a la cima de este amor, aunque ahora no sepamos cómo podrá ser esta unión desde el punto de vista físico, porque el sexo que conocemos ahora es un sexo procreativo, mientras que el sexo de allá arriba es un sexo puramente afectivo y unitivo, plenitud de la unión.

17 comentarios:

  1. "(...) el sexo que conocemos ahora es un sexo procreativo, mientras que el sexo de allá arriba es un sexo puramente afectivo y unitivo, plenitud de la unión."

    Estimado Padre: Es la primera vez que oigo decir esto, me he quedado perplejo ante la idea de que vaya a haber relaciones sexuales luego de a resurrección, pues Cristo ha dicho que seremos "como ángeles"...

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    1. Estimado Alejandro,
      buenos días, y me alegra que visites este blog, continuando de tanto en tanto nuestro diálogo, y planteando tus preguntas, a las que siempre estoy gustoso de responder.
      Las dudas que aquí expresas se refieren a un tema que ya he tratado repetidas veces en este blog, pero no tengo dificultad en repetir lo que ya he dicho. Sin embargo, te recomiendo que uses el buscador del blog para consultar otros artículos míos sobre el mismo tema, donde seguro podrás encontrar una respuesta más contextualizada, que a la que ahora te daré, a tu duda.
      El parangón de la unión varón-mujer en la resurrección con la condición angélica, ha sido explicado por san Juan Pablo II, quien ha dicho que el Señor no ha entendido decir que en el más allá seremos puros espíritus como los ángeles, pues de lo contrario vendría a menos y faltaría la resurrección de los cuerpos.
      Sino que la comparación con los ángeles -como siempre ha explicado el Santo Pontífice- significa ese "cuerpo espiritual", del cual habla san Pablo en 1 Cor 15, vale decir, el pleno dominio del espíritu sobre el cuerpo.
      Otra cosa a tener presente es que en la resurrección será restaurado aquello que estaba en el Edén, excluyendo los aspectos que conciernen a la vida presente. Ahora bien, en el Edén la voluntad de Dios es que el varón y la mujer sean una sola carne. Por el contrario, la procreación es una actividad que concierne únicamente a la vida presente. Entonces, ¿cómo imaginar esa "una sola carne" de la que habla el libro del Génesis?
      Digamos de inmediato que, como dice la Escritura, "el ojo nunca ha visto lo que Dios ha preparado para aquellos que le aman". Al mismo tiempo, Jesús nos habla con palabras tomadas de nuestra vida terrena. Por eso, para imaginar esta futura unión entre el varón y la mujer, es necesario un punto de equilibrio entre el agnosticismo absoluto, que toma como pretexto el misterio futuro, y el materialismo, que se sitúa en el plano de la univocidad más que en el de la analogía. Una forma de materialismo es la concepción coránica, claramente inspirada en una forma de hedonismo y de devaluación de la mujer.

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    2. Una consideración que nos ayuda a comprender algo de este misterio de cómo viviremos nuestra sexualidad en el paraíso del cielo es aquella que podríamos hacer respecto a la cuestión de si habrá alimentación en el cielo. Al respecto, te recuerdo que la Escritura usa la imagen de un banquete celestial. Además, Jesús resucitado come pescado frente a sus discípulos. ¿Cómo explicar esos hechos y esas imágenes?
      Es claro que no debemos tomarlos literalmente, de lo contrario caeríamos en una forma de materialismo que no nos permitiría comprender nada del misterio. Entonces, ¿qué es lo que debemos decir? Es evidente que un cuerpo inmortal no tiene necesidad de alimentación. Entonces podemos decir que estas imágenes quieren significar la convivialidad y la alegría de estar juntos en el afecto fraterno, cosas que indudablemente existirán en el paraíso del cielo.
      Otra consideración a hacer es aclarar qué significa que el amor escatológico no es procreativo. No significa, como creen los freudianos, hacer uso de métodos anticonceptivos, sino que significa esa infecundidad que depende de la naturaleza y por tanto de la voluntad de Dios.
      El dogma de la resurrección de los cuerpos, según el Concilio Lateranense IV, de 1215, dice que resucitaremos con el cuerpo que tenemos ahora. ¿Pero qué significa esto? Evidentemente no debemos entender estas palabras a la letra, sino que estas palabras quieren significar que nosotros mantendremos nuestra identidad personal, es decir, mantendremos el propio cuerpo masculino o femenino. ¿Pero cómo será este cuerpo? Por ahora no lo sabemos. Dios mismo nos dará una sorpresa y veremos que es mucho más bello de lo que ahora podría imaginar la imaginación de un gran poeta o artista.
      Otra consideración a hacer. La unión física en el plan divino debe ser expresión de la unión espiritual, mientras que ella, la union fisica, por su naturaleza favorece la unión espiritual. Se debe tener presente que esta unión espiritual es mucho más importante que la unión física.
      Otra cosa a recordar es la prohibición de las relaciones sexuales extraconyugales. En efecto, la tesis según la cual puede ser lícita la unión no procreativa podría ser mal interpretada por los freudianos, en el sentido de legalizar las relaciones extramatrimoniales. Esta unión no procreativa, de la cual hablo, nada tiene que ver con esa concepción freudiana.

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    3. Estimado Padre: Muchas gracias por su respuesta. Necesitaría saber si hay otros autores eclesiásticos que hayan expuesto esta idea con anterioridad. Una pregunta: ¿Juan Pablo II sostuvo esta postura en su catequesis sobre la teología del cuerpo? En caso de ser así, le agradecería mucho si pudiera darme la referencia precisa, o bien adjuntar el enlace digital al texto. Sinceramente, que el cuerpo resucitado en estado de gloria vaya a copular en la vida eterna es algo que me resulta totalmente novedoso, además de incomprensible, dado que el uso de la genitalidad en un estado de existencia en el que ya no habrá generación no parece justificarse. Uno imaginaría a los resucitados -dotados de un cuerpo glorioso y sutil-, abocados por entero a actividades de orden espiritual e intelectual, a saber, la adoración de Dios y la comunicación directa con los ángeles, amén de un delicado intercambio fraterno con nuestros congéneres, basado en el gozo espiritual inefable que surge del conocimiento creciente de Dios y de las maravillas celestiales, sin necesidad alguna de ejercer la animalidad a la que los viadores todavía están sujetos aquí abajo. Cuando Cristo dice que seremos como ángeles intuyo que, entre otras cosas, se refiere a que operaciones animales tales como el acto sexual habrán dejado de formar parte de una vida humana espiritualizada por el "lumen gloriae" y en la cual las pulsiones sexuales hacia el género opuesto habrán quedado atrás, sin que por ello vaya a sufrir menoscabo la alteridad varón-mujer -que usted tan adecuadamente caracteriza-, con su capacidad vincular complementaria y mutuamente enriquecedora, pero sin tener que recurrir a su actual manifestación animal, la que se me hace difícilmente compatible con la analogía angélica propuesta por Nuestro Señor...

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    4. Estimado Anónimo,
      esta doctrina que he expuesto la he recabado de las enseñanzas de san Juan Pablo II, las cuales he comentado en algunos artículos publicados en este mismo blog, que a usted le será fácil encontrar. Seguiré publicando sobre este mismo tema.
      No conozco otros autores que hayan tratado este tema. Los autores que mayormente se acercan son Jacques Maritain y Edith Stein.
      Respecto a los textos de san Juan Pablo II, es suficiente que usted consulte mis artículos y allí encontrará esos textos significativos (cf. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/1979.index.html)-

      La unión varón-mujer escatológica es la restauración de la unión varón-mujer edénica. Esta unión es a un tiempo espiritual y física, donde lo corpóreo expresa lo espiritual y lo espiritual se expresa en lo corpóreo.
      La sexualidad que nosotros conocemos en esta vida involucra órganos específicamente deputados para la generación. Entiendo muy bien su perplejidad, porque usted se pregunta: ¿cómo es posible en la resurrección una unión física no procreativa? La respuesta que se puede dar es que allí existirá el sexo, pero no sabemos cómo ese sexo será hecho, precisamente porque no será un sexo procreativo.

      La dimensión animal del hombre es esencial a la naturaleza humana. De ella depende ese ser varón y mujer que permanece en la resurrección. En efecto, en la resurrección la naturaleza humana de cada uno de nosotros será restaurada e integrada en su plenitud, según el plan divino originario de la creación que se había realizado en el Edén, completamente libre de las consecuencias del pecado original, consecuencias por las cuales en la vida presente nuestra naturaleza humana está parcialmente corrompida.
      El plan originario de Dios prevé que el hombre sea perfecto como pareja ("no es bueno que el hombre esté solo", "serán una sola carne"), porque varón y mujer se completan entre sí espiritualmente y físicamente, sobre un plano de paridad, o sea en igualdad de condiciones, también prescindiendo de la procreación física.
      Esta dualidad en el completamiento recíproco el uno de la otra permite la realización de la unión de amor ("una sola carne"), que es lo que está supremamente en la mente y el designio de Dios para la felicidad del varón y de la mujer. Dios ha creado el ser varón y el ser mujer con vistas a la procreación en esta vida y desde el inicio con vistas a su unión de amor, que continuará en la vida futura en una modalidad para nosotros ahora desconocida.
      Es necesario también distinguir la pareja conyugal, propia de la vida terrena, de la pareja escatológica, propia de la resurrección. La primera es una pareja determinada de unión exclusiva e indisoluble, de éste con ésta, porque así está requerido por la tarea educativa propia de los genitores y por tanto está conectada con la procreación física. La segunda puede ser determinada, pero no necesariamente, porque podrían ser estos con éstas, en una comunidad de amor, según la Escritura que dice "no es bueno que el hombre esté solo".

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    5. Algo de este misterio parece vislumbrado en la famosa comunión de las mujeres, de la cual habla Platón. Lo que no podemos aceptar es el hecho de que Platón se posicione desde el punto de vista del Estado y por tanto desde la perspectiva de la reproducción de la especie. Por el contrario, la visión escatológica prevé una comunidad no procreativa.
      A este propósito, debemos recordar la total incomprensión de esta perspectiva escatológica por parte de algunas sectas gnósticas y de las actuales así llamadas "familias ampliadas". En este caso no se trata de verdadero amor, sino de desenfrenada lujuria o de malinterpretación de la dignidad de la persona humana.
      Hay que tener cuidado y estar atentos con el espiritualismo de Platón, porque, al separar el espíritu del sexo, abandona el sexo a sí mismo, por lo cual paradójicamente una espiritualidad rigorista puede provocar una tendencia laxista. En cambio, la Iglesia, a través de santo Tomás de Aquino, ha preferido a Aristóteles, porque la psicología aristotélica permite una síntesis de espíritu y carne, de la cual no es capaz Platón.

      Para imaginar cómo podrían ser las cosas, podemos pensar que las parejas casadas se encontrarán juntas, mientras que aquellos que ahora son solteros, célibes o vírgenes, formarán parejas o pertenecerán a comunidades de amor, según una semejanza con las relaciones que ahora han tenido o las disposiciones de la providencia. Si uno está en el cielo y el otro en el infierno, Dios proveerá a consolar al que está en el cielo con un hermano en el cielo.

      Caso único, especialísimo e inimitable, sino sólo venerable, es el de Jesús y María, nuevo Adán y nueva Eva, prototipos de la masculinidad y de la feminidad. En efecto, es necesario distinguir su virginidad perenne y divina, ligada a su exención de la culpa original y motivada por la unión hipostática de Cristo y por la unión a ella de la Madre de Dios, de la castidad religiosa de la vida presente, condición privilegiada pero provisoria, contingente y de emergencia, motivada por el actual estado de naturaleza caída, donde las almas más espirituales sienten la necesidad de renunciar a la carne para liberar el espíritu.
      Esta condición de vida ya no será necesaria en la futura condición gloriosa que involucrará una perfecta unión del espíritu con el sexo, en todo conforme con el plan originario de la creación. Entonces el sexo ya no será un peligro, sino al contrario un bien para el espíritu, que sin embargo encontrará su máxima alegría en la visión beatífica de Dios y en la comunión de los Santos y de los Ángeles, en el pleno dominio de la tierra nueva, muy distinto y mucho más allá de los máximos placeres del cuerpo.

      Aprecio mucho sus consideraciones espirituales, las cuales comparto plenamente. Sin embargo, me parece notar un cierto punto de vista dualista, que me hace pensar en Orígenes y en el espiritualismo platónico, cuando usted afirma que "no hay necesidad alguna de ejercer la animalidad". Le recuerdo, a este respecto, que la animalidad es parte esencial de la naturaleza humana.
      Por otra parte, estoy de acuerdo con usted si por ejercicio de la animalidad usted entiende la alimentación y la procreación, actos claramente ligados al estado presente. Es necesario en cambio recordar que la sexualidad en el paraíso del cielo representa el amor, que evidentemente es un valor inmortal. De modo similar, la imagen del banquete puede representar la conviavilidad escatológica. Naturalmente estas dos dimensiones estarán privadas de cualquier defecto, exceso, conflicto, pecado, enfermedad, miseria, corrupción, violencia y malestar, que lamentablemente están presentes en la vida aquí abajo, y esas dimensiones existirán escatológicamente en modalidades para nosotros por ahora desconocidas.

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  2. Estimado Padre: Le agradezco mucho la respuesta. En el comentario anterior figuré como anónimo por error. He descargado en PDF el libro de Juan Pablo II que reúne sus 129 audiencias sobre la teología del cuerpo - "El amor humano en el plan divino"- y he hecho una lectura en diagonal bastante minuciosa del mismo con la esperanza de encontrar el o los pasajes en donde se habla del tema, pero de manera infructuosa. Son casi 300 páginas, tendría que hacer una lectura lineal, pero ahora no dispongo de tiempo suficiente, por lo que le pido un gran favor: si Usted supiera cuál o cuáles son las audiencias en las que Juan Pablo II desarrolla expresamente el asunto, le quedaría muy agradecido. Un cordial saludo en Cristo y María.

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    1. Estimado Alejandro,
      comprendo tu inquietud, pero ¿acaso lo que deseas encontrar en las palabras de san Juan Pablo II es el exacto desarrollo de mis deducciones teológicas con mis exactas palabras? Comprenderás que eso no es posible.
      Si la teología fuera repetir las palabras de la Biblia ad litteram o las palabras exactas de un Acta del Magisterio, ¿en qué se convertiría la teología? Comenzando por la teología bíblica, y siguiendo con la teología especulativa y la teología dogmática.
      Por lo demás, es una labor que lleva su tiempo y aquí no valen ni sirven urgencias. Lamentablemente estamos viviendo tiempos en que parece que todos quieran hacerse expertos en un tema u otro, solucionando cuestiones arduas y complejas, con un resumen de 5 minutos de lectura o un videíto de 20 minutos, como son los que abundan hoy en los blogs y webs católicas.
      Para colmo, no faltan aquellos que quieren explicar un tema de doctrina católica con el único y mero objeto de refutar a tal o a cual, y no con el sincero y honesto propósito de entender la verdad de fe (intellectus fidei). Y así la teología acaba por convertirse en una apologética de la propia ideología.
      Por otra parte, para el teólogo católico que, ante todo, adhiere al dogma de la indefectibilidad de la enseñanza de fe y moral del Vicario de Cristo, resulta siempre una labor indescriptiblemente gozosa hacer pie en la enseñanza doctrinal del Papa, sabiendo que es terreno firme donde pisar, para luego avanzar en el intellectus fidei. Es labor maravillosamente gozosa, por más ardua, prolongada y fatigosa que sea concretamente esa tarea.
      Soy ya viejo y he pasado la mayor parte de mi vida en este oficio, y sigo gozando de esta tarea como el primer día que cayó a mis manos un texto de filosofía o teología. De modo que, en referencia a la temática que aquí tratamos, el consejo que puedo darte es que releer serena y pacientemente aquellas catequesis de Juan Pablo, es el primer paso a cumplir para ahondar en este tema.
      De todos modos, y como te he dicho, ya he escrito varios artículos sobre el tema. No obstante ello, te prometo que en un futuro próximo iré publicando una serie de notas en la que comentaré aquellas catequesis del Santo Pontífice. Tengo borradores y apuntes varios de viejas clases y conferencias, pero debo revisarlo todo y reformularlo. Lo publicaré cuando los vea bien, no será ni mañana ni el próximo mes; pero si Dios me da vida, los publicaré.

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  3. Estimado Padre: Le agradezco mucho su respuesta. Por supuesto, leeré el libro tranquilamente, tomándome el tiempo que sea necesario. Le transmito una inquietud que tengo respecto a este asunto. Si la plenitud escatológica del ser humano supusiera, como usted sostiene, la actividad sexual entre varón y mujer, ¿cuáles serían las implicancias de esto respecto a Nuestro Señor y a la Santísima Virgen María, dado que ellos son, justamente, el nuevo Adán y la nueva Eva, los prototipos del varón y la mujer? ¿Acaso Nuestra Señora y San José mantendrían relaciones sexuales en el Cielo? ¿Y Jesús también? Y, en ese caso, ¿con quién sería, dado que Él no se casó? Le aseguro que son preguntas que me vienen a la mente en serio, de ninguna manera estoy buscando "chicanearlo" ni generar controversia gratuitamente. Saludos cordiales en Cristo y María.

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    1. Estimado Alejandro,
      ¿qué significa que Jesús y María son el nuevo Adán y la nueva Eva y los prototipos de la masculinidad y de la feminidad? Para responder a esta pregunta es necesario añadir otro elemento, y éste es: Jesús, Esposo de la Iglesia y María, Madre y modelo de la Iglesia.
      Ahora bien, es evidente que este parangón no podemos llevarlo hasta el fondo, porque, ateniéndonos a la lógica y haciendo referencia a Jesús-Adán y María-Eva, se seguiría que Jesús es esposo de María, cosa evidentemente inaceptable.
      Por otra parte, María es esposa de José, en cuanto José es padre putativo de Jesús, y es esposa del Padre, en cuanto genera al Hijo del Padre.
      En base a estos principios, ¿qué significa Jesús nuevo Adán y María nueva Eva? Diría que aquí encontramos una sublimación del misterio del matrimonio, que hace decir a san Pablo que el matrimonio sacramento es un símbolo del matrimonio místico de Cristo con la Iglesia.
      Respecto al matrimonio, es interesante poner de relieve el matrimonio entre María y José, que es y sigue siendo un matrimonio virgen, cuya fecundidad consiste en aquella que ha sido la educación del Hijo de Dios. Similarmente, la amistad entre religiosos y religiosas tiene también ella su fecundidad puramente espiritual.

      Otra observación que debemos hacer es que tanto Jesús como María son vírgenes. En base a este misterio, ¿cómo debemos ver la dualidad Jesús-María? Debemos preguntarnos qué significa esta virginidad. Como ya he dicho, ella tiene relación con la unión hipostática.
      Por consiguiente, Jesús y María practican una virginidad, que pertenece sólo a ellos, una virginidad inimitable, sino sólo venerable. San José participa de ello.

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    2. Me explico respecto a San José. San José también participa del contacto con la unión hipostática, pero en una medida inferior a la de María. De hecho, mientras María, como Madre de Dios, ha concebido en su seno al Hijo de Dios Encarnado, José está completamente fuera de este misterioso acontecimiento. Esto implica que José limite su paternidad frente a Cristo a una figura puramente jurídica.
      ¿Qué podemos decir de la virginidad de María y de José, teniendo en cuenta estos datos de fe? ¿Cuál es la diferencia entre la virginidad de José y la de María? Reitero el hecho de que la virginidad de María, en cuanto está ordenada a su contacto directo con el Verbo Encarnado, es inimitable, aunque no debe desaprobarse en absoluto la tradicional imitación de María, típica de las religiosas.
      Sin embargo, por cuanto respecta a José, considero que su virginidad esté proporcionada a nuestras posibilidades debido al hecho de que su paternidad es meramente jurídica, mientras que la maternidad de María es biológica, porque ella ha dado su carne en la generación del Hijo de Dios Encarnado.
      Por lo tanto, tenemos una brecha entre el elemento biológico y el elemento jurídico. Es claro que desde el punto de vista ontológico vale más la realidad corpórea, que ese ente de razón, que está dado por una figura jurídica.
      Podríamos preguntarnos cuál es la condición escatológica de José y de María. La respuesta podría ser que, en su caso único, permanecen eternamente esposos vírgenes, como lo han sido en la tierra.
      Es necesario agregar que San José, junto con María, ha desempeñado un oficio de custodio y de educador de Cristo en esta tierra y es ahora el Protector y Custodio de la Iglesia Universal, por el hecho de ser esposo de María, Madre de la Iglesia.

      Pero, reitero, distinto es el caso de Jesús y María, que practican una virginidad que pertenece sólo a ellos, una virginidad inimitable, sino sólo venerable. En este sentido, Jesús y María no son los prototipos del Adán y Eva del Edén, sino que son, como he dicho, un Adán y una Eva trascendentes, porque están unidos en una virginidad divina a nosotros trascendente.
      En cambio, nuestros prototipos, proporcionados a nuestra perfección antropológica, son el Adán y Eva del Edén, a propósito de los cuales Dios dice "serán una sola carne" y "no es bueno que el hombre esté solo".
      En este punto el riesgo podría ser el de Mahoma, es decir, de concebir el sexo en un sentido unívoco, es decir, de concebir el sexo dotado de aquellos órganos genitales que sirven para la procreación. En cambio, para entender qué es el sexo resucitado, es necesario un concepto analógico de sexualidad.
      La pregunta que podríamos entonces hacernos es la siguiente: ¿en el paraíso del cielo cada uno de nosotros podrá ser humanamente completo sin la unión con el otro sexo? Debemos recordar las palabras del Génesis: "No es bueno que el hombre esté solo", y ellas se refieren a la unión del varón con la mujer. Ahora bien, aquí no se habla de algunos sí y de otros no, por consiguiente no existe la facultad de unirse o de no unirse y por tanto de permanecer solos, sino que a entrambos Dios ha dicho el cultivar y dominar la tierra.

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    3. De ahí la consecuencia de que en el paraíso del cielo la sexualidad, a fin de que sea la plenitud de lo humano, requiere que la expresión sexual sea entendida en un sentido misterioso y analógico, no unívoco a la vida presente, de lo contrario sacralizamos un estado contingente, que implica procreación, y caemos en el error de Mahoma, de los generistas y de los freudianos.
      Otra observación que podríamos hacer es la siguiente: la venida de Cristo abre a la humanidad la posibilidad de la filiación divina, de modo tal que la prospectiva escatológica conlleva una gloria que no estaba prevista en el estado edénico, por lo cual uno se podría preguntar por caso el estado de gloria no sustituya al estado edénico, que implica la unión del varón con la mujer.
      A esta pregunta yo respondo que la venida de Jesús a esta tierra responde a dos finalidades: la primera es liberarnos del pecado y restaurar la inocencia originaria, y la segunda conducirnos al reino de Dios, que es la Iglesia celestial, la Jerusalén celestial, que es la Comunidad de los hijos de Dios.

      La Iglesia celestial está compuesta por varones y mujeres que, junto con los ángeles, son partícipes de la misma naturaleza de Dios, y que de algún modo también participan de la unión hipostática de Jesucristo, en cuanto son parte del Cuerpo místico del Señor, habiendo recibido en esta tierra la Eucaristía.
      Además, cabe señalar que Cristo es la Cabeza de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, generado por Jesús Crucificado y por la Madre de Dios, que deviene, por voluntad del Hijo, Madre de la Iglesia.
      Ahora bien, en el paraíso del cielo habrá todo lo bueno y santo, como dice san Pablo, y por eso podemos y debemos pensar que los redimidos serán varones y mujeres, porque la sexualidad es un constitutivo de la persona humana, querido por Dios, don de Dios.
      Concluimos diciendo que también la expresión sexual, según la voluntad de Dios, es y sigue siendo un bien y por tanto podrá formar parte, en una modalidad para nosotros desconocida y superior a cuanto de mejor podemos imaginar, en la felicidad escatológica, aunque los bienes mayores de esta felicidad eterna seguirán siendo puramente espirituales.

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  4. Estimado Padre: Le agradezco mucho su amble y muy interesante respuesta. Tiene su lógica, lo reconozco, y reflexionaré al respecto. Lo amerita, pues debo confesar que, hasta ahora, jamás me había cuestionado acerca de la naturaleza del vínculo específico que existirá en el Cielo entre el hombre y la mujer, el cual, como usted bien dice, está fundado en el texto genesíaco y es constitutivo esencial de nuestra condición humana, no sólo en el Paraíso ni en nuestro presente estado de naturaleza caída (y redimida también, pero sin gozar aún de todos sus efectos concretos). No obstante, mantengo la impresión de que esa unión de complementariedad escatológica entre varón y mujer será de índole espiritual y emocional, sin participación de la genitalidad, la que, como su etimología indica, se ordena a la reproducción de la especie, finalidad que no concernirá a los resucitados, pues el número de los elegidos ya se habrá completado. Esa dulce y bella compañía femenina, dada al hombre por Dios en el jardín del Edén, a fin de que "no esté solo", cumplirá entonces plenamente su cometido, en el gozo inefable de la caridad y la contemplación de la divina esencia, constituyendo un elemento esencial, aunque subalterno, de la dicha eterna resultante de la visión beatífica. Un cordial saludo en Jesús y María.

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    1. Estimado Alejandro,
      confío en que aunque no considerándote obligado, por supuesto, a vincularte a las conclusiones del argumentar de ningún teólogo cuando estamos en ámbito de libre discusión teológica, en plenísimo respeto al Magisterio de la Iglesia, supongo que eres muy capaz de llevar adelante un diálogo honesto y respetuoso de los argumentos de tu interlocutor.
      En mi caso, he dado las fuentes escriturísticas, patrísticas y magisteriales de mi argumentar (particularmente remitiendo al magisterio de san Paulo VI y san Juan Pablo II, en cuyas actas se encuentran también las fuentes basilares a las que podemos y debemos recurrir). Habiendo por tu parte, entonces, reconocido las fuentes que he ofrecido, además debes reconocer mi honesto esfuerzo en utilizar términos que sean máximamente expresivos de los conceptos que uso en mi argumento.
      En tal sentido, jamás he usado el término "genitalidad", que, en cambio, sí has usado en tus comentarios.
      Solamente he usado el término "genital" para referirme a la deformación islámica del paraíso. Y lo hice precisamente diciendo que: "...el riesgo podría ser el de Mahoma, es decir, de concebir el sexo en un sentido unívoco, es decir, de concebir el sexo dotado de aquellos órganos genitales que sirven para la procreación. En cambio, para entender qué es el sexo resucitado, es necesario un concepto analógico de sexualidad".
      Precisamente, ese mismo riesgo de usar un concepto unívoco de sexo, es el que sospecho utilizas en tus comentarios. Corrígeme si me equivoco.
      Por lo tanto, hablemos con precisión: no de "genitalidad escatológica", porque la genitalidad del sexo es para la generación; sino que hablemos de "sexualidad escatológica", porque ella existirá en el paraíso del cielo, aunque no sepamos cómo.
      Por lo tanto, y en conclusión, repitiendo lo ya dicho, pero para que tengas más claros, si se puede, mis argumentos: ya he dicho que en el paraíso del cielo el sexo no es reproductivo y por tanto no es genital, en cuanto que la genitalidad es funcional a la reproducción. Por consiguiente, no existiendo la reproducción, estoy de acuerdo contigo en que en el paraíso del cielo no existirá la genitalidad.
      Sin embargo por fe sabemos que existirán la feminidad y la masculinidad, las cuales evidentemente son también algo físico, sensible, material y corporal. Al mismo tiempo he dicho y repetido que por ahora no sabemos cómo serán los contornos físicos y los datos sensibles de la sexualidad escatológica.
      Por tanto, quisiera precisar que la complementariedad recíproca no será solo espiritual, sino también física, dado que estamos compuestos de alma y de cuerpo.
      Comprenderemos finalmente cuál ha sido el proyecto de Dios al crear al hombre varón y a la mujer, entrambos de igual dignidad en la recíproca complementariedad, y será realizado en plenitud el plan de la salvación, que no solo repristina la naturaleza humana en su belleza originaria, sino que la eleva, en la totalidad de alma y cuerpo, a la participación de la misma naturaleza divina.

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    2. Estimado Padre: Muchas gracias por su respuesta. Me queda claro entonces que no habrá relaciones sexuales en el Cielo, que era lo que me parecía extraño y me incomodaba. Comprendo también que existirá una unión de complementariedad física entre el varón y la mujer, cuya manifestación concreta no nos es dado conocer ahora. Reconozco que esto constituye para mí una novedad considerable, acerca de la cual no dejaré de investigar y reflexionar. Le deseo un muy feliz y santo domingo.

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    3. Estimado Alejandro,
      nuestro Señor Jesucristo ha venido a restaurar la condición humana originaria, que corresponde a la voluntad de Dios tal como se manifiesta en el estado edénico. Ahora bien, el plan de Dios preveía que varón y mujer sean una sola carne. Ciertamente no es fácil entender exactamente lo que significa, porque en la vida presente nosotros vivimos una sexualidad decaída (la subsecuente al pecado original). Sentimos que esto es algo contrario a la voluntad de Dios, pero dado que no hemos hecho la experiencia edénica, estamos ante un misterio. Pero la prospectiva escatológica es aún más misteriosa, porque a ella se añade la filiación divina.
      En cuanto a la expresión "relación sexual", entiendo bien la resonancia molesta o fastidiosa que puede tener en la vida presente, considerando la actual situación de corrupción de la sexualidad. Sin embargo, varón y mujer han sido creados por Dios y están destinados a la resurrección.
      Veo que utilizaste la expresión "complementariedad física entre el varón y la mujer". Pues bien, esta tu expresión me complace mucho. Por otra parte, cuando hablas de varón y mujer, es evidente la referencia al sexo masculino y al sexo femenino.

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    4. Muchas gracias, Padre. En efecto, estamos ante un inmenso misterio. Como dice San Pablo, nadie puede imaginar lo que Dios tiene reservado para los elegidos. Un cordial saludo en Jesús y María.

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