El marco teorético (fundamento gnoseológico y metafísico) presupuesto para la acción o para la perspectiva mágica es la confusión entre sustancia química y sustancia viviente y la persuasión conjunta y presupuesta de poder construir artificialmente la forma sustancial de la sustancia material. [En la imagen: fragmento de "John Dee realizando un experimento ante la reina Isabel I", óleo sobre lienzo anterior a 1913, obra de Henry Gillard Glindoni, conservada y expuesta en el Wellcome Collection Museum, Londres, Inglaterra].
En el dominio de la naturaleza el hombre no puede
pretender sobrepasar los poderes que Dios le ha asignado
----------En cambio Descartes, con el pretexto de la inaplicabilidad en el campo de la física experimental de las categorías de Aristóteles, que por otra parte no son más que las categorías universales e irrenunciables del buen sentido común y de la razón natural, pretende sustituir en física el conocimiento matemático al saber ontológico, de modo tal de relegar en el ámbito de lo subjetivo a las cualidades sensibles y a las fuerzas vitales, y de tomar en consideración la realidad física sólo bajo el ángulo de la cantidad y de la extensión.
----------Es evidente cómo en la física cartesiana, viniendo a menos la objetividad de las cualidades y de las virtudes sensibles, el científico pierde esa aptitud para la observación y para la verificación experimental, que en cambio caracteriza a la física galileana, mientras que se hace claro que en una semejante concepción de la ciencia de la naturaleza, la rama que tenía que sufrir era la biología y la psicología experimental, cuyo objeto quedaba reducido a los puros aspectos deterministas y mecanicistas de la realidad material.
----------Por el contrario, surgía en la física cartesiana, a diferencia de la física galileana, que se mantiene con modestia y honestidad en los límites de sus posibilidades epistemológicas y operativas, la ambición exhorbitante del espíritu humano de dominar la naturaleza más allá de sus efectivos poderes, invadiendo el campo de las operaciones dependientes del institutor y creador de la naturaleza. Hemos llegado, por consiguiente, al horizonte de la magia, que no es otro precisamente que la pretensión del hombre de reclamar para sí poderes sobre la naturaleza cósmica y la naturaleza humana, que sólo pertenecen a Dios.
----------Por eso, la oposición de Descartes a Galileo no es tanto a nivel de la física, sino más bien a nivel de la gnoseología y de la metafísica. Mientras Galileo se mantiene en el plano del normal realismo gnoseológico fundado en el sentido común y teorizado por la filosofía tomista, Descartes, como es sabido, tiene la pretensión de refundar la metafísica sobre la base de su cogito, que no es más que un renacimiento de la antigua sofística ya refutada en su tiempo por Aristóteles.
----------Así, mientras el realismo permite a Galileo una teología por la cual Dios se manifiesta a la razón como creador de las formas sustanciales de los cuerpos y de sus accidentes sensibles, cualitativos, cuantitativos y dinámicos, activos y pasivos, la concepción que Descartes tiene del conocer como autoconciencia, contiene implícitamente una profesión de panteísmo y de ateísmo, que será hecha emerger tres siglos después por Fichte, Schelling, Hegel, Feuerbach y Marx, en cuanto que la voluntad del yo de ponerse a sí mismo, que emerge del cogito, vuelve imposible la admisión de la existencia de un Dios extramental creador del yo, sino a lo sumo de un Dios como idea innata en el yo, como aclararía Kant dos siglos después.
----------Mientras que el hombre galileano es el hombre que, partiendo del saber experimental, se abre a la metafísica y a la teología, por lo cual entra en una relación filial frente a Dios, al abrigo de sugestiones diabólicas; mientras la ciencia galileana, en su honestidad, sienta las bases de la ingeniería y de la producción técnica, que asegura al hombre un dominio razonable y fructuoso sobre la naturaleza, porque es él el primero en obedecer a sus leyes, por el contrario, el hombre cartesiano, res cogitans cerrada sobre sí misma, con una res extensa frente a la conciencia, que es un ente de razón, como Galileo es ciertamente capaz de poseer un saber matematizado de la naturaleza, de su propio cuerpo y de los otros cuerpos, pero, cerrado como está al ente extramental, es decir, a la verdadera metafísica y por tanto a la percepción de la trascendencia divina, no se encuentra abierto a la influencia benéfica de la providencia divina, sino que, en su auto-referencialidad, si por una parte puede construir máquinas como en la técnica galileana, por otra está abierto a ese espíritu impuro y rebelde a Dios, es decir, el demonio, que puede hacerle creer ser un Dios y tener un poder exorbitante sobre la naturaleza, determinando a placer formas y estructuras, a fin de obtener de la naturaleza efectos y fuerzas que sobrepasan sus limites Y esto, al fin de cuentas, no es más que magia.
----------De tal modo, mientras que con el conocimiento de la ley divina y natural, humana y cosmológica, nosotros establecemos las reglas de nuestra conducta moral hacia Dios (ética religiosa), hacia nosotros mismos (ética personal), hacia el otro sexo (ética familiar), hacia el prójimo (ética social) y hacia la naturaleza (ética ecológica), y además establecemos las normas del obrar técnico y artístico, en cambio, dejándonos seducir por esa falsa sabiduría que nos pone a nosotros mismos en el lugar de Dios, el demonio viene a aprovecharse de nuestra necedad y soberbia y se hace adorar en el puesto de Dios, de modo que la religión se transforma en idolatría, la virtud cede el puesto al vicio y el dominio sobre la naturaleza se expresa en la magia.
----------Descartes, con su cosmología, en la cual el estudio de los fenómenos de la naturaleza es abordado, como lo hace también Galilei, con el método matemático, por una parte promueve la ciencia experimental y el progreso técnico y hace posible el culto divino. Pero por otra parte, dejándose vencer por la soberbia de querer ser la causa de su propio ser y transformando a Dios en una idea innata, permite espacio a las artes diabólicas de la magia. La salida mágica del idealismo ha sido bien diagnosticada por Julius Evola en una colección de ensayos titulada Ensayos sobre el idealismo mágico (Edizioni Mediterranee, Roma 2006).
----------La física de Descartes, en cuanto rechaza las formas sustanciales y los accidentes de la sustancia, para sustituirlos por la esquematización matemática de la res extensa, tiene la pretención de someter la esencia de la naturaleza física al poder de la inteligencia y de la voluntad humanas, sustrayendo a Dios el poder de determinar y dar forma y accidentes a la materia en la naturaleza física. Así la naturaleza, para Descartes, ya se trate del cuerpo humano o del cuerpo físico, no es ya una realidad externa a la mente y a la voluntad humanas, que cae bajo los sentidos y existe independientemente del hombre, en cuanto creada, formada y movida por Dios y sujeta a las leyes establecidas por Dios, sino que se convierte en una máquina construida y construible por el hombre.
----------En el cartesianismo, el espíritu humano no gobierna la naturaleza solamente mediante instrumentos construidos por el hombre, sino que opera directamente sobre la materia corporal reducida a res extensa en cuanto ente de razón que proporciona a la razón humana matemática y a la voluntad la posibilidad de poner en acto el contenido matemático de este ente de razón, para traducirlo y aplicarlo prácticamente en la realidad concreta.
----------La vida, en esta visual, ya no pertenece a la naturaleza inferior al hombre. La vida vegetativa y sensitiva es ignorada. Para Descartes sólo existe la vida del espíritu humano, que imprime directamente su proyecto práctico sobre el cuerpo reducido a res extensa activando a su voluntad aquellas potencialidades según medidas matemáticas que el hombre mismo establece con la razón y actúa con la voluntad.
----------En Descartes, la razón no sólo añade una forma accidental a la forma sustancial de una materia natural presupuesta, existente independientemente del pensamiento, sino que pretende dar forma matemática y activación mecánica a un cuerpo humano o físico, que es totalmente inmanente al pensamiento matemático, en el cual se resuelve la propia materia corporal, de modo que, si el ser de esta materia es su mismo ser percibido como res extensa, como dirá más tarde Berkeley, sucede entonces al final que, a la inversa, el pensamiento es materializado y confundido con la imaginación y el sentido, como sucederá con Hume. Y así el espiritualismo cartesiano, tan aparentemente sublime, se convierte en materialismo, en positivismo y en empirismo.
----------Ahora bien, es evidente que bajo este aspecto Descartes atribuye al hombre poderes sobre la naturaleza que sólo pertenecen a Dios. Es verdad que la técnica humana es capaz de construir máquinas, las cuales son capaces de proporcionar al hombre prestaciones, servicios, ventajas y comodidades, que las puras y simples operaciones de la naturaleza son incapaces de proporcionarle, y de hecho, ciertas fuerzas de la naturaleza le son incluso hostiles.
----------Sin embargo Descartes atribuye al hombre poderes que van más allá de lo que él efectivamente puede hacer, y lo engaña prospectándole poderes que pertenecen sólo a Dios, y al hacerlo así Descartes alienta la soberbia humana y aleja al hombre de esa humildad y de esa sabiduría, que consiste en el aceptar esos límites que Dios mismo ha puesto en el poder de la naturaleza humana, en el contentarse con cuanto él naturalmente es capaz de obtener de la naturaleza, esperando eventualmente de la omnipotencia divina un suplemento a las fuerzas de la naturaleza gracias a la operación de los milagros.
----------Descartes atribuye al hombre el mismo poder o dominio que tiene Dios sobre la naturaleza; le quita a la sustancia material su forma sustancial, sustituyéndola con la res extensa, que es un ente de razón matemático producido por la razón y, en consecuencia, atribuyendo a la voluntad humana un poder sobre la naturaleza, la cual ya no es vista como entidad sustancial creada y regulada por Dios, sino como ente de razón matemático y mecánico, puesto en práctica por la voluntad, de modo que el hombre viene a tratar a la naturaleza como si fuera una máquina ideada por él. El hombre mismo deviene una máquina ideada y puesta en función por el hombre, una máquina que funciona por sí independientemente de la mente y de la voluntad del hombre, como si fuera otra persona humana.
----------Este proyecto se puede encontrar en la Cábala, la cual da instrucciones para la fabricación del golem, una estatua que adquiriría la palabra gracias a la aplicación mágica del nombre Jahvé sobre la frente (Gershom Scholem habla de ello en su libro La Cabala, Edizioni Mediterranee, Roma 1982). Un proyecto similar mediante la aplicación de la cibernética se encuentra en el libro de David Fergusson Umanità artificiale.
----------Pero así, como ya he dicho, el hombre, en la filosofía de Descartes, enorgulleciéndose por un poder que en realidad no posee, se expone al peligro de ser seducido y engañado por ese espíritu de mentira y de soberbia, que es el demonio, al cual el hijo de Adán, después de la caída original, es llevado a someterse, en el cual es llevado a confiar, de cuyo poder es llevado a valerse, y del cual fácilmente se convierte en instrumento en el momento en el cual cartesianamente confía en sí mismo y no en Dios.
----------Ahora bien, tal perspectiva de dominio sobre la naturaleza nada tiene que ver con el honesto arte de la ingeniería, que se basa en el método galileano de las ciencias naturales y humanas, sino que tal irrazonable e infundado dominio no es otra cosa que lo que la ética natural y cristiana llama con el nombre de magia, es decir, la pretensión del hombre de adquirir un tal poder sobre la naturaleza, que va más allá de lo que Dios le ha concedido, y que, perteneciendo sólo a Dios, el hombre se engaña ilusoriamente de que puede lograr, mientras que lo que puede combinar en sus propósitos irrazonables y temerarios es solo el desatar energías mecánicas y fuerzas incontrolables de la naturaleza, que pueden volverse en su contra y destruirlo.
----------Esta es la alarma lanzada recientemente por el científico inglés Geoffrey Hinton, quien, por cuanto refiere el articulista, habla de "enormes riesgos conectados con el desarrollo de máquinas capaces de razonar y tomar decisiones de modo autónomo. Hinton no dibuja escenarios de ciencia ficción de rebeliones de computers que adquieren autoconciencia, sino que señala que las inteligencias artificiales, a las cuales se les permite no sólo generar sus códigos informáticos, sino también gestionarlos de modo totalmente autónomo, llegan a formular razonamientos y a tomar decisiones que no pueden ser previstas por los creadores de los programas" (noticia extraída del sitio del Corriere della Sera del 2 de mayo pasado, en el artículo de Massimo Gaggi I due rischi più spaventosi dell’Intelligenza artificiale secondo Geoffrey Hinton, il suo "padrino").
----------Al respecto, lo que podemos recabar como creíble de estas declaraciones de Hinton, no es ciertamente el riesgo de que el hombre pueda producir máquinas inteligentes, porque eso está absolutamente excluido, como lo estoy demostrando en este artículo y ese es precisamente el vano sueño de la magia (ya he tratado este tema en otros artículos recientes). Lo que en cambio puede efectivamente suceder es que estas máquinas se salgan de control y causen problemas que no alcancemos a prevenir ni reparar.
----------En base a cuanto he dicho, está claro entonces que al hombre, en cuanto a su relación con Dios y su relación práctico-operativa con la naturaleza, se le ofrecen dos posibilidades: o la ingeniería o la magia; la ingeniería, que es arte con el cual el hombre, en el respeto de las leyes y de los dinamismos puestos por Dios en la naturaleza, perfecciona lo creado añadiendo obras de su ingenio y de su trabajo aptas para satisfacer sus necesidades físicas y espirituales; o bien la magia, que es el arte de obrar prodigios gracias a una colaboración tácita o expresa con el demonio, en la persuasión de poseer, ya sea por naturaleza o por concesión o influencia del demonio, un poder sobrehumano o semidivino sobre la naturaleza, tal como para plegar a Dios a hacer la propia voluntad del hombre (cf. santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q.110, a.4; q.114, a.4; Comentario a las Sentencias, libro II, Dist.VII. q.3. a.1; De potentia, q.6, a.5; De malo, c.16, a.9, ad 13m; Contra Gentes, libro III, c.103-107; Quaestiones quodlibetales, IX, q.4, a.5; Compendium Theologiae, c.136; Comentario a Mateo, c.24; Comentacio a II Tes, c.2, lect.II; De sortibus, c.4).
----------Si por un lado Descartes con su método matemático de ciencia de la naturaleza se acerca a Galileo, por otro, con su gnoseología idealista y la reducción de la naturaleza a simple mecanismo maniobrable por el hombre, abre las puertas a la magia y por tanto a una cosmología como la de Bruno, que hace abierta profesión de magia (una obra de Bruno está formalmente dedicada a la magia: De magia. De vinculis in genere, Edizioni Biblioteca dell’Immagine, Padova 1991), considerándola nada indecorosa en absoluto, ni mucho menos como arte diabólico, sino por el contrario, sabiduría y ciencia de la naturaleza, que hace al hombre señor del mundo.
----------¿Por qué la Inquisición fue tan severa con Bruno? Porque veía correctamente en sus ideas y en sus prácticas el peligro de la destrucción no sólo del cristianismo, sino de la misma religión y de la convivencia civil. El daño que habría de hacer el cartesianismo en los siglos siguientes hasta hoy no habría de ser inferior que el producido por Bruno, pero exactamente en la misma línea: la arrogancia prometeica de la soberbia humana, que quiere equipararse a la ciencia divina, que no tolera el yugo de la ley divina y el sobrestante poder divino, sino que, instigada por la antigua serpiente, quiere ser el principio y el vértice de la realidad, señora y creadora de ella según el ilimitado arbitrio de su voluntad.
----------A diferencia de Bruno, que acabó en la hoguera, Descartes logró en cambio escapar de la justicia eclesiástica, atrayéndose en 1663 una simple condena del Santo Oficio (ver entrada Descartes en el Dictionnaire de Théologie catholique: "donec corrigantur"), a la cual nadie le prestó atención, y de hecho obteniendo de su inmensa claque, a la cual muchos católicos han dado número, el prestigioso título de fundador de la pomposamente (y falsamente) llamada "filosofía moderna".
----------A decir verdad, los teólogos y filósofos dominicos se dieron cuenta de inmediato de los engaños del cartesianismo y los refutaron desde entonces hasta hoy. Pero tal fue la astucia de Descartes de presentarse no sólo como católico, sino incluso como el campeón del pensar católico mejor fundado que el que partía de Aristóteles para llegar a Tomás de Aquino, que siempre ha logrado obtener una ciudadanía honorable incluso en los ambientes si no de la teología escolástica, al menos en aquellos de denominación católica.
----------Ciertamente Descartes se cuida bien de no defender la magia y sin embargo él dedicó una de sus obras, hoy perdida, a la Sociedad secreta de los Rosacruces con estas palabras: "a los sabios de todo el mundo y especialmente a los hermanos Rosacruces, ilustrísimos en Alemania, eruditos en todo el mundo y especialmente celebérrimos en Alemania" (Maritain, Le songe de Descartes, Buchet&Chastel, París 1932, pp.294-295).
----------En cambio, el dominico Giordano Bruno no tuvo siquiera la mínima precaución en guardarse de una abierta defensa de la magia, en la convicción de poder persuadir a los doctos e incluso seguro de poder convencer al Papa, de la bondad de sus ideas, ya que precisamente para este mismo propósito él bajó a Italia, pero, como sabemos, su empresa obtuvo el resultado opuesto al que él esperaba.
Los fundamentos gnoseológicos y metafísicos de la magia
----------El marco teorético presupuesto para la acción o para la perspectiva mágica es la confusión entre sustancia química y sustancia viviente y la persuasión conjunta y presupuesta de poder construir artificialmente la forma sustancial de la sustancia material.
----------Se confunde, además, la acción inmanente intencional propia del viviente, con la acción física transitiva propia de la sustancia química. Se confunde la generación, el acto del viviente que produce el viviente según las leyes de la biología, con el ingeniero que construye la máquina o la prótesis quirúrgica o la computadora según las leyes y las fórmulas de la mecánica racional o de la física cuántica.
----------Se piensa que la matemática o las ecuaciones diferenciales o la geometría analítica o el cálculo algebraico o el algoritmo o la estadística, sean suficientes para conocer al viviente, para producirlo y para reproducirlo en serie, como si se tratara de un producto industrial. Se piensa que la vida pueda ser el efecto de una oportuna acción técnica sobre la sustancia química. Esto quiere decir no saber lo que es la vida.
----------Y esto sucede porque se confunde la forma sustancial de la sustancia química con el alma (panpsiquismo de Campanella, Bruno y Leibnitz) o porque se confunde con la figura geométrica (mecanicismo determinista de Descartes y Spinoza). En uno y en otro caso, el hombre pretende alcanzar un dominio sobre la materia y por tanto sobre la naturaleza, tal como para poder construir mecánicamente o mágicamente la vida hasta su más alto grado, es decir, la inteligencia. He aquí las prácticas de la fecundación artificial, he aquí el proyecto actual de la inteligencia artificial, del transhumanismo y del metaverso.
----------Tenemos aquí una evidente incomprensión del principio de causalidad, por lo cual se considera posible que lo menos cause eficientemente lo más, cuando en cambio es al contrario, según el enunciado escolástico propter quod unumquodque et illud magis: todo efecto tiene una causa y esta vale más, porque de lo contrario no explicaría suficientemente el por qué el efecto. La nada de por sí no produce nada. Si en la causa no existiera ya virtualmente el efecto, ella no podría producirlo. Por consiguiente la causa no puede ser menos que el efecto, sino que debe ser más, estar más en alto sobre el plano del ser.
----------La acción mágica pretende obtener al viviente de lo químico o de la máquina, lo espiritual de lo material, lo divino de lo humano, el alma del cuerpo; pero todas estas fuerzas son insuficientes para causar esos efectos, porque son ontológicamente superiores. En todo caso, son los supuestos efectos los que se enseñorean de las supuestas causas y las gobiernan. La magia invierte el orden de la realidad, trastorna el funcionamiento del principio de causalidad y no puede más que producir vanas esperanzas, proyectos fallidos, peligrosas ilusiones, engaños para los incautos, mentiras para los crédulos.
----------Tampoco debemos confundir la magia con el crear. El mago no crea de la nada, sino que agrega y produce una forma accidental a una forma sustancial presupuesta, como cualquier agente creado. La obra mágica no es más que un artefacto producido con el concurso del demonio, el cual además, en cuanto criatura, no puede operar directamente sobre la materia prima, sino sobre el cuerpo ya constituido y opera no directamente sino mediante un instrumento usado por el mago (cf. Santo Tomás de Aquino, Sum.Theol., I, q.110, aa.2 y 4; q.114, a.4; De malo, q.16, a.9; De potentia, q.6, a.10.).
----------La causa creadora produce ciertamente al ente de la nada; pero aquí también el productor no es la nada, el productor es Dios, supremo ente. La nada es sólo presupuesto para el ente creado, en el sentido de que antes que existiera evidentemente estaba en la nada de su ser, es decir, no existía.
----------Lo más puede provenir de lo menos, puede ser educido de lo menos, pero no producido por lo menos. El alma animal en el generante educe al generado de la materia del semen, pero queda siempre que la forma del viviente tiene más ser que la materia, la cual no produce por sí el alma, sino que es el alma del generante que educe de la materia del generado el alma del mismo generado.
----------Ciertamente, no es siempre fácil distinguir las obras de la magia de las de la taumaturgia. Y no siempre es fácil distinguir ciertas operaciones extraordinarias y sobre-normales de la naturaleza de acciones causadas por fuerzas preternaturales angelicales o por verdaderos milagros.
----------Al respecto podemos mencionar la difícil y compleja problemática que plantea la riquísima fenomenología parapsicológica, acerca de la cual, excluyendo obviamente las imposturas y las noticias falsas o exageradas, tenemos una inmensa documentación de hechos sobre todo a partir de finales del siglo XVIII, hechos sin embargo, que se presentan de muy difícil interpretación, no apareciendo sino raramente la naturaleza de las causas de tales fenómenos extraordinarios, los cuales no se prestan a la sistemática observación científica, a causa de su ocasionalidad o de la indisponibilidad de los actores, si bien muchos hechos están documentados con absoluta confiabilidad por la seriedad de los testimonios y las huellas empíricas que dejaron.
----------Nos encontramos frente a poderes psíquicos sobre-normales de carácter extraordinario, para los cuales hoy por hoy la ciencia aún no es capaz de encontrar una explicación segura y satisfactoria, también a fin de poder difundir e incentivar y utilizar sistemáticamente, si fuere posible, así como para educar y potenciar estos poderes para el bien de la humanidad.
----------El Nuevo Testamento introduce un ulterior elemento en esta fenomenología del poder del hombre sobre la naturaleza: la institución del sacerdocio por parte de Cristo, con el poder de transubstanciar a las oblatas en el cuerpo y en la sangre de Cristo. Aquí el hombre alcanza un verdadero poder divino y no el ilusorio y falaz del mago, quien, como señala santo Tomás, se vale del concurso del demonio, sobrehumano conocedor de los secretos de la naturaleza, para obrar prodigios mentirosos. Jesús mismo, como sabemos, fue objeto de escándalo, porque sus milagros fueron confundidos con operaciones mágicas (Mc 6,3), y similarmente los fariseos los interpretaron como acciones hechas con el poder del demonio (Mt 12,24).
----------Así, mientras el sacerdote es verdadero ministro de Dios para operar la salvación mediante signos sacros que son los sacramentos, un hombre al cual Dios ha dado el poder sacramental para hacer de la sustancia material, de la palabra oral y del gesto físico, instrumentos y canales de la gracia , el mago es un impostor narcisista que aprovecha y explota la credulidad popular para hacerse una fama induciendo a la gente a desobedecer a las leyes de Dios prometiendo un falso poder sobre la naturaleza y obteniendo abundantes ganancias por medio del fraude y de la estafa.
Estimado padre Filemón,
ResponderEliminarla referencia que Ud. hace aquí a los fenómenos parapsicológicos que se han manifestado en algunos individuos a lo largo de la historia, aunque sea en contadas ocasiones, es interesantísima, y por eso, como Ud. bien dice, son tan difíciles de estudiar de forma científica sistemática. Recuerdo ahora los casos de dos jesuitas, el padre Óscar González Quevedo (fallecido en 2019), español aunque residente toda su vida en Brasil, a quien se le veía en programas de la TV durante sus visitas a Argentina, muchas veces para negar y desmentir las imposturas de la embaucadores, aunque él mismo hubiera desarrollado técnicas de levitación, por ejemplo, y es autor de libros muy serios (creo) sobre la descripción y sistematización de fenómenos parapsicológicos. Otro es el caso del jesuita José María Pilón (fallecido en 2012), también estudioso de fenómenos paranormales, especialista en radiestesia y fundador del Grupo Hepta, dedicado a ayudar en casos de este tipo que se presentaran. Alguno de los miembros de este Grupo Hepta también tenían características parapsicológicas particulares (mediums?).
Supongo que este tipo de hechos y fenómenos deberían tener algún lugar sistemático en el tratado De Creatione, o en la Antropología Teológica, ya que supongo que estos fenómenos nos remiten de alguna manera, en su carácter preternatural (quizás) a aquellos dones preternaturales con los que nuestros primeros antepasados estaban adornados. ¿Estoy equivocado?
Estimado Norberto,
Eliminaresta fenomenología parapsicológica ha comenzado a ser objeto de estudios científicos desde el siglo XIX, de modo tal que hoy por hoy ha sido acumulada una enorme cantidad de documentación científica. En los Estados Unidos, la parapsicología es objeto de cursos de licenciatura y doctorado. Su fenomenología es enormemente compleja. Obviamente los hechos deben ser rigurosamente verificados, porque, como se puede entender, es posible el fraude, la impostura o el falso testimonio.
Se trata sustancialmente de una forma de sensibilidad, de imaginación y de poderes psíquicos motores, que son supranormales, que logran captar ciertos fenómenos pasados, presentes y futuros, de una manera completamente superior a aquellos que son los normales límites de nuestra sensibilidad y capacidad motora de la realidad externa.
Una dificultad del análisis científico está dada lamentablemente por el hecho de que los sujetos paranormales difícilmente se prestan a ser examinados, no tanto por mala voluntad, sino por el hecho de que sus poderes pueden manifestarse imprevistamente, independientemente de su voluntad y tener una breve duración, por lo cual el modo más seguro de registrar estos fenómenos es el testimonio de quienes los presencian o del propio protagonista, suponiendo que sea sincero.
Por cuanto respecta a la colocación de esta ciencia, viene completamente normal constituirla como un capítulo de la psicología.
Ciertamente, un problema que se plantea es el de distinguir estos fenómenos de la influencia de los agentes angélicos, tanto buenos como malvados. También es importante recordar la prohibición de la nigromancia y del espiritismo, porque existe el riesgo de recibir una influencia demoníaca.
Por cuanto respecta a su hipótesis de que se trate de residuos de dones preternaturales, esta hipótesis no puede ser admitida, porque en base a la fe, sabemos que los hemos perdido.
Estimado padre Filemón:
EliminarGracias por su ayuda. No sé cómo he podido distraerme tanto, y me da vergüenza cometer tal error: si a partir del pecado original Adán y Eva perdieron sus dones preternaturales, entonces, es imposible que las manifestaciones de los poderes parapsicológicos o paranormales puedan ser un residuo de esos dones preternaturales.
Ahora bien, si tal actividad parapsicológica es posible para el hombre en su estado de naturaleza caída, entonces, aunque en la vida ordinaria aparece ocasionalmente e incontrolablemente, al mismo tiempo, los experimentadores parapsicológicos parecen mostrar que es posible controlar y ejercitar los fenómenos parapsicológicos hasta cierto punto y medida, obviamente sin llegar a los extremos de lo que cree el transhumanismo.
Estimado Norberto,
Eliminarefectivamente, nuestra naturaleza humana, aunque herida por el pecado original, en el curso de la historia y en las diversas civilizaciones, demuestra, como dicen muchos hechos comprobados, poseer recursos psicofísicos que pueden aparecer inesperadamente o de los cuales en nuestra vida cotidiana no sospecharíamos, recursos que parecen sorprendentes y prodigiosos, más allá de los límites de la normalidad.
Se trata a menudo de energías innatas e inexploradas o no valorizadas, que podrían estar mucho más extendidas de lo que aparecen en algunos individuos privilegiados, los cuales, gracias a una especial escuela, o bien gracias a una especial dotación suya, consiguen manifestarlas, y que pueden ser utilizadas para el bien de la humanidad.
Ejemplos de este tipo se podrían dar para ciertas energías de la naturaleza. Los fenómenos del magnetismo son conocidos desde siempre, pero recién a partir de hace tres siglos, gracias al progreso del método científico, se ha descubierto qué maravillosas prestaciones pueden proporcionarnos tales energías si se utilizan debidamente de acuerdo con las leyes de su naturaleza.
Por cuanto respecta al problema del transhumanismo, la instancia de usar la técnica para mejorar los poderes y la salud del hombre es ciertamente válida; pero el grave error de esta concepción radica en el hecho de concebir de un modo equivocado nuestra actividad espiritual, confundiéndola con la de la máquina y consecuentemente en el sueño ilusorio de que la actividad de la máquina pueda sustituir o incluso mejorar la vida del espíritu.
Al mismo tiempo, el transhumanismo se equivoca al ignorar aquellos que son los límites naturales infranqueables de nuestras fuerzas humanas físicas, psíquicas y espirituales. Particularmente peligrosa es la concepción del idealismo alemán, originario de Descartes, que engaña al hombre de poseer poderes que pertenecen sólo a Dios, tanto en el saber como en el querer. Esto sólo tiene como resultado arruinar nuestra vida, porque sustrae la conducta humana de la obediencia al Creador, por lo cual el hombre, actuando fuera de la ley moral, que es la ley de su felicidad, acaba por destruirse a sí mismo.
Por tanto, debemos decir que el desarrollo de las facultades parapsicológicas es oportuno y prometedor, siempre que tengamos bien en cuenta los límites de estos poderes psíquicos, que siempre caen dentro de los límites naturales de la persona humana tal como ha sido creada por Dios y tal como Dios quiere que se comporte para su verdadera felicidad.