Es sumamente probable que las mismas dudas y perplejidades que manifestaba con total franqueza el cardenal Joseph Ratzinger, en una sugestiva conferencia suya en 2001, siendo por entonces Prefecto del dicasterio de la Fe de san Juan Pablo II, se mantuvieran más o menos vivas cuando el mismo Ratzinger, seis años después de aquel discurso, ya papa Benedicto XVI, se decidiera a establecer la pastoral litúrgica derivada de los dictados de Summorum pontificum en 2007. [En la imagen: fragmento de "La Ultima Cena", fresco de alrededor de 1302-1305, obra de Giotto di Bondone, en la Capilla Scrovegni o de la Arena, Padua, Italia]
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
domingo, 27 de agosto de 2023
Las dudas de Benedicto XVI sobre Summorum pontificum
Las perplejidades de Ratzinger en 2001
----------En el año 2001, en un Congreso sobre liturgia desarrollado en la abadía de Fontgombault, en el que también participaba el historiador italiano Roberto de Mattei, Joseph Ratzinger, por entonces Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sostenía que la que por esa época era considerada por algunos (e incluso por el propio Ratzinger) como deseable extensión del rito tridentino en el uso eclesial, debía ser atemperada o atenuada o moderada por la garantía episcopal de la unidad litúrgica en la diócesis (cf. Autour de la question liturgique. Avec le Cardinal Ratzinger, Actes des Journées liturgiques de Fontgombault 22-24 Juillet 2001, Association Petrus a Stella, Fontgombault, 2001).
----------En palabras de hace ya más de veinte años, que delineaban un amplio cuadro de posibles desarrollos litúrgicos futuros, era muy clara para Ratzinger (para su mente de teólogo y de pastor) la dificultad teórica y práctica de una solución que pudiera llegar a prever "formas paralelas" del mismo rito romano. Vale la pena leer íntegramente al menos un pasaje del texto de aquel discurso, dedicado a sopesar adecuadamente la cuestión de las competencias episcopales para garantizar la unidad de la Iglesia (edito en letra negrita las frases y expresiones que me parecen más sugestivas e importantes del texto):
----------"Por otra parte, todavía queda un problema: ¿cómo regular el uso de los dos ritos? Me parece claro que, en el Misal de Pablo VI está el Misal en vigor, y que su uso es el normal. Por tanto, debemos estudiar de qué manera permitir y conservar para la Iglesia el tesoro del antiguo Misal.
----------He hablado muchas veces en el mismo sentido que nuestro amigo Spaemann: si ha existido el rito dominicano, si ha existido -y aún existe- el rito milanés, ¿por qué no también el rito -digamos- 'de San Pío V'? Pero existe un problema muy real: si la eclesialidad deviene una cuestión de libre elección, si en la Iglesia hay iglesias rituales elegidas según un criterio de subjetividad, eso crea un problema. La Iglesia, está construida sobre los Obispos según la sucesión de los apóstoles, en la forma de Iglesias locales, por tanto con un criterio objetivo. Estoy en esta Iglesia local y yo no busco a mis amigos, yo encuentro a mis hermanos y a mis hermanas; y a los hermanos y a las hermanas, no se los busca, se los encuentra. Esta situación de no arbitrariedad de la Iglesia en la cual yo me encuentro, que no es una Iglesia de mi elección sino la Iglesia que se presenta a mí, es un principio muy importante. Me parece que las cartas de San Ignacio van muy fuertemente en esta línea de que este Obispo es la Iglesia; no es mi elección, como si yo voy con este grupo de amigos o con tal otro; yo estoy en la Iglesia común, con los pobres, con los ricos, con las personas que me son simpáticas y no simpáticas, con los intelectuales y los estúpidos; yo estoy en la Iglesia que me precede. Abrir ahora la posibilidad de elegir la propia Iglesia, 'à la carte', podría dañar realmente la estructura de la Iglesia.
----------Por tanto, debemos buscar -es lo que me parece- un criterio no subjetivo, para abrir la posibilidad del antiguo Misal. Me parece muy simple si se trata de abadías: es algo bueno; esto también corresponde a la tradición según la cual existían órdenes con un rito especial, por ejemplo los dominicos. Por lo tanto, abadías que garantizan la presencia de ese rito, o también comunidades como los dominicos de san Vicente Ferrier, u otras comunidades religiosas, o también fraternidades: éste me parece un criterio objetivo. Naturalmente, el problema se complica con las fraternidades, que no son órdenes religiosas, sino comunidades de sacerdotes no diocesanos que, sin embargo, ejercen su ministerio en las parroquias. Quizás, la parroquia personal sea una solución, pero tampoco está exenta de problemas. En cualquier caso, la Santa Sede debe abrir a todos los fieles esta posibilidad de conservar este tesoro, pero, por otra parte, también debe conservar y respetar la estructura episcopal de la Iglesia".
----------El detenido examen de este pasaje, no sólo muestra las luces y las sombras, las riquezas y las carencias, las verdades y los errores, que latían en el pensamiento teológico y pastoral del entonces Prefecto de la Fe. Un análisis atento de estas palabras del cardenal Joseph Ratzinger en 2001, no deja de lado cómo este texto, de hace veinte tres años, prefiguraba muy eficazmente los riesgos de esa condición de excepción que nació precisamente a partir del motu proprio Summorum pontificum en 2007, y que tras algo más de una década de vigencia de sus dictados, fue objeto de una extensa reconsideración eclesial, que condujo finalmente a la decisión del papa Francisco en 2021, abrogando Summorum pontificum y estableciendo nuevas normas de disciplina litúrgica con su motu proprio Traditionis custodes. Pero no vayamos tan rápido, y analicemos ahora detenidamente el razonamiento propuesto por el cardenal Ratzinger en 2001:
----------1. Joseph Ratzinger manifestaba en su conferencia de 2001, que si llegara a admitirse la vigencia contemporánea de dos formas rituales diferentes, sería necesario asegurar o garantizar que la relación entre las dos formas del mismo rito no intervenga para socavar o minar la unidad de la Iglesia.
----------2. Las soluciones, que podríamos llamar "clásicas" (que el propio Ratzinger parece confesar haber compartido) en realidad no parecen ser suficientes para resolver la cuestión: el hecho de que exista un "rito dominicano" o un "rito ambrosiano" no supera la cuestión que viene formulada así por el propio Ratzinger en su discurso: "si la eclesialidad deviene una cuestión de libre elección, si en la Iglesia hay iglesias rituales elegidas según un criterio de subjetividad, eso crea un problema".
----------3. Queda muy claro que para Ratzinger, el permitir elegir subjetivamente, "à la carte", la propia tradición ritual sería una forma de lesionar gravemente la unidad y la estructura de la Iglesia.
----------4. La posibilidad de recurrir a los tesoros del antiguo rito, o como decía el Cardenal, "al tesoro del antiguo Misal", en realidad no puede salvar este obstáculo, que no puede ser superado ni siquiera por la lógica monástica o religiosa. La Santa Sede, afirmaba Ratzinger, debe asegurar a los fieles la posibilidad de aprovechar esta riqueza, pero debe también conservar y respetar la estructura episcopal de la Iglesia.
La autoridad episcopal y Summorum pontificum
----------Seis años después de que el cardenal Ratzinger pronunciara esa conferencia, el motu proprio Summorum pontíficum abolía las lógicas del indulto de 1984 y de 1988, que atribuían a la autoridad episcopal local (es decir, al Obispo diocesano) la posibilidad de conceder las autorizaciones necesarias para hacer excepciones a una regla clara, tal cual es la normativa de la única lex orandi eclesial: el Novus Ordo Missae.
----------Tal lógica de los indultos de 1984 y 1988 se basaba precisamente en la admisión de que sólo un rito romano es el que está vigente, mientras que el otro rito, anterior históricamente, tiene una practicabilidad limitada, problemática y condicionada, la cual constituye una excepción a su normal condición de rito ya no en vigor, es decir, de rito no vigente, de rito abrogado.
----------Al haber cambiado en 2007, con el motu proprio Summorum pontificum, tal lógica de aquellos indultos, sustituyéndola por el paralelismo entre dos "usos" (o formas) del mismo rito romano, se comenzó a plantear de nuevo en la Iglesia (entre los Obispos, y entre los teólogos, canonistas, y peritos en liturgia) preguntas que la Sede Apostólica parecía haber dejado sin respuesta: ¿cómo podrían ahora los Obispos, con la disciplina impuesta por Summorum pontificum, garantizar la comunión eclesial en el plano litúrgico, discerniendo entre el uso ordinario y el uso extra-ordinario del rito romano? ¿De qué modo podrían los Obispos impedir la creación de un bi-ritualismo conflictivo y, por tanto, la introducción de divisiones, desacuerdos e incomprensiones en el cuerpo eclesial, no sólo en el ámbito litúrgico, sino también en la catequesis, en la formación clerical y laical, en la acción pastoral, en el testimonio y en la caridad?
----------En relación con las fundamentales temáticas contenidas en estas preguntas, la redacción o dictado del motu proprio Summorum pontificum tenía la característica de una gran vaguedad, por no decir de una manifiesta insensibilidad ante las problemáticas señaladas, atribuyendo además una competencia dirimente (que socavaba o pasaba por alto o puenteaba las competencias ordinarias de la Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos) en un primer momento a la Comisión Ecclesia Dei, y luego de desaparecido tal organismo, a una sección interna de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
----------A la distancia de veintitres años de aquel discurso del cardenal Ratzinger, y dieciseis años después de Summorum pontificum, hoy es posible reconsiderar la legitimidad y lo fundada que había sido aquella advertencia del entonces Prefecto de la Fe en 2001, para que dos décadas después, en 2021, el papa Francisco pudiera sustituir la precaria solución del "paralelismo ritual" por una verdadera (aunque es cierto que sólo potencial) "reconciliación litúrgica", que asegure al único rito común toda la riqueza que la tradición litúrgica ha sabido elaborar, para ser fiel no sólo a su pasado, sino también a su futuro.
Las nuevas posibilidades de hoy
----------Respecto a aquel texto del cardenal Joseph Ratzinger en la Abadía de Fontgombault, en 2001, creo que se pueden hacer al menos tres observaciones más:
----------1. La lógica de disciplina litúrgica del indulto (como los indultos litúrgicos de 1984 y 1988) es remedio "in extremis". Es cierto que es un camino siempre posible, que nunca puede ser excluido y que permite derogar una norma general con una excepción, la cual puede ser establecida por el Obispo local. Al fin de cuentas, esta lógica del indulto es la que ha retomado el Santo Padre en 2021, con el motu proprio Traditonis custodes, devolviendo a los Obispos, en sus respectivas diócesis, sus plenas competencias litúrgicas. Sin embargo, en realidad, no hay que perder nunca de vista que el recurso al indulto litúrgico es siempre un remedio "a posteriori", que no aborda real ni acabadamente la cuestión de la "reconciliación litúrgica".
----------2. A la luz de los acontecimientos contrastantes y nada pacíficos de los catorce años de vigencia de Summorum pontificum (que podrían ser entendidos como dos décadas, a partir de la instrucción Liturgiam authenticam del 2001), ha sido evidente la necesidad de asumir una verdadera pacificación o "reconciliación litúrgica", más allá de Summorum pontificum, aunque a decir verdad también más allá de la vía "brevior" del indulto. En otros términos: una verdadera reconciliación litúrgica debe excluir no solamente el camino general del paralelismo entre formas rituales ordinarias y extraordinarias (o de las normativas generales y de excepción en el rito romano), tal cual lo ha establecido Traditionis custodes, sino también del recurso al indulto. Y ello para asegurar una comunión ritual que valore las diversidades internas de la tradición litúrgica común, es decir, entre lenguajes verbales y no verbales, entre expresión y silencio, entre movimiento y estasis, entre expresiones hablables y no hablables, entre asunción de la iniciativa y pérdida de la iniciativa, entre acción y pasión.
----------3. El nuevo modo de pensar el "ars celebrandi", no sólo como obediencia a las rúbricas, sino también como activación de todos los lenguajes, es el lugar de la comunión ritual del cristiano con su Señor, en la Iglesia. Se trata de las dos definiciones de ars celebrandi, que se encuentran expresadas por el papa Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum caritatis, en los nn. 38 y 40, precisamente en su diferencia armónica, y que son las que abren un nuevo horizonte a la pax litúrgica. Son precisamente las ideas que ha retomado el papa Francisco en su carta apostólica Desiderio desideravi de 2022.
Conclusiones
----------Para que el lector advierta claramente la legitimidad de este breve corolario conclusivo con el que cerraré mi artículo, repetiré ahora un pasaje del discurso ya citado del cardenal Joseph Ratzinger en 2001. El entonces Prefecto del dicasterio de la Fe se expresaba en estos términos:
----------"Si la eclesialidad deviene una cuestión de libre elección, si en la Iglesia hay iglesias rituales elegidas según un criterio de subjetividad, eso crea un problema. La Iglesia, está construida sobre los Obispos según la sucesión de los apóstoles, en la forma de Iglesias locales, por tanto con un criterio objetivo. Estoy en esta Iglesia local y yo no busco a mis amigos, yo encuentro a mis hermanos y a mis hermanas; y a los hermanos y a las hermanas, no se los busca, se los encuentra". Vale decir, era claro en el discurso de Ratzinger en 2001 el rechazo a los criterios meramente subjetivos para determinar la praxis litúrgica en la Iglesia.
----------Pero seis años después, el 7 de julio de 2007, el papa Benedicto XVI, en la Carta a los Obispos que acompañaba al motu proprio Summorum pontificum, decía entre otras cosas:
----------"Muchas personas que aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y que eran fieles al Papa y a los Obispos, deseaban no obstante reencontrar la forma, querida para ellos, de la sagrada Liturgia. [...] "también personas jóvenes descubren esta forma litúrgica [el Misal de 1962], se sienten atraídos por ella y encuentran en la misma una forma, particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía". Ahora no se rechaza lo subjetivo.
----------Parece del todo claro que los criterios con los cuales la Carta a los Obispos del 7 de julio de 2007 justificaba la repristinación de la liturgia de 1962 son de carácter subjetivo ("deseo", "forma por ellos querida", "sentirse atraídos", "forma adecuada a ellos", etc.), y esto, como señala el cardenal Ratzinger en 2001, crea un problema ("cela crée un problème" decía en su discurso en francés). Y el problema, como decía claramente e indudablemente el propio Ratzinger en 2001, es de carácter eclesiológico, vale decir un problema en el plano de la teología dogmática y sistemática acerca de la unidad y de la estructura de la Iglesia.
----------El problema es objetivo. La contradicción entre ambos textos es obvia. ¿Podía pasarle por alto al papa Benedicto XVI en 2007 la contradicción que a nivel teórico quedaba manifiesta entre el texto de su Carta a los Obispos y el texto de su discurso en Fontgombault seis años antes? Parece que no, dada la altura y profundidad del pensamiento teológico de Joseph Ratzinger. ¿Podía pasarle por alto al papa Benedicto XVI, en una supuesta imprudente imprevisión pastoral, los peligros que acarrearía para la existencial unidad eclesial esta contradicción teórica llevada a la práctica litúrgica? Mi respuesta es afirmativa.
----------Como vengo diciendo en repetidas ocasiones en mis artículos de este blog, el problema que planteaba el motu proprio Summorum pontificum no es ante todo de orden de disciplina litúrgica, ni de pastoral litúrgica, sino fundamentalmente de nivel teológico sistemático, en concreto: eclesiológico. Ello había sido advertido por Joseph Ratzinger al menos ya en 2001, como hemos demostrado. Y dada la objetividad de este problema, que creo haber demostrado suficientemente en este y en anteriores artículos, considero más que probable que las mismas dudas y perplejidades que acerca de esta cuestión latían en Joseph Ratzinger en 2001, pervivían también de algún modo cuando, siendo papa Benedicto XVI promulga en 2007 Summorum pontificum.
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Estimado Filemón,
ResponderEliminarsus argumentos son inconluyentes.
Las dudas que usted señala en Joseph Ratzinger acerca de la convivencia de las dos formas del rito romano, la ordinaria y la extraordinaria, existieron, ¡pero en 2001!, cuando el cardenal Ratzinger no estaba todavía asistido por el carisma petrino. Esas mismas dudas ya no existían en él en 2007, pues desaparecieron de su mente al ser asistido por la gracia de la infalibilidad.
Estimado Fabián,
Eliminar1) los argumentos que he dado acerca de las probables dudas de Benedicto XVI acerca Summorum pontificum en 2007 creo que son bastante convincentes, dado que se trata de graves dificultades o aporías que se ubican en el plano teológico sistemático (eclesiología), en el plano del derecho canónico, y en el plano pastoral. Existían esas dudas en 2001, y es difícil de suponer que hubieran desaparecido poco tiempo después,en 2007.
El propio Joseph Ratzinger en 2001, apenas seis años antes de SP, señala la aporía más pesada y fuerte: la eclesiológica.
2) Es cierto que las dudas no coexisten con el don gratuito de la infalibilidad pontificia. Es más, las dudas no coexisten con la fe teologal de cualquier fiel católico. Pero las dudas a las que me refiero en este artículo no tienen nada que ver con el carisma de la infalibilidad pontificia, porque se ubican en el plano teológico, o en el plano canónico o en el plano pastoral, y no en el plano de la doctrina de fe.
Estimado Filemón,
ResponderEliminarpermíteme una pequeña corrección terminológica.
Para referirse a lo que Benedicto XVI llamó en Summorum Pontificum "forma ordinaria" y "forma extraordinaria", o bien "uso ordinario" y "uso extraordinario", no se debiera usar el término rito, tal como lo usas en este texto, como por ejemplo "rito vigente" y "rito ya no vigente". Yo entiendo perfectamente lo que quiere decir, y no dudo que sea correcto. Pero para ser más precisos, hay que evitar el uso de la palabra "rito" en el mismo sentido de los términos "forma" o "uso" a los que recurrió Benedicto. Vale decir, la confusión puede provenir de que estamos hablando de un solo rito, y no de dos. Estamos hablando un solo rito, del único rito romano en su devenir histórico, según el novus ordo y según el vetus ordo, es decir, según dos usos o formas que se dieron sucesivos en la historia.
Estimado Berengario,
Eliminaracepto en todos sus términos tu oportuna corrección.
Supongo que pese a la ambigüedad de mi expresión, igualmente se ha entendido lo que he querido decir.
Pero es cierto lo que tú dices, se trata de un único rito romano, cuya formulación (su "forma", su "uso", su "legislación eclesial) va evolucionando, va cambiando, adecuándose a los tiempos históricos. Por eso decimos que el rito romano, en su formulación del Misal de 1962, ha cambiado y ha sido sustituída por su formulación en el Misal de 1969.
Te agradezco tu oportuna intervención.
Lo afirmado por el cardenal Ratzinger en 2001 acerca de que "...si ha existido el rito dominicano, si ha existido -y aún existe- el rito milanés, ¿por qué no también el rito -digamos- 'de San Pío V'?...", es un argumento irrefutable.
ResponderEliminar¿Por qué razón se debería permitir en Milán el rito ambrosiano, y no se podría permitir a determinadas comunidades eclesiales la celebración de la Misa con el rito de san Pío V?
Estimada Dulcinea,
Eliminarla frase del cardenal Ratzinger, del 2001, que usted cita, es, precisamente, uno de los puntos más débiles de la argumentación del entonces Prefecto del dicasterio de la Fe.
Es muy sorprendente que Ratzinger haya argumentado de esa manera.
Precisamente se está hablando de ritos: el rito dominicado, el rito ambrosiano y, el que está en cuestión, el rito romano.
Pues bien, cada rito tiene en sí mismo una historia, un desarrollo histórico de sus formas verbales y no verbales. Y los fieles pertenecientes a cada Rito deben aceptar las formas que se van dando en ese mismo rito a través de la historia.
El Misal de 1962 y el Misal de 1969, no son dos ritos distintos. Es el mismo rito romano, en dos formas históricas diferentes: la de 1969 es la que ha reemplazado a la de 1962.