miércoles, 26 de julio de 2023

El espacio abierto por el motu proprio Magnum principium (2/3) Reconocer el valor de las culturas y nuevo impulso misionero

Las "sensibilidades humanas" (expresión que puede ser hallada en textos de san Anselmo de Aosta) o culturas con las que se encuentra el anuncio del Evangelio, constituyen las modalidades en las cuales el rito litúrgico restituye y organiza la fe de los creyentes "per ritus et preces" (como dice autorizadamente la constitución Sacrosanctum Concilium, n.48). Ciertamente, este proceso nunca puede ser considerado concluido, teniendo en cuenta el constante cambiar de las sociedades y el reorganizarse en torno a lenguajes nuevos y a menudo capaces de sorprender. [En la imagen: una celebración litúrgica en la Parroquia de la Inmaculada Concepción, en Palmira, San Martín, provincia de Mendoza, de la Arquidiócesis de Menddoza].

La canonización de un lingüista y sus consecuencias
   
----------Después del motu proprio Magnum principium, del 3 de septiembre de 2017, una reflexión sobre el valor de las que podemos llamar lenguas populares se vuelve no sólo posible, sino necesaria. La traducción es nuevamente reconocida como una condición de la tradición, sobre todo en lo que respecta a la tradición litúrgica. Aquel documento del papa Francisco tiene su importancia, que debe ser descubierta a la luz de la historia medieval y moderna. Trataré de hacerme entender y, sobre todo, de ayudar al lector para que advierta el punto de inflexión que ha sabido dar el Santo Padre a la tradición litúrgica.
----------Tras dieciseis años de confusiones, malentendidos y conflictos (precisamente desde 2001, a partir de la instrucción Liturgiam Authenticam) resultaba verdaderamente maravilloso que, gracias a Magnum principium (aunque sólo se tratara de un primer paso hacia la dirección correcta) se tuviera ahora la posibilidad de retomar una tradición con "t" minúscula, tan minúscula como la "h" de aquella historia con la que algunos se entretienen, pertinazmente anclados en una tradición litúrgica que creen la misma en todas partes, en todos los tiempos y para todos los hombres, tradición que nunca ha existido ni puede existir, pues toda transmisión (traditio) es una traducción, cuyo cometido es hacer que un contenido se convierta en insólitamente familiar para un destinatario a menudo culturalmente lejano, que antes era ajeno a ese contenido.
----------Obviamente no faltará quien me objetará que con la traducción se corre el riesgo de perder mucho del original, pero, a decir verdad, me parece que es bastante más arriesgado perder completamente la oportunidad de comunicar, transmitir y así permitir que la Verdad, formulada inevitablemente según los cánones de una cultura, pueda entrelazar las verdades de otras culturas, para entonces encontrarlas.
----------La historia de la Iglesia hace tiempo que ha puesto en claro de manera indudable que la traducción ha permitido a la Iglesia crecer y arraigar en los Nuevos Mundos. Un buen ejemplo de ello es el problema al que se enfrentaron los Jesuitas (y otras órdenes religiosas misioneras) en el siglo XVI, con la evangelización de las costas atlánticas de Sudamérica (en concreto las costas del Brasil) a través de una traducción eficaz, al mismo tiempo, del mensaje evangélico y de sus categorías lingüísticas (occidentales), pero también de la cultura (lingüística) indígena que habría debido permitir vehicularlo, con el menor número posible de malentendidos, a las culturas indígenas de la América recién descubierta.
----------De ahí surgió la llamada "lengua general de la costa" o "griego de la tierra", que en la intención de quienes codificaron la lengua habría de ayudar a aquellas poblaciones a apropiarse de categorías filosóficas, teológicas y políticas para ellos hasta entonces desconocidas, pero que en realidad dio lugar a una cultura que habría de releer la tradición occidental a través de las categorías que ellos ya tenían en su poder. La gramática de las lenguas tupi fue escrita en 1595 por san José de Anchieta [1534-1597], el famoso apóstol de Brasil, de hecho el primer jesuita español canonizado por el papa Francisco, un misionero y a la vez lingüista, que escribía contemporáneamente en portugués, castellano, latín y tupí.
----------De ese modo, Anchieta puede ser tomado como un símbolo de una bendita Babel, si es que me permiten la expresión, Babel de hace más de cuatro siglos atrás, cuando el Pentecostés de las lenguas permitía una teología en traducción para una Iglesia en transición, como era aquella Iglesia después del descubrimiento de las Américas: una Iglesia que pensaba haber llegado a los confines del mundo así como haber llevado a término su tarea después de largo tiempo, y que en cambio, al final de un siglo (el descubrimiento tiene fecha 12 de octubre de 1492), que habría marcado en todo caso la historia de aquellos mundos, se volvía a encontrar con el deber de recomenzar desde el principio, llevando el anuncio del Evangelio a una humanidad no sólo desconocida para ellos, sino incluso absolutamente ignorada.
----------Pero retrocediendo aún más en el tiempo, es con la celebración del sínodo de Venecia (aunque no fuera más que una invención del hagiógrafo de san Cirilo), que tenemos uno de los primeros intentos de defender el uso de la lengua de un pueblo en la liturgia frente a la rigidez de la Iglesia carolingia sobre las lenguas del Titulus crucis, es decir, las lenguas que componían la tablilla colocada sobre la cabeza del Nuestro Señor Crucificado: el latín, el griego y el hebreo, que en tiempos de Jesús no eran otra cosa que la lengua de la administración, de la koiné y del pueblo. En la misma línea de esta historia, José de Anchineta no es sino un renovado paradigma de aquellos otros apóstoles que, desde el siglo VIII al XI, habían llevado el anuncio del Evangelio al encuentro de culturas y de tradiciones a través de sus lenguas, escritas y no escritas.
----------Ahora bien, esta tarea de transmisión del Evangelio, precisamente a través de la traducción, también debe ser considerada obra de tradición, y creo que en esta dirección se mueve el motu proprio Magnum principium del papa Francisco, para que nuevos mundos también hoy puedan volver a acercarse siempre a esa Verdad que, aunque permaneciendo la misma e inmutable, acepta comprometerse con el lenguaje, porque la esencia de la obra de la evangelización no reside en la forma que puede asumir una tradición, sino en el narrar al mundo el misterio de la dispensatio Christi, o si se prefiere la economía salvífica, que llega a la vida de los creyentes a través del lenguaje litúrgico, y que tal vez hoy representa la última forma de evangelización de Occidente, ya que la humanidad que hoy se perfila en el horizonte representa esos nuevos mundos. Encomendar a las Conferencias Episcopales, como lo hace el motu proprio Magnum principium, la tarea de promover y supervisar las traducciones significa reconocer el valor imprescindible de las culturas en las cuales se arraiga la Iglesia y, al mismo tiempo, respaldar un nuevo impulso misionero.
----------Una nota de carácter prudencial de la Iglesia del Medioevo, con la cual muchos identifican una cierta tradición, fue la de indicar junto a la Escritura y a los Padres, también una regula fidei, de la cual, sin embargo, la Iglesia del Medioevo se resistía a definir el contenido específico, excepción hecha de la fe en la cristología calcedonense (cf. los estudios de Jean Leclercq sobre la cristología del Medioevo monástico), por el simple hecho de que cada Iglesia, por ser particular, sobre todo en una estructura sinodal como la del Alto Medioevo (cf. el estudio de 1968 de Yves Congar sobre la eclesiología de la Alta Edad Media), habría debido responder de vez en vez a las problemáticas que interesaban a ese específico pueblo de Dios.
----------Para maniestar la idea de modo más simple (aunque ciertamente no es poco controvertida), se trata del intento del padre Yves Congar de hablar de Tradición y tradiciones, restituyendo a su lector la imagen de una Iglesia, que como cuerpo viviente, asume las características específicas de la latitud en la cual nace, crece y se arraiga, sin por ello perder ningún rasgo específico del ser persona o del ser Iglesia (la dimensión de la misión ha vuelto a poner en discusión muchas supuestas "certezas" de la Iglesia europea).
----------Pero con toda probabilidad una mal entendida "theologia perennis" (que nada tiene que ver con la llamada "philisophia perennis") y que tiene por ejemplo sus actuales estertores en un cierto tomismo preconciliar, rígido y fijista, infiel al Aquinate, rancia teología de la cual también depende una cierta visión de la tradición, inhiere sus raíces en un equívoco nacido con la recuperación tridentina del enfoque teológico de Gregorio VII e Inocencio III. Este equívoco nace en el seno de una Iglesia en concreto, la del renacimiento carolingio, otoniano y gregoriano, que confunde la unidad con la uniformidad, malentendiendo a esta última como la garantía de la univocidad que debería haber dictado las condiciones de la pertenencia a la Iglesia.
----------Un dato ejemplificativo de este proceso, es el intercambio epistolar entre Anselmo de Aosta [1033-1109], y Warlam, obispo de Naumburg, quien se quejaba a Anselmo del hecho de que "acerca de los sacramentos de la Iglesia, considera distinto Palestina, distinto Armenia, distinto nuestra [liturgia] Romana, y la Galia Tripartita, incluso el misterio del cuerpo del Señor, lo considera de manera diferente la [liturgia] Romana, diferentemente la Galicana, y de modo diferentísimo nuestra Alemania".
----------Anselmo defiende la diversidad en el administrar los sacramentos, anteponiendo a la uniformidad la unidad: "Os quejáis de los sacramentos de la Iglesia, desde el momento en que no son celebrados en todas partes del mismo modo, sino que son administrados de formas diferentes en lugares diferentes. Ciertamente, si se celebraran en toda la Iglesia de un único modo y concordantemente, sería cosa buena y loable. Pero desde el momento en que existen muchas diversidades, las cuales no difieren por la sustancia del sacramento, ni por su poder, ni por la fe; y como tampoco se pueden reunir todas ellas en una única costumbre, considero más bien que ellas deben ser toleradas concordantemente en la paz, antes que condenadas en desacuerdo, con escándalo. De hecho, tenemos de los Santos Padres que, si se conserva la unidad de la caridad en la fe católica, nada se opone a una costumbre diferente. Si entonces se pregunta dónde haya nacido esta variedad de costumbres, no encuentro más que las diferencias de las sensibilidades humanas. Las cuales, si bien no difieren en la realidad y poder de la cosa, sin embargo no concuerdan en la actitud y decoro en administrarlos. En realidad, lo que uno juzga ser más adecuado, otro lo considera a veces menos adecuado, ni creo que se aparte de la verdad de la realidad misma el no concordar en tales diversidades".
----------Si por la expresión "sensibilidades humanas", en la versión del texto de san Anselmo, entendemos las culturas con las que se encuentra el anuncio del Evangelio y las modalidades en las cuales el rito restituye y organiza la fe de los creyentes "per ritus et preces" (como dice la constitución Sacrosanctum Concilium, n.48), entonces este proceso nunca puede ser considerado concluido, cambiando las sociedades y reorganizándose en torno a lenguajes nuevos y a menudo capaces de sorprender.
----------Me parece que las últimas líneas del citado pasaje de san Anselmo son notables y convocan a la Iglesia a un principio de unidad que supera el plano de la idea: se puede incluso no concordar con una cierta costumbre porque está alejada de la sensibilidad de una cierta cultura, pero esto no quiere decir que una Iglesia deba sentirse dividida de otra experiencia eclesial, cuando "per ritus et preces", aunque de manera diferente, se vive la misma fe. Para Anselmo, como para buena parte de los teólogos medievales, los sacramentos son un instrumento para que la Iglesia pueda conducir a sus fieles al "sábado eterno", y para ello deben comunicar, en todos los sentidos y con todos los sentidos, el ser nueva creatura. Y todo esto recién en el siglo XI.
----------Me pregunto, entonces, ¿cómo se puede vivir la tradición litúrgica como signo de unidad, en lugar de concebirla e imponerla como garantía de uniformidad?
----------A tal fin, podría ser útil recurrir a un extraño tiempo verbal, un tiempo no-definido, capaz de volver a la Iglesia y a la tradición a un perfil "plástico" (permítaseme la expresión; ¡ya que no estoy hablando de perfil "líquido"!), no para tomar formas siempre nuevas, sino para adherirse al tiempo en el cual vive, para conferirle una cierta contemporaneidad, y así ser interpretable y traducible. Para tal fin podría ser útil utilizar un tiempo narrativo: el aoristo, ese tiempo verbal de lenguas indoeuropeas antiguas, especialmente de la lengua griega, que expresa una acción pasada sin hacer referencia a su duración ni a su posición con respecto a otra acción, y que suele traducirse al castellano como pretérito perfecto simple.
----------Para el lector que no estuviera familiarizado con la lengua griega (deconocimiento que no constituye materia de pecado), el aoristo es un tiempo verbal que tiene la extraña característica de ser llamado "tiempo no-definido", pero no exclusivo de la noble tradición helénica, pues como toda realidad que tiene vida no puede ni siquiera decirse que sea propiedad exclusiva de una sola cultura concreta.
----------El aoristo es el "entre tiempo" o el "mientras tanto", que permite el despliegue de una narración: abre el pasado al presente entregando una acción a su sentido futuro. Pero su característica principal es la de situarse por fuera de la tradicional contraposición entre un aspecto imperfectivo del verbo, que hace del testimonio más bien una crónica de la acción que se desarrolla ante sus ojos, y el aspecto perfectivo, que insiste en el hecho de que la acción sea vista como ya cumplida, y que es el testimonio de un proceso, por lo cual el hecho es custodiado y mantenido o conservado en un tiempo y en un espacio alejados de la vida.
----------La Iglesia, al contrario, no puede identificarse en un cronista, fuera de la acción, distante del campo de juego, y no puede tampoco posicionarse con la actitud de un testigo que fuera capaz sólo de recuerdos, sino que se posiciona más bien como narradora: no es el relato que narra y tampoco es el autor de este relato, es la voz que traduce en vida la obra que el autor entrega para su público. Comprender esto puede ser una de las consecuencias de que un Papa haya canonizado a un lingüista como José de Anchieta.
   
Aquel "Magnum principium", y otras realidades más pequeñas
   
----------Lamento que en esta segunda parte del artículo me toque descender desde las directivas pastorales del papa Francisco en su motu proprio de 2017, a otras realidades más bien minúsculas. Quiero decir: descender desde aquel su "Magnum principium" (principio grande, cuyos efectos he tratado de explicar en la primera parte de este artículo), a realidades humanas mucho más pequeñas. 
----------Sorprendió que poco más de un mes después de la publicación del motu proprio Magnum principium, el Prefecto de la entonces llamada Congregación para el Culto Divino, cardenal Robert Sarah, publicaba el 12 de octubre de 2017 una intervención a título personal en un medio italiano, donde, con un gesto que lo pintaba de cuerpo entero, parecía revelar públicamente no estar ya en grado de seguir llevando a cabo su alto oficio como colaborador del Romano Pontífice en lo referido a la Liturgia y los Sacramentos.
----------Proponiendo una lectura del motu proprio Magnum principium, que parecía vaciarlo de su recto sentido, demostraba estar personalmente fuera de la línea del camino que la Iglesia había retomado formalmente, doce días antes, en materia de reforma litúrgica y de traducciones, es decir, desde el 1 de octubre de 2017, fecha de entrada en vigor del documento pontificio. El texto del cardenal Sarah manifestaba, en resumidas cuentas, ignorar la distinción introducida por Magnum principium, con una reforma del Código de Derecho Canónico, entre "recognitio" y "confirmatio". De hecho, para Sarah esas dos palabras se hacían sinónimas, con el único propósito de confirmar las prerrogativas y las competencias invasivas que el dicasterio del Culto había pretendido para sí desde 2001, o sea, desde la V Instrucción, Liturgiam authenticam. Propongo individuar los efectos de la intervención de Sarah en al menos cuatro, y todos ellos extremadamente importantes.
----------1. Negación de las directrices pontificias. El primer aspecto que es necesario destacar forma parte de un cierto estilo liquidatorio con el cual una pequeña escuadra de teólogos, pastores y funcionarios curiales, desde inicios del 2013, intentaban inmunizarse de las enseñanzas del Papa. Ello ocurrió desde el principio, en formas menos drásticas con Evangelii Gaudium y con Laudato si', y de manera visceral con Amoris Laetitia, y así sucesivamente, aunque cada vez con menos fuerza (también porque los miembros de la escuadra iban perdiendo poder). El intento de leer los nuevos documentos sólo a la luz de los precedentes, vaciándolos de toda verdadera relevancia, correspondía a la afirmación que se encontraba en aquel artículo de Sarah a modo de nuevo intento reductivo: la instrucción Liturgiam authenticam, del 2001, según Sarah, seguiría en 2017 siendo tan autoritativa como lo había sido antes. Esto era irremediablemente falso y un Prefecto que (aunque sea a título personal) propala falsedades, obviamente ya se ponía en camino de abandonar su cargo.
----------2. Mantenimiento de la parálisis institucional. El segundo aspecto de la cuestión era que, mediante aquella lectura surrealista que Sarah hacía del texto de Magnum principium, la solución del conflicto entre Conferencias Episcopales y Dicasterio del Culto, que desde 2001 había bloqueado progresivamente la reforma litúrgica en el plano de las traducciones, era sustituida por un nuevo conflicto, esta vez interno al Dicasterio. Es bien sabido que la publicación oficial del texto de Magnum principium había estado acompañada de un preciso y honesto comentario firmado por el Secretario de la Congregación, mons. Arthur Roche. Pero el hecho fue que, un mes después, el Prefecto presentaba el documento (aunque más no sea meramente en un medio periodístico, y a título personal) de modo diametralmente opuesto a su propio Secretario.
----------El conflicto pasaba, de esta manera, de la relación del Dicasterio del Culto con las Conferencias Episcopales a una tensa relación dentro del mismo dicasterio. Con su explosivo artículo periodístico, el Prefecto declaraba su pretensión de resistir, en solitario, al mismísimo documento canónico con el cual el papa Francisco rediseñaba las tareas del propio Dicasterio en materia de traducciones. Incluso en este plano, el Prefecto no parecía capaz de comprender el cambio requerido, al cual debería acompañar y apoyar. Se delineaba así la historia que ya todos conocemos: Sarah abandonaba pocos años después su cargo (sorprendentemente el Santo Padre lo mantuvo en su puesto todavía algunos años más), y el ahora cardenal Roche se convertía en el nuevo Prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
----------3. Necesidad de una VI Instrucción. El tercer aspecto a considerar es quizás el más relevante, y se refiere a la tarea misma con la cual el Dicasterio del Culto ha debido y deberá aplicar el motu proprio Magnum principium: no basta la reforma de dos cánones, sino que es necesario preparar instrumentos reflexivos y operativos, que estén a disposición de las Conferencias Episcopales y del mismo Dicasterio del Culto, para llenar de contenidos los criterios de traducción y de adaptación, para "confirmar" y para "reconocer". Aquí el ejemplo que aparece en el texto de Sarah es sumamente revelador de lo que trato de decir: Sarah sigue pensando que "consustantialem" sólo se puede traducir al francés con "consubstantiel". Cito el texto:
----------"Así, por ejemplo, si, en el Credo del rito de la Misa, la expresión 'consubstantialem Patri', viene traducida al francés con: 'de même nature que le Père' (de la misma naturaleza o sustancia que el Padre), la Santa Sede puede -y debe (cf. n.6)- imponer la traducción 'consubstantiel au Père' (consustancial al Padre), como condición sine qua non de su confirmatio del Misal Romano, en lengua francesa, en su conjunto".
----------Al seguir pensando Sarah con categorías de "conditio sine qua non", demostraba no haber entendido en absoluto el corazón del documento pontificio y estar totalmente desorientado en cuanto a cuál era la nueva tarea del Dicasterio a su cargo. La Iglesia tiene necesidad de un Dicasterio del Culto que escriba una VI Instrucción para acompañar con equilibrio este desarrollo de la Reforma litúrgica, y esto porque su entonces Prefecto pensaba en 2017 que el mundo se había acabado con la V Instrucción, Liturgiam authenticam. La liturgia había quedado allí cristalizada, y todo lo sucesivo tenía que remitir a ese texto de 2001.
----------4. El rol del Prefecto del Culto. El texto publicado por Sarah en octubre de 2017 tenía su utilidad, pues revelaba que el cardenal Sarah no podía ser considerado un "hombre para todas las estaciones", como suele decirse. Se trataba de un dato objetivo claro, que presentaba a un hombre coherente consigo mismo, pero incapaz de superar su enfoque equivocado, su "estación". Pero el servicio que requiere la Iglesia, en esta transición o pasaje de su historia, exige una fiel interpretación de los nuevos textos, una disponibilidad para confrontar las diferentes culturas, y una energía para acompañar la nueva orientación conciliar del Dicasterio que el entonces Prefecto, en 2017, declaraba honestamente no poseer ni querer asumir.
----------En definitiva, el hecho era que en 2017 se planteaba así una dramática encrucijada, sometida a la decisión prudencial del Santo Padre, cuya solución no podía ser demorada por mucho tiempo más. ¿Acaso era deseable que al frente de un Dicasterio romano estuviera un Prefecto que malinterpretara gravemente los textos pontificios, que creara nuevos conflictos con las Conferencias Episcopales y dentro del dicasterio, que se declarara indisponible, especialmente para una labor que a él le era esencial: de acompañamiento y de esclarecimiento del nuevo estilo requerido? Con aquel escrito suyo, el cardenal Sarah no parecía dejarle al papa Francisco ninguna duda acerca de cómo responder a todas esas preguntas. Sin embargo, el Santo Padre dejó pasar todavía un buen tiempo para decidir cambiar la conducción del Dicasterio del Culto.

6 comentarios:

  1. No me siento de acuerdo con su artículo.
    Salir de este modo en defensa de la aniquilación que Francisco viene haciendo de la Sagrada Liturgia de siempre, me parece una grotesca defensa de uno más de sus aduladores, que en realidad sólo adoran la visión ideológica de la Iglesia que tiene este Papa.
    ¿Usted de verdad quiere una Iglesia en la que cada Conferencia Episcopal redacte un Misal a la medida de sus propias ideologías?

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    1. Estimado anónimo,
      lo que usted piensa que es "adulación", es solo respeto por la verdad y por la cultura.
      No se trata de que cada Conferencia Episcopal tenga "un Misal a su propia medida".
      Le sugiero humildemente que, si le interesa hablar con fundamento sobre este tema, vuelva a leer el motu proprio Magnum principium; y luego, si lo desea, volvemos a dialogar.

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    2. ¿Quid est veritas, Filemón?
      ¿Es la traducción del Misal una simple actividad cultural?
      ¿Cómo es que Ud. puede decir que todavía tiene fe?

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    3. Estimado Anónimo,
      toda traducción (también la traducción de textos litúrgicos o textos escriturísticos) es siempre también una actividad cultural. Cuando se niega esta dimensión, se generan monstruos. Este ha sido el error de la V Instrucción sobre la Reforma litúrgica, de 2001, Liturgiam Authenticam.
      Y es un hecho indudable que el cardenal Sarah no ha sido capaz de reconocer ese error. Para decirlo de modo breve (aunque mi afirmación necesitara de una mayor explicitación): la fe o permanece en relación con la cultura o tarde o temprano se pierde.
      Con todo mi respeto, y si me permite un consejo, a fin de no decir cosas imprecisas e injustas, le sugiero releer al menos la primera parte de este artículo.

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    4. ¿No cree que los monstruos son mucho mayores si se niegan las dimensiones espirituales y pastorales de la traducción del Misal?
      La no adhesión al Misal según la editio typica, a pesar de Liturgiam Authenticam, ha llevado a monstruos como el "por ustedes y por todos". ¡Ni hablemos con traducciones sin ningún reconocimiento! En todo caso, se olvida que según san Juan Pablo II debe haber "unanimidad" entre los obispos de una Conferencia Episcopal para que su Misal sea válido.
      La fe o permanece en relación con Tradición, Escritura y Magisterio, o no se la posee, ni se la puede perder si no se la tiene (nunca se la ha tenido).
      Rezo por usted. Haga usted lo mismo si puede, en lugar de criticar a un santo cardenal del modo como usted lo hace.

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    5. Estimado Anónimo,
      evidentemente, usted no ha leído la primera parte de mi artículo, lo cual hubiera podido ayudarle a comprender las cuestiones de las que se trata.
      Da la impresión de preferir atornillarse en su postura, y considerar la ignorancia y la presunción como una forma de santidad.
      Por más benevolencia de mi parte, no puedo compartir nada de lo que ha escrito, en su sentido obvio.
      Las líneas para una respuesta a sus cuestionamientos están precisamente en el contenido de mi artículo, que usted se obstina en no leer inteligentemente y en prejuzgar.

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