jueves, 31 de agosto de 2023

Dos breves notas sobre la cuestión luterana

Los encuentros ecuménicos católico-luteranos son ya una tradición firmemente establecida entre cristianos. Por tanto, los pasadistas lefebvrianos no tienen por qué alarmarse y los modernistas rahnerianos no tienen por qué creer que vayan a vencer. Y si Lutero ha gritado un día "Los von Rom" (¡Fuera de Roma!), es de aspirar que sus discípulos puedan desear hoy, bajo el impulso del Espíritu Santo, retornar a Roma, que los recibirá con los brazos abiertos, ofreciéndoles la plenitud de esa comunión, que ellos por ahora sólo poseen en parte. [En la imagen: fragmento de "Escena de la Matanza de San Bartolomé", pintura de esmalte sobre lienzo, de 1833, obra de Joseph Nicolas Robert-Fleury, en la que se representa la matanza de 1572, en la que los católicos franceses asesinaron en masa a cristianos de doctrina protestante, denominados hugonotes. La pintura se halla conservada y expuesta en el Museo Nacional del Louvre, París, Francia].

Observaciones a algunas expresiones de mons. Luis Negri años atrás
   
----------En este artículo, que no quiere ser más que una breve esquela para mis habituales lectores, a modo de continuación de mis últimas reflexiones acerca de Lutero, del luteranismo, y del diálogo ecuménico, quisiera referirme a dos hechos cuyo análisis es útil para ser claros en estos temas. En primer lugar, me gustaría traer aquí al recuerdo las agudas observaciones críticas que el ya fallecido arzobispo de la arquidiócesis italiana de Ferrara-Comacchio, mons. Luis Negri [1941-2021], expresara en una entrevista con la revista Il Timone (n.156), en el mes de septiembre de 2016, en una época de candentes debates acerca del diálogo ecuménico con los luteranos cuando eran las vísperas del quinto centenario de la "reforma" luterana. Sin embargo, me permito expresar en esta breve nota algunas de mis reservas en los siguientes puntos:
----------1. Hablar de la fe como "experiencia" es ya por sí mismo una concesión a Lutero que no le debe ser concedida, ya que la experiencia es propiedad de la caridad y no de la fe. Y de hecho, precisamente, Lutero confunde la fe con la caridad. En cambio, sería mejor hacer referencia al verdadero concepto de fe enseñado por el Concilio Vaticano I: "Fides est virtus supernaturalis, qua, Dei aspirante et adiuvante gratia, ab Eo revelata vera esse credimus, non propter intrinsecam rerum veritatem naturalis rationis lumine perspectam, sed propter auctoritatem ipsius Dei revelantis" (Denz. 3008). En español: "La fe es una virtud sobrenatural, con la cual, bajo la inspiración y la gracia de Dios, creemos que las cosas por Él reveladas son verdaderas, no por su intrínseca verdad identificada con la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios revelante" (Constitución Dogmática Dei Filius, Concilio Ecuménico Vaticano I, cap. III, La Fe).
----------El juicio que mons. Luis Negri hacía acerca del luteranismo en aquella citada extrevista era, por una parte, demasiado indulgente, pero por otra parte, demasiado severo.
----------1.1. Demasiado indulgente, porque presentar al luteranismo como simplemente "diferente" o "diverso" del catolicismo quiere decir darle una patente de legitimidad. En efecto, el ser diferente o diverso es un valor y no un defecto. Así, un fraile franciscano es diferente de un fraile dominico; pero esto no quiere decir que el ser franciscano sea un defecto o una herejía. En cambio, es necesario decir con franqueza que cuanto de propio tiene Lutero contra el catolicismo no es "diferente", sino falso.
----------1.2. Pero tampoco debemos demasiado severos, acentuando excesivamente los errores. Por consiguiente, no es el caso de hablar de diferencia "inconmensurable", como hacía Negri. En realidad, como observa el decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio, nosotros y los luteranos tenemos una común medida, que es Cristo, del cual proceden los dogmas fundamentales, que han permanecido en común: la Santísima Trinidad, la Encarnación, la Redención, el Bautismo, en el común amor por la Biblia y la fe en que somos salvados por gracia. Ignorar estos datos comunes es injusto y ofensivo para los luteranos.
----------2. Tampoco estoy de acuerdo con la actitud renunciataria o derrotista de Jean Guitton [1901-1999], al cual citaba mons. Negri en su entrevista. De hecho, Guitton parece decir: "Ellos son irremediablemente diferentes. Dejémoslos así". ¡De ninguna manera! Esta no es la enseñanza del decreto Unitatis Redintregatio, el cual dice en cambio en el n.3 que los hermanos separados "deben ser incorporados a la Iglesia Católica", lo que obviamente supone que en el "reconocimiento de los valores comunes" les ayudemos a corregirse de sus errores.
   
Un breve análisis crítico de un Documento conjunto católico-luterano
   
----------En el ámbito de competencia del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos (actualmente denominado Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos), se publicaba en el año 2013 un documento conjunto de católicos y luteranos titulado "Del conflicto a la comunión" en preparación para las celebraciones que se iban a realizar en 2017 del inicio de la "reforma" luterana de 1517.
----------Para un juicio católico sobre ese documento, puede ser útil hacer referencia a la "Respuesta de la Iglesia Católica a la Declaración conjunta entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial acerca de la doctrina de la justificación" de 1998. Y al respecto, es conveniente citar la Nota del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos: "Esta Nota, que constituye la Respuesta católica oficial al texto de la Declaración Conjunta, ha sido elaborada conjuntamente por la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y viene firmada por el Presidente del mismo Pontificio Consejo, responsable directo para el diálogo ecuménico". Esta Declaración, sin embargo, fue publicada por el mismo Consejo en 1999. Documento, que ya he tenido la oportunidad de examinar en este blog y por eso remito a los lectores a mi artículo anterior (compuesto de cuatro partes).
----------El documento de 1998 señala los aspectos positivos y negativos de la Declaración conjunta de 1999, la cual es ampliamente utilizada por el documento de 2013, que es mucho más amplio.
----------Ahora bien, aquí me gustaría hacer algunos comentarios y algunas anotaciones críticas, sobre todo de carácter dogmático, acerca del documento de 2013, que hay que reconocer que ha sido realizado ciertamente con gran empeño, y que abarca muchos temas del pensamiento luterano y de la historia del luteranismo, así como las relaciones entre católicos y luteranos en la historia de ayer y de hoy.
----------En primer lugar, en el documento de 2013, hay mucho para complacerse y elogiar por la fuerza y la claridad, con las cuales este texto recuerda que Lutero conservó algunas de las verdades fundamentales de la fe cristiana: el Misterio Trinitario, la Encarnación y la Redención, la Escritura, el Padrenuestro, el Bautismo, la Memoria de la Cena del Señor, la gracia, el pecado, los mandamientos, el ministerio, la Iglesia, la salvación. Sin embargo, el documento adolece de algunos defectos de fondo.
----------Primer defecto de fondo. La cuestión de la verdad y del error es ocultada por expresiones eufemísticas como "diferencias", "acentuaciones" y "diversidades". Ahora bien, la cuestión fundamental del ecumenismo es una cuestión de verdad. ¿Quién tiene razón? ¿Lutero o el Papa? ¿El papa León X y el Concilio de Trento han hecho bien o han hecho mal al condenar las doctrinas de Lutero? Estas son las cosas a aclarar.
----------Segundo defecto de fondo. Los luteranos hablan de "divisiones" y se muestran entristecidos por estas divisiones entre los cristianos. Sin embargo, el documento parece hablar indiferentemente de "diferencias" y de "divisiones". Ahora bien, debe notarse que las diferencias y las variedades, de por sí, sobre la base de la única fe, son cosas buenas, son una riqueza de la Iglesia.
----------Debe estar claro que las diferencias son un hecho positivo, del cual sólo podemos regocijarnos. Nadie piensa en suprimir las diferencias, por ejemplo, entre dominicos y franciscanos en nombre de la unidad. Pero las "diferencias" entre católicos y luteranos son otra cosa completamente distinta. Estas son verdaderas divisiones, una verdadera desgracia, a la cual es absolutamente necesario remediar en nombre de la unidad de la Iglesia. Este es el propósito primordial del ecumenismo.
----------Tercer defecto de fondo. ¿Pero, de qué modo remediar estas divisiones? ¿En qué consisten esencialmente estas divisiones? Ellas tocan ciertas verdades de fe. Y estas divisiones las explica el decreto Unitatis redintegratio, allí donde, en el n.3, dice que en el pasado "comunidades no pequeñas se han desprendido de la Iglesia". Esas comunidades mantienen "eximios bienes que proceden de Cristo y conducen a él, de modo que pertenecen a la única Iglesia de Cristo". Aunque "sólo la Iglesia católica posee toda la plenitud de los medios de la salvación", mientras que las comunidades -entre las que se encuentran evidentemente las comunidades luteranas-, poseen "carencias", por lo cual ellas "no gozan de esa unidad que Jesucristo ha querido dar a la Iglesia", guiada "por el colegio apostólico que tiene por cabeza a Pedro". Para ello, es necesario que ellas estén "plenamente incorporadas a la Iglesia".
----------Cuarto defecto de fondo. En algunos puntos se intenta hacer aparecer a Lutero como católico, como por ejemplo sobre la doctrina de la gracia, mientras que se interpretan en sentido luterano ciertas verdades católicas, como por ejemplo el concepto de Tradición. No se reconoce que Lutero haya cometido ningún error en la fe, y se guarda silencio sobre las condenas de León X y del Concilio de Trento.
----------Pues bien, esto no es para nada honesto. La comunión eclesial se alcanza fundamentalmente en la aceptación común de la verdad y no sobre la base de equívocos y falsedades. Si los luteranos ya no quieren sentir dolor y no procurarlo ya a la Iglesia, deben tener finalmente la humildad de reconocer los errores de Lutero, reconociendo a la vez que Lutero no podía considerarse a sí mismo un intérprete de la Sagrada Escritura más sabio y perspicaz que el Papa y que los Concilios ecuménicos.
----------Aquella Declaración conjunta católico-luterana, del 2013, a la que aquí he hecho referencia, se firmó durante la visita del papa Francisco a Lund, Suecia, una visita que fue criticada con malicia por sectores pasadistas, y elogiada con no menor malicia por sectores modernistas.
----------Tal visita de 2013 se insertaba en la línea de los ya muy tradicionales encuentros ecuménicos implementados por los Sumos Pontífices a partir del Concilio Vaticano II. El papa Francisco no fue a Suecia en 2013 ni a celebrar a Martín Lutero como un héroe o un santo, ni a reprender a los luteranos, sino a compartir y a rezar con los hermanos separados. Fue un gesto de gran magnanimidad y de apertura de espíritu, como ha habido muchos otros, gestos por los cuales los católicos esperaríamos de los luteranos un gesto de acercamiento a Roma. Por tanto, los lefebvrianos no tienen por qué alarmarse y los modernistas no tienen por qué creer que vayan a vencer. Y si Lutero ha gritado un día "Los von Rom" (¡Fuera de Roma!), es de aspirar que sus discípulos puedan desear hoy, bajo el impulso del Espíritu Santo, retornar a Roma, que los recibirá con los brazos abiertos, ofreciéndoles la plenitud de esa comunión, que ellos por ahora sólo poseen en parte.

2 comentarios:

  1. Estimado padre, por favor dígame dónde afirma el decreto Unitatis redintegratio que los herejes "deben ser incorporados a la Iglesia católica". Desgraciadamente, el documento conciliar sobre el ecumenismo abandona la doctrina infaliblemente enseñada por la Iglesia según la cual los no-católicos deben entrar en la única Iglesia verdadera de Cristo, la Iglesia Católica, para salvarse (a menos que haya una invencible o docta ignorancia). Al contrario, de hecho, afirma que aunque la Iglesia católica es el medio general de salvación y mantiene la plenitud de los medios de salvación, incluso las comunidades separadas de la Iglesia de Roma pueden ser utilizadas por Dios como medio de salvación. Por lo tanto, no se comprende por qué un protestante, que según este documento, precisamente por ser protestante, estaría incorporado a Cristo, deba ingresar a la Iglesia católica. En contraste con algunas expresiones del Concilio Vaticano II, abundantes en Unitatis redintegratio, la Iglesia siempre ha enseñado que, para ser incorporados a Cristo y por tanto ser salvados, es necesario pertenecer a la Iglesia católica (a través del bautismo de agua, de sangre o de deseo al menos implícito) y perseverar en ella.

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    1. Estimado Ambrosio,
      Dice el n.3 del decreto Unitatis redintegratio: "Creemos que el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza a un solo colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra [= la Iglesia católica], al que tienen que incorporarse totalmente todos los que de alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios", es decir, los cristianos no católicos, pertenecientes a "no pocas comunidades, que se han desprendido de la plena comunión de la Iglesia católica". Por consiguiente, deben reunirse en la Iglesia Católica.
      Estas comunidades, sin embargo, aunque tienen "carencias" [= herejías], que "se interponen a la plena comunión eclesiástica no pocos obstáculos, a veces muy graves", mantienen sin embargo "alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica".
      En efecto, aunque "no gozan de aquella unidad que Cristo quiso dar a los que regeneró y vivificó en un cuerpo y en una vida nueva", sin embargo, "de entre el conjunto de elementos o bienes con que la Iglesia se edifica y vive, algunos, o mejor, muchísimos y muy importantes [= dogmas] pueden encontrarse fuera del recinto visible de la Iglesia católica: la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y algunos dones interiores del Espíritu Santo y elementos visibles; todo esto, que proviene de Cristo y a El conduce, pertenece por derecho a la única Iglesia de Cristo", que posee "la plenitud de la gracia y de la verdad", por lo que "solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos". Sin embargo, "el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de estas comunidades como medios de salvación", instrumentos útiles pero no suficientes.
      Las comunidades no-católicas, por tanto, poseen sólo algunos medios de salvación y por eso, para tenerlos a todos, deben entrar en la Iglesia católica, que es la única que posee la plenitud de los medios de la salvación.
      Por lo tanto, y en respuesta a su pregunta, el texto del n.3 del decreto Unitatis redintegratio es un discurso en perfecta línea con la Tradición, la cual, por cierto, viene mejor aclarada, al mostrar mejor la relación entre la Iglesia católica y las comunidades disidentes.

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