sábado, 27 de abril de 2024

Guerra, legítima defensa y licitud del servicio militar (2/3)

¿Qué relación existe entre el amor a Dios y al prójimo, por una parte, y la práctica bélica o los deberes militares, por la otra? ¿Los deberes militares son deberes ante Dios? ¿Las dos cosas son conciliables? ¿El amor cristiano hacia el enemigo es conciliable con el deber de tomar las armas? ¿Y por qué y en qué sentido debería ser éste un sagrado deber? [En la imagen: fragmento de "San Martín de Tours y el mendigo", óleo sobre lienzo, pintado entre 1597 y 1599, por el Greco, para el retablo de la Capilla de San José, en Toledo, pintura hoy conservada y expuesta en la National Gallery of Art, de Washington, USA].

Hacer la guerra no viola necesariamente el V Mandamiento
   
----------Recordemos aquellas frases de la declaración Dignitas infinita que han sido más objetadas por los indietristas, cuando el documento del DDF cita las siguientes palabras del Papa: "Por último, el Papa Francisco subraya que 'no podemos pensar en la guerra como solución [...]. Ante esta realidad, hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible guerra justa".
----------Los criterios para la guerra justa según la doctrina católica son que:
----------1. exista una causa justa, como por ejemplo la liberación de la patria del extranjero o de otro pueblo que pide ayuda contra un invasor;
----------2. exista la esperanza de obtener lo que se pretende, es decir, que hayan medios suficientes o adecuados para alcanzar el objetivo, que es la victoria sobre el adversario;
----------3. se hayan empleado ya todos los medios de persuasión disponibles, y que se haya demostrado que tales medios son inútiles para hacer desistir al enemigo;
----------4. y, tratándose de un asunto de interés público, la guerra debe ser declarada por el Estado contra el Estado agresor o autor de la injusticia, injusticia que con la guerra se supone poder eliminar.
----------La posición del papa Francisco, sintetizada en las frases antes citadas, se la puede comprender si hacemos referencia al segundo punto de los criterios enunciados, el de los medios adecuados para el fin. El Santo Padre quiere decirnos que, hoy por hoy, ese segundo punto es irrealizable, por lo cual faltan los "criterios racionales para hablar de una posible 'guerra justa'". ¿Por qué es irrealizable? Esto es conocido por todos y ya fue señalado por el Concilio Vaticano II (cf. Constitución pastoral Gaudium et spes, n.80).
----------El motivo, bien conocido, es porque hoy existen armas tan poderosas y destructivas, como los armamentos nucleares, que en caso de guerra, suponiendo la posesión de estas armas por parte de entrambos contendiente, la victoria sobre el adversario deviene imposible, porque entrambos contendientes no disponen de medios suficientes para su propia defensa y además estas armas son de tal manera destructivas, que no se limitan a golpear objetivos militares, sino también a las propias poblaciones de entrambos contendientes, por lo cual destruyen aquello mismo que se debería conquistar con la victoria militar.
----------Estamos, por consiguiente, como dice correctamente el Romano Pontífice, ante una verdadera necedad, una verdadera locura: ¿qué sentido tiene destruir los preciosísimos bienes humanos de ese país enemigo que queremos someter, haciendo uso de armas que destruyan esos mismos bienes sobre los cuales queremos dominar o de los cuáles queremos entrar en posesión? ¿Qué clase de victoria es aquella que provoca en el adversario una reacción de tal manera potente como para destruirnos a nosotros mismos?
----------Naturalmente, la argumentación del Papa vale en referencia a las armas atómicas, no a las tradicionales. El uso de estas armas mantiene válido el segundo punto de la doctrina de la guerra justa. Cuando el Papa dice que la guerra no es una solución a la controversia, se refiere a la guerra atómica, porque en realidad en el pasado hasta hoy muchos conflictos locales han sido resueltos con intervenciones militares.
----------En resumidas cuentas, lo que nos lleva a los católicos a una condena moral incondicionada de la guerra es la impresión que tenemos de que ella viole el Mandamiento No matarás y que, por tanto, la guerra sea un homicidio. Excepto por el hecho de que debemos ver cuidadosamente qué signifique exactamente la prohibición mosaica del homicidio, cuando sabemos bien que entonces Israel no tenía problemas para condenar a muerte a los criminales y para hacer la guerra en nombre de Dios.
----------Ahora bien, ¿qué significa exactamente la prohibición mosaica del homicidio? Debemos tener presente que si queremos razonar, debemos comprender que la promoción y defensa de la vida (se entiende de la vida buena, conforme a la voluntad del Dios de la vida), no puede más que oponerse a aquella vida malvada que la quiere negar. El pecado de homicidio, por tanto, consiste en el extinguir la vida buena, la vida inocente, que promueve la vida y no en el suprimir una vida malvada, es decir, una acción que procura la muerte.
----------La afirmación del bien implica necesariamente la negación del mal que se opone al bien. Es necesario, por tanto, distinguir una vida buena, según Dios, y una vida malvada, conforme a la voluntad de aquel, como dice Nuestro Señor, que es homicida desde el principio. Una acción empleada para asesinar no merece ser favorecida. Ésta es la justificación moral para el asesinato del enemigo en la guerra. No matar a quien asesina es el verdadero homicidio, la verdadera violación del V Mandamiento, porque de lo contrario, permitiendo, pudiéndolo impedir, que el asesino mate, es como si tú mataras a su víctima inocente.
----------La dignidad ontológica del homicida no recibe ningún daño por el hecho de que su vida física venga suprimida en razón de la justicia, porque su dignidad ontológica es conservada por Dios, incluso si el homicida fuera destinado al infierno. En cuanto a la dignidad moral, es decir, al valor de su conducta, está en él conservarla, y puede perderla con el pecado mortal. A su vez, con el arrepentimiento puede readquirirla. Ella consiste en la vida de gracia de la filiación divina. El pecado es ciertamente un atentado a la dignidad moral del prójimo; pero el homicida no la pierde sino por su propia voluntad pecando a su vez.
----------Una condena absoluta de la guerra requeriría coherentemente la disolución de las fuerzas armadas, que aparecerían como una asociación para delinquir, y al mismo tiempo el militar sería puesto al mismo nivel del criminal. Implicaría la abolición de la distinción entre el concepto de guerra y el de crimen de guerra, porque la guerra sería evaluada como un crimen, un homicidio colectivo. Pero el caso es que la distinción entre el concepto de guerra y el concepto de crimen de guerra quiere decir, en cambio, que el soldado puede ser un cobarde y un asesino en serie, pero también puede ser un héroe o un mártir.
----------Pero ¿qué Estado, por más pacifista que sea, se sentiría inclinado a hacer algo como la disolución de sus fuerzas armadas? El Santo Padre, que, desde el inicio de la guerra ruso-ucraniana ha repetido varias veces la condena absoluta de la guerra, calificándola de locura, desgracia y horror, luego ha debido dejar decir a su Secretario de Estado, el cardenal Parolin que Ucrania tiene, en última instancia, el legítimo derecho a defenderse, si no quisiera parecer a favor del presidente ruso Putin.
----------Está fuera de duda, por otra parte, que en la vida presente, marcada por las consecuencias del pecado original, todo uso de la fuerza militar, toda guerra, por más motivada que esté en nobles motivos, por más que esté conducida en regla, y por mucho que pueda obtener su propósito, es siempre, de hecho, un fenómeno doloroso, luctuoso, angustiante, de tonos trágicos y descorazonadores.
----------Por otra parte, es igualmente claro que en una humanidad madura, avanzada, dueña de sus propias pasiones, sujeta a Dios, animada por el amor al prójimo, las controversias y los contrastes podrían ser resueltos sin el recurso a las armas. Pero lo cierto es que en una humanidad como la presente, en la cual sufrimos todavía la tendencia al pecado, a la discordia, al odio hacia el prójimo, a la opresión de los demás y a la rebelión contra Dios, existen fuerzas colectivas obstinadas e irreductibles, enemigas de la justicia y de la paz, fuerzas incapaces de razonar, las cuales pueden ser controladas y frenadas sólo mediante un poder disuasorio o con el uso de la fuerza. Renunciar a la intervención armada en estas condiciones sólo significa dejar campo libre a las fuerzas de la injusticia, de la opresión y de la destrucción.
----------Por eso la Sagrada Escritura da claro testimonio de que ya los profetas, aunque presenten las guerras de Israel como queridas por Dios, hasta el punto de hablar de guerra santa, predicen para la era mesiánica el cese absoluto de toda guerra. Es que la guerra no le agrada a nadie, excepto a aquellos a los cuales les gusta atormentarse y atormentar a los demás, pero menos que menos agrada al buen soldado, que se adapta al uso de la fuerza al sólo propósito de defender la patria a costa de poner en juego su propia vida.
----------Además, está claro que el propósito de la guerra justa es el de obtener la paz y la concordia con el enemigo vencido, imponiéndole razonables condiciones de paz en la justicia y en el respeto de su dignidad y de sus derechos. Si vis pacem, decían los romanos, para bellum. Si deseas la paz prepárate para la guerra. Por el contrario, allí donde tenemos una concepción conflictual de la vida y de la existencia, como por ejemplo en Hegel, la guerra deviene fin en sí misma, el motor del progreso histórico y el sentido de la vida.
----------Dios ciertamente no quiere la muerte de nadie, pero quiere la defensa del pobre, del débil, del indigente, quiere la liberación del oprimido y el respeto de la dignidad humana en nosotros y en los otros. Por tanto, si en nombre de este respeto debemos repudiar una injusta guerra, en nombre de la defensa de esta misma dignidad, estamos llamados por Dios, custodio de la humana dignidad, a hacer uso de las armas, cuando es necesario y si es necesario. ¿Qué nos impide aquí usar el término guerra en el significado neutral que he explicado?
----------Queda entonces aclarada la distinción en los términos que es necesario tener presente. Una acepción del término guerra es la del Papa y la del documento del DDF; otra acepción es la que acabo de explicar.
----------De ahí que sea indudable la licitud del servicio o instrucción militar. Aunque una cosa bien distinta y una cuestión aparte es la de su obligatoriedad o no, vale decir, dejado a la voluntad de los ciudadanos, como ocurre actualmente en nuestro país. Se trata de un tema discutible y a discutir. De hecho, en Argentina hoy circulan rumores de iniciativas gubernamentales tendientes a restablecer el servicio militar obligatorio, que fuera suprimido hace treinta años, en 1994. Días atrás, en Mendoza, el actual Ministro de Defensa fue consultado sobre tal posibilidad, y expresó que se trata de una iniciativa que se está evaluando.
----------Finalmente, una distinción más. Debemos distinguir la guerra terrena de la guerra escatológica. La primera se produce en la situación confusa de la vida presente, donde los bandos contrapuestos entre justos e injustos no aparecen con claridad, ya que mientras las fuerzas del bien están infectadas por el mal, las del mal no están privadas del bien. Aquí abajo ya Cristo obra en los buenos y Satanás en los malvados. Existen los hijos de Dios y los hijos del diablo. Pero hay desplazamientos de enfoque, inconstancias, incoherencias, traiciones, conversiones. La situación es siempre equivocable, fluida, inestable, mutable. Por el contrario, a medida que se acerca el fin del mundo y el Retorno del Señor, según cuanto predice el Apocalipsis, aparecerá cada vez más claro quién es verdadero cristiano y quién está a favor del anticristo, hasta que, una vez que los dos bandos se hayan aclarado, se producirá el choque final con la victoria de Cristo.
   
¿Está justificado combatir por motivos religiosos?
   
----------Surgen entonces una serie de preguntas a las cuales no es difícil responder, una vez que hemos comprendido qué es lo que significa el Mandamiento No matarás. Por eso nos preguntamos: ¿es cosa blasfema llevar a cabo una operación militar en nombre de Dios por el hecho de que Él ordena no matar? ¿Tiene sentido, puede ser querido por Dios, podría ser la voluntad de Dios, que yo ponga en riesgo mi vida para matar a un hermano? Nuestra Constitución establece en su artículo 21 que "todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria". ¿Cuál es el fundamento de esa obligación? La Constitución nacional de otros países hablan de "obligación sagrada"; por ejemplo, la Constitución Italiana (y no es la única) habla del "sagrado deber de defender la Patria". ¿Por qué existe eso de "sagrado"? ¿Qué significa ese adjetivo? Es evidente la referencia a Dios, el Sacro por excelencia.
----------Se plantea entonces la cuestión: ¿qué relación existe entre el amor a Dios y al prójimo, por una parte, y la práctica bélica o los deberes militares, por la otra? ¿Los deberes militares son deberes ante Dios? ¿Las dos cosas son conciliables? ¿El amor cristiano hacia el enemigo es conciliable con el deber de tomar las armas? ¿Y por qué y en qué sentido debería ser éste un sagrado deber?
----------Afirma la declaración Dignitas infinita: "La íntima relación que existe entre fe y dignidad humana hace contradictorio que se fundamente la guerra sobre convicciones religiosas: 'quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no sigue el camino de Dios: la guerra en nombre de la religión es una guerra contra la religión misma'" (n.39).
----------Es necesario prestar atención para interpretar bien estas palabras. Es evidente que aquí la Declaración del DDF considera el terrorismo, la violencia y la guerra como atentados a la dignidad humana, como pecados de homicidio. Teniendo en cuenta este significado negativo de la palabra "guerra", es lógico que no se pueda hacer la guerra en este sentido apelando como fundamento a la voluntad de Dios.
----------Sin embargo, es necesario observar que el Papa ha condenado repetidamente la agresión de Rusia contra Ucrania, reconociendo a través del Cardenal Secretario de Estado, como ya he dicho, la legitimidad de la acción militar defensiva ucraniana en la tentativa de revertir la invasión rusa. Ahora bien, imaginemos a un soldado católico ucraniano comprometido en esta guerra defensiva: ¿qué y quién le impide considerar que Dios mismo quiera esta defensa de la Patria contra un injusto agresor?
----------El drama, por no decir la tragedia aquí en acto, es la repetición de similares tristes acontecimientos ya ocurridos en los siglos pasados, cuando los católicos occidentales han combatido contra los ortodoxos rusos. De hecho, el Patriarca Cirilo ha dicho que la operación militar de Rusia es incluso una "guerra santa".
----------Aquí yo no estoy discutiendo el problema de si Dios pueda o no pueda querer una guerra para liberar a un pueblo o para que se defienda de enemigos invasores: la respuesta es demasiado clara si consideramos las narraciones bíblicas. El problema aquí es: ¿quién tiene razón? ¿El Papa o Cirilo? Por lo tanto, vemos que el diálogo ecuménico católico-ortodoxo todavía tiene un largo camino por recorrer.

2 comentarios:

  1. Estimado Padre: Me da la impresión que el patriarca Kirill es solamente ¡una marioneta manejada por Putin! Quizás debo sentir algo de venguenza por haberlo visto tan tarde...

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    1. Estimado Ernesto,
      el Papa ha condenado duramente la agresión rusa, pero también ha dicho que los rusos han sido provocados.
      Por otra parte, por cuanto respecta al patriarca Cirilo, el Papa desaprueba su sujeción a Putin, y sin embargo siempre se ha mostrado deseoso de hablar con él en favor de la paz.

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