lunes, 28 de agosto de 2023

Romanus Pontifex a nemine iudicatur (1/3)

Tanto los lefebvrianos como los modernistas padecen el mismo error o vicio que hunde sus raíces en una visión metafísica hegeliana y para nada tomista. Esto es obvio para los modernistas abiertamente hegelianos, mientras que parece paradójico para los lefebvrianos, que se declaran tomistas. ¿Cuál es el nudo de la cuestión? Que los unos y los otros no saben distinguir y unir entre lo mutable y lo inmutable. [En la imagen: fragmento de "San Pedro", representado en un ícono encáustico del siglo VI, ubicado en el Monasterio de la Transfiguración o Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, Egipto].

Se puede expresar un juicio sobre su pastoral
   
----------El padre Serafino Lanzetta [n.1977], teólogo profesor de la Facultad de Teología de Lugano, y sacerdote de la diócesis de Porstmouth, Inglaterra, convencido discípulo del magisterio de la Iglesia y agudo crítico de las herejías de nuestro tiempo, ha publicado el año pasado un estudio sobre la relación del papa Francisco con la Iglesia en referencia a lo que constituye la autoridad del Papa, sus límites y sus poderes: Super hanc petram. Il Papa e la Chiesa in un’ora drammatica della storia (Ediziones Fiducia, Roma 2022).
----------Juzgar lo obrado por un Romano Pontífice, especialmente si todavía está vivo, no es fácil. Es necesario tener las ideas correctas sobre el oficio petrino y sobre su misión. El padre Lanzetta, por tanto, comienza recordando cuál es el fundamento de la autoridad del Papa: el mandato dado por Cristo a Pedro y, en consecuencia, a sus Sucesores, de confirmar a sus hermanos en la fe, abrir y cerrar la puerta del reino de los cielos, apacentar su rebaño, es decir, gobernar la Iglesia con amor.
----------Es necesario, además, estar bien informados sobre los hechos significativos acerca de los cuales se ha ejercido la conducta del Santo Padre. Y esto tampoco es cosa fácil, porque es necesario basarse sobre fuentes fidedignas y saber interpretar los hechos y seleccionarlos según una correcta escala de valores.
----------Fundamental en la actividad de un Papa es la distinción entre su función doctrinal de maestro de la fe, donde el Papa es infalible gracias a la asistencia del Espíritu Santo, y la función pastoral o de gobierno, donde puede pecar. Es claro que el Papa puede errar cuando no ejerce su munus petrinum o expresa opiniones personales o como doctor privado fuera de su magisterio universal.
----------Por consiguiente, es posible y lícito corregir al Papa en su conducta moral o en su función pastoral o de gobierno, pero no en el campo de la doctrina de la fe. A este respecto el can.1404 del Código de Derecho Canónico dice que el Papa "a nemine iudicatur".
----------Para juzgar de modo ecuánime lo obrado por un Romano Pontífice, es necesario situarse desde un punto de vista imparcial, igualmente opuesto a oponerse a extremismos, fuera de toda facciosidad o partidismo o parcialidad. Por tanto, es necesario situarse desde el punto de vista del Papa mismo, Padre de todos y maestro de todos. Principio de la unidad de la Iglesia y de la mutua conciliación y reciprocidad de los factores, de las tendencias y de las corrientes que componen la misma Iglesia.
----------Por el contrario, resulta que desde hace sesenta años, desde el inmediato postconcilio, dos partidos en lo interno de la Iglesia han estado en lucha entre sí, entrambos en contraste con una debida y sincera obediencia al Papa y, por lo tanto, ambos de carácter cismático, por no decir herético. Este contraste ha nacido a propósito al juicio que se debía dar sobre los documentos del Concilio Vaticano II.
----------En efecto, por una parte, ha nacido el partido iniciado por mons. Marcel Lefebvre [1905-1991] y subsecuentemente dividido en diferentes ramificaciones, partido que pretende encontrar en las doctrinas del Concilio Vaticano II afirmaciones modernistas, en contraste con la Tradición, un partido a menudo llamado "tradicionalista" o "conservador" en cuanto que sus adherentes dicen estar preocupados por el deber de conservar el depósito de la fe, a su juicio alterado por las doctrinas conciliares.
----------Este partido pretendía encontrar en las doctrinas del Concilio un contraste con la doctrina tradicional de la Iglesia y no se percataba de que la hipótesis de que un Concilio Ecuménico pudiera desviarse de ese modo de la Sagrada Tradición supone, como ya señaló el papa san Paulo VI a mons. Lefebvre, un concepto erróneo tanto de la Tradición como de la autoridad doctrinal de los Concilios.
----------Cada Concilio representa, re-propone y explicita la Tradición. La Sagrada Tradición no es una regla de verdad a la luz de la cual podemos juzgar si un Concilio se ajusta o no se ajusta a la Tradición. Del mismo modo, la doctrina de la Iglesia no es una regla de verdad a la luz de la cual podamos captar en falta y culpar al papa Francisco. Aquí radica el grave error, típicamente lefebvriano, del padre Lanzetta.
----------La doctrina tradicional de la Iglesia es regla de verdad para nosotros, comunes fieles de la Iglesia discente. Somos nosotros los que podemos transgredir tal regla, no el Papa o un Concilio. Ya que por mandato de Cristo ellos son exactamente los transmisores y los intérpretes del dato tradicional.
----------Por consiguiente, no podemos nosotros, miembros de la Iglesia discente, tener la pretención de corregir a la Iglesia docente, sino que es competencia de ésta corregirnos a nosotros si eventualmente nos desviamos de la Tradición. En definitiva, no podemos nosotros los fieles pretender ser más fieles nosotros a la Tradición que el propio Magisterio. No somos nosotros, sino que es el Magisterio el que es custodio de la Tradición. De lo contrario transformamos la Tradición en un ídolo gnóstico superior a la autoridad misma de la Iglesia.
----------Otro error de los lefebvrianos, que desgraciadamente hace suyo el padre Lanzetta en el libro al cual hacemos referencia en este artículo, es el de sentirse autorizados a rechazar las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II (que según los lefebvrianos se harían pasar subrepticiamente por "pastorales" por el Concilio) por el simple hecho de que el Concilio no contiene la definición de nuevos dogmas, ignorando el hecho de que la Iglesia no es infalible, es decir, veraz, sólo cuando proclama nuevos dogmas, sino todas las veces que ejerce su magisterio en materia de fe y de moral, cualquiera que sea el grado de su autoridad doctrinal, como se desprende con claridad de la Nota ilustrativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el apéndice a la Carta apostólica Ad tuendam fidem de san Juan Pablo II del 18 de mayo de 1988.
----------Por otro lado, ha surgido en estas últimas décadas un partido, mucho más numeroso y dotado de mayor influencia, que se auto-denomina "progresista", pero que sería mejor y más preciso llamarlo "modernista", el cual, nacido de teólogos que como peritos habían participado en el Concilio Vaticano II, apoyados por algunos Obispos y Cardenales, Padres del Concilio, pretendieron y aún pretenden ser los auténticos intérpretes de las doctrinas conciliares, a las cuales en cambio este partido tuercen en un sentido modernista, en contra, por tanto, de la interpretación auténtica dada por los Papas del postconcilio.
----------Ahora bien, tanto los lefebvrianos como los modernistas padecen el mismo error o vicio que hunde sus raíces en una visión metafísica hegeliana y para nada tomista. Esto es obvio para los modernistas abiertamente hegelianos. Parece paradójico para los lefebvrianos, que se declaran tomistas. ¿Cuál es el nudo de la cuestión? Que los unos y los otros no saben distinguir y unir entre lo mutable y lo inmutable.
----------En efecto, según el pensamiento de Hegel, el progreso y lo nuevo se fundamentan en la contradicción, mientras que la identidad excluye el devenir. En cambio, el concepto aristotélico del cambio no implica ninguna contradicción, porque es pasaje de la potencia al acto. Por tanto, mientras Aristóteles nos permite conjugar la continuidad, o sea la identidad, con el progreso, la elección de lo idéntico o bien de lo inmutable nos obliga a rechazar el progreso entendido como contradicción.
----------Pero para admitir el cambio no es en absoluto necesario negar la inmutable identidad, porque, como demuestra Aristóteles con su misma definición del devenir, también el devenir tiene su propia identidad. Se sigue como consecuencia que la opción por lo inmutable no excluye lo nuevo y el cambio, mientras que la elección por el progreso y lo nuevo no implica la contradicción y por tanto la negación de lo inmutable.
----------Al respecto de esta problemática, los filósofos italianos Gustavo Bontadini [1903-1990] y Emanuele Severino [1929-2020], en las décadas de 1960 y 1970, se empeñaron en una diatriba que se prolongó durante quince años sobre la cuestión acerca de si el devenir es contradictorio o no es contradictorio, girando la discusión siempre en torno a Parménides y a Hegel. Si hubieran recurrido a Aristóteles se habrían ahorrado mucho esfuerzo e interminables discusiones.
----------¿Cómo se desata este nudo? Distinguiendo, como he dicho antes, objeto de fe y conocimiento de fe. El conocimiento cambia no en el sentido de que cambia el objeto, sino en el sentido de que cambia la forma del conocimiento, es decir, ella crece, mejora y avanza. He aquí lo nuevo.
----------La luna es la misma que hace tres siglos atrás. Pero una cosa es el conocimiento que de ella teníamos entonces y otra cosa distinta es el conocimiento que de ella tenemos ahora. Los modernistas dicen erróneamente que cambia el objeto de la fe. Los lefebvrianos, para sostener la inmutabilidad del objeto de la fe, no aceptan las novedades doctrinales del Concilio. Hagamos la distinción que he dicho entre objeto de fe y conocimiento de fe, el nudo se desata y los modernistas y lefebvrianos harán las paces.
----------Ahora bien, el padre Lanzetta, en el libro sub examine, hace bien en denunciar la actual difusión de herejías modernistas, y concuerdo perfectamente con él en que el Episcopado y el mismo Papa deberían estar más atentos y vigilantes para señalarnos los peligros provenientes de estas herejías y para ayudarnos a refutarlas. Pero desgraciadamente el padre Lanzetta, demasiado apegado a su punto de vista filo-lefebvriano, acaba por criticar al papa Francisco allí donde el Romano Pontífice señala el error de aquellos que él llama "indietristi" (atrasados) y a los que yo prefiero llamar "pasadistas", en definitiva, aquellos a los cuales los modernistas habían venido llamando con acento despectivo "tradicionalistas", cuando en realidad no tiene nada de malo tener una especial sensibilidad por la Tradición, suponiendo que no se la entienda a la manera de mons. Lefebvre, que la veía en contraste con el Concilio Vaticano II, cuando en realidad, cada Concilio es testimonio de la Tradición, haciéndola comprender mejor con las doctrinas nuevas, ya que lo nuevo no es necesariamente falso, sino que es simplemente un mejor conocimiento de lo que ya se sabía.
----------Ahora bien, el padre Lanzetta, sin declararse lefebvriano, de hecho muestra haber hecho suyo el juicio de los lefebvrianos sobre las doctrinas del Concilio Vaticano II y, en consecuencia, su juicio negativo sobre los Papas del postconcilio que las sostienen, así como acerca de los cambios del rito romano de la Misa, del Misal de 1962 al de 1970. El padre Lanzetta, de hecho, comparte las críticas a las doctrinas del Concilio hechas por extremos conservadores como el teólogo Brunero Gherardini [1925-2017], el historiador Roberto de Mattei [n.1948] y el obispo disidente y actualmente auto-exiliado Carlo Maria Viganò [n.1941].
----------Ahora bien, el padre Lanzetta debería darse cuenta de que este punto de vista no es el ideal para dar del papa Francisco una evaluación serena, objetiva e imparcial. El punto de vista correcto es el que ha propuesto Benedicto XVI respecto a la interpretación del Concilio: progreso en la continuidad.
----------Es sólo poniéndose desde este punto de vista (reglado por el mencionado principio debido a Benedicto XVI) que se puede evaluar objetivamente lo obrado por el papa Francisco, sin negar el hecho bastante evidente de que hasta ahora él ha sido demasiado indulgente con los modernistas y al mismo tiempo demasiado severo con los lefebvrianos. Tan sólo muy recientemente ha dado señales de asumir una posición de equidistancia, verdaderamente digna de un Papa, Padre de todos los católicos. Y por lo demás, sólo desde una tal posición es que el papa Francisco podrá conquistar la credibilidad y la autoridad suficientes para ambos partidos, a fin de lograr la tan anhelada paz y conciliación entre los opuestos extremismos.
----------Si nosotros nos situamos desde el punto de vista de los pasadistas lefebvrianos, no es de extrañar que el Santo Padre se nos presente como un destructor de la Iglesia y que hoy la Iglesia se nos aparezca en la situación de la apostasía final. Pero entonces esto quiere decir que no se saben apreciar las novedades aportadas por el Concilio, a las cuales el papa Francisco se está esforzando por afirmar y hacer fructificar. De tal modo perderemos de vista los lados buenos y loables del papado de Francisco, sin por ello caer en el exceso opuesto de los modernistas que lo adulan para sus propios intereses. Es cierto, como dice el padre Lanzetta, que nunca como hoy la Iglesia había sido atravesada y lacerada por tantas fuerzas destructivas. Pero tales fuerzas no son sólo las de los modernistas; son también las de los lefebvrianos.
----------Por tanto, para tener autoridad y credibilidad en el denunciar los males hoy existentes en la Iglesia y para proponer una vía de salida, debemos situarnos desde ese punto de vista de imparcialidad que concilia tradición y progreso, renovación y conservación, según el modelo que surge del Concilio Vaticano II y que es, al fin de cuentas, aquel que todos los Papas del postconcilio, incluido Francisco, nos proponen.

7 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón:
    Me ha sorprendido (muy favorablemente) el modo como usted insiste en que, frente a las competencias del Magisterio de la Iglesia, nosotros somos "fieles comunes" e "Iglesia discente". Y lo que me sorprende es que lo diga usted, un verdadero teólogo, con experiencia de décadas.
    Pienso que esto tiene que ver con lo que distingue a un "teólogo católico" de otros teólogos, protestantes por ejemplo, que no desarrollan su labor bajo el control de un magisterio superior.
    Lo que usted dice ahora lo relaciono a un artículo suyo anterior, sobre los Obispos, donde se lamenta de que hoy, desafortunadamente, ante el silencio magisterial de los Obispos, que evitan asumir las propias responsabilidades como maestros de la fe para su rebaño, son los teólogos quienes se ponen en el lugar de los Obispos, como si la "teología sistemática" viniera a sustituir la función que tiene la enseñanza episcopal en la Iglesia. A este respecto, hay teólogos, también laico, que, con arrogancia, hablan constantemente de la "misión insustituible del teólogo sistemático", sin mencionar nunca el oficio magisterial del Papa y de los Obispos.

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    1. Estimado Ernesto,
      el análisis que haces me encuentra totalmente de acuerdo. Es una situación que se ha gangrenado, porque se prolonga desde el final del Concilio, cuando se produjo la manifestación a cara descubierta de los rahnerianos, que se habían labrado una fama de protagonistas del Concilio, por lo que, en la aparición de sus primeras herejías, los Obispos se vieron desubicados y, para no parecer anti-conciliares, comenzaron a callar. Y el juego estaba hecho desde entonces.
      ¿Por qué motivo? Porque los rahnerianos, visto que frente a ellos había un espacio libre, inmediatamente lo ocuparon de tal manera que desde entonces el episcopado siempre ha sido débil. Esta fue la situación que puso a los Papas en la cruz, desde san Paulo VI.
      Desde entonces, los Papas han permanecido aislados respecto del episcopado, por lo cual, aunque continuando con su oficio petrino, como no podía ser de otra manera, ya no han logrado gestionar la Iglesia de manera tal como reprimir las desviaciones.
      ¿Qué podemos hacer? Es necesario que todos juntos -he aquí la sinodalidad- laicos, sacerdotes, obispos y teólogos, trabajemos unidos para resolver esta situación. Y concretamente, ¿qué hacer? Un trabajo muy modesto de conexión entre todos los que comparten este sufrimiento y esta esperanza, de manera de rencontrar la comunión y la paz, y en particular la unidad del Pueblo de Dios con su Pastor Universal, el Vicario de Cristo.

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  2. Estimado padre Filemón, aunque me encuentro razonando bien con usted sobre algunas ideas de base, también debo reconocer, sin embargo, algunos errores suyos de evaluación que me gustaría subrayar y sintetizar, si usted me lo permite, otros comentarios, si es que usted quisiera compartir sus juicios sobre algunos problemas que le plantearía puntualmente.
    Sea como sea, afirmo ante todo lo siguiente: que haya una especie de "continuidad" entre el Magisterio (y me refiero a la doctrina inmutable) de la Iglesia de siempre, con el magisterio del Papa reinante, es claramente falso. Podemos discutirlo hasta el infinito, pero si antes no estamos de acuerdo honestamente sobre esta situación, reconociendo cuanto está pasando, es difícil salir de esta confusión.

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    1. Estimado Fernando,
      negar la continuidad doctrinal de los Papas precedentes con el Papa actual, significa considerar al Papa Francisco un traidor, y esta es una injuria intolerable en una persona que quiere ser un católico, como supongo es usted. Todo Papa es asistido por Cristo en la conservación íntegra, fiel e inalterada de la doctrina de Cristo hasta el fin del mundo.
      No tengo ninguna dificultad en que usted plantee todos los problemas que desee. Por el contrario, me gustaría que usted planteara todas sus dificultades respecto al tema que trato en estos artículos, porque podría servir a mis demás lectores. Por lo tanto, exprese sus comentarios. Trataré de responderlos a la mayor brevedad posible.

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    2. Estimado padre Filemón: le agradezco su disposición a responder a mis dificultades. Creo que todas están en relación con el tema de su artículo, porque hacen referencia a lo que le decía en mi comentario anterior. No me parece que las enseñanzas del papa Francisco pueden armonizarse con el magisterio de los Papas precedentes.
      A continuación le enumero mis problemas, y de antemano me disculpo por la extensión.

      1. Un ejemplo es el pensamiento anunciado (y ni siquiera secretamente) por el nuevo Prefecto para el Dicasterio de la Doctrina de la Fe al cual, el mismo Papa, con una carta oficial de acompañamiento, ha dejado claras sus intenciones de no querer ni tener que corregir El ERROR... mientras que auspicia al nuevo prefecto el conciliar todo y NO comportarse como los pasados Prefectos los cuales fueron "INMORALES" para la gestión de la Fe...
      El nuevo Prefecto (lo ha dicho explícitamente) quiere anular y superar el Concilio de Trento en sus definiciones doctrinales (que para él han sido una "intromisión y una ruina para la Iglesia" en sus palabras) y quiere encontrar nuevos caminos para aprobar el bendiciones a las parejas del mismo sexo...

      2. Sínodo sobre la sinodalidad... una "Iglesia sinodal" en efecto... la Iglesia sería sinodal... ¿y desde cuándo? ¡El mismo Pablo VI advirtió contra la distorsión del sentido del Sínodo por él inaugurado! Se suponía que debía defender la doctrina de la Iglesia de los ataques del modernismo y encontrar nuevos modos para llevarla al mundo; hoy se pretende de la sinodalidad el encontrar modos para cambiar algunas doctrinas...

      3. Recientemente, la Civiltà Cattolica ha publicado un breve artículo en el cual expresa el "pensamiento del papa Francisco" afirmando que es deseable (por el sínodo) una RECONFIGURACIÓN (término usado por ellos) tanto de la Iglesia como de la doctrina y del dogma sobre la Santísima Trinidad... La Civiltà Cattolica ACUSA a la Iglesia del pasado de haber sostenido durante demasiado tiempo una doctrina sobre la Trinidad demasiado triunfalista sobre Jesús, el Hijo, y refiriéndose poco, más bien "penalizando", a la Tercera Persona, el Espíritu Santo, haciéndonos así recaer en la herejía de la era del Espíritu Santo... ¿Acaso no tenía razón Amerio cuando denunciaba la dislocación de la Divina Monotríada?

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    3. 4. Habiendo aclarado esto y subrayando que el padre Lanzetta no tiene necesidad que yo me haga su paladín... va de suyo -en cambio- cuánto el padre Lanzetta está haciendo lo imposible para ayudar a los fieles a NO distanciarse de la Iglesia, a no deslegitimar a los Pastores y al Pontífice no obstante la gran apostasía de la sana doctrina a la que estamos asistiendo y la gran confusión que nos circunda...

      5. Usted, en cambio, querido padre Filemón, continúa sus análisis, lamentablemente, siempre desde una obsesión, un clavo fijo: LOS LEFEBVRIANOS... y lo hace con un sentido no simplemente de crítica (lo que también sería correcto), sino que lo hace precisamente con OBSESIÓN y negatividad... Cualquiera que CRITICA AL PAPA es un "lefebvriano" en el sentido más despreciativo del término... sin embargo ¡usted mismo admite y reconoce que la crítica es lícita cuando está bien expuesta con todas las características de la catolicidad!

      6. Y ahora, querido padre Filemón, una pregunta con toda mi franqueza y respeto hacia usted: ¿pero no será que para usted el Concilio es un dogma? El hecho mismo que ponga en el mismo plano el pensamiento de mons. Viganò con el del padre Lanzetta sobre el papado y sobre el Papa reinante... bueno, bueno!! no es correcto y demuestra que quizás usted no ha leído el libro y, si lo ha leído, lo ha hecho anteponiendo su obsesión anti-lefebvriana a un examen verdaderamente libre y constructivo sobre los hechos dramáticos que estamos viviendo, los cuales ciertamente no son causados por enemigos externos a la Iglesia, sino desde dentro... y el peligro no son los "lefebvrianos", sino los Pastores reinantes con el Papa reinante.... que están jesuitizando la Iglesia (léase Civiltà Cattolica).

      7. Si esta obsesión suya contra los lefebvrianos se trasladara a la realidad del jesuitismo modernista reinante, tal vez también incluiría cuanto es complejo y difícil para muchos sacerdotes honestos (y ciertamente no lefebvrianos en el sentido que usted afirma) ayudar a los Fieles a mantenerse firmes EN LA IGLESIA, defender el primado petrino y la misma legitimidad del Papa reinante de todo lo que lo está corrompiendo con la ayuda de aquellos a quienes usted, directa o indirectamente (aunque por qué no se entiende mucho) defiende inexorablemente...

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    4. Estimado Fernando,
      ha respondido punto por punto a cada una de sus objeciones, en un artículo que he publicado hoy.
      Lo encuentra en este enlace:
      https://linumfumigans.blogspot.com/2023/09/romanus-pontifex-nemine-iudicatur.html
      Con gusto seguiré dialogando con usted si necesita algo más de mi parte. No dude en plantear sus dificultades. Me ayudan a mí y a los demás lectores a seguir cumpliendo con ese "entendimiento de la fe" que nos es tan necesario.

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