lunes, 17 de julio de 2023

Un principio para la conquista de la paz verdadera (1/4)

Parecería que si se afirmara el principio de que la paz es el efecto de la victoria sobre el enemigo, se estaría afirmando un lema fascista o de "contra-revolucionarios" católicos. Y sin embargo, implica exactamente la negación de la dictadura y del belicismo, y es el principio para la conquista verdadera de la paz verdadera. La paz como efecto de la victoria sobre el enemigo es un verdadero principio de paz, no obstante la apariencia contraria. Precisamente, es la tesis que aquí intentaremos demostrar.

Qué es la paz
   
----------En los ambientes que llamamos "pacifistas", al tratar acerca de la paz, existe una convicción generalizada de que el discutir sobre cómo obtener, practicar y conservar la paz debe dejar fuera de nuestros discursos el discurrir absolutamente nada sobre la guerra, después de haber pronunciado sobre ella una genérica condena sin apelación, como si nada tuviera que ver la guerra con la paz sino para excluirla absolutamente, de modo similar a como cuando al hacer las alabanzas de la vida suponemos el rechazo de la muerte, o como cuando al hablar de una comida sana excluimos el pensamiento de una comida en mal estado.
----------Ahora bien, no vamos a negar aquí que la paz sea lo contrario de la guerra, y que todos sienten la paz como algo amable y la guerra como algo odioso. Sin embargo, si procuramos reflexionar seriamente, como aquí quisiera proponerle brevemente al lector de este artículo, acerca de la verdadera naturaleza de la paz y de la verdadera naturaleza de la guerra, nos daremos cuenta de que la guerra y la paz no están del todo desprovistas de relaciones, como puede parecer a primera vista, y que comprender cuáles son sus relaciones redunda en beneficio de poder adquirir la verdadera paz y sirve para evitar la guerra.
----------La idea hoy difundida de que bastaría un acto de buena voluntad para poner fin para siempre a todas las guerras, seduce ciertamente, pero es un pensamiento ilusorio porque está basado en una concepción utópica e irreal de la vida presente, que no tiene en cuenta las consecuencias del pecado original y las medidas que estamos obligados a tomar para defendernos de estas consecuencias o limitarlas al máximo.
----------Esa extendida idea es la visión de personas que creen que la humanidad está todavía en el Edén o que ya está en el paraíso del cielo, o bien es la visión de los no creyentes, los cuales sueñan con una naturaleza humana ideal que no existe, cancelan de sus ojos la dura realidad y con sus discursos al vuelo acaban por no poder hacer lo que verdaderamente procura la paz.
----------No se equivocaban los antiguos Romanos al advertirnos: si vis pacem, para bellum. El concepto que quisiera desarrollar en este artículo va en esta línea, pero perfeccionado por la sabiduría bíblica, la cual nos dice clarísimamente que la paz no es algo obtenible con un simple acto de buena voluntad mediante un diálogo tranquilo y benévolo. Esto es necesario, pero no basta: la paz es un estado de felicidad al que se puede llegar después de haber vencido a los enemigos de la paz. Esta es en efecto el resultado de un trabajo complejo del espíritu y de una sabia disciplina interior, la cual organiza las potencias vitales del sujeto, para orientar a la persona en la vida y en los valores del espíritu, para que mediante ello pueda dominar las pasiones, y no permita que las pasiones prevalezcan sobre el espíritu.
----------En efecto, el hecho es que en todos nosotros hay una fuerte atracción por los bienes sensibles y por los placeres sensibles, los cuales nos producen la ilusión de que ellos constituyen nuestra felicidad, pero en realidad nos hacen olvidar que la felicidad está en cambio en el ejercicio de la virtud y en la fruición de los bienes del espíritu, y el bien supremo entre todos es la comunión con Dios y el amor al prójimo.
----------La concupiscencia, consecuencia del pecado original, nos impulsa a sobrestimar los placeres físicos y a subestimar los goces del espíritu. De ahí el desprecio por los valores intelectuales, morales y religiosos y la apología y el apego a lo pasional, a lo emotivo, a lo pasajero y fugaz, a lo efímero, a lo transitorio y caduco, a los bienes precarios que siempre se esfuman, con la consecuencia de falsas satisfacciones y una continua insatisfacción de fondo que nos vuelve amargados, egoístas, irascibles, envidiosos y por lo tanto nos convierte en contínuo principio de conflictos, divisiones, agresiones y guerras.
----------Se trata de una gran tontería, cuando en cambio los bienes del espíritu (que son la honestidad, la mansedumbre, la moderación, la caridad, la solidaridad, la compasión, la generosidad, la piedad, la devoción, etc.), y que son aquellos que nos dan la verdadera felicidad, están siempre a nuestra disposición sólo que lo queramos, dando su verdadero sabor a los placeres del cuerpo y procurándonos una paz que nadie nos puede quitar, mientras que no está en nuestro poder retener los placeres de los sentidos, de las emociones, de la fortuna, de la salud física y del éxito humano. Quien da a estos placeres el primado es un impostor si quiere presentarlos a los demás como válidos, es un iluso y un infeliz si quiere gozarlos para sí, no encuentra nunca la paz, está en guerra consigo mismo y la provoca en la sociedad.
----------También la soberbia es una tentación sutil y peligrosísima, que nos hace creer que somos nosotros el principio de nosotros mismos y de la misma realidad, rechazando por tanto a Dios como nuestro creador y haciéndonos creer que somos nosotros y no Dios los dominadores de la naturaleza y de la humanidad. La soberbia trastorna nuestro orden interior, nos sumerge en una radical inquietud y nos empuja a una cruel agresividad y voluntad de poder perturbador de la paz social y fomentador del odio y de la guerra.
----------Santo Tomás de Aquino en su comentario al tratado sobre los Nombres divinos de Dionisio el Areopagita enuncia algunas elevadas consideraciones sobre la esencia de la paz, que me parece conveniente repordar aquí para reflexión de todos los lectores: "Toda cosa apetece su perfección, que recibe en participación de Dios y cuando la ha adquirido, su apetito se aquieta, en la cual quietud consiste también la razón de la paz" (Cap.XI, lect.I, n.880). "Se dice que algunos hombres están en paz cuando su voluntad concuerda en una sola cosa" (Ibid. n.885). "La paz divina es unitiva de todas las cosas, en cuanto hace que todas las cosas se comuniquen en una; entonces es generativa en cuanto a su primera institución; y operativa, en cuanto al gobierno, al consenso y a la connaturalidad de todas las cosas; de modo que el consenso se refiere a la concordia de las voluntades; la connaturalidad a la concordia de varios apetitos" (Ibid.).
----------"La paz divina es la causa final de todas las cosas. Ahora bien, es natural para toda cosa desear la unidad, así como el ser y el bien, ya que a causa de la división la cosa viene a menos y se corrompe y disminuye su bondad. Y dado que la paz divina causa la unidad en las cosas, por eso todas las cosas a su manera desean la paz divina, en cuanto que ella une a todas las cosas; ella convierte su multitud divisible en una unidad total, en cuanto que las cosas que en sí mismas están divididas se reúnen en una sola" (Ibid. n.886).
----------Sigue diciendo santo Tomás de Aquino: "Las cosas que naturalmente están en contraste entre sí, a causa de la contrariedad que tienen en su naturaleza, concuerdan en el orden del universo, según el cual de algún modo se unen y cohabitan en el mundo: y esto sucede por participación de la paz divina, la cual, en cuanto es deseada por todas las cosas, tiene razón de fin" (Ibíd.).
----------En este pasaje del comentario de santo Tomás al De divinis nominibus, vemos el aspecto positivo de la teoría de Romano Guardini [1885-1968], que examinaremos más adelante, acerca de las oposiciones polares y la permanencia normal de tensiones incluso en una sociedad pacífica. Estas tensiones, sin embargo, además de aquellas inevitablemente causadas por la fragilidad de la naturaleza humana, no deberían referirse tanto a la convivencia humana, sino a la familia de los vivientes inferiores, en la cual rige el principio mors tua vita mea. Por cuanto se refiere al mundo de la química, aquí ciertamente existe una oposición polar, pero ella, como veremos, que es una ley natural, no puede en absoluto tomarse como término de comparación para las tensiones sociales, que son un fenómeno desagradable de la naturaleza caída.
----------Continuamos con la lectura del texto de santo Tomás: "La primera causa de la paz interviene simplemente en todas las cosas, aunque las cosas en las que opera sean diferentes; sin embargo, por parte del operante no hay diversidad ni en la operación ni en el modo de operar" (Ibid. n.889).
----------"La unidad de la paz consiste en la tranquilidad del orden, para la cual tranquilidad son necesarias tres cosas: la primera, que las cosas sean distintas entre sí; en efecto, no puede haber orden sino entre cosas distintas, por lo cual se dice que la paz define toda cosa. En segundo lugar, es necesario que para la tranquilidad del orden ninguna de las cosas distintas vaya más allá de los límites de su naturaleza, y por eso se dice que la paz determina. En tercer lugar, es necesario que esta definición y terminación sea estabilizada; y por eso se dice que la paz da firmeza. De lo contrario, si la definición y la terminación no fueran firmes, sino que una cosa saliera de sus límites, invadiera los límites de otra cosa, el orden de las cosas se confundiría y así no podría existir tranquilidad en el orden" (Ibid. n.891). Esto es exactamente lo que hoy está sucediendo en Ucrania, y surge la pregunta: ¿son los Rusos los que han invadido un territorio ucraniano o son ya los Ucranianos los que quieren para sí mismos un territorio que pertenece por derecho a Rusia?
----------"Dios no permite que las cosas distintas se dispersen en lo indeterminado y en lo no definido, es decir, que las operaciones y los cambios de las cosas no tiendan hacia un fin cierto y determinado, como si ellas estuvieran desordenadas y privadas de un propósito propio, es decir, firmes en un principio que las conserve. Ahora bien, este dispersarse desordenado se opondría a la unión en ese triple modo mencionado más arriba, que se produce en virtud de la participación de las cosas en la paz divina" (Ibid. n.892).
----------La paz es ante todo, tal como hemos visto, un bien espiritual e interior, incluso un bien divino. Según la Sagrada Escritura, "shalom" es el bien supremo por excelencia, es uno de los nombres divinos. Jerusalén, como dice la misma etimología del nombre, es la Ciudad de la Paz y es precisamente la figura de la futura humanidad pacificada por Cristo, victoriosa sobre los enemigos de la paz, de los cuales los pacíficos son liberados para siempre, para ser los malvados encarcelados para siempre en la prisión infernal para desahogar para siempre su odio hacia Dios, hacia el prójimo y hacia sí mismos.
----------Para la Sagrada Biblia, el concepto de la paz está asociado a los máximos valores y a todo aquello que prima más en nuestro corazón: el bienestar, la felicidad, la perfección, la vida, la divinidad, el amor, la verdad, la identidad, la unidad, la universalidad, la alegría, la eternidad, la estabilidad, la quietud, la tranquilidad, la serenidad, la solidez, la certeza, la seguridad, la justicia, el orden, la determinación, la diversidad, la concordia, la comunión, la verdad, lo bueno, lo bello, la armonía.
----------La paz, esencialmente, excluye lo contradictorio, lo absurdo, lo conflictivo, lo irracional, lo turbio, lo tenebroso, lo caótico, lo desordenado, lo imperfecto, lo traicionero, lo falso, lo incierto, lo inestable, lo dudoso, lo ambiguo, la inquietud, la agitación, la perturbación, el miedo, la angustia, la tristeza, el odio, lo nocivo, lo precario, lo corruptible, lo maligno, el sufrimiento, el vicio.
----------La paz es un supremo bien para cuya edificación nuestra buena voluntad debe concurrir con la voluntad de Dios, porque la paz es ciertamente conquista humana, pero es sobre todo don de Dios, don de nuestro Señor Jesucristo, que nos obtiene la paz con Dios y entre nosotros mediante el sacrificio de la Cruz. Ella es por excelencia don del Espíritu Santo, que es Espíritu del Amor y de la Unidad.
----------La paz es, de esta manera, reconciliación entre enemigos que se convierten en amigos; reconciliación con Dios, reconciliación con el hermano. La paz supone la victoria sobre un enemigo: sobre el pecado, sobre el demonio, sobre nuestra soberbia, sobre nuestro egoísmo, sobre nuestros vicios. En este artículo, sin embargo, nos concentraremos en la paz como efecto de la victoria de Cristo sobre Satanás y sus seguidores, paradigma escatológico de la lucha que los justos deben librar contra los malvados desde ahora mismo para la salvaguarda, la defensa y la obtención de la paz.
----------Esto quiere decir que en la visión cristiana la paz escatológica es la de los justos acogidos en el reino de Dios y definitivamente separados de los malvados, o sea de los que no han querido entrar en él. Esta separación, que Cristo parangona a la separación del trigo de la cizaña, puede de algún modo iniciar ahora por obra de los pastores de la Iglesia, por ejemplo con la institución de la excomunión o de las penas eclesiásticas, pero al mismo tiempo la Iglesia recomienda hoy más que nunca hacer todo el esfuerzo posible por medio del testimonio, del servicio fraterno, del diálogo y del ecumenismo, para trabajar por la reconciliación con los hermanos separados en la edificación de una unidad no monolítica sino pluriforme y diversificada según los dones propios de cada uno, sosteniéndonos unos a otros con amor en los inevitables disensos, incomprensiones y contrastes debidos a la fragilidad de la naturaleza herida por el pecado. En la medida en que se edifica la unión y la unidad, se eliminan los contrastes y los conflictos, pero ellos siempre permanecen en la vida presente. Se trata entonces de trabajar con esperanza y espíritu de sacrificio, ante todo pacificándonos nosotros mismos y con Dios y así estaremos habilitados y cualificados para poner en paz a los demás.
   
La paz nace del corazón y se extiende a la sociedad
   
----------La paz se forma y madura en el corazón de cada hombre, en el orden interior de la mente y de la voluntad sometida a Dios y señor de las potencias inferiores, en el orden del saber sobre el sentir, en el orden de la razón sobre los instintos, de la voluntad sobre las pasiones, del espíritu sobre la carne, del alma sobre el cuerpo, y se expresa consiguientemente en lo externo, en la relación razonable y práctica con la naturaleza, en la relación caritativa de la persona con la otra persona y con la sociedad.
----------El hombre puede construir la paz en torno a sí, en cuanto la tiene ya en sí. Si no está de acuerdo consigo mismo, si las pasiones hacen guerra al alma, si la emoción le vence a la voluntad, si el idealismo y la fantasía prevalecen sobre el realismo y sobre el dato de la experiencia, si no es decidido y coherente en la elección de Dios. contra Satanás, sino que oscila entre uno y otro y sirve a dos señores, si regula sobre el respeto humano y no sobre la buena conciencia, si no sabe resolver sus propios conflictos interiores, ¿qué sabe acerca de qué es la paz? ¿Cómo puede enseñar lo que es la paz? ¿Cómo puede pacificar los ánimos agitados y seducidos por la violencia, por la guerra y por el partidismo? ¿Cómo puede ser imparcial en el juzgar entre dos partidos o naciones en lucha? ¿Cómo puede comprender el significado y las causas de una guerra? ¿Cómo puedes sugerir acuerdos de paz? ¿Cómo puede poner de acuerdo a los litigantes? ¿Sobre qué base?
----------Las concepciones voluntaristas no están hechas para promover la paz, porque la paz es la aplicación en los hechos de lo que es concebido por el intelecto. Posturas como la de Blondel, cuyo extremo está representado por el voluntarismo de Nietzsche, que pretenden que no es la razón ni el intelecto los que dicen lo que es verdadero, vienen sustancialmente a sustituir la voluntad y el libre albedrío por el sentimiento y la emoción, de modo que, si nuestro saber moral no está iluminado por el intelecto, no queda más que recurrir al sentido y a la imaginación, que son los principios de las pasiones y de los instintos animales, para que al final el predicador o el orador que se inspira en la gnoseología de Blondel no se apoye sobre el intelecto y sobre voluntad de la gente, sino sobre sus pasiones y sobre sus instintos, los cuales (como se ha visto en la oratoria de Hitler o de Mussolini) al no estar controlados por la razón, suscitan fanatismos colectivos, sugieren insanos programas políticos, proyectos criminales, visiones imaginarias distorsionadas, utópicas o belicistas de las relaciones sociales o de los destinos de una nación o del modo de vivir en paz o de obtener la paz.
----------Pero no debemos creer que la oratoria pacifista a lo Gandhi, Turoldo, Rousseau, Merton o Lanza del Vasto, tenga verdadera eficacia para promover la paz. Son proyectos construidos no sobre la base de la realidad, sino de la imaginación, que sueñan con una humanidad ideal que no existe. Similares a estos puntos de vista son los de Leibniz, el cual estaba de tal modo convencido en el universal poder de la razón que consideraba como posible la paz en Europa entre católicos y protestantes sobre la simple base de un riguroso cálculo de las proposiciones, del mismo modo con el cual se hace el cálculo matemático.
----------Debo decir honestamente que las cosas son, en realidad, muy diferentes, aunque me doy cuenta de decepcionar tanto a los blondelianos como a los pacifistas. En efecto, tanto la oratoria voluntarista como la pacifista, si lo reflexionamos bien, son ellas en última instancia las que son causa de la guerra. En efecto, no es difícil demostrar que los blondelianos son los inspiradores de la oratoria de los dictadores, de los demagogos y de los agitadores de masas. De hecho, el orador honesto, al exhortar a la multitud y empujarla hacia rectos propósitos, debe apoyarse en la razón y no en las emociones o los impulsos.
----------La voluntad no es movida por la voluntad ni por la emoción, sino por el intelecto posiblemente cultivado. Ciertamente no se trata de dar lecciones de teología moral. También se pueden lanzar eslóganes o simples llamamientos, como ha hecho muchas veces el papa Francisco, que se inspira en el estilo de Cristo mismo.
----------Sin embargo, vemos cómo los dichos icásticos del Evangelio o de san Pablo o de san Juan son, hoy al igual que hace 2000 años, más eficaces que nunca para sacudir las conciencias de los hombres, y lo serán así hasta el fin del mundo. Y si la prédica está respaldada por la teología escolástica, no hay nada de malo, con buena paz de Maurice Blondel. Quiere decir que si ella es argumento difícil para los simples, será persuasiva para los intelectuales. ¿No deberían ser salvados también ellos?
----------Por lo tanto, es cierto que el principio de que la paz es el efecto de la victoria sobre el enemigo, parecería a primera vista un lema fascista. Y en cambio implica exactamente la negación de la dictadura y del belicismo, y es el principio para la conquista verdadera de la paz verdadera. Es un verdadero principio de paz, no obstante la apariencia contraria. Es esta la tesis que me propongo demostrar en este artículo.

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