jueves, 3 de agosto de 2023

La vida religiosa según la Iglesia y según Lutero (3/3)

Lutero hubiera podido tener las cualidades de un gran reformador: poseía el temperamento de un san Agustín, era un buen reflejo de san Pablo, se asemejaba a Savonarola o a san Pedro Damián o a san Bernardo de Claraval, tenía el coraje y la franqueza de una santa Catalina de Siena, y el celo de un san Pío X. Sin embargo, estos fueron verdaderos reformadores; pero no él. [En la imagen: fragmento de "Lutero ante la Dieta de Worms", pintura de Anton von Werner, de 1877, actualmente en la Galeria Estatal de Arte de Stuttgart, Alemania].

El sentido y el porqué de la vida religiosa
   
----------La vida religiosa, como es bien sabido, comporta con sus tres votos, tres renuncias fundamentales a los bienes que son de por sí lícitos: a la propiedad privada, al ejercicio del sexo y a la propia voluntad, todo ello con miras a alcanzar, respectivamente, mejor que la vida secular, tres fines preciosos y salvíficos: la propiedad común mediante la pobreza, la fraternidad universal mediante la castidad, y una excelente coparticipación de la voluntad de Dios mediante la obediencia.
----------La vida religiosa, al fin de cuentas, es un "negocio" muy ventajoso: el "dejarlo todo por Cristo", por la misma promesa del Señor, quiere decir volver a encontrar, multiplicadas y mejoradas, aquellas mismas cosas que por amor a Él se habían dejado: "Todo aquel que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o campos, por mi nombre, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna" (Mt 19,27.29). Y es lógico: el religioso renuncia a los bienes de este mundo para rencontrarlos aumentados, mejorados y purificados en Cristo y gracias a Cristo, que es su fuente y su salvador.
----------Como sabemos por las palabras de Cristo mismo, no todos están llamados a la vida religiosa. Y por otra parte, tal cosa no tendría sentido, porque en tal caso ya no existirían los que atienden las necesidades humanas de base, los asuntos y las obligaciones de este mundo, es decir, la adecuada gestión privada de los bienes económicos, el matrimonio y la libre iniciativa personal, bienes esenciales, que hacen de presupuesto necesario para la misma existencia de la vida religiosa, y por tanto son también obras que son caminos hacia la santidad, como ha subrayado claramente el Concilio Vaticano II.
----------La vocación religiosa, como también sabemos, es por lo tanto una gracia especial reservada solamente a algunos. Para entender esto, basta pensar que en una sociedad existen los múltiples servicios, y por eso mismo no todos pueden ser maestros, no todos científicos, no todos médicos, no todos abogados, no todos industriales, no todos operarios, no todos agricultores, no todos ganaderos.
----------Pues bien, los religiosos están al servicio de la sociedad y de la Iglesia, en cuanto ellos son un recordatorio continuo para todos del primado del espíritu y de la caridad, de manera especial, de Dios sobre el mundo y sobre el hombre, indican los caminos del cielo, son un signo prefigurativo, aunque imperfecto, de la humanidad futura (hombre y mujer) de la resurrección, se ofrecen en Cristo en la oración y en el sacrificio por la salvación de la humanidad, por la difusión de la Iglesia y por la conversión de los pecadores.
----------Los fines y las obras de los diversos Institutos religiosos y Órdenes son expresión de esa múltiple caridad, que se actúa en el culto divino, en los servicios litúrgicos, en la contemplación, en la predicación, en la enseñanza, en la evangelización, en la catequesis, en la educación, en las obras sociales y asistenciales, en la ayuda a los pobres, a los enfermos, a los ancianos, a los presos y, en definitiva, en todas las obras de la misericordia, tanto espiritual como corporal.
----------En el estado edénico no habría podido existir la vida religiosa, porque ella es un medio de perfección, que presupone una hostilidad de la carne hacia el espíritu, hostilidad que no existía en el Paraíso del Edén. Allí no existían fuerzas que obstaculizaran el correcto ejercicio de la virtud, por lo cual no se planteaba la necesidad de renunciar a los bienes creados en vista de la unión con Dios. Por el contrario, las fuerzas inferiores obedecían a las superiores e incluso perfeccionaban su acción.
----------En este sentido es cierto que el proyecto antropológico del Paraíso del Edén es más radical que el de la práctica de los votos religiosos, que pertenece a una condición humana de fragilidad consecuente al pecado y que desaparecerá en la resurrección, o sea en el Paraíso del Cielo, cuando el hombre habrá recuperado la armonía del espíritu con la carne en una condición de perfección final, que Cristo llama "angélica" (cf. Mt 22,30), no por la ausencia del cuerpo, sino porque habrá de cesar la reproducción de la especie, que existía en el estado edénico y ha permanecido en el de la naturaleza caída.
----------Pues bien, la vida religiosa constituye no sólo un mejor camino de perfección que la vida laical, sino también una prefiguración de la perfección humana de la resurrección y del Paraíso del Cielo. Esto se le escapó totalmente a Martín Lutero, quien enfocó toda su moral sólo con referencia al estado edénico y al de la naturaleza caída, donde está vigente el matrimonio, olvidando por ese motivo la escatología paulina y su correspondiente doctrina del "hombre nuevo" y de la "nueva creatura".
----------Lutero, que insistía también demasiado en la corrupción de la naturaleza caída y predicaba la inutilidad de las obras, puso el matrimonio no sólo en relación con su teoría de la invencibilidad de la concupiscencia, sino que, después del abandono de la vida religiosa, sostuvo a capa y espada que el matrimonio es una necesidad de la naturaleza, de modo que según él todos deben casarse, ignorando para la ocasión aquella debilidad de la naturaleza caída, que llevó a la Iglesia, siguiendo la enseñanza de Cristo y de san Pablo, a concebir la vida religiosa como superior al matrimonio.
----------Lutero ha entendido que la relación hombre-mujer es esencial para la salvación. No ha entendido que la relación hombre-mujer en la vida religiosa es mejor y es precursora de la futura resurrección. Lutero concibió el matrimonio como remedio para la concupiscencia (remedium concupiscentiae), aceptando un principio paulino hoy superado por la moderna concepción cristiana, como para decir: "Quien no puede reprimirse, que se case". Entonces dijo y propaló a los cuatro vientos que, así como él no podía reprimirse, y por esto se creía liberado del voto de castidad y que fuera para él correcto casarse, invitaba a todos a seguir su ejemplo.
----------Pero en realidad es cosa mezquina reducir el matrimonio a este nivel, lo que entre otras cosas supone un fuerte desprecio por la mujer, que no aparece como persona, sino como condición de posibilidad para satisfacer el instinto. Al oír a Pablo expresarse de este modo, no nos parece ni siquiera encontrarnos delante del mismo Pablo que compara la unión matrimonial con la unión entre Cristo y la Iglesia.
----------La Iglesia de hoy ya no concibe el acto conyugal, aparte de su finalidad procreadora, como desfogue indulgenciado o tolerado de la concupiscencia, sino como signo del amor e incentivo para el amor. Lo cual supone que todos deben saber refrenar la concupiscencia y no sólo los religiosos, y ver en la mujer ante todo no un instrumento de placer sino una persona, "madre del hombre", como decía el papa san Juan Pablo II, con la cual realizar una profunda comunión espiritual.
----------Lutero, por consiguiente, no llegó a entender que la vida religiosa no excluye la unión del hombre con la mujer, sino que la práctica del voto religioso de castidad, propio de la vida presente, prepara aquella unión escatológica, en la cual ya no habrá reproducción de la especie, sino sólo una unión de amor entre los dos en Dios. En efecto, el amor es un valor no transitorio, sino absoluto y eterno.
----------La pareja consagrada hombre-mujer, como vemos en el ejemplo de algunas parejas de Santos, signos de la futura resurrección, puede tener una especial y excelente realización en la vida religiosa, más alta que la pareja del matrimonio, ligada a la vida presente en cuanto capaces de una fecundidad y filiación espiritual eventualmente expresadas mediante la fundación de institutos religiosos, cosas que el matrimonio no puede realizar. Lutero, en cambio, permaneció encerrado en la visión de la relación hombre-mujer vinculada al matrimonio, por lo cual, si bien entendió que la relación hombre-mujer es necesaria para la salvación, no pudo concebirla de otro modo que en el interior del matrimonio.
   
Por qué Lutero dejó la vida religiosa
   
----------Como señala abundantemente el padre Heinrich Denifle en obra que venimos citando (Lutero y el luteranismo estudiados en las fuentes, Tipografía pontificia del Colegio de Santo Tomás, Manila 1920, dos volúmenes), Lutero, habiendo hecho su profesión, tuvo que vivir su normal vida religiosa, y repetidamente tuvo expresiones de estima por ella, de las cuales describió con exactitud y propiedad la naturaleza, la excelencia y los fines, hasta 1521, cuando publicó su escrito sobre los votos monásticos De votis monasticis iudicium, en el cual los atacaba duramente e injustamente. ¿Qué había sucedido en el entretanto?
----------En tanto, se puede considerar este año dramático de 1521 como aquel en el cual, con tal pública declaración de condena de los votos religiosos, Lutero abandonó la vida religiosa, después de que, tras su público rechazo a arrepentirse de sus errores en la Dieta de Worms, se quedara por un año secretamente en el castillo de Wartburg, y posteriormente abandonara su convento de Wittenberg, donde había sido prior (véase Denifle, op.cit., II p.537), mientras la comunidad paralelamente se disolvía, considerándose Lutero también desligado de sus votos, por lo que dejó ya de practicar la regla agustiniana.
----------El voto de obediencia comenzó a parecerle a Lutero como una trampa, que en lugar de conducirlo al paraíso del cielo, lo llevaba al infierno, dado que el Papa, rechazando su tesis de la justificación, le había parecido como el "Anticristo o al menos su mensajero" (citado por J. Lortz e E. Iserloh, en Storia della Riforma, Editorial Il Mulino, Bologna, 1990, p.54). Su superior Staupitz, viendo inútil cualquier intento de inducir al fraile al arrepentimiento, lo liberó del voto de obediencia. Mientras tanto, ya con la bula Decet Romanum Pontificem, del papa León X, del 3 de enero del año 1521, había sido excomulgado. Lutero se estableció en el ex convento de Erfurt, donde pasó el resto de su vida tras su matrimonio con Caterina Von Bora en 1525, con quien tuvo tres hijos. Pero, nos preguntamos, ¿qué había sucedido?...
----------Por tanto, el año 1521 marca el regreso de Lutero de la vida conventual a la vida laical, al concluir un precedente período de frenética e impresionante producción teológica herética, que había tenido su origen en la ya citada "experiencia de la torre" de 1515, episodio central de la vida de Lutero. hecho que a su vez marcaba un punto de inflexión fundamental, que habria de orientar por sí todo el curso subsecuente de su vida, poniéndolo en contraste con la Iglesia. En esta experiencia Lutero concibió su doctrina fundamental, la de la justificación por la sola fe, convencido de que ella se encontrara en san Pablo.
----------En esa, su experiencia exaltante de la torre, que le significó una fuente de energía formidable hasta el final de sus días, Lutero se sintió certificado o garantizado de su salvación, pareciéndole que "se le abrían las puertas del paraíso". Por entonces, su condición de pecador ya no le asustaba, porque se sentía seguro de que en todo caso siempre sería perdonado. Se convenció de que era Dios mismo quien se lo aseguraba a través de las palabras de san Pablo en la Carta a los Romanos (3,21-22).
----------Cristo, según la convicción de Lutero, sólo pide que se crea con total confianza ser perdonados por su misericordia, no obstante el remordimiento de la conciencia, que permanece. El pecado no es quitado, remitido o cancelado, sino "cubierto" o "no imputado". Y sin embargo permanece. Observamos que no es exacto hablar de "justificación forense", porque ésta es una expresión inadecuada. Una expresión demasiado blanda o sosa. Sería bueno decir claramente que se trata de una falsa justificación, de falsa misericordia y de falso perdón. Se hace de Dios un hipócrita que llama bueno a lo que es malo, y se acusa falsamente al fiel honesto de hipocresía porque su conciencia le reprocha haber actuado mal.
----------Lutero era consciente de que tal doctrina no era aprobada por la Iglesia, la cual recordaba con el apóstol Santiago que no basta la fe, sino que también se necesitan las obras. Luego comenzó a creer que el Magisterio de la Iglesia se equivocara y no fuera conforme a las Escrituras.
----------Se había graduado en teología en 1512, y en 1515-16 había comentado la Carta a los Romanos en la Universidad de Wittenberg, ocasión en la que expuso su doctrina de la justificación, que reflejaba la experiencia mística que había tenido ese mismo año. Su fama ya había comenzado a extenderse desde el primer año de enseñanza, en 1513, cuando había comentado la Carta a los Gálatas.
----------Lo que resultaba atrayente para los estudiantes y para los propios docentes y hasta para muchos fieles en Alemania, era su radicalismo agustiniano contra el pelagianismo del incipiente humanismo neopagano renacentista, que le hacía aparecer como un reformador de la vida religiosa y cristiana, fuertemente crítico frente a la conducta mundana del papado y del episcopado, sumergidos en intereses terrenos, ávidos de riqueza y de poder, negligentes en el enseñar al pueblo la Palabra de Dios.
----------En el alma de Lutero todavía religioso, monje agustiniano, operaban dos factores, uno interior, el problema de su salvación personal, que había surgido desde los primeros años de su vida religiosa; y por otro lado, el ansia reformadora del papado, a partir de 1511, cuando visitó Roma por encargo de sus Superiores y tuvo ocasión de constatar, escandalizado, la corrupción de la Corte romana (en Roma, en la Porta di Piazza del Popolo, la entrada a Roma para los que vienen dsde el norte, todavía existe el convento de los Agustinos, que recuerda con una placa el paso de Lutero).
----------El fugaz período de brillo del Medioevo en el siglo XIII, apenas algunas décadas, de pronto decaimiento de la fe y demás virtudes cristianas, hizo que fuera general el ansia de una reforma de costumbres. Fue en este clima de acalorada protesta reformadora, muy sentido en Alemania por el pueblo, pero poco o nada por los obispos, que Lutero en 1517 publicó las famosas 95 tesis sobre las indulgencias, con las que pretendía solicitar una reforma, conteniendo algunos elementos, que podían suscitar cierta inquietud doctrinal, administrativa y moral del papado y de los obispos, aunque en nombre de una religiosidad más pura y más sincera.
----------A raíz de esta iniciativa suya reformadora, su prestigio en Alemania creció enormemente, también porque tocó una fibra sensible entre los fieles alemanes, cansados ya de la codicia romana. Fue así que en 1518 Lutero, confiado en ser escuchado, escribió al Papa y a algunos obispos proponiendo sus reformas, pero no obtuvo ninguna respuesta. En efecto, ya a fines de 1517 su arzobispo Alberto de Maguncia-Magdeburgo informó irritado al Papa de estas tesis y desde Roma en 1518 llegó la orden al Maestro General de los Agustinos, Gabriele della Volta, de "amansar" a Lutero.
----------Pero para entonces la estima de que gozaba en lo interno de su Orden, le permitió en 1518 organizar una disputa teológica con motivo del Capítulo de la Orden Agustina, donde comenzó a sostener, cobijándose en la autoridad de san Agustín de Hipona, las ya mencionadas doctrinas heréticas sobre el pecado y su justificación, sin que de la Orden le llegaran significativos reclamos. El problema era que Lutero había comenzado con una crítica al Papa, llamándolo a su deber y por lo tanto en la asunción de la validez de la autoridad pontificia. Pero ya en la disputa de Leipzig él, impaciente por no poder sufrir el hecho de que la Iglesia no aprobara su doctrina sobre la justificación, negó el papado como institución divina con ideas similares a las de John Wyclif y Jan Hus, dos herejes del siglo XV condenados por la Iglesia.
----------Según Lutero, el simple fiel, sin necesidad de la mediación o de la interpretación del Magisterio de la Iglesia, siendo iluminado por el Espíritu Santo puede conocer infaliblemente la verdad de la Escritura ("libre exámen"). Lutero olvidaba que si la Biblia existe, es porque ha existido y existe la Tradición apostólica oral, que, asistida por el Espíritu Santo ("el que a vosotros escucha, a mí me escucha", Lc 10,16), ha puesto por escrito la Palabra de Dios. Por eso es que escuchando el Magisterio vivo, expresión de la Tradición, los fieles pueden saber con certeza lo que dice la Biblia. Por esto Lutero, de pretender ser reformador devino hereje.
----------Vano fue el intento, quizás demasiado drástico, del cardenal Cayetano, enviado por el Papa, para hacerlo desistir de sus ideas bajo amenaza de excomunión. Y así Lutero volvió a persistir en sus ideas con motivo de una nueva disputa en Leipzig, en junio de ese año. Muchos buenos teólogos, incluso de las Universidades de París y de Lovaina, y especialmente Dominicos, lo refutaban, pero él no escuchaba razones.
----------Por entonces el furor herético de Lutero, como un torrente embravecido que se desborda, irrumpió para devastar y sumergir o, "como quien blande en alto la segur en la profundidad de una selva, con el hacha y con la segur destrozó las puertas del templo" (cf. Sal 74,5-6).
----------De los años 1519-1520 son los tres escritos subversivos Sobre el papado romano, A la nobleza cristiana de la nación alemana y el De captivitate babilonica Ecclesiae, en los que Lutero con furiosa violencia emprendió el derrocamiento de casi todas las restantes instituciones fundamentales de la Iglesia: además del papado y el sacerdocio, la institución de los concilios, los sacramentos de la confirmación, de la penitencia, del matrimonio, de la eucaristía y de la extrema unción, el derecho canónico, el culto de los santos, el purgatorio, el estado religioso, la sumisión del poder temporal al poder espiritual.
----------La bula Exsurge Domine de 1520 no toca el rechazo de Lutero a la vida religiosa, interesada por errores más graves, que están en su raíz, como el falso concepto de la misericordia divina y de la justificación y del sacramento de la penitencia, la negación de la libre arbitrio, el rechazo del Magisterio pontificio y de la Iglesia. Será el Concilio de Trento el que entrará en este tema con el siguiente canon: "si alguno dijere que es preferible el estado conyugal al estado de virginidad o de celibato, de modo que no es mejor y más bienaventurado permanecer en la virginidad o en el celibato, en lugar de estar unido en matrimonio, a.s." (Denzinger 1810).
   
Conclusión
   
----------Reformar la Iglesia en sus usos y costumbres es una gran empresa, que requiere una gran santidad y muchas cualidades, que no son para nada frecuentes: rectos criterios de valoración, objetividad, imparcialidad, discernimiento, modestia, clarividencia, previsión, valentía, tenacidad, humildad, obediencia, generosidad, espíritu de sacrificio, paciencia, ductilidad, misericordia, prudencia, justicia, esperanza, confianza en Dios, oración. Lutero tenía algunas, pero no todas, de hecho tenía defectos: impulsividad, irascibilidad, arrogancia, presunción, desobediencia, astucia, orgullo, temeridad, deslealtad, descaro, sensualidad, incontinencia. ¿Qué reforma podría surgir de tales premisas? Sin embargo, tenía algunas buenas ideas, que fueron inicialmente recibidas por la Reforma tridentina y, sobre todo, por el Concilio Vaticano II.
----------Lutero hubiera podido tener las cualidades de un gran reformador: poseía el temperamento de un san Agustín de Hipona, era un buen reflejo del apóstol san Pablo, se asemejaba a Savonarola o a san Pedro Damián o a san Bernardo de Claraval, tenía el coraje y la franqueza de una santa Catalina de Siena, y el celo de un san Pío X. Sin embargo, estos fueron verdaderos reformadores; pero no él.
----------¿Qué le ha faltado a Lutero? Sin duda: la disciplina interior. No se puede poner orden y paz en la Iglesia si en nosotros existe el conflicto o el tormento o el desorden. Crea la paz en torno a sí, aquel que está en la paz. Concilia a los demás quien está conciliado consigo mismo y con Dios. Y Lutero no ha sido un hombre de paz, ni un conciliador, al contrario, ha atizado los conflictos, aunque su elección religiosa podría haberlo ayudado en esto. Pero en cambio no: tuvo la necedad de abandonarla.
----------El pacífico es también un combatiente. Sabe cuándo necesita hacer la paz y cuando necesita combatir. Pero Lutero no ha sabido combatir. Ha elegido a los enemigos equivocados, ha combatido por una causa perdida, la herejía, y con métodos equivocados, desleales y violentos.
----------Desde hace ya más de cincuenta años la Iglesia está promoviendo la obra del ecumenismo. Constituye una gran esperanza, a fin de que los luteranos corrijan finalmente los errores de su desventurado maestro Lutero, señalados por la Iglesia ya desde hace cinco siglos. No hay que esperar que la Iglesia cambie en esto. En cambio, ellos deben reconocer que la Iglesia del Vaticano II ha aceptado cuanto de bueno había en las propuestas reformadoras de Lutero. Recordemos, sin embargo, que "reformar" no significa "deformar", sino reafirmar y purificar la forma, y darle nuevo vigor según la voluntad de Dios.
----------La Iglesia ha hecho su gesto de conciliación.
----------Ahora es el turno de los luteranos.

4 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón: permítame plantearle una cuestión que, si bien no está directamente tratada en su artículo, me ha nacido reflexionando sobre el caso del hereje Martín Lutero, y las condenas de herejía que la Iglesia ha emanado sobre él.
    La Bula Exsurge Domine, como cualquiera puede leer, condena la proposición número 33, la cual dice "es contrario a la voluntad del Espíritu que los herejes sean quemados". En otras palabras, según la Bula, afirmar que sea inmoral y contrario al querer de Dios quemar a los herejes es una proposición condenada y que no puede ser sostenida por un católico.
    Condenar como errónea la proposición "es contrario a la voluntad del Espíritu que los herejes sean quemados" significa, si la lógica no es una opinión, que yo, en cuanto católico, debería estar obligado a creer que quemar a los herejes es cosa meritoria o en todo caso es algo que no está mal a los ojos de Dios, y que si hoy esto ya no se hace es porque ya no se dan las condiciones sociales para hacerlo, pero que, si estas condiciones retornaran a las del pasado, con el poder temporal y anexos (algo que parece imposible, pero démoslo por bueno a los efectos del argumento), un católico debería aceptar que la propia Iglesia queme a los herejes.
    Le reitero, entonces, lo que aquí intento sostener: como todos podemos comprobar, entre las tesis erróneas de las que Martín Lutero debería haberse retractado, tenemos la tesis número 33 que dice "Es contra la voluntad del Espíritu que se queme a los herejes". Pues bien, la Bula Exsurge Domine esencialmente nos dice que es erróneo y contrario a la Fe afirmar que es un crimen quemar herejes.

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    1. Estimado M. Argerami,
      en la bula Exsurge Domine del papa León contra Lutero (Denz.1492) no encontramos solamente herejías, sino también errores de menor gravedad, según una graduación decreciente, como afirma el mismo Papa al final de la Bula: "artículos contrarios a la verdad católica, falsos, escandalosos, ofensivos a los piadosos oídos, seductores de las mentes simples".
      Es necesario que para cada artículo se dé una valoración, eligiendo con prudencia y competencia una u otra de las censuras enumeradas por el papa León.
      La proposición n.33 es condenada no por ser herética, sino por ser escandalosa, en cuanto contraria al derecho penal de la Iglesia de aquella época. Algunas proposiciones heréticas, en cambio, son las siguientes: nn. 25, 26, 27, 29, 31, 36. Los demás están afectados por las otras censuras.

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  2. Estimado padre Filemón:
    Le escribo para expresar mi preocupación, porque, en mi opinión, su respuesta católica a Lutero corre el riesgo de resultar poco efectiva, porque se acusan las ideas, pero luego no se informa de las fuentes. De hecho, alguien podría tener el descaro de decir "¡pero Lutero no dijo eso, ni quiso decir eso!".
    También hay que tener en cuenta que una cosa es Lutero y otra cosa son los luteranos que se inspiran en Lutero, los cuales afirman no compartir todas las ideas de su "ilustre" predecesor y que no están obligados a hacerlo; luego están los que simplemente se declaran protestantes y se inspiran sólo en algunos aspectos del pensamiento de Lutero y de su "Reforma", pero que en otros puntos se distancian de él.
    Está claro que, si esta es la situación, entonces, tanto los luteranos como los protestantes en general pueden tener un modo fácil de eludir las críticas y acusaciones de los teólogos católicos: lo cual significa que también cuando se acusa al luteranismo y a los diversos teólogos y predicadores protestantes, es importante mencionar las fuentes.

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    1. Estimado Ignacio,
      las tesis de Lutero que cito o a las cuales me refiero en mi artículo, vienen siendo conocidas desde hace siglos, al menos entre los conocedores de Lutero, y se relacionan con las bien conocidas condenas de la Iglesia. Las fuentes, además de las citadas por mí, se encuentran en los autores a los que cito y me remito.
      Por lo tanto, no le estoy pidiendo al lector que confíe en mi autoridad; sino que él mismo puede verificar a través de mis referencias tanto a los Autores como al Magisterio de la Iglesia.
      La intención de mi artículo no ha sido exponer una nueva interpretación, mía personal, del pensamiento luterano. Sólo en ese supuesto caso debería haber tenido que abundar en citar fuentes, para documentar y demostrar mi materia o mis tesis, y así refutar a los adversarios. Por lo tanto, en mi artículo no estoy diciendo nada nuevo, que no sea ya conocido por la crítica, pero que, sin embargo, corre el riesgo de ser olvidado por la actual retórica del diálogo ecuménico (frecuentemente poco fiel a las directrices del Concilio Vaticano II).
      Mi intención, en cambio, ha sido de divulgación y de formación, pero también de profundización teológica, en el ámbito del ecumenismo y de la apologética católica, ya sea para hacer conocer al católico medianamente culto algunos puntos válidos del pensamiento de Lutero, ya sea para refutar los errores, algo que poco se hace hoy, mientras que Lutero es elogiado a despropósito, por lo cual estos errores corren el riesgo de seducir incluso a los católicos.
      No soy un historiador del luteranismo, sino un teólogo. Por eso me interesa Lutero como tal; no me interesan las diversas interpretaciones de sus seguidores más o menos fieles, ni los adornos o embellecimientos o cortes que ellos hacen en el pensamiento de su maestro.
      No quiero quedar atrapado en ese berenjenal, aunque reconozco que el pensamiento de Lutero, en su riqueza y complejidad, pero también por su incoherencia, ambigüedad, oscuridad y naturaleza paradojal de algunas de sus posturas, puede requerir que sean consultados o investigados sus seguidores autorizados, y así llegar a advertir que ciertas interpretaciones de su pensamiento permanezcan dudosas o inciertas.
      Por eso le pido al lector que quiera juzgarme, que se ciña a lo que yo digo de Lutero y no a lo que dicen los luteranos, a los que, por otra parte, ni siquiera menciono en mi artículo.

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