martes, 6 de junio de 2023

Concepto católico y concepto luterano de la justificación (1/4)

En este artículo, en cuatro partes, indagaremos sobre el concepto luterano de justificación en comparación con el concepto católico de justificación. Es muy evidente la utilidad de este tema para un correcto enfoque de la obra evangelizadora ecuménica de la Iglesia con los cristianos luteranos; pero, a la vez, el objetivo que debe guiarnos en estas reflexiones es profundizar en la confesión de nuestra propia Fe y el significado de aquellas palabras que rezamos en el Credo: "Creo en el perdón de los pecados". [En la imagen: fragmento de Retrato de Martín Lutero, pintado por Lucas Cranach el Viejo en 1529, actualmente en la Iglesia Santa Ana, Augsburg].

Riesgos de confusión en el modo de presentar los frutos del diálogo ecuménico
   
----------Como todos los años, se ha venido celebrando en la Iglesia católica, no siempre en las mismas fechas y con las mismas modalidades, la llamada Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Si bien la Santa Sede ha fijado como fecha de su celebración la segunda quincena del pasado mes de enero, el hecho fue que algunas diócesis han preferido alejar esa iniciativa ecuménica del verano en el hemisferio sur, época calurosa y de habituales vacaciones, y así, en nuestro país, hubo interesantes encuentros ecuménicos en distintas diócesis, hasta recientemente. Este año 2023 el lema de la Semana de Oración se titula "Haz el bien; busca la justicia", basado en las palabras del profeta Isaías: "¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda!" (Is 1,17).
----------Por cierto, el término justicia remite evidentemente al de justificación, y por consiguiente también al de salvación, palabras en cierto modo coextensivas, aunque con diferentes matices y acentos. Como es sabido, la cuestión de la justificación es un nudo central de la secular controversia entre católicos y luteranos, tanto es así que Martín Lutero [1483-1546], con una visual reductiva y antropocéntrica, hace girar en torno a esta cuestión toda la finalidad, la importancia, la misión, la función y el interés del cristianismo, como si en el cristianismo el hombre no estuviera hecho para Dios, sino Dios para el hombre.
----------Por eso, a propósito de Lutero, se habla de "soteriologismo", para significar una primacía de la salvación sobre la perspectiva de la filiación, o bien de la acción sobre la contemplación. En tal sentido, si queremos referirnos a la cuestión de la gracia, se podría decir que, según Lutero, toda gracia se reduce a lo que se llama la gratia sanans y desaparece lo que llamamos la gratia elevans.
----------Sin embargo, es claro que se trata de una cuestión central, que pone en juego muchas otras cuestiones, preguntas y problemas. Por eso no podemos más que alegrarnos de todas las iniciativas de diálogo ecuménico entre la Iglesia y las diversas confesiones luteranas, iniciativas que, como sabemos, han venido desarrollándose sobre todo desde el Concilio Vaticano II, produciendo algunos frutos concretos, como por ejemplo la publicación, en 1999, a cargo del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, de una Declaración conjunta entre el mismo Consejo y la Federación Luterana Mundial. Precisamente, quí pretendemos comentar ese documento, sobre todo con referencia a las posiciones luteranas.
----------Ahora bien, debemos tener muy en claro que la mencionada Declaración no es acto del Magisterio, sino acto de un simple organismo consultivo de la Santa Sede, como dice el mismo nombre "Pontificio Consejo". Una temprana afirmación del documento llama la atención: "esta declaración expresa un consenso sobre las verdades fundamentales de la doctrina de la justificación, mostrando que las diferencias subsistentes ya no constituyen un motivo para las condenas doctrinales" (n.5). Esta afirmación se repite en varios pasajes en este documento. La pregunta que debemos plantear es: ¿hasta qué punto lo que aquí se dice es cierto?
----------Con respecto a lo que he afirmado, de que la Declaración no es acto del Magisterio, es útil advertir que el título puesto por las Ediciones Paulinas al documento lo hace aparecer como acuerdo entre la "Iglesia" y los luteranos. Pero esto no es exacto. Está claro que el Pontificio Consejo habla en nombre de la Iglesia, pero no se trata de un documento del Magisterio, aunque la materia se preste a ser tratada por el Magisterio. Por eso, el reconocimiento que se hace de los valores comunes y el juicio sobre las posiciones luteranas no tienen valor magisterial, sino de simple sugerencia consultiva al Magisterio.
----------El documento retoma las verdades comunes, que ya habían sido reconocidas por el Concilio de Trento, el cual "pretende exponer a todos los cristianos la verdadera y sana doctrina de la justificación, prohibiendo severamente que de ahora en adelante nadie se atreva a creer de manera diferente, predicar o enseñar de otra manera que lo establecido y enseñado en este decreto" (Denz.1520).
----------Es interesante comparar la diversidad de enfoque del documento conciliar con la Declaración. En ambos se habla de diversidad. Pero es claro que mientras el Concilio con la expresión "creer diferentemente" entiende "falsamente", la Declaración habla de "diferentes elaboraciones" de la doctrina de la justificación; como para decir que, en el ámbito de la verdadera concepción establecida por el Concilio de Trento son posibles diferentes modos de entender la justificación, todos legítimos y por tanto no merecedores de condena.
----------Sin embargo, notamos que la verdadera concepción de la justificación se encierra en los límites de la concepción católica definida ya por el Concilio de Trento. Lo que, por tanto, emerge y es diferente, tanto de la concepción luterana como de cualquier otra concepción, es falso. Pensar de manera diferente en este caso quiere decir estar equivocado.
----------Por lo tanto, estemos atentos a no confundir lo diferente con lo falso. Lo "diferente" condenado por el Concilio, después de haber fijado la verdad, es evidentemente lo falso sustentado por Lutero, aunque él no sea nombrado. Nadie condena lo diferente como tal, que es un enriquecimiento y un añadido a lo verdadero y a lo bueno ya conocido. Mientras que lo diferente se suma a lo diferente en lo verdadero y en lo bueno en recíproca armonía (et, et), lo falso está excluido de lo verdadero y de lo bueno y es con él irreconciliable (aut, aut). Unir verdad con verdad es sabiduría y es cultura. Hacer coexistir lo verdadero con lo falso, quizás bajo el pretexto del pluralismo y de la diversidad, es servir a dos señores, es doblez y deslealtad.
----------El riesgo de un cierto falso ecumenismo (del que ya hemos tratado), ciertamente en contraste con aquel enseñado por el decreto Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II, es el de considerar al catolicismo y al luteranismo como dos modos diferentes, ambos igualmente legítimos, de ser cristianos. Esto, como ha enseñado siempre el Magisterio de la Iglesia desde la aparición de Lutero, es absolutamente falso.
----------En realidad, Lutero propone un cristianismo parcialmente falso, que, como tal, debe ser corregido. El mismo Concilio de Trento ha enseñado precisamente cómo debe ser corregido el luteranismo, aunque no haya tocado todos los puntos que se habrían podido tratar, y que han sido de varios modo abordados por el Magisterio posterior a Trento, hasta el Magisterio pontificio actual. Por ejemplo, la condena hecha por el papa Francisco del idealismo, del gnosticismo, del carismatismo subjetivista y del individualismo, ciertamente afecta al luteranismo en sus desarrollos modernos.
----------Por lo tanto, es un error gravísimo de ciertos teólogos modernistas de hoy sostener que el Tridentino se habría equivocado al condenar a Lutero. Por el contrario, la Iglesia, maestra de la verdad del Evangelio, nunca renunciará a este juicio, severo pero maternal, por el bien mismo de los luteranos y de toda la Iglesia.
----------Ya el Concilio de Trento, pero aún más el Concilio Vaticano II y en particular la Declaración han puesto de relieve los puntos en común entre catolicismo y luteranismo. Pero esto no quita que los luteranos, como se desprende de la misma Declaración, mantengan todavía hoy aquellos errores que la Iglesia siempre les ha impugnado, no obstante los progresos del ecumenismo, errores que, advierte el mismo Concilio, ellos deben corregir, si quieren estar en plena comunión doctrinal, litúrgica, disciplinaria y canónica con la Iglesia Romana.
----------Hay que decir que el Concilio de Trento no ha sido demasiado severo ni injusto hacia Lutero, y tampoco lo ha malinterpretado, como algunos quisieran hoy sostener, porque la Iglesia no se equivoca al juzgar en materia de fe. En efecto, el Concilio de Trento ni siquiera ha tomado en consideración condenar los errores que han corrompido en Lutero los presupuestos racionales de la fe (praeambula fidei), como el concepto de Dios, del hombre, de la razón, de la voluntad, de la ley moral, del pecado. Lutero sabía bien que sin Cristo no nos salvamos, pero él desprecia aquella razón que es imagen de Dios (cf. santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q.93, a.2) y que, como Juan el Bautista, prepara los caminos del Señor.
----------El documento que aquí estamos considerando, también menciona una supuesta "superación de las condenas", que ciertamente no puede referirse a las condenas pronunciadas por el Concilio de Trento, las cuales tienen carácter dogmático, ya que se trata de materia de fe, sino que probablemente se refiere a otras condenas formuladas por teólogos católicos en el curso de los siglos.
----------La Declaración, aparte de resaltar las verdades que los luteranos han conservado de la Iglesia católica, yuxtapone las tesis católicas y las luteranas en su evidente contraste, que es un contraste conocido desde siempre. El riesgo de este método puede ser el de dar la ilusión de encontrarnos ante dos diferentes interpretaciones de la justificación, considerando a entrambas legítimas.
----------En cambio, lo que la Iglesia espera desde hace cinco siglos de los luteranos es que corrijan sus errores, después de que el Magisterio de la Iglesia y los teólogos católicos tantas veces los hayan demostrado, aunque esto no quiere decir que no se pueda encontrar en el modo luterano de entender la justificación algún aspecto aceptable. Estos son los valores que ha llevado a la luz la actividad ecuménica de estos cincuenta años y que se desprenden de la propia Declaración.
----------En efecto, el documento presenta algunos puntos relativos al tema de la justificación, en los cuales, después de haber expuesto la parte de verdad común a católicos y luteranos, se confronta la posición católica con la posición luterana, y se resalta la verdad católica frente a la tesis luterana.
    
La gracia y el libre albedrío
   
----------Tengamos en cuenta que Lutero tiene de Dios un concepto horrible y aterrador, a tal punto que es difícil comprender cómo haya llegado a un concepto de ese tipo, siendo él, como era, doctor en teología, y se alcanza a comprender cómo él, en este punto fundamental, pudiera considerarse a sí mismo como cristiano, mientras que a veces parece más bien un blasfemo. Probablemente haya absorbido la idea ockhamista de Dios durante su formación teológica, en la que tuvo maestros ockhamistas.
----------Ahora bien, el franciscano inglés Guillermo de Ockham [1287-1347], en efecto, puesto que en Dios intelecto y voluntad se identifican, reduce el intelecto divino a la voluntad, por lo cual la omnipotencia divina no está fundada en la sabiduría, sino en sí misma. Santo Tomás de Aquino, en cambio, observa que en Dios su justicia depende de su sabiduría. Y por tanto "el decir que su justicia depende de la simple voluntad, es como decir que su voluntad no procede según el orden de la sabiduría: lo cual es blasfemo" (De Ver., q.23, a.6.). De ahí la idea aterradora que Lutero se había hecho de Dios.
----------Lutero, que pretende superar y repudiar cualquier metafísica para referirse directamente a la palabra de la Escritura, en realidad tiene como trasfondo de su teología la peor de todas las metafísicas: la de Ockham, cuyo Dios es el Dios pagano del Fatum, que nada tiene que ver con la Biblia.
----------Veamos algunos pasajes. Hace hipótesis absurdas: "Si Dios mismo apareciera en su majestad y dijera: no eres digno de mi gracia, cambio de idea y no mantengo mi promesa, no debería ceder y debería lanzarme durísimamente contra Dios (adversus Deum pugnandum acerrime)" (W XLIV,97, 38ss).
----------Lutero declara que Dios, al tentarnos, se contradice: "La tentación es una contradicción, porque Dios mismo se contradice a sí mismo, cosa imposible de comprender para esta carne. En efecto, necesariamente ella piensa: o Dios miente, lo cual es blasfemo; o bien me odia, lo cual es motivo de desesperación" (W XLIII, 202,16s). Surge la pregunta: ¿cómo han llegado a la mente de Lutero pensamientos de tal género? Una cosa es cierta: que en semejante marco teológico no tiene sentido hablar del libre albedrío del hombre. De hecho, con perfecta visión ockhamista, Lutero sostiene que "sólo Dios es libre".
----------Para la concepción que elabora Lutero, Dios hace que todo suceda con necesidad absoluta, el bien y el mal, la vida y la muerte, predestina tanto a la salvación como a la condenación. "Dios obra en nosotros tanto el mal como el bien, y todo lo que sucede es puramente necesario". Pero entonces, nos preguntamos, ¿el Dios de Jesucristo, tan misericordioso, es el mismo Dios o es otro Dios? Es, para Lutero, el mismo Dios, el cual, sin embargo, aparece malo a la razón y bueno a la fe.
----------El hecho es que, para el modo de pensar de Lutero, en realidad el libre albedrío no existe, no tanto y no sólo a consecuencia del pecado original, sino porque todo es necesitado por Dios: "La libertad es una pura ficción. Todo sucede por necesidad absoluta. Wyclif lo ha enseñado muy bien en un artículo condenado en Constanza". "En todas las criaturas todo se produce con necesidad. Debe quedar muy claro que Dios hace todo, tanto el mal como el bien. Tanto la vocación de Pablo como el adulterio de David son obra suya" (citado por el Dictionnaire de Théologie Catholique, col.1285).
----------"Dios no prevé nada en modo condicional; él prevé, prepara y hace todo con voluntad inmutable, eterna e infalible. Esta verdad derroca el libre albedrío y lo hace derrumbar en pedazos" (cit. por el DTC, col.1292). "Nosotros no hacemos lo que nos agrada en virtud de nuestro libre albedrío, sino lo que Dios ha previsto desde toda la eternidad y hace que suceda según su propósito y su poder infalibles e inmutables".
----------Lutero creía en la predestinación de los elegidos, y el Concilio de Trento, por su parte (véase: Denz.1540) no dejará de confirmar esta verdad enseñada por el apóstol san Pablo (Rm 8,29-30): se salvan aquellos a quienes Dios quiere salvar. Si viviera hoy, Lutero se habría opuesto a la herejía de Rahner, quien sostiene que todos se salvan. Pero el problema es que Lutero, al no reconocer el libre albedrío, no reconoce que quien no se salva, no se salva no porque Dios no quiera salvarlo, sino porque él no quiere salvarse. Para Lutero, incluso quien se condena, se condena porque Dios quiere condenarlo.
----------Para el Dios de Lutero es verdadero lo que para nosotros es falso; es justo lo que para nosotros es injusto; es posible lo que para nosotros es absurdo, y viceversa. No quiere algo porque es bueno, sino que algo es bueno porque lo quiere. Si él quiere la mentira o el adulterio o el asesinato, entonces son buenos. Es un Dios que piensa en modo contrario a como pensamos nosotros: inculpa al inocente y absuelve al culpable. De ahí la famosa convicción luterana de que la fe está en contra de la razón.
----------De ahí su doctrina de la justificación, que mezcla la gracia con el pecado, ya que Dios quiere tanto el pecado como la gracia. Dice Lutero: "Es voluntad de Dios que el hombre sea vencido por el pecado, más aún, incluso es voluntad de beneplácito. Sí, Dios quiere que el hombre sea vencido por lo que él, Dios, aborrece en sumo grado, y lo hace esclavo de lo que pretende castigar con el máximo rigor". Es una visión alucinante, que nos obliga a hacer las debidas distinciones, cuando confrontamos la concepción luterana de la justificación con la católica. Lo hermoso del caso es que entonces Lutero tendría la pretensión de haber descubierto la "libertad cristiana" contra la opresión y las mentiras del "papismo".
----------En este clima del "credo quia absurdum" (infeliz expresión atribuida a Tertuliano; con lo cual vemos que no ha sido Lutero quien ha inventado la oposición razón-fe), Lutero observa que Cristo se revela bajo apariencia contraria (sub contraria specie). Su gloria se esconde bajo la cruz. Y hasta aquí también estaría bien. Es verdad: el Cristo victorioso se esconde bajo la cruz; el Dios de la gloria se esconde bajo las humildísimas especies eucarísticas; parece humillarnos y en cambio nos glorifica. Pero entonces Lutero se desliza, por falsa consecuencia, en el absurdo. Según él, "la fe es creer la verdad bajo la mentira, creer que hay una verdad escondida contra la verdad manifiesta" (WXLII, 393,9s). No se limita a decir: lo que parece verdadero, puede ser falso, sino que dice: lo que es verdadero, puede ser falso.
----------Observa Walther von Löwenich: "La razón no se resigna al carácter paradojal del actuar divino. Para Lutero, la muerte es una palabra de Dios, ante la cual la razón es llevada a despreciar o blasfemar a Dios con inútiles preguntas" (cf. Theologia Crucis, EDB, Bologna 1975, p.102).
----------Se comprende entonces cómo Lutero rechaza la teología especulativa, por tanto, en sustancia, la contemplación y la visión beatífica. Con la especulación, según él, "se pretende subir al cielo para disertar sobre Dios considerado en sí mismo. Pero nosotros debemos huir de este Dios-en-sí-mismo. La naturaleza humana y Dios en si mismo, sin Jesucristo, son enemigos salvajes" (cit. por el Dictionnaire de Théologie Catholique en la voz Luther, col.1322). El hecho es que Lutero no comprende que para llegar a creer en Cristo, es necesario primero saber con la razón que Dios existe y desear conocerlo.
----------El problema que se mantiene es: ¿por qué el Dios de la razón debería ser tan odioso, cuando en realidad corresponde a la primera imagen espontánea y cierta de Dios que todo hombre razonable se forma al reflexionar sobre lo creado? ¿Por qué Lutero está tan perturbado y aterrado ante el Dios de la razón, sabiduría y bondad infinita, creador y providente, justo y misericordioso? Algunos plantean la hipótesis de que Lutero se resienta en estos pensamientos de un trauma psíquico recibido por una educación paterna excesivamente severa.
----------También cuando Lutero encuentra al Dios "misericordioso" de Cristo, no es que su drama sea resuelto, porque este Dios "misericordioso", como narra el mismo Lutero, en realidad sigue atormentando su conciencia, los remordimiento no desaparecen, la razón continúa siendo escandalízada, la experiencia de la concupiscencia está más viva que nunca, la inquietud interior permanece.
----------Lutero es incapaz de una mirada serena, desinteresada y objetiva sobre la realidad, como para motivar libremente la acción con el estímulo o impulso intelectual, acto del querer, que nace de esta mirada. Se diría que en Lutero el querer, para entrar en acción, no espera el juicio del intelecto, sino que impone al intelecto a su arbitrio una tesis práctica ya preconstituida. Se convence que se salvará aunque no esté arrepentido. Nadie podrá apartarlo de esta tesis, ni siquiera el papa León X. Y así para muchas otras cosas.
----------Amar la verdad, sí, pero debe ser la verdad-para-mí. Lutero se halla en un perpetuo estado emotivo, a veces de abatimiento, a veces de euforia, signo de temperamento pasional, que lo impulsa no a trascenderse en Dios, sino a hacer servir a Dios para sí, con el pretexto de que Cristo "ha venido a servir".
----------Ciertamente siente grandes y profundas aspiraciones a la salvación del hombre, pero, como buen discípulo de Ockham, carece de una verdadera capacidad abstractiva y, en consecuencia, de un verdadero sentido de la universalidad de los valores, por lo cual está enteramente concentrado en la concreción de su propio yo y de las situaciones concretas, también en vista de su salvación y la de la humanidad.
----------En definitiva, advirtiendo angustiosamente su pecado, Lutero tiene un temor irracional de Dios. Comprende que Cristo es el Redentor, por lo cual dice encontrar consuelo en Cristo; pero su Cristo no es el verdadero: es un Cristo que, con el pretexto de la misericordia y de la gratuidad de la salvación, no pone condiciones a la salvación, no dice "si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos", sino "serás salvo de cualquier modo, aunque no guardes los mandamientos; peca también tranquilamente, de todos modos, ya que soy bueno, te salvaré de todos modos. Basta que tú creas que te salvaré".

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