martes, 30 de abril de 2024

Dios y el demonio

Si Satanás es rebelde a Dios, si lo odia, si no quiere sujetarse a Él, ¿cómo se puede concebir un gobierno de Dios sobre la ciudad infernal? ¿Cómo puede actuar Dios sobre los demonios que infestan este mundo, los cuales, como dice el exorcismo de León XIII, "ad perditionem animarum in mundo vagantur"? ¿Pueden acaso los diablos ser ministros de Dios como los ángeles? ¿Puede Dios mandar al diablo y éste obedecerle? ¿El diablo y Dios se hablan? [En la imagen: fragmento de "El arcángel San Miguel lanza fuera a los ángeles rebeldes", coloración digital sobre un grabado de Gustave Doré, para "El paraíso perdido" de John Milton].

La rebelión de Satanás
   
----------La teología ascética tradicional trata mucho de la relación del demonio con nosotros, pero no desarrolla el tema de la relación del demonio con Dios, que en cambio constituye el principio de explicación y el criterio de evaluación y de discernimiento de nuestra relación con el demonio.
----------Como bien sabemos por nuestra fe, Dios creador de los ángeles ha castigado eternamente a algunos ángeles que se han rebelado contra su voluntad. Sin embargo, Dios ha querido conservarlos para siempre en la existencia y, por lo tanto, ha continuado, en cuanto causa primera y motor inmóvil que es, causando los actos de la voluntad de los ángeles caídos y moviendo su voluntad hacia el bien.
----------Naturalmente, este bien hacia el que se mueve la voluntad del demonio es el objeto natural y esencial del querer, querido y creado por Dios mismo, objeto que constituye la naturaleza misma de la voluntad, en cuanto apetición de lo verdadero conocido por el intelecto. Se trata, por consiguiente, de un bien ontológico, no moral.
----------Es decir, el demonio no quiere ese bien que Dios habría querido que él realizara, o sea, el bien moral, y que en cambio por soberbia y desobediencia no ha querido cumplir. El demonio en cambio ha querido decidir él del propio bien moral, independientemente y contra lo que Dios había establecido y le había mandado.
----------Por lo tanto, es necesario tener en cuenta la distinción que debemos hacer entre un doble bien de la voluntad: uno correspondiente a la inclinación necesaria y natural de la voluntad, propia de cada uno de los que quieren como tal. Este es el bien ontológico universal o el bien en general.
----------La otra especie de bien es el bien moral, que es el que debe ser concretamente elegido, decidido y actuado o realizado por el libre albedrío de la creatura, para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar su verdadera felicidad. Ahora bien, aquí el agente dotado de libre albedrío, como en este caso el ángel, puede, contra el querer divino, elegir un bien falso o bien solo aparente, un bien que puede no corresponder al verdadero fin del agente, fin establecido y querido por Dios, algo que por lo tanto es un verdadero mal, objeto de esa mala elección y de esa mala acción que constituye el pecado.
----------Ahora bien, el ángel caído, el demonio, pecando, ha obrado una elección irrevocable contra Dios. En lugar de reconocer con alegría y humildad la dignidad de su propia persona creada por Dios, ha querido estar a la par de Dios y ponerse en su lugar. Por lo tanto, se ha hecho un concepto falso de sí mismo, autoengañándose, con la ilusión de estar fundado en sí mismo y de poder prescindir de Dios. De hecho, ha comenzado a ver a Dios como un enemigo de su libertad. Al mismo tiempo, el demonio se ha embargado por un deseo de estar él en el puesto de Dios, como dominador del universo creado por Dios.
----------En lugar de corresponder con gratitud, como han hecho los ángeles santos, al amor con el cual Dios lo había creado, el demonio le ha pagado a Dios con el odio. En lugar de corresponder con la humildad, el demonio ha respondido con la soberbia. En lugar de corresponder con la admiración y la adoración, ha correspondido con la envidia y la ira. En lugar de corresponder con la colaboración, ha respondido con la oposición. En vez de acoger la gracia divina, el demonio la ha rechazado.
----------En lugar de entender que Dios le mandaba por su propio bien, el ángel caído ha entendido que Dios quisiera su mal. El demonio ha querido poner la propia voluntad en el puesto de la voluntad divina. Ha considerado el propio yo más importante que Dios. Infatuado vanamente con su inteligencia y su poder, ha considerado saber él mejor que Dios cómo gobernarse a sí mismo y gobernar al universo. No ha aceptado su estado y condición de creatura y ha querido ponerse a la par del ser absoluto.
   
¿Dios también gobierna el mundo de los demonios?
    
----------Mientras que el hecho de que Dios gobierne el mundo de los ángeles no hace ninguna dificultad, muy problemática aparece la idea de que Dios pueda gobernar también el mundo de los diablos. Por otra parte, no hay vía de escape: si Dios no gobernara de alguna manera también este mundo, tendríamos que admitir un mundo malvado fuera del control divino, un mundo irremediablemente hostil, nocivo, malo y tan poderoso que Dios no es capaz de frenar, de vencer y de tener sujeto, para no llegar a la horrible idea maniquea de admitir la esencia de un Dios malo o malvado, jefe de este mundo y líder de los hombres malvados y de los demonios, en eterno e irreductible conflicto y eterna oposición al Dios bueno, el Dios de los buenos (impresionante en este sentido es el famoso Himno a Ahriman, de Giacomo Leopardi).
----------En tal caso, no habrí ninguna victoria del bien sobre el mal, sino bien y mal a la par en eterno conflicto y abrazo maldito, que en vano la dialéctica hegeliana querría racionalizar, pero que suscita horror y rechazo en toda mente honesta, en toda menta que no sea doble, sino sincera e indómita amante del bien.
----------Por otra parte, si Satanás es rebelde a Dios, si lo odia, si no quiere sujetarse a Él, ¿cómo, entonces, se puede concebir un gobierno de Dios sobre la ciudad infernal? ¿Cómo puede actuar Dios sobre los demonios que infestan este mundo, los cuales, como dice el exorcismo de León XIII, "ad perditionem animarum in mundo vagantur"? ¿Pueden acaso los diablos ser ministros de Dios como los ángeles? ¿Puede Dios mandar al diablo y éste obedecerle? ¿El diablo y Dios se hablan?
----------Episodio clave de la Escritura que proyecta luz sobre este difícil problema es la historia de Job. Además, son iluminadores los exorcismos que Cristo realiza sobre los endemoniados. Muy instructivo es el diálogo de Cristo con Satanás mientras éste Lo tienta en el desierto.
----------Del episodio de Job se ve claramente que Dios habla y trata con el demonio dándole órdenes y permisos, condescendiendo en cierta medida a sus peticiones, así como un soberano podría hacer con un súbdito, concediéndole espacio para su acción, pero prescribiendo en ella los límites y las condiciones. Y el súbdito obedece. Así el diablo obedece a Dios y hace a Job lo que Dios le había permitido hacer.
----------¿Cómo interpretar este relato basilar y paradigmático? De él resulta que existe un verdadero y propio diálogo a lo largo de toda la historia sagrada entre Dios y el demonio, aunque éste se haya opuesto a Dios alejándose de Él, aunque el demonio sea contrario al plan divino de salvación del hombre y lo contraste de todos los modos posibles al acercarse al hombre con amenazas, terrores, tormentos, falsas acusaciones, vejaciones, posesiones, halagos, engaños, adulaciones, falsos milagros, falsas promesas, o directamente, o más a menudo mediante charlatanes, embaucadores, exaltados, megalómanos, poseidos, magos, nigromantes, adivinos, falsos profetas, falsos cristianos, sofistas, herejes y tiranos, fundadores de sectas y religiones.
----------Sin embargo, Dios, aunque utilice la acción de Satanás para castigar o purificar a los hombres, y lo emplee como carcelero de los condenados del infierno, no deja hacer al demonio todo lo que el demonio quiere. El demonio quisiera actuar por cuenta propia. No tiene ninguna intención de obedecer a Dios.
----------Ensoberbecido por haber hecho caer a Adán y haberlo hecho su esclavo, el demonio sobreestima sus fuerzas, se cree el príncipe del mundo y cree que puede destruir la obra de Dios y la Iglesia. Se ha creado a lo largo de toda la historia una agrupación de seguidores decididos a colaborar con él para el triunfo de los ateos, de los panteístas, de los idólatras, de los politeistas, de los egoístas, de los odiadores, de los prepotentes y de los impíos, en suma, de aquellos que san Juan llama "hijos del diablo" (1 Jn 3,10).
----------Satanás está convencido de que Dios le haya dejado la posesión y el dominio de todos los bienes de la tierra; cree poder vencer a los santos y hacer triunfar a los malhechores, quiere mandar a todos al infierno, quiere bloquear el camino al paraíso del cielo. Está claro que cuando Cristo llama a Satanás "príncipe de este mundo" ironiza. Pero Satanás y sus acólitos están convencidos de serlo.
----------Cuando Dios manda a Satanás, él, precisamente ahora que está fijado para siempre en su mala voluntad y en su eterna elección contra Dios, precisamente ahora -parece una paradoja- ya no puede desobedecer como lo hizo en los inicios, cuando todavía era un ángel inocente. Él sigue siendo un odiador de Dios y un rebelde a Dios, sigue estando en culpa, desobediente en relación, sin embargo, al pecado cometido al principio, en el sentido de que no se arrepiente absolutamente.
----------Pero Dios le ha dejado la facultad de obedecerLe, aunque sea de mala gana y refunfuñando, por lo cual el diablo ahora hace la voluntad de Dios y sirve a su pesar para la ejecución del plan divino de la salvación del hombre. ¡Oh prodigios de la bondad y de la sabiduría divinas! ¡Obra maravillosa de Dios, que saca el bien del mal, obtiene del demonio que haga el bien, dejando libre su voluntad incluso en el castigo que se ha merecido! ¿No encontramos también aquí en esta conducta de Dios hacia el diablo un signo de su misericordia?
----------Así sucede el hecho sorprendente de que Satanás es obediente ahora, aun siendo siempre rebelde y sin ninguna voluntad de obedecerLe. Pero obedece por fuerza, forzado por Dios que, digámoslo también, sigue amándolo y conserva su amor por la creatura. Así Dios no le quita la libertad del arbitrio: el demonio obedece siempre libremente y voluntariamente, aunque refunfuñando y a regañadientes, por otra parte sin poder ya merecer. Ya no puede desobedecer aunque su voluntad esté determinada en el mal. Al mismo tiempo, y de modo paradójico, obedeciendo a Dios hace el bien, pero siempre a regañadientes.
   
Cómo entender y en qué sentido el dominio de Dios sobre el demonio
   
----------El saber que el demonio es una creatura más poderosa que nosotros, actúa con violencia o con astucia contra nosotros y en nuestro perjuicio sin tregua, directamente o más a menudo sirviéndose de nuestros hermanos para conducirnos a la muerte eterna; el saber que Dios permite las posesiones diabólicas y las terribles pruebas que de Satanás sufren los santos; el ver cómo el demonio ha logrado y sigue logrando durante siglos y milenios engañar con falsas ideas a pueblos enteros, incluso pueblos civilizados y progresistas o avanzados, pero ignorantes en materia de demonología, cegados por el hedonismo, por el relativismo, por el ateísmo o por el panteísmo, por supersticiones, falsas filosofías o falsas religiones, es a primera vista para nosotros motivo de grave aprensión, de consternación, de miedo y de angustia. Nos preguntamos: ¿por qué Dios permite semejantes desgracias y calamidades?
----------Lo que nos consuela y nos conforta y al final nos da paz, fuerza y coraje en la lucha cotidiana contra Satanás, es que Dios, al permitir estos sufrimientos, estas pruebas y estos peligros, quiere purificarnos de nuestros pecados y fortalecernos en las virtudes. Es ley de la vida, desde la vida vegetativa hasta ascender a la vida espiritual, que ella se fortalezca venciendo fuerzas enemigas: Satanás es el adversario que en Cristo debemos y podemos vencer para evitar la muerte eterna y conquistar la vida eterna.
----------Llama la atención el hecho de que el demonio a lo largo de la historia nunca jamás se da por vencido, sino que siempre, una y otra vez con nuevas invenciones y renovados recursos, intenta siempre derrotar a Cristo y a la Iglesia. El libro del Apocalipsis es la narración de esta lucha incesante, vida de la Iglesia terrena, en la cual, si Satanás no logra vencer a la Iglesia, sin embargo se conquista almas hasta que, ateniéndonos a lo que dice san Pablo (2 Ts 2,2), llegue la apostasía generalizada precursora, junto con el anticristo, de la venida final del Señor victorioso con sus ángeles, sobre las potencias satánicas.

4 comentarios:

  1. El odio de los ángeles rebeldes es ETERNO.... y usted sabe bien (como teólogo) que no es posible un replanteamiento ni por parte de Dios ni por parte de Satanás y de sus 'colegas'.

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    1. Estimado Don Benja,
      no puedo más que estar de acuerdo con lo que usted dice. ¿Por qué me lo recuerda?

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  2. Estimado Padre Filemón,
    le escribo desde la ciudad de Córdoba. ¿Podría sugerirme amablemente textos válidos (en línea con el magisterio de la Iglesia y suficientemente exhaustivos) que traten de demonología?
    Le agradezco de corazón sus preciosos dones y la recuerdo con afecto en mi oración.
    Un saludo muy cordial,
    Vicente

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    1. Estimado padre Vicente,
      le propongo algunas obras, de acuerdo a sus exigencias:
      - Corrado Balducci, El diablo, Paulinas, Bogotá 1990.
      Y si usted lee italiano:
      - Raffaele Talmelli e Luciano Regolo, Il Diavolo, Mondadori, Milano 2014.
      - Giovanni Cavalcoli, La Buona battaglia, che il cristiano sostiene contro il demonio, Ed. ESD, Bologna, 1999.

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