Recientemente, el cardenal Víctor Manuel Fernández declaró que hoy en día ya no escribiría un libro como el que escribió en 1998. Personalmente considero que quizás también ha sido demasiado severo consigo mismo, porque en realidad la instancia que lo ha impulsado a escribir aquel libro, esto es, el demostrar que tanto la experiencia sexual en el matrimonio, como la experiencia mística, provienen de Dios y son su don, ha sido una instancia correcta y más que oportuna, con la cual él se ha insertado en la senda de la gran enseñanza sobre la dignidad del sexo que el papa san Juan Pablo II nos impartió en las audiencias generales de 1979 a 1984. [En la imagen: fragmento de "Adán y Eva", óleo sobre roble, pintado entre 1525-1530, por Jan Gossaert van Mabuse, obra conservada y expuesta en la Gemäldegalerie der Staatlichen Museen de Berlin, Alemania].
Diferencia entre experiencia sexual y experiencia mística
----------Antes de seguir avanzando, conviene recordar lo que veníamos diciendo, a propósito de que la experiencia mística, o contemplación mística, que como bien sabemos es la forma más alta, más íntima, más profunda, más exclusiva y más perfecta en esta vida de unión con Dios, está representada por la unión varón-mujer, como lo vemos claramente en el libro del Cantar de los Cantares. En efecto, mientras la pareja hijo-padre dice relación de dependencia y hace pensar en un superior y en un inferior, en Dios y en la creatura, por el contrario, el modelo varón-mujer hace pensar en una unión entre dos sujetos a la par, iguales. Y de hecho Dios quiere ser amado así: como si fuera un esposo del alma.
----------Sin embargo, decíamos que parangonar la unión con Dios con una unión entre varón y mujer, no significa en absoluto que la experiencia sexual pueda de algún modo identificarse con la experiencia mística, porque ella se asemeja a la unión con Dios por el hecho de ser una experiencia íntima, extremadamente placentera, profunda y exclusiva del uno para la otra por encima de cualquier otra experiencia humana.
----------Pero también habíamos aclarado que, habiendo dicho eso, se hace necesario precisar con la máxima claridad que existe una diferencia inmensa entre las dos experiencias desde el punto de vista de las potencias y de las causas que permiten su actuación: la experiencia sexual es de por sí acto del instinto sexual; la experiencia mística es acto del intelecto movido por los siete dones del Espíritu Santo.
----------Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre experiencia sexual y experiencia mística? Pues bien, en primer lugar, en la experiencia sexual el acto del intelecto es suspendido y sustituido por el acto de la pasión sexual; mientras que en la experiencia mística el acto de la pasión sexual es suspendido y sustituido por el acto del intelecto. Sin embargo, las dos experiencias, sexual y mística, se asemejan porque están dictadas por el amor (que es amor sensitivo en el primer caso, y amor espiritual en el segundo) y son experiencias altamente unitivas, la primera entre varón y mujer, la segunda con Dios, y son altamente gratificantes, la primeras implica el máximo placer físico, la segunda el máximo placer espiritual.
----------Entrambas son experiencias pasivas y surgen por impulso: la primera por impulso de la pasión sexual, que es un impulso animal; la segunda por la pasión mística, el "pati divina", del cual habla Dionisio el Areopagita, que es un impulso del Espíritu Santo. La primera nace de la carne, la segunda del espíritu, pero entrambas son creadas por Dios. La primera se actúa en el matrimonio aquí abajo, era propia del estado de inocencia y retornará (aunque no sabemos cómo) en el estado de gloria.
----------La primera surge de la percepción sensible de la belleza sexual; la segunda de la percepción intelectual de la belleza divina. La primera surge de la razón; la segunda, de la fe. La primera es causada por la afectividad; la segunda, por la caridad. En la primera es exaltada la naturaleza, en la segunda la gracia. En la primera, el acto humano es meritorio si es razonable; en la segunda es meritorio porque es movido por el Espíritu Santo. La primera es inexpresable porque está por debajo de la función del lenguaje, la segundo es inexpresable porque lo trasciende. En la primera falta la conceptualización porque se sitúa en el plano de la animalidad. En la segunda falta el razonamiento porque es pura intuición intelectual.
----------Tanto en la experiencia sexual como en la experiencia mística se tiene un contacto afectivo directo entre los amantes; en la primera se trata de un contacto real directo; en la segunda el contacto es sólo indirecto e intencional, porque en la vida presente, en condición de peregrinos, no tenemos todavía la visión de Dios, sino que lo conocemos sólo mediante los conceptos de fe.
----------La experiencia mística, a sugerencia de la Escritura, es representada recurriendo al sentido del gusto, imagen preferida por santo Tomás de Aquino, que da la idea del acto del comer, y del tacto, que recuerda la experiencia sexual, imagen preferida de san Buenaventura de Bagnoregio. Es así que san Juan de la Cruz habla de la experiencia mística como "contacto entre dos sustancias desnudas".
----------Tanto Tomás como Buenaventura hablan, en referencia a la experiencia mística, de "cognitio Dei quasi experimentalis". Tomás precisa con un quasi, para decir que es experimental no en el sentido cognitivo, sino en referencia al amor, que implica un contacto directo entre los amantes mediante la común voluntad de su propio bien. El padre Ambroise Gardeil explica abundantemente en qué consiste esta experiencia de Dios que, aunque basada en el conocimiento de fe, que es un conocimiento mediado, tiene sin embargo un carácter de inmediatez ligado al amor (cf. La structure de l’âme et l’expérience mystique, Gabalda Éditeur, Paris 1927).
----------Aquellos autores que dicen que en la experiencia mística falta o es superada la conceptualización o se suspende la actividad intelectual, corren el riesgo de confundirla con la experiencia sexual o al menos puramente estética o sentimental o emotiva, como ocurre en el romanticismo alemán.
----------En la experiencia sexual, el acto del intelecto es impedido por la emoción sexual. En la experiencia mística el intelecto se actúa en un juicio por afinidad o por connaturalidad bajo la moción del don del Espíritu Santo, por lo cual el acto del juicio es libre, pero no deliberado, es decir, no efecto de una precedente decisión, sino directamente causado por la moción divina.
----------Para decirlo todo en dos palabras: la experiencia sexual es efecto del amor entre dos cónyuges. La experiencia mística es efecto de la moción del Espíritu Santo de las potencias espirituales del místico vivificadas por la caridad hacia Dios y hacia el prójimo.
----------Cristo es el modelo supremo del místico como hombre en gracia que contempla al Padre en la luz y por impulso del Espíritu Santo, como dice el profeta Isaías: "El Espíritu del Señor reposará sobre él" (11,2). La doctrina de los siete dones del Espíritu Santo se basa en este pasaje de Isaías. Al respecto, véase, del papa san Juan Pablo II la encíclica Dominum et vivificantem, de 1986; y además, Juan de Santo Tomás, Les dons du Saint-Esprit, traducción de Raïssa Maritain, Téqui, Paris 1950.
El infeliz resultado de la mística dionisiana
----------Un riesgo de la mística, cuando no está bien sustentada por una sólida base conceptual, como es la mística a la cual puede dar lugar la teología de santo Tomás de , sino que se entrega demasiado al misterio y se deja seducir por el transporte emotivo, es el riesgo de escapar de la conceptualidad con el pretexto de lo sobrenatural, para quitar al intelecto cualquier luz conceptual y volverlo completamente ciego, haciéndole creer que se eleva a alturas inalcanzables.
----------El curso que ha tenido la historia intelectual de Dionisio el Areopagita, maestro autorizadísimo de teología mística para todo el Medioevo, después de un ápice memorable y sublime marcado por el famoso tratado De Divinis Nominibus, comentado por santo Tomás de Aquino, subsecuentemente sufrió desgraciadamente una evolución desalentadora y embarazosa con su Teología mística, tratado que concluye con el rechazo de cualquier predicación teológica ni para afirmar ni para negar, con el pretexto de la incomprensibilidad e inefabilidad divinas, de modo que al final Dionisio llega a decir que de Dios no se puede decir ni que es verdad, ni que es uno, ni que es eterno, ni que es vida, ni que es inmutable, ni que es bondad, ni que es espíritu, ni que es paternidad, ni que es filiación. Nos preguntamos entonces qué es lo que ha venido a revelarnos Cristo, el Verbo del Padre. ¡Dios está por encima de lo finito, pero no de lo infinito!
----------¿Qué queda entonces en este punto ante nuestro intelecto sino la oscuridad absoluta con la excusa del misterio? ¿Las tinieblas en lugar de luz? La tiniebla es lo que de Dios nos sobrepasa, ciertamente, ¡pero no puede ser constitutiva del acto de nuestro intelecto! ¿Qué diferencia hay entonces en este punto entre el teísmo y el ateísmo? Ciertamente, también Tomás admite que en teología se puede usar la negación -es ésta la teología negativa o apofática-, pero siempre sobre la base de alguna afirmación.
----------Ciertamente, se puede negar la existencia de Dios, pero sólo en relación a cuanto nosotros entendemos de la existencia. Pero si no se hace esta aclaración, no se tiene ya la mística, sino el ateísmo. El callar místico no depende del hecho de que no veamos nada y no podamos afirmar nada, sino del hecho de que es a tal punto tanto lo que vemos, que no encontramos palabras para expresarlo. Es cierto que Tomás de Aquino, al final de su vida, habiendo dejado de escribir la Summa Theologiae después de un éxtasis místico, dijo; "Lo que he escrito me parece paja". Pero desde entonces la Iglesia ha recomendado el estudio de la Summa como la obra maestra de la teología de todos los tiempos.
----------Es interesante tener en cuenta cómo santo Tomás de Aquino ha evitado comentar el final de la Teología Mística de Dionisio, refutándola implícitamente cuando Tomás precisa que el ser puede ser negado de Dios sólo en cuanto es el ser que entra en los límites de nuestra humana comprensión del ser, pero de Dios el ser debe ser afirmado absolutamente porque Él Es Aquel Que Es, mientras que nuestro Señor Jesucristo nos advierte que si no creemos que Él es, moriremos en nuestros pecados (Jn 8,24).
La experiencia mística no excluye la experiencia sexual
----------El cardenal Víctor Manuel Fernández, actual Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, publicó en 1998, quince años antes de ser Obispo, un librito con el título La pasión mística. Espiritualidad y sensualidad (Editorial Dabar, México), con el cual quería demostrar la compatibilidad entre experiencia sexual y experiencia mística, por lo cual la unión sexual entre un varón y una mujer puede expresar la unión mística de los dos con Dios, en cuanto que el uno y la otra son creados por Dios.
----------Naturalmente, no se trata de una única experiencia que surja de la síntesis del acto sexual con el acto de visión mística, en razón de su profunda diferencia, como ya he aclarado. Sin embargo, Fernández sostiene su posible combinación o emparejamiento o maridaje en sucesión ya sea porque es la experiencia sexual la que prepara la experiencia mística o porque es la experiencia mística la que tiene el efecto de la experiencia sexual. De hecho, más allá de la diferencia, las dos experiencias son expresión de la caridad, por la cual la experiencia sexual es actuada por dos sujetos en gracia de Dios, algo que se verifica en el matrimonio.
----------Fernández avecina las dos experiencias mediante la categoría de la pasión, la cual en sentido estricto es un movimiento del apetito sensitivo que se relaciona con la voluntad ya sea en el sentido de estimularla o en el sentido de ser efecto de ella. Cuando una pasión se enciende, la voluntad es impulsada a hacer aquello a lo que tiende la pasión. La pasión sexual o carnal se enciende cuando el sujeto percibe o imagina o recuerda algún objeto capaz de suscitar en él la pasión. Él es arrastrado y casi obligado a buscar, obtener o hacer aquello a lo cual la pasión le impulsa de modo a veces irresistible. Sin embargo, con una fuerte voluntad sostenida por la gracia, a veces después de numerosos intentos, la pasión puede ser domada.
----------Ahora bien, en sentido amplio, ontológico, pasión implica una pasividad, un sufrir, un recibir. Por eso el padecer es también un sufrir. Entendiendo la pasión en este sentido amplio, se puede hablar, como hace Fernández en su libro de 1998, de pasión también en referencia a la mística. Y aquí Fernández retoma una antigua tradición que se remonta a Dionisio el Areopagita, quien, como refiere santo Tomás en su comentario al tratado sobre los nombres divinos, "no sólo aprendía, sino que padecía las cosas divinas" (In librum Beati Dionisii expositio, c.II, lect. IV, n.191, Edizioni Marietti, Roma-Torino 1950, p.59; Summa Theologiae, II-II, q.45, a.2). El padecer del místico es al mismo tiempo un estado de pasividad o receptividad hacia la divina inspiración o moción y puede ser también un verdadero y propio sufrir.
----------Pues bien, según el testimonio de los místicos, la experiencia mística se asemeja a una pasión amorosa con su característica fuerza arrastradora o impulsora. Y dado que esto también ocurre en la pasión sexual, he aquí el motivo por el que Fernández se inscribe en una larga tradición, presente en las religiones, según la cual se concibe la experiencia mística como semejante a una experiencia sexual, aunque conservando las debidas diferencias, de las cuales ya he hablado.
----------Sin embargo, el mencionado libro de Fernández tiene la infeliz idea de extenderse en descripciones detalladas de la experiencia sexual, que habría hecho bien en ahorrarnos, tanto porque nos incomodan como porque en cualquier caso son comúnmente conocidas o al menos todos las podemos imaginar.
----------Por eso recientemente, el cardenal Fernández declaró que hoy en día ya no escribiría un libro como éste de 1998. Personalmente considero que quizás también ha sido demasiado severo consigo mismo, porque en realidad la instancia que lo ha impulsado a escribir el libro, esto es, el demostrar que tanto la experiencia sexual en el matrimonio, como la experiencia mística, provienen de Dios y son su don, ha sido una instancia correcta y más que oportuna, con la cual él se ha insertado en la senda de la gran enseñanza sobre la dignidad del sexo que san Juan Pablo II nos impartió en las audiencias generales de 1979 a 1984.
----------Al respecto, vale tener presente que, precisamente en los momentos de mayor dificultad, Dios nos envía el más consolador de sus consuelos. Precisamente en los momentos en los cuales un valor parece eclipsarse, he aquí que nos lo hacer resplandecer en una luz nunca antes vista. Precisamente en los momentos de mayor corrupción se preparan los fulgores de la más sublime santidad. Precisamente cuando nos parece haber tocado fondo, ese es el momento de la recuperación. Nunca como hoy, a causa de un retorno del paganismo peor que en tiempos de los antiguos Romanos, el sexo ha sido, por un lado, en un extremo, incomprendido, ofendido, vilipendiado, y por otro lado, en otro extremo, adorado, idolatrado y divinizado, después de 2000 años de cristianismo, como si el cristianismo nada nos hubiera enseñado sobre el sexo.
----------Pero el hecho es que nunca como hoy, después de las luminosísimas enseñanzas de los papas san Paulo VI y san Juan Pablo II, en esta materia, y de la actitud de misericordia del papa Francisco, hemos tenido la oportunidad de vencer la concupiscencia de la carne, abrirnos a los dones del Espíritu y pregustar desde ahora las primicias de la glorificación escatológica de la sexualidad humana.
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