En este artículo (en cinco partes que iremos publicando día a día), me propongo exponer brevemente, todo cuanto los fieles cristianos hemos recibido de más significativo de los Papas de la modernidad hasta la actualidad, y ello sobre dos frentes: las señalizaciones de los males y los estímulos al bien, dos frentes que los distinguen en Papas combativos y Papas propositivos o proactivos. En todo este ensayo no perderemos de vista que los Romanos Pontífices son nuestros guías en la confrontación con el mundo moderno. [En la imagen: fragmento de "Retrato del Papa León X con dos cardenales, Giulio de Medici y Luigi de Rossi", óleo sobre tablero, pintado en 1518 por Rafael Sanzio, conservado y expuesto en la Galería Uffizi, en Florencia, Italia].
La formación del mundo moderno
----------Con el cisma de Oriente del 1054, mientras los hermanos orientales detenían el desarrollo doctrinal de la Iglesia en ese momento y desde entonces han permanecido detenidos allí (en ese estadio de la doctrina), la Iglesia católica ha continuado progresando y avanzando en el conocimiento de la revelación cristiana, perfeccionando, gracias a las aportaciones de una sana filosofía, los instrumentos lógicos y conceptuales para profundizar cada vez mejor las ilimitadas riquezas del misterio de Cristo.
----------Sin embargo, ha sucedido que a partir del siglo XIV ha surgido un tipo de teología, como por ejemplo la de Guillermo de Ockham [1287-1347], que rechazó el recurso a la utilización de la filosofía aristotélica, purificada por santo Tomás de Aquino, para la comprensión y la formulación verbal y conceptual del dogma cristiano, y en cambio comenzó a recurrir a los antiguos escépticos y sofistas griegos, los cuales, con su negación de la verdad, volvían imposible el acceso a la Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura, o al menos falsificaban o cercenaban su significado y su sublime riqueza.
----------Este tipo de teología, básicamente ockhamista, fue la teología adoptada por Martín Lutero [1483-1546], quien persuadió a muchos católicos para que lo siguieran, abandonando la guía o dirección doctrinal que ejercían los Papas apoyando la interpretación que el tomismo daba del dato revelado, y convenciéndolos de que fuera él quien revelaba el verdadero significado de los Evangelio después de siglos que, al decir de Lutero, había sido falsificado por la teología escolástica protegida y recomendada por los Papas, de modo que según Lutero ya no se podía confiar en la guía de los Papas en la interpretación de la Escritura, sino que si se quería conocer el auténtico Evangelio, todos tenían que escucharlo a él.
----------¿Pero, cómo ha podido Lutero ejercer una tal influencia, todavía hoy vigente, desprovisto como estaba del mandato encomendado por Cristo a Pedro de confirmar a sus hermanos en la fe, con la pretensión de corregir la enseñanza del Vicario de Cristo? Lutero logró en su momento, y sigue logrando, persuadir a muchos de que el cristiano conoce la verdad evangélica en la escucha directa del Espíritu Santo en contacto directo con la Escritura, a lo sumo con la ayuda de un teólogo o de un exégeta, pero sin necesidad de la mediación del Papa, porque fue seducido y confundido por las ideas de Ockham, el cual sostenía la libertad y el derecho de cada uno en el campo del saber y por tanto de la moral para distinguir lo verdadero de lo falso, argumentando no en base a razones universales y objetivas, que no existen, sino en base a razones particulares, que son las únicas reales, existentes y válidas, ligadas a la fuerza intuitiva del singular individuo juzgante.
----------Como se podía prever, este modo de concebir la interpretación de la Sagrada Escritura, sustraida a la guía de aquel que por nuestro Señor Jesucristo ha sido constituido garante de la verdad evangélica, Pastor universal de la Iglesia, infalible y definitivo intérprete de la Palabra de Dios, principio de la unidad, de la concordia y paz de la Iglesia, y encomendada a la opinión de cada cristiano individual, convencido de poseer el Espíritu Santo, estaba hecho a propósito para crear en la Iglesia el disenso, la división, el desacuerdo, la acusación recíproca, el contraste, el conflicto, en fin, la guerra.
----------Naturalmente, los términos del conflicto, como quisieran hacernos creer los escépticos, no fueron entre dos partidos que quieren imponer el uno al otro sus propias ideas subjetivas, sino que fueron el contraste entre los católicos que se mantuvieron fieles al Papa y los luteranos que se rebelaron al Papa. Sin embargo, dada la fragilidad humana presente también en los católicos, no podía no suceder, en las terribles guerras de religión que habrían de arrastrar a Europa a mediados del siglo XVII, una animadversión o animosidad, y una facciosidad presentes no sólo en los luteranos sino también en los católicos.
----------Este hecho de mutua animadversión, comprensiblemente, provocó en Europa un extendido estado de ánimo de amargura, de desconcierto, de escepticismo, de desconfianza en la posibilidad de la razón y de la fe para captar la verdad en materia filosófica, religiosa, moral y teológica. A muchos les pareció que las bases del saber comúnmente y tranquilamente aceptadas desde los primeros siglos del cristianismo, se estremecían. La profundización de los estudios históricos hizo descubrir la falta de fiabilidad de muchos relatos relacionados con la historia de la Iglesia. De este clima de incertidumbre y de desesperación, en el cual parecía ya perdida la unidad intelectual europea, surgió René Descartes [1596-1650] para proponer el método que, según él, era fácil y accesible a todos, para fundar la verdad y la certeza del saber, para permitir a la razón el máximo de sus prestaciones, hacernos dueños de la naturaleza y alcanzar la verdad en todas las ciencias.
----------Ya no se trataba de partir de la experiencia de las cosas para llegar al conocimiento del espíritu y de la existencia de Dios, porque para demostrar estas cosas bastaba la auto-conciencia. Ya no se trataba de mirar hacia afuera y hacia lo alto, sino que bastaba mirar dentro de la propia conciencia. Ya no se trataba de basarse en la consideración del ente, sino del propio yo. Ya no era cuestión de adecuar el intelecto a una realidad externa, sino de decidir cuál es a mi juicio la verdad. Al final, se escuchaba a los sentidos, y así se podía construir la ciencia física y la técnica, pero solo porque se consideraba que no fueran los sentidos los que conducían al cogito, sino que era el cogito el que garantizaba la veracidad de los sentidos.
----------Todo el saber, por tanto, debía ser derivado de la razón entendida como espíritu y auto-conciencia; ya no tenía sentido un saber de fe basado en la autoridad de Dios revelante y de sus vicarios en la tierra. La obediencia a alguien considerado autorizado o autoritativo ya no podía fundar ningún saber, que se basaba sólo sobre la evidencia y la demostración. La verdad es universal porque la razón es igual en todos, pero la razón es suficiente para alcanzar también las más altas formas del saber, sin necesidad de aprender algo de una autoridad superior, mediadora de la verdad divina, incluso aunque ella fuera Dios mismo.
----------Pero el conocimiento inmediato del yo y del espíritu, del que Descartes se jactaba contra la gnoseología aristotélico-tomista que capta la realidad espiritual indirectamente, por vía de causalidad, de eminencia y de analogía, ¿constituía verdaderamente un mejor método para saber lo que es el espíritu y apreciarlo en su verdadero valor? En absoluto, de ninguna manera. De hecho, el método cartesiano confunde lo espiritual con lo ideal, reduce, como hará luego George Berkeley [1685-1753], la materia a espíritu, y provoca por contrapeso la idea de John Locke [1632-1704], quien sostiene la posibilidad de que la materia o una máquina pueda pensar. David Hume [1711-1776] llegará a decir que el espíritu es objeto de sensación, y posteriormente Charles Darwin [1809-1882] llegará a identificar al hombre con el animal.
----------En la teología de Descartes, explicitada luego por Immanuel Kant [1724-1804] y por la masonería, Dios, por tanto, existe, pero sólo como ideal supremo de la razón, no como si fuera un personaje sobrehumano y celestial omnipotente que ordena al hombre lo que debe hacer, porque la razón ya sabe por sí misma cuáles son sus deberes. Es cierto que François-Marie Arouet Voltaire [1694-1778] y Maximilien Robespierre [1758-1794] hablarán de Ente supremo, pero este Ente supremo es un simple concepto de la razón y no va más allá de lo que la razón puede comprender, por lo cual sigue siendo inmanente a la razón y sería absurdo concebirlo como ente personal trascendente con el cual interactuar o dialogar y del cual recibir la revelación de su esencia, de su voluntad y de nuestros deberes.
----------La verdad, por consiguiente, existe y es universal, es verdad igual para todos, pero no depende ni de la experiencia, ni de la inducción, ni de la obediencia, ni de la fe, sino que la verdad depende sólo de la razón entendida como auto-conciencia, de la voluntad y por tanto de la libertad.
----------Los principios cartesianos no tuvieron tanto éxito entre los católicos, quienes, advertidos también por la Iglesia (recuérdese que en 1663 las obras de Descartes se incluyeron en el Índice), se dieron cuenta del engaño y se mantuvieron fieles al realismo bíblico-tomista, pero encontraron favor en Alemania, donde surgió la Fraternidad Rosacruz, a la cual Descartes se adhirió en secreto y Gottfried Leibniz [1646-1716] abiertamente. Los Rosacruces nacieron en clima luterano, pero en la convicción de que no podía existir una religión universal, única para todos, instituida por Dios o por un representante suyo, una religión que fuera reguladora universal de la conducta humana, amenazando con el castigo eterno a los que no obedezcan.
----------Por el contrario, mediante la constatación de los hechos, surge entonces la convicción del derecho a la existencia de una pluralidad de religiones según el variado sentir o el variadísimo opinar de los hombres, mientras que es posible y necesario hablar de una única religión racional y universal, que la masonería se encargará de custodiar y proteger, una religión que rinde culto al Ente supremo, arquitecto del universo, reivindicador de los derechos humanos y vértice supremo del poder de la razón.
----------Se pierde la conciencia de que la pluralidad de religiones, que conlleva profundos contrastes, más allá de legítimas diversificaciones de carácter secundario, que las enriquecen recíprocamente, depende del variado modo con el cual se corrompe la única verdadera religión, que es la cristiana, así como las enfermedades son muchas mientras que la salud es una sola. Pero una religión basada en una revelación de parte de Dios debe ser excluida como ofensa a la razón y a la libertad.
----------Estas ideas pasaron a la Inglaterra anglicana a principios del siglo XVIII y así nació la masonería, no exenta de vínculos históricos con las empresas constructoras del siglo XV en territorio católico, pero que luego, con la difusión del luteranismo, pasadas al luteranismo, habrían de dejar de ejercer el arte de la albañilería y lo habrían de transfigurar en el sentido de construir el edificio del espíritu independientemente y en contra de la Iglesia católica y en todo caso en armonía con la Iglesia luterana o la anglicana.
----------De esta manera, la gnoseología masónica está jerarquizada según los tres grados de la gnosis: los ílicos, los psíquicos y los pneumáticos. Los grados inferiores de la masonería, exotéricos, aceptan el realismo aristotélico como método del conocimiento experimental del hombre, de la naturaleza y de la sociedad, compartiendo la concepción común de la técnica, del derecho, de la política y de la economía. Aquí la masonería no se distingue de las comunes concepciones del derecho natural, del saber científico-técnico, de la ética y religión natural. En este ámbito podemos hacer referencia a la ética kantiana.
----------Los grados medios son iniciáticos y asumen la gnoseología idealista-panteísta del idealismo alemán. Aquí podemos hacer referencia al idealismo de Johann Gottlieb Fichte [1762-1814], filósofo de la masonería. Los grados más altos son gnósticos, esotéricos y reservados a los iniciados. Aquí el clarividente o gnóstico se eleva al conocimiento secreto de la divinidad del hombre como vértice supremo de la conciencia auto-trascendente del yo según el principio de la libertad simbolizado por la serpiente genesíaca, por Lucifer o Satanás. Si de "satanismo" aquí se puede hablar, no se trata sin embargo de explícito culto al demonio, cuya existencia el masón no admite. Pero en cambio, es fuertemente de temer que el gnóstico, con una tal auto-exaltación del yo, caiga víctima de los engaños del Tentador.
----------Lo que sorprende en la masonería es el hecho de que por una parte ella propone el modelo de una sociedad de iguales, no jerarquizada. Y en nombre de este proyecto ella promueve el derrocamiento de la monarquía y de la nobleza en la Revolución Francesa. La masonería, si pudiera, abatiría también el elemento jerárquico de la Iglesia, según el modelo luterano.
----------Y de hecho hoy la masonería se esfuerza a más no poder y con todos los medios posibles, por degradar, banalizar, disolver y anular el ministerio petrino y poner al Romano Pontífice a la par de cualquier otro miembro del pueblo de Dios. La masonería aboga por la sinodalidad no porque la vea animada por el carisma episcopal, sino sólo porque ve en ella falsamente una copia del populismo de Jean Jacques Rousseau [1712-1778] o, a lo sumo, de la concepción luterana del sacerdocio común de los laicos. Pero he aquí que entonces, por otra parte, la masonería está ella misma caracterizada por una cantidad desproporcionada de grados jerárquicos de pertenencia, lo que la hace caer en el ridículo.
----------Asimismo, la masonería se presenta fundada en la más rigurosa y exigente racionalidad y método científico, y basada en el repudio absoluto de toda irracionalidad y superstición, hasta el punto de rechazar la más que razonable aceptación de los contenidos del misterio cristiano, objeto de la revelación hecha por nuestro Señor Jesucristo a la humanidad, misterio custodiado por la Iglesia, mientras que por su parte el masón de los grados superiores se jacta de un poder intelectual infinito, una clarividencia suprema, que le fue comunicada por Lucifer, como desarrollo último de los grados medios idealistas, transmitida por tradición por los maestros, tal como para permitirle elevar la mirada a la altura de la luz divina, que lo hace superior a la visión cristiana, la cual es juzgada irracional e inaceptable.
----------La masonería es hoy el peligro más grave para la Iglesia por su capacidad de infiltrarse en ella y dañarla desde el interior, sin que muchos fieles y pastores se den cuenta. Ella daña más que el protestantismo, más que el marxismo, más que el islamismo, más que el judaísmo, más que el hinduismo, más que el budismo. Esos fieles, en efecto, son llevados gradualmente, mediante habilísimos artificios, a falsear el concepto de Iglesia transformándola en un ente puramente mundano, de modo tal que ellos creen en cierto punto que están en la Iglesia, mientras que en realidad se han convertido en esclavos del mundo.
Cómo nos han guiado los Papas
----------Los Papas, cada uno en su momento, son nuestros maestros de la fe. Poseen las llaves del Reino de los Cielos, son encargados por nuestro Señor Jesucristo de confirmarnos en la fe y de pastorearnos como buenos pastores, con justicia y misericordia. Sé que a veces parece que en lugar de mostrarnos el rostro de Cristo, nos lo ocultan; en vez de hacer claridad, crean confusión, en vez de hacer justicia toleran a los prepotentes y a los herejes, en vez de favorecer la concordia son facciosos y divisivos.
----------Pero nosotros debemos saber ir más allá de estos defectos humanos y no sustraernos a su guía evangélica, de lo contrario sólo nos dañaremos a nosotros mismos y al prójimo. No debemos estar demasiado seguros de lo que debería o no debería hacer el Papa, porque no sabemos lo que haríamos nosotros en su lugar. Nosotros debemos preocuparnos por dar el buen ejemplo y ayudarlos en su difícil ministerio, en lugar de tener siempre algo de qué lamentarnos o instrumentalizarlos para nuestra conveniencia.
----------De hecho, cada uno de los Romanos Pontífices podría decir lo que Cristo se ha atribuido a sí mismo: "dichoso el que no se escandalice de mí", se trate de san Pedro o san León Magno, o san Gregorio Magno, o Inocencio III, o Bonifacio VIII o Urbano VI o Alejandro VI o León X o san Pío V o el beato Pío IX o san Pío X o san Juan XXIII o Benedicto XVI el papa Francisco.
----------Los Romanos Pontífices nos guían en materia de fe no sólo con actos personales de gobierno, sino también presidiendo los Concilios Ecuménicos y mediante los organismos de la Curia Romana. Cuando los Papas tratan de materia de fe o relacionada a la fe como maestros de la fe, siempre nos enseñan la verdad de fe gracias a la asistencia de la cual gozan por parte de Cristo prometida a Pedro. No nos dicen cosas que subsecuentemente podrían ser negadas o cambiadas, sino cosas que permanecen para siempre y no pasan, porque reflejan las palabras de Cristo. Su enseñanza está sujeta a diferentes grados de autoridad que no conciernen a los contenidos, como si fueran inmutables sólo en los grados superiores, porque ellos son inmutables en todos los niveles, siendo siempre una materia de fe.
----------Estos grados de autoridad magisterial, en cambio, están motivados sólo por exigencias pastorales: si un Papa quiere enseñar en modo solemne a fin de que cesen de una vez por todas las dudas e impugnaciones, usa un tono perentorio haciendo apelación a su poder para definir de una vez y para siempre la verdad. Tenemos entonces las definiciones dogmáticas, sobre todo las de los nuevos dogmas.
----------Si, por el contrario, simplemente quiere decirnos cómo son las cosas, se limita a proponernos la doctrina con simplicidad sin particulares recomendaciones. En todo caso, el fiel debe comprender que aquí también el Papa o el Concilio o en todo caso quien habla en nombre del Papa no se equivoca al verificar la materia de la aserción o de la proposición: si se trata de materia de fe o conexa con la fe, la enseñanza es, sin más, inmutablemente verdadera. Si, por el contrario, toca temas profanos o asuntos opinables o teorías no demostradas o medidas disciplinarias o jurídicas, la sentencia o la decisión se presume tomada con prudencia, puede exigir nuestra obediencia, pero no vincula la adhesión de nuestro intelecto porque no pone en juego la fe y puede tratarse de intervenciones equivocadas o en todo caso reformables.
----------En este artículo me propongo exponer, lo más brevemente posible (aunque en cinco partes) cuanto hemos recibido de más significativo de los Papas de la modernidad sobre dos frentes: las señalizaciones de los males y los estímulos al bien, dos frentes que los distinguen en Papas combativos y Papas propositivos. La era moderna, como sabemos por una bien conocida convención histórica, inicia con el descubrimiento de América en 1492. Es un hecho simbólico, para representar la ampliación de la visual desde Europa hacia el resto del mundo. Con el término "moderno" se pueden entender dos cosas: moderno, en el sentido que existe hoy. O bien moderno en el sentido de un hoy más avanzado que el ayer.
----------Ahora bien, planteemos ante todo algunas preguntas. ¿Cuál es el significado del fin del Medioevo? ¿Qué habíamos obtenido? ¿Qué se había iniciado? ¿Un progreso, un avance o una decadencia? La civilización, la cultura, la ciencia, la humanidad, las virtudes, ¿habían progresado o habían retrocedido? ¿Quién es el que ha tenido la idea de llamar "humanismo" y "renacimiento" a la nueva civilización que ha considerado superar a la medieval y ser mejor? Esta nueva civilización, surgida de Florencia en el siglo XV, ¿podía efectivamente presumir de haber superado a la medieval de Carlomagno, de Inocencio III, de san Bernardo, de santo Tomás de Aquino, de san Buenaventura, de los grandes Concilios antropológicos como el IV Lateranense de 1215 y el Viennense de 1312, de san Luis IX, del feudalismo, de las Cruzadas, de las catedrales, de los Benedictinos, de las Órdenes mendicantes de los Franciscanos y los Dominicos?
----------Este "Renacimiento" ¿ha sido un renacimiento de qué? ¿Y acaso es que la Iglesia medieval no ha tenido respeto por la dignidad humana? ¿Acaso es que el católico medieval no sabía qué es el hombre, cuál es su fin, cuáles son las normas del actuar humano, cuáles sus miserias, cuál el camino a recorrer para llegar a la salvación, a la santidad y a la bienaventuranza, cuál debía ser el ordenamiento de la sociedad para asegurar la justicia en el respeto del poder espiritual de la Iglesia?
----------¿Acaso es que el católico medieval, gracias a la intensa y sabia obra de discernimiento que se había iniciado con los Padres y completado con los Doctores, no había realizado ya una labor de cribado en el patrimonio del paganismo, valorizando lo que podía servir y descartando lo dañoso? ¿Había necesidad de Marsilio Ficino [1433-1499] y de Giovanni Pico della Mirandola [1463-1494] para descubrir o redescubrir la dignidad del hombre? ¿Ha sido por casualidad que el Humanismo florentino del siglo XV fuera a volver a pescar ideas paganas que ya habían sido descartadas por su peligrosidad? ¿No será que la religión se comenzó a confundir con la magia y la mística con los misterios paganos?
----------Todos conocemos los defectos de la cristiandad medieval y nadie quiere recaer en ellos. Nadie ignora los progresos de las ciencias y de la técnica que siguieron al Medioevo gracias a la aplicación del método cartesiano y galileano. Nadie tiene hoy nostalgia de la medicina medieval, del viajar a pie o a caballo, del feudalismo, de las Cruzadas, de la Inquisición, del Sacro Romano Imperio, de la fe católica impuesta a todos, del gueto de los Judíos o del poder temporal de los Papas.
Vengo leyendo, sigo leyendo, y seguiré leyendo sus artículos con sincero interés y afecto, pero tenemos una posición absolutamente diferente sobre el papa Francisco: así como hay un velo sobre los judíos respecto a Jesús, de la misma manera, pero en sentido contrario, hay un velo sobre usted respecto a Bergoglio. Él no puede ser nuestro guía frente al mundo de la modernidad.
ResponderEliminarEstimado hermano: la verdad desnuda y cruda es que este argentino no es católico sino solapado gnóstico y comunista, y sobre todo no es el Papa.
Le prometo mis oraciones, pero dudo que usted las escuche. Sin embargo ustedes, los sacerdotes, todavía están a tiempo de darlo vuelta todo y ayudar al Pequeño Resto a liberar a la Iglesia de los frutos podridos del Concilio (tanto a la derecha como a la izquierda).
Saludos, y rezo por usted.
Fernando
Estimado Fernando,
Eliminarcamino mi quinta década como sacerdote, y por algún tiempo he podido desarrollar un trabajo cercano al papa Juan Pablo II. Gracias a ello, he adquirido una valiosa experiencia sobre cómo se debe evaluar el pensamiento y la obra de un Papa. Sé cuáles son los límites de la correcta crítica, límites que no se deben traspasar, aunque dentro de los cuales se puede y se debe hacer alguna observación al Papa, siempre con respeto y espíritu de colaboración.
Esta, mi competencia, modesta por cierto, sin embargo me es suficiente para hacerme comprender con seguridad que el acusar al Papa de no ser católico es una pura y simple calumnia y una gravísima injuria, las cuales, si hacen daño a la buena reputación del papa Francisco, dañan sobre todo nuestra alma, ya que es el Sucesor de Pedro quien dispone de las llaves del Reino de los Cielos, por lo cual, lo cierto es que si no logramos hacer abrir la puerta que custodia el Portero, no podremos entrar.
"Con el cisma de Oriente del 1054, mientras los hermanos orientales detenían el desarrollo doctrinal de la Iglesia en ese momento y desde entonces han permanecido detenidos allí (en ese estadio de la doctrina), la Iglesia católica ha continuado progresando y avanzando en el conocimiento de la revelación cristiana, perfeccionando, gracias a las aportaciones de una sana filosofía, los instrumentos lógicos y conceptuales para profundizar cada vez mejor las ilimitadas riquezas del misterio de Cristo"
ResponderEliminar¡Empiezo a leer su artículo y en el primer pasaje ya encuentro una perla de enorme valor!
¡En ese primer pasaje Ud. da la impresión de resumir todo el volumen del padre Marín Solá en una sola frase!
Al fin de cuentas, el pasadismo oriental ortodoxo (como todo pasadismo) no hace más que reducir a medida humana (indebido antropomorfismo) "las ilimitadas riquezas del misterio de Cristo".
¡Gracias por tanta claridad, padre Filemón!
Estimado Matías,
Eliminarlo felicito por la agudeza de su juicio, con el cual Ud. ha comprendido muy bien que yo, al hablar del progreso dogmático, me he inspirado en la obra clásica y doctísima del gran teólogo dominico español del siglo pasado, el padre Francisco Marín Sola.
Efectivamente, se puede hacer una comparación entre los cismáticos lefebvrianos y los cismáticos orientales "ortodoxos". Se trata del mismo equívoco de cambiar la inmutabilidad de la Tradición por una forma de conservadurismo esclerotizado, que nada tiene que ver con un verdadero espíritu de fe, sino que denota el orgullo humano, que no acepta ser superado por una verdad que propone en manera nueva ese mismo depósito revelado, del cual está ya en posesión.
Estimado padre Filemón,
EliminarQuisiera agregar algo.
Estoy de acuerdo con su caracterización de la Edad Media, pero solamente porque Usted al final, no se olvida de hacer el elenco de sus "oscuridades": precariedad científica y técnica, supersticiones hasta en la medicina, feudalismo, cruzadas, inquisición, el "Sagrado Imperio", proselitismo de fe impuesta a todos, gueto de los judíos, poder temporal de los Papas, etc.
Por lo tanto, ni "edad oscura", ni "edad resplandeciente": la Edad Media tuvo sus luces (Tomás, Bernardo, Alberto, Buenaventura...) y sus muchas oscuridades, y es una de las etapas de un camino del hombre que progresa, tanto en verdad y gracia como a veces en pecado (la historia como mysterium salutis y como mysterium iniquitatis).
Un mayor equilibro en la consideración del Medioevo siempre es deseable, sobre todo por la evidencia histórica de la fugacidad de sus supuestas "luces": ¿cuántos años? ¿cuarenta, cincuenta acaso?... Moría santo Tomás y ya se aspiraba a una reforma de la Iglesia...
Gracias, padre por estos textos. Espero con ansia la continuación.
Estimado Matías,
Eliminaraprecio su análisis, en el cual he encontrado nuevamente su acuerdo sustancial con mis tesis.
Por cuanto respecta a la Edad Media, acepto sus observaciones, reconociendo que a veces he sido demasiado benevolente con el Medioevo. Sin embargo, como he procurado señalar también sus puntos negativos, creo que, mal o bien, me salvo en buena medida de la crítica, porquee usted ha podido advertir mi esfuerzo por mantener el debido equilibrio.
Ciertamente, el Medioevo no es ni la época más "oscura" de la historia de la Iglesia, ni la edad "más resplandeciente" de esa misma historia. Toda época en la Iglesia tiene sus claros y sus oscuros, sus luces y sus sombras.
En lo referente a la Historia de la Iglesia en la Edad Media, uno de los errores más habituales, en los que caen muchos expositores (tanto competentes como improvisados) es el de considerar sólo los aspectos referentes a franjas sociales selectas: los teólogos, los filósofos, los monjes, algunos representantes del alto clero. Pero frecuentemente se olvidan otras franjas que en la Edad Media, mediante un objetivo análisis histórico (particularmente de psicología histórica o de sociología histórica) muestran enormes carencias y sombras: como el bajo clero y las masas de simples fieles.