sábado, 1 de julio de 2023

La guerra de religión, la guerra justa, y el Islamismo (1/2)

¿Es hoy todavía posible hablar de "guerra justa" e incluso de legítima "guerra de religión"? ¿Y cómo valorar moralmente la "guerra de religión" que han emprendido las extremas y fundamentalistas corrientes del Islamismo desde hace siglos contra el Cristianismo? Intentemos hacer sobre estos temas una articulada reflexión filosófica y teológica. Vale tener presente lo que dice san Pablo: "La autoridad no lleva la espada en vano, sino que está al servicio de Dios para hacer justicia y castigar al que obra mal" (Rom 13,4). [En la imagen: fragmento de una ilustración medieval representando la Captura de Jerusalem de manos de los sarracenos].

Las persecuciones musulmanas a los cristianos en la actualidad
   
----------Quien siga con interés las noticias acerca de la guerra y la paz en el mundo, y no reduzca su mirada solamente a lo que viene ocurriendo en la guerra en Ucrania, habrá de darse cuenta fácilmente que tanto el totalitarismo comunista como el fundamentalismo islámico constituyen las principales causas de persecución para los cristianos en todo el mundo. Se trata de una persecución que ha crecido exponencialmente en los últimos treinta años, y las confiables cifras que nos ofrecen las muy serias organizaciones que monitorean actualmente este drama nos ofrecen informes que no pueden sino hacer crecer nuestra preocupación.
----------Desde hace mucho tiempo la ONG cristiana "Puertas Abiertas" lleva haciendo sus informes anuales sobre la persecución a los cristianos en el mundo. El informe de este año, publicado en enero, arroja datos muy alarmantes: 5.621 cristianos fueron asesinados a causa de su fe en todo el mundo en 2022. 4.542 cristianos fueron detenidos a causa de su fe en los últimos doce meses. 2.110 iglesias cristianas fueron atacadas durante el año pasado. 360 millones de cristianos sufren altos niveles de persecución y discriminación a causa de su fe. Ya sólo en los 50 primeros países, 312 millones de cristianos sufren actualmente niveles de persecución muy altos o extremos. En 1993, los cristianos afrontaban un nivel de persecución de grado alto a extremo en 40 países; en 2023, esta cifra casi se ha duplicado a 76 países. Hoy 2 de cada 5 cristianos son perseguidos en Asia, siendo el continente más hostil a los cristianos a causa del comunismo (en Corea del Norte, China, Laos y Vietnam), el Islam y el nacionalismo hindú. 1 de cada 15 cristianos son perseguidos en Iberoamérica, donde el comunismo (Cuba y Nicaragua) se ha convertido en una causa creciente de esa persecución. 1 de cada 5 cristianos es perseguido en África, donde la principal causa de persecución es el Islam.
----------Respecto a la persecución que actualmente lleva a cabo el Islamismo fundamentalista, debe mencionarse sobre todo el genocidio anticristiano que el islamismo está perpetrando en Nigeria, donde los asesinatos por motivos religiosos han aumentado de 4.650 el año pasado a 5.014, un abrumador 89% del total internacional. Cientos de miles se han visto obligados a desplazarse internamente o a convertirse en refugiados, y el año 2022 la violencia ha inundado también al sur del país, tradicionalmente cristiano.
----------El Islamismo es la principal causa de persecución en 37 países. Asimismo, muchos países de población mayoritariamente islámica vuelven a aparecer un año más en la lista mundial de la persución. Hay 8 países entre aquellos en los que los cristianos sufren una persecución extrema: Somalia (2), Yemen (3), Afganistán (9), Libia (5), Nigeria (6), Pakistán (7), Irán (8) y Sudán (10). Además, hay otros 28 países de mayoría islámica donde los cristianos sufren niveles muy altos de persecución: Siria (12), Arabia Saudí (13), Maldivas (15), Mali (17), Irak (18), Argelia (19), Mauritania (20), Uzbekistán (21), República Centroafricana (24), Turkmenistán (26), Níger (28), Marruecos (29), Bangladesh (30), Mozambique (32), Indonesia (33), Qatar (34), Egipto (35), Túnez (36), República Democrática del Congo (37), Turquía (41), Comoras (42), Malasia (43), Tayikistán (44), Camerún (45), Brunei (46), Omán (47), Kazajistán (48) y Jordania (49). Además, en un país de mayoría cristiana, Etiopía (39), el Islam también es la causa principal de persecución.
----------El recrudecimiento desde hace siglos y siglos de los actos de hostilidad y violencia de los musulmanes contra los cristianos en nombre de su religión nos induce a volver a proponer el viejo problema de la cuestión de la guerra justa, de la guerra de religión. Preguntémonos entonces qué significan esos conceptos, partiendo de algunas consideraciones sobre la esencia de la guerra en general.
   
La guerra en general y la justa guerra
   
----------La guerra, en su concepción básica y general, es el uso colectivo y organizado de las armas contra una colectividad enemiga con el fin de impedir que haga daño o con el fin de someterla. La guerra es la expresión, a nivel humano colectivo, de la necesidad del viviente de defenderse de agentes hostiles o nocivos y de agredirlos y vencerlos a fin de mantener su propia identidad. En efecto, el derecho a la vida es sagrado y debe ser defendido contra aquellas fuerzas que intentan pisotearlo.
----------Esto no excluye el sacrificio de la vida en el martirio o el poner en riesgo la propia vida en una guerra justa, por la defensa o liberación de la patria o por el bien común o del pueblo de un régimen tiránico. Sin embargo, aquí no hay suicidio, contrariamente a lo que algunos necios piensan, sino que quien renuncia a la propia vida física por la defensa de bienes superiores y eternos, encontrará esta su misma vida en la resurrección y adquirirá una gloria inmortal. El Islam también tiene esta fe, aunque el paraíso está garantizado por las promesas del Corán y no por la gracia de Cristo.
----------Santo Tomás de Aquino, de hecho, considera la acción militar como ocasión para actuar de modo excelso la virtud de la fortaleza (Summa Theologiae, II-II, q.123, a.5), de acuerdo en esto con la ética islámica. Y por eso en la ética cristiana siempre ha habido un lugar para las virtudes militares y muchos santos han servido o militado en diversos grados y formas en las fuerzas armadas. Aquí la ética islámica está en neto contraste con la cristiana, dado que la islámica prevé la "guerra santa" (jihád) de conquista religiosa, algo absolutamente ajeno al método cristiano, basado exclusivamente en la predicación y el buen ejemplo.
----------El término español "guerra" corresponde al árabe jihád, que propiamente quiere decir "esfuerzo", no necesariamente físico, sino sobre todo moral y espiritual. Corresponde, pues, también a lo que nosotros llamamos "ascetismo". Naturalmente, también la ética islámica distingue entre guerras justas y guerras injustas, solo que el atacar en guerra a los cristianos para difundir la religión se considera "guerra justa".
----------En todo caso, tenemos en la ética cristiana el principio de la guerra justa (véase Summa Theologiae, II-II, q.40), que se opone a la antiquísima concepción, resucitada en el siglo pasado por Nietzsche y por Hitler, de la guerra como auto-afirmación y predominio del yo sobre el otro, eventualmente hasta su destrucción, mediante la opresión y la violencia. Tanto el Cristianismo como el Islamismo son religiones completamente ajenas a esa concepción barbárica de la guerra. En las dos religiones, la guerra tiene fines de paz o de pacificación, en conformidad con el muy conocido dicho romano: si vis pacem, para bellum.
----------La concepción nietzscheana, por el contrario, implicando la supresión de la vida de los demás en nombre de una ilimitada y desenfrenada "voluntad de poder" (Wille zu Macht), introduce un concepto de guerra evidentemente erróneo, de hecho horrible, en cuanto es directamente contrario al mandamiento "no matarás". En efecto, en el plano moral, es necesario absolutamente no confundir el asesinato del inocente para afirmarse a sí mismo prevaleciendo sobre él (y ésta es la concepción nietzscheana), con el asesinato del injusto agresor por legítima defensa. Este principio de derecho natural, que siempre ha sido enseñado en la moral católica, ha sido reafirmado por el Concilio Vaticano II (Constitución Gaudium et spes, nn.79-82).
----------Como es sabido, desde los primeros tiempos del cristianismo se ha planteado el problema de la licitud de la guerra, y algunos cristianos se convencieron, como hoy se cree en algunos sectores, en nombre de un ingenuo e ilusorio buenismo, que toda guerra sea injusta y contraria al Evangelio. Oportunamente se condena la violencia, pero luego no se distingue la violencia del uso correcto de la fuerza.
----------No se entiende que, mientras la violencia es dictada por el fanatismo, por la envidia, por la avaricia, por el odio, por la venganza y por muchos otros vicios, el justo uso de la fuerza puede ser exigido por el deber, por el amor, por una justa reivindicación, por una necesidad de libertad, por la defensa de la religión contra la impiedad, por no hablar del cumplimiento de la voluntad de Dios.
----------Debemos tener esto muy claro: la violencia es abuso, injusticia y crueldad. Mientras que el uso correcto de la fuerza es coraje, justicia, fortaleza, liberación. Y por tanto los que no distinguen estas dos cosas confunden prácticamente la justicia con la injusticia, el mal con el bien. Y dígame el lector si aquí digo poco.
----------Al aprovecharse deshonestamente del hecho innegable de que en las guerras, aun las justas, se verifican accidentalmente excesos, horrores y violencias, los pacifistas identifican lo accidental con lo sustancial, las leyes del combate con los golpes desleales, los excesos de la guerra con la esencia de la guerra, y así llegan a la conclusión sofística de que cualquier guerra, en cuanto tal, significaría violencia.
----------Olvidan que la justa guerra no es un disparar golpes a placer para desahogar las propias pasiones; el soldado debe seguir órdenes precisas y racionales, que den la esperanza de la victoria. Muchas son las virtudes que hacen al buen soldado y al buen líder. Son severas las penas del soldado que en guerra no cumple con su deber. No confundamos a las fuerzas armadas con una asociación para delinquir o con el crimen organizado. No confundamos las hordas barbáricas con un ejército de liberación.
----------Quien desprecia estos valores en nombre de un cobarde e indiferente y cualunquista pacifismo, o en nombre de la mansedumbre cristiana, malinterpreta el Evangelio, desprecia la causa de los oprimidos y ofende el derecho natural. Estas personas no se da cuenta de cuánto ofenden también a los miembros de esas Fuerzas policiales y de esas Fuerzas armadas, que ponen en riesgo la propia vida por el bien y la seguridad de aquellos mismos que hacen moralismo fuera de lugar, por el bien de los ciudadanos y de la Iglesia misma, donde, por desgracia, se las arreglan con inmerecido éxito estos individuos negligentes, que estarían dispuestos a renegar de Cristo frente al primer terrorista del ISIS que les levantara la voz.
----------La justa guerra puede estar fundada en varias razones: la exigencia de libertad de un pueblo oprimido; la necesidad de defenderse de un agresor; el derecho a reconquistar un territorio ocupado; la necesidad de aprovechar fuentes de energía indispensables; el socorro que se debe llevar a un pueblo oprimido, aquello que el papa san Juan Pablo II llamaba "intervención humanitaria".
----------El sacerdote no puede hacer la guerra (cf. Summa Theologiae, II-II, q.40, a.2), porque actúa por un reino que no es de este mundo, en conformidad con lo que nuestro Señor Jesucristo dice a Pilato: "Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores habrían combatido para que no fuera entregado a los Judíos; pero mi reino no es de aquí abajo" (cf. Jn 18,36). 
----------La batalla del sacerdote es esa batalla espiritual, a la cual ningún cristiano se puede sustraer, pero no se puede sustraer sobre todo el sacerdote: "Nuestra batalla no es contra criaturas hechas de sangre y de carne, sino contra los principados y las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal, que habitan en las regiones celestiales" (cf. Ef 6,12).
----------Al mismo tiempo Jesús, en las mencionadas palabras, nos hace comprender la legitimidad de la guerra por justas finalidades terrenas que están ligadas a la vida presente. Pero así como tales finalidades, para poder ser honestas, deben de alguna manera estar de acuerdo con la voluntad de Dios, he aquí que vemos cómo la guerra justa tenga una conexión con la voluntad de Dios, además del hecho de que también la defensa armada de los valores religiosos de esta vida se puede considerar como una justa finalidad terrena. Consideremos, por ejemplo, la defensa de los lugares santos hecha por los Cruzados contra los musulmanes.
   
La guerra por motivos religiosos
   
----------Y entre los justos motivos para ir a la guerra puede estar la religión. He aquí por lo tanto la llamada guerra de religión. En realidad, la referencia a Dios es indispensable para toda guerra justa. Pero esto todavía no caracteriza la guerra de religión. Para que exista guerra de religión, debe estar movida por motivos claramente o declaradamente religiosos. Vale decir, no es suficiente la personal convicción de que ella sea querida o permitida por Dios o conforme a su voluntad. Toda justa guerra, también por motivos humanitarios, profanos, nacionales, políticos o económicos, o en nombre de la supervivencia, de la libertad o de los derechos del hombre, encuentra su motivo de fondo en la voluntad consciente o inconsciente de obedecer a los mandamientos divinos. De lo contrario, se trata de una guerra injusta.
----------Lo discriminatorio se encuentra propiamente aquí. Una guerra es injusta precisamente cuando falta esta referencia a la ley divina, ley de justicia, de libertad y de paz; una referencia, que no debe ser necesariamente explícita, directa o declarada, sino que en todo caso debe poder ser hecha.
----------La idea de que Dios tiene enemigos, que los combate y derrota, es común a la Sagrada Biblia y al Corán. "El Señor es un guerrero, su nombre es Señor" (cf. Ex 15,3). En efecto, la Biblia se abre con una guerra de Dios contra los ángeles rebeldes ("entonces se libró una batalla en el cielo", Ap 12,7), y se cierra con una guerra: el triunfo final de Cristo (cf. Ap 16,14-19,20). La "serpiente" que tentó a nuestros primeros progenitores era uno de los ángeles rebeldes vencidos por Dios.
----------Por consiguiente, quien combate por Dios y con Dios, está entonces seguro de resistir contra los ataques de sus enemigos y de vencer. Y aquí se puede pensar tanto en el martirio como en la guerra. La diferencia entre la Sagrada Biblia y el Corán es que Dios vence en Cristo, no en Mahoma. Christus vincit. Obviamente, Dios no manda asesinar; sin embargo, justamente manda defender la vida y derrotar a los enemigos de la vida. Y en tal sentido puede mandar o aceptar una acción colectiva armada con la cual se defienda la vida, la libertad y la dignidad de un pueblo, de una clase, o de una nación.
----------Pero entre los valores de la vida humana se encuentra también y supremamente el culto a Dios, es decir, la religión. Si un pueblo ve que de parte de fieles de otra religión es impedida o pisoteada con la violencia su actividad religiosa o su libertad religiosa o que se ve mancillado el honor debido a Dios, tiene el derecho y el deber de rechazar esta violencia, si es necesario, incluso con la fuerza. Esta es la legítima guerra de religión, que ha sido librada varias veces, por ejemplo en el pasado, por las armadas cristianas contra los asaltos de los musulmanes, en circunstancias que han permanecido famosas en la historia.
----------En el Antiguo Testamento, no existe la mínima duda de que Israel estaba convencido de que Dios hubiera ordenado la expulsión por la fuerza de los pueblos que residían en Palestina, en base a la convicción de que esa tierra había sido asignada a Israel por Jahvé como tierra prometida a Abraham y reservada a Israel, pueblo elegido por Dios para llevar la salvación a todas las naciones.
----------Ciertamente salta a la vista la contradicción del supuesto mandato divino de ocupar la Palestina y de expulsar o matar a sus habitantes, con la misión salvífica universal proclamada por los profetas. Ellos mismos no se dieron cuenta de esta contradicción y atribuyeron todo en buena fe a la voluntad de Dios. No excluimos que Dios haya efectivamente asignado la Palestina a Israel; sin embargo, lo que repugna pensar es que Dios hubiera mandado expulsar o asesinar a los habitantes. Se habría podido y debido encontrar un modo de convivencia con las poblaciones residentes, como ya ocurre hoy en día en Israel.
----------Probablemente Mahoma, para la fundación de su religión, ha tomado inspiración en la figura de Moisés y en la aventura de Israel narrada en el Antiguo Testamento. Mahoma, por cuanto parece, considera a Cristo y al cristianismo subsiguiente, como un contratiempo, como un incidente en el camino de Israel como mensajero de salvación. Probablemente la intención de Mahoma era la de retomar la misión de Israel y darle el verdadero cumplimiento, proyecto intentado en vano por Jesús, quien, a pesar de haber sido un buen profeta, se desvió del camino proclamándose Dios e introduciendo el politeísmo.

4 comentarios:

  1. Sin embargo, el Papa Francisco ha dicho "Hubo un tiempo en que nuestras iglesias todavía hablaban de una guerra santa o de una guerra justa. Hoy en día, ya no podemos hablar de esta manera. Se ha desarrollado una conciencia cristiana de la importancia de la paz…Las guerras son siempre injustas."
    Filemón, ¿cómo compatibiliza tal declaración con lo que usted sostiene?
    De todas formas ya he perdido la esperanza con ud. De alguna forma se las rebuscará para explicarnos que el Papa cuando ha dicho negro, en realidad ha querido decir blanco, y que somos los cismáticos pasadistas los que vemos todo mal.

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    1. Estimado Anónimo,
      ¿a qué se refiere con su expresión de "haber perdido las esperanzas conmigo"? Tampoco entiendo qué tengan que ver aquí los "cismáticos pasadistas", los cuales, según usted "ven todo mal". El "pasadismo" es un conjunto de herejías, mientras que "cismático" es quien no se encuentra en la comunión catolica. Lamento con todo mi corazón si usted se considera lo uno y lo otro, pero no entiendo a cuenta de qué viene eso.
      De modo que lo único que cabe hacer ahora es responderle a su pregunta, presuponiendo todo lo que he explicado en el artículo acerca del tema, y en otros artículos en los cuales me he referido a este mismo tema. Ahora simplemente lo resumo, tratando de enfocarme a lo que usted pregunta:
      El Santo Padre asume la palabra "guerra" en el sentido del desencadenamiento colectivo de la violencia con todos los daños y los desastres que ello produce. En este sentido también la Escritura, aunque hable de "guerra santa", prevé que en la vida futura ya no existirán guerras.
      Por consiguiente es obvio que este sentido usado por la Escritura corresponde al lenguaje del Papa.
      Por otra parte, el Santo Padre, con motivo de la guerra de Ucrania, ha hecho saber, por medio del cardenal Parolin, que los Ucranianos tienen el derecho a defenderse de la agresión rusa.
      Por supuesto, el Cardenal no ha usado la expresión "guerra justa", sin embargo es evidente que él ha juzgado cosa correcta defenderse con las armas contra la agresión de los Rusos.
      Por eso la expresión tradicional "guerra justa", con las explicaciones que se le dan a esta expresión, sigue valiendo todavía, por lo cual no está prohibido usar esta expresión junto a la otra usada por el Papa. No es que estas dos expresiones se excluyan entre sí, porque el Papa se refiere a un acto intrínsecamente criminal, y podemos decir que en toda guerra está presente un crimen, aunque sólo sea el del agresor, mientras que la expresión "guerra justa" se contrapone a "guerra injusta", así como el uso honesto de un medio se opone al uso deshonesto.
      Se podría agregar que cada vez que un Estado desata una guerra, habla de "guerra justa". Sin embargo, es necesario verificar cada vez, en cada caso concreto, cuando ese Estado es sincero y cuando es mentiroso.
      El guerrear en sí mismo no es más que un arte, el así llamado "arte militar", que tiene sus reglas de humanidad, según las cuales el soldado no puede hacer lo que le plazca, quizás con el pretexto de que está combatiendo una "guerra justa", porque existe un tribunal militar que también lo puede condenar a muerte, por la violación de las reglas del Código militar.
      La guerra adquiere una connotación ética según el fin para el cual este medio sea utilizado. Si se hace la guerra para salvar la Patria o bien para liberar a un pueblo oprimido, eso es una cosa; si se hace la guerra para dominar a otro Estado o para imponer por la fuerza un credo religioso, eso es otro asunto.

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  2. ¡Y lo negro se hizo blanco!
    Muchas gracias Filemón, sin ud. cometeríamos la torpeza de interpretar al Papa en el sentido literal de sus términos.
    Qué lástima que Francisco no brinde las explicaciones que usted nos da. El pobre siempre se confunde y termina siendo ambiguo. Siempre se confunde....

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    1. Estimado Anónimo,
      admito que el Papa no es del todo claro, pero por otra parte no es posible una interpretación distinta a la mía, porque por un lado, a través del cardenal Parolin, ha confirmado la teoría de la guerra justa, justificando la guerra de Ucrania.
      Pero por otro lado, por cuanto respecta a la condena absoluta de la guerra, repito que se trata de una acepción de la palabra presente también en la Escritura.
      Por lo tanto, es suficiente con un esfuerzo benévolo de inteligencia para comprender lo que el Papa ha querido decir, sin formular contra él acusaciones gratuitas.

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