Ya Aristóteles había entendido que si no existiera lo eterno o inmóvil, ni siquiera habría devenir, todo estaría quieto. De este modo, la cara especular del modernismo es el más puro conservadurismo. Lo cierto es que el pasadismo es el espejo del modernismo. Y los historiadores han señalado que tanto el espíritu revolucionario como el reaccionario (también llamado contra-revolucionario) provienen de Hegel. [En la imagen: fragmento de "Amados Santos Dominicos", pintura conmemorativa del 800° Jubileo 1216-2016, encargada por la provincia dominicana de San José, USA, en 2016, obra de Bernardette Carstensen].
El problema de la herejía
----------Pero el punto más doloroso es este. Hoy el Dominico es como un médico que paradójicamente se siente incómodo por el problema de tener que curar las enfermedades. En lugar de hacerlo de buen grado, con placer y espontaneidad, siente de ello fastidio o bien trata de evitarlo tanto como le sea posible. Uno estaría tentado de preguntarle: ¿pero entonces, para qué te has hecho médico?
----------Hoy al Dominico le gustaría hacer otras cosas, y de hecho hace otras cosas, quizás buenas, pero no en consonancia a su misión específica, y no considera la preciosidad e insustituibilidad de su misión, porque son pocos los médicos del intellectus fidei. Pocos son los oculistas del espíritu. Y aquí vale el dicho del Señor: "La mies es mucha, pero los operarios son pocos".
----------Pero un motivo de descorazonamiento para el Dominico es que le toca trabajar en un hospital donde los enfermos no quieren ser curados y creen que están más sanos que el médico, aunque toda la historia de la Orden de Frailes Predicadores, y su misma misión institucional, le recuerdan que debe actuar de médico. Precisamente hoy el Papa nos recuerda que la Iglesia es un "hospital de campaña", y además hemos vivivo no hace mucho el Año de la Misericordia, que nos recordó el deber de curar a los enfermos.
----------Se tiene dificultad para hablar de herejía. Se huye de la palabra, hay una especie de desgana irrazonable y embarazosa para usarla, incluso cuando habría muchas razones para hacerlo. Se usan expresiones alusivas, atenuadas o circunloquios, que no hacen más que hacer creer al hereje que su mal es menor de cuanto efectivamente es. Quien pronuncia la palabra, atrae sobre sí desconfianza, irritación y antipatía, por no decir escándalo. Al hablar de ello, se crea un clima emotivo de nerviosismo o se desvía hacia la ironía. Para usar la palabra, se hace surgir la figura del verdugo medieval o se suscitan las terribles imágenes de los hogueras. Sin embargo, es como si un médico experimentara desagrado o se sintiera incómodo al hablar de la enfermedad, como si le dijera a un paciente de cáncer que padece una forma de reumatismo.
----------La misma palabra "herejía" es pronunciada con vergüenza o embarazo, turbación, y hace sentir incómodo o molesto, o bien pone el ambiente en agitación, haciendo aparecer viejos y aterradores fantasmas, así como imágenes de crueldad o bien horribles o vergonzosos recuerdos históricos. Se trata de evitar la palabra y cuesta pronunciarla con caridad, serenidad y seriedad o ponderación y conocimiento de causa.
----------Sin embargo, nunca en la historia de la Iglesia han existido tantas herejías como existen hoy. Debemos aprender a hablar de las herejías con seriedad y caridad. Es necesario tener rectos criterios para individuarlas y una pastoral adecuada para eliminarlas. Ya no nos damos cuenta de la gravedad del pecado de herejía, del daño que hace a las almas, y de la corrupción moral que produce. Por eso no se la toma en serio, o bien se cree que el interés por ella sea un peligroso vestigio del pasado. La herejía -así se piensa- no es más que una expresión de libertad de pensamiento que en otra época era reprimida por la Iglesia.
----------Cualquiera que, a razón probada, formula un diagnóstico de herejía, sobre todo si se refiere a un teólogo exitoso, o no se le cree o se le desprecia o se le acusa de difamar al interesado. En cambio, se debería tomar el ejemplo de preparación, de seriedad, de competencia, de especialización y de celo del modo con el cual progresa la moderna ciencia médica. En cambio, por desgracia, en los problemas de la herejía, que en realidad son los más serios de la salud espiritual, dominan la ignorancia, el diletantismo, el prejuicio, la negligencia y superficialidad, la ligereza, la arbitrariedad, la credulidad y la irresponsabilidad.
----------Sin embargo, los Dominicos, por su carisma, por su historia, por los ejemplos de santidad del pasado, por la específica formación recibida, por su preparación teológica, por su estrecha comunión con el episcopado y con el Romano Pontífice, están llamados hoy más que nunca a desarrollar su oficio de colaboradores, con la tarea de informar, señalar, advertir, ayudar, sugerir, proponer y preparar la intervención correctiva o defensiva de los pastores, para que el lobo pueda ser mantenido lejos del rebaño.
Salir del fondo
----------Sin embargo, la misión dominicana no ha fracasado, sino que es más actual que nunca. Ella implica la predicación persuasiva de la verdad evangélica contemplada y la refutación de las herejías. Ella toca dos obras de la misericordia espiritual: instruir a los ignorantes y amonestar a los pecadores.
----------Es necesario ir a contracorriente y a veces contra ciertos hermanos en la fe seducidos por el pasadismo o por el modernismo. La tentación es la de condescender o ceder a los errores y vicios de nuestro tiempo, para no ofender a nuestros contemporáneos y no pasar por atrasados o fundamentalistas, quizás bajo el pretexto de la misericordia, de la apertura, del pluralismo y de la acogida.
----------El Dominico tiene en su ADN una visión amplia de las cosas y un profundo sentido de la universalidad, que lo hace capaz de ver la analogía del ser, es decir, la diversidad en la unidad y, por tanto, capaz de desarrollar una preciosa obra de paz y de conciliación entre las facciones opuestas. Los Santos dominicos siempre han sido grandes conciliadores, a menudo empleados por el Papa para misiones de paz.
----------Donde los estrechos de miras y partidistas o facciosos ven posiciones irreconciliables, el Dominico ve la reciprocidad entre las dos partes, y por tanto la posibilidad del acercamiento, del encuentro, de la conexión, de la relación, del diálogo, del acuerdo, de la correspondencia, de la proporción, de la armonía, de la unidad. Muestra los verdaderos contrastes y disuelve las aparentes contradicciones.
----------El Dominico cede y es "conciliador" (Stg 3,17) en el campo de lo opinable, pero no cede sus principios. Él toma "la armadura de Dios, para poder resistir en el día malo y se mantiene en pie después de haber superado todas las pruebas" (Ef 6,13). Combina la ternura de la madre con el coraje del combatiente, la mansedumbre del cordero con la fuerza del león, la simplicidad de la paloma con la prudencia de la serpiente. Sólo hay dos contendientes a los que el Dominico no sabe conciliar: Cristo y Beliar, el sí y el no. Por eso el Dominico rehuye de los contubernios, de los acuerdos equívocos y de las posiciones pilatescas, que quisieran salvar la cerda y los cerditos, el doblejueguismo, la hipocresía, el mantener el pie en ambos lados.
----------Tarea urgente de pacificación que los Dominicos, habituados en su historia de siglos a obrar de esta manera, deben llevar a cabo dentro de la Iglesia, es la de unir las dos facciones opuestas de los que insisten en la tradición contra la modernidad y de los que insisten en la modernidad contra la tradición.
----------Los primeros, o sea los pasadistas, quisieran volver a antes del Concilio; los segundos, los modernistas, instrumentalizan el Concilio en sentido modernista. Los Dominicos, asumida una posición imparcial, que hoy por hoy no tienen, dada su tendencia modernista, están llamados a hacer encontrar a las dos partes en el terreno común de la interpretación del Concilio que es dada por la Iglesia.
----------Es necesario que los frailes de la Orden de Predicadores recuperen su carisma con convicción, claridad, coraje y decisión, aunque con modestia y humildad, sin arrogancia ni soberbia, sabiendo que lo que está en juego es muy serio: la responsabilidad específica e insustituible, que la Iglesia les ha confiado, y que entra en la esencia misma de la Iglesia: la predicación de la fe.
----------El papa Honorio III aprobó la Orden en precisas condiciones, que él mismo definió en la bula de aprobación (ha sido una especie de "acuerdo" o "contrato de trabajo", si queremos llamarlo así), una bula que los Papas subsiguientes hasta el papa Francisco han confirmado. Lo que quiere decir que si, desgraciadamente (Dios no lo quiera) un día de mañana la Orden de Frailes Predicadores se desviara o hiciera caso omiso de las expectativas del Papa o no mantuviera los acuerdos, el Romano Pontífice podría retirar su aprobación y suspender a los frailes invitándolos a servir al Señor de otra manera. No sería la primera vez que el Papa suprime un instituto previamente aprobada por él mismo.
----------Así, similarmente, los formadores religiosos, al darse cuenta de que el novicio no es apto para la Orden, lo despiden proponiéndole eventualmente una alternativa. Es una cosa similar a lo que le puede pasar a un oculista. Si en una clínica el oftalmólogo falta a su deber, es sustituido por otro. El carisma dominicano (la predicación de la fe) es insustituible en sí mismo, en cuanto es necesario para la Iglesia. Pero si los Dominicos fallaran en su oficio, nada impediría que el Papa confiara a otros la tarea que hacían los Dominicos. Este olvido o descuido del propio patrimonio teológico se manifiesta ya en el hecho de que, a medida que disminuye el interés de los Dominicos por santo Tomás, teólogos y filósofos de otras Órdenes e incluso laicos vienen a suplir la carencia de los Dominicos acercándose al estudio del Aquinate.
----------La sociedad de hoy, sumamente compleja, hace que las almas tengan necesidades muy diferenciadas, que requieren la intervención de especialistas. El Dominico no es un "manitas", un "operario todo servicio", sino que debe ser solicitado y empleado específicamente allí donde se necesita su singular servicio, y hace lo que otros no tienen la competencia o la capacidad de hacer.
----------Pero también está claro que se supone que su tarea debe ser conocida, comprendida y apreciada. Esto entonces significa que hay aquí una gran responsabilidad de los propios Dominicos: hacer saber cuál es su oficio y cumplirlo bien, mientras que es obvio que deben estar bien preparados para ello.
"Si tú lo dices, echaré las redes" (Lc 5,4)
----------Son bien conocidas estas palabras del profeta Jeremías: "La ciudad será reconstruida sobre sus escombros y el palacio se levantará en su debido lugar. De allí saldrán cantos de alabanza y risas estridentes. Los multiplicaré y no disminuirán, los glorificaré y no serán menoscabados. Sus hijos serán como en los tiempos antiguos, su comunidad será estable ante mí" (Jer 30,18-20).
----------Los modernistas, falsos intérpretes del Concilio Vaticano II (siendo su maestro supremo Karl Rahner, aunque también existen otros), han logrado difundir e imponer, bajo el pretexto de la "reforma", del "progreso" y de la "modernidad", un modelo de Iglesia y de cristianismo, que ha prevalecido en muchos ambientes, pero que no es el propuesto por el perenne Magisterio de la Iglesia, incluido el magisterio del propio Concilio, sino un proyecto secularizador y disolvente que, si debiera ser actuado hasta el fondo, llevaría a la destrucción de la Iglesia, del cristianismo y del mismo consorcio humano.
----------No obstante el fracaso de su pastoral, de los desastres que han combinado, de la corrupción y de la desorientación doctrinal y moral, que han causado, sin embargo, después de cincuenta años, parece que todavía no logran hacer esta constatación, no obstante todas las amargas experiencias y todos los reclamos que ellos han recibido en estos cincuenta años por parte de los Papas y de los buenos católicos.
----------Parece que aún no han aprendido la lección, ni en ellos surge la mínima duda de que se han equivocado, sino que con ceguera, obstinación y arrogancia increíbles perseveran en el camino que conduce al abismo. ¿Quién podrá detenerlos? ¡Los Dominicos! Sí, ¿quién lo diría? Precisamente aquellos que por ahora se dejan seducir por el modernismo, precisamente ellos se despertarán de la resaca modernista y, reactivada la fuerza divina de su carisma, siguiendo las gloriosas huellas de los antiguos Padres, contribuirán poderosamente, con todas las fuerzas sanas de la Iglesia, a su verdadera reforma, en fidelidad al Magisterio y al Papa.
----------Es necesario recuperar los valores perdidos u olvidados y repristinar la vitalidad de los orígenes, la cual es una llama de caridad -el "ardentísimo deseo", como decía santa Catalina- que no se extingue, a menos que no seamos nosotros mismos quienes la apaguemos con el pecado y con nuestra ignavia.
----------No se puede avanzar sino basándose sobre algo sano, cierto y sólido, vale decir, en base a un pasado que no pasa. La Iglesia de hoy es ciertamente más avanzada que la de ayer, y la de mañana será más avanzada que la de hoy, porque el Espíritu Santo la hace crecer en la verdad y en la santidad. Pero la de hoy se apoya sobre la de ayer, y la de mañana se apoyará sobre la de hoy.
----------Todo ello que quiere decir que cualquier forma de progreso humano, y por lo tanto, también toda forma de progreso cristiano, no parte de cero sobre la base de la destrucción de la validez ya existente. Sino que todo verdadero progreso consiste en añadir novedad al fundamento ya existente (1 Cor 3,10). Quitar este fundamento o pretender sustituirlo en nombre de lo "nuevo" quiere decir acabar en el nihilismo. Este es el camino que ha tomado el modernismo a partir de la agitación de 1968. El devenir no es fin en sí mismo, sino que presupone lo eterno y está fundado en lo eterno.
----------Ya Aristóteles había entendido que si no existieran lo eterno o lo inmóvil, ni siquiera habría devenir, todo estaría quieto. De este modo, la cara especular del modernismo es el más puro conservadurismo. El pasadismo es el espejo del modernismo. Y los historiadores han señalado que tanto el espíritu revolucionario como el reaccionario o contra-revolucionario provienen de Hegel.
----------Lo cierto es que el carisma dominicano es un precioso don del Espíritu Santo, un árbol frondoso que se desarrolla en múltiples ramas, que producen múltiples frutos exquisitos en las diversas especialidades, tanto del saber filosófico, lógica, crítica del conocimiento, metafísica, teología natural, antropología, psicología, moral, cosmología, como del saber teológico, de la apologética a la dogmática, de la moral a la espiritualidad, de la eclesiología a la mariología, del derecho a la pastoral y también en los campos modernos del ecumenismo, del diálogo interreligioso y del diálogo con los no-creyentes.
----------El carisma dominicano se alimenta de una piadosa y tierna devoción a la Santísima Virgen María del Rosario, Sede de la Sabiduría, Reina de los Apóstoles, Madre de la Iglesia y Madre de misericordia, vencedora de todas las herejías y de todas las insidias del demonio.
----------El cristianismo, por su parte, implica un patrimonio de muchos valores, y es comprensible que en la voluntad de avanzar y de abandonar lo viejo, algunos valores vengan olvidados. Esto le ha sucedido a la Orden dominicana, como por lo demás a muchos otros institutos de la Iglesia en el período del inmediato post-concilio. Un teólogo dominico que, a pesar de su fidelidad al Concilio, puede ayudar a la Orden y a la Iglesia a redescubrir valores olvidados, es el Siervo de Dios padre Tomás Tyn [1950-1990].
----------El manantial parece agotarse porque demasiados escombros obstaculizan su libre flujo, que sirve para fecundar los campos y para saciar la sed de los sedientos. Liberando la fuente, cesará la humillante disminución de las fuerzas y la Orden de Frailes Predicadores recobrará nuevo vigor.
----------Se reabrirán los conventos cerrados y se fundarán otros nuevos. Nuevamente se multiplicarán sus hijos y llegarán a territorios donde nunca jamás habían estado. Ahora se puede tener la impresión de administrar la agonía de un moribundo. Pero mañana habrá más bien que moderar el ímpetu de una renovada juventud.
----------El secreto de tal renovación y recuperación es el de la fidelidad, es decir, el de no desechar lo que debe ser conservado, mirando siempre a nuevas conquistas. Y el criterio para discernir es mirar al futuro y tamizar la historia a la luz de la Palabra de Dios que no pasa y que ha de venir, y que es la "caridad de Cristo nos apremia, al considerar que uno solo murió por todos" (2 Cor 5,14-15).
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