domingo, 14 de abril de 2024

La teología de John Caputo: "Dios no existe pero insiste" (1/2)

El apellido Caputo es visitante habitual en las primeras planas de los diarios en Argentina, en la actualidad y antes; pero en este artículo no me voy a referir a los diversos personajes con apellido Caputo, que desde las últimas décadas hasta hoy, han tomado parte en los gobiernos de nuestro país, sino a otro Caputo, tan sólo ligado al hoy modesto y poco reconocido ámbito de la filosofía. Me estoy refiriendo al filósofo estadounidense John Caputo, quien resulta que, al fin de cuentas, y aunque nos parezca a primera vista ridículo, nos viene a decir algo así como que "Dios no existe pero insiste". [En la imagen: detalle de la representación de Dios Padre en "La creación de Adán", fresco de 1510, de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, del Vaticano].

La teología a rienda suelta
   
----------La Facultad de Teología de Emilia-Romaña, en Italia, celebró durante los días 12 y 13 de marzo en Bologna un congreso sobre el tema "La Biblia para la reforma de la Iglesia". Uno de los relatores, Massimo Nardello, durante una conferencia titulada "La normativa de las Escrituras respecto a la cultura en la teología contemporánea", realizó un breve examen crítico del pensamiento del filósofo y teólogo estadounidense John David Caputo [n.1940]. Advierto al lector que los pasajes que en este artículo citaré no siempre son palabras textuales de Caputo, sino que también incluyen lo que informa Nardello, dejando al lector, si lo considera conveniente, verificar y distinguir sobre el propio texto de Nardello.
----------El pensamiento de este teólogo es interesante porque representa una teología basada no en el dato bíblico, ni en la metafísica, ni en el dogma católico, sino en la creatividad poética y en la narrativa imaginativa, cambiando el sentido de las palabras sin respetar las reglas de la lógica, ni tampoco las de la gramática, sin temer caer en clamorosas contradicciones, que le conducen a refutarse a sí mismo.
----------Empecemos por este último punto. Caputo afirma que el concepto metafísico, que pretende formar un concepto de Dios "aprisiona el objeto al cual se refiere dentro de una precomprensión que no respeta realmente su identidad. [...] La atribución de nociones conceptuales a lo divino es un intento de introducirlo en el ámbito de lo pensable y, por tanto, un acto de idolatría".
----------Antes que nada, observemos que evidentemente Caputo no tiene la más mínima idea de qué cosa es verdaderamente el concepto y de modo especial de aquellos que son la naturaleza, la modalidad, el alcance y los límites de las nociones metafísicas y teológicas (para la doctrina del concepto, véase Jacques Maritain, Les degrés du savoir, Descleée de Brouwer, Bruges 1959, pp.769-819. Para la doctrina de la analogía del concepto de ente, véase Tomas Tyn, Metafisica della sostanza. Partecipazione e analogia entis, Edizioni Fede&Cultura, Verona 2009, segunda parte. Para la analogía del concepto teológico, véase J.-H. Nicolas, Dieu connu comme inconnu, Desclée de Brouwer, París 1966, parte II, §II-III).
----------Dicho esto, Caputo subsecuentemente pasa tranquilamente a hablar de quién es Dios, definiéndolo, por lo demás correctamente, como "el Incondicionado, aquel que nos llama a la práctica del amor, aquel que viene", suponiendo evidentemente que (como él mismo antes ha declarado) sus conceptos relativos a Dios no sólo no aprisionen nada, no sean ídolos en absoluto, sino que sean perfectamente verdaderos y correctos, de modo que con sus conceptos Dios es perfectamente pensable.
----------En segundo lugar, en los pasajes citados por Nardello, Caputo no respeta las reglas de la gramática. En efecto, si algo es incondicionado y ese algo llama al hombre hacia sí para impulsarlo a obrar por el prójimo, evidentemente debe ser un existente, para poder hacer eso. Pero Caputo dice que ese algo, es decir, en este caso específico, Dios, "no existe, pero insiste", insiste en llamarnos. Ahora bien, en buena gramática y análisis lógico, para tener una frase completa que tenga sentido, el predicado no puede estar sin el sujeto, y el adjetivo (llamante) no puede estar sin el sustantivo (el sujeto existente).
----------De manera similar, Caputo niega que Dios pueda calificarse como ente, por lo cual dice que Dios es un "evento", pero siempre estamos ahí: ¿podría alguna vez suceder un evento que no sea el evento de un ente, sobre todo un ente temporal? ¿Qué pasa entonces con la eternidad y la inmutabilidad divinas? ¿Se puede dar en gramática y en análisis lógico una aposición o un adjetivo (evento) sin el sujeto o el sustantivo que haga de soporte? ¿Podrían ser estos los "juegos lingüísticos" de los cuales habla Caputo? ¿Se puedes alterar las cosas de este modo, poniendo patas para arriba la lengua y el orden de los conceptos?
----------En tercer lugar, Caputo niega el sentido obvio y universal de la palabra "Dios" como "ente supremo", presente en cualquier diccionario. Dios es el ente supremo para Aristóteles, para la Biblia, para los antiguos Romanos, para Lucrecio, para santo Tomás, para Spinoza, para Kant, para la masonería, para Voltaire, para Robespierre, para Confucio, para Mahoma, para el hinduismo, para Feuerbach, para Marx, para Stalin, para Lenin, para Freud, para Comte, para Nietzsche, para Einstein, para Hitler, para Bertrand Russell, para Heidegger, aunque también es cierto que hay quienes niegan su existencia o lo entienden con atributos equivocados.
----------Si Dios no existe, ¿cómo puede entonces insistir? Insiste alguien que existe, pero no insiste quien no existe. Además, Caputo dice que es imposible formarse un concepto de Dios. Entonces ¿cómo hace él para hablar de Dios? ¿Qué tiene Caputo en la mente cuando hace juicios sobre Dios y dice que Dios es el Incondicionado? Es cierto que Dios es el Incondicionado; pero ¿cómo hace Caputo para decir esto si no en base a un concepto -correcto- de Dios? Es verdad que Dios nos llama. Pero, de nuevo, ¿cómo puede Caputo hacer esta afirmación si no es porque tiene en mente el concepto correcto de Dios?
----------¿Cómo hace Caputo para hacer teología si no cree en la existencia de Dios? ¿Qué Dios es su Dios? ¿De cuál Dios está hablando? Caputo habla de la teología como "teopoética", pero así confunde al teólogo con el poeta. Claro que está el hecho de que, sin embargo, son dos funciones muy diferentes del espíritu humano.
----------Si Dios no existe en sí, fuera de nosotros, independientemente de nosotros, e independientemente de nuestro pensar a Dios, ¿cómo se hace para hablar de Dios? ¿Qué sentido tiene hablar de Dios y asignarle atributos, como en cambio hace Caputo? ¿Cómo es posible negar la posibilidad de formar un concepto de Dios y al mismo tiempo concebir a Dios como no existente?
   
La teología apofática
   
----------La teología apofática o mística no es aquella que niega la existencia real extramental de Dios. Eso es ateísmo e impiedad. La teología apofática ni siquiera se basa en el idealismo de Dios como ser de consciencia, sino que se basa en el realismo bíblico que admite la distinción entre el pensamiento y el ser.
----------La teología apofática o negativa es aquella que entiende que Dios es de tal modo grande que, si bien lo podemos concebir y podemos saber quién es, cómo se llama y cuál es su esencia o naturaleza, tal naturaleza, aunque cognoscible, alcanzable, inteligible y pensable, permanece en sí misma incomprensible e imposible de comprender para nosotros, porque, siendo infinita, sobrepasa, supera o trasciende infinitamente los límites de nuestra capacidad de comprensión intelectual, por lo cual podemos conocer su naturaleza en la vida presente sólo indirectamente como la causa mediante el efecto o mediante una noción analógica del ser.
----------El nombre propio de Dios, el nombre que le es más adecuado, el de "ser", nos lo enseña Él mismo. Entendemos también que es el nombre más adecuado, ya que ¿qué hay más grande y mejor que el ser subsistente, absoluto, infinito y eterno? La palabra "ser" trae consigo otras palabras, como ente, realidad, esencia, existencia, causa, fin, sustancia y otras, de modo que podemos utilizar la metafísica. ¡Qué esfuerzo, qué lucha, sin embargo, delante del ser! Nos sentimos desorientados, extraviados, perdidos. Nos parece, como decía Hegel, que no captamos nada. Si prescindimos de todo ente que cae en nuestras manos, ¿qué es lo que queda? ¿No nos estamos saliendo de la realidad?
----------Nos esforzamos al tratar de abandonar la tierra para mirar al cielo. Sin embargo, Cristo nos recuerda que Él no es de aquí abajo, sino de allá arriba. Por eso san Pablo nos invita a pensar en las cosas de allá arriba. No se trata de escapar o evadirse de nuestras obligaciones terrenas, sino todo lo contrario, se trata de darles una razón de ser y un fundamento, de modo de cumplirlas mejor y de modo iluminado, sabiendo hacia dónde debemos ir, sabiendo que no debemos detenernos en la tierra, sino subir al cielo con Cristo.
----------La teología, por tanto, es apofática, porque al darse cuenta de las limitaciones de nuestra inteligencia y de nuestros conceptos, incluso de nuestros conceptos revelados, concluye en el silencio, sin encontrar palabras para expresar lo que experimenta, vislumbra, siente y gusta. Para el teólogo, Dios no es nada de lo que nuestra mente en su limitación entiende como existente, sino que es infinitamente más y completamente misterioso. En tal sentido, Rahner tiene razón al llamar a Dios Misterio santo.
----------No tenemos que usar la excusa de la teología apofática para evitar el esfuerzo y la disciplina intelectuales necesarios para pensar seriamente en Dios, en nuestra alma y las almas de los demás. De lo contrario no seremos verdaderos teólogos, sino comediantes que se toman a broma a sí mismos, a los demás y, lo que es peor, se toman a broma a Dios mismo. Es más digno hacer el payaso abiertamente y por profesión; porque en ese caso se hace divertir a la gente de modo sano. Pero transformar la teología en payasada significa empezar con la risa y terminar en la tragedia.
----------La falta de seriedad y del sentido de lo sagrado es signo de soberbia y de exhibicionismo, que conducen a la perdición por un misero y vano éxito terreno. Pretender hacer teología en estas condiciones de espíritu significa jugarse la salvación y engañar al prójimo, muy lejos de trabajar a su favor, como quisiera Caputo. El problema de la existencia no se resuelve con juegos de palabras y bromas, sino con la seriedad del cirujano experto que opera con sabiduría y delicadeza al enfermo del corazón o del cerebro.
----------Si Dios no existe y aún así hablamos de él, ¿significa entonces que estamos hablando de un personaje imaginario, un ídolo inventado por nosotros? ¿En realidad encontramos al Dios verdadero, al Dios real, como Alguien que existe fuera de nosotros, por encima de nosotros y que existe antes que nosotros, nuestro creador, o lo inventamos tal como la mitología ha inventado a Júpiter, Juno, Minerva, Venus y Marte? Entonces, ¿Dios es nuestra idea o es una realidad?
   
La teología y la poesía
   
----------El filósofo que se dedica a la teología natural, con sus argumentos y demostraciones, procediendo desde el efecto a la causa, nos proporciona las pruebas de la existencia de Dios. El teólogo, como el científico, tiene como preocupación exclusiva la verdad del saber, es decir, que su intelecto se adecue a la realidad de Dios y de las cosas divinas. El teólogo nos conduce al saber y nos dice quién es Dios y cuáles son sus atributos, cuáles las leyes morales queridas por Dios, que el hombre debe poner en práctica para alcanzar su fin último que es Dios. El teólogo nos ayuda a formarnos un concepto de Dios y a establecer los atributos de la naturaleza divina, así como a conocer cuál es la voluntad divina sobre el hombre a fin de conducirlo a la felicidad.
----------El poeta, en cambio, nos lleva a admirar, gustar, saborear y disfrutar del parto de su personal fantasía creativa. El poeta no apunta a la objetividad como el científico o como el teólogo. El teólogo no habla del propio yo, sino de las cosas tal como son.
----------El poeta expresa su propia original subjetividad. Y cada poeta tiene su peculiar personalidad, tiene su propio estilo. Lo bello poético o estético está ligado a la diversidad de los gustos: a quién le gusta un poeta, a quién le gusta otro. De gustibus non est disputandum. Es cosa normal en la poesía.
----------Es esto lo bello de la poesía. El subjetivismo, que está prohibido en la ciencia, porque es signo de falsedad, es cosa normal en el poeta, porque aquí la verdad no es la verdad universal abstracta del teólogo o del científico, sino que es la verdad concreta, particular o individual de la personalidad del poeta y del particular mensaje de la poesía, mensaje interesante para algunos, no interesante para otros, fascinante para algunos, desagradable para otros, simpático para algunos, antipático para otros.
----------Por el contrario, la ciencia y la teología deben decir cosas objetivas, que puedan ser compartidas por todos porque son universalmente y objetivamente verdaderas. Mientras que lo que cuenta en el saber son la uniformidad, la unidad y la universalidad, el horizonte y la característica de la poesía es la pluralidad, la diversidad, la variedad, la singularidad, la originalidad. Esa uniformidad y repetitividad que van bien en el saber teológico, serían en poesía monotonía, cosa aburrida, falta de personalidad y árido academicismo.
----------La novedad en el saber no es como la del poetar. En el poetar, lo nuevo es signo de creatividad, de florecimiento espiritual, de inventiva, de genialidad. En cambio, la creatividad no tendría sentido en el saber y en la teología. El ingeniero que debe construir un puente, el médico que debe curar al enfermo, no deben crear nada, sino que deben conocer las leyes de la naturaleza, de lo contrario causarán problemas.
----------En el saber, lo nuevo no es un cambiar, como ocurre en la poesía, sino que es una deducción, una explicitación, es una aclaración, una constatación. Hablar de revolución científica o filosófica o teológica no es lícito, si por revolución entendemos cambio en los principios. Si en cambio con esta palabra entendemos una profunda renovación y un fuerte progreso, entonces se la puede usar.
----------Lo nuevo en el saber es una tesis confirmada o verificada o demostrada, es el desarrollo de un dato que se mantiene idéntico (así, por ejemplo, la luna es siempre la luna, aunque hoy la conozcamos mejor que hace 200 años). Lo nuevo en el saber es el mejor conocimiento de verdades que son siempre las mismas, es la solución de problemas pendientes, es el abandono de hipótesis u opiniones sustituidas por una tesis cierta demostrada, es clarificación de verdades ya conocidas partiendo de principios o verdades asociadas, certezas de razón o de fe, evidentes y comúnmente compartidas.
----------Además, los contenidos de la poesía como tal son cosas que se refieren simplemente a la vida de este mundo, las bellezas de la naturaleza, las cosas cotidianas, el amor y los afectos humanos, los sentimientos patrióticos, las epopeyas y leyendas de los pueblos y cosas por el estilo.
----------Indudablemente el conocimiento de Dios, como nos da ejemplo el propio Cristo y en general la Escritura, puede verse favorecido por el uso de metáforas, relatos, parábolas, símbolos, comparaciones, imágenes y mitos, que son instrumentos y lenguaje propios del poeta o del literato o del narrador.
----------El teólogo construye armónicos sistemas conceptuales, los cuales, al captar lo inmutable, lo eterno y lo incondicionado, permanecen para siempre y pueden ser siempre mejorados o profundizados. El teólogo católico, sobre la base de los datos de fe, extrae de ellos consecuencias teóricas y prácticas que le permiten profundizar en lo que Cristo nos ha revelado y en lo que la Iglesia nos propone para creer, así como aclarar las leyes y las obligaciones de la ética cristiana en vista de nuestra salvación y santificación.
   
La teología apofática y la mística
   
----------Así, Caputo tiene un concepto erróneo de la teología apofática o negativa y, en consecuencia, tiene un concepto erróneo de la mística, que se basa en la teología apofática. Esta no excluye en absoluto la metafísica y el empleo de las nociones trascendentales del ente, de la identidad del ser, de la esencia, del existir, de la verdad, del bien, y las grandes categorías de la sustancia y de los accidentes.
----------Por el contrario, la teología apofática, para ser un discurso sabio y sensato, aunque contrario a la presunción racionalista, supone todas estas nociones indispensables para el ejercicio del pensamiento y absolutamente verdaderas. El verdadero teólogo apofático, es decir, el místico, sólo dice que las perfecciones ontológicas ilimitadas y analógicas significadas por la metafísica y por el normal sentido común, se realizan en Dios de un modo infinito, de un modo tal que nosotros estamos obligados a negar no las nociones mismas, lo que sería absurdo, porque entonces nuestras palabras no tendrían sentido, sino el modo finito con el cual concebimos esas nociones, dado que nuestra capacidad de comprender es finita.
----------Por lo tanto, no son las nociones de la metafísica las que no tienen sentido, como neciamente creen los materialistas, los empiristas y los positivistas, sino que no tienen sentido los discursos como los de un John David Caputo, que primero hace salir a la metafísica por la puerta y luego se ve obligado a reintroducirla a hurtadillas por la ventana para no parecer alguien que dice tonterías o que juega con las palabras, como el niño de tres años que juega con los bloques de construcción o los mil ladrillos.
----------De tal modo el teólogo apofático sigue hablando de Dios y evidentemente, si habla de Dios, debe decir algo inteligible, debe decir lo que entiende con la palabra "Dios" y debe necesariamente predicar de Dios algo positivamente, de lo contrario no se entendería de qué está hablando y se refutaría a sí mismo.
----------Y de hecho el mismo Caputo, si quiere ser un verdadero teólogo, si no quiere bromear con las cosas santas, y quiere tomarlas en serio; si él está verdaderamente preocupado por la salvación de las almas y de la suya propia, y no se lo toma a broma, no puede evitar concebir a Dios con certeza como el Incondicionado.
----------Por lo demás, se ve muy claro que, no obstante la negación que John Caputo expresa acerca de la noción metafísica de existencia, él concibe a Dios como persona, si es cierto que para él Dios nos ama, nos llama y quiere que nos comprometamos en el amor por el prójimo.
----------Su mismo concebir a Dios como "acontecimiento" o "evento" es una clara referencia al misterio de la Encarnación, al hecho histórico de Cristo, al acontecimiento y al advenimiento de Jesús redentor y salvador, al Dios-para-mí de san Agustín y de Lutero. Todo esto es óptimo y perfectamente cristiano. Sin embargo, hay una diferencia entre Agustín y Lutero: que para Agustín, Dios es para mí a fin de que yo sea para Él.
----------En efecto, Agustín sabe bien que si yo no puedo existir sin que Dios me mantenga en el ser, Dios, por su parte, en cuanto Dios, Ser absoluto, autosuficiente y auto-fundado, no tiene necesidad de nadie para existir, es puro existir, es precisamente incondicionado y existiría por sí incluso si no hubiera creado el mundo.
----------En cambio, desgraciadamente, el Dios de Caputo parece ser el Dios de Lutero, bajo el pretexto de que se ha dado al hombre en Cristo; parece ser un Dios funcional al hombre, como un cantinero está al servicio del cliente, como si el hombre fuera más importante que Dios, o como si ser hombre fuera esencial a Dios. Entonces, en este caso, como aparecerá inicialmente con Descartes y más claramente con Kant y Hegel, no soy yo quien es creado por Dios, sino que soy yo quien postula la existencia de Dios, para afirmar mi yo.
----------Por otra parte, el profesor Caputo, con su teología deconstructivista del "quizás", que incluso pone en juego el pensamiento de Nietzsche, nos deja un tanto perplejos y preocupados, porque por un lado Caputo construye, pero por otro destruye lo que había construido.
----------De ahí la consecuencia modernista o posmoderna de que, si la Iglesia quiere seguir el ritmo de la historia, si quiere progresar y no seguir siendo una pieza de museo, no sólo debe renunciar a querer conservar lo idéntico, sino que debe negar y superar, como enseña Hegel, lo que ha afirmado precedentemente, porque la verdad no está en el sí contra el no, sino en la síntesis del sí y del no. Quizás que sí, quizás que no.
----------Siendo así las cosas, es inevitable preguntarse: ¿Caputo está precisamente cierto de la existencia de lo Incondicionado? ¿Renunciaría a su vida por él? ¿Qué es lo que resuelve con este sí y no? Parece no decidirse: ¿está por Dios o contra Dios? Con este su decir y desdecir, con esta vacilación, ¿Caputo no se da cuenta que está cavando bajo sus pies? ¿Por qué un paso adelante y otro atrás? ¿Dios no le inspira confianza? "Lánzate a Él, y Él no te dejará caer!", dice san Agustín. Está bien dudar de nosotros mismos, pero dudar de Dios significaría sustituirlo con nuestro yo. ¿Pero, es nuestro yo capaz de soportar el peso de Dios?

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