En nuestro repaso acerca de las verdades de fe, definidas y definibles en las Actas del Magisterio, el capítulo sobre la Iglesia es de los más amplios, por lo que será necesario dividirlo en varias partes. En la primera, examinamos las cuestiones acerca de la esencia y el fin de la Iglesia; la Iglesia en cuanto Cuerpo Místico de Cristo; la subsistencia de la Iglesia; y las llamadas cuatro notas o propiedades de la Iglesia: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. [En la imagen: fragmento de "El Pentecostés", óleo sobre lienzo, de 1597, obra de Dominikos Theotokopoulos, El Greco, formando parte del Retablo de Altar Doña María de Aragón. La pintura es actualmente conservada y expuesta por el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].
Notas: 1) Las proposiciones en letra negrita y entre comillas " " son las palabras textuales de los dogmas (1° y 2° grado) o de las proposiciones próximas a la fe (3° grado). El resto es mi comentario o explicación; 2) las frases en negrita grande evidencian los dogmas de primer grado, las que están en negrita normal los dogmas de segundo grado; 3) en la medida que me ha sido posible, he convertido en positivo las sentencias en negativo, para así mostrar al lector qué es lo que la Iglesia enseña. De lo cual se comprende fácilmente qué es lo que la Iglesia condena.
Esencia y fin de la Iglesia
----------"Como Jesucristo vino a la tierra para que los hombres tengan vida, y la tengan abundantemente (Jn 10,10), de la misma manera el fin que se propone la Iglesia es la salvación eterna de las almas. Y así, por su propia naturaleza, la Iglesia se extiende a toda la universalidad del género humano, sin quedar circunscrita por límite alguno de tiempo o de lugar. Esta sociedad, aunque está compuesta por hombres, como la sociedad civil, sin embargo, por el fin a que tiende y por los medios de que se vale para alcanzar este fin, es sobrenatural y espiritual. Por tanto, es distinta y difiere de la sociedad política. Y, lo que es más importante, es una sociedad genérica y jurídicamente perfecta, porque tiene en sí misma y por sí misma, por voluntad benéfica y gratuita de su Fundador, todos los elementos necesarios para su existencia y acción. Y así como el fin al que tiende la Iglesia es el más noble de todos, así también su autoridad es más alta que toda otra autoridad ni puede en modo alguno ser inferior o quedar sujeta a la autoridad civil" (León XIII, Encíclica Immortale Dei, del 1° de noviembre de 1885, n.5, Denz. 3166-3167).
----------"La Iglesia es sociedad de orden sobrenatural y universal, sociedad perfecta, porque tiene en sí misma todos los medios indispensables para su fin, que es la salvación eterna de los hombres, y, por lo tanto, suprema en su orden" (Pío XI, Encíclica Divini illius Magistri, del 31 de diciembre de 1929, n.8, Denz. 3865).
----------"La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.5).
----------"La sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el Cuerpo místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.8).
----------"La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.1).
----------"Toda la Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.4).
La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo
----------"Plácenos ahora, venerables hermanos, tratar muy de propósito de nuestra unión con Cristo en el Cuerpo de la Iglesia, que si -como con toda razón afirma San Agustín- es cosa grande, misteriosa y divina, por eso mismo sucede con frecuencia que algunos la entienden y explican desacertadamente. Y, ante todo, es evidente que se trata de una misión estrechísima. Y así es como, en la Sagrada Escritura, se la coteja con el vínculo del santo matrimonio y se la compara con la unidad vital de los sarmientos y la vida y la del organismo de nuestro cuerpo (cf. Ef 5,22-23; Jn 15,1-5; Ef 4,16); y en los mismos libros inspirados se la presenta tan íntima que antiquísimos documentos, constantemente transmitidos por los Santos Padres y fundados en aquello del Apóstol: 'El mismo [Cristo] es la cabeza de la Iglesia' (Col 1,18), enseñan que el Redentor divino constituye con su Cuerpo social una sola persona mística, o, como dice San Agustín, 'el Cristo íntegro'. Más aún, nuestro mismo Salvador, en su oración sacerdotal, no dudó en comparar esta unión con aquella admirable unidad por la que el Hijo está en el Padre y el Padre en el Hijo (Jn 17,21-23)" (Pío XII, Encíclica Mystici corporis, del 29 de junio de 1943, n.31).
La subsistencia de la Iglesia
----------"La Iglesia de Cristo, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien fuera de su estructura se encuentren muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.8).
----------Que la Iglesia de Cristo subsista en la Iglesia católica no quiere decir que ella sea una formación social en lo interno de una Iglesia de Cristo entendida como más amplia, comprendiendo en sí otras Iglesias, como las ortodoxas y las comunidades protestantes. También los protestantes consideran estar reunidos en la Iglesia de Cristo. Sin embargo, su concepto de Iglesia, como ha hecho notar el Concilio de Trento, carece de algunos elementos esenciales que Cristo ha querido para su Iglesia. Dado entonces que en las otras Iglesias (por reconocimiento mismo del Concilio en este lugar) existe algo menos respecto a cuanto existe en la Iglesia católica, no queda más que afirmar que la Iglesia de Cristo subsiste como Iglesia católica, y viceversa, que la Iglesia católica subsiste como la Iglesia de Cristo, con total coincidencia de los dos conceptos.
----------El Concilio Vaticano II probablemente ha preferido el subsistit al est para expresar la concreción y la historicidad de la Iglesia católica sin por ello abandonar la tradicional definición de la esencia.
----------Por otra parte, se debe notar que esta definición de la Iglesia según la subsistencia, que es ante todo la declaración de un dato de hecho, como ha hecho notar la Declaración Dominus Iesus de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el 2000, n16, nota 56, significa que "el Concilio había escogido la palabra 'subsistit' precisamente para aclarar que existe una sola 'subsistencia' de la verdadera Iglesia". Por otra parte, una definición según la subsistencia no excluye sino que implica aquella definición según la esencia, así como yo puedo decir tanto que el hombre es un animal racional, como que la persona humana subsiste en un animal racional. Es la misma cosa dicha según dos diversas perspectivas ontológicas (la esencia y el subsistir) que, en un sujeto subsistente como la persona, se completan recíprocamente. Y precisamente, como dice Pío XII en la Encíclica Mystici corporis, la Iglesia es una "persona mística".
La Iglesia es una
----------Es el propósito de Jesucristo: "un solo rebaño y un solo pastor" (Jn 10,16). La unidad de la Iglesia se funda sobre la unidad del bautismo y de la fe: "una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios Padre de todos" (Ef 4,5). De aquí el hecho de tener todos el mismo pensar y el mismo decir: "Os exhorto, por tanto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a ser todos unánimes en el hablar, porque no debe haber divisiones entre vosotros, sino que debéis estar en perfecta unión de pensamientos y de intenciones" (1 Co 1,10; cf. Rm 15,5).
----------Libertad de opinión, variedad de puntos de vista, acentuaciones diversas, diferentes niveles de conocimiento, pero unidad y concordia en la única universal e inmutable verdad. Que la Iglesia sea una quiere decir que es indivisible. Cristo la ha organizado de modo que el conjunto de sus factores y elementos constituya un único ente, que san Pablo parangona a un organismo viviente, el Cuerpo de Cristo, donde los miembros y los órganos están al servicio los unos de los otros. Pueden existir divisiones en la Iglesia, pero ella de por sí es indivisible. Algunos miembros pueden separarse de ella: los herejes y los cismáticos; pero en sí misma no puede dividirse parte contra parte. La unificación de la Iglesia no es una Iglesia que se recompone, sino que son aquellos que la han dejado y que retornan a ella.
----------Afirmar que la Iglesia es una equivale a decir que es universal: quiere decir que está hecha para todos, es compartible por todos, es adecuada a todos, acoge a todos, es siempre la misma para todos. Unidad y universalidad de la Iglesia son dos notas inescindiblemente conectadas. Es una para todos y todos se rencuentran en la misma Iglesia como en su propia casa.
----------La universalidad de la Iglesia no significa en primer lugar que ella de hecho está en todas partes: esto es sólo una consecuencia geográfica de su universalidad. Cuando la Iglesia estaba sólo en Jerusalén, ya era universal. Universal quiere decir hecho y adaptado para estar por todas partes, pero no que necesariamente lo esté. También una pandemia o los ladrones están por todas partes: pero eso no quiere decir que constituyan valores universales.
La santidad de la Iglesia
----------"La Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.8).
----------"El Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante los sacramentos y los misterios y le adorna con virtudes, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: 'A cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad' (1 Co 12,7).
----------Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia. Los dones extraordinarios no deben pedirse temerariamente ni hay que esperar de ellos con presunción los frutos del trabajo apostólico. Y, además, el juicio de su autenticidad y de su ejercicio razonable pertenece a quienes tienen la autoridad en la Iglesia, a los cuales compete ante todo no sofocar el Espíritu, sino probarlo todo y retener lo que es bueno (1 Ts 5,12 y 19-21)" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.12).
----------Aquí viene bien decir una palabra del actual pulular de supuestas revelaciones o mensajes de verdaderos o supuestos videntes, entre los cuales se nota una cierta tendencia a delinear un cuadro catastrófico de la Iglesia, con la pretensión casi de sustituir por estos mensajes, como si ellos fueran más autorizados, a las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia.
----------Por otra parte, debe notarse que la presentación de las funciones del Espíritu Santo con referencia a la Iglesia y con respecto a la misma vida cristiana hecha por el Concilio Vaticano II, sufre de un cierto desequilibrio: por una parte, existe una fuerte acentuación de la función innovadora y reformadora junto con un fuerte impulso al progreso y la mirada proyectada al futuro, y por otra parte la puesta en sombra de funciones igualmente apropiadas al Espíritu Santo, que son las del "recordar" (Jn 14,26) y por tanto del "conservar" (1 Co 11,2), del "custodiar" (1 Tm 6,20) y del "defender" (Sal 74,22), que requieren la virtud de la fidelidad (Gál 5,22), de la resistencia (Sgo 4,7), de la firmeza (1 Pe 5,12) y de la inflexibilidad (1 Co 15,58). En el clima del postconcilio el conservar casi ha adquirido una mala fama y se ha confundido con el conservadurismo, mientras que el impulso progresista ha desviado en el modernismo.
La catolicidad de la Iglesia
----------La catolicidad de la Iglesia no es monotonía o uniformismo, sino que es universal circulación de vida y condición para la reciprocidad y la comunión en la variedad y en la diversidad.
----------"En virtud de esta catolicidad, cada una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia, de tal modo que el todo y cada una de las partes aumentan a causa de todos los que mutuamente se comunican y tienden a la plenitud en la unidad. De donde resulta que el Pueblo de Dios no sólo reúne a personas de pueblos diversos, sino que en sí mismo está integrado por diversos órdenes" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.13).
La apostolicidad de la Iglesia
----------"El Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamando a sí a los que El quiso, eligió a doce para que viviesen con El y para enviarlos a predicar el reino de Dios (Mc 3,13-19; Mt 10,1-42); a estos Apóstoles (Lc 6,13) los instituyó a modo de colegio, es decir, de grupo estable, al frente del cual puso a Pedro, elegido de entre ellos mismos (Jn 21,15-17). Los envió primeramente a los hijos de Israel, y después a todas las gentes (Rm 1,16), para que, participando de su potestad, hiciesen discípulos de El a todos los pueblos y los santificasen y gobernasen (Mt 28,16-20; Mc 16, 15; Le 24,45-48; Jn 20,21-23), y así propagasen la Iglesia y la apacentasen, sirviéndola, bajo la dirección del Señor, todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28,20). En esta misión fueron confirmados plenamente el día de Pentecostés (Hch 2,1-36), según la promesa del Señor: 'Recibiréis la virtud del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos así en Jerusalén como en toda la Judea y Samaría y hasta el último confín de la tierra' (Hch 1,8)" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, cit., n.19).
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