viernes, 4 de agosto de 2023

Traditionis custodes y las aporías de Summorum pontificum (1/7)

En la mayoría de las notas que sobre Sagrada Liturgia hemos publicado durante los últimos meses, intentamos mostrar en rápido y resumido panorama, el desarrollo de la Cuestión litúrgica, el nacimiento y el recorrido del Movimiento litúrgico, y la Reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, con las alternativas de su aplicación, tal cual se manifestaron en las últimas dos décadas, desde finales del pontificado de san Juan Pablo II, hasta producirse un callejón sin salida a causa del motu proprio Summorum pontificum. Ahora, a partir de esta serie de notas, ingresaremos a la nueva fase abierta por las cartas apostólicas Traditiones custodes y Desiderio desideravi, hasta llegar al momento actual de la aplicación de la Reforma litúrgica. [En la imagen: Santa Misa en el Santuario Nuestra Señora de Lourdes, en El Challao, Arquidiócesis de Mendoza].

Las aporías de Summorum pontificum
   
----------El motu proprio Traditionis custodes del papa Francisco, del 16 de julio de 2021 (con la adjunta Carta a los Obispos), ha venido a esclarecer las dificultades en el plano teológico y jurídico del motu proprio Summorum pontificum del papa Benedicto XVI, publicado el 7 de julio de 2007. He señalado repetidamente las debilidades o, permítanme llamarlas, las aporías de Summorum pontificum, con la Carta a los Obispos que lo acompañaba. Dieciseis años después de su entrada en vigor, tras la publicación de Traditionis custodes en 2021, estas aporías adquieren mayor evidencia. Menciono las seis que más se destacan:
----------1. Se afirma que el Misal de 1962 "nunca fue jurídicamente abrogado". Pero de hecho se trata ésta de una afirmación que contradice cuanto repetidamente habia dicho el papa san Paulo VI. Por otra parte, existe el Dicasterio para los Textos Legislativos, cuya función consiste sobre todo en la interpretación de las leyes de la Iglesia, y no consta que este Dicasterio se haya pronunciado al respecto de esta cuestión.
----------2. Se reconoce, citando la constitución Sacrosanctum concilium n.22, que "cada obispo es el moderador de la liturgia en su propia diócesis". Sin embargo, absolutamente en contra de esa afirmación, se le sustrae al obispo la posibilidad de regular en su diócesis el uso del Misal de 1962, y esto hasta tal punto que la Conferencia de los Obispos de Francia, en la respuesta al formulario sobre la aplicación del motu proprio Summorum pontificum enviado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, dice, entre otras cosas, que "la autoridad de los obispos sobre estas comunidades [que celebran con el Misal de 1962] es casi nula".
----------3. Sabido es que Summorum pontificum introducía junto a la "forma ordinaria" del rito romano (la reforma de san Paulo VI) una "forma extraordinaria" del mismo rito romano (la liturgia de 1962). Pero esto es teológica y jurídicamente contradictorio, porque sigue siendo incomprensible cómo pueden coexistir dos Liturgias del mismo Rito romano, con diferente ordenamiento de lecturas, diferentes calendarios, diferentes textos en los Tiempos centrales del Año litúrgico, es decir, no se ve cómo dos formas expresivas diferentes de la lex orandi pudieran realmente armonizar con una lex credendi de la Iglesia. Esto sólo se puede sostener si no es el rito en sí mismo sino el significado del rito el que se confronta con la lex orandi. De este modo, el hecho es que venía a desaparecer una visión teológica que ha madurado en el curso del Movimiento litúrgico y se desvanecía una efectiva adquisición de la teología litúrgica posterior al Concilio Vaticano II.
----------4. Se afirmaba en 2007, en la Carta a los Obispos que se adjuntaba a Summorum pontificum que "las dos Formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente". Se trata de una ambigua afirmación, que en años posteriores, por ejemplo, llegó a inspirar a un Cardenal la propuesta de añadir en el ofertorio del Misal de san Paulo VI las oraciones (ad libitum) del ofertorio del Misal de 1962.
----------5. En la Carta a los Obispos que acompañaba a Summorum pontificum se declara que "lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial". Esta solemne afirmación es un principio que desencadena una verdadera anarquía, porque puede aplicarse no sólo al Misal de 1962, sino a otras expresiones rituales anteriores. De hecho, se sabe que durante el período de vigencia del motu proprio de Benedicto XVI (2007-2021) algunos grupos que utilizaban el Misal de 1962 no aceptaban el Triduo Pascual reformado por Pío XII insertado en él y, en la ocasión, utilizaban una edición del Misal anterior a esta reforma.
----------6. Parece claro que los criterios con los que la Carta a los Obispos del 7 de julio de 2007 justificaba la restauración de la liturgia de 1962 son de carácter subjetivo (se habla de "deseo", de "aspiración", de "forma para ellos querida", de "sentirse atraídos", de "forma apropiada para ellos", de "familiaridad", etc.). Diferente era el criterio expresado por el cardenal Joseph Ratzinger en 2001, por entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuando afirmaba: "Si la eclesialidad se convierte en una cuestión de libre elección, si existen en la Iglesia las iglesias rituales elegidas según un criterio subjetivo, esto se convierte en un problema. La Iglesia está edificada sobre los obispos según la sucesión apostólica, en la forma de Iglesias locales, por tanto con un criterio objetivo. Yo me encuentro en esta Iglesia local y no busco a mis amigos, sino que encuentro a mis hermanos; los hermanos no se buscan, se encuentran" (véase al respecto: Bilan et perspectivas, en Autour de la question liturgique avec le cardinal Ratzinger, Actes des Journées liturgiques de Fontgombault, Abadía Notre-Dame, Fontgombault, 22 al 24 de julio de 2001, pp.177-179). No hay duda que el permitir elegir "à la carte" la propia tradición ritual es un modo de lesionar gravemente la unidad y la estructura de la Iglesia. El problema no es sólo ritual, sino eclesiológico.
   
En las vísperas de Traditionis custodes
   
----------El período de alta vigencia de las directivas de Summorum pontificum se produjo en los años 2007-2012. Con el inicio del pontificado del papa Francisco, era obvio que la insólita disciplina litúrgica iniciada por Benedicto XVI tenía los días contados. Sin embargo, el papa Francisco pareció tomarse las cosas con calma en esta materia, y es también muy probable que la irrupción de la pandemia del Covid a comienzos de 2020 haya demorado al menos año y medio la promulgación de las nuevas medidas litúrgicas.
----------El hecho es que desde hacía tiempo muchos renombrados y competentes liturgistas venían discutiendo, desde la perspectiva académica, las aporías de Summorum pontificum, sobre todo desde el 7 de marzo de 2020, cuando el entonces Prefecto del Dicasterio de la Fe, cardenal Luis Ladaria, por mandato del Santo Padre, enviara una carta a todos los Obispos del mundo con el fin de evaluar el impacto pastoral del motu proprio emitido por Benedicto XVI hacía ya trece años. No fueron pocos los liturgistas que incluso publicaron artículos, ensayos y libros, a modo de utilísima contribución para ayudar a los obispos a responder con discernimiento y previsión al mencionado cuestionario.
----------Pese a los intentos de parálisis de la Reforma litúrgica, provenientes de la desaparecida Comisión Ecclesia Dei e incluso desde el Dicasterio del Culto (presidido en esa época por el cardenal Robert Sarah), no pudieron ser detenidos los desarrollos teológicos a nivel académico en torno a la cuestión de las "dos formas del único rito romano", un tecnicismo controvertido con el cual se alegaba justificar la coexistencia del Misal de 1962 y del Misal postconciliar, o sea el Misal nacido bajo el papa san Paulo VI.
----------Fue así que dos decretos, ambos del mismo día 25 de marzo de 2020, emitidos en plena emergencia pandémica por la Congregación para la Doctrina de la Fe, introdujeron una ampliación del ámbito de esa problemática coexistencia de "las dos formas". Pero las reacciones no se hicieron esperar. Por ejemplo, una carta abierta firmada por un nutrido grupo de teólogos, no solo italianos, pidió superar una situación que se manifestaba cada vez más anómala. Mientras tanto, el 7 de mayo de 2020 se hizo pública la citada iniciativa del dicasterio del Culto de una encuesta a los obispos católicos, a petición del papa Francisco, sobre la aplicación del motu proprio de 2007. Finalmente, se registraba una toma de posición por parte de un importante cardenal de la Curia, el suizo Kurt Koch, que en el número de junio de 2020 de Herder Korrespondenz, invitaba a llegar a "una reconciliación entre las dos formas de celebración del rito romano".
----------Los hechos indicados conforman el contexto inmediato de la publicación de Traditionis custodes, en julio de 2021. Pero el contexto menos inmediato del motu proprio del papa Francisco estuvo constituido por una renovada toma de conciencia de la relación entre lo antiguo y lo nuevo en el ámbito de la liturgia, vale decir, entre el preconcilio y el postconcilio o, en categorías mas teológicas, entre tradición y desarrollo. A esto se refería implícitamente el cuestionario de la Santa Sede en mayo de 2020: tradición y desarrollo, que a lo largo de la historia de la Iglesia nunca han sido dos magnitudes antagónicas, sino que siempre piden ir de la mano, para evitar toda evanescente arbitrariedad y para conjurar toda rígida fijeza.
----------Bien sabemos que el luminoso principio señalado por Benedicto XVI, de la "continuidad en el progreso" o de "reforma en la continuidad", pone de manifiesto una clara contraposición entre Reforma (o progreso) y ruptura, pero no ciertamente una oposición con la discontinuidad. En otras palabras, continuidad y discontinuidad son movimientos complementarios en la Reforma o progreso. Y esto porque siempre llega el momento en que, al hacer nuevo lo antiguo (proceso ineludible en nuestra humana condición), algo de lo antiguo debe ser destruido: porque está en la naturaleza de las cosas que el presente, al asumir el pasado, no lo puede dejar completamente ileso. En otras palabras, así como la Reforma implica continuidad, también implica cierta discontinuidad para que sea verdaderamente Reforma. Precisamente, en la consulta mundial de mayo de 2020, los Obispos del mundo católico, estaban invitados a discernir sobre todo cómo ciertas formas de discontinuidad son necesarias, en vista de una mayor continuidad (fidelidad a la tradición), para relativizar y repensar las relaciones de continuidad que, vigentes hasta ayer, hoy ya no son coherentemente sostenibles.
----------La consulta enviada por el cardenal Ladaria en mayo de 2020 a los Obispos del mundo católico contenía una grilla de nueve preguntas, a las que ciertamente no me atreveré a responder aquí punto por punto, sugiriendo supuestas respuestas "correctas" (ni siquiera con la relativa certeza que podría ofrecer una mirada retrospectiva a partir de Traditionis custodes). De modo similar a lo propuesto por algunos teólogos en años recientes, basaré mi razonamiento en la línea de tres estímulos, completamente distintos a aquellas nueve preguntas: 1) motivar la necesidad de superar el denominado "estado de excepción litúrgica" que se vivió desde 2007 a 2021; 2) aclarar cómo debe ser entendida la "reconciliación litúrgica" auspiciada por el cardenal Koch; 3) identificar estrategias concretas para salir del impasse o estancamiento que se habia producido durante dieciseis años en el Movimiento litúrgico en orden a la aplicación de la Reforma litúrgica.
----------En la segunda nota de esta serie, procederé en ese orden, tratando de reflejar las contribuciones que me parecen ser las más valiosas de los teólogos y liturgistas, en años recientes, referidas a los puntos indicados.

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