En el Concilio Vaticano II, en el debate acerca de la lengua litúrgica, el sector pro-latín defendía obstinadamente al latín precisamente por considerarlo un medio para asegurar la uniformidad doctrinal. Sabemos que la postura de ese sector no prosperó en el debate; y con toda razón. Porque los padres conciliares que se opusieron, estaban persuadidos argumentando que la unidad católica no reside en el culto en un solo idioma, sino que es un don del Espíritu Santo que aún hoy, como en Pentecostés, actúa en una multiplicidad de idiomas. [En la imagen: una celebración eucarística en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, en la ciudad de Mendoza].
¿Texto originario? Sólo hay traducciones, más o menos antiguas
----------Suele decirse que no hay mal que por bien no venga, y de hecho, los problemas causados por la V Instrucción para la aplicación de la Reforma, han motivado el desarrollo de importantes reflexiones sobre la delicadeza del traducir litúrgico y sobre la necesidad de criterios articulados para ofrecer traducciones que sean verdaderamente capaces de orientar y de alimentar la tradición litúrgica. Consideremos, entonces, algunas de las declaraciones que se han escuchado en años recientes sobre esta problemática, en vista de la eventual redacción de una nueva "carta magna" sobre la traducción litúrgica.
----------Por cuanto respecta a la revisión de la traducción a una lengua vernácula de la tercera edición del Misal Romano, un importante teólogo lanzó en su momento la siguiente advertencia:
----------"Toda palabra lleva en sí, por el mero hecho de ser pronunciada, un extraordinario poder emotivo, capaz de hacer su juego independientemente de cualquier explicación que le sea dada sobre el plano de su definición conceptual y de cualquier posterior aclaración del significado que se le ha querido dar. Así lo demuestran muchas rencillas nacidas de una sola palabra mal dicha, incluso más allá de las intenciones, que afectan, no pocas veces nocivamente, las relaciones humanas. Cuando uno se ha sentido ofendido por una palabra dicha, muchas veces no hay explicación que ayude". Como suele decirse: "no aclares que oscurece". Hay palabras y frases que, por más perfectas que sean en su significado, corren el riesgo de dejarnos totalmente insensibles, o peor aún, de producir en el ánimo del oyente efectos contrarios a los deseados.
----------Por otra parte, hay que reconocer que la traducción, cualquier traducción, no puede ser simplemente reservada al campo teológico o eclesial, sino que pertenece al campo de la cultura común. Siendo una operación estrictamente pertinente al campo de la mediación lingüística, la traducción no escapa a las reglas comunes del trabajo cultural. También en el ámbito de la traducción, ya sea de textos litúrgicos, bíblicos o de cualquier otro tipo, el argumento de autoridad no puede reclamar por sí mismo un valor absoluto. Por eso, manteniendo naturalmente la unidad de la fe y de disciplina in necessariis, el debate teológico se sitúa como una exigencia insuprimible entre el ejercicio del magisterio eclesial y el pueblo de Dios. Si por un lado es de hecho impensable que todos los conocimientos necesarios puedan resumirse en las solas instancias centrales, por otro lado, no faltan ciertamente en la Iglesia Católica las sedes académicas de gran prestigio, las comisiones consultivas, las capacidades organizativas, para consultar en gran escala a expertos en materia bíblica, teológica y litúrgica. Siempre y cuando, por supuesto, realmente se quiera hacerlo.
----------El servicio a la unidad no puede ser entendido como la imposición de un modelo único, sino como aceptación de la comunión en las diferencias. La recognitio por parte de la Santa Sede de los textos litúrgicos elaborados por las Conferencias Episcopales, tiene ciertamente su lógica profunda en el servicio a la unidad. Sin embargo, el episcopado de cada Iglesia particular constituye el sujeto apostólico concreto, el cual, en comunión con las demás Iglesias y con la Iglesia de Roma que las preside en la caridad, es responsable de la evangelización en el interior de una región lingüísticamente y culturalmente homogénea. En su ejercicio concreto, la presidencia romana no debería ocultar el hecho de que la unidad en la fe y en la caridad se realiza a través de la comunión de lo que es necesariamente plural. Hacia estas verdades ha dado un paso de reorientación conciliar el motu proprio Magnum Principium del papa Francisco en 2017.
----------Pero hay más: es el mensaje originario del Evangelio el que no existe en estado puro, sino que ya ha sido traducido, desde el principio. Ni siquiera históricamente, podríamos decir, existe un mensaje evangélico históricamente puro detrás de aquel que ha venido siendo declinado culturalmente en las comunidades de los evangelistas y depositado sólo más tarde en sus escritos. Se podría objetar que tal multiplicidad de los cuatro Evangelios corresponde más a la pluralidad de los ritos, que no a las diferentes lenguas en las cuales es admitida la versión de la liturgia latina, las cuales no representan tantas familias rituales.
----------Sin embargo, en términos concretos, el rito romano existe hoy simultáneamente en su forma típica en latín y en sus múltiples versiones y formas aprobadas en distintos idiomas: se trata de una situación inédita, sin precedentes en los dos mil años de historia de la liturgia cristiana, cuyas implicaciones epocales no han sido quizás aún completamente interiorizadas y asumidas por todos. El lenguaje, las palabras, no pueden reducirse al criterio de contenedores asépticos y neutrales de ideas, ya que las palabras afloran en el texto grávidas de su historia literaria y de sus valores actuales: la composición del texto litúrgico en lengua moderna representa un verdadero y propio acto de inculturación, que saca su fuerza comunicativa no sólo desde el modelo pasado subyacente, sino junto también desde los medios (y límites) expresivos propios de la nueva lengua y del entero mundo cultural que en ella se sedimenta.
Tanto en Alemania como en Estados Unidos ha habido dificultades
----------Aquellos que no han podido todavía encontrar sentido a la carta apostólica del papa Francisco Magnum Principium, del año 2017, y a la instancia que aquí venimos planteando acerca de la necesidad de una VI Instrucción para la aplicación de la Reforma litúrgica, deberían tener en cuenta que seis o siete años atrás se había hecho de dominio público la condición de "punto muerto" que la instrucción Liturgiam Authenticam del 2001 había provocado en muchas Iglesias nacionales y Conferencias Episcopales.
----------De hecho, en el Congreso parisino del Instituto Superior de Liturgia, celebrado en febrero de 2016, conmemorando su 60° aniversario, en particular el relato dado por un experto alemán, durante los debates, parecía ser singularmente significativo. A ese testimonio se unía el creciente malestar del mundo anglosajón, que, tras un largo esfuerzo, había producido un instrumento al fin de cuentas inutilizable: de alguna manera, si para evitar el abuso se llega a imposibilitar el uso, algo muy profundo es lo que no funciona y pide una intervención tan autorizada como urgente. Por eso me gustaría recordar aquí tanto ese interesante relato del "impasse" que se producía entre la Conferencia Episcopal Alemana y el dicasterio del Culto, como la recepción también en USA del debate sobre una eventual nueva Instrucción.
----------En febrero de 2016, como he dicho, se hacía publico el "impasse" entre la Conferencia Episcopal alemana y la Congregación para el Culto. En noviembre de 2015 los obispos alemanes habían presentado al dicasterio del Culto una situación muy grave. Manifestaban que con los entonces vigentes criterios de orientación y de juicio sobre las traducciones (referentes sobre todo a la nueva edición del Misal Romano) no era posible continuar. Los Obispos alemanes habían declarado que si se observaban los criterios impuestos, se producían traducciones incomprensibles. Si se quería hacer comprensible el texto, no había más salida que violar los criterios establecidos por el dicasterio del Culto. De esta manera, los Obispos alemanes manifestaban que había surgido una situación tan embarazosa y contradictoria, que el resultado sólo podía ser una parálisis total. La ponencia del relator alemán en el Congreso del ISL en París 2016, informaba que los Obispos alemanes le habrían declarado abiertamente al entonces Prefecto, cardenal Robert Sarah, su firme intención de no presentar ningún texto traducido para la "recognitio" por parte de la Santa Sede mientras el criterio de juicio estuviera marcado por los dictados de Liturgiam Authenticam.
----------Es evidente que se trataba de una posición de extrema gravedad e importancia, y que señalaba un problema de fondo, que no podía ser abordado seriamente sin afrontar con la debida franqueza la necesidad de una nueva Instrucción, que modificara profundamente el modo de obrar en el traducir y en el juzgar sobre las traducciones. Si es cierto que el entonces cardenal Prefecto habría respondido a los Obispos alemanes proponiéndoles (al término del encuentro) "una sentida meditación sobre la importancia de la obediencia en la Iglesia", entonces lo primero que hay reconocer (y el primero que debería reconocerlo es el cardenal Sarah) que aquí el problema no es en absoluto el de la obediencia, sino el de la impracticabilidad de una normativa que no puede ser obedecida sin causar mayor embarazo y perjuicio.
----------No menos reveladora y sugerente fue la situación que se hacía pública acerca de los debates en la Iglesia en USA acerca del latín litúrgico y el control de la unidad doctrinal. El hecho era que a mediados de la década pasada había surgido también en USA una gran insatisfacción, aún cuando durante mucho tiempo en ese país se había creído poder encontrar en Liturgiam Authenticam un criterio seguro para ofrecer mejores traducciones a la Iglesia anglófona. Algunos textos, que retomaban en esa época el mismo debate europeo, mostraban claramente el descontento y la crítica hacia la V Instrucción.
----------En los testimonios estadounidenses se ponía en luz con razón la interferencia producida entre Liturgiam Authenticam y el diseño de defender la tradición doctrinal del peligro de la fragmentación causada por la multiplicidad de las lenguas modernas. Ya en la época del Concilio Vaticano II, los opositores a las lenguas vernáculas (corrientes conservadoras) habían considerado su deber combatir precisamente frente a este peligro. El caso era que ahora, según se decía, la V Instrucción había trasladado las mismas preocupaciones de fragmentación y de confusión doctrinal al ámbito de las traducciones litúrgicas, atribuyendo sorprendentemente al latín el oficio de defender la verdad (la llamada "autenticidad") de la liturgia. Preservar la liturgia según Liturgiam Authenticam significaba encuadrarla en el latín, como si la latinidad fuera un salvavidas, garantizando lo que es doctrinalmente verdadero y puro en la tradición. Esto no tiene sentido.
----------De hecho, el Espíritu Santo es mucho más rico e impredecible que esta lógica que quisiera controlarlo. En las lenguas modernas podemos escucharlo de modo original y no solo en traducción. En su afán por promover el estudio y el uso del latín, algunos de los comentaristas se desvían de la concreta cuestión en juego. La cuestión no consiste en el debate sobre si suprimir o no el latín. El tema en cuestión es qué es lo que debe dominar los criterios y protocolos de traducción.
----------Si la preocupación por reproducir la sintaxis y el vocabulario latinos, las ideas y la estructura de las oraciones estrangula la liturgia vernácula, eso no ayuda ni al latín ni a los que aman el latín. El problema es tan simple como eso. A la liturgia viva tal como la celebran los fieles cristianos que viven en el mundo de hoy, a la liturgia como acto en lugar de la liturgia como página impresa, no se la ayuda para nada en una lengua vernácula o moderna que use al latín como medio de control y de uniformidad.
----------En el Concilio Vaticano II, en el debate acerca de la lengua litúrgica, el sector pro-latín defendía al latín precisamente por eso: considerándolo un medio para asegurar la uniformidad doctrinal. Ese sector perdió el debate; y con razón. Porque los padres conciliares que se opusieron, estaban persuadidos argumentando que la unidad católica no reside en el culto en un solo idioma, sino que es un don del Espíritu Santo que aún hoy, como en Pentecostés, actúa en una multiplicidad de idiomas.
----------Lo que hizo en 2001 la instrucción Liturgiam Authenticam fue transferir la misma ansiedad sobre la fragmentación y la confusión doctrinal a la arena de la traducción litúrgica, mientras defendía al latín como el único depositario de la verdad ("autenticidad") en la liturgia. "Preservar" la liturgia, según la instrucción Liturgiam Authenticam, se lograría vinculando la liturgia estrictamente al latín, como si la latinidad fuera un bote salvavidas, un mágico garante de lo que es doctrinalmente verdadero y puro en la tradición.
----------Esto es lo que no tiene ningún sentido. Ese criterio podrá ser hoy todavía enseñado en Écône, pero no tiene ningún sentido. El Espíritu Santo es más gloriosamente múltiple que esto, y todavía está presente en las variedades de personas y lenguas de la tierra. Liturgiam Authenticam ha tenido siempre la intención de estrangular la inculturación, desde el día en que se publicó hasta hoy. Ese es el verdadero problema.
En Francia también se ha debatido acerca de las traducciones litúrgicas
----------Hace ya algunos años, en un artículo del 26 de mayo de 2016 publicado en la prestigiosa revista francesa La Croix, firmado por Nicolas Senèze, se reportaban los trabajos que se venían realizando en la Iglesia de Francia (y en las regiones francófonas), antes del motu proprio Magnum Principium, del papa Francisco, referidos a las nuevas ediciones de los textos rituales, bloqueados por la lógica nostálgica de la instrucción Liturgiam Authenticam del año 2001. Resumo a continuación los puntos principales:
----------Ante todo, se daba la noticia del probable aplazamiento de la publicación de la nueva traducción al francés del Misal Romano de Cuaresma al Adviento de 2017. Pero detrás de esa noticia existía como rumor a gritos la fuerte dificultad que existía entre los Obispos franceses y la Congregación para el Culto, de llegar a un acuerdo. El caso era que el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino acababa de recordar que "las nuevas traducciones deben respetar imperativamente el texto latino". El Prefecto se negaba por el momento a conceder a los textos franceses la necesaria "recognitio" de la Sede Apostólica.
----------Y eso sucedía en analogía con los problemas del mundo de habla inglesa, del alemán, del español y del italiano. En efecto, toda lengua diferente del latín ingresa inevitablemente en graves dificultades si se le pide que se convierta en un calco del latín. Y el buen sentido común se rebela. Porque aquí no se trata de obediencia, como decía el cardenal Sarah, sino de buen sentido común y de científica competencia lingüística.
----------En 2011 había entrado en vigor una nueva traducción del Misal Romano para el mundo anglófono, pero en 2016, los testeos en el Pueblo de Dios en la Iglesia de Francia indicaban que la mitad de los fieles y el 71% de los sacerdotes la rechazaban por su estilo "demasiado formal" y "pomposo". En Alemania, los obispos, oponiéndose a "un lenguaje litúrgico que no sería el lenguaje del pueblo", habían rechazado en 2013 el trabajo de la comisión impuesta por Benedicto XVI. A la vez, según los informes también de 2016, las traducciones al español y al italiano también se habían estancado.
----------En el artículo se citaban las principales variantes lingüísticas de la nueva traducción del Misal Romano en francés, referentes al Confiteor, Credo, Prefacio, Padrenuestro. En el Confiteor: "C’est ma faute, c’est ma faute, c’est ma très grande faute" en lugar de "Oui, j’ai vraiment péché". En el Credo: "Consubstantiel" en lugar de: "De même nature". En el Orate fratres: "Priez mes frères pour que mon sacrifice qui est aussi le vôtre soit agréable à Dieu le Père tout-puissant. Que le Seigneur reçoive de vos mains ce sacrifice pour la louange et la gloire de son nom, pour notre bien et celui de toute sa sainte Église", en lugar de: "Prions ensemble au moment d’offrir le sacrifice de toute l’Église. Pour la gloire de Dieu et le salut du monde". En el Prefacio: "Vraiment, il est juste, bon 'et salutaire' de te rendre gloire, de t’offrir notre action de grâce toujours et en tout lieu". Y en el Padrenuestro: "Ne nous laisse pas entrer en tentation" en lugar de: "Ne nous soumet pas".
----------Por otra parte, en el citado artículo se informaba sobre la opinión de un Obispo francés que había afirmado: "Es en todo caso sorprendente que, mientras el papa Francisco insiste tanto en la inculturación y en la sinodalidad, un texto votado por ciento veinte obispos haya sido bloqueado por un solo cardenal" (haciendo evidentemente referencia al entonces Prefecto del Culto, el cardenal Robert Sarah).
----------Me parece que se trata de un testimonio importante del grado de alienación de la tradición que la V Instrucción, Liturgiam Authenticam, había producido desde 2001 en adelante, también en contexto francófono. Era el signo de una pérdida de autoridad de las directrices de disciplina litúrgica y de pastoral litúrgica, que se refugiaba en un autoritarismo del sinsentido. Al imponer traducciones in-sensatas se pensaba favorecer la tradición litúrgica, pero de ese modo sólo se produce la progresiva irrelevancia de la tradición misma, no sólo de la tradición litúrgica, sino incluso de la sagrada Tradición, con mayúscula.
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