viernes, 30 de junio de 2023

¿Acaso no es ya hora de una VI Instrucción para la Reforma? (5/9) La traducción litúrgica entre sospechas y temores

Hacer de la liturgia un lugar de enriquecimiento de la fe y de su expresión es la gran cuestión y el gran desafío. Renunciar a lo que una creatividad local puede aportar al conjunto de la Iglesia universal sería privar a la liturgia de una de sus funciones decisivas. Nadie discute y nadie niega seriamente la existencia de un texto fuente que constituya una referencia fiable. Pero el dar confianza plenamente a un acto de traducción (sin sospechar que sea subversivo, y sin temer que también sea creativo) permitiría devolver a la liturgia una de sus misiones vitales para la vida espiritual de la Iglesia. [En la imagen: Misa de Primera Comunión en la Parroquia San José de la Montaña, de la Arquidiócesis de Mendoza, en Potrerillos, provincia de Mendoza, Argentina].

El motu proprio Magnum principium de 2017 es un paso adelante, ¿pero basta?
   
----------La condición de la obra de la traducción eclesial a nivel litúrgico, antes de la carta apostólica Magnum principium, del 3 de septiembre de 2017, había llegado a un punto muerto insoportable. El efecto distorsionador que la V Instrucción había producido a nivel universal ya era reconocido desde años antes incluso por los más acérrimos defensores del giro literalista. Las Conferencias Episcopales de habla inglesa, la alemana, la francesa y la italiana, aunque de diferentes maneras y formas, habían tomado nota de que los libros rituales que eran producidos a partir Liturgiam Authenticam no podían ser utilizados. Si se cumplían los criterios de la Instrucción, se producían textos inutilizables, inservibles. Por lo tanto, si se deseaba producir textos utilizables, se hacía necesario alejarse sensiblemente de los criterios irreales de Liturgiam Authenticam.
----------Ahora bien, ¿esto acaso no nos está diciendo que ya ha llegado el tiempo para una VI Instrucción de la Santa Sede para la aplicación de la Reforma litúrgica según la constitución Sacrosanctum Concilium? Es cierto que el motu proprio Magnum principium del papa Francisco ya es un paso importante, al haber devuelto a las Conferencias Episcopales la responsabilidad de la obra del traducir los textos; pero a mi entender, ello no es suficiente. Dado que todo se había estancado y los libros antes aprobados no funcionaban, es necesario que se ofrezcan a las Conferencias Episcopales (que en años recientes habían renunciado a presentar nuevos textos para evitar ulteriores problemas, tanto con los destinatarios como con las autoridades de control) nuevos criterios para garantizar una auténtica y fiel obra del traducir litúrgico.
----------Para salir de esta parálisis, en una nota anterior señalé una serie de cuestiones con vistas a una nueva Instrucción, para motivar el debate eclesial. A continuación recuerdo las preguntas planteadas: 1. ¿Qué balance y valoración podemos hacer de la V Instrucción, después de veintidos años de su aprobación y entrada en vigor? 2. ¿Por cuáles razones aparece como urgente una VI Instrucción para la aplicación de la Reforma Litúrgica? 3. ¿Cuáles son los contenidos fundamentales que debería incluir tal Instrucción?
----------Tales preguntas fueron planteadas algunos años atrás públicamente en ámbitos académicos litúrgicos, y en distintos foros de opinión se recibieron numerosas respuestas, surgiendo un fructuoso debate, incluso entre expertos directamente involucrados en el trabajo de traducción de textos litúrgicos. Con gran franqueza y coraje, en años recientes, antes y después del motu proprio Magnum principium de 2017, se han dicho cosas del mayor interés. Reporto aquí algunas de esas reacciones significativas.
   
¿Derogación de Liturgiam Authenticam o reactivación de la inculturación?
   
----------Ante todo, hay que decir que en las respuestas de los expertos a las cuestiones planteadas, hay una común orientación sobre la necesidad de realizar un giro decisivo con respecto a las pretensiones del literalismo de Liturgiam Authenticam. Una primera propuesta se formuló de la siguiente manera: "No creo que el camino de la VI Instrucción sea realmente practicable. Preferiría la cancelación pura y simple de Liturgiam Authenticam, lo que supongo que debe ser igualmente impracticable, pero al menos evitaría manifestar contradicciones evidentes que llevarían al ridículo. ¿De qué sirve escribir documentos, si el próximo puede contradecirlo abiertamente? ¿No podría pasar lo mismo con una VII Intrucción quince o veinte años después de la VI?".
----------La cuestión es efectivamente bastante seria. Liturgiam Authenticam ha pretendido abrogar todos los documentos precedentes y, por lo tanto, ha bloqueado o estancado una producción significativa en las lenguas vernáculas. El camino de salida es en todo caso la abrogación de Liturgiam Authenticam: ya sea mediante un nuevo documento que la derogue, o con una abrogación que restablezca la vigencia de los documentos precedentes. A mí me parece más coherente avanzar que retroceder, pero es legítimo plantear la hipótesis que la segunda solución es más sencilla y ciertamente más económica. Sea como sea, el motu proprio Magnum principium es un paso adelante, que deja atrás lo dispuesto por la V Instrucción.
----------Otro interlocutor, poro antes de promulgarse Magnum principium, decía en 2016: "Necesitamos terminar de una vez por todas con un concepto de traducción literal que mortifica tanto la riqueza del texto latino como la propia lengua hablada, en la cual ese texto debe expresarse. Necesitamos descentralizar y por lo tanto confiar en las Conferencias Episcopales que pueden juzgar mejor el lenguaje que se usa en cada país o región. De hecho, creo que se debería dar cierta libertad a los obispos para que la traducción de los textos sea verdaderamente un acto de inculturación del texto latino en un determinado contexto lingüístico".
----------Este comentario consideraba importante reabrir la confrontación con las diferentes culturas, tomando en serio no sólo la lengua y la cultura de origen, sino también la de destino, como exige toda traducción que quiera ser verdaderamente utilizable y que no tenga necesidad de una explicación paralela.
   
La riqueza expresiva de la tradición latina y de las lenguas modernas
   
----------Un tercer experto, en el contexto de los debates entre liturgistas en 2016, proponía una consideración más articulada, de la cual quiero informar en su totalidad. En ella se muestra con mucha claridad la tarea de fidelidad al original que las lenguas modernas pueden y deben realizar, según su cultura y su genio, superando tanto las tentaciones pasadistas como las simplificaciones funcionalistas.
----------"Diversas razones me han impulsado a ocuparme de los textos litúrgicos presentes en los actuales libros para la Iglesia italiana. Me ocupé del tema del idioma y de la traducción, y también tuve que lidiar con la Instrucción Liturgiam Authenticam. Es claro que ese documento presenta grandísimas dificultades que muchos expertos ya han señalado (por ejemplo, R. De Zan en Rivista Liturgica) y sobre todo el intento de limitar la confiabilidad del texto solo a su original como si la traducción fuera espuria, no fiable. En mi opinión, el gran pecado original de Liturgiam Authenticam es la total desconfianza hacia las lenguas vivas y hacia las culturas de destino y una posible VI Instrucción debería depender sobre todo de una seria reflexión sobre qué es la lengua a partir del 'giro lingüístico' que se ha producido en ámbito filosófico.
----------Dicho esto, creo que un llamado a la fidelidad del original es más necesario que nunca. Por ejemplo, los matices emotivos de la eucología han sido interpretados en clave ética o noética. ¿Era el clima cultural de los años 1970s (y principios de los años 1980s)? Lo cierto es que si la instrucción Liturgiam Authenticam es hija de una ideología conservadora y miope frente a las culturas y a la Weltanschauung de cada lengua, ciertas traducciones lo son igualmente por otras razones. ¿Acaso se puede perder todo el bagaje afectivo, metafórico, simbólico, imaginativo del original, por traducciones chatas o planas preocupadas sólo por neutralizar y revelar el contenido? Pero la pregunta es: ¿qué contenido? ¿Es realmente cierto que eliminando la imagen del rocío del post-Sanctus de la Plegaria Eucarística II (Spiritus tui rore sanctifica) y traduciéndola con 'efusión' se esté ganando en la transmisión y recepción del significado? ¿La 'transmisión-percepción del sentido' está dada por la comprensión del contenido o por ese 'per ritus et preces' que también está implementado por la imagen contenida en el texto que luego será dicho o cantado?
----------Sabemos cómo las realidades mistéricas, y entre ellas el Espíritu, necesitan ser dichas con un lenguaje que sea 'otro', poco técnico y muy metafórico. Y sobre esto la gran tradición eclesial es maestra. Pongo otro ejemplo. La oración de la última recomendación y despedida del Rito de las Exequias termina en forma de intercesión por el difunto con la imagen de las puertas del paraíso que sólo la infinita misericordia de Dios pueden abrir. En el original latino hay una especie de paralelismo instituído entre los oídos de la misericordia de Dios que se abren a las oraciones de los creyentes y las puertas del paraíso que se abren para los difuntos: 'Pateant ergo, Dominem, precibus nostris aures misericordiae tuae, ut portae paradisi aperiantur famulo tuo'. Así como a las oraciones de los fieles se abren los oídos misericordiosos del Padre y se abren de par en par las puertas del paraíso para los que terminan la jornada terrena. Ahora el texto italiano (de 2011) omite este paralelismo jugado con el concepto de 'apertura' y en mi opinión es un empobrecimiento ya que la emoción que enciende el paralelismo verbal es más fuerte que cualquier persuasión intelectual".
----------El mismo lector de estos comentarios, propone pistas para la acción:
----------"Necesitamos traducciones 'graciosas', no tímidas o neutrales y rígidas, sino también verdaderamente fieles al sentido del original para no tener efectivamente otro sentido con otro texto y para no perder un patrimonio que la tradición nos ha consignado. Me doy cuenta de que no siempre es fácil, pero no es imposible. Está en juego también una cierta comunión entre las generaciones de las cuales se habla cuando se considera la idea de reforma litúrgica así como la puesta en común de un mismo repertorio simbólico-textual por parte de quienes pertenecen al mismo medio ritual. Por no hablar del hecho de que buena parte de las metáforas utilizadas en los textos litúrgicos encuentran su cuna en el texto bíblico.
----------Además, necesitamos nuevos textos en lenguas vivas que acompañen a los textos antiguos traducidos, para que los españoles, italianos, ingleses, malgaches, etc., del siglo XXI puedan orar en su propia lengua y según su propio genio. En esto la Congregación del Culto es sumamente cautelosa debido a la 'sustancial unidad del rito romano'. Y sin embargo, si la riqueza que nos ha dado la tradición eclesial es grande (en su mayoría desde la Europa Occidental en la Alta Edad Media, como los antiguos Sacramentarios), no es aceptable que las comunidades orantes de todo el mundo queden simplemente en deuda con esta tradición e incapaces de componer a su vez textos que reflejen su estilo y su genio".
----------Surge de estas consideraciones, que una nueva Instrucción debería unir, con gran autoridad, estos dos "cuernos" de la cuestión: valorizar la riqueza expresiva de la tradición, e incentivar a las nuevas culturas a expresar "ex novo" la fuerza y ​​la belleza del misterio pascual.
   
Un caso instructivo de "infidelidad" francesa a Liturgiam Authenticam
   
----------Respecto de la aplicación de la V Instrucción para aplicar la Reforma litúrgica, Liturgiam Authenticam, del 2001, decía hace algunos años el padre Matthieu Rouillé d'Orfeuil, profesor de teología en el seminario de la diócesis de Fréjus-Toulon, y desde hace algunos años comprometido en un oficio en Roma: "En el contexto de la Iglesia en francia, creo que es sabio comenzar con una acción de gracias por la infidelidad material de algunas de nuestras traducciones litúrgicas, cuya fecundidad prueba que esas traducciones fueron más fieles de lo que hubieran sido las simples transposiciones palabra por palabra".
----------En un artículo del año 2016, el teólogo francés realizaba un breve pero clarividente razonamiento sobre la modalidad con la cual la lengua francesa ha afrontado la tarea de la traducción de la expresión "misterio de la fe", traducida con esa que Rouillé d'Orfeuil llama "bendita infidelidad" que ha permitido a la tradición ritual francesa enriquecer no poco de su propia experiencia eucarística. En el presente artículo, tomando por base sus ideas y desarrollándolas, trataremos de avanzar en el análisis y en la crítica que venimos haciendo acerca de la instrucción Liturgiam authenticam.
----------El padre Matthieu Rouillé d’Orfeuil cita como ejemplo suficiente para ilustrar tan provocativa afirmación, la traducción de la expresión: "mysterium fidei". Al respecto no creo que sea necesario para el lector instruido repetir la historia de este inciso de la fórmula para la consagración del cáliz (historia que va desde el texto de 1 Tm 3,9 a Inocencio III, en su Carta Cum Marthae a Juan, en otro tiempo arzobispo de Lyon, del 29 de noviembre de 1202; Denzinger, n.782) y de su reforma tras el Concilio Vaticano II.
----------Ciertamente, habría parecido realmente extraño traducir esta invocación al francés con las palabras "mystère de la foi" (en español: "mistero de la fe"): una invitación tan puramente nominal, este simple genitivo así proclamado, no habría tenido mucho sentido. Los católicos franceses (tanto laicos como sacerdotes) se habrían acostumbrado, sin duda (porque nos acostumbramos a todo), pero no habría habido verdadera inteligibilidad. La literalidad no habría alcanzado una verdadera significación.
----------La idea de traducir por medio de una frase (incluyendo el verbo "être", ser) y de completar con un adjetivo ("grand", grande) fue una iniciativa muy feliz: "Il est grand le mystère de la foi", grande es el misterio de la fe. Escrito en francés, el Catecismo de la Iglesia Católica acogió esta traducción: "Il est grand le Mystère de la foi. La Iglesia lo profesa en el Símbolo de los Apóstoles (Primera Parte del Catecismo) y lo celebra en la Liturgia sacramental (Segunda Parte), para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre (Tercera Parte). Por tanto, este Misterio exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relación viviente y personal con el Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración" (n.2558), lo que da en la versión latina la extraña expresión: "Magnum est mysterium fidei" que desarrolla el "mysterium fidei" con la adición de un "magnum est" que, por tanto, no tiene origen latino.
----------Por consiguiente, esta adición "magnum est", cuya fuente, por tanto es galicana, tal como es recibida en el Catecismo de la Iglesia Católica hasta en su versión latina, posee la ventaja de enriquecer la invocación eucarística con una alusión a 1 Tm 3,16: "en efecto, es realmente grande el misterio que veneramos...", y Ef 5,32: "este es un gran misterio..." (claramente legible en griego: musterion mega, traducido al latín parmagnum sacramentum) que recuerda que el acto eucarístico se sitúa en el misterio de piedad que es todo el conjunto de la economía de la encarnación, que es un festín nupcial y que, como en todo asunto de matrimonio, se trata de cuestión de fides (cosa que san Agustín de Hipona no habría negado).
----------Pero este enriquecimiento del latín por la imperfección creativa de una traducción francesa no hubiera sido posible si el "mysterium fidei" de la Misa hubiera sido traducido simplemente por medio de un literalísimo "misterio de la fe" perfectamente exacto y por consiguiente empobrecedor.
----------Hacer de la liturgia un lugar de enriquecimiento de la fe y de su expresión es, por tanto, una cuestión, y a la vez un desafío, que se ha percibido durante el período de la primera traducción del Novus Ordo Missæ a las lenguas vernáculas, lo cual también se percibió con toda su actualidad y pertinencia durante la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica (1985-1992). Renunciar a lo que una creatividad local puede aportar al conjunto de la Iglesia universal sería privar a la liturgia de una de sus funciones decisivas. Nadie discute y nadie niega seriamente la existencia de un texto fuente que constituya una referencia fiable. Pero el dar confianza plenamente a un acto de traducción (sin sospechar que sea subversivo, y sin temer que también sea creativo) permitiría devolver a la liturgia una de sus misiones vitales para la vida espiritual de la Iglesia.
----------No he hecho más que traducir y desarrollar un poco más claramente las expresiones del padre Matthieu Rouillé d'Orfeuil en aquella su intervención del 2016. Me parece que el suyo es un juicio muy prometedor sobre las características que debería tener una VI Instrucción sobre la aplicación de la Reforma Litúrgica querida por la constitución Sacrosanctum Concilium del Vaticano II.

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