martes, 9 de abril de 2024

El respeto a las razas es el antídoto contra el racismo

Si es inhumano el racismo con su negación de la igualdad humana y de los universales valores y derechos humanos, igualmente inhumano es el desprecio o la negación de aquellas naturales diversidades raciales, que Dios mismo ha puesto entre los hombres como ocasiones u oportunidades e incentivos para la promoción y el incremento de las virtudes sociales y de la solidaridad, y para la edificación de la felicidad humana de todos, tanto de los individuos como de la comunidad. [En la imagen: el papa Francisco durante el rito del Ofertorio en una Misa durante su viaje apostólico a Bahrain en el año 2022].

----------El papa Francisco ha condenado repetidamente el racismo, pero también ha exhortado al respeto por las diferencias entre las culturas y las religiones, queridas por Dios, llamadas a convivir pacíficamente y a integrarse recíprocamente en la conservación de la propia identidad, que es una riqueza para ofrecer a los hermanos y a toda la humanidad. Esto también se aplica a la diversidad de las razas.
----------La dimensión material, física y biológica de la persona ciertamente no da lugar o no hace surgir de por sí la conducta moral y religiosa, así como la vida del espíritu y de la cultura. De hecho, sería absurdo pensar que el espíritu, llamado a gobernar el cuerpo, pueda ser guiado por el cuerpo.
----------Y sin embargo, ya sea que se trate de la raza o que se trate del sexo, la diferencia entre el ser varón o el ser mujer, el ser europeo o americano o asiático o africano, condiciona el modo de ser y de funcionar tanto de la razón como de la voluntad, de la inteligencia y de la conciencia, que caracterizan a toda persona humana como tal, cualquiera que sea la raza a la que pertenezca.
----------De tal modo, los Griegos nos han dado a Sócrates, a Platón y a Aristóteles; los Latinos nos han dado a Cicerón, a Séneca y a Virgilio, los Persas a Zaratustra, los Indios a Shamkara y a Buda, los Árabes a Mahoma, los Chinos a Confucio, los Eslavos a los santos Cirilo y Metodio, los Alemanes a Lutero, los Italianos a santo Tomás de Aquino, los Judíos a Moisés, a nuestro Señor Jesucristo y nuestra Señora. Podríamos preguntarnos: ¿y qué han producido los Bosquimanos, los Hotentotes, los Pigmeos, los Congoleños, los aborígenes australianos, los Lapones, los indígenas del Amazonas o los aborígenes mapuches o pampas de nuestras tierras? Investiguemos y aprenderemos que Dios ha dado dones a todas las razas.
----------A ese respecto, mientras la antropología filosófica nos dice que todos los seres humanos poseemos un alma espiritual e inmortal y que todos somos creados por Dios para llegar a Dios, y la antropología científica nos dice que todos estamos hechos de los mismos componentes físicos, genéticos y biológicos, por otra parte, la más elemental experiencia nos habla de la existencia evidente de cualquiera de las diferentes razas, no ciertamente como si fueran especies bien delineadas y fijas de un género superior, definibles exactamente de manera científica, sino como datos empíricos de los cuales hay que tomar nota.
----------De hecho, no estamos aquí ante un verdadero y propio saber científico como por ejemplo son la fisiología o la psicología o la anatomía humanas o la antropología filosófica o teológica, sino que se trata de un saber experimental constituido de infinitos innegables datos de hecho.
----------Es totalmente cierto, sin embargo, que los límites o fronteras entre una raza y otra raza, son frecuentemente esfumados, borrosos, matizados, y las diferencias entre ellas son vagas e imprecisas, y existen razas mixtas, y las diferencias son de difícil determinación y a menudo aleatorias, y las clasificaciones divergen las unas de las otras según los estudiosos. Por lo tanto, no se trata de un saber científico, sino sólo documental, aunque de absoluta evidencia y certeza, y utilísimo de conocer para el bien de nuestra vida.
----------A este respecto podemos recordar la famosa teoría de la raza "aria", teoría carente de fundamento científico, pero fruto de una monstruosa voluntad imperialista, que también en el siglo pasado logró en la Alemania nazi un enorme éxito, teoría fantasiosa basada en un concepto fluido de la naturaleza humana sin solución de continuidad con la naturaleza del simio, como tenemos en Darwin, además de la falsa idea de la existencia de razas contaminantes, como se creía que eran las razas judía y eslava.
----------De tal mostruosa concepción surgía la necesidad de la conservación y preservación de la "pureza" de la raza aria -las fronteras por otra parte no eran ni ciertas ni claras- con el propósito criminal de suprimir las razas contaminantes, tal como se suprime un agente nocivo para el organismo.
----------Ahora bien, una vez rechazados estos horrores, que nada tienen que ver con el verdadero concepto de raza, volvamos a recordarnos que el ignorar la existencia y el valor de las razas bajo el pretexto de la igualdad humana es, como nos enseña el Papa, una grave ofensa a la dignidad humana, es precisamente el desprecio por esa maravillosa diversidad, que Dios ha creado entre las creaturas humanas, a fin de generar intercambios, comunión, enriquecimiento recíproco, armonía y concordia.
----------Si es inhumano el racismo con su negación de la igualdad humana y de los universales valores y derechos humanos, igualmente inhumano es el desprecio o la negación de aquellas naturales diversidades raciales, que Dios mismo ha puesto entre los hombres como ocasiones u oportunidades e incentivos para la promoción y el incremento de las virtudes sociales y de la solidaridad, y para la edificación de la felicidad humana de todos, tanto de los individuos como de la comunidad.

2 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo con la visión excelentemente esbozada aquí por el P. Filemón de la Trinidad
    La doctrina aquí expuesta deriva claramente del realismo católico, que nos inclina al respeto a las diferentes razas o etnias y a la condena total de cualquier racismo (para lo cual véase Mitt brennender sorge, de Pío XI, de 1937).

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    1. Estimado padre,
      me pone contento su acuerdo conmigo.
      Tengo siempre muy buenos recuerdos de usted, e imagino que sigue haciendo siempre mucho bien en el campo de la filosofía católica.

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