domingo, 21 de abril de 2024

Experiencia mística y experiencia sexual (1/4)

El hombre es espíritu y carne. He aquí, entonces, la carne de nuestro Señor Jesucristo, y por ende el sexo de Cristo, en la Eucaristía, como medicina para nuestra carne y nuestro sexo rebeldes al espíritu. He aquí el alimento divino que hace al espíritu capaz de domar la carne, el alimento que produce vírgenes, que reconcilia la carne y el sexo con el espíritu, el varón con la mujer, la experiencia sexual con la experiencia mística, como ha intentado decir Víctor Manuel Fernández, en un librito suyo, publicado hace ya un cuarto de siglo, y del que hablaremos en este artículo. San Agustín de Hipona supo decir: "¿Caro te excaecaverat? Caro te sanat". [En la imagen: fragmento de "Pablo el Apóstol", óleo sobre lienzo, de 1633, obra de Rembrandt, conservado y expuesto en el Kunsthistorisches Museum, Museo de Historia del Arte de Viena, Austria].

El contraste de lo que debería estar unido
   
----------Uno de los problemas fundamentales de la vida es cómo poner de acuerdo las exigencias del espíritu con los apetitos del cuerpo, los placeres del espíritu con los físicos, la vida del sentido con la del intelecto, el ejercicio de la voluntad con el de las pasiones, el ejercicio de la razón con el del instinto, la afectividad sensible con el amor espiritual, el sexo con el espíritu.
----------A este respecto, la Sagrada Escritura tiene dos conceptos fundamentales: carne (hebreo: basar, griego: sarx) y espíritu (hebreo: rúach, griego: pneuma). La Biblia representa lo espiritual con la imagen del cielo, lo material con la imagen de la tierra. El espíritu es incorruptible, la carne es corruptible. El espíritu está por encima del tiempo, la carne está en el tiempo. El espíritu se ve con los ojos de la mente, la carne con los ojos del cuerpo. El Creador es espíritu, la creatura es carne. El alma es el espíritu del hombre, compuesto de alma y cuerpo.
----------Para la Escritura, la carne no es sólo la parte material del animal, lo que nosotros comúnmente llamamos "carne", sino que es también la creatura humana en su fragilidad, corruptibilidad y tendencia al pecado, distinta del espíritu como fuerza divina vivificante y animadora. Por eso Cristo dice que el espíritu es fuerte, la carne es débil. Sin embargo, también se podría decir que lamentablemente en el estado actual de naturaleza caída el espíritu es débil y la carne es fuerte.
----------Platón distingue lo sensible (aisthetón) relativo a la imagen (eikón) de lo inteligible (noetón) relativo a la idea. El alma siente el cuerpo mediante el sentido e intuye la idea mediante el intelecto. Para Platón, el hombre es un alma que habita en un cuerpo, en el cual está prisionera o encarcelada, y a causa del cual se ve obstaculizada en la vida espiritual, por lo cual la perspectiva moral platónica es que el alma se libere del cuerpo para retornar al espíritu del cual proviene.
----------Aristóteles distingue la materia (yle) de la forma (morphé, eidos). Para Aristóteles el hombre es una sustancia compuesta de alma como forma y de cuerpo como materia. También para Aristóteles el alma intelectiva intuye la esencia de las cosas sensibles y las siente mdiante los sentidos, pero para Aristóteles el sentir sensible no es acto de la sola alma como para Platón, sino que es acto del sujeto conjunto alma y cuerpo.
----------Para Aristóteles el alma espiritual contiene en sí virtualmente el alma sensitiva, por lo cual, aunque las potencias intelectuales sean esencialmente distintas de las sensitivas, como ya había entendido Platón, el alma humana es una sola forma sustancial, la racional y no existen en el hombre, como creía Platón, dos almas, una para el intelecto y otra para los sentidos. Por tanto, para Aristóteles, el sexo tiene origen en el alma racional y, por tanto, está hecho específicamente para concordar con ella y ser expresión de su actividad.
----------Lo extraño, por consiguiente, de la psicología de Platón es que ella tiende al mismo tiempo al dualismo, oponiendo intelecto y sentido como si fueran dos almas, pero al mismo tiempo atribuyendo el sentir al alma, con el riesgo de confundir intelecto con el sentido.
----------El espiritualismo rígido, exagerado y sexófobo de Platón, crea personalidades intolerantes, disociadas y frustradas, jueces implacables de las debilidades de los otros, y orgullosos de su propia hinchada espiritualidad, sin darse cuenta de que Dios hace caer en la carnalidad a quienes se creen puros espíritus y que, ignorando que también el cuerpo y el sexo provienen de Dios, sienten por él desconfianza, disgusto, asco y repugnancia. No se dan cuenta de que el problema no es rechazar el sexo, sino someterlo a Dios.
----------En cuanto a Aristóteles, para él la voluntad guiada por la razón práctica encuentra dificultad para domar los apetitos sensitivos, los instintos y las pasiones, pero al fin de cuentas ellos, si están bien dirigidos, potencian la fuerza de la voluntad. Este dominio no debe ser despótico como si las pasiones fueran enemigas, sino fuerte y dulce al mismo tiempo, porque el cuerpo y el sexo son componentes esenciales de la persona y están por naturaleza hechos para ser guiados por la razón.
----------Ciertamente, si ellos toman la iniciativa, la voluntad es arrastrada, fácilmente toman el control y conducen al pecado. Pero si en cambio es la voluntad la que toma la iniciativa con una razonable decisión y mueve los instintos y las pasiones, como es su deber, entonces la acción aumenta su valor moral.
----------De hecho, para Aristóteles la conjunción del alma con el cuerpo no es, como para Platón, accidental, desagradable, desventurada y nociva, no propia de la naturaleza humana, sino que es una obligación moral, es fuente de sana felicidad física y espiritual, es cosa sustancial y razonable, para asegurar la unidad y la armonía interior de la persona en el orden jerárquico de sus facultades y potencias, para formar esa única sustancia hilemórfica que es la persona humana. Y esto corresponde exactamente a la antropología bíblica.
----------Para Aristóteles el hombre, para alcanzar su fin, que es precisamente la contemplación del espíritu absoluto, debe abstraerse de lo sensible para captar lo inteligible y, sin embargo, la felicidad del hombre consiste en la unión de la carne con el espíritu, del sentido con el intelecto, de la voluntad con las pasiones. Sin embargo, Aristóteles no desprecia la corporeidad; de hecho, presenta como objeto natural del apetito sensitivo y la pasión el bien sensible y placentero.
----------La sabiduría bíblica, por su parte, como la sabiduría india, advierte el primado absoluto del espíritu sobre la carne, sobre el cuerpo y sobre la materia, del intelecto sobre el sentido, de la voluntad sobre las pasiones, por tanto de lo que no pasa respecto de lo que pasa, la primacía de lo inmutable sobre lo mutable, de lo eterno sobre lo temporal, de lo necesario sobre lo contingente, de lo invisible sobre lo visible. Por esto mismo, Dios, que es el altísimo, el ente supremo, el sumo bien, la causa primera y el fin último, es purísimo espíritu.
----------Sin embargo, existe una diferencia entre la sabiduría bíblica y la sabiduría india, que mientras para la Biblia Dios es el creador del espíritu y de la carne, por lo cual tanto el espíritu como la carne son reales y buenos, de hecho destinados a la vida eterna, para la India Dios aparece como espíritu y como carne, mientras que ésta, que es nociva apariencia e ilusión, desaparece en Dios en el momento de la liberación definitiva del hombre.
----------La Sagrada Biblia, respecto a la cuestión de la relación entre espíritu y carne, presenta una doble visión aparentemente contradictoria: por una parte tenemos la constatación de un conflicto entre espíritu y carne, la proclamación de la necesidad de una victoria del espíritu sobre la carne, de la separación del hombre de la mujer, y de una renuncia a la carne, pero por otra parte presenta el plan divino protológico y escatológico que implica la unión del espíritu con la carne y la unión del hombre con la mujer.
----------¿Cómo resolver esta contradicción? Es necesario distinguir dos puntos de vista diferentes: por un lado la conducta humana en el estado de naturaleza caída, y por otro la conducta humana que corresponde a la voluntad originaria y escatológica de Dios. Esta voluntad implica la creación del varón y de la mujer, y su unión motivada por su recíproca complementariedad como efecto y base de su recíproco amor.
----------Por el contrario, en la condición actual de naturaleza caída subsecuente al pecado original, la unión originaria es rota, el varón está en conflicto con la mujer, y el uno constituye una tentación para la otra, vige una recíproca incomprensión y un recíproco desprecio, el uno arde de pasión por la otra, el uno quiere disfrutar egoístamente de la otra, el uno quiere dominar sobre la otra.
----------Todo esto evidentemente sofoca la vida del espíritu oprimido por la carne, el sexo hace de dominador en los acontecimientos de la vida cotidiana, seca la vida del espíritu, que pierde el gusto y el interés por las cosas espirituales, mientras se siente casi irresistiblemente atraído por los placeres de la carne.
----------En la vida presente, en la cual padecemos un contraste entre las superiores exigencias del espíritu y los estímulos de la carne no domada, sin llegar plenamente a someter la carne al espíritu, san Pablo nos hace presente que se nos impone una elección: o nos dejamos guiar por la carne con sus concupiscencias, y esto conduce a la perdición; o nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, y esto lleva a la salvación.
----------Pero el precio a pagar es la renuncia a satisfacer los deseos de la carne, lo que obviamente no significa no satisfacer nuestras necesidades físicas y las legítimas tendencias de nuestra animalidad, incluídas entre las cuales, por ejemplo, la justa satisfacción sexual que proviene de la unión conyugal. Pero significa reprimir aquellos movimientos pasionales, siguiendo los cuales no nos comportaríamos de modo conforme a nuestra dignidad humana, sino que nos rebajaríamos al nivel de las bestias o, en el caso de que se tratara de inclinaciones a la soberbia, nos convertiríamos en espíritus diabólicos.
----------San Pablo es muy consciente de que el cuerpo y el sexo no están hechos para la fornicación, sino para ser templo del Espíritu Santo (1 Cor 6,13-20). Pablo, muy consciente de las consecuencias del pecado original, constata dolorosamente un conflicto en el hombre entre carne y espíritu, que no estaba en el plan originario divino y como solución opone el hombre espiritual al hombre carnal.
----------El primero, el hombre espiritual, es el hombre temperante, dispuesto a la renuncia y al sacrificio, juicioso y sabio, que pone las aspiraciones espirituales por encima de las materiales, que juzga y regula la vida física según los valores del espíritu, es el cristiano, que vive según los impulsos del Espíritu Santo; el segundo, el hombre carnal, es el hombre que vive en el pecado, desprovisto de la inteligencia espiritual y de aspiración a los valores más altos, sordo a las llamadas del Espíritu, esclavo de los deseos de la carne, enteramente apresado por intereses materiales y terrenos o, si busca el espíritu, no se trata ciertamente del Espíritu Santo, sino del espíritu de la soberbia y del demonio (1 Cor 2,12-15).
----------Particularmente delicado es el discurso que Pablo pronuncia cuando trata del cuerpo humano en la futura resurrección gloriosa. Habla de un pasaje del actual "cuerpo animal" a un "cuerpo espiritual", y del actual "hombre terrenal" a un "hombre celestial" (1 Cor 15,44-49). ¿Qué significa todo esto? ¿Significa que el hombre perderá su animalidad para convertirse en puro espíritu? ¿Que ya no existirá la distinción y la unión entre varón y mujer? ¿Qué es lo que quiere decir san Pablo?
----------Lejos de él la perspectiva platónica o india, de la cual lamentablemente Orígenes permaneció víctima, de la liberación del espíritu de la carne o del alma del cuerpo, o de un cuerpo asexuado, de lo contrario, ¿dónde iría a terminar la resurrección del cuerpo? Por el contrario, Pablo pretende referirse, más allá del lenguaje inferido del gnosticismo, al pleno dominio del espíritu sobre la carne y del alma sobre el cuerpo masculino y femenino, a la plena reconciliación de la carne con el espíritu y del varón con la mujer según la repristinación del plan originario de la creación según el cual varón y mujer los creó.
----------San Agustín es extremadamente agudo al observar que esa carne y por tanto ese sexo que, aunque creados por Dios, han sido para nosotros ocasión de perdición con el pecado original, esa misma carne y ese mismo sexo devienen para nosotros, asumidos por el Verbo divino, ocasión, principio, criterio y medio de salvación. Dios ha querido servirse de lo que nos había perdido para ayudarnos a encontrar el camino a la salvación de la perdición. "¿Caro te excaecaverat? Caro te sanat" (San Agustín).
----------He aquí, entonces, la carne de Cristo, y por tanto el sexo de Cristo, en la Eucaristía, como medicina para nuestra carne y nuestro sexo rebeldes al espíritu. He aquí el alimento divino que hace al espíritu capaz de domar la carne, el alimento que produce vírgenes, que reconcilia la carne y el sexo con el espíritu, el varón con la mujer, la experiencia sexual con la experiencia mística, como ha intentado decir Víctor Manuel Fernández, en un librito suyo, publicado hace un cuarto de siglo y del que hablaremos más adelante.

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