sábado, 26 de agosto de 2023

La paz: conquista humana y don de Dios (2/2)

¿Cuál es el contenido o el valor de esta paz que ya no es una simple conquista humana, sino un don del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? Por lo tanto, ¿este mismo Espíritu es la Paz que Cristo da a los suyos? Es la misma Paz divina. Es Dios mismo, Dios Hijo y Dios Espíritu, de parte del Padre, el Dios de paz. [En la imagen: fragmento de "Virgen de la Paz", óleo sobre madera de alrededor de 1490, obra de Pinturicchio, conservado y expuesto en la Galería de Arte Cívico Tacchi-Venturi de San Severino Marche, Italia].

Constructores de paz
   
----------La paz es esa condición del espíritu que corresponde a la plena fruición hasta la tranquila saciedad del bien perfecto, de modo que no haya nada más que desear. Para la Sagrada Escritura, la paz (shalom) es en cierto modo la suma de todos los bienes. Indica una suma de bienes: abundancia, riqueza, bienestar, certeza, seguridad, solidez, robustez. Se basa en la verdad. Por consiguiente, en la mentira no hay paz. La paz es esposa de la piedad o misericordia, y del temor de Dios: ciertamente, no hay paz para los impíos. Requiere honestidad y limpidez; las personas dobles están inquietas.
----------La paz es, sobre todo, un bien interior que depende de estar en paz con Dios y, por consiguiente, con el prójimo. Implica un orden interior de todas nuestras fuerzas bien conectadas y en armonía entre sí mismas. De este modo y en consecuencia, la paz, desde nuestro interior, se expande hacia lo externo y genera paz en torno a nosotros. Por lo tanto, es imposible crear la paz si no se está en paz.
----------A este respecto, siempre es conveniente recordar que esa paz interior debería ser un bien propio, sobre todo, de un buen gobernante. Pues, al fin y el cabo, ¿qué mayor responsable de ser constructor de paz en una comunidad, un pueblo, una ciudad, una región, una nación, que su propio gobernante? ¿Y cómo puede crear paz a su alrededor, si el propio gobernante no vive a su vez y él primero la paz interior?
----------En las actuales democracias son muchos los elementos que entran en juego cuando llega el momento en que un pueblo hace elección de sus gobernantes, de aquellos que tendrán la responsabilidad de saber conducir las inteligencias y voluntades individuales a la consecución del bien común, bien común social que es un concepto similar y coextensivo con el concepto de paz social. Pues bien, uno de esos criterios de elección, y no el menos importante, es que el candidato a gobernante sea un hombre pacificado él mismo, una persona dueña de sí mismo, alguien amo de sí mismo, señor de sus pasiones, verdaderamente pacificado en su interior. Por ejemplo, ¿cómo podría gobernar alguien que fuera un exaltado, y no supiera dominar su ira?
----------Ahora bien, como ya he dicho, en la vida presente, aquí en esta tierra, la paz no es un dato de hecho, sino una meta a alcanzar o un bien a conservar y defender, porque la paz está continuamente en peligro o puesta en cuestión por fuerzas contrarias. La paz puede ser una condición estable, pero debe ser mantenida, porque no permanece por sí sola, sino que tiende a corromperse.
----------Ciertamente, también se puede hablar de paz con respecto al ambiente o entorno natural en el cual vivimos: un lugar de paz, un río tranquilo, un tiempo pacífico, un clima pacífico. Pero está claro que éstas son sólo imágenes de lo que verdaderamente es la paz: un hecho del espíritu. La paz puede referirse a la naturaleza o incluso a la vida sensitiva, a las pasiones, pero sobre todo a la vida del espíritu; una conciencia pacífica, una mente pacífica, una persona pacífica, una sociedad pacífica.
----------La paz es, por supuesto, una ardua conquista, un logro sumamente difícil. Requiere disciplina, esfuerzo, fatiga, valentía, perseverancia, tenacidad, sensatez, discernimiento, prudencia, justicia, magnanimidad. Arte supremo del hombre santo y prudente es el saber encontrar e indicar los caminos de la paz, las condiciones para la paz. Y para ello se hace necesario saber conocer a fondo el alma humana.
----------La paz, como la guerra, tiene razones profundas. El constructor de paz debe poder saberlas descubrir. El ideal de la paz compromete toda la propia vida. El soldado no pone en juego la propia vida por cosas de poca monta. Para obtener la paz es necesario identificar y disolver o resolver los motivos profundos que inducen a un hombre a matar a otro hombre arriesgando su propia vida. Asimismo, es necesario poner en juego la propia vida en la conquista de la paz: es un bien demasiado precioso; vale la pena.
----------Cuando estalla una guerra, generalmente se apela a la diplomacia como medio e instrumento para la resolución pacífica del conflicto. Pero, a decir verdad, la diplomacia sirve cuando las relaciones son pacíficas. Para extinguir un conflicto y procurar la paz, más que la diplomacia se requiere el arte de la persuasión y de la argumentación. El diplomático simplemente, como representante de un gobierno, mejora o pone en buena forma las comunicaciones entre los Estados en los períodos de paz.
----------Pero si la paz se ve perturbada por la guerra, las pasiones hierven, los espíritus se agitan, las tragedias se multiplican, se necesitan muchas otras virtudes de tempestividad, sabiduría, perspicacia, coraje, autocontrol, franqueza, prudencia, previsión, astucia, reserva.
----------Un Papa, que frecuentemente tiene la posibilidad de valerse de numerosos y cualificados informantes y sabios consejeros, puede hacer mucho para reconocer los motivos o las razones profundas morales y espirituales que inducen a los Estados a hacerse la guerra, y a encontrar los caminos de la paz y, por lo tanto, puede hacer mucho para indicar a las partes beligerantes cómo y por qué ponerse de acuerdo, sobre qué converger, a qué renunciar, qué pueden pedir, qué pueden dar.
----------Si un Papa, como sabemos, tiene de Cristo las llaves del reino de los cielos, si puede atar y desatar, si es pastor, médico, juez y maestro universal de la Iglesia y luz del mundo, embajador y ministro del Príncipe de la Paz, debe, en línea de principio, poder juzgar imparcialmente entre las partes, indicar las razones y los errores y, por tanto, indicar los caminos de la paz y de la reconciliación, proponer un plan de paz.
----------El problema es el de ser escuchado, porque lamentablemente las potencias de este mundo muchas veces no miden su acción bélica o no bélica con la misma unidad de medida humana y evangélica usada por el Papa. Si quienes desataron las dos guerras mundiales hubieran escuchado las advertencias y las exhortaciones respectivamente de san Pío X y de Pío XII sobre cómo reparar las injusticias y resolver pacíficamente los graves problemas de Europa, las dos guerras mundiales no habrían estallado.
----------Pero cuando los Papas se encuentran ante potencias orgullosas fundadas sobre la soberbia, sobre la voluntad de poder y sobre el desprecio de la ley divina, ¿qué pueden hacer los Papas sino invocar la paz y condenar la guerra? Amenazar los castigos divinos les haría reír. Lo único que a los Papas les queda es invocar la paz y condenar la guerra, auspiciando tratativas de paz.
----------Pero como a la paz la quieren no según justicia y clemencia, sino según sus objetivos imperialistas o expansionistas, el Papa no entra a definir cómo debería ser esa paz, porque sabe que no sería escuchado. Por eso el papa Francisco se limita a las mismas frases genéricas, no porque no sepa que la acción no derive inmediatamente de lo abstracto, sino porque sabe que lo concreto que él desearía no sería aceptado.
----------Y esto le causa tanto más dolor, cuando ve que la guerra está siendo promovida, y además con crueldad, por un jefe de gobierno que se dice cristiano y cuenta con la aprobación nada menos que del Patriarca de todas las Rusias, Cirilo. Estoy seguro, sin embargo, de que un hecho tan desconcertante como éste no desanima al Papa, el cual recientemente ha enviado al cardenal Matteo Zuppi como su representante ante Cirilo para un coloquio ecuménico en el cual ciertamente los dos han hablado del significado de la guerra, sin que sin embargo nada se haya filtrado del contenido de la conversación.
----------El cardenal Zuppi, en una entrevista reciente a la revista Criterio, ha declarado que la guerra es "otra pandemia, también mundial", y preguntándose "¿qué nos pide?" en cuanto signo de los tiempos, se pregunta: "¿Qué significa ser artesanos de la paz?"; y de inmediato responde: "debemos extirpar de los corazones el virus de la guerra y  eliminar su propagación en un mundo demasiado intoxicado por la violencia".
----------También el Cardenal fue interrogado precisamente por su reciente coloquio con el Patriarca de Moscú y en concreto sobre los efectos que produce la guerra en Ucrania respecto del diálogo ecuménico con el Patriarcado de Moscú. Respondió: "Espero que pueda reforzarlo. Los cristianos deben estar siempre contra la guerra, el horror de lo que está sucediendo debe hacernos buscar la justicia y la paz. Es una derrota para todos; para los cristianos, la guerra es una blasfemia. Debemos ayudarnos y combatirla. Hay problemas, pero es lo que nos pide el Evangelio de Cristo crucificado. Espero que entre las Iglesias cristianas pueda crecer el diálogo, también para comunicar el Evangelio de la paz y, por qué no, para ayudarnos a encontrar la paz y la justicia, dos hermanas sin las cuales todo está perdido".
----------En cualquier caso debemos pensar que el coloquio entre Zuppi y Cirilo haya servido para la consecución de la paz a través de una fraterna y franca confrontación de la posición católica, la cual sostiene la defensa ucraniana, con la posición de los orientales ortodoxos, que apoya la intervención rusa.
   
"La paz os dejo, mi paz os doy" (Jn 14,27)
    
----------La paz que Cristo deja a los suyos antes de retornar al Padre, es "el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo" (Jn 14,26-27).
----------Los apóstoles permanecen perturbados al conocer que Jesús está a punto de dejarlos. Pierden su paz, que les era dada por la presencia del Señor. Jesús supone que la paz se identifique con la tranquilidad del ánimo que surge de nuestra percepción de su presencia. La tranquilidad está dada por el hecho de que las cosas están en orden, están en su lugar, están como deben ser. Obra de la justicia es la paz.
----------La justicia implica la conveniencia de dos términos: aquello que hace de regla y aquello que es regulado según esa regla. Implica, por tanto, un acuerdo, una correspondencia, una armonía. He aquí por qué lo contrario de la paz es aquella perturbación o agitación que surge del desorden, de la falta de conformidad de lo regulado a la regla, del conflicto de lo regulado con la regla porque lo que debe ser regulado no está regulado.
----------He aquí por tanto la guerra. El alma atribulada padece una guerra interior, la pérdida o la ruptura dolorosa del orden y de la tranquilidad interiores que experimentaba en su unión con la persona amada, que entonces parece abandonarla. Una fuerza hostil parece intervenir para quitar la paz.
----------El ánimo de los apóstoles se turba y se asusta. Son estos los momentos en los cuales suele intervenir el divisor, el homicida, el mentiroso, el espíritu del odio y de la guerra. Pero Jesús interviene rápidamente: "No se inquieten, ni teman" (Jn 14,27). Jesús debe separarse de ellos, su separación es precisamente la condición que le permitirá enviar el Espíritu de junto al Padre. Pero en el intervalo de su ausencia, hasta que retorne, estará presente el Espíritu de la Paz, en lugar de aquella paz que ya emanaba de la presencia del Señor.
----------Pero ¿cuál es el contenido o el valor de esta paz que ya no es una simple conquista humana, sino un don del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? Por lo tanto, ¿este mismo Espíritu es la Paz que Cristo da a los suyos? Es la misma Paz divina. Es Dios mismo, Dios Hijo y Dios Espíritu, de parte del Padre, el Dios de paz.
----------La paz que Cristo da no es la paz que da el mundo. Esta es falsa y engañosa. Ella es inclusión de lo que debe ser excluido, es aceptación de lo que debe ser rechazado, es un puente allí donde debe existir el muro, es acuerdo allí donde debe existir el disenso, es la aprobación de lo que debe ser condenado, es el amor de lo que debe ser odiado, es el gusto por aquello que debe ser repugnado, es el abrazo de aquello de lo que hay que huir, es el elogio de lo que debe ser combatido. Es la mezcolanza de Cristo y Beliar.
----------"¡Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios!" (Mt 5,9). Es la única de las bienaventuranzas evangélicas que hace referencia a la filiación divina. Aquí Jesús por primera vez anuncia la posibilidad de llegar a ser hijos de Dios, que es toda la esencia de la vida cristiana, en medio de otras bienaventuranzas, que se limitan a citar virtudes humanas, si se excluye aquella acerca de la visión de Dios reservada a los puros de corazón, visión que supone la filiación divina, y aquella bienaventuranza relativa a los humildes en el espíritu (v.3), porque sólo para los hijos de Dios está reservado el reino de los cielos.
----------Jesús quiere resaltar o poner en evicencia que obrar la paz es obra divina. Es aquí donde se mide la virtud del cristiano. Mucho más escandalosa es la guerra en Ucrania, la cual, como desgraciadamente ya ha ocurrido en las guerras de religión y en las mismas dos guerras mundiales, enfrenta a cristianos contra cristianos.
----------Pero la guerra decisiva es la guerra de la Mujer contra el Dragón de la que habla el capítulo 12 del libro del Apocalipsis, la guerra decisiva es la de Cristo contra Satanás. En esta guerra el triunfo final pertenece a Cristo y a su Iglesia y "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16,18).

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