Una cosa es conceder un eventual recurso al rito preconciliar (incluso del modo amplio como lo hizo Benedicto XVI), pero otra cosa distinta es hacer del vetus ordo un criterio de formación, activa y pastoral, en los seminarios. Esta diferencia, que no se le escapa a quien quiera considerar de modo equilibrado la evolución de los dieciseis años (2007-2021) de aplicación del motu proprio de Benedicto XVI, plantea con evidencia una paradoja, que ha sido causa de escándalo. Tratemos de entender mejor lo que estuvo en juego con la experiencia de las aporías de Summorum Pontificum durante más de década y media. [En la imagen: una celebración litúrgica en la Parroquia San Antonio de Padua, en el Barrio Jardín Municipal de las Heras, de la Arquidiócesis de Mendoza].
Summorum Pontificum: intención inicial, uso difícil y abusos peligrosos
----------Nadie duda que la Santa Sede puede y debe ser misericordiosa con aquellos fieles que, devotos al Papa y obedientes al Concilio Vaticano II y al Magisterio de los Papas del post-concilio, se mantienen sin embargo todavía apegados al rito romano preconciliar, aún cuando hayan pasado ya seis décadas de formuladas las directivas de la Reforma litúrgica, en la constitución Sacrosanctum Concilium. De ahí que es completamente comprensible que hayan sido magnánimos y misericordiosos los papas san Paulo VI y san Juan Pablo VI, mediante el recurso jurídico del "indulto", al permitir que específicos grupos de fieles todavía sentimentalmente apegados a un pasado ya irrestaurable pudieran seguir celebrando, en determinadas circunstancias, con el Misal de 1962; y también lo ha sido Benedicto XVI, incluso con un recurso jurídico de permisos más amplios, como los decretados con el motu proprio Summorum pontificum en 2007.
----------Sin embargo, una cosa es conceder un eventual recurso al rito preconciliar (incluso del modo amplio como lo hizo Benedicto XVI), pero otra cosa distinta es hacer del vetus ordo un criterio de formación, activa y pastoral, en los seminarios. Esta diferencia, que no se le escapa a quien quiera considerar de modo equilibrado la evolución de los dieciseis años (2007-2021) de aplicación del motu proprio de Benedicto XVI, plantea con evidencia una paradoja, que ha sido causa de escándalo. Tratemos de entender mejor lo que estuvo en juego con la experiencia de las aporías de Summorum Pontificum durante más de década y media.
----------No hay duda que han existido perplejidades sobre las intenciones de Summorum pontificum. No hay duda de que desde el inicio el intento de "pacificar" a la Iglesia en lo que respecta a la cuestión litúrgica, introduciendo una posibilidad más amplia de recurrir al Misal de 1962, suscitó no pocas perplejidades y dudas en los ambientes eclesiales más lúcidos y conscientes acerca de la vida litúrgica en la Iglesia. Nadie duda de la bondad de las intenciones en aquella directriz disciplinaria del papa Benedicto XVI. Pero igualmente está fuera de duda que el medio utilizado para alcanzar el propósito, es decir, el reconocimiento de un "derecho al vetus ordo" que prescinde incluso de la Iglesia misma, puede introducir (y de hecho introdujo) un factor de laceración y de división bastante peor que el mal que se ha querido evitar.
----------Por otra parte es necesario distinguir el uso de Summorum pontificum, o sea su aplicación según sus dictados, y los posibles abusos que esos dictados implicaban y que, de hecho, se produjeron en sus dieciseis años de vigencia. Porque de hecho, la aplicación de aquel motu proprio de Benedicto XVI, a lo largo de los años, vió aparecer Instrucciones formales y prácticas sustanciales, emanadas, impulsadas y favorecidas por la ya desaparecida Comisión Ecclesia Dei, que desgarraron de tal modo el cuerpo eclesial como para conducir, en el espacio de década y media, a la supresión de la propia Comisión. El intento de usar Summorum pontificum como una especie de legitimación de cualquier posición pre-conciliar e incluso anti-conciliar, se había convertido en un escándalo interno a la Curia romana, que el papa Francisco comenzó a corregir primero con la la decisión correcta de la supresión de aquella Comisión que se había extralimitado en sus funciones.
----------Quizás pocos recuerden hoy que el papa Benedicto XVI logró bloquear, en el tercer año de su pontificado, un claro abuso en la aplicación de su motu proprio litúrgico del 2007. El hecho al que me refiero ocurrió apenas pocos meses después de la aprobación de Summorum pontificum: un obispo italiano, en una diócesis del norte del país, había pretendido constituir un seminario alternativo (separado del que ya tenía la diócesis), en el cual formar candidatos al sacerdocio solo en la liturgia pre-conciliar. Esta tentativa fue inmediatamente bloqueada por la Santa Sede, como era previsible, inevitable y necesario.
----------Sin embargo, aquel temprano intento de laceración eclesial, que quería ser perpetrado a través de un seminario paralelo en el norte de Italia, providencialmente frustrado por Roma, no pudo evitar una laceración más insidiosa y sutil, consistente en un verdadero abuso institucional. Lo que intento decir es que, la laceración eclesial que la puesta en práctica de Summorum pontificum ha inducido en la Iglesia (cuyas consecuencias todavía se siguen notando hoy), es la laceración sufrida ante todo por los futuros ministros, si se les enseña a celebrar según ambos ritos, el de san Paulo VI, y el de san Pío V.
----------No hay ninguna duda que los primeros en ser lacerados son los candidatos al sacerdocio. En aquellas diócesis (afortunadamente poquísimas) que desde 2007 a 2021 sus obispos y superiores de semanio aplicaban de ese modo el motu proprio de Benedicto, eran los seminaristas los primeros en sufrir una desorientación que no les era originariamente propia, sino que más bien era una desorientación de sus superiores. Por otra parte, si durante aquellos dieciseis años existieron incluso manuales de la liturgia eucarística que preveían esa doble formación, eso demuestra que la irresponsabilidad ya había superado el nivel de peligro y había afectado incluso a docentes aparentemente competentes y responsables.
----------Por consiguiente, se hace necesario decir una palabra clara y firme: una Iglesia responsable no puede formar a sus propios ministros en una especie de oportunismo no sólo pre-conciliar, sino de hecho explícitamente anti-conciliar. En efecto, si un Obispo (y sus colaboradores docentes del seminario) forman a los candidatos al sacerdocio para celebrar los ritos de la Reforma litúrgica, pero también para celebrar los ritos que, debido a sus limitaciones y a sus carencias, han requerido precisamente esa Reforma, entonces, están instilando en la conciencia de esos seminaristas una ambigüedad de fondo, una escandalosa tibieza e incomprensión hacia el Concilio Vaticano II y una indirecta justificación del pasadismo (o pseudo-tradicionalismo de perfil lefebvriano), que no es compatible con la verdadera tradición litúrgica.
----------Ante estos abusos ha sido necesario la intervención de la Santa Sede, porque resultaba imprescindible invitar a los seminarios en los que el Misal de 1962 (y en general el rito llamado de san Pío V) no se presentaba como un acontecimiento histórico ya definitivamente superado, sino como una posibilidad para el futuro, a no deformar de manera lacerante y esquizofrénica el sensus fidei y el sensus ecclesiae de los candidatos al sacerdocio. Ese fenómeno de ambigüedad formativa estaba más extendido de lo que quizás se cree (y todavía existen consecuencias de este abuso). Ante ello, los Obispos deben asumir plenamente su responsabilidad, que en modo alguno puede equiparar el actual Misal, actual única lex orandi de la Iglesia, con el vetus ordo, que sólo puede ser admitido en casos excepcionales y a modo de misericordioso indulto.
Dos entrevistas del 2019, reveladoras y en consonancia
----------Ahora bien, dicho lo anterior, y para el lector que quizás no se haya convencido de mis precedentes argumentaciones, recurro ahora al recuerdo de algunos hechos ocurridos exactamente dos años antes de la promulgación del motu proprio Traditionis custodes, que pueden servir de prueba del diagnóstico de la situación litúrgica que se vivía antes de las directrices del papa Francisco en 2021.
----------A mediados de 2019, dos entrevistas, ofrecidas respectivamente por el Superior General de la cismática Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, y por quien entonces todavía era el Prefecto de la Congregación del Culto y la Disciplina de los Sacramentos, aclaraban muy bien las progresivas dificultades con las cuales la Iglesia estaba aún soportando, ya muy avanzado el pontificado de Francisco, la persistencia del acceso al Misal de 1962 junto y en paralelo con ese Novus Ordo Missae, deseado por el Concilio Vaticano II e implementado por la Reforma litúrgica que le siguió. Precisamente la relación con el Concilio Vaticano II está en el centro de las opiniones vertidas por los dos exponentes mencionados, el primero fuera de la Iglesia, y el segundo dentro, y nada menos que el Prefecto del Culto.
----------Por un lado, el lefebvriano Davide Pagliarani, en una larga auto-entrevista publicada el 21 de septiembre de 2019 en el sitio web de la FSSPX, aclaraba que, sobre la base del rechazo más completo de la letra y del espíritu del Concilio Vaticano II, sólo el vetus ordo puede garantizar la identidad católica. Por eso, a juicio del líder de los cismáticos lefebvrianos, no tiene para ellos ningún sentido intentar una reconciliación con la Iglesia de Roma, mientras ésta defienda los documentos del Concilio Vaticano II. Por lo tanto, celebrar con el vetus ordo implica necesariamente, siempre según Pagliarani, la condena tanto de la letra como del espíritu del Concilio Vaticano II. Curioso resultado, de hecho, de la intención de Benedicto XVI, quien con Summorum pontificum había pensado dar un paso eficaz para el retorno de los cismáticos a la Iglesia: los lefebvrianos le respondían que su motu proprio no había hecho más que confirmar sus razones para el cisma.
----------Por otro lado, con una posición diferente, pero profundamente en consonancia con la posición del líder lefebvriano, en una entrevista publicada el 23 de septiembre de 2019, el cardenal Robert Sarah, censuraba a quienes él consideraba que estaban obstaculizando el vetus ordo, y el Prefecto del Culto sostenía que, si se interpreta "en el espíritu del Vaticano II", así decía él, el vetus ordo todavía podía ofrecer enormes frutos a la pastoral y a la espiritualidad en la Iglesia. O sea que en opinión del cardenal guineano, no habría ninguna contradicción entre el "espíritu del Vaticano II" y la celebración con el Misal de 1962.
----------Me parece que ambas posturas, sustentadas en aquellas entrevistas del 2019, a pesar de sus diferencias, experimentan un problema insuperable con el Concilio Vaticano II: la primera impugna abiertamente su letra y su espíritu, mientras que la segunda pretende honrar "su espíritu", pero lo olvida y le quita la letra. En efecto, el Concilio Vaticano II ha pedido, explícitamente y autoritativamente, superar el vetus ordo, porque es inadecuado para vivir el misterio de Cristo y de la Iglesia del cual vive la fe cristiana.
----------Todos aquellos que, de modo poco reflexivo, piensan que pueden conciliar el Novus Ordo Missae y el vetus ordo, se oponen, explícitamente, a esa expresa voluntad del Concilio, que ha pedido reformar el rito romano en vista de la participación activa de todos los miembros de la asamblea celebrante, superando su antigua cualidad de mudos asistentes o espectadores. Y para ello ha pretendido una profunda reforma de los Ordines rituales. De modo que el vetus ordo ha sido abierta y detalladamente corregido por el Concilio Vaticano II, sobre todo por el texto de la constitución Sacrosanctum Concilium en su n.48 y siguientes.
----------El propósito intentado, de modo contingente (o sea ad experimentum), por Summorum pontificum en 2007, apuntaba a una reconciliación del mundo del pasadismo con la Iglesia. En realidad, como se hizo evidente después de dieciseis años (e incluso desde los primeros años del pontificado de Francisco), aquella general liberalización del Misal de 1962 terminó sólo fomentando la hostilidad hacia el Concilio Vaticano II, y abriendo luchas en lugar de traer paz a la Iglesia. Esto se ha debido a un equívoco de fondo: no sólo el espíritu, sino también la letra del Concilio Vaticano II no permiten ser eludidos por mucho tiempo.
----------Es obvio que si se deja todavía en pie una forma ritual que ha sido oficialmente reemplazada por una nueva, se induce a la ilusión de una parte del cuerpo eclesial, la cual al final queda engañada, convencida de que el Concilio Vaticano II y todo lo que significa, puede ser lícita y válidamente eludido. Hasta incitar a la rebelión abierta contra un papa como Francisco, que hace del Concilio Vaticano II el horizonte ordinario de su magisterio. Hay un vínculo mucho más profundo de lo que se cree entre la resistencia al papa Francisco y la asistencia regular al Misal de 1962 tal como ha sido permitida entre 2007 y 2021.
----------Por lo tanto, se hace comprensible que hacia mediados del pontificado de Francisco había llegado el momento de sacar las consecuencias de aquella embarazosa situación de equívoco (patente, por ejemplo, en la mencionada declaración del cardenal Sarah en 2019). El camino de la Iglesia exige, hoy con más fuerza que ayer, que la liturgia católica sea reconocida, de modo universal en la Iglesia de rito romano, en una sola forma, aquella que de 2007 a 2021 había sido llamada "forma ordinaria", y que ahora el papa Francisco señala como la única lex orandi de la Iglesia. El acceso a las formas superadas u obsoletas del rito romano debe estar subordinado, caso por caso, al prudencial juicio de los Obispos locales, quienes pueden evaluar las individuales circunstancias excepcionales y conceder en forma limitadísima un acceso a ellas.
----------Esta verdad, que durante dieciseis años se había tratado de negar por todos los medios, encuentra su fundamento no sólo en la contingencia y en la ocasionalidad del motu proprio de 2007, sino también en las solemnes declaraciones del motu proprio Rubricarum instructum de 1960, firmado por el papa san Juan XXIII. En efecto, la corrección que el motu proprio de 1960 es capaz de ofrecer hoy al distorsionado debate que ha perdurado durante década y media consiste en una clara lógica de buen sentido común.
----------Cuando fue redactada y publicada la última edición del Misal de Pío V, en 1962, vale decir, su VII edición tipica, se la hizo de manera interlocutoria, a la espera de que el Concilio (que por entonces ya estaba convocado, aunque aún no había comenzado) esbozara esos "altiora principia" en base a los cuales se debería hacer la verdadera reforma del Misal. Por lo tanto, no sólo la letra y el espíritu del Concilio Vaticano II no pueden concebir una "vigencia paralela" entre el Novus Ordo Missae de 1969 y el vetus ordo de 1962, sino que el mismo documento que ha producido el Misal de 1962, que durante década y media (de 2007 a 2021) pretendía estar en vigor "para siempre", lo entiende como "provisorio" a "ad tempus".
----------De modo que gracias a las dos mencionadas entrevistas, publicadas a mediados de 2019, y gracias al preciso recuerdo de los dos motu proprio, el de 1960 de san Juan XXIII, y el de 2007 de Benedicto XVI, que deben leerse correlacionados entre sí, podemos ahora descubrir que el camino del Concilio Vaticano II no nos permite concebir un normal acceso al Misal de 1962, a menos que sea puesto en cuestión el propio Concilio Vaticano II, no sólo en su espíritu, sino también en su letra (como hacen los lefebvrianos).
----------Si podemos entender que el actual superior de los lefebvrianos pueda ser tan crítico con el Concilio Vaticano II como para negar tanto su letra como su espíritu, buscando un alivio y una resistencia sólo en el vetus ordo (al fin de cuenta, los lefebvrianos son cristianos cismáticos), nos es más difícil comprender cómo quien por entonces era el Prefecto del papa Francisco para el área del Culto, pudiera en 2019 pretender defender el espíritu del Concilio Vaticano II, pero contradiciendo de manera tan desconcertante su letra.
----------El "magnum principium" litúrgico (para hacer referencia a las palabras iniciales de otro motu proprio, pero del papa Francisco, en 2017, del que ya hemos tratado extensamente), el gran principio de la reforma litúrgica afirmado por el Concilio Vaticano II, es la "actuosa participatio" de todos los miembros de la asamblea celebrante, en sus diferentes competencias y ministerios. Precisamente ese "magnum principium" impide el acceso indiferenciado e incontrolado al Misal de 1962. Con mayor razón a los más jóvenes.
----------Esta verdad hoy debe ser repristinada de modo urgente y firme. Esta verdad es decisiva para ese proyecto de "Iglesia en salida" que las directrices pastorales del papa Francisco nos han trasmitido, como clara consecuencia pastoral de la doctrina acerca de la Iglesia enseñada por el Concilio Vaticano II. Son precisamente esas mismas palabras, del Concilio Vaticano II y del Santo Padre, las que, con igual coherencia y consecuencia, se despiden y se alejan de las formas pastorales tridentinas de la Iglesia y de la vida cristiana.
Fr Filemon: necesitaría unos comentarios suyos sobre la liturgia de las Jornadas mundiales de la juventud: cura DJ, sagrarios tupper, distribución de la Eucaristía por laicos mientras los sacerdotaes se quedaban sentados, la liturgia de Kiko Argüello, etc. Agradecido. Enrique Barrio
ResponderEliminarEstimado anónimo,
Eliminardesconozco completamente cómo se ha desarrollado la liturgia de la Santa Misa en la JMJ en Lisboa, y también ignoro a lo que usted se refiere con las expresiones que usa (cura DJ, tupper, etc.). Quizás usted pueda darme detalles acerca de aquello a lo que se refiere, y ofrecerme antes que nada, naturalmente, sus propios comentarios y opiniones que a usted le ha merecido todo ello. Quizás así pueda decirle algo con algún fundamento, aunque, repito, no tengo referencias de ningún tipo acerca de lo que ha sucedido con la liturgia en la JMJ.
Sr Enrique Barrio:
Eliminar¿y qué pasa con la liturgia de Kiko Argüello?
¿Y cuál es la dificultad de que los laicos distribuyan la Comunión?
Estimado Carlos Daniel,
Eliminarno hay ninguna dificultad en que los laicos distribuyan la Sagrada Comunión en la Misa y en otras ocasiones debidas. Por un lado, así lo permite la actual ley de la Iglesia. Y por otro lado, el hecho de que sustituyan a los ministros ordenados en la función de distribuir la Comunión a los fieles, está de acuerdo con un principio que conoce cualquier estudiante de primer año de filosofía o cualquier fiel católico medianamente instruido en la enseñanza social católica: el principio de subsidiariedad.
Si pongo mis datos sabe que no soy anónimo y usted que utiliza de internet con sólo poner en el buscador, encontrará lo que le requiero. También puede comentar sobre la teología del nuevo prefecto de la fe
ResponderEliminarEstimado Enrique,
Eliminara decir verdad, al iniciar este blog, jamás fue mi intención ofrecer un restaurante "à la carte", en el que los lectores eligieran la comida a servir.
Si su interés ha sido el investigar en internet los detalles de la liturgia en la JMJ 2023, quizás pudiera entonces resumirme lo que ha encontrado, manifestarme quizás sus preocupaciones, y hacerme las preguntas que quisiera hacerme. Y en tal caso yo consideraría la conveniencia o no de responderle o publicar un artículo para responder a sus preguntas.
Acerca de la designación del nuevo prefecto de la Fe no tengo por el momento nada nuevo que decir. Me he referido al arzobispo Víctor Fernández en algunas ocasiones en este blog, sobre temas puntuales. Respecto a su labor como prefecto de la fe, aún no ha comenzado. ¿Qué podría yo decir, entonces?
Mi consejo, si me lo permite, es que en estas cosas es prudente no hacer vaticinios.
Por mencionar un caso notable, al que incluso hice referencia en notas de estos últimos días, está el caso de Joseph Ratzinger, quien como joven teólogo se manifestaba aparentemente distante de la doctrina de la satisfacción vicaria de Cristo, como usted quizás sepa. Sin embargo, incluso antes de ser Papa, pero bajo la dirección y la protección de san Juan Pablo II, se mantuvo en la recta fe, e incluso fue el máximo responsable del Catecismo, en donde el dogma de la satisfacción vicaria está claramente propuesto. Curiosamente, como Papa emérito (por tanto ya no asistido por el carisma de la infalibilidad), Ratzinger retornó a sus viejas ideas, que lo distanciaban de la doctrina del sacrificio vicario de Cristo.
Por lo tanto...
Si usted, a pesar de mi consejo, busca previsiones sobre este tipo de cosas..., búsquelas en los Horangel o Nostradamus que puede encontrar en las páginas amarillistas, si es que quiere consumir su tiempo de vida en tales cosas. No es mi caso.