Afirmar el principio de que la paz es el efecto de la victoria sobre el enemigo, no contradice, sino que supone, que la paz es reconciliación entre enemigos que se convierten así en amigos, es reconciliación con Dios, es reconciliación con el hermano. La paz supone la victoria sobre un enemigo: sobre el pecado, sobre el demonio, sobre nuestra soberbia, sobre nuestro egoísmo, sobre nuestros vicios.
La paz como efecto de la victoria sobre el enemigo
----------Comencemos diciendo que es cierto, como señala Romano Guardini [1885-1968], que existen en la sociedad tensiones polares. En verdad, Guardini se esfuerza por distinguir las malsanas, que deben ser eliminadas, de aquellas que él juzga legítimas e incluso fautoras de unidad y de progreso. Pero luego, cuando nos explica cuáles serían esas provechosas oposiciones polares, nos damos cuenta de que Guardini no se libera del todo, como veremos más adelante, de la síntesis del sí y del no, típica de la dialéctica hegeliana, de la cual sin embargo él declara querer tomar las distancias.
----------Por lo tanto, es necesario distinguir en la vida social los desacuerdos profundos de los ligeros. Las tensiones pueden existir en todos los niveles de la conflictualidad social. Los desacuerdos profundos son aquellos que son tan divisorios, que impiden o destruyen desde su raíz la convivencia civil y disuelven una sociedad, sobre todo en forma de guerras civiles, sediciones, insurrecciones o revoluciones, como ha sucedido con el Imperio Romano, con el Ancien Régime, con el Imperio Austro-Húngaro, con el Imperio Otomano, con la sociedad fascista o nazi, y como ha sucedido con la sociedad soviética.
----------Pero tal es la obstinación y la presunción de los marxistas en su convicción de ser ellos los maestros de la paz universal, que aún no han aprendido nada de la historia y todavía en China se engañan a sí mismos de ser capaces de realizarla, tanto que China tiene la desvergüenza de presentarse en nuestros días como mediadora de paz entre Estados Unidos y Rusia en la actual guerra en Ucrania.
----------Ahora bien, ciertamente existe en una sociedad democrática la normal dialéctica de las opiniones y de las confrontaciones-choques entre partidos y grupos, que no emergen de la normal, libre, y pluralista convivencia civil. Y existen tensiones que no deben ser subestimadas y a las cuales se puede y se debe remediar con una paciente y sabia obra de conciliación, acercando a las partes en lucha y ayudándolas a la mutua comprensión, a extinguir los rencores, a apreciarse recíprocamente ofreciéndoles la valores que ellas ya tienen en común. Hegel ya pretendía haber encontrado en la naturaleza un reflejo de su dialéctica en los estudios que entonces se realizaban sobre los fenómenos electromagnéticos descubiertos hacía poco.
----------En realidad, las relaciones humanas nada tienen que ver con estos determinismos físicos de atracción y repulsión, donde la tensión que mantiene vinculadas entre sí de manera fija y constante a dos fuerzas físicas de por sí contrarias es una inderogable ley de la naturaleza, que estructura determinísticamente los movimientos electromagnéticos según leyes matemáticamente formulables.
----------Por eso, la paz social no consiste en una síntesis que mantenga juntas dos fuerzas contrarias y entre sí excluyentes, así como el átomo mantiene unidos al núcleo y a los electrones o el sol mantiene unidos a los planetas con su atracción, que por sí solos tenderían a alejarse, o el polo positivo de la pila eléctrica está en un estado de tensión con el polo positivo porque los dos polos se atraen y se oponen a un mismo tiempo. Pero no es éste el modo con el cual debe ser realizada la paz en la sociedad y en la Iglesia.
----------Es verdad que a causa del pecado original los hombres tienden a oponerse los unos a los otros. Pero esta tensión recíproca, esta polaridad no es en modo alguno natural y querida por Dios. La paz, por tanto, no surge de la síntesis de la oposición polar, sino de la recíproca correspondencia de la diversidad y de la recíproca complementariedad. La división del átomo produce la bomba atómica.
----------La antítesis de la oposición dual no es en absoluto la fuente de la paz, sino el principio del estallido de la guerra. Si no queremos esta explosión, no debemos seguir el ejemplo de esas oposiciones físicas, sino hacer converger las voluntades hacia el bien común en la libertad de las opciones legítimas, eliminando todo motivo de nocivo disenso y de lacerante conflicto.
----------Massimo Borghesi, en un libros publicado hace pocos años, acoge tal forma de pensar, lo que le lleva a hablar, con respecto a Romano Guardini, de "polaridad dialéctica" (Massimo Borghesi, Jorge Mario Bergoglio, una biografía intelectual. Dialéctica y Mística, ediciones Encuentro, Madrid 2018, p.39). Siempre en esta línea, Borghesi habla del "pensamiento antinómico" (ibid., p.33) de Guardini.
----------Ahora bien, hay que decir que todo esto nos viene a dejar algo perplejos por la evidente ambigüedad, por no decir erroneidad, de cualificaciones similares. En efecto, un "pensamiento antinómico" hace pensar más bien en un pensamiento incoherente o intencionalmente contradictorio. Con esto no negamos la utilidad de un sabio uso de la paradoja. Un ejemplo ilustre de modo paradojal de expresarse nos es dado por el apóstol san Pablo; pero esto es tan sólo el signo de su imperfección como orador, y todos sabemos cómo Lutero ha permanecido engañado por estas aparentes paradojas.
----------Por consiguiente, hacer la apología del pensamiento antinómico y de la oposición polar como si se tratara de un paradigma del pensar, no es en absoluto conveniente y es de hecho sumamente peligroso, sin que esto sea dicho para llegar a los excesos de Hegel, excesos rechazados por el propio Guardini. Y sin embargo, de esta forma incorrecta de pensar, ni siquiera la sombra debe encontrarse en el pensador honesto y límpido, que sin embargo conoce bien los grandes conflictos de la humanidad, como es testimoniado por la gran tradición de la teología católica y del mismo Magisterio de la Iglesia.
----------El hablar en los términos en que lo hace Borghesi remite a nuestra mente a un pensar doble o incapaz de armonizar los propósitos del espíritu con los impulsos de la carne. Ciertamente, esto no corresponde a cuanto Guardini entiende decir, considerando su rica espiritualidad; pero es necesario afirmar al menos que este modo de expresarse no es nada claro y se presta a mi interpretación.
La paz es la puesta en práctica de la verdad moral conocida por el intelecto
----------Pasando entonces ahora de lo teórico a lo práctico, quisiera hacer presente que, tratándose de la paz, la antinomia no puede ser punto de referencia y por tanto principio de paz por su ser incompatible con la verdadera paz. La paz no nace de la antinomia, y excluye a la antinomia por definición. La paz surge más bien de la solución de la antinomia. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con el principio romano "si vis pacem para bellum", el cual examinaremos más adelante.
----------La paz es coherencia y efecto de la concordia, de la convergencia, de la coherencia, de la semejanza, de la mutua comprensión, de la proporción, de la comunión, aunque sea en la diversidad, no de las antítesis, de los desencuentros, de los disensos, de los litigios, de los conflictos y de las antinomias, que son exactamente lo contrario. La verdadera síntesis es la síntesis de lo compatible, de lo correspondiente, de lo diferente, de lo diverso y de lo composible, no de lo inconciliable y de lo contradictorio.
----------Dejemos estas absurdidades y mentiras a Hegel. Guardini es encomiable por querer diferenciarse de Hegel, pero no lo logra del todo, porque carece del pensamiento analógico, que es el que nos mantiene al reparo de cualquier compromiso con la doblez típica de la dialéctica hegeliana.
----------Quien no aprende a razonar por analogía, como nos enseñan santo Tomás y la Biblia, con su típico método realista de firmeza y ductilidad, franqueza y sinceridad, sino que se detiene en lo nebuloso, en lo pedante, en lo unívoco y en lo equívoco, confunde el pensar con el ser, confunde al diferente con el enemigo, excluye lo que debe ser incluido e incluye lo que debe ser excluido, conecta lo que debe ser separado y separa lo que debe ser conectado, pone juntas la doblez con la sinceridad, el si con el no, no logra conciliar lo uno con lo múltiple, y en consecuencia nunca aprenderá a ser un verdadero constructor de paz, sino que siempre correrá el riesgo de favorecer compromisos hipócritas, violencias ocultas y falsos misericordismos.
----------Quien no capta la importancia del pensamiento analógico o analéctico, como lo llamaba Tomas Tyn [1950-1990], confunde lo sintético con lo confusionario, y lo distinto con lo opuesto, lo contrario con lo contradictorio. Los contrarios, como por ejemplo ser y devenir, acto y potencia, sustancia y accidente, uno y múltiple, caliente y frío, pequeño y grande, la risa y el llanto, lo dulce y lo amargo, pueden estar juntos en un mismo sujeto. En cambio, los contradictorios, como ser y no ser, ser y aparecer, verdadero y falso, bien y mal, ideal y real, paz y guerra, orden y desorden, no se pueden sintetizar porque se anulan entre sí.
----------Ahora bien, debemos recordar que las relaciones humanas, factores propios de la edificación de la paz, son efecto de la libre voluntad de sujetos espirituales que tienen por objeto de su saber el bien inteligible aprendido por el intelecto sobre-ordenado a un bien sensible concebido por el sentido o por la imaginación, bien que hace de guía al bien inferior de la pasión, disciplinándolo en orden a la consecución del bien total de la persona, bien que reside en su libre albedrío de elegir o rechazar, actuar o no actuar sus condiciones y sus exigencias, con la consiguiente práctica respectivamente de la virtud o del vicio.
----------Por eso, las tensiones sociales no tienen nada que ver con los fenómenos del electromagnetismo, sino que son un triste fenómeno consecuente al pecado original, fenómeno que puede ser tolerado, cuando los gobiernos no son capaces de sanarlo, pero que en todo caso es necesario trabajar con todos los medios para eliminar o al menos para frenar o para disminuir, si una sociedad quiere saber qué es la paz y sus miembros quieren vivir en armoniosa unidad en la pluralidad y en la diversidad de las elecciones, según una dialéctica que no pretenda sustituirse a la certeza universal de los valores morales, sino que deja a la ciencia, a la filosofía y a la teología determinar los caminos para el logro de la verdadera paz social, la superación de las tensiones, de las dificultades y de los contrastes, hasta que lleguemos a esa sociedad perfecta y eternamente pacífica, sin sombra de tensiones y conflictos y oposiciones, que nos es prometida por la revelación cristiana.
----------Las tensiones en la sociedad indudablemente renacen siempre a causa de la fragilidad de nuestra naturaleza (consecuencia del pecado original), pero siempre de nuevo pueden y deben ser disueltas con oportunas intervenciones distensivas, incluso mediante expedientes o descubrimientos psicológicos, para dar lugar a una distensión que procure paz, calma y tranquilidad.
----------En cambio, el estado psíquico de tensión denota un nerviosismo que facilita actos contrarios a la justicia y a la caridad, hasta el punto de provocar, en los casos más graves, los estallidos pasionales, los crímenes, las violencias y las guerras. Por lo cual tal estado, si no es moderado con el tiempo, conduce como consecuencia al uso de la violencia en la organización de la sociedad y a la supresión de la libertad.
----------Y si bien es cierto que la voluntad mueve al intelecto hacia la realización de su fin que es el saber, es igualmente cierto que la voluntad no tiene ninguna tarea, como creía Maurice Blondel [1861-1949], en el completar la obra propia del intelecto en el representar la realidad y en el conseguir la verdad. Ni el querer puede moverse por sí y tomar la iniciativa en el mover el intelecto, porque el movimiento del querer es ese movimiento del espíritu que precisamente el espíritu causa como consecuencia del acto del intelecto.
----------No corresponde a la voluntad sino al intelecto asegurar la certeza y el fundamento del saber, resolver los problemas teóricos y especulativos, disolver las dudas, aclarar las cuestiones teóricas y prácticas. Ante un conflicto, o un contraste, o una controversia, es necesario hacer referencia a un punto claro, firme, estable y unificante, tal como para constituir un punto de encuentro entre los dos contendientes.
----------Los nudos gordianos del pensamiento no deben ser rotos con la espada de la voluntad de Alejandro Magno, sino que deben ser desatados pacientemente con la prudencia del intelecto, que es el único que sabe desentrañar los diversos hilos y respetarlos en su entrelazamiento.
----------Las soluciones precipitadas y violentas impuestas por la voluntad pueden dar una efímera satisfacción a nuestra voluntad de poder, pero la realidad no tarda en reaparecer en toda su crudeza para castigar nuestra arrogancia de querer hacer de señores allí donde ser siervos está toda nuestra ventaja. Servire Domino regnare est. Cuando santo Tomás de Aquino definió la verdad como adaequatio intellectus et rei, definición neciamente tomada a burla por Blondel, el Aquinate sabía lo que decía.
Es necesario un pensamiento sintético y no antinómico,
para que la paz nazca de la síntesis y no de la antítesis
----------Por lo dicho, no es una verdadera síntesis la que descansa en la oscilación entre los dos opuestos, o que se divierte con su oposición o que se resigna a ella sin poder ni querer resolverla. Sino que esa es una falsa síntesis, es un servir a dos señores, lo cual denota doblez y descargo de responsabilidades bajo el pretexto de la oposición dialéctica o de la oposición polar.
----------Por consiguiente, resulta totalmente inaceptable el método filosófico propuesto por Erich Przywara [1889-1972], para el cual: "De lo que tenemos necesidad es de una filosofía de la polaridad muy diferente tanto de la inquieta inversión como de la estática mediedad: la filosofía de la polaridad dinámica: no conciliación estática lograda de una vez y para siempre No: la filosofía de un movimiento fluctuante de ida y vuelta entre ambos polos, la filosofía de una tensión nunca resuelta entre los dos polos, la filosofía de la dinámica unidad de los opuestos" (Borghesi, op.cit., p. 92).
----------El verdadero progreso social y la sana evolución de la sociedad en la justicia y en la paz son imposibles sin el fundamento estable, comúnmente aceptado, dado por el punto medio, por la medietas, principio de imparcialidad y negación de la facciosidad, que evita los excesos contrarios y une a los convergentes. Es este punto medio la síntesis de lo bueno presente en los opuestos, que los libera de su extremismo y les impide entrar en conflicto, con el que destruyen la unidad del cuerpo social.
----------El método verdaderamente sabio de pensar, constructor de paz, no es el método por antítesis o por oposición contradictoria, que caracteriza al hegelianismo, fuente de irresolubles conflictos y causa de guerra en el vivir social, sino que es el método por analogía, que caracteriza a la sabiduría aristotélica, método que, si por una parte respeta el principio de no-contradicción, por la otra, en base a este principio, proporciona la base segura para la reconciliación de lo conciliable, es decir, de lo diferente (et-et), y para la separación de aquello que debe ser separado, es decir, lo verdadero de lo falso y el bien del mal (aut-aut). Y es por la consonancia del aristotelismo con el pensar bíblico que santo Tomás ha utilizado a Aristóteles para interpretar la Escritura, purificándolo de los errores, por lo cual ha merecido ser recomendado por la Iglesia como guía en la teología. Al respecto, véase por ejemplo la encíclica Studiorum Ducem de Pio XI, de 1923, o las recientes intervenciones del papa Francisco, sobre todo en su discurso de septiembre de 2022 al XI Congreso Tomista Internacional en Roma, confirmadas por expresiones de las últimas semanas.
----------Es cierto que el amor ayuda a la obra del intelecto. Interesarse en una cosa con amor facilita la comprensión de la cosa que se estudia. Pero estamos como al principio: es necesario que se trate de un amor verdadero, que no sea simple emoción, sino un acto del querer iluminado por el bien inteligible. Es lo que santo Tomás de Aquino llama "conocimiento por connaturalidad".
----------También es cierto que la voluntad, actuando en la virtud de la prudencia, vuelve operativo el juicio práctico último del intelecto, que es el que comanda la acción concreta, por lo cual la decisión de la voluntad es libre y no determinada por el intelecto, como creía Leibniz. Se trata de un juicio libre y querido, no del juicio especulativo, que está necesitado y exigido por el objeto. En esto Blondel ciertamente tenía razón. Pero Blondel se equivocaba al creer que la voluntad también juega este papel en la teoresis moral y especulativa, por lo cual sucede que Blondel le daba a la voluntad el oficio que corresponde al intelecto, el cual, al establecer lo verdadero especulativo, ya sea lo especulativo moral (la ley moral), ya sea lo especulativo teórico (la esencia de las cosas), actúa perfectamente por sí solo sin ninguna contribución de la voluntad, mientras que por otra parte quisiera asignar al intelecto o a la razón esa concreción y ese movimiento que pertenecen a la voluntad.
----------El pensamiento, en efecto, por su acción inmanente, que es cualidad más que ser acción, es inmanente al espíritu y vive en lo abstracto inmutable porque es extratemporal y extraespacial. A la inversa, es la voluntad imperadora del apetito sensitivo y de las pasiones, que vive en lo concreto y en el movimiento, el cual, por otra parte, no es acción inmanente, sino acción transitiva, que emana del sujeto y opera sobre la realidad externa.
----------El intelecto, por su parte, es por su naturaleza tal que cumple su obra con un acto específicamente e insustituiblemente propio, como es normal, sin ninguna necesidad de integraciones por parte de la voluntad, causa completamente ajena al modo de funcionar del intelecto, el cual, en su proceder, es exclusivamente movido por la causa formal de la realidad objeto de su saber, mientras que la voluntad, en el dinamismo del acto cognoscitivo, tiene por cuenta propia su oficio de eficiente, motriz y final, que concurre con la actividad intelectual a determinar la conducta humana en cuanto humana.
----------Por otra parte, mientras la voluntad es una potencia activa, que influye sobre la realidad externa, capaz por lo tanto de una acción transitiva en colaboración con las fuerzas psicofísicas del hombre, el intelecto es una potencia pasiva o receptiva. El intelecto introyecta e inmanentiza, haciendo uso de los sentidos internos, la realidad externa objeto de su acto. El conocer, por consiguiente, más que una actuar (y aquí es donde se equivocaba Blondel) es la adquisición de una cualidad propia, consistente en el ser informado por la cosa y en formar interiormente en el concepto la representación de la cosa. El saber, por tanto, por sí mismo, comporta una estaticidad; es el querer el que comporta movimiento y dinamismo (y aquí Blondel seguía estando equivocado). Rechazar, como hacía Blondel, el elemento estático del acto de inteligir, significa no saber qué es el inteligir y confundirlo con el desenvolverse de la imaginación emotiva. La estaticidad es el valor del saber, que tiene relación con lo inmutable, lo absoluto y lo eterno.
----------Pero un error aún más grave de Blondel está dado por el hecho de que él pretende afirmar, a la manera de Hegel y de Nicolás de Cusa [1401-1464], un saber, una lógica, a la que él llama de la "integración", lógica de lo "concreto", puesta en el ser por la acción, que debería incluir o integrar lo negativo en lo positivo, superando la lógica de la no-contradicción, que sería la "lógica formal", la "lógica de la exclusión" y de la abstracción, la cual excluye, "sin retener nada de lo que ella contradice". Sólo esta lógica aseguraría un verdadero y cierto contacto con la realidad en su unidad, totalidad y concreción.
----------Se nos hace así evidente cómo Blondel confunde la negación con la alteridad, por lo cual el aut-aut se disuelve en el et-et. Lo diferente es lo negativo y lo negativo es lo diferente. Pero entonces, según Blondel, para "integrar" lo verdadero es necesario sintetizarlo con lo falso, para integrar el bien es necesario sintetizarlo con el mal; el amigo se confunde con el enemigo; lo contrario deviene lo contradictorio. Y así para salvar al otro, para salvar al diferente, habrá que hacer malabarismos entre el ser y el no-ser, entre el sí y el no y servir a dos señores. Exactamente como hace Hegel. El "católico" Blondel parece pues querer unir el catolicismo con la dialéctica hegeliana, actuando así la lógica de la integración.
----------Y tampoco, como quería Joseph Maréchal [1878-1944], el intelecto tiende a su fin del mismo modo a como tiende el apetito, porque eso sería todavía confundirlo con la voluntad. El intelecto no apetece, no se mueve existencialmente hacia su fin, es decir, hacia lo verdadero, como hace la voluntad, aunque sea cierto que la verdad es el bien del intelecto. Hoy en día existe la manía de ver todo en movimiento. Pues bien, es necesario dejar bien claro que el entender no comporta ningún movimiento. El intelecto es como una lámpara que se enciende y se apaga. La luz que el intelecto emana es puramente inmaterial. Es gracias a esta luz inmóvil e inmutable, espiritual, que nosotros vemos el movimiento y el mutar de los cuerpos.
----------El entender, por lo tanto, no es un tender, sino un cualificarse intencional del intelecto, formado por la especie del objeto. La intención del intelecto es diferente de la intención de la voluntad: ésta es dinámica; aquella es estática. El intelecto se determina en el contacto con el término y fin de su actividad, que es la cosa conocida, la esencia universal abstracta. La cosa concreta, en cambio, mueve la voluntad como apetecible, pero actúa al intelecto haciéndolo pasar de la potencia al acto, aunque lo forme de su propia forma.
----------Pretender que sea la voluntad la que decide la verdad, y no el intelecto, conduce a la voluntad a dejar, sobre una cuestión controvertida, abierto el sí junto con el no, por lo cual el pensamiento no se determina, sino que deviene pensamiento incoherente, pensamiento doble y oscilante, deviene dialéctico, lo cual si puede ser tolerable si se restringe a una legítima dialéctica de las opiniones, deviene desastroso si extiende la dialéctica a las bases mismas de la convivencia social, que en cambio tienen necesidad de ser evidentes, sólidas, estables, seguras, universales, no negociables, acertadas y comúnmente aceptadas. "In necessariis unitas", como dice san Agustín de Hipona. De lo contrario, a la paz solamente la soñamos.
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