martes, 29 de agosto de 2023

Romanus Pontifex a nemine iudicatur (2/3)

¿Puede el Papa perder la fe? ¿Puede pecar contra la fe? ¿Puede ser herético? ¿Puede él, como Papa, enseñar la herejía como verdad? No, en absoluto. Un Papa puede tener todos los vicios, como demuestra la historia, pero no el de la incredulidad, como también demuestra la historia, porque disfruta del don que Cristo ha hecho a Pedro para confirmar a los hermanos en la fe y poder abrirles el acceso al Reino de Dios. Por consiguiente, hipotetizar que un Romano Pontífice pueda ser un hereje, entendiendo por herejía la obstinada, consciente y voluntaria negación o falsificación de un dogma o de verdad de fe, significaría hipotetizar que Cristo deja de servirse de Pedro como maestro de la fe. Por consiguiente, ello significaría hipotetizar un Papa que en vez de conservar, edificar y defender la Iglesia, la destruye o puede cambiar su esencia, un Papa que en vez de obrar como vicario de Cristo, obra como instrumento del anticristo, en vez de guiar a la Iglesia al paraíso del cielo, la guía al infierno: algo absolutamente impensable, aun cuando muchos herejes lo hayan pensado. Cualquiera que crea que un Romano Pontífice puede ser un hereje, es a su vez él mismo un hereje. [En la imagen: fragmento de "San Pedro", óleo sobre lienzo pintado alrededor de 1605-1610, obra de Domḗnikos Theotokópoulos, El Greco, conservado y expuesto en el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Madrid, España].

Cuando el Papa es infalible
   
----------Volviendo ahora al tema de la autoridad doctrinal del Romano Pontífice, debemos señalar que la sentencia doctrinal de un Papa, en materia de fe o de moral, en cualquier nivel de autoridad, sea ordinaria o extraordinaria, sea simple o solemne, es siempre infalible y definitiva, y ello dicho en el sentido de que es absolutamente cierta y verdadera, inmutable, irreformable, infalsificable, irrefutable.
----------Como bien sabemos, no es necesario para que exista infalibilidad en la enseñanza papal, que el Papa pretenda definir un nuevo dogma o definir como de fe o como dato revelado, una enseñanza. Aún cuando el Romano Pontífice no defina, no por eso su doctrina es falible. Este es un hecho documentado por la propia historia del magisterio pontificio y, por tanto, conciliar: nunca ha sucedido que un Papa cambiara de opinión o se hubiera desmentido o contradicho por un Papa posterior sobre una proposición por él propuesta en materia de fe y de moral en su calidad de maestro de la fe, o de doctor universal de la Iglesia.
----------La cuestión debatida por los canonistas y teólogos medievales acerca de si un Papa puede ser hereje o bien sobre qué sucede si un Papa fuera hereje, no debe ser interpretada como un problema real, sino que es una pura cuestión escolástica o académica, o sea a nivel meramente teórico-hipotético, que confirma la inmunidad del Papa de pecar contra la fe. Ciertamente, un Papa herético perdería su oficio. Se quiere solo evidenciar una consecuencia lógica que confirma el principio, no expresar una posibilidad real.
----------En todo caso, la cuestión que puede surgir es si una proposición teológica es o no es de fe. La cosa, al principio, puede no estar clara y por tanto la cuestión viene debatida entre los teólogos. Mientras el Papa no se pronuncia, hay libertad para sostener una u otra tesis. Pero si el Papa interviene y expresa su sentencia, todos deben estar a una con lo enseñado por el Papa: Roma locuta, causa finita.
----------Otro aspecto importante del tema que aquí tratamos, es que se debe distinguir el magisterio pontificio de la doctrina de la Iglesia, que interpreta la doctrina de la Sagrada Tradición y la doctrina de la Sagrada Escritura, que son registros escritos de la enseñanza oral de nuestro Señor Jesucristo.
----------Ahora bien, nuestro Señor Jesucristo ha instituido el oficio de Pedro para que él, habiendo recibido la doctrina del Señor, la transmitiera a sus Sucesores. Por tanto, si Pedro se ha encontrado aprendiendo la verdad de la fe directamente de la boca de Nuestro Señor, sus Sucesores, por su parte, reciben y a su vez transmiten a sus Sucesores cuanto Pedro ha escuchado del propio Señor.
----------Esta transmisión es la Sagrada Tradición y su contenido es la doctrina tradicional. Pero Pedro y sus Sucesores transmiten también la doctrina de la Escritura, que ellos aprenden de la misma Sagrada Escritura. La doctrina que ellos elaboran por sí solos o con la ayuda de un Concilio o sirviéndose de colaboradores como el Dicasterio para la Doctrina de la Fe formula la doctrina de la Iglesia.
----------Ahora bien, el padre Lanzetta, en el libro que estamos aquí considerando, formula la hipótesis de que un Papa no se atenga a la doctrina de la Iglesia; pero esto es imposible, por el motivo que ya he dicho, es decir, que todo Romano Pontífice es asistido por el Espíritu Santo en la recepción, interpretación, conservación, explicación, defensa, profundización y predicación del depósito revelado, que contiene la doctrina tradicional y la de la Escritura interpretada por el Magisterio de la Iglesia.
----------El Magisterio de la Iglesia no es otra cosa que una extensión del magisterio pontificio a la obra de los Concilios y a los organismos auxiliares del Papa en el ejercicio de su magisterio. El Papa está en posesión de una gracia especial (el carisma petrino) por la cual él no puede apartarse de la doctrina de la Iglesia, sino que con su enseñanza puede hacer avanzar el conocimiento de la misma. No tiene sentido, por lo tanto, lo que dice el padre Lanzetta, o sea, plantear la hipótesis de que el Papa pueda construirse una fe por cuenta suya, una "fe subjetiva", como la llama el padre Lanzetta, en contraste con la "fe objetiva" de la Iglesia.
----------El Magisterio pontificio puede expresarse en tres niveles de autoridad. 1. El nivel máximo es la definición solemne en el Magisterio extraordinario, de un nuevo dogma, a cuya definición se adhieren los fieles con fe divina. El rechazo de esta verdad es herejía. 2. El nivel medio es la enunciación, en el magisterio ordinario o extraordinario, de una verdad próxima a una verdad de fe ya definida, a la cual se adhieren los fieles por su fe en la Iglesia. Su rechazo es el error próximo a la herejía. 3. El nivel mínimo es la verdad de fe definible, enseñada por el Magisterio auténtico incluso en forma extraordinaria (según mons. Guido Pozzo, ex-Delegado pontificio de la Comisión Ecclesia Dei para las tratativas con los lefebvrianos bajo Benedicto XVI, este es el grado de autoridad de las doctrinas del Concilio Vaticano II), verdad a la cual los fieles se adhieren con el devoto obsequio o respeto de la inteligencia (estos tres grados se enseñan en la Nota ilustrativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe en apéndice a la Carta apostólica Ad tuendam fidem de san Juan Pablo II, del 18 de mayo de 1988). El rechazo es un error contra la doctrina de la Iglesia.
----------¿Puede el Papa perder la fe? ¿Puede pecar contra la fe? ¿Puede ser herético? ¿Puede él, como Papa, enseñar la herejía como verdad? No, en absoluto. Un Papa puede tener todos los vicios, como demuestra la historia, pero no el de la incredulidad, como también demuestra la historia, porque disfruta del don que Cristo ha hecho a Pedro para confirmar a los hermanos en la fe y poder abrirles el acceso al Reino de Dios.
----------Por consiguiente, hipotetizar que un Romano Pontífice pueda ser un hereje, entendiendo por herejía la obstinada, consciente y voluntaria negación o falsificación de un dogma o de verdad de fe, significaría hipotetizar que Cristo deja de servirse de Pedro como maestro de la fe.
----------Por consiguiente, ello significaría hipotetizar un Papa que en vez de conservar, edificar y defender la Iglesia, la destruye o puede cambiar su esencia, un Papa que en vez de obrar como vicario de Cristo, obra como instrumento del anticristo, en vez de guiar a la Iglesia al paraíso del cielo, la guía al infierno: algo absolutamente impensable, aun cuando muchos herejes lo hayan pensado. Cualquiera que crea que un Romano Pontífice puede ser un hereje, es a su vez él mismo un hereje.
   
Valores y defectos de la predicación del papa Francisco
   
----------El papa Francisco tiene un modo de expresarse completamente inusual en los anteriores Romanos Pontífices; podríamos decir que es un modo caprichoso de expresarse, poco sujeto a leyes o reglas, alegre y, a veces incluso burlesco, que recuerda al Juglar de Dios. Si no fuera que se sabe que a veces está hablando en broma, parecería que estuviera diciendo impiedades. Cuando no habla seriamente en los documentos oficiales, él se abandona a cosas que parecen herejías: no debemos darles peso.
----------Un defecto de la predicación del papa Francisco no se refiere a lo que dice, sino a cómo lo dice. Ocurre que se expresa en modos inapropiados y ambiguos, sin que, por otra parte, él esclarezca posteriormente lo que en realidad ha querido decir. Quizá su pensamiento aparezca claramente expresado en otras ocasiones. En estos casos, procede y es oportuno interpretar in bonam partem.
----------Es cierto que el pensamiento del papa Francisco a menudo necesita ser interpretado. Pero el padre Lanzetta, en su libro, parece impacientarse con este hecho, como diciendo: ¿pero cómo? ¿No le corresponde al Papa aclararnos la Palabra de Dios? Si, a nuestra vez, tenemos que interpretar lo que dice el Papa, ¡estamos como al principio! Pero el padre Lanzetta de debe pensar de tal modo. Puede ser que en el caso del papa Francisco esto suceda un poco con demasiada frecuencia. Pero esto es normal, y en realidad sucede con todos los Papas: estamos los teólogos, están los Obispos, están los párrocos, están los confesores, y todos debemos cumplir esta función de intérpretes del Intérprete.
----------¿Que las interpretaciones son contrastantes? Pues bien, en tales casos, entonces haga cada uno según le indique su conciencia. En esto se requiere paciencia y habituarse a la discusión. Ciertamente es necesario evitar la superficialidad, la astucia y las fáciles escapatorias, pero hay casos de moral en los cuales ni siquiera un Papa sabe con certeza, al menos por el momento, lo que se debe hacer. No podemos pretender que un Papa siempre nos dé una respuesta, como si tuviéramos que consultar una enciclopedia donde la respuesta está siempre disponible y lista, constantemente a nuestro alcance. A veces también tenemos que saber valernos por nosotros mismos. ¿No tenemos también un ángel custodio?
----------La moral no es la matemática. Lo esencial es creer en la verdad y buscar la verdad. No querer hacer el doble juego. A veces es necesario conformarse con lo probable. Esto también le puede suceder a un Papa ¿No son los Jesuitas los maestros del probabilismo? Ciertamente podemos apelar al Papa, pero luego depende de él responder o no responder. Recordemos que tanto los Dominicos como los Jesuitas todavía hoy siguen esperando la respuesta que el Papa les había prometido a la famosa controversia desarrollada entre ellos a principios de siglo XVII. Ciertamente, a veces se tiene la impresión de que el Papa quiera tergiversar. Es posible. En este sentido él puede faltar a la prudencia o a la sabiduría pastoral.
----------Es extraño que, en el caso del papa Francisco, si por un lado sufre las antes mencionadas ambigüedades e impropiedades de lenguaje, por otro lado tiene una capacidad extraordinaria de contacto con las multitudes y, por lo tanto, de explicarse bien. Sabe captar neologismos y evita las expresiones escolásticas. Esto favorece la comunicación con las masas, pero también puede banalizar el pensamiento. Este Papa nutre antipatía por las abstracciones, y en esto tiene razón contra el idealismo, el racionalismo y el gnosticismo; pero corre el riesgo de no favorecer la amplitud del pensamiento, que por su naturaleza vive en la abstracción.
----------Su polémica contra la rigidez a veces parece golpear los valores absolutos; pero en realidad el papa Francisco polemiza contra el rigorismo moral. Por otra parte, su declarada antipatía por la ascética parece querer chocar contra la arrogancia y el voluntarismo de tipo pelagiano. El Papa lamenta con razón el horror de la pedofilia; pero nos gustaría escuchar una palabra más fuerte contra la sodomía.
----------Se nota en Francisco la mentalidad del Jesuita, con su acento dinámico, activista y voluntarista. Su pastoral toma inspiración del método ignaciano de la dirección espiritual. Pero también se siente un atisbo del afectivismo franciscano. Está lejos del intelectualismo y del espíritu razonador y especulativo dominicano. Pero estoy seguro que los Dominicos no se ofenden por ello. Seguramente están inmensamente complacidos de que recientemente haya recomendado a santo Tomás de Aquino como modelo de teólogo.
----------A menudo el papa Francisco se expresa con fórmulas netamente absolutas, que tendrían necesidad de aclaraciones, reservas, delimitaciones, matices, que él sin embargo no hace. Famosos son sus ingeniosos eslóganes, que a menudo deben ser adivinados, fáciles de memorizar, que todo el mundo conoce. En esto recuerda la concisión de san Agustín de Hipona.
----------Con razón insiste en el deber de los adultos de escuchar a los jóvenes, pero quizás también debería exhortar a los jóvenes a escuchar a los maestros y a los verdaderos guías espirituales. Preciosa es su atención por los mayores, pero quizás debería resaltar aún más el valor de la sabiduría del anciano. Al fin de cuentas, los "presbys" y los "presbyteroi" de la Biblia son exactamente los ancianos.
----------Lo que sí es realmente curioso en el papa Francisco, y que parecería dictado por el oportunismo o el respeto humano, es su reticencia a expresarse sobre ciertos temas delicados, como por ejemplo la cuestión del mérito y del valor satisfactorio del sacrificio de Cristo, el tema de los milagros, de los castigos divinos y de la existencia de los condenados y de la justa guerra, la temática apocalíptica de la lucha de la Iglesia contra el Dragón o de los hijos de Dios contra los hijos del diablo, el tema del anticristo o del juicio universal, el peligro que viene de la masonería o de la persistencia del comunismo.
----------Un acto ciertamente importante del actual Sumo Pontífice ha sido la Declaración de Abu Dhabi, en un acuerdo firmado el 4 de febrero de 2019 por el papa Francisco y el Gran Imán de al-Azhar Ahmad al-Tayyib. Nunca antes se había firmado un acuerdo similar entre un Papa y un alto dignatario del Islam. Este acuerdo destaca el valor de la universal fraternidad humana bajo el gobierno de Dios creador. Un reconocimiento similar nunca antes se había producido por parte del Islam, que ahora también viene a incluir a los cristianos, por lo que ya no se los considera simples "infieles", sino hermanos.
----------Ahora bien, con respecto a la práctica del sacramento de la penitencia, el papa Francisco ha advertido acertadamente a los confesores que no transformen el confesionario en una cámara de tortura, aunque esto fuera sobre todo un vicio muy evidente hace sesenta años, mientras que el Papa ha olvidado señalar el vicio totalmente opuesto, y hoy muy extendido, de los fieles que acuden a confesarse sin las debidas disposiciones y de los confesores que transforman el confesionario en un lugar simplemente para charlar. Mi impresión es que el defecto de los confesores de hoy no es la excesiva severidad sino la excesiva indulgencia. En cuanto a los penitentes, no siempre son esos inocentes corderos que quisiera encontrar al confesor, sino que a menudo son personas astutas a quienes les gustaría salirse siempre con la suya.
----------Por el contrario, sorprende la densísima predicación del papa Francisco concerniente a la lucha de cada uno de nosotros contra el demonio, algo que, con esas proporciones, no se constata en ninguno de los Papas precedentes. Oportuna es la insistencia en el deber de respetar la naturaleza, pero no se comprende por qué nunca toca la ardua cuestión del por qué la naturaleza nos es hostil.
----------Si el Papa se refiriera al tema de la hostilidad de la naturaleza, eso le daría la ocasión de hablar sobre las consecuencias del pecado original, tema importante también, pero lamentablemente también pasado por alto en silencio. También parece reticente sobre el tema de la primacía del cristianismo sobre las otras religiones. Nunca dice nada del deber, aunque mencionado en el decreto Unitatis redintegratio, de los hermanos separados de acercarse a la plena comunión con la Iglesia católica.
----------Parece extraña la insistencia con la cual el papa Francisco en su predicación en materia moral y espiritual alaba la "inquietud", mientras que con más insistencia invoca la paz y alaba el don divino de la paz. Aquí también, como en muchos otros casos, se impone la necesidad de una interpretación benévola de las palabras del Papa. Hay quienes han comparado la expresión del Papa con la famosa frase agustiniana "cor nostrum inquietum, donec requiescat in Te". Pero mientras es clara esta segunda perspectiva agustiniana del descanso en Dios, no es tan clara en Francisco esa finalización de la inquietud en la quietud, sino que la inquietud parece emerger en modo excesivo como si fuera un fin en sí misma.
----------Una insistencia quizás demasiado acentuada en la obra del Espíritu Santo en la conversión de los pecadores, le lleva al Papa a subestimar la actividad apologética (justificada defensa racional de la fe) para la promoción de la fe. En cambio, no debemos preocuparnos por su rechazo al proselitismo, una vez que sabemos lo que quiere decir con esa palabra (como ya lo expliqué en otros artículos).
----------Un punto del Magisterio del Papa donde es posible constatar un reconfortante cambio de ruta es la cuestión de aquello que el papa Benedicto XVI llamaba "valores innegociables", refiriéndose a la universalidad e inmutabilidad de las verdades de fe y de los deberes morales.
----------En los primeros años del pontificado de Francisco, los modernistas, mediante un poderoso bombardeo mediático, lograron convencer a muchos, ya sea con placer o con disgusto, de que el Papa había abrazado el relativismo moral, mientras que el mismo papa Francisco, lamentablemente, dejó escapar una desafortunada expresión que afectaba precisamente a la fórmula tan amada por el papa Benedicto XVI acerca de los valores no negociables. En una entrevista concedida al director del Corriere della Sera el 14 de marzo de 2014, el Papa decía: "Nunca he entendido la expresión 'valores no negociables'. Los valores son valores y basta, no puedo decir que entre los dedos de una mano haya uno menos útil que el otro".
----------Pero he aquí que en 2020 en la encíclica Fratelli tutti, ofreciéndonos una reconfortante explicación de sus dichos, el Papa incondicionalmente hacía suya la fórmula benedictiana:
----------"El aceptar que existen algunos valores que son permanentes, aunque no siempre sea fácil reconocerlos claramente, otorga solidez y estabilidad a una ética social. Aun cuando los hayamos reconocido y asumido gracias al diálogo y al consenso, vemos que esos valores básicos están más allá de todo consenso, los reconocemos como valores trascendentes a nuestros contextos y no son nunca negociables. Podrá crecer nuestra comprensión de su significado y alcance -y en ese sentido el consenso es algo dinámico-, pero en sí mismos son apreciados como estables por su sentido intrínseco" (n.211).
----------"A los agnósticos, este fundamento podrá parecerles suficiente para otorgar una firme y estable validez universal a los principios éticos básicos y no negociables, que pueda impedir nuevas catástrofes. Para los creyentes, esa naturaleza humana, fuente de principios éticos, ha sido creada por Dios, quien, en definitiva, otorga un fundamento sólido a esos principios" (n. 214).

2 comentarios:

  1. Sergio Villaflores29 de agosto de 2023, 16:30

    Estimado padre Filemón, usted dice:

    "Parece extraña la insistencia con la cual el papa Francisco en su predicación en materia moral y espiritual alaba la "inquietud", mientras que con más insistencia invoca la paz y alaba el don divino de la paz. Aquí también, como en muchos otros casos, se impone la necesidad de una interpretación benévola de las palabras del Papa. Hay quienes han comparado la expresión del Papa con la famosa frase agustiniana "cor nostrum inquietum, donec requiescat in Te". Pero mientras es clara esta segunda perspectiva agustiniana del descanso en Dios, no es tan clara en Francisco esa finalización de la inquietud en la quietud, sino que la inquietud parece emerger en modo excesivo como si fuera un fin en sí misma."

    Disculpe, padre, pero no he entendido bien lo que quiere decir con este argumento.
    ¿Será que el papa Francisco se está refiriendo a lo que hablaba el Cardenal Martini, a las dudas típicas del ateo, que, según Martini, habitan el alma del cristiano?

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      me refiero a un estudio realizado por Massimo Borghesi sobre la formación intelectual del papa Francisco. El libro se titula "Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual" (Milán, 2017).
      En este libro, Borghesi cita algunas frases de Bergoglio, antes de ser Papa, en las cuales da la impresión de que a Bergoglio le agrada el pensamiento conflictivo, lo que Borghesi llama "pensamiento antinómico", que de alguna manera recuerda la dialéctica hegeliana.
      Ahora bien, Bergoglio, cuando estudiaba en Alemania, estudió a Romano Guardini, que ha sido un gran teólogo, famoso en la liturgia, y también admirado por el papa Ratzinger.
      Ahora bien, Guardini intenta utilizar la dialéctica hegeliana, evitando el principio de contradicción, pero admitiendo una polaridad en la realidad, que debería estructurarlo todo. Ahora bien, conviene aclarar esta idea, porque no parece del todo libre del principio de contradicción.
      Ahora bien, Bergoglio en Argentina se expresaba de un modo similar a Guardini. En su oficio de provincial de los Jesuitas hace de alguna manera el elogio a los conflictos, porque según Bergoglio, de ellos debería surgir la concordia. ¿Qué decir de ello? Está claro que nuestro deber es intentar hacer una interpretación benévola. Se puede decir que Bergoglio se expresa de una manera impropia.
      El hecho es que, desde cuando es Papa, ha evitado esas expresiones, pero mantiene todavía un juicio positivo sobre la inquietud y sobre la conflictualidad. Las considera inevitables, pero con la caridad se logra superarlas. Una cosa curiosa es que el Papa, por un lado, sostiene aquí la inevitabilidad de la conflictualidad, mientras que, por el otro, condenando en modo absoluto la guerra, parecería favorecer una visión utópica, según la cual sería posible desde ahora abolir las guerras, casi como para atenuar la diferencia que existe entre el presente estado de naturaleza caída y la futura situación escatológica, en la cual evidentemente ya no habrá ningún conflicto.
      En lo que se refiere a una comparación con Martini, diría que es precisamente el caso de no hacerlo, porque desafortunadamente Martini era ambiguo en el sostener que en cada creyente está presente un ateo.
      Por el contrario, el papa Francisco, con sus excelentes lecciones sobre cómo defenderse del demonio, expresa con extrema claridad el hecho de que, si nosotros pertenecemos a Cristo, no podemos ceder en absoluto a las tentaciones del enemigo de Cristo.

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