miércoles, 19 de julio de 2023

Un principio para la conquista de la paz verdadera (3/4)

La paz es compatible con el pluralismo y el contraste de las opiniones, no con la elevación de la dialéctica a norma absoluta de la convivencia civil, que es algo que produciría un estado de guerra permanente de todos contra todos. Con esto, el error contrario sería el pacifismo utópico, ignaro de las consecuencias del pecado original, que cree que sea posible con un acto de buena voluntad dejar de hacer la guerra como se puede dejar la costumbre de levantarse de la cama a las 7 para hacerlo a las 8. [En la imagen: una fotografía reciente del cardenal Matteo Maria Zuppi, delegado del Papa para las negociaciones de paz en la guerra de Ucrania].

La paz proviene de la ciencia, no de la dialéctica
   
----------La dialéctica no se refiere a la determinación de los valores fundamentales del saber y de la moral, de la razón y de la fe, de la humanidad y de la realidad, de la metafísica y de la religión, donde, por el contrario, se dan certezas absolutas, objetivas, universales, inmutables, evidentes, incontrovertibles, indudables, indiscutibles, cuya negación implica contradicción. Estos son los valores, que Benedicto XVI llamaba "no negociables", en base a los cuales se puede construir la paz en los corazones y en la sociedad.
----------La dialéctica es una confrontación de ideas o tesis acerca de las cuales ninguno de los dos dialogantes está seguro de estar en la verdad, sino que ambos expresan una simple opinión, que puede ser falsa y de la cual, por tanto, no están seguros ni pueden dar una demostración científica. Se confrontan estas tesis que pueden estar contradictoriamente opuestas, pero no por el gusto de contrastar al otro, sino con la intención común de buscar la verdad y de obtener la ciencia, precisamente mediante un prudente y leal debate.
----------Claro que no siempre la verdad se llega a alcanzar por el simple acto de contrastar opiniones. Pero no importa. En el campo del actuar moral, salvada la común coparticipación de los valores de fondo (in necessariis unitas), se da libertad para seguir la propia opinión, incluso si es contraria a la elección del otro (in dubiis libertas). Este es el valor del debate político propio de la democracia.
----------Este es también el ámbito del derecho civil de la libertad religiosa, que no supone en absoluto la reducción del dogma a la opinión privada, sino que se trata simplemente de la facultad otorgada por el Estado a los ciudadanos para manifestar su credo y su práctica religiosa libremente, salvadas naturalmente las exigencias del bien común temporal, de las buenas costumbres y del orden público. En cambio, es claro que este derecho no tendría sentido en el derecho canónico, donde en cambio el cismático o el hereje o el apóstata está sujeto a las penas o censuras eclesiásticas. Y es claro que el católico que presentara los dogmas como si fueran simples opiniones estaría cometiendo pecado mortal.
----------El grave error de Immanuel Kant [1724-1804] en este campo es hablar de "dialéctica trascendental", y de "antinomias de la razón pura", como si en metafísica, en filosofía natural, en antropología, en moral y en teología natural, la razón se encontrara en un estado insuperable de impotencia o de perplejidad o de duda, sin poder saber cuál es la verdad entre dos tesis contradictorias sobre una misma cuestión de fondo, que pone en juego el sentido de la vida y el destino del hombre.
----------Esto es una postura filosófica (más bien ideológica) intolerable. Es cierto que luego Kant, para dar certeza moral, interviene con un golpe de voluntad, la llamada "razón práctica", que es al fin y al cabo una razón independiente de la Razón divina. Pero la persona que ama la verdad en cuestiones tan fundamentales no puede en absoluto sentirse satisfecha con este voluntarismo sin fundamento cognoscitivo, que huele mucho a imposición dictatorial, sobre todo porque la verdad no es tan inaccesible como cree Kant, sino que se la aprende con sólo acercarse al realismo bíblico y tomista.
----------Llegará luego Georg Hegel [1770-1831], quien agravará aún más el funcionamiento de la razón, al elevar la dialéctica a ciencia, de hecho, a "saber absoluto", mientras que Kant había mantenido la distinción aristotélica entre dialéctica y ciencia, es decir: mientras que la dialéctica se refiere sólo a lo probable, lo indecidible, lo revisable o lo hipotético, o sea, se refiere a la apariencia; la ciencia se refiere a lo cierto, lo definitivo, lo demostrado, lo real. Por eso, según la postura de Kant, si la razón llega al saber, cesa entonces el movimiento dialéctico, porque la apariencia es sustituída por la verdad y por lo probable, por lo cierto y por lo demostrado. La razón afirma el sí y niega el no. Afirma la tesis y niega la antítesis.
----------En cambio, con Hegel la oposición dialéctica del sí y el no, de tesis y antítesis ya no es algo provisorio en la espera de saber si vale el sí o el no, sino que se eleva a modelo del saber, deviene la "síntesis" del sí y del no, que "supera" y sustituye el puro sí, juzgado por Hegel "abstracto", "aislado", "unilateral" y parcial, mientras que la "totalidad", el "entero", la verdad, el saber, serían dados sólo por la síntesis de sí y de no, por lo cual el aut-aut, presente todavía en Kant como en Aristóteles, en nombre del principio de no-contradicción, es sustituido por el et-et. Lo falso ya no es lo opuesto a lo verdadero, sino su "otro", que da a lo verdadero su ser verdadero. Lo falso debe ser aceptado e integrado como factor esencial de lo verdadero.
----------Aquí vemos cómo un cierto engañoso ecumenismo, que precisamente se inspira en el método hegeliano, es una exasperante e inconcluyente tergiversación y ficción, en la cual, en nombre de una falsa caridad y complementariedad recíproca, nunca se sabe cuál es la verdad, porque ella no triunfa nunca del error y está siempre hegelianamente a la par y emparejada con el error como dos "oposiciones polares", para expresarnos en el lenguaje de Guardini.
----------Se sigue entonces que para Hegel el contradecirse no es un defecto, sino signo de sabiduría; el principio del lenguaje no es lo unívoco ni lo análogo, sino lo equívoco; el principio de la moral no es la sinceridad y la honestidad, sino la doblez y la simulación.
----------La forzada e intencional indecisión, que está en el fondo del método hegeliano del saber, me parece que se encuentra de algún modo también en la teoría guardiniana de las oposiciones polares que, no obstante la declarada voluntad de Guardini de tomar distancias de Hegel, parece reflejar en cambio un propósito de evitar tomar posición, propósito movido por un malentendido espíritu liberal, una actitud sofística que se refleja en el mismo lenguaje, que corre el riesgo de devenir doble y ambiguo, dejando irresuelta la tensión psico-emotiva, que lo sustenta, la cual, muy lejos de procurar acercar a los contendientes a la paz, termina por atizarlos impulsándolos a volverse el uno contra el otro, y por lo tanto en constante peligro de agravar su conflicto. Es claro entonces que una paz social basada en tal presupuesto, lejos de ser una verdadera paz, es un continuo foco de rencor, de odio, de violencia y de guerra.
----------Ciertamente el actuar aumenta y mejora el ser y perfecciona al agente. Como dice Pablo, la caridad es el vínculo de la perfección. La inercia y la pereza ciertamente no son virtudes. El decir y no hacer es hipocresía. Confundir el actuar real con el actuar pensado es el vicio de los idealistas. No hay ninguna duda.
----------Sin embargo los blondelianos, los cuales elevan a las estrellas la importancia de la acción como expresión de la "vida", contra lo abstracto y contra la rigidez de las fórmulas del intelecto, ¿de qué vida hablan? Cuando dicen que la acción no es la aplicación de los conceptos morales de la Escolástica o de las ideas abstractas, sino que es efecto de la "experiencia vital", ¿de qué clase de vida hablan? ¿Saben ellos distinguir al hombre carnal del hombre espiritual?
----------La experiencia sexual es también una experiencia vital, donde los conceptos y las ideas abstractas nada tienen que ver. ¿Y entonces? ¿De qué vida se trata? ¿De la vida que traduce en los hechos el acto del intelecto que intuye el bien universal inteligible o de la dulce vida que expresa la dulzura de las emociones o el ímpetu furioso de las pasiones a la manera de David Hume o de Giordano Bruno? ¿Se trata de la agitación confusionaria o de la acción inteligente? ¿Se trata de la tensión nerviosa o de la paz del espíritu? ¿Es el fervor de la agresión o de la ira, o la calma de la conciliación y de la comunión?
----------En cuanto al significado ontológico de nuestro actuar, que no debe ser confundido con el actuar divino, que es fin en sí mismo, porque es idéntico a su ser, debemos recordar dos cosas: primero, que en nosotros, que somos creaturas, el actuar sigue siendo siempre un accidente de nuestra sustancia, de modo que nuestro ser no se resuelve en el actuar o en el relacionarnos con los otros.
----------Segundo, que nuestra acción, precisamente en cuanto accidente y no sustancia, ontológicamente vale menos que nuestro ser sustancial. El accidente no es el ente, sino algo que pertenece al ente (ens entis). Es cierto que para ser moralmente buenos no basta que nosotros conozcamos el verdadero bien, sino que lo debemos poner en práctica. Sin embargo, nuestra beatitud final no consistirá en la acción, sino en el ver.
----------Este es el signo de que el intelecto es una potencia superior a la voluntad, por el hecho de que el querer, al fin de cuentas, está ordenado al ver, que, sin embargo, no es un ver cualquiera, sino la visión del sumo bien, que es por tanto supremamente amado y fin último de todo el actuar.
----------Esto ya lo había entendido Aristóteles [384-322 a.C] hace dos mil trescientos años, y es confirmado por la Sagrada Biblia. De aquí se comprende el primado de la vida contemplativa sobre la activa. Eso no significa que amar no sea mejor que saber. Sin embargo, si es cierto que la visión beatífica debe ser objeto de nuestra voluntad, permanece que la beatitud consiste en el ver a Dios. Aquí el amor y la alegría son sólo una consecuencia de la beatitud, pero no son su esencia, como bien explica santo Tomás.
----------Dar el primado a la voluntad es, por consiguiente, algo arriesgado, aunque parezca tener la ventaja de excluir el intelectualismo inerte, y el riesgo consiste en despojar a la voluntad del terreno bajo sus pies, al quitarle su fundamento intelectual y confundiéndola con el apetito sensitivo. Éste, en lugar de construir al hombre espiritual, construiría al hombre carnal de paulina memoria (1 Cor 1,14-15).
    
La paz se edifica con una paciente obra de mediación entre las partes,
no con dar rienda suelta a los opuestos extremismos
   
----------La paz social, tal como la he definido líneas arriba, no puede ser el efecto de una doctrina que admita como legítimo o como inevitable el uso de un lenguaje ambiguo, o el abstenerse del tomar posición entre dos tesis opuestas, como si entrambas tesis fueran igualmente aceptables, lo cual es una actitud tal como para suponer en quienes la practican alguna forma de insinceridad, de deshonestidad o de doblez moral, que admita la coexistencia y composibilidad de la afirmación y de la negación, del sí y del no.
----------Gobernantes que están infectados de esta mentalidad dialéctica y antinómica, alternan el decisionismo con el abstencionismo, la imposición arbitraria y violenta con la tolerancia de la injusticia. Cualquiera que no esté libre de un pensar polémico y divisivo ciertamente no puede considerarse un constructor de paz.
----------De hecho, sucede que él, en lugar de empeñarse con diligencia y discernimiento en el análisis y en la solución de las controversias, trabajando así por la paz y la concordia, engañado de que la síntesis surja del conflicto y requiera incluso del conflicto, no tiene en cuenta el peligro inminente. sobre la comunidad y sobre la estabilidad de su propio poder, como lo demuestra la historia, la cual nos enseña que los gobiernos que no cortan desde su nacimiento los factores de disolución y de división, casi siempre ellos se agravan, y cuando se trata de tomar medidas correctivas, es demasiado tarde. De ahí el estallido de las sediciones, de las revoluciones y de las guerras civiles. De ahí el triunfo de la anarquía con la conecuente disolución de la convivencia civil.
----------El buen gobierno debe, por el contrario, mediar con imparcialidad entre las facciones opuestas, eliminar las incompatibilidades, haciendo converger aquellas fuerzas que son recíprocamente complementarias hacia el fin común de la sociedad, sobre la base del bien común, que es el bien comúnmente compartido, de manera que asegure entre los partidos un acuerdo estable de fondo, aunque en la libertad de las elecciones particulares, en el momento en que sigue siendo completamente normal una dialéctica política que no cuestione los fundamentos de la convivencia democrática, sino que se limite al horizonte que le compete, que es el de las simples opiniones y el de la contribución concreta, sin ninguna pretensión de edificar por sí sola la síntesis de competencia de los valores universales y del bien común.
----------Ciertamente, debemos decir que para obtener la paz social es necesario saber construir una síntesis, en la cual los elementos estén ordenados entre sí en torno a un único principio, sin yuxtaponer lo positivo con lo negativo a la manera hegeliana, lo cual es algo que no resuelve nada, sino una síntesis en la que una y otra parte en conflicto sepan encontrar lo positivo en base a un concepto del bien común y de los individuos, un concepto que abstraiga lo universal de lo particular, y al mismo tiempo sepa captar lo concreto, para mostrar a todos el valor universal o el bien común, que será el punto de acuerdo y de convergencia, en torno al cual todos deben reunirse y unirse y así sólo se podrá despejar el conflicto.
----------De tal modo, en efecto, emerge a los ojos de todos el principio de la verdadera paz. El conflicto, por lo tanto, no debe cubrirse con una falsa síntesis del sí y del no, sino que debe ser reconocido abiertamente, lealmente y serenamente. Sólo de esta manera puede ser eliminado el conflicto, poniendo en luz lo verdadero frente a lo falso, lo justo frente a lo injusto.
----------El fautor de paz debe, por lo tanto, hacer de juez entre las partes, evitando, en base a un cuidadoso conocimiento de la situación, la parcialidad, y dando a cada uno lo suyo, se trate del reproche o se trate del elogio, se trate de otorgar o se trate de quitar. Para unir los extremos y hacer de mediador, debe estar en el centro como punto de vínculo o en medio a igual distancia -in medio stat virtus-, sin dar muestra de propender más hacia una parte que hacia la otra, salvo que una esté más cerca a lo justo que la otra.
----------A la inversa, el riesgo del método de la oposición polar propuesto por Guardini es el riesgo de que el juez o el gobernante deba limitarse a edificar una "síntesis" que no sería otra que la yuxtaposición o igual legitimización de los dos polos opuestos, para lo cual no se decide con certeza de qué lado está lo verdadero y lo justo, sino que los dos opuestos están juntos en pie de igualdad, por lo cual al final lo único que quedaría hacer sería el simple registro y legitimación de esta conflictualidad en base a una concepción de la dinámica social sobre el modelo de Nicolás de Cusa, como coincidentia oppositorum.
----------Ahora bien, es necesario ver qué es lo que se entiende por "oposición". De hecho, hay una oposición que pertenece a la relación y esto no causa ningún perjuicio a la paz social, sino que es más bien un normal presupuesto, pues no se trata de otra cosa sino de relaciones sociales.
----------Existe, por otra parte, una oposición entre dos personas que implica complementariedad recíproca, como por ejemplo la oposición entre hombre y mujer. Guardini, entre los ejemplos de oposiciones polares, también da éste. Y aquí su concepción es ciertamente aceptable. Pero aquí, evidentemente, la dialéctica no entra para nada. La dialéctica no se refiere a la naturaleza de las cosas, sino a las leyes de nuestro pensamiento. La dialéctica se refiere a la incerteza de nuestro pensar. La naturaleza no tiene nada de incierto, sino que en sí misma es determinada y cierta, en virtud de la divina providencia. El devenir de la naturaleza es un pasar del ente desde la potencia al acto; el movimiento dialéctico es un sucederse de pensamientos concebidos por nuestra voluntad y organizados por la razón. Se puede ver que Guardini estaba bajo la influencia del idealismo.
----------Además, si a la oposición se la entiende como tensión entre dos fuerzas incompatibles, sobre el modelo de lo que he dicho antes, a la manera de Guardini, entonces hay que decir que este tipo de opuestos no implica ninguna coincidencia, ninguna convergencia, ninguna acuerdo y ninguna identidad, sino enemistad y exclusión recíproca, que nada en absoluto tiene que ver con la paz, sino que significa guerra, violencia, contradicción, división, venganza, extremismo, facciosidad, odio y conflicto irresoluble.
----------Ciertamente, no se puede excluir en una sociedad sana y pacífica una cierta dialéctica entre las opiniones y el ejercicio de una oposición constructiva. El partido de oposición es normal en cualquier democracia. La dialéctica no es más que el arte de argumentar en modo probable, limitándose a formar simples opiniones, que pueden del todo lícitamente estar en contraste con opiniones opuestas.
----------Pero una cosa es la legitimación del contraste, de la tensión y del conflicto, porque no se cree en la posibilidad de distinguir lo verdadero de lo falso y lo justo de lo injusto, por lo cual se asumen juntos el sí y el no, y otra cosa distinta es la modestia de quienes, inseguros acerca de los argumentos que aducen, expresan su opinión admitiendo que pueden estar equivocados tratándose de asuntos contingentes que no ponen en juego los valores absolutos. De ahí la sabia regla de san Agustín de Hipona: in dubiis libertas, in necessariis unitas, in omnibus caritas. La dialéctica no proporciona criterios firmes y seguros para regular el orden social, sino que para ello es necesaria la ciencia moral y sobre todo la teología moral.
----------La paz es compatible con el pluralismo y el contraste de las opiniones, no con la elevación de la dialéctica a norma absoluta de la convivencia civil, que es algo que produciría un estado de guerra permanente de todos contra todos, aquel homo homini lupus de infausta memoria hobbesiana.
----------Con esto, el error contrario sería el pacifismo utópico a la manera de Rousseau, el cual, ignaro de las consecuencias del pecado original, cree que sea posible con un acto de buena voluntad dejar de hacer la guerra como se puede dejar la costumbre de levantarse de la cama a las 7 para hacerlo a las 8.

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